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El Parapente como modalidad deportiva de "Sliz"

  Doctor en Ciencias del Deporte. Instructor Nacional de Parapente.
Especialista deportes de "Sliz". Facultad de Ciencias del Deporte.
Universidad de Extremadura (España)
Kiko León Guzmán
fleon@unex.es

 

 

 

 
Resumen
    Entre las modalidades deportivas de Sliz, existe un grupo de ellas cuyo desplazamiento se realiza en un medio gaseoso como es el aire y en el que son las llamadas "Fuerzas aerodinámicas" las que hacen posible este desplazamiento controlado.
    El sueño de volar del hombre es tan antiguo como él mismo. A lo largo de la historia, han existido auténticos aventureros que han dejado su vida, en muchos casos, literalmente, en busca de ese sueño.
    La investigación y la aparición de nuevos materiales hizo posible que el hombre se desplazase por el aire "como los pájaros" sin otra ayuda que la de la propia naturaleza, sin inventos propulsores. Había nacido el vuelo libre y con él, una multitud de seguidores en busca de cumplir ese repetido sueño.
    Tres modalidades de vuelo libre (sin motorización auxiliar) pueden destacarse con suficientes características diferenciadoras: El conocido en España como "Vuelo sin motor"(veleros, planeadores), El Ala Delta (Hang gliding, papalotes en Sudamérica) y el Parapente (Paragliding).
    En este artículo tratamos el parapente como modalidad deportiva de "Sliz", en el que desarrollamos la definición propuesta y pretendemos transmitir las "sensaciones" y "emociones" obtenidas con su práctica, más que aportar datos excesivamente profundos sobre aerodinámica, aerología o técnicas de pilotaje.
    Finalmente facilitamos algunas direcciones en Internet en las que se puede ampliar información.
    Palabras clave: Desarrollo motor. Material deportivo.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 35 - Abril de 2001

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Introducción

    La práctica totalidad de los "ingenios voladores", incluidas las aves fundamentan esta posibilidad en las fuerzas que se originan al circular el aire alrededor de lo que se conoce como "perfil aerodinámico". Las alas de los grandes aviones de pasajeros y la de las gaviotas disponen de este diseño.

    Al circular el aire a ambos lados de él o atravesar éste una masa de aire, lo cual general que el aire circule por su superficie, provoca que la lámina de aire que pasa por la parte superior convexa, llamada extradós lo haga a mayor velocidad que la lámina que pasa por debajo, parte cóncava llamada intradós.

    Esta característica provoca que en un determinado instante exista menos cantidad de aire arriba que abajo y, por lo tanto, se produzca una disminución de la presión. La tendencia natural a la estabilidad, hace que el aire que, en ese momento, se encuentra debajo del ala y que está a mayor presión, trate de ocupar el espacio con menor presión que ha quedado justo encima, al otro lado de la vela, lo que provoca un efecto de "succión" por parte de la masa de aire situada en el extradós y, por tanto, de sustentación.

    Sin profundizar mucho más puesto que no es el objeto de este artículo, diremos que el objetivo del hombre como animal inteligente con intención de parecerse a los pájaros, sería tratar de conseguir fabricar aparatos que dispongan de este perfil aerodinámico y de montarse en él.

    En resumidas cuentas, esto sería lo que hacen los pilotos de parapente, ala delta o Jumbo 747. Las diferencias entre unos y otros radica en el protocolo por el que se llega a formar ese perfil y la fuerza que genera la propulsión que origina que el aire acabe circulando alrededor de tal perfil.


El Parapente como aeronave

    Evolucionado a partir de los paracaídas direccionales (dirigibles), Se compone de una estructura flexible, la cual adquiere su forma y configura su perfil aerodinámico, a partir de la presión del aire que "le entra". Una estructura de tubos (cajones) de tela unidos en batería y, cerrados por su extremo posterior (borde de fuga), hacen que a partir del diseño de los laterales de tales cajones (costillas) se logre la forma de perfil aerodinámico del ala en vuelo.

    Todo ello es posible por estar fijada la estructura al deportista que cuelga debajo mediante unos finos cordones específicamente diseñados, que hacen que se mantenga la estructura y se haga posible el desplazamiento controlado.

    La acción de la gravedad hace el resto. El peso del piloto "tira" del conjunto hacia abajo lo que posibilita que surja la circulación del aire. A partir de ahí, los metros avanzados por los metros caídos (tasa de caída) determinará la capacidad "planeadora" del aparato.

    Teniendo en cuenta esta facultad, el siguiente objetivo pasa por localizar masas de aire que se desplacen en sentido vertical ascendente, de forma que se logre superar esta "tasa de caída" y, por tanto, se pueda prolongar el tiempo de vuelo.

    Estas masas ascendentes las encontramos en dos posibilidades.

  1. "Ascendencias dinámicas": producidas por el "choque" de la masa de aire en movimiento (viento) contra un relieve orográfico. El aire, como cualquier otro fluido) se desplaza junto a la corteza terrestre, "yendo cuesta abajo" cuando haya un "bache" y "subiendo por las laderas" cuando se encuentre con una montaña.

  2. "Ascendencias térmicas": producidas a partir del calentamiento del sol sobre una zona de la tierra. Esta zona va calentándose y por tanto transmitiendo ese calor a la masa de aire situada justo encima de ella. Cuando alcanza suficiente temperatura como para diferenciarse del resto de aire circundante se "desprende" y comienza a ascender. Normalmente, "por el camino", va uniéndose a otras "burbujas" terminando por conformar una "columna" de aire ascendente.

    El piloto trata de mantenerse el mayor tiempo posible dentro de esa masa de aire ascendente. En el caso de las ascendencias dinámicas, su intensidad ascendente dependerá de la velocidad del viento que, unido a la forma (pendiente) de la ladera en la que se "apoya" incidirá en la altura hasta la cual podrá subir el piloto y mantenerse en esa franja ascendente.

    En el caso de las ascendencias térmicas, la "potencia" y "anchura" de las mismas determinará si pueden ser aprovechadas y esto dejará de ser así cuando la temperatura de corriente se iguale con el aire circundante y por tanto, deje de ascender. También puede encontrar su "techo" al llegar a la frontera con otra gran masa de aire a distinta temperatura, produciéndose lo que se conoce como capa de inversión.


El parapente como actividad de Sliz. Productora de sensaciones.

    No es muy difícil imaginarse las sensaciones y emociones que pueden obtenerse con la práctica del vuelo libre, en general, y el parapente, en particular.

    Como instrumento de "pendiente" o "despegue a pie" que es, la presencia de una diferencia de altura entre el punto de despegue y el aterrizaje se hace imprescindible. La simple ubicación del piloto en el campo de despegue contemplando el entorno por el que va a evolucionar ya plantea una emoción digna de mención.

    Sin embargo, empezaremos tratando de trasmitir lo experimentado al estar suspendido, "colgando" a gran altura mientras vemos pasar por debajo a baja velocidad, las copas de los árboles, los caminos y arroyos o las casas de los pueblos. El silencio es absoluto, únicamente el producido al pasar el viento por nuestros oídos o chocar con los "cordinos" que nos sustentan. La vista no nos alcanza a ver el final del llano, o el extremo del valle. Se distinguen los colores de los bosques, los campos sembrados, las zonas de roca. Vemos los coches en el despegue y a los compañeros equipándose para salir. Está solo, pero a la vez todos están allí, están viendo como disfrutas y te hace sentir grande, libre, o todo lo contrario, pequeño e insignificante dentro de un universo maravilloso.

    Miras atrás y obtienes esa visión completa del monte desde el que has abandonado la tierra para pasar a ser uno "de esos que vuelan". Hace unos momentos este trozo de tierra era como los demás, estaba limpio de maleza y desde el extremo inferior se podía sentir el viento en la cara y ver limpio y despejado el valle "de abajo". Ahora solo es un claro en la espesura de una sierra y pasa a estar integrado en un paisaje inmenso, completo.

    La mente se libera, la percepción de las cosas se amplía, el tamaño de la naturaleza cambia de perspectiva. Lo que antes era la montaña más alta de la zona, ahora es una sombra más entre un montón de ellas. Te preguntas, ¿cómo podía parecerte tan grande todo si ahora casi no distingues cual es el monte desde el que has despegado?

    Te dejas seducir por esta sensación, balancearte, buscar algún detalle en el monte, una valla, un camino, alguna casa en ruinas oculta entre unas higueras,…

    Es difícil tratar de hablar de sensaciones en términos muy científicos. La finalidad del párrafo anterior es tratar de despertar la inquietud de aquellos que son capaces de imaginar estas sensaciones. Muchas veces, después de una buena tarde de vuelo, mientras comentamos "la jugada" con la compañía de alguna cerveza, surge una expresión de manera habitual "Nadie debería morirse sin probar esto". Ese cansancio físico mezclado con ese descanso psíquico y el poder compartir todas estas emociones con tus compañeros de vuelo, hace que te vayas a tu casa deseando que no termine nunca este fin de semana con estas condiciones tan buenas.


El parapente como modalidad deportiva, como actividad motriz

    Como cualquier otro "deporte", el parapente requiere de una técnica deportiva (acciones musculares coordinadas) que hacen posible el control del desplazamiento. El aprendizaje de la técnica del parapente se centra en tres momentos claves: El despegue, "el vuelo" y el aterrizaje.

    Las características de fabricación y concepción de un ala que adquiere su forma por la presión del aire que entra en ella, condiciona la técnica de despegue y aterrizaje. La vela se despliega y extiende sobre el campo de despegue, apoyada en el extradós y con el "borde de ataque" (parte delantera del ala, parte "ancha" del perfil aerodinámico, las "bocas" de los "cajones") en la parte alta de la pendiente. A continuación y por debajo, se sitúa el piloto que se "ata" a su silla - arnés con el correspondiente equipo de seguridad (casco, guantes, traje de vuelo, intercomunicador, alti variómetro, …)

    El despegue está orientado al viento, de forma que incide directamente en la cara del piloto con un intensidad óptima entre 7 y 20 Km./h. El deportista "tira" de los cordinos que llegan hasta las "bocas" de los cajones ("banda A") lo que hace que el viento comience a entrar por ellos y la vela empiece a tomar la configuración de ala. Una vez situada sobre el piloto, inicia una decidida carrera hasta el extremo del despegue, momento en le que, suavemente, pierde el contacto con la corteza terrestre pasando a engrosar las lista de los "afortunados".

    Durante el vuelo, se controla la dirección incidiendo en los extremos del parapente por su "borde de fuga" (parte cerrada de los cajones, la parte de atrás de la vela). De forma asimétrica se tracciona de uno de dichos extremos mediante la utilización de un "mando" o "aerofreno", el cual y de manera resumida, presenta una resistencia al avance en este lado traccionado (frenado) que hace que el otro extremo de la vela libre avance más deprisa y por tanto , se produzca un giro hacia este "lado frenado".

    De esta forma se va controlando la dirección posibilitando el mantenernos a voluntad, dentro de las masa de aire ascendentes comentadas anteriormente.


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