Vol. 26 Núm. 282 (2021)

Coraje, no vergüenza
Hace pocos días, varios diarios deportivos consideraron en sus titulares una vergüenza la realización de dos combates de MMA en Polonia entre un hombre y una mujer. Ula Siekacz y Wiktoria Domalska fueron derrotadas, pero seguramente tendrán otra chance. Ellas y otras deportistas forman parte de una generación que sabe que si quiere obtener las mayores recompensas deben enfrentarse de igual a igual (y superar) a la élite hasta hoy hegemonizada por los hombres. Intentan emular el logro de Zhang Shan, que a los 14 años venció a sus siete oponentes varones en la final de tiro de Barcelona '92 para alcanzar la medalla dorada.
Saben del peligro al que se exponen, pero seguramente se sienten inspiradas por Edurne Pasabán (la primera mujer en alcanzar la cumbre de las 14 montañas de más de ocho mil metros en 2010) y por Valentina Tereshkova, a la fecha la única cosmonauta que realizó una misión en una nave en solitario. Esta hazaña fue hace más de 50 años, pero además Valentina contribuyó con una reflexión premonitoria: En la Tierra, hombres y mujeres estamos tomando los mismos riesgos. ¿Por qué no deberíamos hacer lo mismo en el espacio?
Atletas y afición perciben que la brecha entre géneros es cada vez menor, al punto que la segregación en los deportes se convertirá en una anacronía en las próximas décadas. Para esto las deportistas entienden que deben prepararse a conciencia para estar a la altura y enfrentarse y superar a rivales para acceder a lo más alto.
Sobre todo hay que plantarse ante el contrincante más aguerrido, áspero e insistente, que tiene más de tres mil años de práctica: el prejuicio y la discriminación. Animarse a hacerlo define a estas mujeres combativas, por su valor y por su dignidad; y a esto se le llama coraje, no vergüenza.
Tulio Guterman, Director - Noviembre de 2021

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Publicado: 2021-11-09

 

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