Nadie juega solo
Existe una intensa interdependencia que es inherente a cualquier disciplina deportiva. En los deportes de equipo el éxito o fracaso es una consecuencia directa de la cohesión, la comunicación y el esfuerzo coordinado de cada integrante. Un jugador estrella puede brillar, pero su luz se potencia o se apaga según el trabajo colectivo. Desde el pase preciso hasta la cobertura defensiva, cada acción individual se entrelaza con la de los demás, formando un tejido que define el rendimiento del conjunto. En los deportes individuales, un boxeador en el cuadrilátero, un tenista en la cancha, un nadador en la piscina o un atleta en la pista, aunque compitan en solitario, cargan consigo el esfuerzo de un equipo invisible.
Entrenadores y preparadores físicos que optimizan el rendimiento, fisioterapeutas, nutricionistas, psicólogos e incluso familiares, amigos y simpatizantes que brindan apoyo emocional; todos ellos juegan un papel crucial. Sus contribuciones, aunque no se materialicen en el campo de juego, son fundamentales para que el deportista alcance su máximo potencial. Además, la cobertura mediática es el principal motor de popularización de las disciplinas deportivas. Al transmitir eventos en vivo, narrar las hazañas de los atletas y generar debates, los medios masivos de comunicación acercan el deporte a millones de personas. Construyen narrativas y crean ídolos deportivos, destacando historias de superación, rivalidades y logros.
Esta exposición constante no solo capta nuevos aficionados, sino que también inspira la participación activa, especialmente entre los más jóvenes y también estimula el apoyo estatal y el patrocinio de empresas privadas. En última instancia, se trata una empresa humana que se nutre de la colaboración, el apoyo y la influencia mutua. Ya sea dentro de un equipo visible o a través de una red de soporte implícita, la exitosa participación en el deporte, en cualquier ámbito, es siempre el resultado de una compleja combinación de esfuerzos.
Tulio Guterman, Director – Junio de 2025