Fundamentos teórico-prácticos
para la creación de situaciones de
enseñanza-entrenamiento en fútbol

José Alfonso Morcillo Losa *
Rafael Moreno del Castillo **

rmoreno@ujaen.es
(España)

* Profesor Escuela Universitaria de Magisterio “La Inmaculada”. Adscrita a la Universidad de Granada
** Profesor Asociado del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Jaén

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 21 - Mayo 2000

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I. Introducción

    Con el presente trabajo, pretendemos acercarnos a lo que los autores, consideramos, es la realidad del entrenamiento del fútbol en el momento actual. especialmente nos preocupa el fútbol en su proceso formativo, pues la metodología de entrenamiento que vamos a exponer pretende principalmente, la enseñanza y el entrenamiento partiendo de la realidad del juego y cuyo objetivo prioritario será el entendimiento del mismo. Pero a pesar de centrar la atención en la formación del jugador, consideramos que dicho proceso no tiene fin, y en cualquier etapa y momento deportivo cobra relevancia. De hecho, actualmente, existen ejemplos, a pesar de las magistrales individualidades, de equipos que basan su éxito en la continua búsqueda de superioridad colectiva sobre el rival tanto en ataque como en defensa, mientras otros se bastan con mantener orden defensivo y encomendarse a sus jugadores brillantes en ataque.

    Como justificación primordial, de la elección de esta metodología de entrenamiento basada en las situaciones de juego, nos apoyamos en una definición de fútbol (Castello, 1999) como: deporte colectivo que opone dos equipos formados por once jugadores en un espacio claramente definido, en un lucha incesante por la conquista del balón, con la finalidad de introducirlo el mayor número de veces posible en la portería adversaria (marcar gol) y evitar que éste entre e la suya propia (evitar gol).


II. Justificación de la propuesta

    Tradicionalmente, muy a pesar de muchos de nosotros, cuando se habla de fútbol, ya sea iniciación, ya sea alto rendimiento, en la mente de la mayoría de técnicos y directivos, se acentúan slogans o títulos como:

<<Goles, puntos, campeonato>>

    Pocas veces se reconoce una clara mejora del nivel individual de los jugadores y del juego del equipo, si falta el éxito registrable en forma de goles y victorias.
La necesidad de éxitos inmediatos, imposibilita la valoración de una estructura homogénea de cantera.

    Por otro lado, los conocimientos provenientes de múltiples disciplinas científicas tuvieron un impacto importante, primero en las modalidades individuales como el atletismo y la natación, y posteriormente en los Juegos deportivos colectivos, a través de la transposición directa de medios y métodos, sin tener en cuenta la especificidad estructural y funcional de este grupo de deportes. (Pinto en Graça y Oliveira, 1997; Seirulo, 1999).

    Una de las consecuencias más evidentes ha sido la obsesión por los aspectos de la enseñanza y el aprendizaje centrados en la técnica individual (Bonnet, 1983; citado por Pinto, en Graça y Oliveira, 1997), partiendo del principio de que la suma de todos los desempeños individuales provoca un efecto cualitativo en el equipo y también de que el gesto técnico aprendido de un forma analítica positiva provoca una aplicación eficaz en las situaciones de juego.

    Esta forma de ver la iniciación, presenta importantes limitaciones, pues descuida factores característicos de estos deportes, como la incertidumbre, complejidad y adaptabilidad (Devís en Blazquez, 1999).

    En esa misma línea se expresa Wein, 1995, cuando afirma que haber dado prioridad a la técnica, ha impedido a muchos jóvenes entender el juego en sus aspectos mas básicos, demostrando en el juego global una evidente imposibilidad de aplicar lo aprendido anteriormente por haberlo hecho en situaciones aisladas.

    Con esta perspectiva se enseña el ¿cómo hacer? (técnica) separado del ¿qué y porqué hacer? (táctica).

    Este método de aprendizaje de lo aislado a lo complejo, descansa sobre la suposición de que el comportamiento de juego está formado por la suma y acumulación de componentes técnicos, tácticos, físicos y psicológicos sueltos. Entonces las formas de juego competicionales difícilmente podrán alcanzar su verdadera meta, ya que implican que se adapte la atención de la técnica específica de la ejecución motora a su aplicación deportiva.

    Según Bugüeman y Albretch, 1996, si resulta que la falta de un factor de comportamiento excluye todo el comportamiento haciéndolo imposible en su tendencia, hay que deducir que en el comportamiento de juego interactúan continuamente todos los factores de comportamiento y que se condicionan entre ellos.

    Es obvio, que el Fútbol posee una estructura y funcionalidad muy compleja y absolutamente distinta de la de los deportes en los que predomina el factor ejecución. Además de que, en el análisis estructural (Hernández, 1994) de los deportes pertenecientes al grupo de cooperación oposición, la técnica sólo es uno de los seis parámetros configuradores de la lógica interna (Reglas, técnica, espacio, tiempo, comunicación y estrategia), sobre todo ocurre que la ejecución técnica del poseedor del balón va a estar directamente influenciada por otros aspectos relativos a la situación en ese espacio y en ese momento, de el balón, los compañeros, los adversarios, …, en definitiva acciones marcadas por la incertidumbre, que por ello convierten al fútbol en un deporte en el que la percepción y la toma de decisiones son como mínimo igual de importantes que la ejecución. El fútbol es por tanto, una actividad abierta, no podemos encuadrarlo e intentar que una habilidad abierta se parezca a una cerrada, se sacaría de contexto. A partir de que no se juega en el mismo momento y/o en el mismo lugar, la situación ya cambia (Lillo, 2000).

    El Fútbol como actividad cognitiva, debe pretender el desarrollo de la percepción y decisión, pero después el jugador ha de ejecutar y hacerlo bien, necesita la técnica, pero no la técnica descontextualizada. Para elegir correctamente la técnica y hacerlo dentro de un espacio y un tiempo adecuados, debe ser enseñada en el juego, (Lillo, 2000), de modo que el jugador la utilice sabiendo el porqué y para qué de ese cómo. Nos estamos refiriendo a la capacidad o estructura coordinativa de este deporte, la cual debe desarrollarse en constante coordinación con la estructura condicional necesaria y sobre todo con la estructura cognitiva o perceptiva y decisional (Seirulo, 1999).

    El juego del Fútbol continuamente ofrece situaciones variadas. Estas situaciones exigen una percepción individual y un enjuiciamiento de la misma, para elegir la aplicación de una destreza como medio técnico táctico. A través de la continuación de la situación de juego (éxito-fracaso) inmediatamente después recibirá un conocimiento de los resultados de la acción que aumentará su experiencia.

    Esta concepción del entrenamiento tiene como punto de partida una idea del fútbol considerada como un juego, en el cual los problemas fundamentales planteados a los jugadores son, por una parte la adaptación de sus conductas a una relación de oposición (jugar contra adversarios), y por otra la adaptación de sus conductas a una relación de colaboración (jugar con los compañeros) (Mombaerts, 1998).

    Desde esta definición adquiere valor todo lo relativo a la interpretación del juego, la llamada inteligencia de juego. Es decir, en la mayoría de situaciones de un partido el jugador debe percibir lo que ocurre a su alrededor para decidir la mejor solución y ejecutarla con éxito. Cuanto más inteligente sea el comportamiento de juego más alto será el rendimiento del jugador en el ámbito táctico. El jugador aprende en la competición por la confrontación activa y exploratoria con el entorno. (Brüggeman y Albrecht, 1996).

    El jugador percibe una relación positiva entre el comportamiento mostrado y la situación actual. Ello le llevará a decidir de forma similar ante situaciones parecidas. Situaciones que son por otro lado, las que nosotros vamos a construir con el objeto de enseñar dichos comportamientos.

    El comportamiento no se nace, sino que éste se hace, se aprende. (Brüggeman y Albrecht, 1996).

    Desarrollar la inteligencia de juego, Saber leer el juego significa que el jugador percibe todas las posibilidades de juego que existen alrededor suyo. Esto supone a su vez, que este jugador haya aprendido a pensar colectivamente. (Mombaerts, 1998).

    Completamente en esta línea, Lillo, 2000; asevera que al jugador hay que darle cultura táctica y esta se crea sin mediatizar las respuestas, sino promoviendo actividades de creación propia que mejoren la capacidad de respuesta del jugador.

    Ahora bien, para que la comunicación y en definitiva, las relaciones que se establezcan entre compañeros y contra los contrarios, favorezcan la labor de conjunción de equipo y se desarrollen en su mayor grado, es necesario que las situaciones de entrenamiento faciliten una serie de respuestas a problemas dados en el juego, que permitan su mas rápida interpretación cuando dichos estímulos aparezcan o se den en la competición.

    Como complemento a estos comentarios, incluimos los aspectos de entrenamiento que Mombaerts, 1998, considera que forman jugadores disponibles para el juego:

  • escoger rápido y bien leer el juego.

  • escoger y realizar rápido y bien, en un juego que exige coherencia y coordinación de acciones entre compañeros.

  • realizar rápido y bien en relaciones de espacio y de tiempo cada vez menores.

  • dominar la presión emocional.

    Se hace tan necesario como obvio, destacar la importancia del entorno de enseñanza- entrenamiento . Un entorno futbolístico no próximo al juego, a menudo también conduce a resultados de juegos irreales.

     En consecuencia, para el aprendizaje del comportamiento del juego se ha de establecer la relación hacia el entorno real de un futbolista (compañeros y adversarios, porterías, etc.).

    Tras todo lo hasta ahora comentado, llegamos a la conclusión de que el comportamiento de juego del futbolista sólo se puede entender de forma global, que depende de la situación y en el cual los factores técnica, táctica, físicos y psíquicos aparecen con características diferentes pero siempre juntos y que por lo tanto también se ha de entrenar en sus manifestaciones globales. De ahí que la nueva didáctica del juego se base en las situaciones de enseñanza- entrenamiento, a través de pequeños juegos reglamentados. (Brüggeman y Albrecht, 1995).

    Ventajas de esta metodología de entrenamiento: (modificado de Brüggeman y Albrecht, 1995).

  • Situación compleja de aprendizaje, similar a la competición.

  • El jugador participa individualmente en la construcción del juego colectivo.

  • Se pueden enseñar y entrenar de forma relativa aspectos abandonados abajo una estrategia analítica. Un ejemplo es “el momento sorpresa como medio táctico”.

  • Las correcciones se realizan en juego con la ventaja comprensiva que ello supone.

  • Mayor aprovechamiento del tiempo al disminuir el tiempo de dedicación exclusiva al entrenamiento de aspectos físicos o técnicos por separado.

  • Motivación. Condición importante en el juego real, se observa en el logro de la victoria, en la consecución o evitación del gol, etc.

  • Y SOBRE TODO, posibilidad de aprender entendiendo el juego. Saber ofrecer una buena y correcta ayuda al compañero, ya sea en ataque o en defensa, va a ser tan relevante para el juego como un pase ejecutado adecuadamente.


III. Entrenamiento basado en la identificación del juego

    Una vez superadas las dificultades de identificación del proceso de enseñanza- aprendizaje de juego con el aprendizaje de los gestos técnicos, se producen reacciones que, en su mayoría conducirán al entendimiento del juego a partir de la noción de equipo.

    El equipo pasa a ser entendido como un microsistema social complejo y dinámico (Teodorescu, 1984) representando algo cualitativamente nuevo, cuyo valor global no puede ser traducido por el sumatorio de los valores individuales, pero si por una nueva dimensión que emerge de la interacción que ocurre a nivel de los elementos que lo conforman. (Pinto, en Graça y Oliveira, 1997).

    La Metodología de enseñanza de la comprensión del juego se basa en los pequeños juegos de equipo (SITUACIONES) que representan de forma más o menos reconocible pequeñas escenas de juego (mantener posesión, gol, etc.)

    En la didáctica de las situaciones adquiere sentido la aplicación de reglas sobre las situaciones con el objeto de reforzar un aprendizaje. Control previo al remate, éxito en la precisión del remate, anticipación defensiva, desmarque previo al éxito en ataque, etc.

    Debido a la complejidad del juego, en la medida en que el que lo practica tiene que, a un mismo tiempo, referenciar varios elementos: balón, posición en el terreno, objetivo, compañeros, adversarios, tiempo disponible,…, y sobre todo a las distintas posibilidades en función del nivel de desarrollo y/o la edad, se impone que el aprendizaje sea en fases y progresivo, de lo conocido a lo desconocido, de lo menos a lo más complejo. Sería utópico, construir situaciones con un alto grado de dificultad, incluso basadas en la estrategia global, para niños que se encuentran en la fase de familiarización con el juego, o como lo llaman Garganta y Pinto, 1997; Construcción de la relación con el balón.

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