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LA EDUCACION DEL CUERPO INFANTIL
EN LA ESCUELA URBANA POSCOLONIAL
El caso de la ciudad de Buenos Aires. 1817-1828

Angela Aisenstein (Argentina)
gunardop@rec.uba.ar

Universidad de Buenos Aires

Resumen
Este trabajo pretende identificar y analizar el tratamiento dado al cuerpo infantil en las escuelas de Buenos Aires durante la segunda y tercer década del siglo XIX. Dicho lapso de la escolarización ha sido caracterizado como el primer intento de estatalización de la educación. (Narodowski, 1994). En ese momento, el estado de Buenos Aires intenta diseñar y controlar un modelo de escuela distinto al colonial, para ello crea instituciones, importa pedagogos y métodos.
Cabe señalar que si bien la relación entre ejercicio físico y educación ya aparece en el discurso antiguo, en el discurso humanista del siglo XIV y en el médico del siglo XVI, las prescripciones derivadas de ese pensamiento son hasta el siglo XVIII prácticas de clase, exclusivas de la nobleza y la burguesía. La salud y la moral han de tomar razón de Estado recién en el siglo XIX, con el crecimiento de las ciudades, industrialización y revoluciones burguesas mediante. Cuando el hacinamiento pasa de ser una característica de la vida de los pobres urbanos a quedar asociada con el vicio, la enfermedad y la vagancia es el Estado quien comienza a diseñar proyectos para el tratamiento de los nuevos problemas sociales. La escuela es una de las instituciones que se implementan. Aquí se pretende conocer cómo se cruzan estas cuestiones en el discurso pedagógico y qué artefactos curriculares produce en este período y espacio acotados.
Palabras clave: Escuela. Cuerpo. Método


Introducción
Este trabajo pretende identificar y analizar el tratamiento dado al cuerpo infantil en las escuelas de Buenos Aires durante la segunda y tercer década del siglo XIX. Dicho lapso de la escolarización ha sido caracterizado de diferente manera. Mariano Narodowski (1994, 1995) fecha en la segunda década el comienzo del proceso de estatalización de la educación en la ciudad de Buenos Aires. Entre 1817 y 1828 el Estado municipal toma paulatinamente a su cargo la educación de los niños y niñas, implementando acciones orientadas a la organización pedagógica y administrativa de las escuelas. Este Estado impulsa la redacción de Reglamentos escolares, contrata pedagogos extranjeros, como Pedro Baladía, para importar nuevos métodos1 y crea instituciones ad hoc para atender la educación de las niñas (Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires). El intento de diseñar un modelo de escuela distinto al colonial, supone a la vez controlar la práctica pedagógica que hasta entonces está en manos exclusivas de los maestros. Carlos Newland (1992), por su parte, señala a la escuela poscolonial, especialmente en el período unitario (1821-1827) como parte del proyecto de afianzamiento del proceso revolucionario y de modernización de la sociedad criolla, que asocia lo moderno con lo urbano y civilizado


La mirada sobre el cuerpo
Para este trabajo la atención está centrada en las prescripciones, tipificaciones de movimientos y organización de los tiempos escolares que se asientan en el cuerpo de todos los niños, tanto alumnos como instructores e inspectores2, en función de dos cuestiones. Inicialmente, centrarse en el cuerpo supone aceptar que la escuela moderna se organiza allí y sólo cuando se detecta un niño. (Narodowski 1995, 1996). Este es reconocido como tal por su diferencia, dependencia y debilidad respecto del adulto. El dato más evidente de este niño es su diferente e incompleto desarrollo corporal, el exceso de sus impulsos y, desde la mirada del adulto, la ausencia de controles internos y espontáneos sobre sí mismo. El niño es heterónomo. La educación escolar resulta, desde este punto de vista, parte del mecanismo diseñado con el fin de controlar, modelar, orientar ese cuerpo infantil.

En segundo término, se entiende que la educación escolar resulta también parte del instrumento social creado para moralizar y civilizar, a la masa infantil. Esto es, la escuela moderna se implanta finalmente y más específicamente cuando el Estado detecta un conjunto de niños, es decir considera indispensable atender a la socialización de los niños del pueblo, con el fin de volverlos hombres industriosos.

Las fuentes históricas muestran el detallado proceso de análisis y estandarización de las acciones en general y de los movimientos corporales en la escuela, como parte de los contenidos de la enseñanza y de los requisitos previos para ella. Es en este proceso meticuloso que se intenta conocer los mecanismos pedagógicos que se implementaron para el control del cuerpo popular.

La historia de la higiene en occidente relata varias líneas recorridas por la limpieza del cuerpo. En el siglo XVI el aseo supone la atención cosmética de las partes observables (lavado de manos y rostro) orientada por fines morales tal como lo exigen los códigos de elegancia y urbanidad. Puede decirse que son prácticas exclusivas de la burguesía urbana y la nobleza cortesana. Sin embargo, desde el siglo XVIII en adelante la higiene y asepcia del cuerpo (y de las ciudades) comienzan a asumirse como requisitos indispensables de la salud, individual y pública, tanto en la prevención como para la cura. (Vigarello, 1985).

Mirada la cuestión desde otra perspectiva, la historia de las prácticas corporales en Europa permite seguir el proceso del adiestramiento del cuerpo desde la caballería medioeval hasta la urbanidad cortesana (Vigarello, 1991). Aquí la línea parte de las prácticas ortopédicas ejercidas sobre el cuerpo infantil y femenino, propios del proceso civilizatorio (Elías, 1986). En ese entonces, la mala postura también tiene connotaciones morales. Los tratados de urbanidad, en tanto textos pedagógicos, señalan al porte y la compostura como rasgos distintivos de civilidad y como indicadores de estatuto moral. Alrededor del siglo XVIII se opera un cambio en las prácticas pedagógicas sobre el cuerpo. Si inicialmente, las prácticas ortopédicas y de moldeamiento pasivo buscaban la apariencia decente, luego gracias, entre otras cosas al análisis biomecánico del cuerpo, la pedagogía de la postura da importancia al movimiento, la terapéutica se organiza alrededor de los ejercicios físicos y la distinción se vincula a la capacidad de moverse con poco esfuerzo y máxima eficacia. (Vigarello 1991)

Cabe señalar que la relación entre ejercicio físico y educación ya aparece en el discurso antiguo (Aristóteles IV a C.) y en el discurso humanista del siglo XIV (Rabelais, Montaigne) y que la relación entre el ejercicio físico y la salud es parte del discurso médico desde el siglo XVI (Mercuriale). Pero las prescripciones derivadas de ese pensamiento también se ponen en práctica sólo entre la nobleza y la burguesía del siglo XVI al XVIII. Ahora bien, en el siglo XIX con el crecimiento de las ciudades, industrialización y revoluciones burguesas mediante, el hacinamiento pasa de ser una característica de la vida de los pobres urbanos a quedar asociada con el vicio, la enfermedad y la vagancia. Es entonces cuando la salud y la moral toman razón de Estado, y es el Estado quien comienza a diseñar proyectos para el tratamiento de los nuevos problemas sociales. La escuela es una de las instituciones que se implementan. Lo que aquí pretende conocerse es cómo cruzan estas cuestiones el discurso pedagógico y qué artefactos curriculares produce en este período acotado.

Se toman como fuentes primarias documentos que, más allá de su denominación, son en términos actuales prescripciones curriculares3, a saber;

  1. El Reglamento de Enseñanza Mutua de Pablo Baladía4
  2. El Manual de Mme. Quignon, de enseñanza mutua, traducido para su aplicación en la escuela de niñas de la Sociedad de Beneficencia
  3. El Reglamento de los Colegios de Buenos Aires de 1823, firmado por Bernardino Rivadavia

A la vez, cada fuente es tratada:
  1. Desde la descripción de a su forma, organización y contenido
  2. A partir de la identificación de clasificaciones, ordenamientos y tipificaciones de los movimientos, tiempos y espacios.
  3. A partir de la identificación de las prescripciones referidas al aseo, la ropa, la presentación.

El Reglamento de enseñanza mutua de Pedro Baladía
Este Reglamento abunda en indicaciones orientadas a estandarizar los movimientos de los niños en clase, sean éstos alumnos, instructores, inspectores y del preceptor. Las especificaciones respecto de los movimientos de los alumnos están enunciadas dentro de los subtítulos 'Obligaciones'. Las sanciones a las faltas también se formalizan con movimientos y acciones previstas en el documento. No hay alusiones específicas a la higiene.

El texto abunda en indicaciones sobre el uso del tiempo y el espacio referidos a los movimientos corporales de todos los sujetos que participan de la escuela. La organización de los cuerpos, sus movimientos, sus infracciones, sus aprendizajes parece ser el eje alrededor del cual se teje todo el reglamento. La necesidad de controlar la circulación y los movimientos colectivos de grandes grupos puede ser previsible en una institución que intenta manejar cientos de alumnos (ya sea en el pasaje de una clase a otra, o a la entrada a la escuela), pero cabe notar que el mismo detalle respecto del cuerpo aparece en el tratamiento de la enseñanza en los otros contenidos escolares, es decir al interior de los salones de clase. Según este texto, aprender la escritura parece ser, ante todo lograr adoptar una postura corporal, para luego aprender caligrafía, es decir copiar con exactitud el modelo (de letra, de sílaba o de palabra) que está en el cuadro.

"(...) Art. 17 Luego que oigan la voz de tomen pondrán en la mano izquierda como se ha prevenido en el art. precedente, i (...) los tomaran con los dos primeros dedos de la mano derecha, se quedaran con el en la mano i sostenido por los tres primeros dedos i saliente de sus puntas una pulgada. Ladiaran los coriplanos á su hizquierda i poniendo la mano hasta sobre la mesa con el codo hizquierdo pegado á su costado esperando que se mande escribir (...)
21. El inspector mandara instructores corrijan (...)
22. Diran clara é inteligiblemente todas las silabas i voces al paso que el instructor se lo mande, oiran con docilidad los defectos que les hagan conocer atenderan á sus correcciones para no incurrir en falta alguna, i cuidaran mucho de la posicion del cuerpo, de la acentuacion, de los perfiles i buena forma de la letra. 23. Si de dictado á dictado les quedase algun tiempo cotejaran sus letras con las del tablero general i si notasen desigualdad procederan á corregirse a si mismos (...)

Manual para las escuelas elementales de niñas o Resúmen de Enseñanza Mútua aplicada a la lectura, escritura, cálculo y costura por Mme. Quignon5
En Buenos Aires, a los 12 días del mes de abril de 1823, el Ministro Secretario de Gobierno y Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires, D. Bernardino Rivadavia firma el Acta de Instalación de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires. Institución compuesta por 13 señoras socias (entre quienes se cuenta a la traductora del manual) la Sociedad es creada especialmente "para instalar una sociedad, de la que esperaba grandes ventajas el país (...)". Ese mismo año se publica la traducción al castellano del Manual para las escuelas elementales de niñas o Resúmen de Enseñanza Mútua aplicada a la lectura, escritura, cálculo y costura escrito por Mme. Quignon a quien la introducción presenta como una matrona francesa Según consta en el acta incluida en la edición vernácula del Manual:
"Tres objetos primordiales han dirijido al gobierno en la erección de la sociedad de beneficencia. La perfección de la moral; el cultivo del espíritu del bello sexo; y la dedicación del mismo á lo que se llama industria y que resulta de la combinacion y ejercicio de aquellas cualidades". (p.11)
Las regulaciones espaciales y temporales de los movimientos aparecen desde la descripción del "amueblamiento" en el capítulo II de la 1a. parte. Todos los muebles y demás elementos del salón están diseñados prescribiendo la forma, las dimensiones y el modo de empleo. Toda la dedicación parece puesta en dominar los impulsos de las niñas, contenerlas espacialmente y regular los ritmos de las acciones, evitar amontonamientos y roces, distinguir lo correcto de lo incorrecto. A modo de ejemplo:
"Un reloj de péndula: mueble indispensable para determinar la duración de los ejercicios, colocado de manera que quede á la vista de la maestra" (p. 25)
"Bancos (...) estarán los mismo que las mesas asegurados en el suelo, sus ángulos redondeados para que las niñas no se lastimen, y una distancia entre los atriles y los bancos de 14 pulgadas para que puedan pasar entre ellos y las mesas sin treparlos"6 .(p. 27)
Las prescripciones respecto del uso del tiempo y el espacio ocupan parte importante del Manual. Toda la segunda parte está destinada a la división y organización del tiempo escolar. Ej. escuela de la mañana:
"1°. A las ocho y media la maestra, y la monitora general de escritura entran en clase. Esta última se ocupa de revisar (...)
2°. A las ocho y tres cuarto entran las monitoras de escritura en clase. La monitora general procede a su llamamiento. Ellas arreglan los lápices por clases, y suben sobre sus bancos, para vigilar el acomodo de las discípulas.
3°. A las ocho y cincuenta y cinco minutos, entran las niñas, y la monitora general reza una oración.
4°. A las nueve - escritura.
5°. A las nueve y tres cuarto se pasa lista.
6°. A las diez- lectura.
7°. A las once- escritura para las cuatro primeras clases, lectura de las monitoras, y aritmética para la 5°, 6°, 7° y 8° clases.
8°. A las doce- la oración respectiva, y salida de las niñas." (p. 35)
En esta parte también se procede al ordenamiento de la enseñanza. Aquí el tiempo está metido en la organización secuencial de las clases. Tal ordenamiento diseña una clasificación de las tareas, en tanto gradación en la complejidad de contenidos y actividades en cada ramo. Como se ve, estas prescripciones tipifican la acción de las alumnas y muy fuertemente las de las monitoras (también niñas) de modo que toda la acción de enseñar y de aprender, todo el método aparece estandarizado, tómese a modo de ejemplo las clases de costura:
"Las monitoras se pasean en sus respectivas clases, llevando el hilo envuelto en un papel atado á la cintura. Deben continuamente vigilar, y seguir á sus discípulas en la labor, y estar atentas á las señas que ellas se vean obligadas a hacer. Para pedir hilo levantan la mano derecha; la izquierda cuando les falte labor, dedal, ó aguja, igualmente que cuando necesitan del consejo de su monitora; y para salir levantan las dos manos (...).
La monitora general no llena bien sus funciones, sino pasea por todas partes provista de cuando es necesario para las monitoras de clases." (p. 47)
Pero la alusión al cuerpo infantil individual se hace patética en la "explicación de los ejercicios y movimientos de la mañana y de la tarde", allí aparecen nombradas las acciones, los movimientos corporales cual ejercicios o poses individuales que a la vez parecen componer un cuadro coreográfico:
"Las discípulas entrarán en la clase en silencio con las manos cruzadas sobre el pecho, y sin hacer ruido con los pies, é irán á colocarse detras de sus bancos de la manera siguiente.
La primera que llega á un banco se pone al lado de la monitora, la segunda al lado de la primera, y la tercera al lado de la segunda; así las demás. La monitora general sube al estrado, y toca un golpe de campanilla, para hacer poner toda la clase de rodillas sobre los bancos.
Las monitoras bajan, y van a arrodillarse á un pie de distancia de los telégrafos, todas en hilera. Una monitora colocada sobre el estrado reza la oración: ( las monitoras tienen cada una su semana para verificar este acto).
Durante este tiempo la maestra se pasea alrededor de la clase. La monitora general, siempre colocada sobre el estrado da un golpe de campanilla para hacer levantar las niñas; en seguida otro para que se vuelvan del lado de los telégrafos; en fin un tercero para entrar, sentarse en los bancos. (...) Aquellas discípulas que están al lado de las monitoras, salen á un tiempo de los intérvalos, y dan vuelta á la cabeza de los bancos, pasan entre sus atriles y bancos, y van á colocarse al otro extremo: estas son seguidas de otras discípulas, de suerte que las primeras se encuentran últimas, y las que quedaban últimas, antes de esta mudanza, vienen á quedar las primeras.
Luego que están sentadas ponen las manos sobre las rodillas; la monitora general dice: atención, alzar la cabeza; y hace la señal necesaria. para que se limpien las pizarras. Un golpe de campanilla suspende éste movimiento. En seguida hace poner las manos sobre la mesa, mostrar las pizarras, y dice, haciendo una señal con la mano derecha: monitoras repartid los lápices y ejemplos. (...) " (p. 51/52)
Podría señalarse que el método diseñado en el Manual es una perfecta combinación de ejercicios y técnicas corporales con contenidos escolares. Combinación que llega a un nivel tal de imbricación que resulta difícil discriminar el contenido de la enseñanza del método, técnica o forma de enseñarlo.

Las cuestiones referidas a la higiene sólo aparecen en el capítulo 1, en las prescripciones respecto de la construcción de las aulas. Se destaca la importancia de la iluminación y la aireación de los salones. La preocupación parece ser evitar el hacinamiento.


Reglamento para la Economía y orden interior de los Colegios de la Capital
Los Colegios como institución educativa admiten alumnos con diez años cumplidos que ya saben leer y escribir correctamente. Los colegiales pueden ser admitidos en carácter de pensionista o no pensionista.

Inicialmente puede señalarse que este reglamento, como su nombre lo indica refiere a las normas para el orden interno y la economía del Colegio. En este sentido, si bien se extiende en cuestiones estrechamente referidas a la conformación y regulación de la institución educativa en tanto institución de secuestro (Foucault, 1987), no hace referencia alguna al trabajo en adentro del salón de clase. Leyendo los sucesivos artículos, el lector puede llegar a imaginar la vida cotidiana en el Colegio en tanto internado, y recorrerlo, enunciado tras enunciado, desde la ceremonia de admisión hasta las rutinas de inicio y cierre de la jornada, pasando por las actividades comunitarias.

De las fuentes no parece desprenderse método de enseñanza en la norma de este reglamento, (dado que las prescripciones parecen detenerse ante la puerta de las aulas y la enunciación de obligaciones continua luego de las clases). Sólo aparece explicitada la lección que los alumnos dan, a modo de repaso, ante los zeladores (sic) (que también son niños) y al salir de las aulas. La pregunta que queda pendiente es si ésta es una ausencia intencionada, y la enseñanza está regulada en otro texto, o si el diseño del método es considerado atribución exclusiva de los maestros, ya que los zeladores parecen ocuparse solamente de controlar las lecciones de los colegiales.

Sin embargo existe en este reglamento un cargo claramente delimitado al que se le asigna una tarea específica vinculada a un particular contenido: el Prefecto de estudios. El cargo principal del Prefecto de estudios "será el establecimiento de ejercicios gimnásticos, adiestrar á los alumnos en ellos, cuidando de perfeccionar este importante ramo, y elevando al conocimiento del Gobierno, por medio del Rector, las invenciones más ventajosas que descubran." (Art. 24)

Si bien no se menciona fundamentación alguna que justifique "la importancia del ramo" su aparición da cuenta de un tratamiento distinto del cuerpo, aunque éste no sea nombrado. ¿Cómo interpretar esta novedad? ¿Será un dispositivo necesario para complementar otros mecanismos de ordenamiento de los cuerpos en el internado? Su inclusión parece responder a las necesidades propias de la economía de la institución. Los ejercicios gimnásticos tienen su lugar los domingos y días festivos, es decir cuando en la escuela no se dan clases de otros ramos, cuando los muchachos pueden llegar a estar ociosos.

En el reglamento de los Colegios no se permiten los castigos corporales, pero las sanciones suponen la suspensión de las salidas, los arrestos, y la permanencia dentro del colegio aún en domingos y feriados. Esta es una institución total y la educación toma al cuerpo como un todo. Y en esta línea, a mayor indisciplina peor sanción, hasta llegar a la expulsión. Pero para llegar a excluir a un joven de la escuela, la autoridad debe primero dar parte al ministerio de Gobierno, y el infractor debe haber contabilizado dos inscripciones como incorregible en el libro reservado del Rector.

sigue F


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· Año 4 · Nº 15 | Buenos Aires, 08/99