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Participación de la mujer en la elaboración |
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Profesora de Educación Física (Argentina) |
Marta Antúnez
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Desde el advenimiento de la democracia, la mujer ha ido participando activamente en gestiones gubernamentales, en cargos electivos y en otro tipo de organizaciones. También se ha incrementado su participación en el deporte de representación, ha aumentado el porcentaje de mujeres argentinas que asisten a Juegos Olímpicos y Panamericanos. |
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http://www.efdeportes.com/
Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 26 - Octubre de 2000
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Introducción
Al analizar el tema de la dirigencia deportiva y participación de la mujer en la misma, es menester tener en cuenta un sinnúmero de factores en el momento de formular una hipótesis de la situación actual.Hay que tomar la temática del género y su participación en el ámbito político teniendo en cuenta la evolución histórica y la inclusión femenina en las gestiones gubernamentales, en cargos electivos y en otros tipos de organizaciones. Se deberá analizar la llegada de mujeres a lugares públicos y de toma de decisión y la relación entre ambos sexos en esas instancias.
Asimismo habrá que realizar un análisis específico de la participación deportiva femenina en diferentes ámbitos del deporte, desde la representación en todas sus instancias hasta la participación en sus planeamientos políticos y de equipos o delegaciones.
En los últimos años la temática mujer ha venido abordándose desde muchos planos, en especial en los campos social y cultural. Si tenemos en cuenta que el deporte está inmerso, en forma significativa y creciente, en todos los aspectos de la vida cotidiana, y con connotaciones políticas, de una nación, no puede soslayarse tampoco esta temática.
Hasta el momento, los estudios de género se basaron, al igual que en las demás áreas temáticas, en las diferencias biológicas y culturales entre hombres y mujeres. A consecuencia de ello, toda la bibliografía gira en torno a rendimiento y medicina deportiva.
En el deporte es donde socialmente están aceptadas las “diferencias”, las “desigualdades” son “naturales”. Estos argumentos, hasta hace muy poco daban validez a las discriminaciones sociales, jurídicas, políticas, económicas de las mujeres, estaban basados también en diferencias biológicas y físicas y fundamentaban todas las demás diferencias.
La discriminación de la mujer no es una cuestión sexual, sino básicamente social y cultural, y la mayoría responde a conductas de hecho, no de derecho. Esto hace que la igualdad de oportunidades en todos los aspectos de nuestra sociedad exista en teoría, pero esté lejos de alcanzarse en la práctica. En función de ello deberán arbitrarse mecanismos que apunten a la modificación de las conductas culturales predominantes, en donde los que son considerados pares son solamente los varones.
Existen dentro del propio género, complicidades y diferenciaciones, actitudes que permiten la dependencia y mantenimiento de estereotipos retrógrados, y que brinda la comodidad de pertenecer a este grupo de mujeres que es funcional y útil a la discriminación.
Sin embargo, la mujer ha incrementado su participación activa en la sociedad.
A partir de la recuperación del Estado de Derecho en 1983 en la Argentina la mujer ha entrado en una nueva etapa de participación determinando un avance en la obtención y respeto de derechos adquiridos. La mayor participación de la mujer se dio gracias a dos puntos importantes en la evolución histórica; por un lado la demanda femenina en diversos partidos políticos y organizaciones y por el otro la actitud positiva del Estado a través de la legislación que generó la apertura para ésta participación.
De acuerdo a la Reforma Constitucional de 1994, en el Art. 75 inc. 22 se reconoce la jerarquía constitucional a tratados y convenciones internacionales entre los que se encuentran la Convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer. Basándose en esta Convención que fuera aprobada por Ley N° 23.179/85, los Estados-parte se comprometen a tomar en todas las esferas, en particular en las políticas, social, económica y cultural, todas las medidas apropiadas incluso de carácter legislativo a fin de asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer en estas áreas en igualdad de condiciones con el hombre. La herramienta más importante que consagra ésta Convención es la llamada “acciones positivas” o de “discriminación positiva”, éstas son medidas especiales de carácter temporal que pretenden aclarar el logro de la igualdad entre sexos en las diferentes esferas sociales.
Imagen, política y poder
La igualdad de oportunidades efectiva, sin discriminaciones, no va a lograr establecerse en tanto las mujeres no logren elaborar la imagen propia de su género, con necesidades propias, voluntades claras y métodos singulares para manejar el poder, para la toma de decisiones en política y para generar los cambios esperados.Socialmente no está bien visto que la mujer se sobreexija en lo profesional o en lo político, ya que deja de lado a sus hijos por el logro de un éxito y esto “perjudicaría” el equilibrio familiar. En cambio que un hombre lo haga, habla de su responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes y, por el contrario, propende al éxito y al bienestar de su familia.
El deporte no está al margen de esta apreciación, sino por el contrario, se considera que la mujer difícilmente pueda acceder a planos de rendimiento máximo ya que este es un lugar reservado para los más fuertes o sea los hombres, que además son quienes pueden disponer de tiempo suficiente y adaptaciones morfológicas y fisiológicas para poder desarrollar este máximo esfuerzo.
Todas éstas cargas hacen que las mujeres no logren asumir compromisos con el liderazgo en cualquier ámbito. La sociedad no impulsa a éstos papeles a hombres y mujeres de igual manera, no mide actitudes ni aptitudes sin considerar el sexo.
Generalmente el acceso de mujeres a lugares de toma de decisión se da por negociaciones individuales y no por impulso de otras mujeres, con lo cual este acceso no es compartido por otras, aunque en una primera instancia haya existido un trabajo colectivo. Esto hace que ellas se encuentren sin apoyo y su trabajo sea casi infructuoso en lo que respecta a la temática femenina.
Entonces a medida que hay más mujeres más cerca de lugares de poder, se encuentran más alejadas y con mayores diferencias con el propio género.
Igual situación se percibe en el deporte, donde a la mujer se la proteje en lo participativo con el concepto de que no puede o no debe realizar los mismos esfuerzos que los hombres u obtener de esos esfuerzos los mismos réditos en el alto rendimiento, por lo tanto se le cierran los caminos hacia la dirigencia, ya que si no "rinde" lo mismo que los hombres en lo físico tampoco "rendirá" en lo dirigencial.
Por otra parte las mujeres tienen la presión del sector masculino, que por el avance femenino en estos planos se sienten invadidos y con pérdida de cargos y lugares, entonces se crean “nuevos espacios de participación” en los que las mujeres puedan actuar, claro que con mínimas atribuciones y encerradas en sí mismas sin posibilidades de crecer o ascender y modificar puntos de interés. Estos espacios sólo alimentan el viejo sistema.
Surgen así, comisiones de mujeres o afectación a los "deportes femeninos" en los que generalmente, y al no compartir las mismas comisiones quedan relegadas a lugares en donde nunca avanzan, ya que en el momento de decidir delegaciones o tomas de decisiones, estas comisiones no comparten esos lugares. Entonces el "deporte masculino" encuentra el camino hacia el desarrollo y el "femenino" queda reservado para lo social y recreativo, cumpliendo así con el papel que se espera de las mujeres en todos los aspectos sociales.
A medida que las mujeres fueron avanzando en la participación política, los mecanismos fueron de incorporación en los ámbitos donde se “requieran los valores femeninos”, que son los organismos sociales, donde el poder quede relegado a un segundo plano o se reniega de él por considerarlo corrupto e inescrupuloso, con la premisa de que las mujeres son más sensibles socialmente, menos corruptas, más serviciales, tienen más intuición y desde allí pueden “humanizar la política”. El poder femenino debe amoldarse a éste estereotipo para ser aceptado.
El deporte, al ser considerado un ámbito de representación y competencia, deja de lado a la mujer y arrastra en este aspecto al deporte social como estamento de menor jerarquía y que sirve a los hombres para acceder al deporte de rendimiento y e ir escalando posiciones en organismos superiores, así la mujer va quedando fuera de toda dirigencia.
Se deben potenciar las capacidades femeninas desarrollando dirigentes y haciendo tomar conciencia de la posibilidad de decisiones, riesgos y participación autónoma con juicios críticos.
Hasta hoy, al estar la mujer alejada de los pasillos del poder, tampoco puede aprender y transmitir esto a otras, no puede incluir política con visión propia y se queda sin posibilidad de cambiar.
A medida que la mujer se introduzca en el espacio político, se va a ir tomando visión de las demandas femeninas, se va a dar un aprendizaje real para crear una dirigencia femenina.
Debe analizarse que tipo de igualdad o participación pretendemos de la mujer, ya que en la medición del rendimiento necesariamente se plantea una desigualdad basada en características físicas, como en el caso de los deportes en los que prevalece la fuerza y la velocidad.
La “igualdad” o “diferencia” se seguirá dando en los parámetros marcados por el rol masculino y no a uno propio. La “igualdad” no debe darse con respecto al plano masculino, si no pocas mujeres podrán acceder a este y las demás perderán toda la protección que les permite la “diferencia”.
En la política la idea de igualdad aun hay que elaborarla, responde a un proceso que será la aculturalización de lo femenino y lo masculino, es dinámica y actuante en el presente.
La lucha no solo es del hombre contra las mujeres, sino de mujeres y hombres contra estructuras culturales arcaicas.
En los profundos cambios que se están viviendo en todos los aspectos no puede permitirse que la mujer quede al margen, ya sea por exclusión cultural en patrones gestados hace siglos o por una autoexclusión generada en la comodidad de la falta de participación, considerando que la mujer no solo tiene derechos de participar sino la obligación de involucrarse y poder formar su imagen y debe formar parte de esta elaboración del presente con el fin de forjar una identidad colectiva desechando la estructura antigua que no se corresponde con el hoy.
Mujer, Deporte y Dirigencia
En la gran mayoría de los deportes mujeres y hombres compiten por separado y a la mujer se la protege de esfuerzos y competiciones bruscas más que por fundamentaciones verdaderas por conductas culturales, en el momento en que se descubre que la mujer puede realizar tareas deportivas similares a las del hombre se genera una sorpresa o se la cataloga de masculina, y estas reacciones se dan en ambos sexos, hay mujeres que no quieren identificarse con la imagen deportiva por que esto la masculiniza, otras optan por diferenciar deportes femeninos de masculinos.Hoy, va quedando cada vez mas lejos la postura de que la mujer no debe o no puede realizar ciertas pruebas o deportes, al menos desde el punto de vista científico, aunque en lo cultural los resabios son importantes.
En el deporte la tarea de aculturalización debe ser dada a los dos sexos por igual, la propia mujer se autodiscrimina por que teme no rendir al igual que el hombre, de hecho en los deportes de fuerza es así, pero se han encontrado situaciones de igualdad en algunas disciplinas.
La visión del deporte femenino sostiene que la mujer se desarrolla mejor en aquellas disciplinas artísticas o de precisión, en donde se la pueda ver de acuerdo a patrones femeninos culturales, y que no es grato observar a una mujer en actitudes deportivas de confrontación o en aquellas donde se desarrolle una masa muscular voluminosa por que esas son características masculinas.
Estos aspectos no sólo son sustentados por hombres si no que en un alto grado por las propias mujeres quienes además se avergüenzan y critican actitudes de deportistas por no responder con el mantenimiento de la imagen femenina.
Todo esto puede corroborarse en las participaciones de la mujer en delegaciones nacionales, en donde se ha ido incrementando la participación, la cual sin embargo no supera el 35% en dichas delegaciones, ya que hay federaciones que no conforman los equipos femeninos, por que no lo tiene, caso béisbol, o por que no clasifican para representación. Esta representación femenina es mayor en los Juegos Panamericanos y menor en los Juegos Olímpicos (un 32.88% en los Panamericanos ´99 y un 26.25 % en los Olímpicos 96´), habiendo aumentado de forma importante con respecto al total histórico de representación (9.13%).
Pero hoy el deporte ha tenido una evolución imponderable en todos los aspectos, desde hace más de 100 años en que se llevó a cabo el primer Juego Olímpico hasta hoy ha logrado ocupar un lugar preponderante en todos los aspectos, se ha transformado en un fabuloso negocio en el que participan más y con mayores montos de dinero, lo que lleva a asegurar que en el próximo milenio éste sea el tercer negocio legal a escala mundial.
Este debería ser un fundamento más que resistente como para pensar que debe incluirse en el desarrollo político en cualquier nivel y que esto debe ser tenido en cuenta para todos los integrantes de la comunidad deportiva, desde el deportista al espectador y los partícipes de este negocio.
Alrededor del fenómeno deportivo debe desarrollarse una política acorde a esta evolución, lo que significa el ordenamiento de funciones y competencias entre el Estado y la comunidad deportiva en el marco de una política general.
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