efdeportes.com

‘Te esperamos afuera para hacer un combate…’ 

La violencia del fútbol en Colombia

“We waited outside for a ‘combate’”… Soccer violence in Colombia

 

Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Estudios Sociales

de la Universidad Pedagógica Nacional. Profesor de Sociología

en la Universidad Antonio Nariño en Bogotá

John Alexander Castro Lozano

jacastrol@uan.edu.co

(Colombia)

 

 

 

 

Resumen

          Esta ponencia busca reflexionar sobre las conductas conflictivas, agresivas y violentas de los grupos organizados de hinchas en Colombia. Esos comportamientos son comprendidos como la manifestación del combate al interior de esos grupos, una expresión del aguante de las barras bravas. Asimismo, se analizará la trascendencia de la política pública instaurada en Colombia que pretende contener este tipo de conductas.

          Palabras clave: Combate. Aguante. Barras bravas. Rivalidades en el fútbol. Violencia.

 

Abstract

          This paper seeks to discuss on troubled, aggressive and violent behaviors on soccer fans in Colombia. Those kinds of behaviors are seen as the manifestation of “combate” within those groups and an expression of “aguante” in the “barras bravas”. It was also analyzing the implication of some public policies in Colombia, looking to control this type of behavior.

          Keywords: Combate. Aguante. Barras bravas. Rivalries in soccer. Violence.

 

          Ponencia presentada en la mesa “Sociología Urbana” del XII Congreso Nacional de Sociología, realizado en la Universidad de Nariño, Pasto, Colombia; los días 21, 22 y 23 de abril de 2016.

 

Recepción: 19/04/2016 - Aceptación: 24/05/2016

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 21 - Nº 216 - Mayo de 2016. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    Los integrantes de los grupos organizados de hinchas en Colombia -usualmente llamados barras bravas- se fundaron y consolidaron entre 1991 y 1998. Su aparición mostró una nueva forma de acompañar a los equipos de fútbol pues sus integrantes dejaron a un lado la pasividad del espectador tradicional y se involucraron en enfrentamientos verbales y físicos. Este tipo de comportamientos son entendidos, por fuera del grupo, como manifestaciones conflictivas, agresivas y violentas. Sin embargo, estas actuaciones son calificadas, por los miembros de las barras bravas, como la expresión del combate, una forma de manifestar el aguante.

    Las barras bravas radicalizaron las rivalidades futbolísticas y la violencia fue un nuevo protagonista en los estadios de Colombia. Por lo tanto, los cantos ofensivos-amenazantes y los enfrentamientos físicos se hicieron regulares antes, durante y después de los partidos de fútbol. Esos comportamientos han logrado la atención de autoridades oficiales que buscan reprimirlos, especialmente en los escenarios deportivos. Así, el interés de esta ponencia es comprender la noción de combate y de aguante de las barras bravas y reflexionar sobre la trascendencia de las medidas aplicadas en Colombia para contener las conductas agresivas de los integrantes de las barras bravas.

Violencia en el fútbol en Colombia. Foto: http://deracamandaca.com

El combate de la barra brava

    El propósito del combate es disminuir al adversario y por eso, los miembros de las barras bravas convocan a sus rivales a pelear mediante palabras ofensivas y cantos agresivos y humillantes. Esos insultos pueden (deben) concluir en enfrentamientos físicos, peleas que se desarrollan en distintos lugares de las ciudades y lejos de los estadios. En Colombia, los combates en la década del noventa se caracterizaban por un encuentro cuerpo a cuerpo en el que era posible utilizar palos de madera y piedras, buscando que el rival abandonara el lugar de la pelea.

    Sin embargo, el relevo generacional modificó, dramáticamente, el combate entre las barras bravas pues se hizo habitual el uso de armas blancas y de fuego, llevando al extremo las rivalidades de los hinchas de los equipos de fútbol. De ese esa manera, entre 2004 y 2015, la utilización de este tipo de armas ha provocado el asesinato aproximado de 84 personas ya que el combate, en el presente, aspira a atacar y a lesionar al contrario y, además, tiene la posibilidad de aniquilarlo. Por último, cada barra se autoproclama portadora del aguante y descalifica a las barras adversarias pues señala que son amargas y, particularmente, cobardes.

Sobre el aguante

    En la década del ochenta en Argentina, la palabra aguante empezó a utilizarse entre los grupos de hinchas organizados. Ese concepto fue apropiado entre distintas barras bravas de América del Sur. El aguante se manifiesta a través de la presencia de sus integrantes en todas las actividades del grupo, especialmente las relacionadas con el aliento constante a su equipo de fútbol y en el enfrentamiento verbal y físico con los rivales. El aguante es la expresión del carnaval en la tribuna y el combate en la calle. Por lo tanto, es un patrimonio imaginado que se obtiene al interior de la barra y por eso se ha convertido en un estilo de vida y en un modelo a seguir de los nuevos integrantes.

    Desde la perspectiva de Humberto Abarca (2001), el aguante es una experiencia que implica no correr y tolerar lo que venga pues es una masculinidad que requiere la presencia del hincha para enfrentar la adversidad. Desde una perspectiva afín, Alabarces (2012) también señala que el aguante es una masculinidad agresiva y además, está vinculada al honor y sólo puede manifestarse en la violencia física frente al otro.

    El aguante, explica Silvio Aragón (2007), implica resistir las adversidades y permite distinguir al macho (el valiente) del puto (el cobarde). En ese sentido, el aguante representa, afirma Gastón Gil (2007), un modelo masculino caracterizado por la afirmación corporal, la agresividad, la valentía, el compañerismo, el fervor, la pasión y la fidelidad. Por lo tanto, el aguante requiere, señala José Garriga (2007), la participación en acciones violentas o luchas corporales pues es una forma de honor, al exponer su presencia en los momentos necesarios.

    El aguante está relacionado con la violencia ya que, sostiene David Riches (1988), es un acto que provoca un daño físico. El ejecutor de la violencia la supone justificada y puede ser una represalia o una respuesta a una violencia realizada con anterioridad.

    Por lo tanto, las conductas en las que se hace evidente el conflicto, la agresividad y la violencia están muy lejos de desaparecer de los escenarios deportivos ya que conceden el reconocimiento, el respeto y, en consecuencia, la autoridad del aguante entre los integrantes de las barras bravas.

Decretos y leyes en Colombia

    La Alcaldía Mayor de Bogotá estableció el Decreto 523 de 1999 “Por el cual se reglamenta la realización de eventos deportivos en el Estadio Nemesio Camacho El Campín y otros escenarios deportivos del Distrito Capital, con ocasión del campeonato de fútbol profesional”. En este decreto se crea el Puesto de Mando Unificado (P.M.U.), una delegación conformada con representantes de distintas entidades distritales para analizar las diferentes situaciones que pueden presentarse en cada uno de los encuentros futbolísticos. Asimismo, el decreto estableció una clasificación para los partidos según su intensidad o su peligrosidad: Clase A, B o C. Asimismo, se propuso acordonar un área perimetral alrededor del estadio “El Campín”, prohibir el ingreso de elementos que puedan ser utilizados como armas y también, impedir la distribución y el consumo de bebidas embriagantes.

    Después, las autoridades distritales implementaron el Decreto 164 de 2004 “Por el cual se crea el Comité de Seguridad y Convivencia para los Espectáculos de Fútbol Profesional ‘Goles en Paz’”. En esta nueva propuesta es reestructurada la conformación del P.M.U. pues incluye a entidades distritales, futbolísticas y de emergencia. Asimismo, le otorga las siguientes funciones: establecer un protocolo de convivencia y seguridad, planificar los servicios y dispositivos de seguridad, coordinar y llevar a cabo reuniones de seguridad para los partidos, fijar variables para calificar el riesgo de los encuentros futbolísticos, promover e impulsar acciones de prevención de violencia del fútbol y proponer parámetros, procedimientos, políticas, restricciones y criterios para el manejo y control de las barras de aficionados al fútbol.

    Los resultados inmediatos del Comité de Seguridad y Convivencia para los Espectáculos de Fútbol Profesional ‘Goles en Paz’ mostraron que los enfrentamientos se redujeron considerablemente, en el interior y en los alrededores del estadio. Pero la reducción de las riñas se debe, principalmente, al incremento considerable de efectivos, uniformados y de civil, de la Policía Nacional. En un Partido Clase A o de alto riesgo, por ejemplo, los miembros alcanzan, aproximadamente, a 2.500 efectivos, el 12.5% de la totalidad de uniformados de la Policía Metropolitana de Bogotá. Asimismo, la policía garantizó la evacuación de los hinchas -a las buenas o a las malas- por diferentes rutas y en distintos horarios.

    Eso provocó que el estadio “El Campín” no fuera más el escenario en el cual se manifestaron los enfrentamientos físicos entre las barras bravas pues las peleas se trasladaron e intensificaron en distintos barrios de la capital colombiana en días y en horarios diferentes a los partidos de fútbol. Por eso, en 2004 se inició una lista de homicidios en las que están involucrados los miembros de las barras bravas. Entre 2004 y 2008 fueron asesinados 8 hinchas únicamente en Bogotá. Por tanto, las medidas adoptadas por la Alcaldía Mayor de Bogotá mostraron sus límites.

    La efectividad de las medidas adoptadas por las autoridades distritales, al parecer no son suficientes, ante los comportamientos de los integrantes de las barras bravas pues los enfrentamientos verbales y físicos no se detuvieron. Por el contrario, se hicieron más frecuentes y apareció una nueva “excusa” para morir en Colombia.

    Posteriormente es propuesto el Decreto 455 de 2008 “Por el cual se reglamenta la realización de los partidos de fútbol de carácter profesional en el Estadio Nemesio Camacho El Campín y otros escenarios deportivos del Distrito Capital y se deroga el Decreto Nº 523 de 1999, el cual regulaba la materia”. En este nuevo decreto es reestructurado, nuevamente, el P.M.U., incluyendo y excluyendo a representantes de diferentes entidades. Además, le son asignadas dos funciones pues “verificará el cumplimiento de las condiciones de seguridad, salubridad, comodidad y funcionalidad” y “deberá coordinar las acciones de respuesta a emergencias, en caso de ser necesario”. Además, en el decreto se agrega una restricción en el ingreso a menores de 14 años a las tribunas ubicadas detrás de los arcos.

    Más tarde, el Congreso de la República aprobó tres estatutos que buscan reducir los índices de violencia en el contexto del fútbol de Colombia. La Ley 1270 promueve la creación de una Comisión Nacional para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol, es decir, la creación de un Puesto de Mando Unificado a nivel nacional. Asimismo, es propuesto “categorizar los partidos de futbol y elaborar un protocolo de seguridad”. En otras palabras, la ley 1270 de 2009 propone lo que ya ha sido planteado en el Decreto 523 de 1999, Decreto 164 de 2004 y Decreto 455 de 2008 de la Alcaldía Mayor de Bogotá.

    No obstante, en esta ley se encuentran dos nuevos elementos. El primer elemento es la necesidad de elaborar y mantener un sistema de información que tengan los datos de personas que han participado en actos violentos y los equipos de fútbol debe tener un sistema de registro actualizado de los integrantes de las barras. Dicho de otra manera, se propone que los integrantes de las barras tengan un carnet que los identifique. Aunque hasta el presente no se ha llevado a cabo tal diligencia.

    El segundo elemento sugiere una nueva función de la Policía Nacional pues será creada una unidad especializada, distinta al Escuadrón Móvil Anti-Disturbios (ESMAD), que sea capaz de prevenir enfrentamientos violentos entre las barras, brindará seguridad a los hinchas y promoverá acuerdos de convivencia. Sin embargo, hasta el presente los encargados de las requisas, para ingresar a los estadios, son auxiliares bachilleres de la policía e integrantes de la Policía Metropolitana de Bogotá y es el ESMAD, la agrupación encargada de controlar los posibles desordenes de las barras bravas. Por tanto, el cuerpo especial de la Policía Nacional no ha sido creado.

    Luego, en la Ley 1445 de 2011 son planteados dos nuevos elementos, respecto a la legislación ya establecida en Colombia, relacionada con la violencia ligada a las barras bravas. Estos mismos elementos aparecen, de forma semejante, en la Ley 1453 de 2011. El primer elemento está relacionado con la agresión física y verbal y el daño a la propiedad pública y privada. La agresión verbal es sancionada a través de trabajo social en la formación pedagógica en la convivencia. Si reincide, se hará acreedor de una multa en dinero y se le prohibirá asistir a escenarios deportivos en un periodo de uno a tres años. La agresión física se penalizará con una multa económica y la prohibición de acudir a un escenario deportivo en un periodo de tres a cinco años. Y el daño a infraestructura deportiva, pública, residencial o comercial tendrá una multa representada en dinero y la prohibición para asistir a un escenario deportivo en un periodo de dos a cuatro años. No obstante, no es posible comprobar si la sanción ha sido aplicada.

    Finalmente, Alejandro Villanueva y Nelson Rodríguez (2013) realizan un balance positivo sobre la implementación de la política pública ya que apuesta por la seguridad y la convivencia y la creación de comisiones locales para minimizar los riesgos en cada partido. Por el contrario, Jhon Londoño (2015) señala que los decretos y las leyes propuestas en Colombia, ambiguamente plantean la prevención de la violencia del fútbol pues es competencia de diferentes actores del fútbol.

    Además, la norma parece no afectar el comportamiento de los integrantes de las barras bravas ya que los combates continúan y los homicidios se mantienen. De ese modo, la política pública no ha tenido el impacto esperado y, además, el comité encargado de la seguridad, la comodidad y la convivencia sanciona a los grupos organizados de hinchas. Pero luego levanta el castigo a la barra brava sancionada.

Conclusiones

    El aguante es una práctica específica de las barras bravas y se manifiesta en dos escenarios: en la tribuna y en la calle. El aguante en la tribuna manifiesta comportamientos festivos y en la calle tiene expresiones violentas. El combate es la expresión conflictiva y agresiva del aguante y es contradictoria con la seguridad ciudadana. Por ese motivo en Colombia se ha propuesto una política pública que busca regular los comportamientos violentos de las barras bravas.

    Aunque la normatividad establecida ha buscado reducir los índices de violencia ligada al fútbol, no ha tenido la trascendencia esperada pues la legislación propuesta plantea, una y otra vez, una serie de medidas repetitivas. Además, la comisión o las entidades encargadas de la seguridad y la convivencia, sancionan y luego levantan la sanción, dejando sin efecto la norma propuesta.

    Finalmente, ¿Quién está interesando de acabar con la violencia del fútbol? Si los integrantes de las barras bravas ganan protagonismo; si el Estado muestra su participación pacificadora al instaurar una política pública específica; si la policía gana legitimidad al hacer presencia en la alteración del orden; si los periodistas tienen un tema para ofrecer en sus respectivos medios y si los investigadores en ciencias sociales y humanas tenemos un fenómeno contemporáneo para analizar.

    Por consiguiente, se gana más con la violencia del fútbol que con su reducción pues es una mercancía que vende mucho más que la convivencia y la paz. Además, alimenta a un mercado mundial: el fútbol.

Bibliografía

  • Abarca, H. (2001). Crónicas del aguante. En J. Olavarría, Hombres: Identidad/es y violencia (pp. 111-124). Santiago: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

  • Alabarces, P. (2012). Crónicas del aguante. Fútbol violencia y política. Buenos Aires: Capital intelectual.

  • Aragón, S. (2007). 'Los trapos se ganan en combate'. Una mirada etnográfica sobre las representaciones y prácticas violentas de la 'barra brava' de San Lorenzo de Almagro. Lanús: Antropofagia.

  • Decreto 523 de 1999. Registro Distrital Nº 1960 de agosto 12 de 1999.

  • Decreto 164 de 2004. Registro Distrital Nº 3108 de mayo 31 de 2004.

  • Decreto 455 de 2008. Registro Distrital Nº 4124 de diciembre 24 de 2008.

  • Garriga, J. (2007). Haciendo amigos a las piñas. Violencia y redes sociales de una hinchada de fútbol. Buenos Aires: Prometeo Libros.

  • Gil, G. (2007). Hinchas en tránsito. Violencia, memoria e identidad en una hinchada de un club del interior. Mar del Plata: Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

  • Ley 1270 de 2009. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, 5 de enero de 2009.

  • Ley 1445 de 2011. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, 12 de mayo de 2011.

  • Ley 1453 de 2011. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, 24 de junio de 2011.

  • Londoño, J. (2015). Juventud sin oportunidades. Las barras ultras: un paradigma de indolencia estatal. Armenia: Kinesis.

  • Riches, D. (1988). El fenómeno de la violencia. Madrid: Ediciones Pirámide.

  • Villanueva, A. & Rodríguez, N. (2013). Aspectos legales, jurídicos y normativos sobre las barras fútboleras en Bogotá y Colombia. En J. Garriga, Violencia en el fútbol. Investigaciones sociales y fracasos políticos (págs. 253-264). Buenos Aires: Ediciones Godot.

Otros artículos sobre Fútbol

www.efdeportes.com/

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 21 · N° 216 | Buenos Aires, Mayo de 2016  
Lecturas: Educación Física y Deportes - ISSN 1514-3465 - © 1997-2016 Derechos reservados