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Resumen
Este estudio intenta demostrar que, contrariamente a la creencia tradicionalmente difundida de la existencia de incontables terrenos para la práctica del fútbol, la mayoría de los clubes fundados a principios de siglo en Buenos Aires tuvieron dificultades para encontrar un espacio apropiado donde instalar un campo de juego. Simultáneamente, la presente investigación se enmarca en una búsqueda por reconocer la vida, la cultura de los sectores populares durante las primeras décadas del siglo en esta zona del Río de la Plata.
Palabras clave: Fútbol. Espacio Urbano. Sectores populares. Buenos Aires.
I. Introducción
¿Por qué fue el fútbol el deporte que terminó por arraigarse entre las mayorías de nuestro país?. Como respuesta a este interrogante suele mencionarse la amplia disponibilidad de los recursos necesarios para su práctica: un terreno usado como campo de juego y algún elemento que hiciese las veces de pelota. La generosa cantidad de espacios usables como "potreros" en la ciudad- habría ayudado a generar un camino cómodo donde la presencia de los deseos de jugar al fútbol por parte de los jóvenes de los sectores populares habría conducido naturalmente al amplio desarrollo del deporte. 1Quienes primero construyeron la historia del fútbol argentino -muchas de cuyas conclusiones forman parte de la tradición vinculada al pasado del fútbol- sostuvieron la tesis de que la fuerza de la inserción del fútbol entre los sectores populares se debió precisamente a la plástica recepción del espacio citadino a la novedad. 2 Lo curioso es que en las mismas páginas de esas historias se cuenta -a través del relato de coloridas, heroicas y/o tragicómicas anécdotas- las mudanzas por las que tuvieron que atravesar los clubes en su búsqueda de terrenos. Es decir, esta noción construida acerca del feliz encuentro entre ciudad y fútbol -por lo menos para Buenos Aires hacia las primeras décadas del siglo XX- no parece evidente, y a poco de avanzar, tampoco resulta adecuado seguir sosteniéndola.
Se intentará demostrar aquí que para la mayoría de los clubes fundados en la época, no resultó nada sencillo encontrar un espacio apropiado donde instalar un campo de juego. Simultáneamente, la presente investigación se enmarca en una búsqueda por reconocer la vida, la cultura de los sectores populares durante las primeras décadas del siglo. Para esto habrá que ubicarse en el momento en el que el fútbol comienza su popularización -hacia el 1900- y que se encuadra de lleno en el proceso de construcción de la Buenos Aires moderna (1880-1920).
La ciudad se fue formando mediante la acción de una multiplicidad de actores que le fueron dando su sello. Entre éstos se puede rescatar la presencia de los propietarios de terrenos a través del proceso de loteo y venta a plazos de tierras derivan en nuevos vecindarios; las obras emprendidas por el estado, sea este nacional o municipal, ampliando la red vial, de aguas corrientes, alumbrado, construyendo escuelas, etc.; la actuación de las empresas privadas de transporte armando la red ferroviaria y tranviaria. Otro de los elementos transformadores de la ciudad fue la llegada masiva de inmigrantes con cuyo aporte básico la ciudad duplicó sus habitantes entre 1900 (800 mil) y 1915 (más de un millón y medio).
El centro de atención del presente trabajo estará puesto en la acción de los jóvenes de los sectores populares, cuyas edades oscilaban entre los 12 y los 20 años, nacidos en su abrumadora mayoría en el país, de padres criollos o inmigrantes, en su mayoría estudiantes secundarios o universitarios, empleados en grandes tiendas, pequeños comercios o talleres. Parte de estos jóvenes y sus familias vivían en los conventillos del centro urbano superpoblado, mientras otros grupos comenzaban a trasladarse hacia los nuevos vecindarios alejados del centro. Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX se inició un acelerado movimiento expansivo hacia las nuevas parroquias, hacia nuevos espacios ya cruzados por el ferrocarril y el tranvía (que en 1910 tenía ya su red electrificada y ofrecía el llamado "boleto obrero"). 3 Además, fue el inicio del pasaje del conventillo como hábitat más común de los sectores populares, al alquiler o compra de terrenos en los nuevos vecindarios.
La relación entre la formación del espacio urbano y el proceso de popularización de la práctica del fútbol se analizará teniendo en cuenta la manera en que los jóvenes usaron la ciudad, la forma en la que incidieron en su producción. 4 Cabe señalar que la experiencia de la competencia futbolística tenía una carga emotiva especial. La práctica del fútbol estuvo integrada, desde su inicio, por una serie de vivencias que lo transformaron en un escenario en el que se ponían en juego muchos de los valores básicos amasados por una buena porción de los grupos sociales. 5 En este sentido el fútbol fue una experiencia dotada de una potencia nada común. Esa fuerza se expresó en la generación de lazos identitarios que tuvieron un correlato inmediato con el proceso de formación de la ciudad. El fútbol ayudó a armar la identidad vecinal y la porteña. A través de la participación en el drama social del fútbol, en la experiencia de la competencia, de la vivencia de las relaciones solidarias y horizontales, se fue diseñando la ciudad y las representaciones que de ella se constituyeron. 6
Para rastrear este fenómeno se intentará detectar las áreas donde vivían quienes jugaban al fútbol así como las ocupadas por las canchas. También se indagará acerca de los traslados múltiples de las canchas de algunos de los clubes. Se han utilizado dos tipos de fuentes: por un lado en el capítulo 4, la información clásica acerca de la historia de la liga oficial incluida en la historiografía tradicional del fútbol argentino así como de los diarios de la gran prensa porteña. Los apartados 2 y 3 están construidos sobre la base de los datos contenidos en la sección deportiva del diario "La Argentina" -entre 1903 y 1908- en la que los clubes-equipos recién fundados publicaban sus avisos para desafiar a otros similares, y donde las ligas independientes informaban las novedades de la competencia por ellas organizada. Estas ligas formaban una franja importante de la práctica total del fútbol. 7
II. Canchas y viviendas
Si bien el fútbol fue jugado en las escuelas y clubes de la colonia inglesa, así como en los clubes de la élite criolla durante todo el último cuarto del siglo XIX, sólo durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX su práctica se difundió entre los sectores populares.La adopción del deporte estuvo asociada a la fundación de clubes. Los jóvenes sintieron la necesidad de tener un terreno, un espacio propio, para ser usado como field, como campo de fútbol. Así, el proceso de popularización del fútbol que se inició en Buenos Aires contó con tres ingredientes estrechamente unidos: la iniciación en la práctica del juego, la fundación de un club y la búsqueda de una cancha propia.
Por otro lado, la creación de clubes estuvo ligada a la participación en algún torneo independiente, sumada a la nunca abandonada aspiración por llegar a integrar la liga oficial. Este conjunto fue visto por algunos contemporáneos como una especie de fluido irresistible, como una moda, que estaba dando forma a un estilo propio de vida juvenil.
La tarea de conseguir un terreno que hiciese las veces de cancha de fútbol fue uno de los emprendimientos más problemáticos que tuvieron que encarar estos jóvenes. Con el tiempo, el poseer o no terreno, actuó como filtro que determinó la supervivencia o no del equipo-club.
Por aquellos primeros años del nuevo siglo, muchos clubes-equipos que participaban en la las ligas independientes carecían de cancha. Si en 1907 existían alrededor de 350 equipos-clubes, los dos tercios de ellos no tenían cancha propia. Como la ciudad impedía su instalación en el centro urbano hiperpoblado, se buscó la cesión de tierras públicas o tierras privadas para alquilar. Dado el sucesivo encarecimiento del precio de la tierra debido a la subdivisión de las propiedades y los loteos de los terrenos, sólo un reducido núcleo de ellos pudo alquilar o comprar un terreno.
Una de las opciones disponibles era el espacio urbano público que se estaba diseñando en la primera década del siglo correspondiente a los parques. Si bien no hay investigaciones al respecto es dudoso que estos espacios verdes, diseñados desde la administración municipal, se usaran para la práctica del fútbol formal-institucionalizado en las ligas independientes. 8 En principio, los clubes-equipos necesitaban tener canchas propias para ejercer los beneficios de la localía. Este fue un recurso extra que comenzó a manifestarse también entre los pequeños equipos-clubes. El parque -que a veces incluía un espacio específicamente diseñado para los deportes- fue un reducto incierto de la práctica del fútbol informal. Siempre existieron conflictos en el uso de estos espacios públicos donde entraron en competencia distintas concepciones acerca de la función de los parques y plazas. En general, se los consideraba un lugar destinado al paseo familiar. En realidad, en la ciudad de Buenos Aires el fútbol y el espacio verde parquizado vivieron en permanente conflicto. Además, desde la óptica de los jóvenes socios-jugadores de los clubes de fútbol jugar en un parque público sin poder acreditar formalmente ser el único poseedor del terreno, era -en esta época y para esta franja de jóvenes movidos por la iniciativa de fundar instituciones- poco menos que denigrante. Si alguno jugó en un parque fue como un último recurso en su búsqueda de un field propio.
Uno de los caminos más comunes -aunque transitorio- para conseguir un terreno era el de instalarse en otros terrenos públicos. El tema aparece en los casos recogidos de la historia tradicional de los clubes, así como en las páginas de "La Argentina". Puede verse a continuación como la redacción de este diario aconsejaba a los noveles jugadores-dirigentes la mejor manera de tramitar la obtención de un terreno fiscal:
Correspondencia :"Distinguido Sr: Le ruego me informe por medio de su importante periódico, qué trámites es necesario efectuar y a quien hay que dirigirse para obtener permiso por una cancha para football en los terrenos del puerto, frente al dique 3, y si es necesario tener los estatutos impresos, o si es igual hechos con máquina de escribir. Nota de la Redacción: Basta con presentar un escrito sobre papel sencillo, solicitando la concesión del terreno para los fines del club y que una persona conocida recomiende el pedido al Ministro. La solicitud puede ir impresa, escrita a máquina o a mano, así como los estatutos, esto no tiene importancia". 9
El puerto de la ciudad estuvo hiperpoblado de canchas. 10 Periódicamente las autoridades solían expulsarlos de esos espacios, así como la Municipalidad de la ciudad lo hacía de algunos terrenos debido a creación y/o ensanches de calles, edificación de escuelas, etc. (ver cuadro Nº 9).Otra vía de acceso -sólo para pocos afortunados- fue el 'padrinazgo' del club por parte de algún personaje influyente o de alguna institución, gracias a sus buenos oficios conseguían la cesión de un terreno; veta que proporcionó una mayor estabilidad. 11
Algunos lograban que los propietarios les alquilaran a bajo precio un pequeño predio. Pero el avance de los loteos hizo que ésta fuera una de las razones frecuentes que motivaron los permanentes traslados de canchas. Sin duda todo espacio era bueno para jugar: las veredas, algunas calles y terrenos baldíos. Sin embargo, y tal como se mencionó arriba, en esa época la mayoría de los noveles practicantes del fútbol asimiló en un mismo bloque indiferenciado la práctica del juego junto a la fundación de un club, la tenencia del espacio propio -o por lo menos su búsqueda- y la posterior participación en algún tipo de torneo. Estos jóvenes aspiraban a pertenecer a un nuevo mundo generado por ellos mismos: el universo competitivo de los clubes-equipos recién fundados que se enfrentaban entre sí. Deseaban formar parte de ese mercado concreto y simbólico naciente, en alguna medida parido por la acción promotora del diario "La Argentina".
La rápida difusión de la práctica del juego generó la gruesa franja del llamado "fútbol aficionado", cuyos participantes aspiraban a integrar esas "ligas independientes", como escala previa al acceso a la liga oficial.
Los años en los que se inició el siglo XX integraron el momento de creación de un espacio competitivo en el contexto de la misma formación de la ciudad y de los propios sectores populares y su cultura. Este estado de fluidez permitía que el núcleo originario de ese campo fuese muy heterogéneo. Es decir, si se tiene en cuenta el conjunto de quienes practicaban el fútbol en la primera década del siglo se verá que este abarcaba desde clubes ingleses hasta once jóvenes que vivían en el centro de la ciudad y que no tenían donde jugar, y a veces, tampoco con que hacerlo; ellos fundaban una protoinstitución y se inscribían en una liga independiente.
-Correspondencia: "Nos escribe el Club Atlético Londres. Aceptamos el desafío que nos manda el C.A. Luis P. Jrs. pero ¿no es notorio que un club que desafía, no tenga ni field ni pelota?, esto ya no tiene ni principio ni fin." 12
Las ansias por participar de ese universo juvenil hacía que fuese natural adoptar el modelo que asociaba íntimamente la práctica del fútbol con la fundación de un club y la consecuente búsqueda de un espacio propio. Sin embargo la disponibilidad de medios como para hacerse de ese terreno fue enormemente desigual. 13 Un bien escaso frente a una demanda sostenida sólo podía dar por resultado interminables disputas. Por ejemplo, sucedía que un mismo terreno era considerado como propio por más de un `propietario', causando algunos de los intríngulis de difícil solución en los que se vieron envueltos los miembros de estas protoinstituciones. 14 La sección deportiva de "La Argentina" incluía muchos avisos en los que se puede advertir la demanda de canchas, como por ejemplo:
Correo: "El secretario del club L. A. Alem nos escribe avisando que su club está deseoso de conseguir una cancha; si hay alguno interesado se le ruega comunicar a La Argentina o al club L.N. Alem, Rincón 43" 15
También aparecen en dicho medio las quejas por la existencia de canchas en mal estado; lo que no sólo demuestra el escaso conocimiento, y la pobreza de medios para mantenerlas adecuadamente, sino también atestigua la cantidad de clubes cuyos socios vivían lejos de su propia cancha y que sólo controlaban cuando tenían que jugar una o dos veces por semana; mientras que el resto de los días era usufructuada por `intrusos' (vecinos) o por los propietarios del terreno. Además de éstas dificultades se repetían los inconvenientes por dar con espacios que contaran con los metros necesarios como para transformarlos en canchas que tuvieran las medidas reglamentarias. 16Es significativo el peso que los "socios-jugadores" adjudicaban a la localía, en especial debido a ciertas prácticas mediante las cuales los jugadores visitantes eran presionados por los locales y su activo pequeño grupos de seguidores. 17 Este ingrediente acrecienta la tendencia a considerar como necesario el contar con una cancha propia.
Hasta aquí se han visto los problemas para conseguir un espacio propio en la ciudad. De modo que sigue en pié cómo detectar donde vivían y donde jugaban aquellos entusiastas del nuevo deporte que sí habían logrado hacerse de un terreno. Para detectarlos se tomaron en cuenta los datos aparecidos en la Sección deportiva de "La Argentina" durante abril de 1907 -ver cuadro nº1. Por supuesto, se han contabilizado sólo los clubes que poseían secretaría y cancha, que en realidad sumaban un tercio del total de clubes participantes de las ligas independientes.
Si se compara la ubicación de las canchas y la de las secretarias puede observar que existían clubes que tenían sus "fields" en el mismo lugar en el que residían sus miembros -son sin duda quienes vivían en los nuevos vecindarios más alejados del centro-; otros vivían en los barrios en los que no había terrenos disponibles o que no podían usarse como canchas. O sea que en estos casos los lugares de residencia quedan lejos del terreno deportivo. En los cuadros Nº 2, 3 y 4 pueden observarse la listas de clubes integrantes de tres de las aproximadamente 15 ligas independientes existentes hacia 1907, con sus respectivas canchas y secretarías. En líneas generales se puede aceptar la hipótesis de que la ubicación de las secretarias corresponde al lugar en el que los jóvenes vivían (sobre el tema ver anexo: secretarías de clubes).
La mayoría de los clubes-equipos sin cancha -no incluidos en la cuantificación de los cuadros Nº 2, 3 y 4- desafiaban a sus adversarios a "jugarse en el field de los desafiados", atestiguando la carencia de cancha del desafiante. El club que no tenía field y se inscribía en una liga independiente jugaba el partido y la revancha en el terreno del contrario, lo que iba directamente en detrimento de su rendimiento deportivo.
Los clubes-equipos cuyos miembros vivían lejos de su cancha, cuando jugaban partidos de las ligas solían llevar de acompañamiento un grupo de simpatizantes (amigos o familiares). Sin embargo es obvio que el peso de la localía la hacían sentir en mayor grado quienes lograban unir residencia y terreno de juego en un mismo vecindario. Si ambos espacios no coincidían el rendimiento deportivo tendía a ser –en líneas generales- menos exitoso. Es decir, la conjunción de estos elementos –un único espacio residencial y deportivo, así la relación con la vecindad- ejercieron un papel significativo en la historia del fútbol porteño, debido especialmente a los efectos directos que ambos tuvieron sobre los desempeños en la competencia.
Volviendo a los cuadros Nº 2, 3 y 4, se puede percibir a los jóvenes que vivían en el céntrico barrio del Once y que tenían sus canchas en Floresta o Devoto, y que cuando jugaban allí decían defender a su lejana aunque céntrica barriada en la que residían las viviendas que habitaban sus familias. Si se observa el cuadro Nº2, el club Estudiantil de Almagro jugaba en las cercanías del actual Parque Chacabuco y el lazo simbólico, de unión, fue el de "defender el honor de ese grupo", y en segunda instancia, de Almagro. Su cancha no podía estar situada en Almagro, sino a unas cuarenta cuadras distantes del lugar donde aquellos jóvenes vivían.
Otros, los de Floresta, hicieron lo mismo pero con la notable diferencia de que jugaban y vivían en el mismo lugar físico. Esto implicó que su vínculo sobreviviera a la competencia deportiva de las ligas independientes y pudieran –potencialmente- obtener más facilidades para la lucha por un espacio y su cuidarlo. Así, a la vez que ejercían la fuerza que generaba la potencia simbólica de ser locales, defendían el espacio de la cancha uniendo en un único haz el símbolo y el terreno que se pisaba.
La movilización y el esfuerzo por conseguir un espacio propio, sugiere una situación paradojal: la simultaneidad y cruce de dos procesos, por un lado el de una nueva ciudad construyéndose -en la cual podría suponerse la presencia de mucho espacio disponible-, y por el otro el nacimiento de la popularización del fútbol que hizo que el espacio urbano resultara inadecuado y escaso. Del análisis de las áreas en las que los jóvenes 'footballers' vivían y jugaban se puede concluir que existían tres franjas diferentes: primero, constituido por equipos-clubes que tenían canchas propias pero en zonas en las que no coincidían residencia y field, generalmente porque los que jugaban vivían en la zona más poblada del centro; segundo, quienes vivían en el centro y no conseguían cancha; tercero, en los vecindarios más alejados, lugares en los que coincidía cancha y residencia (como se verá en el capítulo que trata los traslados, también les resultó difícil hacerse un espacio propio lo que motivaría las mudanzas). En líneas generales puede sostenerse que los clubes nacidos de los sectores populares que sobrevivieron a esta etapa fundacional fueron los terceros, o los que en el primer caso una vez afincados lejos de su lugar de origen y luego de varias mudanzas, lograron finalmente fundirse con la comunidad del lugar. Es decir, vivieran lejos o cerca de sus terrenos de juego los clubes que sobrevivieron y crecieron fueron los que pudieron ganarle esta batalla a una ciudad poco dispuesta a recibirlos.
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