Vol. 28 Núm. 303 (2023)
De Pelé a Messi: una cuestión de imagen
A mediados de 1970 en Estados Unidos se vivían las secuelas de la crisis del petróleo de 1973 y la dimisión del presidente Richard Nixon, tras el escándalo de Watergate. La lucha heroica de los vietnamitas, sumado a la presión de sus ciudadanos y el enorme costo de la guerra, llevaron a la derrota en la guerra de Vietnam. En ese contexto, en 1975 Pelé, que en esos tiempos todavía era el indiscutido mejor futbolista del mundo, llegó a la Major League Soccer (MLS) para jugar en los New York Cosmos. Se había retirado del Santos, su único club hasta entonces, y participó de tres temporadas, inaugurando el interés del público al Norte del Río Bravo por un deporte que se juega con los pies.
En tiempos actuales, el país de las oportunidades encabeza por amplio margen, entre países desarrollados, la lista de muertes por armas de fuego, entre suicidios, homicidios y víctimas accidentales. Cuenta con una de las mayores tasas de desigualdad de ingresos del mundo, lo que significa una gran diferencia entre ricos y pobres, que se acentúa año tras año. Desde hace más de un año se encuentra comprometido en un conflicto bélico en el este de Europa, que muchos analistas calificados coinciden que se pudo haber evitado, con presupuestos multimillonarios que engrosan el complejo militar industrial y merman los recursos públicos para atender las legítimas demandas de mejora de la calidad de vida de gran parte de su población.
Luego de rechazar una oferta para jugar en Arabia Saudita de 400 millones de dólares anuales, Lionel Messi fichó para el Inter de Miami, último de la tabla de la MLS. Tanto Pelé en su momento como Messi ahora, además de impulsar el fútbol y competir en un entorno de menos presiones, obtienen beneficios de la mano de acuerdos comerciales con empresas internacionales. Para Estados Unidos significa contar en su Liga con el mejor jugador del deporte más popular del mundo; se beneficia como destino turístico, como territorio para hacer negocios, y al promover al fútbol como parte de la cultura global, mejora su imagen y prestigio internacional, justamente cuando está en cuestión su rol como potencia hegemónica.
Tulio Guterman, Director - Agosto de 2023