Surgimiento y desarrollo del deporte moderno en |
|
Department of History. Clemson University (EE.UU.) |
Joseph L. Arbena |
---|---|
Trabajo presentado en el VII Congreso Brasileño de Historia de la Educación Física, |
|
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 24 - Agosto de 2000 |
1 / 2
English version
Que la difusión de los deportes ha sido un aspecto de los últimos siglos resulta innegable. En la era de colonizaciones y expansión europea posterior a 1492, los portugueses, los españoles, los franceses, los ingleses y otros trajeron varios juegos, deportes y formas de recreación a zonas aún no afectadas por la sociedad europea. En América Latina, en el siglo XVIII, se conocían los juegos de cartas españolas, los combates de animales, numerosas actividades ecuestres - incluyendo las corridas de toros - y las primeras versiones de juegos de pelota vascos.1
Utilizando la terminología de Allen Guttmann, todos estos encajaban dentro de la categoría pre-moderna. Es decir, había más juegos y divertimentos que verdaderos deportes, careciendo de consistencia y estructura a través del tiempo y del espacio.2
I A mediados del 1800, por el contrario, las prácticas deportivas entrantes en el dominio latinoamericano, tanto de Norteamérica como de Europa y el Reino Unido, exhibían cada vez más características asociadas al desarrollo de las sociedades modernas de donde provenían: mayor estructura y disciplina, reglas más estandarizadas a lo largo de áreas geográficas más extensas, administración burocrática sobresaliente, métodos de entrenamiento y tomas de decisiones racionalizados, evaluaciones basadas más en las capacidades y el desempeño que en competencia, clase ó género, y signos de masificación y comercialización.3
Al menos algunos pensadores latinoamericanos se convencieron de que los deportes importados, cualquiera fuera su procedencia, podrían servir para enseñar la conducta necesaria para acelerar la modernización en sus todavía atrasadas ciudades, aunque generalmente preferían los tipos de deportes amateur por sobre los profesionales, y podrían servir para demostrar que sus países y sus grupos selectos estaban consiguiendo nuevos niveles de sofisticación y estatus.4
José Vasconcelos, un filósofo, político y educador mexicano, unió la recreación, los juegos, la educación física y los deportes al mejoramiento de la salud y la ética, y por ende, al desarrollo de la juventud y la sociedad mexicanas, a través de la disciplina del trabajo en equipo y el rechazo de las costumbres sensuales destructoras del cuerpo, como el comer insanamente, el alcoholismo y la actividad física insuficiente.5 Cesar Viale, un abogado, político y por mucho tiempo organizador deportivo argentino, del mismo modo sostuvo que lo muscular y atlético era el camino para enriquecer la salud, la virilidad y el poder de una nación, como dijo su compatriota Próspero Alemandri, quien afirmó que la práctica de deportes fortalecerían esas virtudes que resaltan lo mejor de la vida.6 Del mismo modo dio a entender que en Brasil la aceptación del fútbol, y aún antes, de las carreras de caballos y del remo, era parte de un largo proceso de importación consciente de costumbres y hábitos extranjeros, apuntados a imponer el control social y la disciplina y las cualidades necesarias para funcionar en una sociedad jerárquica y eventualmente industrial.7 Pero como Víctor Andrade de Melo y Julio Frydenberg dan a entender, diferentes grupos socio-económicos enseguida aprendieron a inyectar en sus deportes distintos significados y a encontrar en ellos el camino a diferentes fines.8
Por supuesto, el vínculo observado entre el deporte y el extenso comportamiento sociopolítico no era novedoso en el siglo XIX. Recordemos los esfuerzos españoles para suprimir la tradición de los juegos de pelota mesoamericanos y la lucha puritana para proteger el Shabat (Día de descanso) de la supuesta corrupción. Pero estas campañas novedosas fueron más comprensivas y constructivas, buscando mejores actitudes y comportamientos a través de la expansión del deporte, la educación física y la recreación, más que atenuando las acciones indeseables mediante la regulación o eliminación de los deportes.9
II Seguramente el deporte norteamericano que ha tenido mayor impacto en América Latina por un largo período de tiempo ha sido el béisbol.10 Surgido de entre una variedad de juegos con palo y pelota, el esbozo del juego moderno se vio por vez primera en la ciudad de Nueva York, a mediados de 1840. Su difusión domésticamente fue rápida, ligada a la explosión de la economía estadounidense, el crecimiento de las ciudades, el surgimiento de la clase media, la introducción de tecnología revolucionaria, los medios de comunicación y transporte más rápidos y extensos, la necesidad de actividades placenteras y recreativas, tiempo y dinero más discrecional y la construcción de una identidad nacional única.11 Como evolucionó junto con la expansión poblacional y económica de Norteamérica, el béisbol fue traído a América Latina por un compendio de trabajadores estadounidenses - por ejemplo, navegantes, ingenieros, mineros, comerciantes, educadores, misioneros - de estudiantes latinoamericanos y otros viajeros y, en menor número, de empresarios estadounidenses tales como Albert G. Spalding. Los primeros tomaron al juego principalmente como una recreación; los segundos como una recreación pero también como un medio de expansión de las instituciones y los valores estadounidenses; los terceros lo tomaron con la esperanza de beneficiarse a partir de nuevos mercados anticipados entre los espectadores y los consumidores de equipos, aunque los motivos de cada uno a menudo se superponían.12
Cuba, hasta cierto punto, ilustraba a los tres sectores. Numerosos americanos, a mediados del 1800, visitaban regularmente los puertos y las plantaciones cubanas donde el béisbol llenaba cada vez más su tiempo libre. Simultáneamente, un gran número de cubanos iba a los Estados Unidos a estudiar o a escapar del gobierno colonial español, nunca más despreciable. Estas dos experiencias después de 1850, combinadas con la observación del desarrollo americano, condujeron a los cubanos más nacionalistas a adoptar al béisbol como símbolo y expresión de su repudio a los asuntos hispanos y su admiración por los avances políticos, tecnológicos y económicos de los Estados Unidos.
Con el tiempo, los americanos encontraron en Cuba una cultura beisbolística lo suficientemente profunda para explorar el talento, participar de frecuentes excursiones discursivas, instaurar campos de entrenamiento de primavera y aceptar un club de La Habana dentro de la Liga Menor de alto nivel.13
A la larga, Cuba misma se transformó en la portadora del béisbol hacia tierras extranjeras - varias islas del Caribe y algunas áreas del continente tales como Yucatán en México y la costa venezolana - donde su asociación con la dinámica isla debía haber sido tan importante como sus raíces americanas. Y antes de 1959 Cuba era la única fuente significativa de jugadores latinos en las Ligas Mayores, aunque junto con los cubanos, algunos dominicanos, portorriqueños, venezolanos y mexicanos jugaron en las Ligas Menores y de Negros previo a la reintegración del Juego Nacional en los años 1940.14
No se puede negar que los Estados Unidos, como otros exportadores de deportes, han visto por mucho tiempo mensajes políticos y nacionalistas en las competencias deportivas. Incluso, si los muchos expertos historiadores arriba citados están en lo correcto, los cubanos no necesitaron modelo para enseñar que ese béisbol, como todos los deportes, puede ser utilizado con fines políticos. Así la inspiración para el régimen castrista desde 1959 para hacer del deporte un símbolo de su Revolución provenía más de los americanos.15
A pesar de la importancia incuestionable del béisbol en Cuba, otros deportes - boxeo, basquet, atletismo, voley - atraen significativamente la atención.16 No es tal el caso en la República Dominicana, “el último lugar en el mundo libre donde el béisbol es el pasatiempo nacional indiscutible”17 y desde 1959, probablemente el país latino que ha tenido mayor impacto en la Liga Mayor de Béisbol en Norteamérica.18 Después de los dominicanos, el béisbol ha ganado prominencia nacional en Puerto Rico, Nicaragua y Panamá, comparte el centro de atención con el fútbol en México y Venezuela, y ocupa un lugar importante en Colombia, Costa Rica y las Antillas Holandesas.19
Como consecuencia de esto, en 1997, 201 latinos pasaron tiempo en las ligas mayores: 89 dominicanos, 42 portorriqueños, 39 venezolanos, sólo 5 cubanos y una dispersión proveniente de varios otros países caribeños. El corriente año 2000, la temporada comenzó con más del 20% de las listas de las ligas mayores ocupadas por latinos.
Mientras el éxito de los beisbolistas latinos en Norteamérica puede expandir el orgullo nacional y aún hacer volver las ganancias de dólares, también ha sido discutido si esta relación - similar al movimiento de los futbolistas a Europa y los jugadores de cricket caribeños a la Madre Inglaterra - no es más que una versión moderna de la extracción neocolonial de un recurso natural valioso. El país exportador es dejado material y culturalmente más pobre, ya que la mayor parte de los beneficios permanecen en manos de los propietarios metropolitanos, los espectadores y el gigante de los medios de comunicación.20 A pesar de todo, el caso cubano con seguridad, y aún el caso dominicano en algún grado sugieren que, aunque parezca una paradoja, sobrepasando a sus maestros en su propio deporte pueden permitir al pueblo expresar su propia personalidad y definir su propia identidad nacional.21 En cierto grado, entonces, la adopción y la adaptación del béisbol en Latinoamérica es más una expresión de fusión transcultural que de imperialismo cultural impuesto.22
Recordemos que el negocio del boxeo americano ha sido acusado también de explotar el talento atlético latino, obteniendo ventajas de las riquezas obtenidas por los luchadores exitosos, deshaciéndose de ellos una vez pasado su auge.23 Si el boxeo llegó a Latinoamérica más directamente desde Inglaterra y Europa que desde Estados Unidos, boxeadores estadounidenses selectos, tales como Jack Dempsey y Muhammad Ali, fueron admirados en el sur, y a pesar de esas acusaciones, boxeadores latinoamericanos como Julio César Chávez continuaron buscando sus fortunas en los rings norteamericanos.24
III Casi tan claramente americano como el béisbol es el fútbol americano. No obstante, a pesar de que el deporte comenzó a jugarse en los alrededores de México, al menos en los primeros tiempos, en los años '20 y tal vez incluso antes25, el juego llegó a poquísimas áreas al sur de Río Grande. Se jugó en Panamá, especialmente en la antigua Zona Canal en los colegios secundarios a donde asistían jóvenes de los Estados Unidos. Pero sólo México muestra hombres locales, y últimamente algunas mujeres, que juegan fútbol regularmente en escuelas y clubes,26 es anfitrión de los juegos de exhibición de pre-temporada de la Liga Nacional de Fútbol, participa en competencias internacionales de nivel universitario,27 y envía jugadores de notable talento a las listas de la NFL (Liga Nacional de Fútbol de Estados Unidos).28 El reciente interés de México en la Súper Copa de la NFL, seguramente refleja esta conexión al juego de tanto tiempo, aunque en México, como en aquellos países donde el fútbol americano raramente es jugado - yo he participado en la Súpercopa de los Lunes en Nueva Zelandia - el fútbol debe ser, en cierto grado, sólo una excusa para unirse a la fiesta de un evento global colorido, a pesar de que los anglosajones en los Estados Unidos aprendieron a celebrar el Día Nacional Mexicano, el Cinco de Mayo. En efecto, una fiesta de la Supercopa en Buenos Aires en 1995, según se dice, inspiró a unos 80 fanáticos a formar la Asociación Argentina de Fútbol Americano y, un año después, a arrancar una competencia octogonal de una variación del deporte, de mucho menos contacto físico.29
El fracaso del fútbol americano para ganar una amplia aceptación en América Latina, aún cuando el rugby encontró un lugar, podría derivar de ciertas circunstancias como el clima y los costos - el equipo es tan caluroso como caro - el nacionalismo (¡es tan americano!), y la posibilidad de que sea verdaderamente un juego pos-moderno, y por ello no adecuado para las masas en una región no tan más allá de Ford y de la era industrial.
IV En los últimos años, el deporte que ha desafiado al béisbol como el deporte americano de mayor difusión en Latinoamérica ha sido el basquet. Inventado por James Naismith en el Colegio de Springfield en Massachusetts en 1891 para llenar el boquete entre el fútbol americano de otoño y el béisbol de primavera, como había sido conocido por una generación más vieja, ciertamente proporcionaba en un principio una variación en cualquier temporada, tanto en áreas urbanas como rurales, pero con el tiempo demostraría especial atractivo todo el año alrededor de las ciudades donde, en parte por consideraciones de espacio, desplazó al béisbol como el deporte dominante.30 La dispersión del juego, a su vez, a través del hemisferio puede ser atribuida a varios factores: la simplicidad del juego, el balance entre individualidad y trabajo de equipo, el papel de la Asociación Cristiana de Jóvenes e innumerables instituciones educativas americanas, la transmisión televisiva internacional, y el predominio en los últimos juegos estadounidenses de negros con quienes muchos jóvenes latinoamericanos se identifican más fácilmente.31
No sólo los países latinoamericanos han desarrollado sus propios programas de básquet en varios niveles, sino que los jugadores del sur están jugando en los colegios y los equipos profesionales de Norteamérica, no en la misma cantidad que en el caso de los jugadores de béisbol pero sí lo suficiente para tener un impacto.32 Y su éxito en las tierras del nacimiento del básquet y aún su mayor talento han generado el regreso del orgullo nacionalista, como se ve en el ejemplo reciente del mexicano Eduardo Nájera, quien en la temporada de 1999-2000 ayudó a la Universidad de Oklahoma a alcanzar la clasificación nacional y se prevé que ascienda aún más en las filas de la NBA (Asociación de Básquet Americano).33 De esta manera, unió un creciente número de emigrantes de la frontera sur de Estados Unidos quienes habían alcanzado un estado de celebridad en su tierra natal por desempeñarse en otro deporte aparte de fútbol, béisbol, boxeo o cricket. 34
V Otros dos deportes de origen estadounidense cuya presencia en Latinoamérica es muy obvia pero cuyas historias no han tenido un seguimiento serio son el voley y la lucha libre profesional. Como el básquet, el voley fue inventado por una persona ligada a la Asociación Cristiana de Jóvenes, aunque no se esparció nacional e internacionalmente tan rápidamente como lo antes recordado. Por muchas décadas permaneció como un juego colegial y recreativo, más que como deporte, aunque luego de mediados del siglo XX ganó reconocimiento en la Asociación Atlética Nacional Universitaria y en el movimiento Olímpico. Dentro de Latinoamérica, el voley ha demostrado aceptación como deporte masculino o femenino y en al menos Brasil, Cuba y Perú sus equipos han ganado reconocimiento internacional. En la última década el voley playero, una variante inspirada en California, ha desarrollado una forma tanto de profesionalismo como de nivel olímpico. Finalmente, los hombres y las mujeres brasileños no sólo han liderado a sus vecinos latinos, sino que a menudo han igualado en las competencias norteamericanas.35
Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 5 · Nº 24 | sigue Ü |