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La construcción de la simbología patriótica
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 46 - Marzo de 2002 |
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Yo creo que si este es el retrato, no es nada sorprendente en el contexto argentino, en donde es más agravado también que en el contexto europeo invade construcciones identitarias desde los grupos dirigentes que en el caso de la Argentina. Yo no creo que se pueda ver esto y no creo porque uno se ha vuelto más pesimista con los años, como un diseño ordenado. En sí lo que tenemos es más bien iniciativas. Un conjunto de iniciativas en un clima, y este conjunto de iniciativas en un clima ciertamente que esta influido por la idea de amenaza, de amenaza de desintegración nacional sumada a la idea de amenaza de conflicto social.
Ritualidad patrióticaAhora, si queremos ver los instrumentos, (y ahí tenemos una especie de retrato esquemático de la Argentina anterior a la primera guerra mundial) por los cuales estos grupos dirigentes que controlan el aparato del estado, que están vinculados con otros que controlan el aparato del estado, no se quedan allí, son un grupo, son otros grupos, estos grupos de dirigentes tienen a su disposición distintos instrumentos para operar sobre ellos.
O sea, yo aquí haría una distinción historiográfica, no porque los instrumentos sean esencialmente distinguibles, sino porque hay dos vías de estudiar esto, y me parece que una vía, es interesarse en aquellas dimensiones que llamaríamos simbólicas, rituales, de construcción de las identidades nacionales, o sea, yo distinguiría aquí la dimensión educativa de la otra, hasta dónde puedan ser distinguidas.
Lo cierto es que analíticamente nos sirve ver estas dos tradiciones, simplemente solo para tratar de pensar el conjunto de instrumentos que es muy amplio. Y, entonces, quizás como estrategia de indagación implica estadios diferentes una y otra; pero en muchos casos son de difícil distinción. Es como aquella distinción que se hace entre vieja y nueva política. La vieja política, la política clásica parlamentaria, que estaba instalada en el discurso y la nueva política centrada en la ritualidad, en lo mágico, que de algún modo compartieron Le Bon y Sorel desde perspectivas distintas. Lo único que podía movilizar a los obreros es el mito heroico en la batalla y no el diario del partido. Lo que podía, de algún modo, cohesionar a la multitud, que era una multitud voluble, era una serie de dimensiones mágicas. De allí toda la preocupación de Durkheim por la religión, etc. Es decir, es toda una temática de como pasar, me parece a mí, de una religión tradicional a una religión cívica; o sea del culto a Dios al culto al Estado; todos, mas o menos coincidimos o coinciden en que la revolución francesa se puede poner en paralelo al tiempismo alemán, la tradición al margen del estado, pero de algún modo la modernidad, el culto a la nación, las fiestas, etc., está asociado al mundo nuevo abierto por la revolución.
Creo que aquí nos detenemos en ciertos objetos. Con algunos que han sido alumnos míos como Pablo Palomino, que está aquí presente, recuerdo que alguna vez hablábamos, de que podemos pensar la política hoy a través de elementos discursivos que son muy fuertes y de elementos no discursivos, como por ejemplo, cuando la gente trata de tocar al presidente. Es decir, toda una serie de dimensiones que van más allá, que están en otra racionalidad.
El carisma, por ejemplo, era una institución importante en la lectura clásica, en la relación de la masa, de un conjunto de personas y un jefe. El tema tiene que ver (es una discusión) sobre si el carisma está en la persona o está en el lugar. O sea, si el carisma es un atributo de la persona o es un atributo del lugar en el cual la persona está. Por ejemplo es evidente que el rey en el antiguo régimen no era una figura carismática, pero sí una figura que tenía atributos mágicos o atributos que establecían una relación, un vínculo, que tenía características de un vínculo religioso. Entonces, creo que podemos seguir las dos vías o verlas completamentariamente. Creo que las personas que tratan de tocar a los presidentes siguen mas bien la vía tradicional, yo no creo que los presidentes tengan carisma (Bueno, hay otros que las masas no quieren tocar...)
Hay muy buenos estudios sobre Mitterand. Concretamente como Mitterand instintivamente hacía una serie de operaciones de este tipo, en un intento de presentar una imagen como la de un monarca, como la de un antiguo monarca. En el caso de De Gaulle sería más evidente, pero en el caso de Mitterand es más construido.
Entonces, uno puede ver toda la ritualidad que tiene por ejemplo un acto. Una persona llega a un pueblo, repite una serie de gestos, (esto es esencialmente un rito) una y otra vez, saluda a los niños, inaugura escuelas, etc.
O sea que el problema de la dimensión mágica o ritual, (magia entre comillas), es natural a las sociedades contemporáneas y probablemente en muchos casos el ritual es una supervivencia que vienen de sociedades más antiguas. No es un problema de los indios de la Polinesia contado por el hombre racional moderno, sino que creo que ahí hay una dimensión menos visible pero que lleva una línea de indagación.
La otra línea de indagación, es partir del problema de la escuela y del problema del ejercito, del ejército como institución del Estado.
Un último tema, que procede de una tradición distinta pero que se superpone con este, es algo que ahora a nosotros nos interesa (esto es mucho más específico para hablar) y que tiene que ver con esa dimensión discursiva que es el tema de la invención de la tradición de los orígenes, que es un mito discursivamente impuesto.
Tenemos todo este papel importante que cumple la historia como disciplina, desde fines del siglo XIX. En la funcionalidad para resolver este diagnóstico.
Veamos este cuadro específicamente en la Argentina, porque yo creo que uno de los problemas con este tipo de enfoques, es que se repiten como si fueran una reproducción idéntica en la cual todas las elites dirigentes usan siempre todos los instrumentos o los tiempos en igual modo. Yo creo que lo interesante de la tarea del historiador es contextualizar, o sea, cuáles son los instrumentos que aparecen como dominantes y porque razones en determinados momentos.
En Argentina, hasta la primera Guerra Mundial, el tema de la ritualidad patriótica es un tema bastante visible (los trabajos de Bertoni han seguido un poco esta línea). Pero de todas maneras en el tema de las estatuas, por ejemplo, hay ciertas interferencias porque también tenemos una gravísima discusión cuando en el 1877 se inaugura la estatua de Mazzini en la Plaza Roma (alguien dice “han puesto un agitador extranjero en el puerto de Buenos Aires”). Los inmigrantes llegan y lo primero que encuentran es a un extranjero. Hay una discusión en el caso de Garibaldi también a fines del siglo XIX, un poco más.
Pero digamos, que más allá de estas dimensiones de interferencias por las estatuas tenemos todo ese proyecto del panteón nacional, etc., principio del siglo XX.
Yo creo que aquí hay un problema de ponderación, ¿cuál es el problema del papel de las estatuas?. Es un objeto a la cual se da un alcance limitado, debemos decir mejor monumentos.
Entonces, en los monumentos incluimos también a los edificios, incluimos al Archivo General de la Nación, los archivos nacionales que son vistos como monumentos que contienen la memoria viva de un país o algo por el estilo.
¿Cuál es el impacto de esto?. Es discutible, yo creo que finalmente el balance es básicamente más ambiguo el uso del conjunto de los números. Sin llegar a Lugones, que en “La Montaña” había dicho: “las estatuas son mingitorios donde los débiles orinan”. La estatua no nos dice cosas, nos dice de la voluntad de una elite y de un Estado de celebrarse a sí mismo y de imponer ciertos símbolos, y no nos dice con respecto a la eficacia de la estatua como constructor; sino que ahí hay un problema.
Yo creo que a veces hay una sobredimensión (no solo aquí, sino en general) que nos lleva a no establecer una adecuada jerarquía entre los instrumentos que las elites usan debido a su impacto social.
Tenemos también gestas y aquí ciertamente uno haría una distinción; tenemos las fiestas patrióticas (desde los festejos del Centenario hasta el día de la Raza en 1917).
Como ustedes saben el día de la Raza fue establecido por presión de las elites españolas en Buenos Aires, no es una idea de la elite argentina.
Tenemos, entonces, fiestas patrias y tenemos también fiestas étnicas. Como ustedes saben una fiesta muy importante en Buenos hasta 1900 era la del 20 de septiembre que se llamaba la Pascua Italiana (la ciudad parecía una ciudad italiana).
Creo que dentro de este conjunto, dentro de este rubro (el tema de ritualidades) luego vendrá el fútbol que sirve para la construcción de muchas identidades y como cualquier deporte para la legitimidad, etc. Construye identidades simbólicas en distintas dimensiones territoriales o no territoriales y finalmente nacionales.
Pero creo que para este periodo me parece que lo más activo es la ritualidad escolar. Es el gran instrumento de Ramos Mejía, a partir de su actuación en el Consejo Nacional de Educación.
Me aparece que es claro que en esta lectura él iba a poner mucho menos énfasis en los contenidos y mucho mas énfasis que Le Bon (su fuente de inspiración) en la religión cívica que es la ceremonia a la bandera, la jura a la bandera.
En el rito no es importante el elemento discursivo, lo que se dice (todos hemos cantado con carencia operística Aurora sin entender la letra), lo importante es el ritual. Uno podría llevarlo hasta la política también ya que no es importante lo que una persona dice en un balcón o mejor dicho, tan importante como lo que dice es el rito entre las personas que hablan en el balcón y los que están abajo.
El otro punto es el servicio militar del cual podemos hablar bastante sobre las razones de su instrumentación (partiendo del contexto europeo fue la 1° Guerra Mundial un elemento tremendo, digamos así para la conformación de las identidades nacionales). Yo sé menos de lo que pasa adentro
Me parece que hay otro instrumento importante que tiene algo de ritual a decir verdad, que es la política (solo la menciono para la Ley Sáenz Peña). Yo creo que en la Ley Sáenz Peña siempre se ha visto solo en la dimensión del sufragio, y yo creo que esto es un error. (Uno de los defensores más importantes de la ley Sáenz Peña es Ramos Mejía).
Entonces tenemos tres instrumentos; la educación patriótica, el servicio militar y el voto obligatorio. El voto como escuela de ciudadanía, mas allá de la negociación política para la limpieza del sufragio que es paralela a esta. Es que los temas aparecen juntos en la reforma de Sáenz Peña.
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digital · Año 8 · N° 46 | Buenos Aires, Marzo 2002 |