Vol. 23 Núm. 243 (2018)

Botines y pelota del pasado. Museo Ajax Experience, Amsterdam, Holanda

Ningún inmigrante es un delincuente, sobre todo si asumimos que la historia de la humanidad es la historia del viaje de grupos humanos buscando mejores tierras, ocupando paulatinamente toda la geografía del planeta, y más allá. Pero todavía algunos -por suerte cada vez menos- siguen valorando negativamente a las personas por sus características más visibles: su color de piel, su aspecto físico, su género.

Pero esa valoración está atravesada a conveniencia, por factores sociales, culturales y políticos. Y esto ocurre principalmente en aquellas regiones donde ejercen su dominio quienes se consideran más "civilizados", aquellos que durante siglos encararon procesos de colonización que siempre se fundamentaban en ideas de superioridad. No se trataba de invadir, sino colaborar; no era rapiñar, era comerciar libremente. No era someter, sino legítimamente evangelizar. Mario Balotelli, hijo de inmigrantes ghaneses, nacido en Italia y jugador del equipo nacional azzurro lo dijo muy claramente: El racismo florece de la ignorancia.

Imaginemos por un momento que el equipo de Francia, reciente champion du monde, hubiera sido eliminado en los primeros partidos. Seguramente la crítica de los medios no hubiera sido por su juego sino por haber conformado el equipo nacional con muchos africanos. Los mismos que en medio del triunfo, ahora que les conviene, festejan el país multicolor.

Tulio GutermanDirector - Agosto de 2018

Publicado: 2018-08-27

 

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