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Las direcciones de la preparación física
en la escalada deportiva

   
Prof. en Educación Física (UNLP)
Especializado en el Instituto Manuel Fajardo (Cuba) y
en la Escuela Española de Alta Montaña
 
 
Juan Martín Miranda
jmmiranda@yahoo.com
(Argentina)
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 51 - Agosto de 2002

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Introducción

    La escalada deportiva surge como deporte competitivo a principios de 1980, y no es hasta finales de esa misma década que se realiza la primer competición internacional (1989); y junto con ella surgen las primeras publicaciones de carácter científico acerca del esfuerzo propio de la escalada. Lamentablemente, una gran cantidad de modalidades afines hacen que solo una pequeña parte de las investigaciones sean dedicadas a la escalada deportiva. El alpinismo, el montañismo, la escalada en roca, son las bases de la escalada deportiva moderna, pero esta última solo se centra en la superación de la máxima dificultad que presenta el medio, sin importar llegar a la cima. En el caso de la escalada deportiva competitiva, el medio es completamente diferente, ya que se realiza sobre estructuras artificiales con diferentes inclinaciones y alturas, con multiplicidad de presas (con diferentes formas y tamaños) intercambiables, y regida por un reglamento que regula las condiciones en las que el escalador debe superar la dificultad prevista para cada competición.

    Una de las características fundamentales de la escalada deportiva es su “dimensión vertical”, que determina un contenido único en cuanto a organización postural en el espacio, y desde un punto de vista fisiológico, la carga que ejerce el efecto de la gravedad en los desplazamientos.

    Globalmente, se podría resumir el accionar en la escalada en cuatro fases como plantea O. Guidi (11):

  • Elaboración mental de los movimientos y de la secuencia a seguir

  • Sostener las presas seleccionadas con las manos y los pies

  • Organización postural sobre las presas seleccionadas

  • Reiteración de las acciones hasta la cima o hasta la caída

    Esta última acción es la preocupación más importante, ya que aquel escalador que logre mantener el esfuerzo por la mayor cantidad de tiempo tendrá potencialmente mayores posibilidades de alcanzar la última presa, y así culminar exitosamente la escalada.

    Hoy en día caer en una vía de escalada se traduce en la incapacidad muscular de sostener una presa para alcanzar la siguiente; así sea por la resultante de una sucesión de errores técnicos y/o tácticos (12). El factor limitante se encuentra en los músculos flexores del antebrazo, incapaces de reiterar las contracciones isométricas intermitentes hasta el final de la vía de escalada.

    Actualmente la literatura científica referente a las características del esfuerzo en escalada es relativamente escasa. Los trabajos más importantes en esta área han sido en dirección a la determinación del consumo energético (1, 2, 4, 19, 25, 26, 29), a través de la ergoespirometría, la frecuencia cardíaca y las concentraciones de ácido láctico en sangre; la determinación de la fuerza máxima y la resistencia muscular local de los escaladores a través de la dinamometría y la electromiografía (6, 10, 12, 16, 23, 24, 25); y la determinación de las características antropométricas (10, 27).

    En los manuales clásicos de entrenamiento de esta modalidad publicados hasta ahora(9, 14, 15, 17)no se encuentra una metodología coherente con los aspectos fisiológicos para la preparación física especial en la escalada deportiva, centrándose sólo en un vago análisis de los tiempos de trabajo para determinar los medios y métodos del entrenamiento. Tanto es así, que por querer comparar la carga que ejercen otras actividades con la misma duración con la carga que se ejerce en una escalada se cometen errores al extrapolar esos datos a la preparación física específica.

    Es necesario establecer direcciones de entrenamiento que señalen no sólo el contenido del mismo que recibirá el deportista, sino que estén relacionadas íntimamente con las características de la escalada y con los métodos para desarrollarlas (7).

    Es de fundamental importancia determinar cuál es el tipo y nivel de esfuerzo requerido para la realización de una escalada de dificultad, cuáles son los parámetros energéticos que la encierran, y a partir de este análisis determinar cuáles son las capacidades a mejorar mediante el entrenamiento específico para aumentar el rendimiento en esta actividad.

    El presente trabajo tiene como objetivos:

  • Caracterizar la escalada deportiva en sus aspectos fisiológicos y antropométricos

  • Determinar las direcciones de la preparación física especial en escalada, junto con sus medios y métodos.


Características fisiológicas y antropométricas de la escalada deportiva de dificultad

    Ofrezco aquí una síntesis de los trabajos publicados acerca de los aspectos fisiológicos (consumo de oxígeno, concentraciones de ácido láctico, etc.) y antropométricos.

    Los trabajos de investigación en relación al consumo de oxígeno son realmente limitados. La metodología utilizada para determinar el consumo de oxígeno difiere entre los diferentes estudios, debido generalmente a la incapacidad de estandarizar el medio donde se realizan los diferentes protocolos. Los valores promedio del consumo de oxígeno encontrados en la literatura están entre los 20 y 25 ml/kg/m, con picos de hasta 35 ml/kg/m. Los valores de la frecuencia cardíaca para las vías de escalada más exigentes se mantiene entre 160 y 170 pulsaciones, con picos de hasta 190 pulsaciones por minuto. Varios de los estudios concluyen que durante el esfuerzo en escalada, la relación consumo de oxígeno - frecuencia cardíaca no transcurre por los parámetros normales, por lo cual no son parámetros fiables para determinar la intensidad del esfuerzo en la escalada. Esto podría deberse a que los músculos mayormente implicados en el esfuerzo son muy pequeños (músculos de antebrazo), no implican más de 1/3 de la musculatura total, por lo tanto estaríamos en presencia de un esfuerzo de resistencia muscular local, en donde los factores vegetativos no son los fundamentales en el rendimiento de este tipo de actividad (1, 2, 4, 19, 25, 26, 29).

    El análisis de la concentración de ácido láctico en los diferentes protocolos muestran un promedio de entre 4 y 7 mmol/l. En el trabajo realizado por Werner y Gebert (29) en la copa del mundo de Innsbruck en 1993, nos muestran que en una situación de escalada de nivel máximo competitivo, los valores de concentración de ácido láctico pueden alcanzar los 9 mmol/l. Estos niveles de lactato correlacionan con la disminución en los niveles de fuerza de prensión medida con dinamometría. Se podría asumir que los niveles de lactato en los músculos del antebrazo son mayores, pero en pocos minutos el lactato es circulado y transportado a otros músculos, al hígado y al corazón. Para la escalada deportiva parecieran ser muy importantes los mecanismos de remoción y oxidación del lactato. Si la aparición de lactato es disminuida (a partir de mayor nivel de fuerza máxima) y la remoción del mismo es mayor, se podría tolerar ese nivel moderado de lactato por un largo período de tiempo.

    En relación con lo anteriormente dicho, un estudio de Ferguson y cols. (6) con relación a la presión sanguínea, muestra que la misma es significativamente menor en los escaladores que en los sedentarios durante el ejercicio isométrico. Este aumento de la presión es un reflejo que se origina primeramente en los músculos ejercitados. Durante las contracciones, los desechos del metabolismo estimulan las terminaciones nerviosas quimiosensitivas que aumentan el nivel simpático de la actividad nerviosa muscular. Es probable que en los escaladores esta excitación nerviosa esté reducida, debido a valores reducidos de los desechos metabólicos.

    Existe sin duda una mayor capacidad de flujo sanguíneo del antebrazo durante y luego de un ejercicio isométrico en los escaladores comparado con los sedentarios, lo cual permite un aporte más efectivo de sustratos y una mayor remoción de metabolitos desde los músculos del antebrazo durante cualquier período de descanso durante una escalada, contribuyendo así a la habilidad para mantener contracciones isométricas repetitivas por largos períodos de tiempo.

    Analizando los estudios acerca de la fuerza y la resistencia muscular local, pareciera ser que esta última es un factor más determinante del rendimiento que la propia fuerza. Ambos parámetros se mantienen disminuidos luego de la escalada por más de 20 minutos, pero pareciera que la fuerza se recupera a un mayor ritmo. Al analizar los parámetros electromiográficos, la fatiga parece tener origen en los elementos contráctiles del músculo(10, 12, 16, 23).

    A partir del análisis antropometrico (10, 27), se determina que los escaladores tanto masculinos como femeninos tienden a ser pequeños en altura, con poco peso y con muy bajo porcentaje graso. Esto se sustenta debido a que el exceso de peso (en especial de grasa corporal) aumentaría el esfuerzo muscular necesario para el sostén del cuerpo y el correspondiente ascenso vertical. Existe un predominio de la ectomorfia sobre la mesomorfia y la endomorfia.

    En conclusión, el esfuerzo en escalada es por naturaleza intermitente, con períodos en donde la acción muscular es dinámica (cuando se intenta alcanzar una presa), y estática (cuando se sostiene una presa). Estas acciones imparten un componente isométrico durante el ciclo de contracción relajación de la musculatura del antebrazo que ocluye parcial o totalmente el flujo sanguíneo en los músculos dependiendo del porcentaje de la activación de la máxima contracción voluntaria.

    Con las magnitudes de resistencia mayores del 50% de la fuerza isométrica máxima, el flujo de sangre a través del músculo disminuye bruscamente, lo que se acompaña con aparición de hipoxia local (Hollman y Hettinger en (28)). En estas condiciones (el déficit de producción energética aerobia) se agotan considerablemente las reservas anaerobias alactácidas, en los músculos se acumula una gran cantidad de creatina libre y se intensifica notablemente la formación de ácido láctico como resultado de la glicólisis. Debido al déficit de los compuestos macroérgicos, al cumplir un gran volumen de trabajo, se acumulan los productos de su descomposición. La acumulación de ácido láctico durante el trabajo límite y la variación de la presión osmótica intramuscular provocada por ésta, contribuyen a retener en los músculos el líquido intersticial, rico en sustancias nutritivas (18).

    El régimen isométrico de la contracción muscular lleva a un apriete excesivo de los capilares y, por consiguiente, al empeoramiento del abastecimiento de oxígeno y de productos nutritivos de los músculos. En tal trabajo es grande la participación de las reacciones anaerobias (18).


Direcciones de la preparación física especial

    A partir de la interpretación de los aspectos fisiológicos, podemos dirigir la preparación física especial de la escalada deportiva hacia dos áreas diferenciadas. Por un lado se encuentran las acciones tendientes a mejorar el intercambio metabólico durante las fases de relajación de las contracciones isométricas intermitentes propias de los flexores del antebrazo, a través de la capilarización (resistencia aeróbica local), y a través del incremento de la fuerza máxima, permitiendo contracciones que produzcan la menor isquemia local posible. El otro área es la resistencia local específica, la cual va a permitir el desarrollo pleno de las posibilidades del escalador a lo largo de toda la competición. Estas dos áreas no excluyen la posibilidad de que unas favorezcan el desarrollo de las otras, por tanto, los altos niveles de fuerza pueden incidir positivamente en la resistencia especial (y de hecho lo hacen), lo mismo sucede con la resistencia aeróbica.

    A partir de aquí podríamos establecer las direcciones de la preparación física especial de la escalada, viendo a éstas como los aspectos direccionales que van a señalar no sólo el contenido de entrenamiento, sino también la relación entre carga y método.

    La dirección aeróbica local tiene como función, dentro del entrenamiento de escalada, aumentar la capilarización en los flexores del antebrazo, para poder optimizar los procesos de intercambio metabólico en las fases de relajación de las contracciones isométricas intermitentes. La mejor capilarización está relacionada con la intervención de capilares que no funcionaban anteriormente, con el ensanchamiento y el alargamiento de los capilares en funcionamiento, así como la formación de nuevos capilares (20).

    Para lograr la capilarización local, se debe realizar un trabajo continuo donde se verifiquen presiones sanguíneas medias a altas durante un período de no menos de 30 minutos. De esta forma, los capilares ejecutan un trabajo denominado “trabajo sobre alta presión sanguínea”, ocasión en que la presión sistólica alcanza los 160 mmHg. Sobre esta presión se inicia la “capilarización para aumentar el transporte de oxígeno y la superficie para el intercambio metabólico (28).

    A su vez, este tipo de entrenamientos puede producir también un incremento en la cantidad y volumen de las mitocondrias, de esta forma se contribuye a la oxidación del ácido láctico producido y la utilización de ácido pirúvico evitando una mayor concentración de lactato en sangre.

    En el caso de la dirección de fuerza máxima, es necesaria, como hemos visto más arriba, para disminuir la isquemia muscular local producida por las contracciones isométricas alternadas. Esto tiene su fundamento; si a partir del 50% de la contracción isométrica máxima se produce el bloqueo de la circulación local, al aumentar esa fuerza máxima lograríamos que cada una de las contracciones sea de una intensidad menor, permitiendo de esta forma un intercambio metabólico en las fases de relajación de dicha contracción isométrica intermitente.

    Es decir, cuanto más fuerza máxima, más fácil será mantener un alto nivel de fuerza. La fuerza no es cuestión de cantidad, sino de calidad (3).

    Este intercambio metabólico entre el músculo y la sangre, no solo proveerá de oxígeno, sino que también permitirá la salida de productos de desechos que inhiben la eficacia de la contracción y son productores de fatiga. En especial el ácido láctico, que al acumularse en grandes cantidades, este ácido hace variar la concentración de iones de hidrogeno en el medio intracelular. Si el desplazamiento del pH hacia la acidez es grande, se inhiben las enzimas que regulan la actividad contráctil de los músculos y la velocidad de la resíntesis anaerobia de ATP (entre estas enzimas figuran, ante todo, la ATP-asa de las miofibrillas, la cratinfosfoquinasa y las enzimas principales de la glicólisis). A su vez, la disminución del pH provoca también la alteración de la actividad de las células nerviosas y el desarrollo de la inhibición protectora de ellas, y el empeoramiento de la transmisión procedente del nervio al músculo (18).

    El aumento de la cantidad de lactato en el espacio sarcoplásmico de los músculos va acompañado del cambio en la presión osmótica. En este caso el agua proveniente del medio intracelular llega al interior de las fibras musculares, provocando su hinchazón y rigidez. Grandes cambios de la presión osmótica en los músculos pueden originar sensaciones de dolor. (18)

    La resistencia muscular local, consiste en la habilidad de desplegar el componente de fuerza de un movimiento por un período prolongado de tiempo en la cual los parámetros vegetativos no tienen una incidencia decisiva en el mantenimiento del ritmo de trabajo, sino más bien son los factores musculares locales los que definen en cierta medida la capacidad de mantener las contracciones isométricas alternadas.

    Esta, tiene como base a las dos capacidades anteriores, la fuerza máxima, y la resistencia aerobia local. El aumento de estas dos capacidades son una condición importante para el desarrollo de la resistencia muscular local, que está representada por la redistribución y por la mejoría de las reacciones vasculares locales.

    Definir a la resistencia muscular local nos pone en una encrucijada entre la fuerza y la resistencia. La misma posee de ambos componentes, y según donde uno se ubique podrá encontrar una definición u otra. Aquí utilizaremos la definición de Verkhoshansky (22, p. 56): “es la capacidad del individuo para expresar, a largo plazo, la componente de fuerza del ejercicio”.

    Así, el desarrollo de la resistencia se asocia con la especialización funcional del músculo esquelético (el aumento de sus cualidades de fuerza y oxidación); y no con el aumento de la capacidad de respiración. De esta forma, el énfasis fundamental en el desarrollo de la resistencia debe ser disminuir la porción de la glicolisis en suplir de energía para el trabajo, y aumentar la capacidad del músculo para oxidar el lactato durante el trabajo; y no tratar de “acostumbrarse” a las altas concentraciones de lactato en la sangre (22).

    Junto con el aumento en la fuerza y las capacidades oxidativas del músculo, la redistribución del flujo sanguíneo y el aumento de la reacción vesicular local son condiciones importantes para el desarrollo de la resistencia muscular local. Los ejercicios deportivos son realizados por músculos específicos. Y, en la medida en que los procesos metabólicos en esos músculos sean específicamente intensos, es ahí donde los productos del intercambio anaeróbico se acumulan, dando como resultado la fatiga y disminución de la capacidad de trabajo. La adaptación de los músculos es selectivamente local por naturaleza.

    Desde el punto de vista fisiológico, Reib (28) plantea tres niveles en el entrenamiento de la fuerza resistencia: en condiciones de metabolismo aerobio (cuando el ácido láctico es inferior a 3mM/l), en condiciones aerobia-anaerobia (el ácido láctico se encuentra entre 3 y 6 mM/l) y el entrenamiento de resistencia de la fuerza rápida (con más de 7 mM/l de ácido láctico). Particularmente en la escalada las mediciones de ácido láctico, como hemos podido determinar no son del todo fiables, ya que no se corresponden con la duración de la prueba, aunque quizás sea debido a que los mayores productores de ácido láctico son músculos de pequeñas dimensiones, como son el flexor común superficial y el flexor común profundo. De todas formas, la resistencia en escalada se encontraría dentro del metabolismo aerobio-anaerobio, y se podría utilizar la clasificación de Reib como orientación metodológica para el entrenamiento de la resistencia especial en la escalada deportiva. De esta forma quedan definidas la dirección aeróbica-anaeróbica local, la dirección anaeróbica aláctica y la dirección anaeróbica lactácida.

    Dentro de una escalada de competición, según el trabajo de análisis de Charles Dupuy (5), 5/8 del tiempo requerido para realizarla se utilizan en posiciones estáticas, ya sea descansando, tomando decisiones acerca del recorrido, o protegiendo (pasando la cuerda por los seguros intermedios), durante los cuales, los músculos flexores de la mano deben seguir realizando trabajo (o descansar alternadamente izquierda/derecha si la posición es lo suficientemente favorable para que la contracción no sea demasiado intensa), mientras que el resto de la musculatura se puede relajar casi completamente. Los 3/8 restantes se utilizan para ejecutar los movimientos, en donde toda la musculatura implicada trabaja intermitentemente.


Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 8 · Nº 51   sigue Ü