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El camino hacia la coeducación a través del estudio de las orientaciones de metas
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 54 - Noviembre de 2002 |
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En esencia, los alumnos con una alta orientación al ego se involucran en las clases con el propósito de poder demostrar una capacidad deportiva superior de una manera normativa y recibir la aprobación o reconocimiento social por sus éxitos en este contexto. Estos resultados también van en consonancia con las investigaciones previas en las que aparecieron una fuerte relación entre una alta orientación al ego y los motivos extrínsecos del deporte como son los aspectos competitivos y de estatus social (Duda y Nicholls, 1992; Duda, 1988).
Los padres, junto con el entrenador y el profesor de Educación Física pueden crear un clima psicológico orientado a la competición u orientado al esfuerzo, pero siempre se tiene que tener en cuenta una serie de premisas desde el punto de vista coeducativo:
Que los padres estimen el talento de las hijas para el deporte al mismo nivel que el de los hijos.
Que los padres brinden las mismas oportunidades deportivas a los hijos que a las hijas.
Que los profesores valoren por igual la capacidad deportiva de los chicos que la de las chicas.
Que los chicos perciban que sus padres dan a sus logros deportivos una importancia igual a la percibida por las chicas.
Además, de la presente investigación podemos extraer unas conclusiones relativas a la participación de la mujer en las actividades físicas, que pueden ayudar al profesor de Educación Física en el proceso de enseñanza-aprendizaje:
Las mujeres cooperan entre sí y se apoyan unas a otras, centrando su atención en la unidad del equipo.
Valoran antes la mejora personal que la victoria.
Se esfuerzan por lograr objetivos personales y de equipo.
Las mujeres tienen una gran necesidad de afiliación así como una orientación hacia la cooperación.
Las chicas mayoritariamente conciben la habilidad basada en el esfuerzo, donde el éxito se entiende como la demostración del dominio en el aprendizaje. La otra forma de entender la habilidad, estaría basada en la comparación con los demás, donde el éxito se entiende como manifestación de superioridad y cuya meta estaría orientada al ego.
Sin duda, la percepción del éxito puede estar ligada al tipo de enseñanza de Educación Física. La forma de enseñanza tradicional empleaba frecuentemente actividades de carácter competitivo y eliminatorio, dejando siempre patente quienes son los mejores y dando menos oportunidades de practicar a los peores porque enseguida quedan eliminados. Son situaciones donde el sentimiento de incompetencia parece difícilmente superable. Debido a ello, las actividades cooperativas podrían ser de gran utilidad; ya que este tipo de aprendizaje evita las situaciones competitivas, pues lo que interesa es una meta común, que se debe conseguir coordinando las acciones de cada uno de los participantes. Esto permite que los menores competentes tengan tareas que cumplir, que valoren su esfuerzo, que no teman los fracasos y que disminuya su presión emocional.
La dificultad de la tarea es otro aspecto a tener en cuenta en la percepción del éxito. Las tareas muy difíciles pueden suponer un reto para algunos (alumnos orientados a la tarea), motivándoles en su aprendizaje. Sin embargo, otros lo ven como un imposible fuera de sus capacidades, sintiéndolo como una amenaza psicológica, pudiendo provocar miedo a fallar, a quedar en ridículo o a ser criticado por otros (alumnos orientados al ego).
Esta discusión que venimos haciendo tiene un trasfondo coeducativo, porque si observamos detenidamente el currículo oficial de Educación Física observamos que éste no tiene cabida a las discriminaciones por razones de sexo. Sin embargo, el hecho de que no venga recogido de forma explícita no significa que no existan. Estas discriminaciones se manifiestan ostensiblemente en el currículo oculto y se transmiten la mayoría de las veces de forma inconsciente en las relaciones interpersonales de profesorado y alumnado.
Por esta razón, la actitud del profesorado así como la metodología que utiliza, las expectativas que mantiene y los contenidos que prioriza provocan, por un lado, que las chicas (exceptuando una pequeña minoría) se pueden sentir poco motivadas, incómodas o en ocasiones ridículas, y ante situaciones de fracaso acaben inhibiéndose, o lo que es peor constatando su inferioridad y creyéndola cierta. Por otro lado, se puede reforzar el modelo histórico masculino, privando también a los chicos de todo un mundo de experiencias y vivencias motrices y psicológicas.
Cuanto más masculina se considera una tarea, mayor puede ser la confianza de los hombres para tener éxito en comparación con la de las mujeres. Podemos inducir que cuando las tareas son neutrales con respecto al género (es decir, se consideran apropiadas tanto para hombres como para mujeres), las mujeres pueden percibir mas éxito
Si el docente propone actividades o contenidos considerados tradicionalmente masculinos, enfocados a la exaltación de las orientaciones de ego (preocupados por ganar y derrotar a los demás), estaremos condicionando la discriminación sexista a favor de los chicos; situándose las chicas en un ambiente coercitivo y de fracaso. Un claro ejemplo, lo tenemos en el deporte competitivo, pues reproduce el modelo sexista y discriminador, además de exaltar la percepción del éxito en el ego (se ponen de manifiesto valores como récord, liderazgo, conseguir la victoria a cualquier precio...). Desde el punto de vista coeducativo hay que huir del deporte competitivo porque no sólo es sexista, sino que no es educativo.
La cooperación, la tolerancia, la ayuda a los demás, la sensibilidad o el sentido estético son aptitudes y actitudes que deben educarse desde el punto de vista coeducativo, es decir; tanto en los varones como en las mujeres. Esta debe ser la línea de la Educación Física Coeducativa, dónde la intención y la finalidad sean el conocimiento corporal, la mejora psicofísica y la socialización del alumnado en comportamientos solidarios, equilibrados y justos. La Educación Física tiene todo un universo de prácticas que, más allá de las connotaciones de género, debe ajustarse a estos propósitos, si de verdad se pretende alcanzar una sociedad más justa y más solidaria.
Por consiguiente, para actuar en esta línea el docente debe proponer un ambiente dónde se tenga en cuenta el éxito a través de la tarea. Cuando los individuos están orientados a la tarea, se concentran en desarrollar nuevas destrezas, mejorar sus propios niveles de competencia, o en lograr un sentido de maestría basado en un conjunto internalizado de normas. El sentido propio de eficacia nace de la creencia de que el esfuerzo llevará al progreso personal y al dominio.
De igual forma una orientación de la meta a la tarea, está relacionada con un patrón cognitivo y afectivo con tendencia a aumentar la implicación de los chicos/as en el aprendizaje y en la cooperación con compañeros/as, así como la calidad de esta implicación.
El tener una gran orientación hacia la tarea nos dice, implícitamente, que hay un mayor ambiente coeducacional en las clases de Educación Física.
En las clases de Educación Física el alumnado no debe centrarse en ganar sino en progresar y a su vez implica que el docente se centre en una serie de aspectos coeducativos:
La mayoría de las chicas tiene dificultades para moverse sin restricciones en los espacios sociales; pero no es menos cierto que le prestamos muy poca atención a las patentes carencias que suelen mostrar los niños para actuar en los espacios más íntimamente ligados a su cuerpo y a sus emociones. Les cuesta mucho compartir, agreden con mucha más facilidad y el sentido del ridículo les invade cuando se trata de acercarse a sus espacios privados. Hay que romper esta jerarquía para caminar hacia el modelo coeducativo.
El material es otro aspecto a tener en cuenta para caminar hacia la coeducación. Existe la tendencia cultural a atribuir características de género al material. Es fundamental modificar la valoración sexista del material que limita las posibilidades de aprendizajes y experiencias motrices. Todo tipo de material es útil, tanto para las chicas como para los chicos; y lo es por su función en el desarrollo de capacidades y conductas motoras, no por su vinculación a uno u otro sexo.
Otro aspecto importante es la evaluación. Siempre ha habido una tendencia en Educación Física de medir sólo resultados (éxito centrado en el ego) más que de evaluar. Los parámetros de medición han estado constantemente sesgados a favor de los chicos. Por ello es importante plantear una evaluación pedagógicamente correcta como seleccionar unos contenidos equilibrados en los que apoyar esa evaluación.
También queremos indicar, que aunque la medición de la concepción del éxito se ha realizado a través del TEOSQ (Roberts y Balagué, 1989, 1991; Roberts, Treasure y Balagué, 1998), en el futuro habría que analizar las orientaciones de metas de los adolescentes en otros contextos de logro, como por ejemplo el instituto. Esto resulta de principal importancia sobre todo de cara a aquellos adolescentes para los que el deporte y/o la actividad física carecen de interés.
A modo de síntesis, consideramos que el análisis de las orientaciones de metas en Educación Física cobra una vital importancia, sobre todo de cara a diseñar la actuación docente coeducativa del profesor de Educación Física.
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