Los deportes de invasión
dentro de los contenidos de la
Educación Física en Primaria

Cornelio Águila Soto
cornelio@ualm.es
(España)

-Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Universidad de Almería

Resumen:
    En los últimos años, la Educación Física en nuestro país está sufriendo una evidente evolución dentro del sistema educativo, especialmente a partir de la implantación de la LOGSE. Personalmente, creo que estamos asistiendo a un importante progreso de nuestro cuerpo de conocimiento gracias al estudio y la investigación de diferentes aspectos relacionados con la práctica física y deportiva. En relación al deporte y a su utilización como contenido educativo se ha generado un debate entre los profesionales de la Educación Física sobre la conveniencia de su inclusión en las clases, sobre todo en la Educación Primaria, hasta el punto de verse cuestionadas seriamente sus posibilidades educativas. El objetivo del presente artículo es reflexionar sobre el estado de la cuestión, sobre los valores educativos que, creemos, contiene el deporte para, finalmente, abordar la relación que los deportes de invasión pueden tener con los bloques de contenidos de la Educación Física en Primaria y su contribución a la consecución de los objetivos educativos propuestos por la LOGSE.

Palabras clave: Deportes de invasión. Deporte escolar. Educación Primaria. Metodología. Iniciación deportiva. .

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 22 - Junio 2000

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1. Introducción

    ¿Qué lugar ocupa hoy el deporte en la escuela? ¿Es conveniente incluir el deporte en la Educación Física o por el contrario debe tratarse en las actividades extraescolares y complementarias? ¿Puede ser el deporte un adecuado contenido para el cumplimiento de objetivos educativos?. La Educación Física, sin duda, ha evolucionado. Lejos nos queda aquel planteamiento de una Educación Física al servicio de la mejora de nuestra higiene postural y de la disciplina física y moral, materializada en la gimnasia sueca, o esos momentos en los que el deporte constituía prácticamente el medio fundamental para la formación integral de los alumnos al servicio de los valores de la sociedad industrial. Entonces nuestras clases se convirtieron en pequeños “entrenamientos” y cada unidad didáctica, en la exaltación de un deporte.

    En la época actual parece que el deporte no sólo ha perdido protagonismo dentro del currículum de Educación Física, sino que se cuestionan con severidad sus posibles valores educativos. Desde luego reconocemos que la visión marginal del deporte que se nos presenta a través de los espectáculos deportivos en absoluto puede tener cabida en la educación de nuestros alumnos, pero al mismo tiempo pensamos que dar la espalda a la práctica deportiva en el medio escolar sería cerrar los ojos a una actividad social que constituye un fenómeno cultural universal y, probablemente, la manifestación más importante de la actividad física humana.

    No puede resultar más paradójico que, en la postmoderna sociedad actual de un pluralismo ideológico incipiente, de la aceptación de nuevas formas de práctica física y deportiva, de una ruptura de cánones y valores universales, tratemos de sesgar el concepto integral de Educación Física, apartando el deporte de sus contenidos.

    A lo largo del presente artículo, reflexionaremos sobre las posibilidades educativas del deporte, en particular de los deportes de invasión, para su aplicación en la Educación Primaria, al tiempo que reconoceremos la necesidad de un renovado planteamiento metodológico para adecuarnos a los objetivos de dicho nivel educativo.


2. El deporte escolar

    En torno al término “deporte”, existen gran cantidad de conceptos, ideas y pensamientos sobre su significado y la transcendencia que, en la actualidad, éste tiene sobre la sociedad y sobre el hombre. Para los españoles, deporte, coloquialmente, incluye prácticamente cualquier actividad física y/o deportiva, tal y como queda constatado en los estudios de García Ferrando 1 (1997). A pesar de ello, la enorme influencia de los medios de comunicación y el cada vez mayor impacto social que tienen los acontecimientos deportivos en la población, quizás nos lleve a entenderlo de una forma parcial relacionada con su expresión competitiva, en especial, el deporte de alto rendimiento, el considerado deporte-espectáculo. Tradicionalmente, el deporte en la escuela ha sido, precisamente, un reproductor de ese modelo deportivo, dirigido al aprendizaje de técnicas y tácticas similares a las de los adultos, basándose en actividades donde el resultado era el objetivo y, a la vez, la gran motivación y justificación de las mismas. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, al plantearnos el análisis del mismo en el entorno escolar, parece claro que su conceptualización no debe llevarnos hacia ese fin, por cuanto consideramos debe cumplir con los objetivos propios de la Educación Física, potenciando sus valores educativos.

    En primer lugar, conviene matizar que entendemos el deporte en el marco escolar como deporte en edad escolar, saltando de esta manera los límites que tradicionalmente lo han circunscrito a la escuela, apreciando, de esta manera, su relación con la sociedad en general, pues tal y como aclaran Gómez y García (1993): “ … el deporte escolar es toda actividad físico-deportiva realizada por niños/as y jóvenes en edad escolar, dentro y fuera del centro escolar, incluso la desarrollada en el ámbito de los clubes o de otras entidades públicas o privadas, considerando, por tanto, deporte escolar como sinónimo de deporte en edad escolar.”

    El hecho deportivo, como no podía ser de otra forma, transciende al exterior del centro de enseñanza, por lo que, otras instituciones en principio no enfocadas a la docencia, pero de gran incidencia sobre la formación del niño 2, han de asumir parte de la responsabilidad en su formación deportiva. Clubes, federaciones, ayuntamientos … deben favorecer y apoyar el fomento del deporte en edad escolar, si bien, la escuela debe ser la impulsora y coordinadora de los intereses de los niños hacia el deporte.

    Precisamente, este aspecto, que trataremos posteriormente, tiene gran relevancia ya que entendemos que cualquier planteamiento pedagógico que del deporte presentemos para su tratamiento dentro del currículum de Educación Física, debe tener correlación con el trabajo desempeñado extraescolarmente. Creemos que, si de exponer las líneas básicas metodológicas para la iniciación deportiva en edad escolar se trata, no podemos obviar la incidencia que el resto de instituciones, así como el fenómeno del deporte-espectáculo, pueden tener sobre nuestros alumnos.

    En otro orden de cosas, la edad de los alumnos en Educación Primaria (6-12 años), nos lleva a la presunción de que la aplicación del deporte en edad escolar debe perseguir como lógico objetivo, la iniciación en el mismo. Evidentemente, este concepto tradicional se relaciona mayormente con un deporte extraescolar desarrollado en el seno de los clubes, con un fin claro de la mejora del rendimiento. Sin ir más lejos, Hernández Moreno (1988) define la iniciación deportiva como “el proceso de enseñanza-aprendizaje seguido por un sujeto para adquirir el conocimiento y la capacidad de ejecución práctica de un deporte, desde que toma contacto con el mismo, hasta que es capaz de practicarlo con adecuación a su técnica, táctica y reglamento”.

    Si analizamos esta definición, podemos determinar que el enfoque va dirigido al aprendizaje puramente deportivo de destrezas y habilidades, individuales y colectivas. En definitiva, va encaminada a la capacitación motriz para poder realizar una práctica autónoma y eficaz.

    Aplicando este concepto de iniciación deportiva al marco escolar entendemos que ese predominio de la capacitación deportiva se aleja de la consideración educativa del deporte, desestimando otra serie de aspectos sociales, afectivos e incluso cognitivos. Desde hace unos años, la dimensión del deporte como competición y espectáculo es objeto de una dura crítica en lo que a la transmisión de valores educativos se refiere (Cagigal, 1983; Seirul.lo, 1995; Sáenz, 1997; Rebollo, 1997), ya que, al igual que otras actividades de la vida, puede transmitir valores deseables o no en la configuración del carácter 3 (Contreras, 1996a). Así mismo, la supuesta excelencia que genera la actividad competitiva, en la práctica produce un énfasis en el elitismo y en la superioridad respecto al prójimo, lo cual nos distancia de su objetivo primario y se convierte en una búsqueda de la victoria a toda costa 4.

    Entonces, pensamos que el significado tradicional de la iniciación deportiva nos muestra una visión del deporte reproductora de los valores del deporte de competición, entendiendo que los mismos carecen de fundamentos educativos, pero a la vez somos firmes defensores de la aplicación del deporte en la Educación Primaria, sin duda, a partir de un replanteamiento metodológico que supone un compromiso del profesor y un mínimo interés por su adaptación al marco del proyecto educativo. El primer paso quizá podría ser cuestionarnos los valores realmente educativos que posee el deporte, no aquellos aspectos externos al mismo que, en cualquier caso, pueden ser vehículo de transmisión de valores positivos o negativos, sino aquellos que se relacionan con la propia práctica, con la forma de realizar deporte. En definitiva, tal y como interroga Seirul.lo (1995): “¿qué es lo realmente educativo, el propio deporte o las condiciones en las que se realiza?. ¿ El valor intrínseco de la práctica deportiva o la justificación que hace de ella cada uno de los contendientes?”


3. El sentido educativo del deporte

    Además del ya comentado deporte de competición, al deporte también se le reconocen otros significados como ocio, recreación, salud ... Junto a estos fines surge además el concepto de deporte educativo, que Blázquez (1995) considera como la verdadera actividad cultural que permite una formación básica y luego, una formación continua a través del movimiento. En este sentido, para Le Boulch (1991) “un deporte es educativo cuando permite el desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices, en relación a los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de su personalidad”.

    Esta idea del deporte nos lo muestra como un medio para favorecer la formación integral del hombre. Seirul.lo (1995) profundiza en este aspecto al considerar que la actividad deportiva del ser humano sólo puede acceder a niveles educativos cuando en su planteamiento tenga como referencia la persona que realiza esa actividad y no el posible resultado. Por ello, el objeto fundamental del deporte educativo no es el deporte en sí, sino el que lo practica. No el movimiento, sino la persona que se mueve. No el deporte, sino el deportista (Blázquez, 1995). Evidentemente este planteamiento supone un alejamiento del modelo tradicional del deporte escolar, y se sustenta en un modelo pedagógico en el que el deporte constituye el medio para la consecución de objetivos educativos.

    Tal y como expresa Fraile (1997), si apostamos por una educación a través de la actividad física, que facilite el desarrollo de conductas saludables y hábitos higiénicos, que forme a los alumnos en valores y actitudes positivos y que eduque en el consumo controlado y en la conciencia crítica social, el modelo competitivo del deporte no nos puede servir. Sin embargo, ello no supone renunciar al mismo, sino enfocarlo de forma diferente.

    El MEC postula en favor del deporte en la Educación Física 5, ya que, a través del Diseño Curricular Base (DCB) para Educación Primaria (1991), define que para que el deporte constituya un hecho educativo, “debe tener un carácter abierto, sin que la participación se supedite a características de sexo, niveles de habilidad u otros criterios de discriminación y debe, así mismo, realizarse con fines educativos, centrados en la mejora de las capacidades motrices y de otra naturaleza que son objeto de la educación, y con la finalidad de obtener un resultado en la actividad competitiva”.

    Perseguir fines educativos, supone el reconocimiento de estos valores en el deporte. Pues bien, como indica Seirul.lo (1995), los valores educativos que tradicionalmente se le han atribuido al deporte (salud, disciplina, esfuerzo, etc) son aspectos externos a la propia práctica deportiva, y no hacen referencia a los valores intrínsecos del mismo. En definitiva, podemos decir que lo realmente educativo del deporte no es su práctica eficiente desde el punto de vista del resultado, ni tan siquiera motriz, sino aquellas situaciones de aprendizaje que ofrecen al alumno una vía de compromiso y movilización de sus capacidades, de tal forma que esa experiencia favorezca la organización de su personalidad, y la asimilación de sus valores internos. Por ello, nos atrevemos a redefinir la iniciación deportiva como el proceso metodológicamente dirigido hacia la educación integral y desarrollo cognitivo, afectivo, motriz y social del ser humano, a través del aprendizaje de hábitos específicos de un deporte, desde que toma contacto con él, hasta que es capaz de practicarlo con la autonomía suficiente, convirtiendo su práctica en una motivación intrínseca que pueda generar hábitos deportivos perdurables.(Águila y Casimiro, 1999).

    Si queremos utilizar el deporte como medio educativo, creemos interesante analizar los valores propios que lo diferencian de otras actividades. En este sentido, Seirul.lo (1995) expone tres valores fundamentales: agonístico, lúdico y eronístico.

    El valor agonístico confiere al deporte el aspecto competitivo, de lucha contra algo o alguien, incluso contra uno mismo. El valor lúdico, presente en toda actividad deportiva, aparece como la compensación de lo agonístico, que además le confiere la dosis de motivación suficiente para que el practicante se identifique con la actividad y, de alguna manera, quede “atado” a su práctica. Por su parte, el valor eronístico, hace referencia al placer que despierta su práctica, proporcionando un argumento suficiente para dirigir los intereses del practicante hacia una modalidad deportiva u otra. Sin embargo, el valor erótico de la práctica deportiva sólo puede darse en unas condiciones en las que se cree un ambiente favorable, con gran interacción de todos los elementos de la práctica, y con situaciones significativas (Seirul.lo,1995). Aunando estos tres valores fundamentales, el deporte proporciona al practicante situaciones en las que se despiertan los mecanismos cognitivos de diversas y variadas formas que ayudan al desarrollo de una personalidad propia. Evidentemente, el aprendizaje de habilidades específicas deportivas también debe estar presente en la medida en que, con una mayor capacitación motriz, más rica y más significativa puede ser la práctica y, por tanto, más se puede beneficiar el practicante de los valores educativos del deporte, tanto desde el punto de vista recreativo y hedonista, como desde la versión competitiva del mismo.

    Asumiendo los valores intrínsecos que posee el deporte, los educadores tenemos la responsabilidad de intentar transferirlos al marco escolar, a través de un proceso de enseñanza - aprendizaje, que coincida con los principios y valores de la Educación Física. En este sentido, Fraile (1997) propone una serie de principios básicos para la enseñanza del deporte en la escuela:

  • Sus objetivos y metas deben ser coincidentes y complementarios de la Educación Física escolar.

  • Se deberá adaptar a la disponibilidad motriz de los participantes.

  • Las actividades planteadas favorecerán la autonomía del alumno, en tanto deben suponer un medio para su formación integral.

  • Buscará la mejora de las capacidades perceptivo-motrices que sirvan de base para un posterior aprendizaje deportivo técnico y táctico.

  • Se debe evitar la especialización, a través de un modelo multideportivo en el que tengan cabida numerosas modalidades.

  • Se deben potenciar la cooperación y la participación, por encima de la competición y la búsqueda de resultados.

  • Buscar la implicación de todos los agentes sociales que intervienen en el proceso deportivo educativo.


4. Los deportes de invasión en el medio escolar

4.1. Clarificación conceptual en torno a los deportes de invasión.

    Uno de los objetivos fundamentales de las investigaciones en el campo del deporte es su clarificación terminológica de cara a la construcción de una clasificación que pueda ser universal. A partir de aquellas primeras clasificaciones en las que se distinguía básicamente a los deportes de equipo, por un lado, y a los deportes individuales, de combate y/o en el medio natural, por otro, se ha ido avanzando en este sentido hasta encontrarnos, en la actualidad, con taxonomías más detalladas según diferentes criterios. Siguiendo a Hernández (1994), entendemos que pueden existir 4 tipos de deportes: psicomotrices o individuales, de oposición, de cooperación y de cooperación-oposición. A su vez, éstos últimos presentan tres subtipos, como sigue:

  • Deportes cuya acción se desarrolla en un espacio separado con la participación sobre el móvil de forma alternativa: tenis dobles, voleibol ...

  • Deportes en espacio común y con participación alternativa: pelota vasca.

  • Deportes en espacio común y acción simultánea sobre el móvil: fútbol, baloncesto.

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