Reflexiones acerca del entrenamiento en la infancia y la selección de talentos deportivos
Cornelio Aguila Soto  Antonio J. Casimiro Andújar

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 21 - Mayo 2000

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    Tal como indica Torres (1996), muchos niños prodigio se pierden en el anonimato a la edad que se suponía iban a ser grandes campeones. En cambio, otros niños que parecían no tener posibilidades, en comparación con los anteriores, más tarde han conseguido niveles mucho más altos, fruto todo ello de una mala planificación en los primeros años.

    Algunos riesgos, como consecuencia de un inadecuado entrenamiento en estas edades, son los siguientes (Añó, 1997):

  • Sobrecarga.

  • Defectos físicos derivados de la práctica deportiva.

  • Cambios en el metabolismo.

  • La práctica del entrenamiento es fácilmente manipulable.

  • Múltiples abandonos entre quienes comienzan muy pronto.

  • Inadaptación social.

  • Exceso de sistemas autoritarios.

  • Excesiva repetición y empleo de métodos analíticos.

  • Utilización excesiva del refuerzo.

  • Desequilibrios psico-físicos.

  • Limitación del desarrollo posterior y anulación de otros campos de acción.

  • Aumento de la agresividad infantil.

  • Exceso de responsabilidad.

    Hahn (1988) incide en dichos riesgos, indicando que las objeciones a la especialización precoz, provienen desde varios puntos de vista:

    1. Fisiológico, aludiendo a la peligrosidad del so­breentre­namiento para el desarrollo físico del niño, afectando fundamentalmente al:

  • Sistema metabólico: trastornos menstruales en las niñas, desequilibrios hormonales, disminución del peso corporal, etc.

  • Sistema inmune, reduciendo las defensas del organismo frente a las infecciones, etc.

  • Sistema locomotor: alteraciones en el proceso de crecimiento, microtraumatismos repetidos, que pueden causar lesiones óseas (fracturas por estrés, Osgood-Schlater, etc.).

  • Sistema cardiovascular: disminución de la cantidad de hemoglobina, hipertrofias cardiacas, etc.

    2. Psicológico, en el sentido que una excesiva solicitación del psiquismo infantil hacia el resultado, influye negativa­mente en su personalidad.

    3. Sociológico, ya que puede ser antieducativo y antisocial premiar en el niño su afirmación sobre los demás.

    Todas estas alteraciones se producirían en sentido inverso, o sea mejorándose, a través del ejercicio moderado y controlado. Así, un educador debe tener claro que una medalla no vale más que la salud de un joven.

    Otra circunstancia problemática que afecta al entrenamiento infantil es el abandono del mismo por parte de los jóvenes. Las causas para que se produzcan dichos abandonos, según Hahn (1988) proceden de:

  • Mal enfoque del entrenamiento: monotonía, presión, ...

  • Objetivos no realistas, que no coinciden con los deseos infantiles.

  • Excesivo entrenamiento, no quedándoles tiempo para otras actividades imprescindibles: amigos, familia o tiempo libre.

  • Procesos de aprendizaje mal programados.

  • Introducción errónea de la competición, lo que les crea un gran temor psicológico y estrés competitivo.


El proceso de selección de talentos deportivos

    La realidad del deporte de competición nos lleva a un planteamiento del entrenamiento en la infancia que, si no se opone a la perspectiva educativa del mismo, sí al menos está condicionado por la búsqueda de altos rendimientos y ha generado la necesidad de elaborar y llevar a cabo una serie de pruebas encaminadas a la detección temprana y posterior selección de los llamados talentos deportivos, concepto que hace referencia a aquellos jóvenes deportistas que poseen cualidades potenciales para destacar en una determinada disciplina deportiva. Numerosos autores se han pronunciado respecto a este tema, la especialización precoz en el deporte y los posibles efectos y consecuencias en el joven deportista (Galilea y cols., 1986).

    Pero, ¿qué entendemos por Talento Deportivo?. Literalmente, talento es el conjunto de facultades o aptitudes para una cosa; una aptitud natural o adquirida para hacer algo. Depende de la capacidad individual del sujeto pero también de una serie de aspectos externos e internos, como las condiciones sociales y afectivas que le rodean o su motivación hacia el entrenamiento. En este sentido, el talento tiene que ser no sólo descubierto sino también estimulado y formado (López J., 1995).

    En relación al Talento Deportivo, Hahn (1988) lo define como la disposición por encima de lo normal de poder y querer realizar rendimientos elevados en el campo del deporte. Según Gaber H. y Ruoff B.A. (1979) un talento deportivo se caracteriza por determinadas condiciones y presupuestos físicos y psíquicos, al cual, con mucha probabilidad lo portan en un momento sucesivo a alcanzar prestaciones de alto nivel en un determinado tipo de deporte.

    Adentrándonos un poco más en el tema, encontramos una serie de conceptos que habitualmente se utilizan de manera indistinta que, si bien están íntimamente relacionados, presentan ligeros matices diferenciadores: estamos hablando de detección, identificación y selección de talentos deportivos (López J, 1995; Mateo J.,1990):

    La Identificación de Talentos, según Léger (1986) consiste en predecir si un joven podrá desarrollar el potencial de adaptación al entrenamiento y su capacidad de aprendizaje técnico para emprender las posteriores etapas de entrenamiento. Por su parte, Salmela y Régnier (1983) definen la Detección de Talentos como una predicción a largo plazo en cuanto a las posibilidades de que un individuo posea las capacidades y los atributos necesarios para alcanzar un nivel de performance dado en un deporte determinado, diferenciando este concepto de la selección en la que la predicción es a corto plazo. La Selección del Talento se entendería como una operación reposando sobre una predicción a corto plazo en cuanto a las posibilidades de que un sujeto dado en el seno de un grupo de atletas posea atributos, el nivel de aprendizaje, el entrenamiento y la madurez necesarias para realizar una mejor performance que el resto de los miembros del grupo en un futuro inmediato (López J., 1995). Las fases del proceso de detección, captación, selección y perfeccionamiento del talento deportivo quedan recogidas en la siguiente figura (López J., 1995).

Alto Rendimiento Deportivo

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PERFECCIONAMIENTO

 

Formación Deportiva de Base

<---------->

SELECCION
CAPTACION

 

Formación Motora General

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DETECCION

Figura 1. Fases del proceso de detección, captación, selección y perfeccionamiento del talento deportivo (López J., 1995)

    En definitiva, en palabras de Nadori (1989), la selección deportiva no es otra cosa que el proceso a través del cual, se individualizan personas dotadas de talento y aptitudes favorables para el deporte, con la ayuda de métodos y test científicamente válidos.

    Hasta no hace muchos años, el talento deportivo se descubría de un modo más o menos natural. Este aparecía con más probabilidad en aquellas poblaciones con una gran masa de practicantes. En este sentido, la participación de un joven en el deporte se fundamentaba, sobre todo, en la tradición, las ideas y el deseo de participar en un deporte en función de su popularidad, la presión ejercida por sus padres, la especialidad del profesor, la proximidad de instalaciones deportivas, etc. (Bompa, 1987)

    En la actualidad, podemos decir que existen básicamente dos métodos para la selección del talento deportivo (Bompa T., 1987; Harsany L. y Martin M, 1987; Gutiérrez A., 1990):

  • Selección natural o pasiva: se basa en la obtención de talentos de forma natural, por azar en base a una gran masa de población deportista.

  • Selección científica, activa o sistemática: se basa en la identificación de talentos en edades tempranas y su posterior orientación y selección hacia modalidades en las que puedan alcanzar un alto rendimiento.

    La selección de talentos deportivos se produce a través de ambos métodos, si bien no es menos cierto que las exigencias de determinadas especialidades deportivas nos llevan ineludiblemente a la selección científica, en especial en aquellos deportes, fundamentalmente individuales, en los que las características morfológicas y funcionales del deportista son absolutamente determinantes para un elevado rendimiento. Hoy en día, aún podemos encontrar futbolistas o incluso jugadores de baloncesto que se salen de los estereotipos potenciales de rendimiento, pero difícilmente encontraremos atletas, gimnastas o nadadores que no presenten características morfofuncionales y psicocinéticas, a priori, óptimas.

    Centrándonos en la selección científica, el primer paso para llevarla a cabo es determinar los criterios para la detección del talento. Existen numerosos estudios al respecto, si bien resulta difícil hablar de criterios de selección de rendimientos en los deportes pues el principal problema es, precisamente, que las pruebas sean “ suficientemente válidas “, porque faltan estudios experimentales longitudinales serios en los que se demuestre con claridad que determinados aspectos de fácil estudio son criterios fiables en la identificación de talentos (Gutiérrez, 1990). Es necesario, pues, determinar cómo identificar la aptitud física favorable para una prueba y cómo medirla, al mismo tiempo que se estudian los resultados a mediano y largo plazo.

    Según Klisouras (1985), existen cuatro factores que determinan el rendimiento físico: ambientales, sociales, psicológicos y biológicos (producción de energía, función neuromuscular y rasgos somáticos).

    Bouchard, C., Brunell G. y Godbout P. (1973), determinan las siguientes medidas para la detección de talentos:

  • Morfológicas: estatura, envergadura, somatotipo, peso, etc.

  • Orgánicas: articulares, dinamométricas y de fuerza dinámica, espirométricas, cardiorrespiratorias …

  • Motoras y perceptuales: coordinación general, tiempo de reacción, rapidez de movimientos segmentarios, destreza …

  • Psicológicas: ansiedad, personalidad y tolerancia al dolor, fundamentalmente.

  • Situacionales y demográficas: acceso y disponibilidad de instalaciones, apoyo externo, atención médica, etc.

    Otros autores, como Kunst y Florescu (1971) hablan de la capacidad motriz, la capacidad psicológica y las cualidades biométricas, como los principales elementos de la performance descubiertos en la selección de atletas. Por su parte, Harsany y Martin (1987), proponen como criterios las características antropométricas, físicas, fisiológicas y sociales.

    A partir de distintos factores generales y aunando la opinión de diversos autores, Bompa (1987), cita los siguientes criterios para la selección de talentos deportivos: salud, cualidades biométricas o medidas antropométricas, la herencia, la proporción de fibras musculares rojas y blancas, las instalaciones deportivas y el clima, y la disponibilidad de los especialistas o el nivel de conocimientos del entrenador.

    En definitiva, consideramos que la selección de talentos deportivos es una necesidad basada en dos aspectos: la selección de verdaderas promesas, y la “reorientación” de jóvenes no dotados. Con ello, los entrenadores podrán motivar hacia objetivos más lúdicos y educativos a los menos capacitados, evitando la frustración que supone el fracaso en la competición, al margen de los costos, posiblemente innecesarios, que acarrea sobre la salud el deporte de alta competición. Debemos pensar que, todo lo que suponga desviar la intencionalidad educativo-formativa que debe presidir la actividad deportiva en el niño, ha de ser rechazada así como todo aquello que atente contra su libertad, sana alegría y limpia competencia que son innatas al deporte practicado por los niños (Galilea y cols. 1985).

    En base a lo expuesto, pensamos acertado diseñar una serie de pruebas que sirvan para predecir el rendimiento futuro de los jóvenes deportistas, estudiando el máximo número de factores implicados en dicho rendimiento. Junto a ello, se impone la necesidad de realizar un estudio longitudinal para refrendar los indicios obtenidos a través de los test con el rendimiento en pruebas específicas del deporte en cuestión, pues un estudio transversal aplicado para la selección de talentos puede eliminar innecesariamente a algún sujeto que, mediante el desarrollo, la maduración y el entrenamiento podría llegar al alto rendimiento (Mateo J., 1990).


4. A modo de conclusión

    Las elevadas exigencias del deporte de competición en la actualidad, junto con el paulatino incremento de la popularidad del mismo entre la población más joven, nos sirven de punto de partida para el planteamiento de un proceso de detección y selección de posibles talentos deportivos y del entrenamiento en la infancia. Por un lado, este proceso nos debe llevar a identificar cuanto antes a aquellos que presenten condiciones potencialmente positivas para llegar a obtener un alto rendimiento deportivo en la edad adulta. Por otro, nos ayuda a concretar los intereses y las expectativas de un gran número de jóvenes deportistas que, iniciados en el deporte por motivaciones externas y expectativas de éxito, pueden llegar a abandonar el deporte si éstos no llegan, pues el fracaso en la competición se relaciona con un descenso de la motivación hacia el deporte (Malina y cols., 1982). Esta situación podría evitarse si existiera una correcta orientación previa hacia objetivos más recreativos o hacia la participación en competiciones de menor exigencia. Esta diferenciación inicial entre posibles talentos deportivos y jóvenes deportistas “normales”, optimiza el proceso de entrenamiento y formación deportiva específica de ambos, por cuanto a los que demuestran una buena aptitud se les puede planificar una vida deportiva de forma ordenada y metódica que favorecería la aceptación del nivel de sus posibilidades y de su rol en el deporte (Galilea y cols. 1986), y a aquellos que presentan menos aptitud deportiva se les encauzaría hacia objetivos menos competitivos, favoreciendo igualmente la aceptación de su nivel y su desarrollo potencial, lo cual podría evitar la frustración y el consiguiente abandono deportivo. No obstante, el proceso de selección de talentos no debe hacerse en unas pocas sesiones o días, sino que debe ser un proceso activo y prolongado, sistematizado y riguroso, en el que el seguimiento y la enseñanza marcará el resultado de la selección global de talentos (Gutiérrez A., 1990), pues en muchas ocasiones, muchos niños que destacan precozmente, luego no han desarrollado un alto nivel de performance y, por el contrario, niños que en principio no destacaban por su aptitud, más tarde han conseguido niveles muchos más altos, como así se demuestra en algunos estudios experimentales (Muro y cols., 1988).

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