La construcción de la simbología patriótica | |||
Instituto de Historia Argentina y Americana: "Dr. Emilio Ravignani" Profesor titular de la Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. |
Fernando Devoto
(Argentina) |
|
|
El Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte inaugura un nuevo ciclo con la participación de quienes nosotros denominamos pensadores de las problemáticas de nuestro tiempo, asociadas al deporte y la educación. |
|||
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 46 - Marzo de 2002 |
1 / 2
Introducción
Bueno, gracias también por venir a esta altura del año. No sé si Roberto les aclaro que no voy a hablar del deporte. Como él me insistió mucho para que diera esta charla, ahora, a lo mejor la misma se convierte en un castigo.
He tratado de armar una cosa, en mas o menos dos partes. Discutiendo primero algunos puntos mas generales o metodológicos sobre el problema de las identidades sociales y la construcción desde las elites desde el Estado, de identidades homogéneas, y como segunda parte, ver un poco esto en el caso argentino, en el período que va de 1880 a la Primera Guerra Mundial.
Entonces, yo comenzaría con el problema de las identidades que sabemos hoy, (¿sabemos hoy?) bueno, creemos que son múltiples, mudables, transformables en el tiempo, y siempre construidas. O sea que aquélla idea más antigua, las identidades como algo esencial a las personas, es una idea que tiene menos popularidad hoy.
IdentidadesSiempre, la definición más clásica con relación a la identidad es aquella que dio Frederick Barth cuando dijo que “la identidad es lo que uno es y lo que los otros creen que uno es” haciendo un juego entre la persona y el contexto social donde la persona opera.
El problema de dicha idea es que, si nosotros recuperamos la noción de Merton de que las sociedades contemporáneas son sociedades en las cuales existen una multiciplicidad de grupos de pertenencia y a su vez una multiplicidad de grupos de referencia, esto hace que las personas sean probablemente distintas cosas en distintos grupos de pertenencia y que la multiplicidad de grupos de referencia construya alternativamente identidades referenciales a estos grupos.
Me gusta hacer en aquí una distinción, que es arbitraria como cualquier otra, entre lo que yo llamo, o me gusta llamar, identidades primarias que las podemos señalar entre comillas como identidades dadas o derivadas de una experiencia social concreta de las personas y que tienen una limitada elaboración discursiva o ideológica, e identidades simbólicas, (o como se suele decir más recientemente, imaginarias) que son identidades más amplias en las cuales la dimensión constructiva desde determinados discursos es mas evidente.
Un grupo de personas en una aldea de la cual nunca han salido, en la cual nunca han tenido mucho que preguntarse “que es lo que ellos son”, porque son simplemente, porque distinguen un nosotros y un otros sin una decisión similar de intelectuales o militantes políticos o quien fuere los ayuden a construir esto, y aquellas identidades amplias, es decir, argentino, italiano en argentina, el ser proletario, (tomado no como un sujeto que trabaja en una fábrica sino porque tiene conciencia de pertenecer a una identidad más amplia en la cual es sujeto que trabaja en esta o en cualquier otra fabrica) en donde es evidente que este proceso, es un proceso en la cual la dimensión constructiva es una dimensión que se desarrolla en una dimensión temporal más larga en la vida del sujeto.
Ahora, yo agregaría una ultima distinción que la tomaría un poco prestada de Erving Goffman. Él hace una pequeña distinción entre el yo como imagen de sí construida por una persona y por otro lado como algo que esta en un juego social, en una interacción social. Esto de estar en un juego social, en una dimensión social, en un rito social, tiende a negociar (no es una expresión demasiado pertinente pero sí gráfica) ese yo en relación con otros.
En este sentido, segundo sentido, yo diría que las identidades, y este es el problema para el historiador, tienen una dimensión instrumental importante que tiene que ver con distintas dimensiones, con la aceptación social que la persona espera tener de la presentación de su yo social, de su identidad de un determinado modo con el prestigio que ciertas identidades tienen en ese espacio de interacción social de las personas.
Es evidente que en Buenos Aires era más prestigioso ser inglés que ser italiano, ser italiano del norte que ser italiano del sur (como ustedes saben cuando hablan con cualquier descendiente de italiano enfatiza que es del norte y no del sur), ser vasco de origen francés que español (casi no hay vascos españoles).
Es decir, aquí vemos el prestigio social que conlleva una determinada presentación de la identidad a la que pertenece. Y por otro lado los beneficios, lo que podemos llamar una especie de identidad concreta, en la cual se ve sobre todo en los Estados Unidos con el negocio de la etnicidad; aquellas personas que la presentación del yo étnico influye en sus negocios. Un ejemplo banal es el comerciante que vende productos a una comunidad de inmigrantes, el comerciante que comercia con productos étnicos (el aceite de oliva italiano, si ustedes quieren).
Ahora, si esto es una pequeñísima introducción que quizás sirva para discutir y no para otra cosa, es evidente que esta idea de multiplicidad de identidades es extraordinariamente visible en la Argentina. Que acompaña a la gran inmigración, derivada, yo creo, en primer lugar de la heterogeneidad de origen y esta heterogeneidad de origen no concierne solo a los inmigrantes sino que también concierne a los nativos que se han desplazado bastante en este período. Y claro que concierne a una segunda dimensión que me parece que existe en la Argentina que se está formando: una debilidad relativa de las identidades simbólicas.
El inmigrante que llegaba aquí (existe también un problema de cronología), a fines del siglo XIX había sido poco permeado por los mitos nacionales en origen, en tanto en muchos casos no había pasado por la escuela y no había pasado por la milicia, los dos instrumentos clásicos de homogeneización.
En el caso de los nativos, mas allá de aquellos que habitaban en Buenos Aires, los cuáles fueron sometidos a la intensa ritualidad política en la época de Rosas, creo que está lejos aquella historia famosa de Cunnighan-Graham está bastante lejos de fines del XIX. Creo que en este sentido al menos, estas identidades simbólicas amplias son relativamente débiles, (no digo que no existan). Quizás una cosa pueda actuar como compensación de la otra; por un lado tenemos una gran heterogeneidad pero esta gran heterogeneidad no reposa a nivel del conjunto social, no reposa sobre la identidad ritual. Si creo que hay identidades fuertes en las elites que habría que precisar. Pensemos en los grupos dirigentes nativos y extranjeros, solo que me parece que estas elites no están vinculadas en un único sistema de referencias. Entonces siempre se ha insistido mucho en la capacidad de la elite nativa de imponerse como elite social sobre el conjunto de este heterogéneo conjunto de personas.
También me parece que esta cuestión es algo que habría que discutir, porque creo que para un italiano de la elite, incluso para un español de la elite, sus grupos de referencias no estaban necesariamente en la elite social argentina (o no estaban únicamente en la elite social argentina). Entonces como estaba el Jockey Club por un lado, estaba también el Club Italiano, el Club Español, el Club Francés.
Entonces creo que este va a ser uno de los problemas de la elite argentina, a partir del momento que se cierra, digamos a partir de los '80; tratar de construirse como grupo de referencia del conjunto de la sociedad (el éxito de esto es una cosa que habría que discutir).
La raíz nativa no era un sujeto a considerar socialmente y esto aparece mucho en la retórica de grupos inmigrantes que tratan a la elite nativa de holgazana y vulgar.
Eso sobre una sociedad que no es diferente de otras sociedades que se encuentran en proceso de desarrollo capitalista o de industrialización, de urbanización, de organización. Me parece que parte de los problemas visibles en la sociedad argentina son semejantes a los problemas visibles en las sociedades europeas contemporáneas: Francia, Italia, etc.
Yo creo que los dos temas claves, que hacen semejantes si bien con diferencias de grado, pero semejantes en naturaleza digámoslo así, son: la movilidad espacial que es muy elevada desde la segunda mitad del siglo XIX, (son importante para las migraciones internacionales pero las migraciones internas no son menos importantes que las migraciones internacionales), y la concentración urbana.
En el caso argentino, entonces, yo creo que el hecho de la inmigración genera discursivamente una idea mayor de amenaza y este debate que ha habido sobre como era la sociedad argentina (estoy pensando esencialmente en la ciudad, porque hay muchos contextos).
Entonces en todo el debate que hubo entre los historiadores acerca de si esta sociedad debía definirse como paradigma del crisol de razas, yo quisiera usar una versión diferente y hablar de un pluralismo social que parte de una idea que me gustaría defender. Es la idea de la heterogeneidad básica de cualquier país de inmigrantes y esta heterogeneidad en el caso argentino es una heterogeneidad cultural, pero por debajo de ella hay una heterogeneidad social.
A mí me no me gusta seguir el modelo clásico de la sociología, es decir partir de las sociedades como un todo, y que ese todo puede ser más homogéneo o menos homogéneo, más homogéneo en el futuro, etcétera.
A mí me gusta partir de la idea contraria; de la sociedad como una realidad fragmentada unida a través de determinados vínculos, o sea como si la sociedad fuera como Venecia en la cual tenemos una serie de islotes y estos islotes están vinculados por puentes. La metáfora es mía pero la idea no es mía, es de un sociólogo que se llama Mark Granovetter que ha enfatizado mucho el tema de las redes sociales. Lo que él llama los lazos débiles, son los puentes, que son aquellos que articulan a una sociedad. El funcionamiento de una sociedad, entonces, no tiene que ver con que la sociedad funciona mejor cuanto más homogénea, sino que tiene que ver con cuanto mejor desempeñan su papel los puentes que articulan los distintos grupos, y en este caso los puentes son los que unen los distintos islotes. (Islotes vistos como conjunto de relaciones de personas, o sea como redes, o vistos como grupos interconectados, como se quiera, pero la idea puede congeniar en ambas tradiciones).
A mí me parece que la sociedad argentina es una sociedad muy heterogénea quizás más heterogénea que otra hasta 1914. Si hoy en día la sociedad funciona bien es porque los lazos, los puentes, funcionan relativamente con eficacia, o sea mucho más eficazmente que en otros contextos. Pero me da la impresión de que si usáramos una metáfora de redes diríamos que en la sociedad, las redes son de malla abierta no de malla cerrada, no son redes densas. La red densa son las personas en una aldea, o en un barrio obrero en Inglaterra, donde las personas viven ahí hace tres generaciones y todos se conocen, entonces, diríamos el control normativo de ese contexto social sobre los individuos que lo integran es muy alto. Yo creo que en el caso argentino en la medida en que existe esta alta movilidad espacial donde las personas han llegado desde distintos lugares aún siendo a través de redes, cadenas inmigratorias, etcétera; pero, yo diría que, al menos las redes son más abiertas, los débiles son más importantes que los lazos fuertes en la construcción de esta sociedad y esto tiene ciertas implicancias. Yo tengo idea sobre esto, no he trabajado muy sistemáticamente, en cuanto a la disciplina social y sobre el tema de la jerarquía social, pero creo que hay que buscar algún modo de explicar el extremado individualismo y el extremado democratismo social. No estoy hablando de democracia política de la sociedad argentina; yo creo que esto puede ser una vía para que nosotros expliquemos esto. Juan Agustín García, un hombre que formaba parte de una elite que no se sentía respetada suficientemente, lo decía con aquella famosa frase en La ciudad indiana; "El problema del argentino es el problema del desprecio de la ley” o aquella frase que él decía “Nadie es más que nadie dice una voz en el fondo de la pampa”.
Bueno, ¿de dónde emerge esto?. No basta decir que esto emerge de un conjunto de mitos igualitarios; creo que emerge de una sociedad con una dimensión heterogénea grande con una dificultad para establecer lazos de construcción sean horizontales o verticales sobre los sujetos sociales. Me interesaría esto como un punto para discutir.
Creo además, que en esta sociedad hay unas instancias de cohesión que están presentes, aunque sea fragmentariamente, en el mismo período en el contexto europeo. Son menos visibles en el caso argentino.
Lo más parecido a un movimiento político que genera cierta cohesión identitaria es el radicalismo yrigoyenista, solo que esta cohesión identitaria tiene más que ver, no con la aparición de las masas como fenómeno político que se vinculan con un líder en tanto masas, sino con una construcción de una estructura interpersonal que si queremos la podemos manejar entera, pero en la cual la dimensión colectiva es menos fuerte que la dimensión de las relaciones interpersonales con la figura de Irigoyen.
Una segunda dimensión que también es una dimensión que posee señales en lo que hace a la nacionalización de las masas es el asociacionismo como constructor de identidades amplias.
Ahora, aquí lo que hay que recordar, es que en este período el asociacionismo dominante es el asociacionismo étnico. Si uno toma datos de 1914 hay más o menos, son datos parciales, 750 sociedades de socorros mutuos étnicas en la Argentina (unas 450 italianas, 250 españolas, casi 100 francesas). Y en cuanto a las entidades que en alguna dimensión son competitivas con ellas, hay 180 círculos católicos de obreros de los cuales 100 están en Capital (es decir, que son un problema esencialmente de Buenos Aires). Y si uno toma para comparar un indicador, el Congreso fallido de reunificación de la FORA - Federación Obrara Regional Argentina - y la UGT - Unión General de Trabajadores - en 1907 que es el Congreso que reúne mayor cantidad de delegados de entidades (reúne más que 180) vemos que tenemos a su vez un problema en el cual estas asociaciones están operando en un contexto de homogeneización, pero ese contexto de homogeneización es un cuadro fragmentado étnicamente.
Lo mismo podríamos decir sobre otro problema, que es el problema clásico de Gabriel Tarde; el de la construcción del público y a partir de esta temática, la construcción del público desde un órgano de difusión de ideas como es el caso de un periódico. Por ejemplo, siempre hay que recordar que el tercer periódico de Buenos Aires era la Patria Italiana que vendía cuarenta mil ejemplares, y La Nación vendía sesenta mil.
Lo que quiero observar, es que, por lo menos, en ciertos sectores sociales (clases medias que consumen periódicos, los miembros de los clubes o de los círculos europeos) tenemos esta distinción o esta diferenciación.
Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 8 · Nº 46 | sigue Ü |