¿Se está robotizando
el tiempo libre
de nuestros jóvenes?

Antonio J. Casimiro Andújar
(España) casimiro@ualm.es

Doctor en Educación Física. Profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Director del Secretariado de Deportes de la Universidad de Almería.

    Resumen
    Se ha realizado una investigación sobre los hábitos de vida en relación con la salud. En este documento se analizan los resultados descriptivos de la variable tiempo libre, donde pretendemos conocer el carácter dinámico o estático de las actividades más habituales que desarrollan en su tiempo libre los escolares que finalizan los estudios de Educación Primaria y Secundaria Obligatoria en Almería (España). Para realizar dicha investigación se han utilizado cuestionarios validados mediante dos estudios piloto dobles, con las respuestas a un primer y segundo cuestionario readaptado, por medio de un grupo control en cada uno de los niveles educativos mencionados.
    Los resultados del estudio confirman una clara pasividad en el tiempo de ocio de nuestros jóvenes escolares, fundamentalmente por la utilización de videojuegos o el consumo de televisión y video, tan asentado en nuestra sociedad, lo que sin duda favorece un mayor sedentarismo juvenil.
    Palabras clave: Tiempo libre. Televisión. Actividad física. Sedentarismo. Infancia. Adolescencia.

http://www.efdeportes.com/ revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 20 - Abril 2000

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"Encuentro la televisión muy educativa.
Cada vez que alguien la enciende,
me retiro a otra habitación y leo un libro"
.
(Marx, en Migal, 1996)

1. Introducción

    En la sociedad consumista en la que nos ha tocado desenvolvernos todos pretendemos gozar de tiempo libre para poder disfrutar de actividades placenteras que nos liberen de la rutina y el quehacer diario. De esta forma, todas las personas buscan "buena calidad de vida", que, de forma orientativa, se puede considerar cuando el individuo se encuentra libre de cualquier trastorno psíquico o físico, y mantiene el máximo de autonomía, acorde con su edad y el medio socioeconómico y cultural en el que vive (Aztarain y De Luis, 1994). Esto surge de la interacción entre las condiciones de vida y las pautas individuales de conducta, determinadas por factores socioculturales y personales.

     Estrés, inadecuada alimentación, sedentarismo, consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, obesidad y accidentes constituyen los factores más determinantes de la salud presente y futura de una persona, siendo todos ellos controlables por uno mismo. Por tanto, podemos hacer más por nosotros mismos que cualquier médico, todo ello en función de nuestros hábitos de vida libremente adquiridos (Vickery y Fries, 1981).

    De esta manera, la promoción de la salud en general, y la actividad física en particular, deberían situarse en lugar prioritario a nivel social y cultural, ya que la realización o no de actividades físicas y deportivas es una conducta más dentro del estilo de vida que, en algunas situaciones, puede llegar a ser la más determinante para la salud (Devís y Peiró, 1993).

    Dicho estilo de vida está condicionado por una serie de factores, que según Mendoza y col.(1994) son:

  1. Características individuales -genéticas o adquiridas- (personalidad, intereses, educación, etc.)

  2. Entorno microsocial (vivienda, familia, amigos, etc.).

  3. Entorno macrosocial (cultura imperante, medios de comunicación, sistema social, etc.).

  4. Medio físico-geográfico, cambiante por la acción humana (dieta mediterránea o americana, etc.).

    Así, la modificación de un factor macrosocial como pudo ser la aparición de la televisión o el actual bombardeo informático, conlleva una variación significativa del estilo de vida, provocando, por ejemplo, que el niño que antes estaba jugando en la calle, ahora lo hace delante de un videojuego. Estas conductas, a veces, están más influenciadas por la publicidad de los medios de comunicación que por decisiones libres e individuales.

    Es evidente que el niño o el joven no vive dentro de una burbuja impermeable en un compartimento estanco, sino que vive inmerso en un medio social, con sus costumbres y normas, con las que interactúa a través del proceso de socialización. Los niños van a aprender determinados comportamientos, valores y actitudes, a través de diferentes factores que influyen en dicho proceso de socialización (Torre, 1998). Según McPherson y col. (1989), en edades tempranas, estos factores serán los agentes sociales primarios (familia, escuela y amigos) y las características propias del individuo (autoestima, motivación). Por ello, los familiares cercanos y los amigos van a tener una influencia directa en la participación deportiva del joven.

    Pero, estos agentes socializadores van a tener mayor o menor trascendencia en el comportamiento de la persona dependiendo de la edad de la misma. Así, la familia es el primero y más potente agente socializador en las primeras edades, transmisor de valores, comportamientos y normas. De este modo, según la teoría de la imitación, los niños no hacen lo que los adultos les dicen que hagan, sino más bien lo que les ven hacer. Además, los avances de la tecnología están haciendo que los modelos simbólicos (televisión) tengan gran influencia en las pautas de conducta social (Torre, 1998).

    De esta manera, los niños que participan en actividades físico-deportivas reflejan el interés de sus padres para que realicen dichas actividades, fundamentalmente si éstos han practicado de forma placentera. Si son practicantes activos, sirven de modelo para sus hijos (García Ferrando, 1993; Casimiro, 1999). En el mismo sentido, el hermano/a mayor puede servir como modelo positivo o negativo dependiendo cómo sean sus hábitos.

    El segundo agente socializador, formado por el grupo de iguales o amigos, que se consolida aún más durante la adolescencia, tiene la capacidad de favorecer o no el proceso iniciado en la familia, ya que si dicho grupo presenta actitudes pasivas, es más factible que el joven tienda hacia ellas. Así, la familia tiene una mayor importancia socializadora en la infancia, pero los amigos tienen mayor trascendencia en la adolescencia, ya que en esta edad el joven reinterpreta determinados comportamientos sociales, a través de la comunicación interpersonal (perspectiva de interacción simbólica).


2. Tiempo libre, sedentarismo y práctica de actividad física

    En general, la sociedad occidental, en el transcurrir de los años, ha cambiado el tipo de enfermedad, sustituyendo los trastornos infecciosos y agudos por la enfermedad crónica y permanente, que produce malestar y cierta incapacidad.

    El aumento del sedentarismo es uno de los factores desencadenantes de este cambio. En el mundo adulto, la falta de actividad física utilitaria se debe, en parte, a que nuestros miembros inferiores han visto frenada su utilización desde la incorporación de los medios de locomoción motorizados, escaleras mecánicas, ascensores, etc., al igual que ha sucedido en los miembros superiores con la incorporación a las casas de aspiradores, lavadoras y lavavajillas. Este estilo de vida se inicia ya en la infancia y constituye la primera etapa de la enfermedad hipocinética (Blasco, 1994).

    Así, en palabras de Tercedor (1998: pg. 42): "En nuestra sociedad se presentan una serie de juegos de carácter sedentario (videojuegos, juegos de ordenador, ...) muy practicados por la población infantil y que presentan escasa o nula implicación motriz, además de que inducen un comportamiento en el niño de aislamiento social al realizarse gran parte de ellos en solitario". "...Quizás estén demasiado tiempo encerrados en sus hogares, hecho que probablemente esté influenciado por la falta de espacios próximos a la vivienda y apropiados para la práctica (plazas, parques, instalaciones deportivas), por la falta de seguridad que ofrece la calle en determinadas circunstancias (lo que sugiere a los padres que quizás sus hijos estén más seguros viendo televisión o vídeo o utilizando el ordenador, que jugando en la calle)". Así, en palabras de Tercedor (1998: pg. 42): "En nuestra sociedad se presentan una serie de juegos de carácter sedentario (videojuegos, juegos de ordenador, ...) muy practicados por la población infantil y que presentan escasa o nula implicación motriz, además de que inducen un comportamiento en el niño de aislamiento social al realizarse gran parte de ellos en solitario". "...Quizás estén demasiado tiempo encerrados en sus hogares, hecho que probablemente esté influenciado por la falta de espacios próximos a la vivienda y apropiados para la práctica (plazas, parques, instalaciones deportivas), por la falta de seguridad que ofrece la calle en determinadas circunstancias (lo que sugiere a los padres que quizás sus hijos estén más seguros viendo televisión o vídeo o utilizando el ordenador, que jugando en la calle)".

    Se ha demostrado que la predicción de modelos activos en el estilo de vida adulto pudiera hacerse a través de la participación deportiva durante la niñez y adolescencia, ya que al haber obtenido una óptima habilidad en estas primeras edades, se estimula el interés y participación para los periodos de vida posteriores (Dennison y col., 1988; Powel y Dysinger, 1987; Sánchez Barrera, 1995; Dishman y Dum, 1988, y Sneyder y Spreitzer, 1983, citados por Sánchez Bañuelos, 1996; Van Reusel y col., 1990, y Telama y col., 1994, citados por Piéron, 1997; Dishman, 1995, Scnurr, 1990, y Willis, 1992, citados por García Montes, 1997).

    La inactividad física, como ya se ha comprobado en un gran número de investigaciones, es una de las causas más importantes productoras o coadyuvantes de enfermedad y muerte (infarto de miocardio o accidentes cerebrovasculares, entre otras).

    Sin embargo, según los estudios del prestigioso sociólogo García Ferrando en todo el estado español, los adultos siguen siendo bastante inactivos. Así, a pesar de la evolución en la predisposición y práctica físico-deportiva de los últimos años -en 1985 el hacer deporte ocupaba la novena posición entre las preferencias de actividades a realizar en el tiempo libre de la población española, ascendiendo al sexto lugar en 1990-, diferentes investigaciones (García Ferrando, 1986, 1990, 1991, 1993, 1996 y 1997; Ministerio de Sanidad y Consumo, 1987; Mendoza y col., 1994) demuestran una menor participación deportiva conforme avanzan los años, siendo los más inactivos las personas de mayor edad, de un menor nivel de estudios y de categorías socioeconómicas más bajas.

    Las actividades que prefieren los adultos actuales en su tiempo libre, según el estudio de García Montes (1997) con mujeres granadinas, son primero viajar y segundo hacer actividad física, por lo que el mercado del ocio está cambiando las ofertas tradicionales por los paquetes conjuntos de turismo y deporte (deporte multiaventuras en la naturaleza, turismo rural junto a rutas a caballo, senderismo, cicloturismo, etc.).

    Del mismo modo, según el estudio de García Ferrando (1993), hacer deporte ocupa el segundo lugar entre las preferencias de los jóvenes (15-29 años) en cuanto a las actividades de tiempo libre, después de estar con los amigos. Sin embargo, este deseo no se corresponde con la realidad de práctica, ya que la realización de actividades deportivas ocupa el 6º lugar de las llevadas a cabo por los jóvenes.

    De esta manera, hacer deporte es una actividad de ocio preferente para muchos, pero que no se plasma en la realidad práctica, a pesar de los progresos de los últimos años, con los riesgos fisiológicos que ello conlleva, por lo que hay una imperiosa necesidad de educación de la población.

    Tal como indica Mendoza (1995), la tendencia desde 1986 a 1990 significó un aumento del sedentarismo juvenil, especialmente en las chicas, disminuyendo la práctica según aumentan la edad. Así, se duplicó el número de escolares que no practicaban ninguna actividad físico-deportiva fuera del horario escolar, mientras que en los siguientes 4 años (1990-1994) se produjo un ligero incremento del nivel de práctica.

    En definitiva, de acuerdo con Tercedor (1998), la utilización adecuada del tiempo de ocio se muestra como una necesidad social de la cual ha de tomar parte la escuela, por lo que ésta y, fundamentalmente, el profesorado de E.F. influyen de manera directa en la utilización deportiva de dicho tiempo. Por ello, dentro de la perspectiva constructivista de educar para la vida, el fomentar hábitos de vida sanos y, por supuesto, favorecer entre el alumnado la práctica físico-deportiva se convierte en uno de los objetivos más importantes para el docente de Educación Física, ya que dicha práctica en sí, si se realiza adecuadamente, favorece el proceso de socialización del escolar, al suponer una fuente indudable de valores positivos: autocontrol, superación, cooperación, disciplina, asunción de normas, compañerismo, lucha, ...


3. Metodología

    Este documento es un extracto parcial de la tesis doctoral "Comparación, evolución y relación de hábitos saludables y nivel de condición física-salud en escolares, al finalizar los estudios de Educación Primaria (12 años) y de Educación Secundaria Obligatoria (16 años)" (Casimiro, 1999).

    Los principales objetivos de este trabajo son tratar de conocer la utilización de videojuegos, el consumo de televisión y la asistencia a espectáculos deportivos durante el tiempo libre del escolar.

    Se trata de una investigación transversal, descriptiva y con análisis correlacional entre diferentes variables. Este tipo de diseños Beunen y col. (1980), lo denominan tratamiento cross-sectional, ya que permite realizar simultáneamente un estudio transversal y un análisis longitudinal, al comparar las variables en dos edades diferentes.

    Son dos las poblaciones objeto de estudio: la primera está compuesta por el alumnado que cursa el último año de Primaria (6º), y la segunda está compuesta por el alumnado que cursa el último año de Secundaria (4º de ESO, en los centros donde se ha introducido definitivamente la LOGSE, o 2º de BUP, en los que aún no se había producido dicho proceso), en los diferentes centros públicos, privados y concertados pertenecientes a Almería capital, durante el curso 1997/1998.

    Por tanto, el estudio se ha centrado en escolares de 11-12 y 15-16 años, por ser la fase de la vida donde los hábitos relacionados con la salud comienzan a afianzarse, positivamente o negativamente, en la vida del joven, además de suponer el último curso de ambos niveles educativos, siendo el último de ellos el de la finalización de los estudios obligatorios.

    De acuerdo con D'Amours (1988), la infancia y la adolescencia constituyen los periodos más importantes de la vida en cuanto a la adquisición de comportamientos y hábitos de vida. También lo justifica Hahn (1988, pg. 10) al indicar: "como ocurre a todos los niveles de la vida humana, se desarrollan durante la infancia las primeras tendencias a determinados comportamientos, concentrándose luego en intereses que durante la adolescencia se pueden convertir en categorías de valor decisivas para la vida futura" .

 

  MEDIA DESV. TIPICA
PRIMARIA 11.82 0.49
SECUNDARIA 16.31 0.87
TOTAL 14.24 2.35
Tabla 1. Edad media de la muestra

    Para ello, de una población total (universo) en el curso 1997/98, que asciende en 6º de Primaria a 2211 sujetos (N), obtenemos una muestra representativa de 328 individuos (la muestra definitiva ha ascendido a 370).


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