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Movilidad social y mercado de trabajo en el
fútbol regional tinerfeño: Estudio de un caso

   
Sociólogo. Universidad de La Laguna
(España)
 
 
Víctor Lorenzo Alonso Delgado
tigaday@inicia.es
 

 

 

 

 
Resumen
    Como realidad total que es, el fútbol comprende numerosas categorías y procesos que, en su conjunto, nos sitúan ante una complejidad, susceptible de análisis en profundidad. En cambio, sirviéndonos de visiones maniqueas, solemos reducir tal complejidad contraponiendo la figura del fútbol profesional a la del fútbol amateur (regional, humilde, etc.) como ejemplo de la división entre gusto por el deporte y obligación sujeta al mercado de Bienes y Servicios deportivos. Sin embargo, creo que tal dicotomía, lejos de ser equívoca o acertada, recoge sólo una de las particularidades del propio deporte. Tal particularidad, entendida como exclusiva, nos lleva a despreciar otra serie de aspectos así mismo relevantes. Por tanto, la propuesta iría encaminada a tratar de manifestar la complejidad del fútbol regional, en su vertiente local (regional o humilde), destacando la suerte de procesos vivenciados por los actores implicados en las categorías futbolísticas referidas. De esta forma, realidades como la carrera y el yo social salen a relucir. Para lo cuál, nos valdremos de técnicas de investigación cualitativas, más apropiadas al análisis de dichos aspectos. Considerando la importancia de los contextos sociales, la propuesta abordada trata de recoger alguna de las especificidades que manifiesta el fútbol regional canario.
    Palabras clave: Fútbol regional. Historia de vida. Carrera. Yo social. Portero.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 57 - Febrero de 2003

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A Cande, Rogelio, Lucía y Félix: ¡Tremendo equipo!

Introducción

    Siéndoles franco, decantarme por el objeto de esta comunicación me resultó, sencillamente, evidente. Digamos que me vino como un pase medido, empleando el argot futbolístico. Porque, díganme, ¿de qué iba a hablarles viniendo de la España Tropical, y con el CD Tenerife y la UD Las Palmas este año, por primera vez, juntos en Primera División?: Pues está claro, de fútbol. Qué si no. O, lo que es lo mismo, dicho en términos académicos, el interés que nació este trabajo fue producto del fuerte impacto social que tiene el fenómeno futbolístico en nuestro país; de la curiosidad que comienza a despertar en algunos sociólogos; y del intento por aportar algún elemento más al análisis del deporte en el seno de las ciencias sociales.

    Cabría apuntar dos cuestiones que pueden servir como referente futbolístico. En primer lugar, decir que el Grupo Canario de la Tercera División (Grupo XII), fue creado en el año 1981, a raíz de la última reestructuración de las categorías del fútbol senior en el ámbito estatal. Este Grupo recoge clubes de las provincias de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria, coincidiendo, además, con la distribución político administrativa de la Comunidad Autónoma Canaria, curiosamente nacida en ese año de 1981. De esta forma, tendríamos que las categorías regionales abarcarían diferentes ámbitos: un ámbito regional (el de la Tercera División); un ámbito provincial (la Regional Preferente); y un ámbito insular o comarcal (la Primera y Segunda Categoría Regional). En segundo lugar, el caso que nos ocupa es el de un portero de fútbol, aún en activo, que ha militado en diversos clubes de la provincia de Santa Cruz de Tenerife durante veintiséis temporadas, bien en su etapa formativa (hasta edades juveniles) como en el periodo senior. En ambos casos, lo ha hecho en los tres ámbitos reseñados, por lo que se aparece como un informante de primer orden.

    Su caso ha sido abordado en forma de Historia de Vida, siguiendo para ello las líneas metodológicas trazadas por diversos autores: Quizá lo más interesante de su uso haya sido el sinfín de cuestiones que van más allá de la carrera biográfica y la constitución del yo social del portero, aspectos inicialmente pretendidos. De esa manera, fue abriéndose un campo de pistas y significaciones insospechado a medida que desarrollábamos las sesiones. De tal complejidad intentaré dar cuenta.

    No me cabe más que el enorme agradecimiento al portero que centra esta historia, que tiene cuerpo y alma y no es famoso como lo fue Iribar o el desafortunado Barbosa. Se llama Rogelio Alonso González. Sin él y toda su gente, no hubiera sido posible este trabajo.


La técnicas cualitativas y las Historias de Vida

    Las técnicas cualitativas, en proceso de nueva significación en el seno de las Ciencias Sociales, se me antojan relevantes a la hora de ser utilizadas en el estudio del hecho deportivo. Sobre todo en niveles del mismo en los que se aprecian grandes lagunas. Una de estas es el estudio del deporte en su ámbito local, en concreto, el fútbol local o regional. Disponemos en España de trabajos en torno a la Gestión Deportiva Municipal, el fútbol modesto o el patrocinio deportivo. Mi ignorancia ha impedido un trabajo de documentación en mayor profundidad. No obstante, partiendo de la máxima popular todo se anda, he intentado aportar mi pequeño grano de arena al abordaje del deporte local.

    Retomando ese entorno de nueva significación, en el que ha de apostarse por el pluralismo metodológico, las Historias de Vida brindan una oportunidad enorme de acercamiento al fútbol regional, ya que nos lo permiten entender en “clave futbolista” (desde la participación, percepción e interpretación del mundo social por el propio sujeto). Además, este método permite ahondar en dos elementos reseñados por Ruiz de Olabuénaga, y de los cuáles trataremos más adelante: la Carrera Biográfica y el Yo Social.

    través de la oralidad, aportar interpretaciones cualitativas de procesos y fenómenos histórico-sociales", para reasaltar, de ese modo, la validez de las propuestas en diversas áreas de las Ciencias Sociales, tales que la Sociología, la Etnografía o la Psicología Social. (Aceves, en Arjona y Checa, 1998:3). Por su parte, Ruiz Olabuénaga señala que en estas “una persona refiere en un largo relato el desarrollo de su vida desde su propio punto de vista y en sus propios términos [...] se trata, por supuesto, de un relato puramente subjetivo -una perspectiva detallada y concreta del mundo- que eventualmente podrá resultar errónea en no pocas de sus partes”. (Ruiz Olabuénaga, 1996:279). Por tanto, con este método entiendo que no se tienen pretensiones de objetividad, pues el referente del sujeto es innegociable. No nos preocupa, fundamentalmente, si los datos referidos son correctos o si no: Y sí lo que Ruiz Olabuénaga apunta como tres grandes capítulos encerrados en las Historias de Vida, esto es, las Dimensiones Básicas, los Puntos de Inflexión y los Procesos de Adaptación y Desarrollo (1996:288), de lo que daremos cuenta a continuación.

    En el caso que nos ocupa, las dimensiones básicas que podemos rescatar son dos. El fútbol, como centro en torno al que pivota toda la narración. El fútbol es referente de primer orden, tanto personal (“Yo, desde que recuerdo, siempre me gustó el fútbol”), como grupal (“A todo el mundo en el barrio le gustaba el fútbol). Marca una cultura en la que el actor halla un elemento identitario, y en torno al cuál gravita su vida, algo que expresa con diferente intensidad a lo largo de su carrera. Sin embargo, sucintamente se asoma un marco normativo y simbólico a lo largo de su narración: así, la palabra, la profesionalidad, la seriedad, el ir con la verdad por delante, el cumplir... dimensiones culturales presentes en una determinada concepción de la masculinidad. A modo de ejemplo, cabe señalar que los acuerdos para fichar con un club se toman, normalmente, de palabra. Acuerdos que, dada esta peculiaridad, Rogelio prefería no detallar en las grabaciones. Parejos, se avienen valores, en los que destaca la tierra, como entidad elemental, y su expresión futbolística tan manida: la cantera.

    Por otra parte, la presencia de esos puntos de inflexión que refiere Olabuénaga, se presenta de dos formas: bien en los cambios de equipo, o bien en torno a las dimensiones culturales ya citadas. En ocasiones, ambos planos confluyen, y el portero se siente respaldado de manera deportiva y en su universo de valores. O, en ocasiones, prepondera alguno de ellos, sobre el otro, y bien lo deportivo trasciende lo normativo, o viceversa. Pero, a veces, ambos entran en conflicto. En su caso, los dos grandes puntos de inflexión son la marcha del Tenerife y del Icodense: en ambos casos, el desencuentro de expectativas personales y deportivas convergen. Entonces, el conflicto interno aflora en su plenitud, y “empiezo a ver un horizonte muy negro delante de mí. Si hay algo que a mí no me ha ayudado en el fútbol, para nada ha sido ese carácter derrotista, pues, ante situaciones difíciles”. Los procesos de adaptación y desarrollo se establecen en torno a dichos puntos de inflexión (bien deportivos, bien normativos), a modo de estrategias vitales a seguir: la ilusión por triunfar, el salto al profesionalismo, la motivación en el campo de juego, la preponderancia de los estudios, la lejanía de la familia, etc.

    Cabe un receso en el que retomar los términos Carrera Biográfica y Yo Social, nacidos ambos al albur del interaccionismo simbólico. Por Yo Social, el Profesor Olabuénaga entiende “algo que posee un desarrollo. No está presente desde el nacimiento sino que surge en el contexto de la experiencia social, esto es, se desarrolla en el propio individuo como un resultado de sus relaciones con ese proceso común todo y con otros individuos dentro del mismo proceso”. El propio Olabuénaga, en referencia a la Carrera Biográfica, señala que “es formulada como una serie de fases definibles de una esfera determinada de actividad [...] en una dirección determinada en su marcha, [que puede] tener diferentes grados de significación para el individuo, [siendo] este significado más probablemente conocido por la persona afectada que por cualquier observador externo. (Ruiz Olabuénaga, 1996:294).

    De esta forma, tenemos que el tratamiento requerido por la Historia de Vida comprende lo procesual, lo subjetivo y el referente cultural externo con el que el individuo interactúa. Una perspectiva de este tipo requiere tanto de la consideración irrenunciable de lo subjetivo, como de las claves culturales con las que el sujeto se ve en constante relación. El pluralismo metodológico citado señala que no ha de haber una renuncia al dato, o bien una apología de lo interpretativo: A modo futbolístico, la proposición más acertada pasa por aplicar un fútbol total, un método Cruyff.

    Metiéndonos en partido, indicar que las sesiones de grabación fueron llevadas a cabo durante los meses de junio y julio del 2001, ya finalizada la competición de Liga en Tercera División. Para comprender el desarrollo de las mismas, cabe indicar la familiaridad con que fueron llevadas a cabo: A fin de cuentas, el arquero y yo somos primos hermanos, tenemos edades aproximadas, y hemos compartido gran número de vivencias comunes. De igual modo, compartimos un gusto similar por el fútbol (pese a que él sea hincha del Real Madrid), hemos sido deportistas y un largo número de etcéteras. Teorizando, el establecimiento del rapport con el informante, tal y como refieren Taylor y Bogdan (1992) era establecido de inicio. Los datos, fechas, resultados y nombres eran cotejados, tras la audición de las grabaciones, en hemerotecas, archivos, o bien recurriendo a otros informantes. Todo ello me servía de lanzadera en las siguientes sesiones.

    De igual modo, cabe destacar la enorme predisposición y paciencia que dedicó Rogelio al investigador, a su ignorancia y pesadez: el total supuso casi cinco horas de grabación, distribuido en sesiones de aproximadamente cuarenta y cinco minutos o una hora, celebradas en su casa. Todo ello sometido a su disponibilidad. Hubo, además, algunos encuentros dispersos, llevados a cabo de manera informal, bien en un bar, la calle, por teléfono, etc. En todo momento, se le mantuvo al corriente de la finalidad de las mismas. El cuaderno de campo fue imprescindible. Conviene, además, señalar la dificultad añadida que entrañó llevar a cabo esta Historia de Vida, ya que, unido a la necesidad de que el yo social se hiciese manifiesto, me hallé con una tendencia centrípeta, una fuerte tentación por arrastrar su narración al campo de lo exclusivamente futbolístico que era enorme y continuada. De ello se extraía la necesidad de interactuar continuamente, provocando la incursión en otros ámbitos más allá de la esfera de las paradas, puntos y partidos. La célebre expresión fútbol es fútbol, atribuida a Bujadin Boskov, atestigua y condensa dicha tentación.


El caso de Rogelio en el marco de las Historias de Vida

    Rogelio Alonso González (La Laguna, Tenerife, 1966), es el mayor de tres hermanos, todos varones. Su padre, ya fallecido, trabajaba en el Cuerpo de Bomberos del Aeropuerto Reina Sofía, en el Sur de Tenerife, y su madre es ama de casa. Ambos provienen de un origen humilde. En la actualidad, Rogelio está casado y tiene dos hijos pequeños. Trabaja como maestro de Primaria, impartiendo clases de Religión en un colegio. Sus otros dos hermanos también han jugado o juegan al fútbol con ficha federativa. Y, salvo el menor -David-, él y su otro hermano -José Manuel- han sido jugadores durante todas las categorías federativas, en los ámbitos regional (el de la Tercera División); provincial (la Regional Preferente); e insular o comarcal (las categorías inferiores o formativas). José Manuel ha sido durante varias temporadas jugador de Segunda División “B”. Tiene un tío que jugó de portero en el fútbol profesional durante los setenta y ochenta, tanto en Segunda como Segunda “B”.

    El fútbol es el referente principal de las sesiones, sentenciando “bueno, pues yo, desde que recuerdo, siempre me gustó el fútbol”. Declaración de intenciones que es común al barrio del Portezuelo, donde vive: “A todo el mundo en el barrio le gustaba el fútbol”. Recuerda que en un descampado que había tras su casa se disputaban partidillos entre los muchachos del barrio. Recuerda especialmente los que había el Día de Reyes. De igual modo, en la infancia descubre su vínculo con la portería. Si bien en los partidillos se relegaba a la puerta a los jugadores de campo menos habilidosos, sin embargo “a mí siempre me gustó jugar de portero [...] me nacía a mí el ponerme en la puerta y jugar de portero”.

    Con nueve años contacta con un club de fútbol de la zona en que vive, la UD Suprema. El contacto se produce gracias a los compañeros de trabajo de su padre, en la directiva de dicho club, que habían oído decir que Rogelio jugaba de portero. Pero recalará finalmente en otro club, también de la zona, el Torreón CF. Su fichaje se produce “porque ellos no tenían portero“, sabiendo de antemano que el puesto de portero estaba cubierto en la UD Suprema “por un chico dos años mayor que yo, además, hijo del Presidente”. Este fichaje se produce gracias a Graciano, un ojeador de jóvenes promesas, que “siempre andaba buscando chicos. Él tenía una libretita, me acuerdo, con el número de teléfono de todos los chicos que en aquel entonces despuntaban un poquillo”. La figura de Graciano será una constante en sus cambios de club durante los años de alevín e infantil: del Torreón CF a la UD Suprema; de la UD Suprema a la AD Concepción.

    Su paso por el Torreón CF le hace cambiar de colegio para estar cerca del lugar de entrenamiento. Tras dos temporadas, ficha por la UD Suprema, donde permanecerá tres temporadas. Logra sus primeros títulos, y ser “el portero menos goleado en la categoría en Tenerife, con cuatro goles en veinte partidos”. Una operación de rodilla en su segunda temporada motivará que, durante la rehabilitación, se ejercite específicamente como portero, pues “por el lado donde me había operado, no me tiraba. Tenía ese problema.

    Había cogido miedo. No miedo consciente, sino miedo inconsciente”. Allí hará algunas amistades aún vigentes, y coincidirá con jugadores que también serán futuros compañeros en otros equipos. Da el salto, entre los trece y los dieciocho años, a la AD Concepción, un equipo con sólo categorías formativas afincado en La Laguna. Son años en que dicho salto es de calidad. No sólo en cuanto a los medios de que disponen los clubes, pues tanto el Torreón CF como la UD Suprema son equipos “pobres” “donde lo único que te daban eran las botas y el típico bocadillo y el Orange Crush después de los partidos”: Equipo con más medios y posibilidades “de que se te vea y que puedas dar un paso importante en el futuro, pues para, apara triunfar en el fútbol, ¿no?”, en la AD Concepción se va constituyendo el anhelo por dedicarse, en un futuro, al fútbol como profesión. Son años en que asume los reconocimientos como portero, cristalizados en forma de propuestas deportivas, las primeras referencias aparecidas en la prensa deportiva, los entrenamientos específicos o los apoyos manifestados por directivos, entrenadores y compañeros. Y, al mismo tiempo que se va haciendo como portero, el plano normativo y moral se va consolidando de igual forma. La palabra nos aparece un mundo de significados donde “en el fútbol siempre ha sido importante el hecho de ser una persona que cumple con lo que dice”. Esto será una tónica general a lo largo de su carrera, realidad que, en ocasiones, dará pie al conflicto. Dicho plano normativo, donde la palabra destaca por sí misma, es una de las claves culturales en determinadas concepciones de la masculinidad.


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