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Las unidades motrices comunicativas:
Un modelo de análisis para los juegos deportivos colectivos
de espacio común y participación simultánea

   
Maestro especialista en Educación Física
(Universidad de La Laguna, España)
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
(Universidad de Las Palmas de Gran Canaria)
 
 
Antonio Gómez Rijo
agomrij@gobiernodecanarias.org
(España)  
 

 

 

 

 
Resumen
    El siguiente trabajo trata de acercarse a un ámbito de estudio aún no lo suficientemente estudiado dentro de la Praxiología Motriz: propuestas de análisis para la comunicación motriz. Este estudio presenta un modelo para el análisis de este parámetro, en concreto, para la comunicación motriz esencial y directa en los juegos deportivos colectivos, de espacio común y participación simultánea. Propone varios criterios a tener en cuenta a la hora de analizar un juego y elabora alternativas, así como propuestas para futuras investigaciones.
    Palabras clave: Praxiología motriz. Comunicación motriz. Unidades motrices comunicativas. Juegos deportivos colectivos.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 46 - Marzo de 2002

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"…en el juego, el maestro del juego,
no es el maestro, sino el juego mismo"

(Pierre Parlebas)


Introducción

    No cabe la menor duda que la Praxiología Motriz, en tanto que ciencia de la acción motriz, ha venido a resolver muchas de las cuestiones que, bien desde un punto de vista ontológico como epistemológico, se había planteado el hombre acerca del conocimiento de las actividades físicas. Particular y prolíficamente, han sido los estudios que sobre el deporte y el juego se han realizado partiendo desde este paradigma. Bajo esta perspectiva, una de las más relevantes aportaciones que ha proporcionado la Praxiología Motriz es el conocimiento de las estructuras subyacentes a los deportes y juegos, desvelándonos su "funcionamiento" sui generis o lógica interna.


Planteamiento del problema

    El presente trabajo parte del contexto que se acaba de citar, esto es, se sitúa en el análisis de la estructura sistémica de los juegos deportivos. No obstante, el objeto de estudio se centra en analizar, precisamente, una de esas estructuras que conforman la lógica interna de los deportes, en particular, la comunicación motriz. Ahora bien, toda vez que nos hemos situado, nuestro punto de partida, el problema que nos planteamos, es el siguiente: ¿existen algunas subestructuras inherentes a la comunicación motriz que nos permita dilucidar cuándo se produce oposición y cuándo cooperación sin ningún lugar a dudas? ¿podemos afirmar que, dentro de la estructura que es objeto de estudio, reside una lógica sistémica intrínseca?


1. Fundamentación teórica

    Como ya se comentó anteriormente, diversos estudios han puesto de relieve cuáles son los parámetros que configuran la estructura de los deportes. Destacan, por un lado, las aportaciones generales de Parlebas (1981) y Rodríguez Ribas (1997). Mientras que, por otro lado, entre los trabajos más significativos que se han realizados (en particular, respecto al análisis de la acción de juego) destacan Ardá Suárez, A. (1998), Argudo Iturriaga, F. (2000), Castellano Paulis, J. (2000), Jiménez Jiménez, F. (2000), Lago Peñas, C. (2000), Sampedro, J. (1997), Bayer, C. (1983), Hernández Moreno (1994, 1996, 1999 y 2000), Navarro (1995), Navarro y Jiménez (1998).

    No obstante, la mayoría de los estudios anteriores se han centrado prioritariamente en el análisis del comportamiento estratégico-táctico, sin realizar un tratamiento exclusivo y pormenorizado del referente comunicación motriz. Y es aquí donde nos situamos, precisamente en este contexto, para lo cual se delimitará el campo de estudio a la comunicación práxica esencial y directa (comunicación motriz y contracomunicación motriz) y sólo para los deportes de cooperación-oposición, espacio común y participación simultánea (por ejemplo, baloncesto, fútbol y balonmano). Con todo lo dicho hasta el momento, podemos formularnos la siguiente hipótesis: "si existen unas subestructuras inherentes a la comunicación motriz, entonces podemos afirmar que existe un criterio pertinente que nos desvele la lógica intrasistémica de dicha estructura".


2. Comunicación, comunicación no verbal y comunicación motriz

    El hombre es un ser social y, como tal, está sometido a un contexto sociocultural. Partiendo de esta premisa, el hombre sólo adquiere verdadera identidad en cuanto que está con los demás, se compara, se identifica, se relaciona,… en definitiva, se comunica. Ahora bien, ¿tenemos claro qué es comunicarse? Evidentemente, comunicarse no es sólo el intercambio de mensajes; entre otras cosas debe atenderse a la mutua interpretación y decodificación que realizan los comunicadores. Pasemos a verlo más detenidamente.

    En su tercera acepción, el DRAE (1992:527) recoge comunicación como "transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor". Bien, ya tenemos algo relevante: un código común, entre por lo menos dos personas (Martín Serrano, 1991:234). Desde un punto de vista kinésico, se entiende que es "un sistema estructural de símbolos significantes (procedentes de todas las modalidades con fundamento sensorial)" (Birdwhistell cit. por Hernández Moreno, 1994:71. Cf. Acuña, 1994:123). Otros autores, señalan además el carácter teleológico de la comunicación (Habermas, 1992:138; Mayor, 1991:9). En resumen, la comunicación se trata de un sistema de signos y símbolos que, mediante un código común, establece una interacción entre dos o más sujetos con un objetivo específico.

    Respecto a la comunicación no verbal, se puede decir que es aquel tipo de comunicación que utiliza para interactuar componentes no verbales como la mirada, los gestos, la postura, etc. con una función determinada como es reemplazar, repetir, enfatizar, regular y contradecir el mensaje verbal (Caballo, 1993:24).

    Podemos aceptar este planteamiento, si bien Knapp (1988:15) insiste en la dificultad y confusión a la hora de definir la comunicación no verbal.

    Tal y como plantea Hernández. Moreno (1994:75, 1995:295, 1997:6) "el concepto de comunicación motriz, en el ámbito de la actividad física, está directamente relacionado con el de interacción o relaciones entre los participantes". Pero esta preocupación por la relación que se da entre los jugadores no es incipiente. Así, de entre los primeros estudios relacionados con la comunicación entre los jugadores destaca el de Frantz (1964), citado por Geip (2000:25). Y es que siempre ha existido preocupación por la relación que se ha establecido entre los participantes de un juego deportivo, aunque esta preocupación sólo se haya traducido en un tratamiento metodológico riguroso y específico en las últimas dos décadas, destacando la figura de Parlebas (1981).

    La comunicación motriz, entendida bajo la perspectiva praxiológica, puede agruparse en grandes áreas (cf. Parlebas, 1981, 1986), de las cuales en este estudio sólo nos ocuparemos de la comunicación motriz esencial y directa, es decir, de la oposición y de la cooperación.

    Si tuviésemos que referirnos a una definición acerca del concepto comunicación motriz, tendríamos que aludir a escasas referencias, entre las que destacan la de Blázquez (1986) donde dice que se trata de una variedad de signos y señales que se deben interpretar, existiendo una forma de lenguaje motor que precisa de comunicación. En esta definición es loable destacar, la introducción de lenguaje motor, como especificidad de las acciones que transcurren en el devenir de la acción de juego. Por su parte, Hernández.

    Moreno (1994:132) la entiende como "la forma de expresar el código o sistema de relaciones entre los jugadores". Como se puede apreciar, la importancia de esta definición está en destacar la comunicación motriz como un sistema de relaciones o interacciones entre los participantes. Por su parte, Rodríguez Ribas (1998:21) la define como "la puesta en práctica del código de intercambio de signos de tipo motor en el desarrollo de cada deporte" (cf. Vankersschaver, 1987:58). Finalmente, Navarro y Jiménez (1998:8) le dan un sentido más interactivo con lo "estratégico" en cuanto que "el rol es asumido por el jugador y adquiere significación en la interacción motriz (…), la comunicación que se da entre los roles es la que acaba por mostrar la verdadera función dinámica del rol". En definitiva, podemos definir la comunicación motriz como un sistema de codificación-decodificación motriz que, manifestado a través de acciones motrices, tiende a la consecución de un objetivo motor. Por lo tanto, un sistema dinámico sujeto a cambios propios y derivados de la incertidumbre interna y/o externa, así como de su propia lógica; de codificación-decodificación motriz porque precisamente hace uso de un lenguaje motor; a través de acciones motrices porque lo verbal no es pertinente ni significativo; y que tiende la consecución de un objetivo motor, porque toda comunicación busca una finalidad, en este particular, motriz.


3. Requisitos idóneos para la comunicación motriz

    Hasta ahora hemos estado hablando del constructo comunicación motriz sin hacer referencia al contexto en el que se desenvuelve, esto responde a una demanda metodológica puesto que de lo que se trataba, hasta el momento, era de elaborar una definición. Si bien ahora de lo hay que ocuparse es de plantear precisamente ese contexto.

    Es irrefutable el hecho de que toda acción humana se da en un contexto, y la comunicación motriz no es menos. Por esto, el referente en el que nos basamos es la estructura sistémica de los juegos deportivos. A este respecto, muchos han sido los modelos que han tratado de responder a esta demanda epistemológica (cf. Navarro y Jiménez, 1998:5-14), la mayoría enmarcados bajo una óptica estratégica. No obstante, Vankersschaver (1987:58), en su modelo aplicado al fútbol ya hace mención de cuáles deberían ser los requisitos que debería cumplir toda comunicación motriz. En este estudio, se va a utilizar el modelo de Hernández. Moreno (1994), sobre todo, por la perspectiva sistémica que se le infunde a la estructura de los deportes. Entendiendo por perspectiva sistémica aquella que considera los juegos deportivos como sistemas abiertos, esto es, "sistemas enteros en los que interaccionan muchas variables y cuya organización produce interacciones fuertes" (Bertalanffy, 1986:110). Dichas relaciones se producen tanto intrasistémicas como extrasistémicas (del entorno al sistema y viceversa), no siendo éstas causales o lineales (cf. Lavega, 1996:795-798; Geip, 2000:37; Valor Yébenes, 2000:103). Con esto se quiere insistir en que, por necesidades metodológicas, se tratará de forma aislada a la estructura comunicación motriz pero que, en sentido lato, ésta adquiere verdadera significación en cuanto que se relaciona con los otros parámetros configuradores de la lógica interna como son la gestualidad (o técnica), el espacio motor, el tiempo motor, las reglas y la estrategia motriz. Y es que "lo relacional -referido a la comunicación-, como lo temporal, no es nada en sí, si no se refiere a algo (lo gestual, lo espacial, lo temporal)" (Geip, 2000:47). En efecto, el tipo de interacción que se establezca entre dos participantes va a estar condicionada por, dónde interactuar (espacio motor), qué ritmo emplear (tiempo motor), bajo qué restricciones puedo relacionarme (reglas), de qué forma (gestualidad o técnica), y respecto a qué decisiones tomar (estrategia motriz).


4. Alcanzar el objetivo motor: la clave del éxito

4.1. Acción motriz y objetivo motor: el principio de la especificidad

    Conviene, antes de pasar a dilucidar qué significa eso de "la clave del éxito", aclarar algunos concepciones acerca de lo que significa acción motriz y objetivo motor puesto que es relevante para la comprensión de lo que posteriormente se va a hablar. Por acción motriz se entiende "aquella manifestación de la persona que toma sentido en un contexto a partir de un conjunto organizado de condiciones que definen objetivos motores" (Geip, 1998:37). No vamos a explicar todo el concepto (cf. Geip, 1998:35-41), de momento lo importante es que la acción motriz se va a diferenciar de cualquier otra acción humana en que la primera busca la consecución de objetivos motores, siendo un rasgo diferenciador en cualquier acción humana precisamente este componente teleológico (Habermas, 1992:122; Mayor, 1991:5). Ahora bien, ¿qué entendemos por objetivos motores? Por objetivo motor se entiende aquella "intención de la persona de incidir en su motricidad, de poner en juego su motricidad" (Geip, 2000:178). Aunque más específicamente podríamos aludir al concepto de objetivo motor interno como "conjunto de restricciones e indicaciones que prescriben finalidades expresamente dirigidas a la puesta en juego de la motricidad" (Rodríguez Ribas cit. por Geip, 2000:45). Este concepto es de importancia capital, puesto que nos pone de manifiesto, de forma esquemática, cual es la especificidad de cualquier actuación en actividad física. De esta forma, se enuncia el principio de especificidad como: "para cualquier acción humana, si se cumple que persigue objetivos motores, entonces dicha acción es, y sólo es, una acción motriz".

4.2. El móvil y la meta: elementos mediadores del objetivo motor

    La mayoría de los autores reconocen (bien explícita o implícitamente) el móvil y la meta como un elemento inherente a los juegos deportivos de estas característica (cf. Navarro y Jiménez, 1998:5-14). Indudablemente, el objetivo motor (situar un móvil en un espacio y/o evitarlo) sólo es alcanzable en la medida en que uno de los equipos que participa es el poseedor del balón. Un equipo por cuanto que trata de llevarlo a un espacio, y el otro, porque realiza la acción antagónica. El móvil y la meta se convierten en referentes del objetivo motor y, por tanto, en mediadores de la organización motriz que adquieran estos equipos a lo largo de la dinámica de la acción del juego. Difícilmente llevaremos un móvil a un espacio si no lo poseemos, y nuestro equipo se organizará de acuerdo a esta condición.

4.3. Los participantes: elementos ejecutores del objetivo motor

    En este tipo de situaciones motrices, tal y como plantea Riera (cit. por López Ros, 1999:809) la presencia de compañeros con los que se colabora (tienden alcanzar una misma meta) y la de adversarios que se oponen a nuestros intereses (la meta es antagónica a la nuestra) es fundamental, debido a que dicha comunicación va encaminada a conseguir el objetivo motor. La presencia de este componente (compañeros/adversarios) se vislumbra como absolutamente necesario si se responde a la lógica de que éstos son los elementos ejecutores del objetivo motor, sólo pueden alcanzar el objetivo motor las personas, no las máquinas. En las macrosituaciones motrices continuas, el objetivo motor, desde un punto de vista comunicativo, sólo se da en microsituaciones motrices de interacción motriz. Conviene aclarar, en este punto, este tipo de situaciones motrices:

  • situaciones motrices continuas: es una macrosituación motriz (por ejemplo, un partido de baloncesto) susceptible de ser agrupada en intervalos secuenciales temporales (un contraataque, un tiro libre, un saque de banda, etc.) cada uno de los cuales es considerado una microsituación motriz. Responden a este género los juegos deportivos de cooperación-oposición, espacio común y participación simultánea.

  • situaciones motrices discretas: es una macrosituación motriz no susceptible de ser agrupada en intervalos secuenciales temporales. Es decir, entre cada microsituación motriz, existen intervalos temporales extrasituacionales. Por ejemplo, el golf, el billar, los dardos, el trompo o una postura yoga.

    Concretando, el objetivo motor se logra si hay alguien que lo busca, en este caso, en interacción motriz.

4.4. Principios tácticos y objetivo motor: un ejemplo de la interrelación comunicación motriz-estrategia motriz

    En los deportes de cooperación-oposición, espacio común y participación simultánea, donde el objetivo motor es situar el móvil en un espacio y/o evitarlo, el éxito o el fracaso sobre la consecución del mismo viene supeditado a la puesta en práctica de los principios tácticos.

    Los principios tácticos, enunciados por Bayer (1986:95,117), y adaptados por Martínez de Dios (cit. por Contreras y col., 2001:99), vienen a ser unas reglas de acción, tácticas, generales y universales, de los participantes de este tipo de juegos deportivos colectivos que muestran la lógica interna desde un punto de vista estratégico; aunque bien es cierto que de una forma un tanto reduccionista. Estos principios (en ataque: conservar el balón, progresar hacia la portería y realizar un tanto; y en defensa: recuperar el balón, obstaculizar la progresión y proteger la portería), sólo tienen sentido en cuanto que se dan los elementos anteriormente citados: participantes, móvil y meta. En definitiva, la consecución del objetivo motor, desde un punto de vista estratégico, es la síntesis de los principios tácticos, pero además, y bajo la perspectiva de la comunicación, estos principios se organizan en cuanto que necesitan de, por lo menos dos personas (condición sine qua non de la sociomotricidad), de un móvil y una meta donde enviarlo y/o evitarlo.

    Por último, de la interacción que existe entre el elemento ejecutor del objetivo (participantes) y del elemento mediador del objetivo (móvil), en relación con la consecución del propio objetivo motor surge el concepto clave de este estudio: las unidades motrices comunicativas (UMC).


Fig. 1: Interacción de los elementos configuradores de la unidades motrices comunicativas.


5. Las unidades motrices comunicativas (UMC)

    En el apartado anterior se comentó cómo las unidades motrices comunicativas tienen su lógica por la interacción de los diferentes elementos que se consideran suficientes y necesarios. Se tratará ahora de delimitar este concepto.


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