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El análisis de contenido: el mensaje publicitario y los medios impresos
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 57 - Febrero de 2003 |
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Tercera etapa: Generalización y extensión del Análisis de Contenido.
Este período se caracteriza por la extensión de las aplicaciones de la técnica a disciplinas muy diversificadas, y por la emergencia de preguntas y respuestas nuevas sobre el plan metodológico (Bardin, 1986, p.14). Al finalizar la Guerra el análisis de contenido cobró interés en diversas disciplinas científicas. Entre ellas podemos destacar la Antropología, la Historia, la Literatura, la Psiquiatría, la Psicología, la Educación y la Sociología. Concretamente en el campo de la Psicología, Krippendorff (1990) señala la aplicación del análisis de contenido en tres ámbitos; el análisis de los registros verbales para descubrir características motivacionales, psicológicas o de la personalidad (Allport, 1942); como técnica complementaria a los test de aptitud temática; y, en el estudio de los procesos comunicativos en los que el contenido era pieza angular (Bales, 1950).
Se superan cuestiones confusas lo que favorece el crecimiento del desarrollo lógico del método. Así, la exigencia de objetividad se hace un tanto más flexible, deja de equipararse objetividad y cientificidad con la minuciosidad cuantitativa. Osgood (1959) aporta y perfecciona varios procedimientos: el análisis de la contingencia, el análisis de aserciones estimativas de un mensaje y el procedimiento de Cloze. Y como cuestión relevante; se acepta que la meta del análisis de contenido es la inferencia.
Cuarta etapa: Encuentros entre investigadores y uso generalizado del ordenador.
En esta última etapa se generaliza el uso del ordenador en el análisis de contenido, que aporta numerosas ventajas en la explotación de los datos. Asimismo también aparecen numerosos programas específicos para el tratamiento de los datos cualitativos.
Dos son los encuentros que se destacan entre los que se han celebrado por los investigadores, en los que se han planteado problemas diversos sobre la utilización, perfeccionamiento, posibilidades y riesgos que presenta el análisis de contenido. Nos referimos a la III Conferencia promovida por el “Social Research Council’s Comittee” (1955), cuyas conclusiones; las críticas al método, junto a sugerencias y orientaciones sobre cómo utilizar el análisis de contenido de modo más creativo y original desde diversos campos de las disciplinas científicas, son recapituladas por Pool (1959) en “Trends in conten Analysis”. Hosti, Gerbner, Krippendorff, Paisley y Stone (1969) dos años más tarde de su celebración publican las reflexiones de la “reunión de la Universidad de Pennsylvania”, centradas fundamentalmente en cuatro problemas: (cit. en Pérez Serrano, 1984, p. 66)
Límites y las normas de la inferencia.
La conjunción de la sistematización cualitativa y cualitativa.
Límites en el uso y aplicabilidad del ordenador al análisis de contenido.
Y, la posibilidad de crear sistemas estándar de categorías.
1.6.2. Definición
Podríamos hacer una primera aproximación al análisis de contenido como un método de investigación del significado simbólico de los mensajes, dentro de un proceso comunicativo. En este sentido, se hace necesario destacar que los mensajes y las comunicaciones simbólicas, dadas sus peculiaridades propias, tratan de fenómenos distintos de aquellos que son directamente observados. Pero, ¿qué quiere decir esto? El análisis de contenido tiene interés por los fenómenos simbólicos, esto es que transciende las nociones convencionales del contenido como objeto de estudio y está estrechamente ligado a la concepción de fenómenos simbólicos, dentro de un proceso comunicativo, entendido como sistema complejo, multidimensional e interrelacionado.
Por otra parte, la clave que distingue entre el procesamiento de datos simbólicos y de datos no simbólicos es la formulación de inferencias específicas. Así, para Krippendorff (1990, p. 31) el analista de contenido tiene como principal función la realización de inferencias, tanto de la comunicación verbal como de la no verbal;
“…el análisis de contenido puede ocuparse de formular la clase de inferencias que efectúa algún receptor cuando trata de comprender las comunicaciones simbólicas, la técnica ha sido generalizada, y alcanza probablemente su mayor grado de éxito al aplicarla a formas no lingüísticas de comunicación...”
Este planteamiento no siempre ha sido así, en sus orígenes el análisis de contenido estaba inmerso en interés por aspectos esencialmente cuantitativos. Ejemplo de ello es la definición que estableció Berelson (1952):
“Técnica de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de la comunicación”.
Hace más hincapié en el aspecto cuantitativo, en el rigor y en la objetividad. Esta definición ya no es totalmente compartida por los teóricos expertos en la materia que la consideran incompleta por restrictiva. Si bien para su compresión hemos de ubicarla en el momento en el que fue elaborada, donde imperaba una inquietud por trabajar con muestras reunidas de forma sistemática, por interrogarse sobre la validez del procedimiento, y de los resultados, por medir la productividad del análisis, en definitiva por todo aquello rodeado de un “halo cuantificador”.
En estos momentos, se acepta que lo cualitativo y lo cuantitativo, no se excluyen sino que se complementan. Se trata como indica LeCompte de un “matrimonio de conveniencia”. El análisis de contenido tiene una orientación fundamentalmente empírica y de finalidad predictiva, pero uno de sus pilares esenciales es, como ya hemos visto, la inferencia.
Las definiciones de análisis de contenido de autores como Bardin y Krippendorff descansan en este postulado;
“Un conjunto de técnicas de análisis de comunicaciones tendente a obtener indicadores (cuantitativos o no) procedimientos sistemáticos y objetivos de descripción del contenido de los mensajes, permitiendo la inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producción/recepción (variables inferidas) de estos mensajes” (Bardin, 1986, p. 32).
“El análisis de contenido es una técnica de investigación destinada a formular, a partir de ciertos datos, inferencias reproducibles y válidas que puedan aplicarse a su contexto” (Krippendorff, 1990, p. 28).
Pasemos a desglosar esta definición; en cuanto técnica de investigación el análisis de contenido se surte de una serie de procedimientos para el tratamiento y procesamiento de datos científicos. Teniendo como fin último el proporcionar conocimientos a partir de estos datos, constituyéndose en una herramienta práctica para la acción investigativa. Toda descripción supone inferencias, y al indicar que las inferencias deben ser reproducibles se refiere a que los resultados obtenidos por investigadores diferentes mediante el uso de la misma técnica a los mismos datos, deben ser idénticos.
1.6.3. Características del Análisis de Contenido
No es una técnica intromisiva.
A diferencia de otras técnicas de investigación, tales como experimentos, entrevistas, cuestionarios o tests proyectivos, donde el papel “más activo” del investigador puede desencadenar diversos efectos que “distorsionen” los datos y sean fuente de error, el análisis de contenido es una técnica no reactiva o no intromisiva. Aspectos como la deseabilidad social, la conciencia de ser observado o sometido a prueba, las influencias del proceso de medición sobre el sujeto o los efectos de la interacción entre el experimentador sobre el sujeto, no han lugar en el análisis de contenido.
Acepta material no estructurado.
Generalmente el análisis de contenido trabaja con material después de que éste haya sido generado por una fuente, lo cual presenta ventajas e inconvenientes. Como principal inconveniente destaca la dificultad en el tratamiento de los datos y como ventaja el obtener datos que sean un reflejo más fidedigno de la realidad objeto a estudiar.
Es sensible al contexto y, por lo tanto, es capaz de procesar formas simbólicas.
El análisis de contenido permite aceptar como dato comunicaciones simbólicas comparativamente no estructuradas y además permite analizar fenómenos no observados directamente a través de datos relacionados con ellos, independientemente de que intervenga o no un lenguaje. Frente a ello el investigador dispone de diversas opciones; bien puede estar interesado en analizar los datos verbales como fenómenos simbólicos yo en bien desee analizar los datos en relación con un contexto que o comparten o que no son contextualizados de la misma forma por los comunicadores (fuentes).
Permite abordar un gran volumen de información.
En este sentido los ordenadores y los programas informáticos específicos para análisis de datos nos facilitan, dada su gran capacidad de almacenaje y rapidez en el tratamiento de la información, el análisis de los datos y la obtención de conclusiones en la investigación.
1.6.4. Aplicaciones del Análisis de Contenido
La Psiquiatría, la Antropología, la Educación, la Lingüística, la Filosofía, la Historia y, por supuesto, la Psicología, son algunos de los campos empíricos donde la aplicación del análisis de contenido puede ser de una gran utilidad. Más concretamente Berelson (1952) concreta su aplicabilidad en:
Para describir tendencias en el contenido de las comunicaciones.
Para seguir el curso del desarrollo de estudios académicos.
Para establecer las diferencias internacionales en materia del contenido de las comunicaciones.
Para comparar los medios o “niveles” de comunicación.
Para verificar en qué medida el contenido de la comunicación cumple los objetivos.
Para construir y aplicar normas relativas a las comunicaciones.
Para colaborar en operaciones técnicas de una investigación.
Para exponer las técnicas de propaganda.
Para medir la “legibilidad” de los materiales de una comunicación.
Para poner de relieve rasgos estilísticos.
Para identificar los propósitos y otras características de los comunicadores.
Para determinar el estado psicológico de personas o de grupos.
Para detectar la existencia de propaganda (fundamentalmente con fines legales).
Para obtener información política y militar.
Para reflejar actitudes, intereses y valores (”pautas culturales”) de ciertos grupos de la población.
Para revelar el foco de atención.
Para describir las respuestas actitudinales y conductuales frente a las comunicaciones.”
Otros autores, como Grawitz (1975) parten del proceso de la comunicación y proclaman que el análisis de contenido permite, pues, estudiar:
¿Quién habla? (estudio del emisor/fuente)
Aquí nos podemos encontrar diferentes situaciones, desde que el emisor reaccione a un estímulo más o menos controlado por el observador, hasta que el emisor o mantiene ninguna relación con el oyente o receptor, tal es el caso de los medios de comunicación.
¿Qué intenta decir? (mensaje)
En este caso estaremos interesados en el estudio de las características del contenido del mensaje.
¿A quien? (estudio del receptor/oyente)
En este sentido “el estudio del mensaje destinado a un público permite estudiar a éste, reconstruir los valores e intereses de los grupos sociales que los componen”.
¿Cómo?
En el cómo se englobaría el estudio de la forma, de los medios por los cuales un mensaje trata de producir o produce una impresión.
¿Con qué resultado?
Se formularían inferencias en cuanto a los efectos de la comunicación sobre el receptor. Los estudios se centran fundamentalmente en el cambio de actitud y también en la legibilidad del texto (comprensión del lector).
1.6.5. Etapas del Análisis de ContenidoComo punto de partida para efectuar un análisis de contenido Krippendorff (1990, p. 35) establece la necesidad para facilitar el trabajo del analista de establecer un marco de referencia conceptual básico constituido por los siguientes elementos:
Los DATOS
Nos referimos a que tipo de datos se analizan, de qué manera se definen y de qué población se extraen.
Los datos son los elementos básicos del análisis de contenido y se describen en función de unidades, categorías, y variables o son codificados de acuerdo con un esquema multidimensional.
El CONTEXTO en el que se analizan los datos
Las propias limitaciones de la técnica, los objetivos de la investigación, determinado a su vez por los intereses del investigador, el origen de los datos, etc. constituyen el contexto del análisis de contenido y por tanto la inferencias que se realizaran.
La forma en que el CONOCIMIENTO del analista lo obliga a dividir su realidad.
EL OBJETIVO
Es esencial porque canalizará y orientará el proceso investigador.
La INFERENCIA como tarea intelectual básica
Ya que todo análisis de contenido la tarea básica consiste en la formulación de inferencias partiendo de unos datos, relaciónandolos con datos de su contexto y justificar esas inferencias en función de lo que se sabe acerca de los factores estables del sistema en cuestión.
La VALIDEZ como criterio supremo de éxito.
Hay que especificar por adelantado el tipo de pruebas necesarias para validar sus resultados o hacerlo con la suficiente claridad como para que la validación resulte concebible.
El análisis de contenido se concibe como un proceso constituido por diversas etapas. Bardin (1986) establece que las fases del análisis de contenido se organizan alrededor de tres grandes bloques:
El preanálisis
El aprovechamiento del material
El tratamiento de los resultados, la inferencia y la interpretación.
Clemente y Santana (1991), a su vez, también se hacen eco de este desarrollo. Veamos de forma esquemática cómo se relacionan (Bardin, 1986, p. 77)
Fig. nº 4: Fases del Análisis de Contenido (Bardin, 1986)En el PREANÁLISIS el objetivo final es el diseño de un programa orientador de las acciones a realizar. Éste debe ser preciso pero a la vez lo suficientemente flexible como para efectuar las modificaciones, que dentro de todo rigor metodológico, se considere oportunas.
Una lectura superficial de los documentos supondrá una primera toma de contacto con los mismos y permitirá el establecimiento de las primeras impresiones y orientaciones del analista. Lo que favorecerá la elección de los documentos susceptibles del análisis (constitución del corpus), la formulación de los objetivos y las hipótesis y la elaboración de los indicadores.
Para la constitución del corpus se deben tener en cuenta diversas reglas: exhaustividad (hay que tener en cuenta todos los elementos, o bien establecer una muestra representativa), representatividad de la muestra, homogeneidad, y pertinencia (deben ser adecuados como fuente de información en relación a los objetivos de la investigación).
En el preanálisis también hay que proceder a delimitar el texto en unidades comparables, de categorización para el análisis temático y de codificación para el registro de los datos. El proceso de elaboración de categorías es considerado como pilar fundamental de todo análisis de contenido, o en palabras de Berelson “...un análisis de contenido vale lo que valen sus categorías...” (cit. en Grawitz, 1975, p. 162). La categorización no es más que “una clasificación de elementos constitutivos de un conjunto por diferenciación, tras la agrupación por género (analogía), a partir de criterios previamente definidos” (Bardin, 1986, p. 90). Siguiendo a Anguera (1991) es una “modalidad particular de la codificación, caracterizada por un conjunto de símbolos -categorías-, que forman un sistema cerrado que se ajusta a las condiciones de exhaustividad en el ámbito considerado y mutua exclusividad. Este sistema implica la presencia de núcleos conceptuales pertenecientes a uno o más niveles de respuesta, que pueden corresponder a distintas manifestaciones del comportamiento” (cit. en Hernández Mendo, 1996, p. 101).
Exhaustividad, exclusión mutua, objetividad y fidelidad (las características de la categoría deben ser suficientemente claras para que diferentes codificadores clasifiquen los diversos elementos del contenido en las mismas categorías), y pertinencia (deben ser pertinentes tanto con el objetivo como con el contenido del que se trata) son las cualidades técnicas que deben poseer las categorías establecidas para proceder al análisis de contenido.
Sin embargo, a veces nuestro instrumento no puede cumplir con los requerimientos exigibles para un sistema de categorías y/o bien tan sólo disponemos de evidencia empírica, careciendo de un sustrato teórico en el que sustentar nuestra investigación. En este caso es preferible utilizar un sistema de formatos de campo, como instrumento de observación alternativo a los sistemas de categorías, siendo menos cerrado, más abierto y más flexible. En resumen, las diferencias entre los formatos de campo y el sistema de categorías son las siguientes (Hernández Mendo, 1996, p. 126):
“En situaciones complejas el sistema de categorías es de difícil utilización, mientras que el formato de campo no ofrece problemas.
El formato de campo se puede elaborar en ausencia de marco teórico, y por tanto en situaciones empíricas, mientras que el sistema de categorías requiere un marco conceptual y datos de la realidad.
El formato de campo es un sistema abierto (se pueden añadir códigos una vez se ha iniciado en su utilización), lo que contrasta con la rigidez del sistema de categorías.
Ofrece enormes posibilidades para el análisis de datos.”
En la EXPLOTACIÓN DEL MATERIAL se trabaja con los documentos, se transforman y agregan los datos brutos en unidades que permitan una descripción más precisa de las características del contenido analizado. Esto es, son tabulados o enumerados en función de lo establecido en la fase anterior.
Por último, los resultados brutos son sometidos a operaciones estadísticas que nos permiten establecer cuadros de resultados, diagramas figuras, modelos, etc. Es decir, son “exprimidos” y analizados minuciosamente para obtener unas conclusiones rigurosas, fiables y validas que nos permitan su generalización. Estamos en la fase de TRATAMIENTO E INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS. Aquí se pone en práctica un aspecto característico del análisis de contenido, nos referimos a la realización de inferencias, esto es los mecanismos que se aplican para relacionar los datos con su contexto. La inferencia como "interpretación controlada" es la intención de toda investigación, como simplifica Namewirth (cit. en Bardin, 1986, p. 106); “la inferencia es tan sólo un término elegante y a la moda para designar a la inducción a partir de los hechos...”. Se distinguen las inferencias específicas de las inferencias generales, en estas últimas se intenta establecer una ley de relación más o menos estable.
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