Los triunfos olímpicos de Silvia y Claudia Poll (1988 y 1996)
The Olympic triumphs of Silvia and Claudia Poll (1988 and 1996)
Os triunfos olímpicos de Silvia e Claudia Poll (1988 e 1996)
Chester Urbina Gaitán
chesterurbina@yahoo.com
Maestría en Ciencias Sociales
Universidad Nacional de Costa Rica
(Costa Rica)
Recepción: 14/12/2017 - Aceptación: 13/05/2018
1ª Revisión: 08/05/2018 - 2ª Revisión: 08/05/2018
Resumen
El presente artículo tiene por objetivo estudiar los discursos emitidos en la prensa nacional alrededor de la conquista de la medalla de plata en los 200 metros libres por parte de Silvia Poll en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y la de oro por parte de su hermana Claudia Poll en la misma competencia pero en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Los triunfos olímpicos de las hermanas Silvia y Claudia Poll de 1988 y 1996 son el resultado del esfuerzo personal de ambas nadadoras, las cuales hicieron del deporte una práctica cultural que le permitió a la mujer costarricense ser dueña de su cuerpo y de sí misma, marcándose metas personales. En ambos casos la participación del Estado fue exigua. La conquista de la medalla de plata olímpica de Silvia Poll en 1988 dio pie para la transmisión de varios discursos: el primero apelaba al sacrificio por la patria por parte de los costarricenses, lo que convirtió a la deportista en un referente moral. El segundo aprovechó este triunfo para exaltar la imagen internacional de Costa Rica y acentuar su diferencia del resto de la región centroamericana. Por otra parte, la consecución de la medalla de oro de su hermana Claudia en 1996 permitió la articulación de varios textos discursivos: el primero demostró el esfuerzo que hizo por ganar la competencia deportiva y el agradecimiento hacia su entrenador. En segundo lugar esta victoria deportiva fue proclamada como un triunfo nacionalista. También se enfocó como un logro personal y fue envuelta en un halo triunfalista individualista neoliberal. Por último, permitió hacer una crítica a la sociedad costarricense, ya que este triunfo era difícil que sirviera como ejemplo para los costarricenses, debido a su indolencia y a los lastres étnicos-culturales que tenían.
Palabras clave: Silvia Poll. Claudia Poll. Natación. Juegos Olímpicos. Identidad nacional. Costa Rica.
Abstract
The objective of this article is to study the speeches made in the national press about Silvia Poll's silver medal in the 200 meters freestyle at the 1988 Seoul Olympic Games and her sister Claudia's gold medal. Poll in the same competition but in the 1996 Atlanta Olympics. The Olympic triumphs of the sisters Silvia and Claudia Poll of 1988 and 1996 are the result of the personal effort of both swimmers, who made sport a cultural practice that allowed the Costa Rican woman to be the owner of her body and of herself, marking herself personal goals. In both cases, the participation of the State was meager. The conquest of the Silvia Poll Olympic silver medal in 1988 gave rise to the transmission of several speeches: the first appealed to the sacrifice for the country by the Costa Ricans, which made the athlete a moral reference. The second took advantage of this triumph to exalt the international image of Costa Rica and accentuate its difference from the rest of the Central American region. On the other hand, the achievement of the gold medal of his sister Claudia in 1996 allowed the articulation of several discursive texts: the first one demonstrated the effort he made to win the sports competition and the gratitude towards his coach. In second place this sporting victory was proclaimed as a nationalist triumph. It was also focused as a personal achievement and was wrapped in a neoliberal individualist triumphalist halo. Finally, it allowed a criticism of the Costa Rican society, since this triumph was difficult to serve as an example for Costa Ricans, due to their indolence and ethnic-cultural ballast they had.
Keywords: Silvia Poll. Claudia Poll. Swimming. Olympic Games. National identity. Costa Rica.
Resumo
O objetivo deste artigo é estudar os discursos feitos na imprensa nacional sobre a medalha de prata de Silvia Poll nos 200 metros livres nos Jogos Olímpicos de 1988 em Seul e a medalha de ouro de sua irmã Claudia Poll na mesma competição mas nos Jogos Olímpicos de Atlanta 1996. Os triunfos olímpicos das irmãs Silvia e Claudia Poll de 1988 e 1996 são o resultado de esforços pessoais de ambas nadadoras, o que tornou o esporte uma prática cultural que permitiu a mulher costa-riquenha para ser dona de seu corpo e de si mesma, marcando objetivos pessoais. Em ambos os casos, a participação do Estado era escassa. A conquista da medalha de prata olímpica da Silvia Poll em 1988 deu origem à transmissão de vários discursos: o primeiro apelou ao sacrifício pelo país pelos costarriquenhos, o que tornou o atleta uma referência moral. O segundo aproveitou esse triunfo para exaltar a imagem internacional da Costa Rica e acentuar sua diferença em relação ao resto da região centro-americana. Por outro lado, a conquista da medalha de ouro de sua irmã Cláudia em 1996 permitiu a articulação de vários textos discursivos: o primeiro mostrou o esforço que fez para vencer a competição esportiva e a gratidão ao seu treinador. Em segundo lugar, esta vitória esportiva foi proclamada como um triunfo nacionalista. Ele também foi focado como uma conquista pessoal e foi envolvido em um halo triunfalista individualista neoliberal. Finalmente, permitiu uma crítica à sociedade costa-riquenha, já que este triunfo foi difícil de servir de exemplo para os costarriquenhos, devido à sua indolência e lastro étnico-cultural que tiveram.
Unitermos: Silvia Poll. Claudia Poll. Natação. Jogos Olímpicos. Identidade nacional. Costa Rica.
Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 23, Núm. 240, May. (2018)
Introducción
A partir de los primeros años de vida independiente de Costa Rica la élite costarricense construyó un referente mental de su comunidad política en contraposición a la del resto de Centroamérica. El arquetipo del ser costarricense se relacionó con el trabajo, la paz, la homogeneidad étnica y el respeto al régimen de derecho. Los otros países centroamericanos en contraposición a esta visión nacional quedan encajonados como parte de una comunidad multiétnica convulsa y en constante guerra civil (Dachner, 1996). Dentro de la búsqueda de un referente socio-cultural que estableciera la diferencia de lo nacional con el resto de la región, se estableció un discurso que alababa características de índole moral de los costarricenses como la tranquilidad, la neutralidad, el progreso, el pacifismo, el espíritu de negociación, el carácter industrioso y laborioso, junto con el hecho de formar parte de un pueblo conformado por propietarios (Acuña, 2002, pp.191-228).
El vínculo emocional que hizo que esta concepción de identidad nacional fuera interiorizada por los costarricenses lo constituyó la Campaña de 1856-1857. El rescate de esta guerra en la década de los años ochenta del siglo XIX, le permitió a los políticos e intelectuales liberales que controlaban el Estado construir el ansiado referente identitario colectivo sobre el cual descansaría su sistema de dominación (Palmer en Taracena y Piel, 1995, pp.75-85; Díaz, 2005a, b; Soto, 2008 y 2010).
Un elemento cultural que permitió cimentar la identidad nacional entre los costarricenses lo constituyó el fútbol (Urbina, 2001a, b, c y 2006). A partir de 1948 en Costa Rica asciende al poder un grupo empresarial que vio en el deporte – principalmente en la disciplina antes señalada – una forma de mantener la dominación de clase. Esto incidió negativamente en el balompié, debido a que su utilización político-económica retrasó su modernización. Los dirigentes deportivos permanecen en sus puestos por muchos años ya que existe una vinculación entre el dirigente deportivo y la empresa que financia el club, también el rol de dirigente ha sido utilizado para ascender políticamente (Cubillo, 1986). Pese a que a partir de 1970 el Estado se interesa por crear una política deportiva por medio del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, que se estableció en ese año. Con la fundación de esta dependencia estatal se comenzó a organizar el deporte costarricense, y se empezó a brindarle apoyo, sin embargo; fue el fútbol-espectáculo la disciplina deportiva que concentró esta ayuda. El sostenimiento ofrecido por el Estado se derivó de los efectos catárticos e integradores, y por ende estabilizadores, propios del espectáculo futbolístico, lo cual conllevaba fines o designios político-ideológicos (Cubillo, 1986, pp.52 y 121).
El fútbol con el paso del tiempo ayudó a consolidar en el país la identidad nacional y la masculinidad, lo cual es confirmado por Sergio Villena cuando señala: “Las narrativas periodísticas sobre los eventos futbolísticos de selecciones mayores masculinas son un escenario privilegiado para el despliegue de interpelaciones nacionalistas favorables a la reproducción de un orden de género que se sostiene en ideologías masculinistas, centradas en los valores de la acción heroica y la ética del guerrero" (Villena, 2006, p.202). Este autor también refiere que mientras las celebraciones nacionalistas permanezcan articuladas a una exaltación de la masculinidad patriarcal, las mismas pueden considerarse, más que la búsqueda de una comunidad horizontal, un factor que contribuye a su imposibilidad. Este último señalamiento es cierto para los triunfos deportivos masculinos los cuales reciben una mayor exaltación que los femeninos. Sin embargo, debe confrontarse con un estudio minucioso de la historia del deporte femenino costarricense, donde los triunfos deportivos femeninos amén de transmitir los valores tradicionales del ser costarricense, le han permitido a la mujer costarricense impugnar el tipo de sociedad que se ha venido construyendo en el país a lo largo del tiempo y abrir un espacio de visibilización política que le ha permitido ser dueña de su cuerpo y de sí misma, marcándose metas personales, lo cual contribuyó a darle un mayor reconocimiento en la sociedad nacional y vencer prejuicios y mitos de género y de etnia (Urbina, 2016).
Fundamentado en todo lo anterior es que el presente artículo tiene por objetivo estudiar los discursos emitidos en la prensa nacional alrededor de la conquista de la medalla de plata en los 200 metros libres por parte de Silvia Poll en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y la de oro por parte de su hermana Claudia Poll en la misma competencia pero en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Se prestará principal atención a la respuesta de dos interrogantes: ¿cómo los dos triunfos deportivos de estas dos mujeres ayudaron a reforzar y a la vez criticar la identidad nacional costarricense? y ¿cuál fue la posición de los gobernantes de turno acerca de estos triunfos olímpicos? Para esto se utilizaran los periódicos La Nación, La Prensa Libre y La República que eran los de mayor circulación a nivel nacional.
Sacrificio personal, orgullo nacional, subordinación patriarcal y crítica social: Los triunfos olímpicos de las hermanas Silvia y Claudia Poll (1988 y 1996)
El 20 de setiembre de 1988 Silvia Poll ganó la medalla de plata en los 200 metros libres en los Juegos Olímpicos de Seúl, esto sirvió para que La Nación en el editorial denominado: “Una gloria para el país” señala que esta victoria contribuyó a fortalecer la unidad y la identidad nacional. Al respecto se tiene: “Ella ha realizado, en una sociedad con varios problemas internos, el milagro de la unidad y del orgullo nacional. Doblegadas, a veces, por la mediocridad, ella nos ha señalado las cumbres; dominados por la mezquindad en algunos sectores, ella nos ha mostrado el camino de la grandeza y de la magnanimidad; impedidos por el hambre del éxito fácil y cómodo, ella nos ha enseñado que el verdadero triunfo es inseparable del esfuerzo incesante, de la abnegación, de la entrega total; destrozados por la corrupción, ella, arquetipo de la juventud costarricense, nos abre un espacio de limpieza, humildad y trabajo" (La Nación, Miércoles 21 de setiembre de 1988, p.14A).
Lo anterior es reforzado el 26 de setiembre del año antes mencionado por el periódico La República en un artículo de la Lic. Iris Zamora Zumbado, denominado: “Silvia Poll: El triunfo es suyo, gracias por compartirlo”. En esta crónica la Lic. Zamora exalta el esfuerzo personal de la nadadora, el apoyo de su familia y de su entrenador Francisco Rivas. Por otra parte se pone como modelo de virtudes personales que se deben imitar: “Más que aparecer en los libros del medallaje olímpico. Trasciende la actividad deportiva. Esta hazaña de Silvia hincha nuestro orgullo nacional tan decaído por culpa de los corruptos en estos días. Es un hilo de oro, de esperanza para los idealistas que creemos que Costa Rica tendrá mejores días, si verdaderamente cada uno de nosotros está dispuesto al sacrificio" (La República, Lunes 26 de setiembre de 1988, p.9).
En estos comentarios el logro deportivo de Poll se enmarca dentro de un discurso llamado por Villena para el caso del balompié: “la economía moral del sacrificio”, donde los sectores conservadores valoran que la sociedad costarricense está atravesando por una “crisis de valores”, por una época de dramática pérdida de valores y de sentimiento patriótico. Según esta reflexión los costarricenses estarían abandonando los míticos valores campesinos y serían cada vez menos sacrificados por la patria y solidarios entre sí (Villena, 2006, p.136).
Imagen 1. Silvia Poll y su medalla de plata
Por otra parte, para el presidente de ese momento Dr. Oscar Arias Sánchez (1986-1990) el triunfo de Silvia contribuía a consolidar la imagen internacional del país y a diferenciarla del resto de Centroamérica: “Si Costa Rica es conocida por ser una pequeña nación democrática, libre y pacifica en una América Central convulsionada por la guerra y la violencia, “de aquí en adelante será aún más conocida ya que es la tierra de Silvia Poll" (La Nación, Miércoles 21 de setiembre de 1988, p.38A).
Tanto Silvia como su hermana Claudia nacieron en Nicaragua, eran hijas de padres alemanes y obtuvieron la nacionalidad costarricense por naturalización. Pese a esta realidad, algunas personas consideraban que hablar de esto era opacar y desvirtuar la participación del país en los Juegos Olímpicos. Así por ejemplo, la participación de Silvia fue utilizada por los cronistas y locutores de la televisión mexicana para recalcar en reiteradas veces estos datos personales. El señalar estos detalles de Poll causó malestar e indignación para Luis Guillermo Beirute Jiménez quien lo manifestó en su artículo: “Mexicanos insolentes y mezquinos”. Lo mismo hizo Alberto Navarro Loria en: “Silvia es nuestra” (La Nación, Lunes 26 de setiembre de 1988, p.16A). Esto permite afirmar que Silvia contó con una mayor identificación popular que su hermana Claudia, según se verá más adelante. Aunque ambas hermanas no poseían los rasgos constitutivos del arquetipo del héroe nacional: eran mujeres, no eran de origen popular (lo que no les permite representar el mito del ascenso social) y nacieron en Nicaragua (de padres europeos) (Villena, 2006, p.175).
Para el 23 de setiembre del año en estudio, Silvia Poll dio declaraciones acerca de la total falta de ayuda por parte de las autoridades de Costa Rica incluyendo al Presidente Dr. Oscar Arias Sánchez, la Federación Costarricense de Natación y el Comité Olímpico Nacional. Esto influyó para que no tuviera una mejor actuación en los juegos antes mencionados (La República, Viernes 23 de setiembre de 1988, p.38). Ante esta incapacidad estatal Poll obtuvo el apoyo económico por parte de personas como Ramón Coll (Canal 2), Daniel Ordoñez (Tikal Supermercados), Héctor Rodríguez (Productos Reinsa) y Allan Chacón (Embotelladora Tica).
Pese a que Poll fue recibida por el pueblo costarricense el 3 de octubre de 1988, ningún representante del gobierno de la República o de las dependencias del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes ni de la Dirección de Educación Física y Deportes, estuvo en el aeropuerto Juan Santamaría para darle el recibimiento oficial. Esta ausencia se explica por los señalamientos hechos acerca de la falta de apoyo por parte del gobierno del presidente Arias Sánchez, y de que la natación, a diferencia del fútbol que es un deporte colectivo que genera réditos políticos y permite hacer una buena imagen. Ante esto Poll dijo: “Estos triunfos que he obtenido son un gran orgullo, sobre todo porque lo he hecho para el pueblo costarricense" (La Nación, Martes 4 de octubre de 1988, p.33A).
El logro de Silvia Poll fue objeto de la dedicación de varios textos donde se le exalta como una victoria de Centroamérica y de Costa Rica, a la vez que Poll es puesta como un referente moral y cívico. Para el lunes 3 de octubre La República publicó el poema de Faustino Chamorro González titulado: “A Silvia de Costa Rica”, donde se señala:
“… y entera Centroamérica celebre
el triunfo de una Tica
que eleva a Costa Rica y sus hermanas
al podio plateado,
en un haz.
El pueblo de la Patria enaltecida
acoge en sus entrañas
la espuma plateada del trofeo;
aclama a la delfín,
la galardona,
y trenza en el poema una corona
para adornar la frente de su historia
con el nombre y el valor,
con la fama y con la gloria de su hija Silvia Poll."
(La República, Lunes 3 de octubre de 1988, p.24)
En el mismo tono el periódico antes citado dio a conocer el poema del Dr. Manuel Ángel Cortés V.: “Un ramillete para Silvia” donde se señala:
“Tú has elevado tu hazaña al cielo mismo.
Tu esfuerzo y ejemplo no han sido en vano.
Para conseguirlo nunca has blasfemado ante ningún santuario.
Los has ofrendado al altar de la Patria.
Tu medalla es grandiosa y el largo camino de sacrificio para obtenerla
ha sido una bofetada a lo que buscan la vida fácil, a los traficantes,
a los de acera frente a los vecinos de aquel o del otro lado.
Sin embargo, Silvia, tú eres doblemente costarricense,
porque a diferencia nuestra, naciste en otra tierra y tuviste la opción,
que no tuvimos nosotros, de escoger la patria
donde querías vivir y a la que querías pertenecer".
(La República, Lunes 3 de octubre de 1988, p.7)
En los dos textos anteriores Silvia Poll aparece envuelta en discursos nacionalistas donde se le exalta como una líder que establece la pauta en cuanto a lo que debe hacerse para engrandecer la patria, a la vez, que es reproductora ideológica de la colectividad nacional (Anthias y Yuval-Davis, 1989, pp.6-12).
Para el 21 de julio 1996 Claudia Poll conquistó la medalla de oro en los 200 metros libres en los Juegos Olímpicos de Atlanta con un tiempo de 1:58”16. El triunfo deportivo de Poll permitió que la prensa costarricense lo exaltara como un logro personal. Pese a que terminó agotada después de ganar la eliminatoria para los 200 metros libre, sus entrenadores no perdieron la fe en su capacidad física. Al respecto Monserrat Hidalgo – su coentrenadora – señaló: “Pero sabíamos que podía, que su espíritu de lucha, su tesón inquebrantable por subir al máximo podio de los dioses olímpicos la llevaría a arriesgar el todo por el todo. Y no defraudó" (La República, Lunes 22 de julio de 1996, p.11B). Cuando se le preguntó acerca de cuál fue su pensamiento cuando estaba en la piscina después de haber ganado, ella contestó: “Se me enterneció el alma y me sentí tan orgullosa de ser costarricense" (La República, Lunes 22 de julio de 1996, p.12B). Con respecto al apoyo del gobierno se conoce que don Francisco Rivas agradeció a don José María Figueres el apoyo recibido “en un momento muy particular” para la participación de la nadadora en Atlanta (La Prensa Libre, Lunes 22 de julio de 1996, p.5).
Más que pensar en su identidad nacional, cuando Poll estaba en la piscina compitiendo en la final de los 200 metros, en su mente había sólo un pensamiento: “Lo haré por Francisco, lo haré por Francisco…" (La República, Martes 23 de julio de 1996, p.27A). Esta motivación personal de Poll se deriva de la amistad y agradecimiento por la preparación física y psicológica que Francisco Rivas forjó en ella.
En la carrera de Claudia Poll se repite el hecho de que contó con una exigua ayuda estatal – aunque no dio declaraciones resaltando esto – y fue REPRETEL la que le brindó el apoyo requerido. Pese a esto el Ing. José María Figueres Olsen (1994-1998) quien era el presidente de ese entonces declaró: “Estuve pendiente de este momento histórico que vive nuestro país pues Claudia resume las aspiraciones de Costa Rica y es un ejemplo de cómo con tenacidad, disciplina, trabajo y sacrificio se puede realizar nuestros sueños" (La Nación, Lunes 22 de julio de 1996, p.8). En el discurso del presidente Figueres, Claudia – al igual que su hermana Silvia – es representada como una líder que establece la pauta en cuanto a lo que debe hacerse, a la vez, que reproductora ideológica de la colectividad y trasmisora de la cultura. Su sacrificio no lo hizo no tanto por la patria sino para obtener una meta personal. Esto se debe a la influencia del pensamiento individualista neoliberal en el ex mandatario antes señalado, donde se acentúa que el ser humano debe superarse individualmente sin la ayuda del Estado. Esto convierte al neoliberalismo en una ideología excluyente, carente de preocupación social, extraña a nuestra naturaleza e identidad (Urbina, 2012, p.129).
En una entrevista que se le hizo al entrenador de Claudia Poll, Francisco Rivas indicó que la clave de su éxito como entrenador era su gran amor por Costa Rica: “Pese a que me formé fuera de Costa Rica y asisto a cursos en el extranjero, mi sentimiento es eminentemente nacionalista. Desarrollamos todo nuestro proceso en el país, con todas sus condiciones. Por ese sentimiento es que hemos superado no solo a toda Latinoamérica, sino también a muchos países del mundo." (La República, Martes 23 de julio de 1996, p.26A). En este mismo sentido el escritor Alfonso Chase se refirió a la nacionalidad de Claudia: “Al fin de cuentas, quien escoge y honra su propio suelo es más nuestro que el aire que respiramos y, como afirmó Yolanda Oreamuno, en ellos vive el espíritu de nuestra tierra" (La Prensa Libre, Viernes 26 de julio de 1996, p.10).
Pese a lo expresado por Rivas y Chase, no todos en el país opinaban lo mismo. Para el martes 23 de julio Gaetano Pandolfo en su columna “Nota de Tano” argumentaba que el triunfo de Poll era muy difícil de repetir por la cultura de poco sacrificio de los costarricenses: “La lealtad, el trabajo sacrificado, la planificación, la concentración, pero también esa obediencia que conlleva involuntariamente pérdida de identidad del atleta, que se da en la relación entre Francisco Rivas, sus grandes estrellas y el resto de la humanidad, es difícil que sirva como ejemplo para los costarricenses, por miles de razones étnicas, sociales, políticas, deportivas, etc., etc… es demasiado grande para nosotros, los domesticados ticos" (La República, Martes 23 de julio de 1996, p.29A).
Imagen 2. Claudia Poll y su medalla de oro
El triunfo de Claudia Poll le permitió a Rodrigo Rivas Garro – hijo de Francisco Rivas – exaltar a su progenitor como el guanacasteco que triunfa a nivel individual en el Valle Central, y a la vez, criticar la indolencia de los costarricenses: “Francisco Rivas Espinoza, ese hombre que desde niño se trasladó de Guanacaste a San José en brazos de su madre en busca de mejores condiciones, jamás soñaba que su trabajo y esfuerzo le daría tantas satisfacciones a este pequeño país. Cada costarricense sabe qué debe hacer para alcanzar el éxito. Costa Rica no está mejor porque no quiere" (La República, Jueves 25 de julio de 1996, p.6). Nuevamente la influencia del pensamiento individualista neoliberal es notoria, donde se emite un discurso triunfalista que oculta que no todos los costarricenses tienen los medios para salir de la pobreza.
Por último, se tiene que para el jueves 25 de julio del año antes citado Claudia Poll fue recibida en el Estadio Nacional – por el presidente Figueres Olsen y otras autoridades del país – y ante más de diez mil personas aclaró que no competía por dinero sino por el amor a su patria: “Yo nado con el corazón, amo a Costa Rica y mi nacionalidad es, orgullosamente, costarricense; no hay otra. Sé que hay muchos nadadores que compiten por dinero, pero mi primer incentivo es el amor por la patria" (La República, Viernes 26 de julio de 1996, p.5). Lo expresado por Poll confirma el hecho de que los héroes deportivos son una fuente de identidad colectiva y orgullo en contextos nacionales y supra-nacionales (Pons y Soria, 2005: 58). El triunfo olímpico de Claudia hizo que se le otorgara el reconocimiento de ser “Ciudadana de Honor” de Costa Rica, por parte de la Asamblea Legislativa (La Gaceta, Martes 15 de octubre de 1996, p.3).
Conclusión
Las hazañas deportivas de las hermanas Silvia y Claudia Poll se deben al esfuerzo personal de ambas deportistas, las cuales convirtieron al deporte en una práctica cultural que le permitió a la mujer costarricense ser dueña de su cuerpo y de sí misma, marcándose metas personales. La conquista de la medalla de plata olímpica de Silvia Poll en 1988 dio pie para la transmisión de un discurso que apelaba al sacrificio por la patria por parte de los costarricenses, lo que la convirtió en un referente moral. Para el ex presidente Óscar Arias este logro permitiría la exaltación de la imagen internacional de Costa Rica y acentuar su diferencia del resto de la región centroamericana. También Poll fue convertida en una líder que marca la pauta en cuanto a lo que debe hacerse para enaltecer la patria, a la vez, que es reproductora ideológica de la colectividad nacional. A pesar de que Silvia Poll no poseía los elementos constitutivos del arquetipo del héroe nacional, no se soportó que se sacara a la luz su condición de clase, haber nacido en Nicaragua y ser hija de padres alemanes.
Por otra parte, la consecución de la medalla de oro de su hermana Claudia en 1996 demuestra que el esfuerzo que hizo por ganar la competencia deportiva, en vez de asumirla como una oportunidad para su superación y reconocimiento personal, más bien resalta su auto subordinación a la relación patriarcal que mantenía con su entrenador al dedicarle su esfuerzo y triunfo deportivo. Esta hazaña tuvo menos impacto en la cimentación de un sentimiento de pertenencia nacional, debido a la ambigüedad discursiva con la que fue valorada. Esta victoria deportiva fue proclamada como un triunfo nacionalista, tanto por la nadadora en mención como por su entrenador Francisco Rivas. Pero también se enfocó como un logro personal y fue envuelta en un halo triunfalista individualista neoliberal por parte del ex presidente José María Figueres y de Rodrigo Rivas, el hijo del entrenador antes citado. Además, para Gaetano Pandolfo esta conquista deportiva le permitió hacer una crítica a la sociedad costarricense, ya que este triunfo era difícil que sirviera como ejemplo para los costarricenses, debido a su indolencia y a los lastres étnicos-culturales que tenían.
Referencias
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