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La Educación Física y las actividades en el medio natural.
Consideraciones para un tratamiento educativo (I)

   
*Licenciada en Educación Física.
INEF de Castilla y León. Universidad de León.
Doctora por la Universidad de Valladolid.
**Licenciado en Educación Física.
INEF de Castilla y León. Universidad de León.
Doctorando de la Universidad de Valladolid.
Universidad de Almería
 
 
María Luisa Santos Pastor*
Luis Fernando Martínez Muñoz**

mlsantos@ual.es
lfmartin@ual.es
(España)
 

 

 

 

 Este artículo es una adaptación y resumen de la obra en prensa de Santos (2002)

Resumen
    En este artículo se debate sobre las posibilidades de aplicación de las actividades en el medio natural desde un contexto educativo (AFMNE), teniendo en cuenta las condiciones y dificultades de la realidad escolar.
    Ello exige, en primer lugar, replantear cuáles son sus intenciones y finalidades educativas; y en segundo término, ver cómo se pueden conjugar con coherencia con las características de la escuela actual (condiciones espaciales y temporales, recursos, formación docente, burocratización, cultura escolar, (no)colaboración, etc...).
    Solo así, podremos comprender la diversidad de prácticas que se engloban dentro de AFMNE, definidas por las características del propio contexto de la escuela (proximidad o posibilidad de acceso al medio natural). Esta situación nos hace ver que no existe una única forma de llevarlas a cabo desde un ámbito educativo. Pero tampoco podemos justificarlas del mismo modo, pues cada una conducirá al cumplimiento de unos objetivos educativos bien diferenciados.
    Palabras clave: Contexto educativo. Escuela. Educación física. Medio natural. Posibilidades didácticas.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 49 - Junio de 2002

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1. Introducción

    Dar respuesta a cómo aplicar con coherencia las Actividades Físicas en el Medio Natural (AFMN) exige detenerse en analizar y comprender cuáles son las dificultades y obstáculos que la escuela como institución lleva intrínsecas para desarrollar con cierta calidad y sentido actividades en la naturaleza, que afectan no sólo a su infraestructura y ausencia de entornos naturales, sino también a la propia cultura profesional, a la rutinización de las tareas escolares, etc. (Santos, 2002).

    No obstante en este artículo, pretendemos ofrecer alternativas y soluciones a lo que es posible y deseable desarrollar desde lo educativo, tratando de solventar las dificultades que le son propias.

    La consideración de las AFMN en los programas escolares (a partir de ahora, AFMNE) pasa por una lucha continuada entre los que es posible y lo que es conveniente. Todos admitimos las bondades educativas del medio natural y de la actividad física, pero pocos nos embarcamos en ponerlas en marcha desde un contexto educativo formal. Es posible que una de las causas sea por el miedo a probar como poder aplicarlas, bajo las restricciones de la escuela, con cierta calidad y sentido educativo.

    Responder al cómo poder desarrollarlas en la escuela, es una tarea sumamente compleja, pues la educación es un mundo que no admite recetas universales, siempre que admitamos que cada realidad (escuela) es única.

    Permitidnos seguir con el símil del cocinero. No se trata de dar la receta, sino indicar los ingredientes y sus posibilidades de combinación para confeccionar un postre al gusto del consumidor, pero sin indigestar.

    Dicho de otro modo, buscar la aplicación de las AFMNE exige plantearnos su por qué y su para qué. Es decir, cuál es la finalidad e intencionalidad educativa que las sustentan y las hacen significativas, no tanto debatir sobre el tipo de prácticas que son más adecuadas.


2. Reconozcamos sus posibilidades educativas

    Un primer paso implica tener en cuenta la consideración que tienen en el marco de la LOGSE, que las justifica como AFMNE y no como simples AFMN.

    Entre todos los aspectos analizados, destacamos los más significativos, para orientar la acción educativa en el medio natural, especialmente, cuando se considera la motricidad como herramienta de acceso:

  • Necesidad de formar a individuos capaces de establecer relaciones equilibradas con el medio, para respetarlo, cuidarlo y mejorarlo.

  • Establecer una relación con el entorno desde las diferentes áreas con el fin de conocerlo, comprenderlo y sensibilizar sobre su cuidado, cuestión que se ha de conseguir por medio de la experiencia y vivencia directa en él.

  • Cualquier actividad de enseñanza hay que ambientarla y contextualizarla, por lo que hay que acudir al medio natural para facilitar el contacto con él.

  • La actividad física proporciona una progresiva y permanente exploración del entorno, al tiempo que el conocimiento corporal se enriquece y se favorece la adaptación del movimiento.

  • No poner énfasis en lo corporal o en el tratamiento de destrezas motrices, sino en el desarrollo motriz integral y global, lo que facilita y canaliza la educación ambiental

  • El trabajo motriz es una forma de captar, vivir, experimentar el medio y los valores que de él emanan.

  • Forma de trabajar las destrezas motrices propias, que sólo son posibles desarrollar en estos espacios, además de hacer/conocer la actividad física en lugares no habituales para la práctica.


3. Apropiemos el contexto

    Este grado de apertura que se concede desde la LOGSE, junto con las escasas y duras posibilidades que imponen las condiciones de la escuela, da pie a la inclusión de una gran diversidad de prácticas que no tienen demasiada conexión entre sí, y algunas con poca fundamentación desde el punto de vista educativo.

    Dicha cuestión nos exige considerar los siguientes elementos:

1) La función de los espacios y el papel de la práctica

    Hablar de ellas y defenderlas como educativas, implica partir de las funciones que el medio natural puede tener en cualquier intervención educativa. De esta manera se puede justificar el papel del medio en las intencionalidades educativas desde tres puntos de vista: eje pedagógico, recurso metodológico y eje temático, cuestión que dependerá de las condiciones que tenga cada contexto.

Recurso metodológico, cuando el medio natural es empleado como un lugar/espacio para desarrollar la actividad, pudiendo tener una doble finalidad, bien la de cubrir una necesidad ante la falta de instalaciones (foto 2), o bien, como motor de motivación que delimita y fija la actividad (foto 1). Por ejemplo, la utilización del entorno natural para las clases de Educación Física en una Escuela Rural, ante la falta de recursos, generando prácticas como: jugar a relevos en la era.

Eje temático, cuando el medio natural se convierte en un centro de interés del proceso educativo que se lleve a cabo. El espacio utilizado no adquiere significado ni relevancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje. El ápice lo constituye la propia actividad, siendo ésta un fin en sí misma. El espacio (natural o no) es un mero instrumento-sustento de la práctica. Por ejemplo, prácticas de tirolina realizadas en el patio de una escuela urbana (aunque también puede darse en un medio natural), ante la imposibilidad de acudir al medio se generan prácticas suntuosas, similares a los parques de atracciones. (Foto 3)

Eje pedagógico, cuando además de recurso metodológico se introduce como eje temático. El espacio necesariamente es natural, cuyo papel es de servir de escenario de aprendizaje, pero también canaliza la selección de unos contenidos globales. Una simple salida al campo, tratando de integrar los diferentes conocimientos y destrezas básicas para poder contactar con el medio natural (conocimientos relativos al entorno, actitudes de colaboración, desenvolvimiento en él...). (Foto 4) Estas funciones que adquiere el medio natural, en cualquiera de las posibilidades de intervención educativa, han de integrarse con las que desde el área de Educación Física son viables y coherentes desarrollar. Así, podremos hablar de la inclusión de contenidos motrices básicos y específicos. Ello supone diferenciar entre (cuadro 1):

Contenidos motrices básicos en un espacio escolar, la función del MN es la de eje temático, pudiendo denominarlas Actividades Físicas para el Medio Natural (AFPMN). Por ejemplo: trepar en una espaldera del gimnasio.


Foto1

Contenidos motrices básicos en un espacio natural, la función del MN es de recurso metodológico, denominándolas Actividades Físicas en el Medio Natural (AFEMN). Por ejemplo: jugar en el medio natural.


Foto2

Contenidos motrices específicos en un espacio escolar, el MN adquiere la función de eje temático, por lo que hablaríamos de Actividades Físicas del Medio Natural (AFDMN). Por ejemplo: escalada en un rocódromo.


Foto3

Contenidos motrices específicos en un espacio natural, podemos encontrar que la función del medio es la de ser eje pedagógico siempre que se considere como eje temático y como recurso metodológico, por tanto será una intervención con un carácter global (paseo por el campo), denominándolas Actividades (Físicas)1 en el Medio Natural (AFEMN). Por ejemplo: un paseo por el campo, sí es el vehículo utilizado para el desplazamiento en el medio, interactuando con/en él. De lo contrario, si se centran en el desarrollo de unas determinadas técnicas deportivas como fin de la actividad, se reduce a ser un recurso metodológico, pese a que sean actividades exclusivas del MN y desarrolladas en él (escalada, orientación...).


Cuadro 1. Diversidad de contenidos motrices y de espacios

2) Interés y justificación educativa desde la E.F.

    Estos tipos de práctica indicados, vienen a justificar el diferente papel que pueden tener en la Educación Física Escolar. La validez de cada uno de ellas estará en función de los principios educativos que guíen el quehacer docente, pudiendo adquirir distintos planteamientos según los propósitos determinados, que determinará si son una simple maleta, o por el contrario, un baúl pedagógico (Castañer y Trigo, 1995). Desde la E.F Escolar podemos justificarlas por las posibilidades que ofrecen de:

    Trabajar otros contenidos de E.F. en el MN. En este caso, la función del medio natural es la de ser recurso metodológico para albergar el desarrollo de una actividad motriz genérica (o no). Desde este marco, no podremos defender la validez del medio para lograr objetivos relacionados con la apropiación de valores medio ambientales. Por el contrario, son defendibles y loables para abordar cualquier otro propósito, semejante a lo que pudiéramos plantear en un gimnasio o en las pistas exteriores del colegio. Aunque sí es cierto, que el hecho de ser desarrolladas en otro espacio diferente y poco habitual puede adquirir una nueva significatividad en el aprendizaje.

    Trabajar contenidos de AFMN en espacios conocidos. La función que adquiere el medio natural (que no está presente) es la de servir de guía para proponer el trabajo motriz, es decir, ser eje temático, en tanto que orienta y define la propuesta de trabajo. Desde este punto de vista, podemos argumentar su validez por permitir aproximarnos a las acciones técnicas-tácticas de determinadas actividades deportivas de la naturaleza. Por lo que nos ofrecerán nuevos patrones de movimiento que enriquecerán la cultura motriz, al tiempo que consolidar una amplia base de experiencias en torno a la motricidad. Este enfoque debe ser prudente, sobre todo cuando son planteadas desde contextos educativos formales, en especial en la etapa de primaria (fundamentalmente en el tercer ciclo, 10-12 años), ya que como es sabido este tipo de contenidos han de tener un enfoque consecuente con propósitos educativos-formativos. No olvidemos que en la iniciación deportiva en esta etapa, la técnica y la táctica posibilitan nuevos aprendizajes, que deben de ir orientados al desarrollo globalizado y armónico del alumnado, y nunca a una especialización de una modalidad deportiva concreta.

    Trabajar las acciones motrices propias en el MN (AFMN). Implica considerar el medio natural como un verdadero escenario educativo, adquiriendo el privilegio de seleccionar la acción motriz para canalizar los valores procedentes del medio natural. Hablaríamos de motricidad en el medio natural, proceso que involucra a una persona (alumnado) que hace, siente, quiere, comunica y sabe, y todo ello en un espacio singular. Este tipo de propuestas, podríamos considerarlas como aquellas que tienen una finalidad educativa, ya que posibilitan: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser (Delors, 1996). Se puede decir que esta forma de concreción supone la verdadera práctica de AFMNE, enmarcando las anteriores en aproximaciones sucedáneas.

3) Pautas de actuación

    La multitud de formas y orientaciones vistas nos permiten, en cierta manera, fijarlas como pasos de una progresión didáctica adecuada, atendiendo tanto a los objetivos del área como a los que son propios de estas actividades.


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