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Fields of sport

   
Idioma y deporte
www.idiomaydeporte.com
(España)
 
 
Jesús Castañón Rodríguez
info@idiomaydeporte.com 
   
María Elena Martín Pérez
elemarper@wanadoo.es 
 

 

 

 


    En este siglo XXI los vientos del siglo anterior no sólo traerán recuerdos del amor y de las sensaciones en los campos de cebada dorados por el sol, como en la canción Fields of Gold de Sting. Aportan también la memoria de la fiebre por los campos deportivos, un espacio donde la belleza y el arte han seducido a músicos y escritores. Una compleja realidad donde se entrecruzan elásticamente y sin límites música, idioma y deporte para destacar el progreso del esfuerzo, la creatividad de la libre combinación de formas o la emoción de la originalidad en la fiesta social de la competición.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 46 - Marzo de 2002

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1. Los sonidos del deporte

Sport is in the air

    La fiebre del deporte en el siglo XX ha definido la historia contemporánea y ha creado en el mundo anglosajón huracanes de ideas asociadas libremente y torrentes de energías creadoras. Ha dado lugar a una sugerente melodía, que bien podría llamarse Fields of sport, tras trazar notas de sentimientos en el aire y configurar una nueva atmósfera de agua de saliva y sudor; de aire de soplidos, gritos o suspiros donde explotan las voces y la expresividad máxima del silencio.

    Esta nueva realidad de los dorados campos del deporte constituye una fiesta donde los motores de automovilismo y motociclismo rasgan acordes guitarrísticos y descargan sobre el mástil chirriantes sonidos eléctricos en el deporte extremo. Donde los guantes de boxeo golpean los sonidos graves y secos de un bajo. Donde las zapatillas deportivas de los baloncestistas se arrastran como los dedos por el mástil de una guitarra acústica.

    En ella los swings del golf destilan la elegancia y la levedad de los instrumentos de cuerda. Los timbres de madera y cobre de los instrumentos de viento surcan los saltos de atletismo con su fugaz paso de agudos a graves como un saxo tenor, reproducen el avance de las cuchillas de los patines en el hockey sobre el hielo como una flauta, empujan con un viento de trompa las velas de las embarcaciones de vela y surf...

    Esta mágica fiesta es una nueva experiencia vital en la que los latidos de los corazones se entregan a una batería de emociones creadas por bates de béisbol convertidos en baquetas para dar rienda suelta a los instintos, por sonidos duros e incisivos que surgen de los choques de huesos y elementos protectores en el fútbol americano, por ritmos de madera que salen de golpeos del bate de críquet, por una percusión de sonidos agudos creada con las radiales y las cadenas de las ruedas de las bicicletas de ciclismo en sus vueltas al compás...

    Se crea una atmósfera especial donde el rugby genera sonidos superpuestos, de huesos y voces, como un órgano electrónico. Donde la recta de llegada de una carrera de caballos cabalga ejecuciones enérgicas y fluidas en el piano acústico. Donde los Juegos Olímpicos sintetizan polifónicamente los sonidos en un teclado electrónico.

    Nace un lugar donde las voces de los solistas reproducen onomatopeyas je, pic, pic-pac, pim, pin- pan, ¡psssssiiiii!,¡pum!, tac, track, ¡zum! 1 en las manifestaciones a la prensa. Y donde un coro bate palmas, ruge, corea, resopla, vibra, alarga vocales y remarca las consonantes fricativas en las gradas para convertir el idioma en un juego de fantasía.


2. Hacia dos industrias del ocio

The roars of silence

    La relación artística entre música moderna, idioma y deporte ofrece una compleja dimensión histórica de contenidos musicales y poéticos. Conforman un acto de comunicación especial en el que la palabra no tiene la autoridad sino que la música y el espectáculo envuelven las frases simples o sin gran calidad o sentido hasta crear instantes palpitantes, catalizar emociones y cargar de electricidad la percepción sensorial de los contenidos.

    Es un juego de silencios y sonidos el de la música popular y el deporte, con mundos que se han entendido como separados. Pero en el último tercio del siglo XX, se entrecruzan música y deporte hasta lograr una convergencia donde el arte musical se convierte en un juego y el juego del deporte en un arte de fácil comprensión para las masas.

    La intensa calidad comunicativa de ambas formas culturales de masas han desarrollado estilos románticos para la afirmación individual, para cantar la cara obscura de versiones oficiales de la historia En ambos aparece el comentario social con rasgos de rebelión juvenil, violencia irracional, exaltación del progreso.

    Los dos son ámbitos para el refugio de personas oprimidas ante una sociedad que machaca la creatividad, son lugares donde el destino universal y trágico del hombre se redime. Ambos lugares son un campo de juego de complejos sentimientos donde la vital expresión popular crea una literatura transmitida oralmente y entonada con un ritmo de música repetitiva. Son canchas para la sinceridad fuerte y valiente llevada al límite con las que huir del desgarramiento vital, de la rutina, de la monotonía, de las múltiples formas de una sociedad rígida, compleja y cruel.

    Música y deporte encierran un torrente creativo de lirismo, pasión, amargura y belleza destinados a ser vividos en el clamor, en los sueños, en la fascinación. Su relación en el mundo anglosajón, durante el siglo XX, se puede organizar en dos grandes etapas: finales del siglo XIX, 1966 y 1966-2000.


The sport machine: siglo XIX-1965

    En la primera mitad del siglo, el deporte y la música popular se abrazan para crear melodías y sintonías, teatro musical, calypso, marchas...

    Una de sus muestras pioneras es de 1893, en concreto la canción Utopia Limited dedicada al críquet por Gilvert y Sullivan. A ella le siguieron canciones para orquestas y teatro cómico con una especial preferencia por el béisbol, las carreras de caballos y el críquet hasta la I Guerra Mundial.

    En el período de entreguerras, el deporte se convirtió en una fuente de esperanzas para salir de la pobreza y la miseria gracias a las apuestas y así se diversificó el abanico de espectáculos deportivos a béisbol, carreras de caballos, críquet y fútbol y se hermanaron música y deporte como medios de felicidad para expresar sentimientos en un ambiente de vanguardias culturales donde el arte también se entendía como un juego.

    En 1927, la creación de música para ocasiones especiales surgió con la final de la Copa de fútbol y desde 1932 se incorporaron los medios de comunicación a la difusión de esta expresión popular con la canción I do like to see a game of football que favoreció el diario Daily Herald.

    Fueron tiempos para exaltar los valores raciales, higiénicos y de mejora de la salud de la población así como el costumbrismo generado por los propios espectáculos, pues la asistencia a ellos constituía una fiesta social.


Rock and sport music: 1966-2000

    Tras la II Guerra Mundial, en un primer momento se produce un alejamiento pues la nueva música popular con sus valores contraculturales y hedonistas se oponía a los valores de higiene, autoridad y sufrimiento que preconizaba el deporte.

    Sin embargo, con la irrupción del pop-art se tendió a una convergencia de estas dos formas culturales de masas gracias a varios aspectos comunes: generaban estilos de vida juveniles para la sociedad de consumo, creaban héroes en el inconsciente colectivo, actuaban como fuerzas de liberación personal para lograr sueños de eterna juventud, felicidad o libertad superando los límites de la realidad con un nuevo ritmo y una estética especial...

    Las hazañas musicales y deportivas se convirtieron en un espacio para lo imaginario gracias a las mezclas imposibles y recreaciones, que permite la tecnología, para la concentración de emociones a la hora de expresar el deseo de vivir y detener el tiempo.

    Estribillos primitivos y exóticos, sonidos insistentes y sincopados, ritmos acompasados al son de latidos y emociones, lenguajes rápidos de expresiones ligeras transforman inconscientemente los sentidos y transfiguran los estadios en una especie de pub donde los sentimientos en estado puro y las fuertes cargas emocionales hablan alto, se vuelven arte y crean una industria del ocio en un ambiente mágico que provoca el enardecimiento total del aficionado para apoyar a su equipo o para conseguir de él un mayor rendimiento.

    El estadio se ha convertido en un cruce de géneros literarios para las necesidades humanas. A la lírica de la música pop y la épica de los deportes se ha venido a sumar una fórmula híbrida donde la épica musical de tema deportivo se enfrenta al caos de la vida real, rehace un mundo imaginado que transforma la crueldad en posibilidad de disfrutar, lucha contra tópicos al compás de 4/4 en intervalos de fuerte resonancia para crear una nueva mercancía cultural.

    Según movimientos musicales de diferentes décadas, esta fuerza de la música deportiva y su fiesta social en el estadio. como cruce de todas las energías creativas que se posa en el inconsciente colectivo, ha sido capaz de coquetear con la estética de la violencia asociada de las hinchadas, de crear señas de identidad y también de atraer la atención del gran público a favor de todo tipo de causas solidarias 2 .


3. La banda sonora

    La creación de música de tema deportivo comprende un complejo panorama de cuatro caras. Primero, la relación con determinados movimientos musicales para crear fetiches, revistas, libros y nuevas formas de comunicación social. Segundo, la composición de canciones específicas con obras de carácter general, relacionadas con los Juegos Olímpicos y con quince disciplinas deportivas. Tercer, la vinculación entre deportistas y músicos gracias a deportistas cantantes, músicos aficionados al deporte, acciones deportivas en actuaciones musicales y el cruce de ambas ramas artísticas para establecer nuevas relaciones con los medios de comunicación y la difusión de valores sociales. Y cuarto, la conversión de canciones en himnos deportivos para los seguidores de las gradas.


3.1. Preferencias de movimientos musicales

    Entre los diferentes movimientos de música moderna, destaca por su relación con el deporte el pop-art. Esta tendencia ha dado lugar a cinco fenómenos. En primer lugar, la edición de discos con la presencia en la portada de hinchadas deportivas, como en The action y Wedding Present donde aparecen los seguidores del Liverpool y Manchester United.

    En segundo lugar, la declaración pública de algunos des sus dirigentes como grandes aficionados a un club futbolístico, como el inglés Mike Allway y su pasión por el Brentford. En tercer lugar, se ha incorporado la figura de los futbolistas George Best y Robert Friday como fetiches. En cuarto lugar, el establecimiento de una relación cultural de masas a través de revistas y fanzines como en los casos de la publicación holandesa Hardgras y de la inglesa When saturday comes.

    Y finalmente, también se registra la edición de libros en los que músicos escriben de fútbol, como The greatest footballer you never saw, biografía del futbolista Robin Friday de la que son autores el cantante del Oasis, Paul Mc Guigan, y el crítico musical Paolo Hewitt. Panorama que se completa con la recopilación de relatos Perfect Pitch y las obras de creación literaria Football factory de John King, Fever pitch de Nick Hornby y My favourite year de Roddy Doyle.


3.2. Canciones de tema deportivo por disciplinas deportivas

    La producción de canciones de tema deportivo en el mundo anglosajón ha generado composiciones de carácter general, obras para los Juegos Olímpicos y temas para 15 disciplinas deportivas diferentes en una primera recopilación.

    Piezas musicales de carácter general han sido las siguientes melodías:


A chorus line

    Un auténtico coro deportivo está formado por el tema Barcelona, interpretado por el solista Freddie Mercury y la soprano Montserrat Caballé para los Juegos Olímpicos de verano de 1992.


Rock around the sport

    Un grupo numeroso de temas musicales deportivos lo configuran las actividades que luchan contra el tiempo. Es el caso de atletismo, carreras de caballos, ciclismo y deportes de invierno.


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