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Nuevas perspectivas en la enseñanza del baloncesto
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 48 - Mayo de 2002 |
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c) El tiempo: Este es otro de los factores estructurales del baloncesto, pero rara vez lo manipulamos a la hora de diseñar los ejercicios. Es el gran olvidado. Creemos que, simplemente con introducir el factor tiempo en los entrenamientos ya daremos un paso importante para que los jugadores tengan sentido del ritmo,... Pero, además, podemos modificarlo de las siguientes formas:
Aumentar el tiempo total del partido (desarrollar la resistencia específica) o disminuir el tiempo del partido (favorecer un juego más intenso)
Aumentar el tiempo de posesión (mejorar las decisiones del ataque y dificultar la defensa ya que debe permanecer más tiempo concentrada) o disminuir el tiempo de posesión (favorecer la aparición del contraataque, obliga a que el equipo trabaje de forma más coordinada, provocar que la defensa aumente su intensidad)
Modificar el tiempo de algunas reglas (5 segundos, zona, 8 segundos)
Utilizar diferentes tiempos de posesión en cada canasta (ayuda al jugador a tener conciencia del tiempo y de cuánto dura una posesión).
La oposición: En primer lugar, volvemos a insistir en el hecho de que somos partidarios de que siempre que diseñemos ejercicios, es necesaria la presencia de oposición. La acción de los defensores es una de las cuestiones que normalmente solemos modificar. Pero no debemos quedarnos solo en situar a la defensa de forma pasiva o de forma activa, hay muchas más formas de modificarlas. Algunas de ellas son las siguientes:
Colocar a los defensores en inferioridad numérica (dificulta la acción de la defensa, favorece al ataque, fomenta el desarrollo de conceptos de defensa de espacios o zonales, fomenta las ayudas defensivas); en superioridad numérica (favorece la consecución de los objetivos defensivos, dificulta las acciones de los atacantes, favorece la aparición de ayudas o de situaciones de 2x1) o en igualdad numérica
Modificar la intensidad defensiva, limitando sus posibilidades de actuación a nivel físico (impidiéndoles saltar, solo desplazarse de forma lateral) o bien obligándoles a que al mismo tiempo tenga que realizar otra tarea como botar un balón, llevar un balón. De esta forma, incrementamos la dificultad para los defensores, mejoramos su dominio de balón, su capacidad de percepción y favorecemos la acción del atacante.
Por último, se puede modificar la acción de los defensores en cuanto a su relación con el espacio, en dos sentidos. Modificando las responsabilidades de los defensores, ya que no es lo mismo defender a un atacante concreto que un espacio determinado del campo. Y modificando el defender en todo el campo, en medio campo o a partir de 6,25.
Los compañeros: Al igual que en el caso anterior, estos también se pueden modificar de las siguientes formas:
Colocar a los atacantes en superioridad numérica, en inferioridad numérica o en situaciones de igualdad.
Restringir las acciones de los atacantes, limitando sus acciones a nivel físico (no se puede saltar, obligando a recibir el balón y soltarlo en el aire,...) o a nivel técnico (botando un balón cada atacante o teniendo un balón cada uno en sus manos, solo pudiendo utilizar una mano).
Alternar el lado de juego con objeto de mejorar las ejecuciones del lado no dominante.
También se puede modificar la actuación de los atacantes en cuanto a su actuación en el espacio (hay atacantes que atacan hasta 1/2 campo y otro a partir de ahí, cada atacante ataca en un espacio determinado, solo se puede pasar hacia delante,...). Es decir, variar la distribución espacial entre los compañeros o en cuanto a sus acciones.
Utilizar roles reversibles, es decir, asignar a determinados jugadores la posibilidad de puntuar por ambos equipos.
Las canastas: Según nuestro parecer, creemos que este es uno de los factores que siempre debemos tener presente en los ejercicios que diseñemos. Si no es en forma de canasta, que al menos sea en forma de objetivo o meta a conseguir. Ya que el ataque tiene como objetivo conseguir meter canasta y la defensa tiene como objetivo defender algo, la canasta, la línea de fondo,... Podemos modificar este factor de las siguientes formas:
Se ataca en un canasta y se defiende en otra
Atacar y defender en la misma canasta (mayor velocidad para organizarse tácticamente, menor intensidad física, no aparece el contraataque)
Tener varias canastas, de tal forma que solamente se defienda una y se ataque en cualquiera de las otras, se defienda y se ataque en varias canastas a la vez (1x1 en varias canastas). De esta forma mejoramos la orientación espacial, la capacidad de percibir los espacios libres, aumenta la cooperación en los grupos.
Variar la colocación de las canastas modificando el espacio de juego. Las canastas pueden estar paralelas, perpendiculares entre sí, unas paralelas y otras perpendiculares, no guardar ninguna colocación geométrica, dentro del campo.
Variar la altura de las canastas.
Valorar más encestar en una canasta que en otra
Utilizar metas de diferentes dimensiones. Atacar una meta pequeña (un cono) facilita la defensa en zona, mientras que una meta más grande (la línea de fondo) estimula la defensa individual (Torpe, bunker y Almond, 1986; en Méndez, 1999b)
Utilizar canastas o metas móviles para aumentar la incertidumbre del ataque y la defensa.
Por último, señalar que también podemos modificar los ejercicios actuando sobre el balón de juego. Bien jugando con más de un balón simultáneamente (lo cual incrementa las demandas perceptivas y coordinativas), bien cada jugador transporta su balón (ya sean atacantes o defensores) y además existe un balón de juego, bien modificando el balón de juego (más grande, más pequeño, con menos presión, utilizando otro tipo de balón, la forma del balón, el peso del balón ...).
También podemos obligar o prohibir realizar determinadas acciones con el móvil. Por ejemplo, podemos prohibir realizar pases hacia atrás, o prohibir retroceder con el balón. Obligar a realizar un número determinados de pases o impedir los pases recíprocos.
Resumiendo, exponemos un cuadro comparativo entre ambos tipos de metodologías:
Modificado de F.E.B. Programa Formación Categoría Junior (1999) Es necesario favorecer la participación de los deportistas. Se ha demostrado que la participación de los sujetos favorece la retención. Aunque esto debe ser un proceso educativo de adquisición de responsabilidades por parte del deportista. (Ruiz y Sánchez, 1997)
Para finalizar, nos gustaría comentar que esta nueva orientación en el proceso de enseñanza-aprendizaje no solo ha proporcionado cambios en los ejercicios que diseñemos, sino que también debe suponer modificaciones en la actuación del entrenador, del profesor, durante la sesión. En este sentido, queremos comentar dos cuestiones.
La primera de ellas hace referencia a la información que debemos al jugador, al niño sobre su ejecución. Es evidente que nuestra labor no se debe reducir exclusivamente a proponer y diseñar ejercicios, sino también, debe proporcionar al niño información. Si estamos proponiendo una metodología participativa, donde el entrenador propone problemas para que sean resueltos, las correcciones, las informaciones que demos a los jugadores no deben ser directivas. También deberán ser correcciones mediante la búsqueda, que hagan participar al jugador, reflexionar porque se debe hacer tal cosa o, simplemente, reflexionar sobre lo que ha hecho.
La segunda cuestión, volviendo con el tema anterior, sobre que el entrenamiento actual no consiste solo en proponer ejercicios y corregirlos. El entrenamiento actual debe sobrepasar los límites de la sesión del entrenamiento e implica que el entrenador tenga una mayor relación con los jugadores (al menos en esta fase de enseñanza), donde el entrenador tenga un mayor conocimiento del entorno del jugador (sus estudios, sus amigos, su familia). “La planificación y organización de los entrenamientos, la estructuración de los mismos, la ayuda personal a los atletas adolescentes y la creación de un ambiente extradeportivo lo más favorable para el deportista están dentro de las obligaciones del entrenador. Este es y será el “punto de encuentro” decisivo” (Baur, 1993)
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