Nuevas perspectivas en la enseñanza del baloncesto |
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Dr. en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. INEF de Madrid (España) |
Dr. Alberto Lorenzo Calvo Dr. Gustavo Prieto García alorenzo@inef.upm.es |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 48 - Mayo de 2002 |
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Introducción
Durante los últimos años, se ha producido una evolución del entrenamiento, o mejor dicho, una evolución del conocimiento sobre como enseñar los deportes de equipo, consecuencia lógica, desde nuestro punto de vista, de la tendencia existente en la actualidad por desarrollar una teoría, un conocimiento específico de los deportes colectivos o de colaboración-oposición.
Desde nuestra experiencia, esta evolución se produce a lo largo de los años 90, especialmente en los últimos años, en los que se empieza a establecer una nueva forma de enseñar. No creemos que se trate de que se utilicen cosas novedosas ni últimas tecnologías, sino que, realmente, se están utilizando estrategias, métodos de enseñanza que siempre han existido, que siempre desde la pedagogía o la didáctica se proponían, pero que hasta ahora no se habían utilizado mucho y que, en la actualidad, han adquirido más importancia, han ascendido en la escala jerárquica de métodos utilizados.
Estas propuestas surgen en contraposición a los métodos tradicionales de enseñanza que planteaban un trabajo por separado de la técnica, táctica, preparación física,...; que sobrevaloraban el aspecto físico, etc. Varios son los aspectos que, desde nuestro punto de vista, llevan a este nuevo planteamiento en la enseñanza de los deportes colectivos. Sin embargo, antes de exponerlos queremos hacer dos reflexiones.
La primera de ellas es, que el presente documento debe considerarse un documento activo, abierto y en constante construcción. Nada más lejos de la realidad que tratar de presentar un documento dogmático. Son propuestas modificables y mejorables que buscan fundamentalmente dar más herramientas al entrenador, al profesor, lanzarle propuestas y que las debata, las piense y proponga.
La segunda reflexión hace referencia al hecho de que tampoco debemos esperar la solución a todos nuestros problemas. No debe existir esa solución, porque si así lo consideramos supondría asumir que ya sabemos todo, negaríamos cualquier evolución y sería nuestro fin. “Ninguna teoría ni principio del entrenamiento nos dice lo que debemos hacer, ya que es imposible prever todas las necesidades y condiciones de práctica. Por eso, precisamente, la formación de los técnicos deportivos debe dotarles de un andamiaje conceptual, de una teoría, que les permita intervenir según criterios objetivos... Ahora bien, aunque no podamos dar recetas, sí podemos saber cómo no debe ser el entrenamiento y cuáles pueden ser las líneas maestras en función del ámbito de intervención y las necesidades. De principio, sabemos que el entrenamiento será siempre una gran estrategia mixta: proponer siempre la misma práctica, o el mismo tipo de actividades, no nos permitirá enseñar, mejorar, alcanzar el nivel óptimo. Por lo tanto, todo entrenamiento, el entrenamiento del baloncesto, debe ser diseñado en términos de mezcla de estrategias puras” (Martínez de Santos, 2001, p. 126)
1. Localización del trabajo en distintas partes del procesoHasta hace poco tiempo, de las tres fases principales en que podemos dividir cualquier acción (percepción, toma de decisión y ejecución de los movimientos) solía prestarse una atención especial a la ejecución. Posteriormente se ha valorado más la fase de toma de decisiones, a través de ejercicios de entrenamiento más complejos y con oposición. Pero es cierto que la toma de decisión no es demasiado complicada si el jugador es bueno en el plano perceptivo. Es decir, igual que con un buen mapa el camino a seguir es fácil, cuanta más información recoja el jugador antes de tomar la decisión más posibilidades tendrá de hacer una elección correcta. En este sentido debemos procurar estimular también el campo visual del jugador en cantidad y calidad.
2. Nueva orientación en el trabajo de la técnica, consecuencia de entenderla desde otra perspectivaPodemos decir que el papel que se le atribuye a la técnica a lo largo del tiempo se expresa en dos corrientes claramente diferenciadas. Por un lado, existe una corriente que destaca que su relevancia esta representada por su propio gesto, en cuanto acción biomecánica definida, siendo el parámetro fundamental del desarrollo del juego. Desde esta perspectiva, se considera a la técnica deportiva como un “modelo ideal” de la acción de competición.
Por otro lado, existe otra corriente que considera que la importancia de la técnica, no está tanto en cómo se realice el gesto, sino en la significación que pueda tener la técnica en el juego. En este sentido, Hernández (1998, p.122) afirma que “la técnica en los deportes de equipo, sólo tiene sentido cuando se considera dentro del contexto de la acción de juego, y se hace partiendo de las delimitaciones reglamentarias y con un sentido estratégico”. En este caso, la importancia no está en que el jugador haga correctamente el gesto siguiendo un modelo ideal, sino que lo importante, está en que el jugador sea capaz de alcanzar el objetivo (meter canasta, llevar el balón a una parte, pasarlo a un compañero) a través de un gesto, gesto que debe ser capaz de adaptar el jugador a las circunstancias del juego.
La técnica, como acción biomecánica, es posible entenderla en los deportes individuales, donde juega un papel de primera magnitud en el desarrollo de la acción. Sin embargo, en los deportes colectivos, la técnica no es objeto de análisis y perfeccionamiento tan exhaustivo. Aquí la técnica está subordinada a la táctica, a la intención.
Ya no debemos hablar de técnica como modelo ideal. Debemos hablar más de estilo, de adaptación de la técnica a la situación. Lo importante es la táctica individual. Durante el proceso de aprendizaje que el jugador realiza a través de una situación de enseñanza, “el individuo debe organizar una forma particular de movimiento a fin de resolver un problema motor que surge en su interacción con el entorno exterior. A partir de ahí, no se puede comprender el proceso de adquisición sin referirse al problema que intenta solucionar el que aprende” (Famose, 1992, p 44). Por tanto, para que una situación de enseñanza requiera del jugador la organización de su motricidad debe contener un objetivo que ha de conseguir en unas condiciones determinadas (Jiménez, 2001, p. 88). Este enfoque contempla la técnica deportiva como un medio para realizar las acciones tácticas, por lo que su enseñanza no se comprende como un objetivo en sí mismo, sino como solución motriz a un problema contextual
Y esto claramente modifica la orientación y organización del trabajo. Ahora la propuesta es que el niño, la niña, debe alcanzar un objetivo, y para ello debe utilizar un gesto, subordinado a alcanzar ese objetivo. Es decir, que ahora el gesto técnico tiene sentido y está vinculado con la consecución de un objetivo.
Esta nueva orientación, modifica el proceso de enseñanza de la técnica.
Los métodos para la enseñanza de la técnica, a grandes rasgos, se centran, por un lado, en una situación analítica en el que el movimiento está descompuesto y que suele presentarse en una situación irreal o distinta a la del juego en sí; y por otro lado, en una situación global, en la que se presenta el movimiento en su totalidad y se pretende lograr una concienciación táctica. Sobre estos dos extremos se pueden plantear otras situaciones que permiten enfatizar en un aspecto y otro.
Es adecuado señalar que el aprendizaje de la técnica no debe entenderse como un hecho aislado. Es decir, no es fácil entender que para aprender determinado movimiento técnico sea necesario que tenga que plantearse en situaciones analíticas o aisladas del contexto real, sino que debe aprenderse a la vez la técnica y donde utilizarse.
Si utilizamos el método analítico, el problema reside en que fabricamos jugadores enseñándoles una serie de movimientos (fundamentos) donde todo está muy controlado y donde el jugador va perdiendo la parte intuitiva. Al jugador le habremos enseñado la salida en bote, con finta o sin ella, el bote tanto de protección como de avance, así como distintas formas de cambiarse el balón de mano (con bote por delante, por la espalda,…) para realizar cambios de dirección para conseguir rebasar al contrario y dejar una bandeja. Para llegar a realizar todo esto, habremos hecho una serie de ejercicios en los que hemos repetido y repetido concienzudamente cada movimiento, con las sabidas correcciones. Podemos llegar a tener a un jugador que sin defensor realice todos estos movimientos con gran brillantez, el problema surge si después de cada movimiento aprendido es usado en el momento oportuno, es decir, si TÁCTICAMENTE el jugador saca partido a sus conocimientos.
Enseñar una habilidad motriz específica desvinculada del problema implica que tenga poca o ninguna significación para el ejecutante. Veamos por ejemplo la finta de recepción. Todos hemos visto y hemos trabajado la finta utilizando objetos estáticos (conos, sillas,…). Pero, qué es una finta. Si entendemos que una finta es un engaño, hemos de tener en cuenta que un objeto innamiado no es susceptible de ser engañado. Si enseñamos a un jugador a hacer un desplazamiento hacia la derecha para luego ir hacia la izquierda sin ningún oponente al que engañar, ¿qué sentido tiene para el sujeto realizar dicha actividad?.
El auténtico dominio de la técnica se manifiesta por la adaptación a los cambios psíquicos, a la fatiga (que disminuye la capacidad de percepción), a los cambios de las condiciones externas y a las modificaciones de compañeros y adversarios. Esto conduce a la necesidad de utilizar las acciones individuales de forma inteligente. El jugador debe saber qué y cómo observar, qué y cuándo ejecutar.
Para conseguir aprendizajes significativos en la práctica de los deportes colectivos, hay que tener en cuenta que es necesario desarrollar la capacidad de decisión entre múltiples variables en breves períodos de tiempo. Igualmente dicha decisión debe ir acompañada a posteriori por la ejecución motriz. Así pues, el proceso de enseñanza/aprendizaje, tanto para obtener rendimiento cómo para permitir que el sujeto pueda construir conocimiento, tiene que encaminarse a:
La toma de decisiones delante de un problema motor
Resolver motrizmente la decisión tomada.
Por lo tanto, hay que aprender a resolver problemas motores que se sustentan sobre criterios lógicos y que van a dar lugar a una respuesta motriz. Sin embargo, aprender a resolver problemas utilizando lo que se conoce como “situaciones distintas”, significa que lo que el sujeto realmente aprende no son las acciones motrices en sí, sino las estrategias mentales, los medios que le permiten enfrentarse a un problema lógico (por ejemplo, se podría afirmar que sirven los mismos criterios lógicos para solucionar un 2x1 en fútbol que en baloncesto; lo único que cambia es la forma de ejecución motriz)
Así pues, el aprendizaje a través de la táctica, es decir, de la capacidad para resolver mentalmente problemas motores nos podría inclinar a utilizar, ante determinadas situaciones, la concienciación táctica sobre el perfeccionamiento de la ejecución motriz o técnica. Sin embargo, para poder llegar a ello, es necesaria una base motriz técnica mínima que permita poder ejecutar decisiones tácticas que se organizan sobre las habilidades motrices básicas.
Por lo tanto, la enseñanza y la iniciación a los deportes colectivos, tiene como principios la necesidad manifiesta de aprender los dos aspectos básicos, la técnica y la táctica, pero evitando en lo posible la separación de estos elementos e insistiendo en que la táctica ofrece mayores posibilidades de enriquecimiento para la puesta en práctica de las distintas habilidades específicas de cada deporte. No obstante, lo que tenemos que entender es que cuando se enfatiza en aprender uno de ellos, el otro debe encontrarse minimizado, debido a la dificultad que tienen los aprendices en los niveles iniciales para poder prestar atención y controlar todas las variables que se presentan en estas actividades complejas (Castejón, 1995)
La idea general, es la implicación simultánea de los dos elementos pero enfatizando sobre uno de los aspectos cada vez. La utilización de juegos simplificados, bien sea en las reglas o en las habilidades a emplear, permite que el alumno vaya explorando y aplicando las habilidades que domina para solucionar los problemas motrices que se proponen.
De todo lo anterior podemos extraer las siguientes conclusiones:
En el trabajo habitual visto, normalmente sólo atendemos a la fase de ejecución, utilizando además un tipo de enseñanza basado en la repetición, que lo único que consigue es la automatización de unos movimientos. Hay que trabajar sobre las fases de percepción y decisión.
Hay que buscar mecanismos de enseñanza en los que se pase por las tres fases de cualquier acción motriz inteligente. Siempre es necesario la oposición, adversarios, obstáculos, … para aprender los medios técnicos en condiciones tácticas.
Utilizaremos de esta forma el 1x0 como apoyo, complemento y soporte, ante una insuficiencia técnica que no permite ejecutar, avanzar o perfeccionar una situación táctica. Y siempre, posteriormente, introduciremos el mismo gesto en una situación táctica.
Por último, y en base a esta idea de que la técnica está supeditada a la situación, esto nos debe llevar a plantearnos nuestras programaciones, especialmente en la iniciación. Es decir, si estamos diciendo que prima el objetivo por encima del gesto técnico, deberemos programar, secuenciar los contenidos en función de los objetivos. Por tanto, nuestra programación en la iniciación no debe ser enseñar el bote de protección, el bote de velocidad, los pases. Sino más bien, enseñar a que el niño sea capaz de llevar el balón de un lado a otro del campo, que sean capaces de llevarlo entre varios.
Sin duda, para algunos, esto puede parecer lo mismo pero cambiando el nombre. Pero no es así, porque de esta forma estamos priorizando el objetivo y no el gesto. Lo importante es que el niño consiga llevar el balón hasta el otro campo y no que haga bien el bote de velocidad o de protección.
3. Desarrollo de una teoría del entrenamiento específica de los deportes colectivosDesde los años 90 se observa una tendencia en el conocimiento, en la teoría del entrenamiento, que trata de desarrollar una metodología específica de entrenamiento en los deportes de equipo absolutamente diferente de la empleada en los deportes individuales. De esta tendencia surgen conceptos como el entrenamiento integrado, el entrenamiento cognitivo, la transferencia de la preparación física hacia ejercicios específicos, etc.
Esta nueva orientación plantea o, mejor dicho, exige tener un conocimiento mucho más profundo y exacto de los factores que influyen en los deportes de equipo. Es evidente que para poder llevar a cabo el proceso de iniciación deportiva, las situaciones de enseñanza que propongamos deben contemplar correctamente la naturaleza del deporte. Las variables fundamentales sobre las que debemos actuar son:
Los elementos invariables del juego (móvil, compañeros, adversarios, espacio, canasta, reglamento).
El ciclo de juego y sus fases. Siempre debemos atender esta correlación y respetar el ciclo de juego.
Bayer (1986, p.77) propone que el modelo pedagógico de los juegos deportivos colectivos “debe caracterizarse por un contenido donde aparecen conjuntamente los elementos específicos de la estructura global del juego, a saber, las relaciones jugador-balón-adversario-compañero”.
Antón (1990, p.28), considera que “la evolución de las conductas para un mejor aprendizaje obliga a la interacción continuada y progresiva de las diferentes variables o elementos estructurales constantes que se dan en balonmano: balón, meta o portería donde conseguir tantos; espacio o terreno a ocupar o proteger, compañeros con quien cooperar, adversarios que dificulten la actividad y las diferentes reglas que precisan y rigen su dinámica”.
Por tanto, es absolutamente clave la presencia de estos elementos estructurales en las diferentes situaciones de enseñanza que se diseñen en la iniciación a estos deportes. De esta manera, el jugador podrá disponer de escenarios reales de decisión donde llevar a cabo su acción de juego, con lo cual se facilitará la transferencia de los aprendizajes que se obtengan en estas situaciones de enseñanza a las situaciones reales de juego, así como una mayor comprensión en el proceso de aprendizaje debido a la calidad significativa de estas situaciones.
Esta idea de contextualización, es recogida por Ruiz y Sánchez (1997, p. 135), cuando enuncian el principio de la contextualización del entrenamiento: “el entrenador no puede abusar de una practica descontextualizada, desconectada de las situaciones reales de juego y descargadas de significación. El introducir situaciones contextualizadas permite construir al deportista escenarios reales de decisión y no supuestos cerrados que difícilmente surgen durante la competición”.
Según la corriente constructivista, el aprendizaje de los deportes mediante situaciones contextuales supone la adquisición de estrategias cognitivas que permiten la resolución de los problemas planteados y favorecen la capacidad de aprender a actuar (Contreras, 1998; en Méndez, 1999b).
Por ello, los métodos y medios de entrenamiento, así como los ejercicios y juegos, deben estar dirigidos siempre hacia las exigencias complejas de la actividad competitiva, introduciendo progresivamente al jugador en este tipo de situaciones, alejándolo de las prácticas aisladas, cerradas, donde se adquieren automatismos que no se asemejen a la realidad (Lasierra y Lavega, 1993; en Jiménez, 2001).
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