Entrenamiento funcional: revisión y replanteamientos |
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*Asociación Técnicos y Profesionales de la Actividad Física y el Deporte de la Comunidad Valenciana. Departamento de Formación, Investigación e Innovación Técnica. Lcdo. Educación Física. Especialista Actividad Física y Salud. **Estudiante de 5º curso Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte |
Juan Ramón Heredia Elvar* Miguel Ramón* Iván Chulvi** juanrafitness@hotmail.com (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 98 - Julio de 2006 |
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En el entrenamiento actual orientado a la salud, existe la tendencia de dar una orientación más funcional a los ejercicios de entrenamiento. Dicha funcionalidad, desde nuestro punto de vista, ha sido en muchos casos malinterpretada y en otro "manipulada" y mercantilizada para proponerla como panacea y "nuevo" método de entrenamiento.
Nosotros estamos convencidos y creemos firmemente en la utilidad y los beneficios de dicho entrenamiento funcional, pero observamos ciertas discrepancias con mucha de la información y planteamientos que se están desarrollando y relacionando con dicho concepto de "funcionalidad". Desarrollamos el presente artículo con ánimo constructivo, partiendo de las observaciones realizadas por algunos de nuestros alumnos y muchos de los asistentes a seminarios y workshops, que nos hacen replantear y cuestionar constantemente dicha cuestión con su incesante interés.
La primera cuestión es terminológica, "entrenamiento funcional" (Tous, 1999) en el entrenamiento deportivo atiende al entrenamiento de la vía neural (sincronización-reclutamiento UM) con vistas a producir un óptimo rendimiento muscular, debiendo diferenciarse del concepto de entrenamiento funcional (muy en boga en EEUU) relativo a la funcionalidad de la tarea en relación a la creación de movimientos que imiten las posiciones y situaciones naturales que se podrían dar en situaciones reales de la vida cotidiana, o de la competición deportiva (coincidimos con Tous (1999) en que se podría ajustar más al denominado "entrenamiento cognitivo"), aunque tal y como afirma dicho autor (Tous, 1999) es cuestión de escoger una u otra terminología.
Entrenamiento funcional: ¿ejercicios con "transferencia" a las actividades de la vida cotidiana (AVC)?Existen numerosas propuestas de "entrenamiento funcional" , basadas en la progresión en ejercicios en case a los requerimientos de estabilización, pero entendemos muchos de ellos como meras propuestas de utilización de material y ejercicios y no en una microprogresión lógica integrada en un proceso global de entrenamiento.
El entrenamiento funcional está definido en base a aquellos movimientos integrados y multiplanares que implican aceleración conjunta, estabilización y deceleración, con la intención de mejorar la habilidad del movimiento, de la fuerza de la zona media y la eficiencia neuromuscular. Así la justificación para dicho tipo de entrenamiento se basa en una mayor aplicación para las actividades ¿cotidianas? y el empleo de ejercicios o actividades "naturales".
Nosotros consideramos que las actividades naturales en la sociedad actual, serán y son distintas de los movimientos que podrían realizarse hace 1000, 100, 50 e incluso 10 años y que dicha "naturalidad" (cotidiana, repetida, etc.) será distinta en cada caso de la propia actividad del sujeto (¿debería entrenar igual un conductor de transporte que un albañil o una peluquera?). Además debemos considerar y plantear si no sería necesario un análisis mucho más profundo al respecto, de la necesidad de un entrenamiento que implique movimientos y grupos musculares menos solicitados o que poseen cierto desequilibrio tónico-postural.
El entrenamiento funcional no debería justificarse en base a una supuesta "preparación" para actividades cotidianas que, ya de por sí, son poco saludables, pues suponen un elevado estrés para determinadas estructuras anatómicas. Así por ejemplo, estudios epidemiológicos han mostrado que cargas importantes de cizalla, compresión, la mayor velocidad del tronco, momento de fuerza extensor en el raquis, trabajo con cargas pesadas, parece aumenta la frecuencia del dolor lumbar o el incremento del riesgo de lesión raquídea (McGill, 2002).
Pongamos un ejemplo con la rotación de tronco. El raquis en rotación, puede alcanzar 90º a cada lado, siendo el raquis cervical el que aporta mayor amplitud (45º-50º), seguido del segmento torácico (35º) gracias a la disposición de sus apófisis articulares y, por último, el raquis lumbar, donde la rotación es muy limitada: 5º (Kapandji, 1981).
Aunque hay que resaltar que durante los movimientos de rotación los músculos del tronco se activan para generar movimiento pero también para mantener el equilibrio y la estabilidad raquídea (McGill, 1991; Ng, Richardson, Parnianpour y Kippers, 2002 en Vera-García Vera-García y col., 2005), dicha acción articular puede ser realizada en unos límites saludables de unos 45º. Sobrepasar dicha amplitud podría generar, principalmente (López, 2000):
Gran presión en discos intervertebrales
Rotura del núcleo y anillo del disco
Deformación y degeneración de los discos intervertebrales
En muchos de los planteamientos del entrenamiento funcional orientado a la salud, se justifica la realización de rotaciones de tronco (sobrepasando dicha amplitud y con manejo de cargas) en base una supuesta preparación para las actividades de la vida diaria. Desde nuestro punto de vista, lo verdaderamente funcional sería enseñar a desplazarse globalmente, antes que forzar con rotaciones máximas de tronco fijando los pies (ver foto).
La carga raquídea está influenciada por el peso de la misma así como por la velocidad de extensión del tronco (Granata y Marras, 1995 citados por López, 2004). Davis y Marras (2000) establecen que las actividades dinámicas juegan un papel preponderante en las alteraciones lumbares, particularmente cuando el movimiento se produce en varios planos simultáneamente y cuando la velocidad es mayor.
Como objetivo importante, dentro del entrenamiento funcional estará el desarrollo de una correcta higiene postural (mantenimiento de adecuada ATPE en todas las situaciones) y su aplicación a todas las situaciones cotidianas, desde la manera de llevar la compra, entrar en un vehículo, hasta la manera de conseguir una buena postura de descanso nocturno.
Por otro lado, consideremos el concepto de "transferencia", definido como la influencia o efecto que tiene la ejecución de un tipo de entrenamiento, o los cambios en el propio ejercicio realizado o ambas cosas, sobre otra actividad deportiva diferente. (González y Ribas, 2002)
Tal y como expone González Badillo (González y Ribas, 2002) el entrenamiento es un proceso permanente de intentos de transferencia (para el rendimiento deportivo o para la salud). Cuando el ejercicio es exactamente igual que aquel con el que se van a medir los resultados, no se puede hablar de transferencia (González y Ribas, 2002).
Los ejercicios libres presentan una mayor transferencia sobre le rendimiento atlético que los realizados con máquinas (Stone y Borden, 1997 en González y Ribas, 2002). Además la realización de dichos ejercicios libres supone una mayor incidencia sobre los niveles de coordinación intermuscular, integración neurológica, etc.
La transferencia se producirá (a partir de González y Ribas, 2002) cuando se estimulan uno o varios factores del rendimiento en la actividad receptora de la transferencia, como pueden ser los ángulos en que se aplica la fuerza, tipo/s activación muscular, fase del movimiento y velocidades-cadencias del mismo, además de considerar los límites saludables de las acciones articulares componentes del movimiento (en este caso cuando hablamos de fitness).
Debemos considerar no perder de vista los principios básicos de entrenamiento. El desarrollo de ejercicios integrados, variados, multiplanares, etc., será siempre adecuada si se consideran los factores de estímulo mínimo (y por tanto necesidad de repetición) para producir adaptaciones, debiéndose planificar y programar dichos ejercicios atendiendo al nivel de carga (externa-interna) al nivel de rendimiento actual del sujeto y el proceso global de entrenamiento.
¿Aislamiento muscular? vs. entrenamiento por cadenas muscularesEs muy común referirse a los ejercicios con mayor o menor grado de "aislamiento" muscular. Tal como expone Tous (1999) dicho término puede llevar a la creencia de la posibilidad de aislar por completo un grupo muscular sin que exista actividad en los músculos cercanos o que actúan como sinergistas, recomendando el término preferenciación o implicación dominante (Siff y Verhoshansky, 2000) como más apropiado y cercano a la realidad y entendiendo pues que el entrenamiento más analítico y clasificado por grupos musculares no atiende a una realidad (seguimos hablando de "entrenamiento de bíceps" -¿entrenamos solo este músculo?- y no de "flexores de codo").
Debemos considerar el conjunto de factores que integran el movimiento humano. El movimiento humano no es un hecho aislado, sino una sucesión de interacciones entre la información sensorial, excitaciones e inhibiciones del Sistema Nervioso Central y la acción de los propios músculos. Según H. Jackson, nuestro cerebro no sabe de músculos, sino de movimientos; dicho de otra manera, nuestro sistema nervioso actúa mediante movimientos y no mediante músculos (Vélez, 2000). De alguna manera, podríamos afirmar, que las activaciones analíticas (aisladas) de un músculo no existen, los movimientos implican la concurrencia de agonistas, estabilizadores, etc. (sinergia muscular), pudiendo establecer el trabajo muscular en forma de cadenas musculares.
Debemos empezar a plantearnos la necesidad de no separar y entender de forma aislada los distintos órganos y sistemas que componen una "máquina" tan precisa y preciosa como nuestro cuerpo. Se ha de entender como un "todo" que funciona como una orquesta, sonando acompasadamente en cada instante. Y en esta idea está basado el principio de unidad funcional. La búsqueda de interacciones y heterocronismos entre dichos órganos y sistemas deberá ser considerado y abordado desde una perspectiva interdisciplinar (abarcando a todas las ciencias).
La propuesta de entrenamiento por "cadenas musculares" nos parece muy interesante y acertada, pero deberíamos considerarla como una progresión dentro del proceso de entrenamiento (desde nuestro punto de vista debiendo integrarse adecuadamente en dicho proceso), pues si reflexionamos, cualquier "cadena" será tan fuerte/rendirá en función de su eslabón más débil (factor limitante). Quiere decir que si solicitamos una participación integrada de una cadena muscular, debemos asegurarnos la respuesta adecuada de cada unos de sus eslabones (músculos), a fin de evitar que en la realización de un movimiento integrado algunas de las estructuras puedan lesionarse por no poseer una buena capacidad de respuesta. Cuando controlar y ejecutar correctamente un ejercicio en condiciones de alta estabilidad suponga todavía un problema, ¿deberíamos plantearnos situaciones mucho más abiertas e inestables?. Inicialmente, antes de iniciar cualquier programa o estrategia de entrenamiento, primero se deberíamos identificar los eslabones débiles para después reducirlos al mínimo.
Las fuerzas directrices de los componentes o eslabones esqueléticos derivan de acciones musculares, que a su vez son controladas por el sistema nervioso. Podemos considerar los movimientos generales, pues, como una manifestación de actividades integradas en un complejo que suele denominarse sistema neuromuscular (Gowitzke y Morris, 1999). Dichos eslabones, en su concepto original concebido desde la ingeniería, implican solapar los miembros articulados unidos con pivotes que actúan como ejes de rotación.
Reuleaux (citado por Gowitzke y Morris, 1999) introdujo el término "cadena cinemática" para referirse a un sistema mecánico de eslabones, en el que el movimiento de un eslabón tiene unas relaciones determinadas con todos los demás eslabones del sistema (Gowitzke y Morris, 1999), por lo que para el perfeccionamiento de un movimiento estará implicado la unión de las cadenas cinemáticas, las cuales poseen muchos grados lineales y rotatorios de libertad (Siff y Verhoshansky, 2000) El perfeccionamiento del movimiento mediante las cadenas cinemáticas se aseguran mediante tres factores básicos. El primero por un incremento de la amplitud del trabajo de movimiento (ROM), el segundo por una concentración de la fuerza dinámica en cierta parte de la amplitud, y por último, una interacción óptima entre los músculos implicados ( Siff y Verhoshansky, 2000). Aunque (Gowitzke y Morris, 1999) habría que volver a definir el concepto de ingeniería de eslabones para adaptarlo a las necesidades de los especialistas en actividad física y cinesiología.
El tipo de CADENA CINÉTICA que presentan los ejercicios es un factor que marca en gran medida la especificidad de cualquier ejercicio (Vélez, 2000).
Consideraríamos (Aguado, 1993) como cadena cinética cerrada, aquella en la que los segmentos corporales que participan se encuentran prisioneros de un segmento externo (como por ejemplo el pedaleo en una bicicleta, el suelo, un compañero..), presentando una serie de características (Aguado, 1993):
Se pueden producir modificaciones del centro de gravedad del sujeto (cdg) sin que se liberen las extremidades del sistema.
Son cadenas muy estables.
Dicha estabilidad o "predictibilidad" de las cadenas cinéticas cerradas, puede constituir un elemento clave sobre la enorme discusión al respecto de las clasificaciones sobre cadenas cinéticas.
Creemos que no podría no ser adecuado basar la clasificación de una cadena cerrada dependiendo de que la articulación periférica de la cadena se encuentre con una resistencia insuperable (tal como podemos encontrar el citas de autores como Steindler (1973) ( citado por Gowitzke y Morris, 1999), puesto que en ese caso cualquier tipo de acción de tipo estático (isométrico) supondrá un tipo de cadena cerrada.
Autores como Brunnstrom (1983) encuentran que la mayoría de las cadenas cinéticas vivas son abiertas, definiendo dos únicas cadenas cerradas en el cuerpo: la compuesta por el cinturón pélvico (unión de tres segmentos óseos en dos articulaciones sacroilíacas y en las sínfisis púbica) y el tórax (unión de las 10 costillas superiores a la columna vertebral y al tórax).
Cadenas semicerradas: No poseen un extremo libre, sino que sus extremos están sometidos a ciertas cargas. Los movimientos de batida o salto y muchos de los ejercicios con pesas y máquinas de musculación pertenecen a este tipo de cadenas (Aguado, 1993).
Cadenas abiertas: En ellas aparece un pirmer segmento que se encuentra articulado a una base fija y, con posterioridad se articulan, uno tras otro, un cierto número de segmentos (Aguado, 1993). Estas cadenas requieren de una mayor exigencia mecánica y neuromotora, y no perdonan los movimientos "en falso".
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revista
digital · Año 11 · N° 98 | Buenos Aires, Julio 2006 |