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La presencia de la lógica deportiva
en la actividad física escolar

   
Universidad Nacional del Comahue
Facultad de Ciencias de la Educación
 
 
Elias Rolando Schnaidler
rolosch@neunet.com.ar
(Argentina)
 

 

 

 

 
    Cuando se nombran y se pretende analizar actividades tan arraigadas en el gusto popular. Prometedoras de tantos beneficios, al desarrollo de la personalidad, del pensamiento lógico, de las posibilidades de socialización, de la adquisición y manutención de la salud. Cuando los programas provinciales y municipales destinan enormes cantidades de dinero para organizar actividades deportivas en los barrios más humildes de la ciudad de Neuquén. Cuando en la reestructuración de Secretarías que impulsó el Gobierno nacional en este tiempo reciente, se crea una Agencia de "Deporte Social", que depende directamente de la recientemente creada "Agencia de políticas sociales"1. Cuando la mayor parte de la programación televisiva, radial, escrita, dedica un tiempo más que importante a la difusión de la actividad deportiva - profesional. Cuando los programas educativos de todas las Escuelas observadas y Centros de Educación Física, y profesores de Educación Física entrevistados, utilizan el deporte como eje de su tarea diaria. Cuando el currículum de Contenidos Básicos Comunes basa toda su filosofía en la lógica deportiva; es muy difícil realizar un análisis crítico y así, estimular el cambio. Es como cuestionar nuestros códigos más primarios de existencia. Es complejo reunir literatura, entrelazar conceptos y "hablar" del tema. Pero las certezas aparecen y muestran el camino peligroso por el que transita nuestra profesión.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 82 - Marzo de 2005

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La lógica del deporte

Estamos "fuera de juego"

    Graciela Scheines presenta una serie de caracterizaciones del juego y el deporte con la intención de analizar en el seno de dos actividades tan similares en su apariencia, diferencias que prácticamente definen a cada una de ellas.

    Mientras el juego es posible porque contiene reglas, el deporte es presentado por la autora como una "manifestación lúdica tardía" (Pág. 98).

    Pensar en términos de una manifestación lúdica tardía es hablar de la necesidad de socializarse y entrenarse en juegos colectivos. Las reglas, en este caso, se adecuan a las necesidades de las destrezas físicas. Es por eso que el deporte precisa del entrenamiento del cuerpo para poder "medirse" con otros cuerpos.

    Otra diferencia se sitúa en la utilización de los objetos por parte de cada una de estas actividades.

    "El juguete abre el juego y determina la conducta del jugador". (Pág. 99). Es decir, es necesaria una relación de comunicación del jugador con el objeto para reconocer sus posibilidades o crearlas o recrearlas en una rica combinación con lo imaginado, lo deseado, el momento.

    En cambio en el deporte, los objetos son "testigos de la excelencia corporal", es decir que la Jabalina, la pelota de Fútbol, el Disco, testimonian acerca del estado atlético del jugador.

    "El buen estado de su cuerpo, consecuencia de un minucioso y metódico entrenamiento con el fin de templarlo y dominarlo cada vez más". (Scheines G. 1997).

    Si ubicamos esta afirmación a la luz de la época histórica en que Foucault refería la aparición de las tecnologías cuyos dispositivos se basaban en la meticulosidad y el control exhaustivo de cada gesto, es fácil ver en la lógica deportiva una verdadera actividad propia de la Modernidad. En este sentido Elias permite visualizar este estilo de vida y conecta la correcta ejecución de los movimientos y los gestos con la aparición de los acuerdos "caballerescos" en el parlamento inglés. Esto abre paso a la apertura para la reglamentación de antiguos pasatiempos y convertirlos luego en deporte.

    Su presencia es absoluta en nuestro tiempo.

    "El gusto por la precisión, la búsqueda por la medida y el control con números que indican tiempos, distancias, velocidad, potencia, es inherente a esta actividad. El deporte se constituye en un verdadero sistema de medidas." (Scheines G. 1997).

    Lo que se define en este tramo, queda claramente identificado como diferente al juego. Pero tampoco es posible pensar que el deporte sea la forma evolucionada del juego. Los autores citados dejan totalmente establecido sus puntos de partida similares en el contexto histórico y sus formas, pero no puede desprenderse de ello alguna referencia que hable acerca de "evoluciones" de la actividad deportiva sobre la lúdica.

    Sin embargo, las entrevistas realizadas a profesores de Educación Física dejan entrever, una lógica evolutiva al analizar sus propias prácticas en la clase.

    "Necesita reglas para saber jugar. También para crear conductas, respeto, justicia. No hace falta que las conozca todas. Solo un poco, no es tan importante. Yo adapto las reglas del deporte."

    Esta cita junta especialmente las funciones del juego y las del deporte. Pero, como es posible visualizar más adelante en esta presentación, no se trata de una errada interpretación de la información recibida por este docente, existe todo un aparato que influye los espacios de la vida cotidiana con este mensaje: "El deporte es la evolución de los juegos primitivos."

    Otra cita de las entrevistas realizadas aporta algo más a las confusas relaciones juego - deporte relevadas en esta investigación.


Pregunta: ¿Qué aprenden jugando?

    Aprenden a respetarse (a veces se les escapa una mala palabra), formas de moverse, a jugar sin agredir. Si alguna vez aparece algún encontronazo, alguna "puteada", se acepta dentro del juego, en la clase de Educación Física se puede escapar algo, pero cuando termina el juego, tenemos que estar juntos otra vez y ser amigos.


Pregunta: ¿Qué más enseña el juego?

    A respetar reglas, el juego se juega de una sola forma, si cambiamos las reglas, no sirve, si nos ponemos de acuerdo, y cambiamos una regla, debemos cumplirla todos."

    Si se recurre nuevamente a Elias es posible encontrar en esta cita los principios que el mismo autor define como hitos en el comienzo histórico de la práctica deportiva: un adecuado equilibrio entre emoción y tensión, y una excitación final ante el triunfo, caracterizan una actividad que debe ser reglamentada especialmente para conseguir el "efecto", y esto no es juego. Pero esta afirmación ayuda también a reconocer parte de la filosofía burguesa: No importa cuanto discutamos o nos enfrentemos en la lucha por la defensa de nuestros intereses individuales, al final de la contienda, todos somos parte de la misma clase (o de la misma raza).

    Y finalmente, otra contradicción al espíritu del juego; la transgresión a la regla forma parte del espíritu lúdico. "Nadie juega a lo que no conoce" comenta el Profesor Víctor Pavía2, y se acuerda con esa afirmación. Y conocer significa manipular, modificar y permitir el propio crecimiento, visualizar los nuevos horizontes, jugar con los límites de las situaciones. El gusto por aclarar las reglas tiene más que ver con las necesidades de las Federaciones deportivas, de plantear una lucha "justa", que con el espacio educativo que debería brindar la clase de Educación Física.


Preparar el cuerpo para una mejor "venta"

    "Hoy los deportes los practica cualquiera, pero con un espíritu nuevo. Y tiene que ver con la posmodernidad: Predominio de la imagen, cultura del "shopping" y la pasarela, política de la mascarada". (Scheines G. 1997).

    Nos encontramos frente a la cultura de la imagen, algunos cultores de la condición posmoderna hablan de la construcción de una nueva utopía: "La de parecer siempre jóvenes". Toda una maquinaria de elementos y cremas, de vestuario y regímenes. Se ponen en marcha para satisfacer esta demanda.

    El deporte estaría ubicado dentro de los "elixires" ofrecidos, junto con los gimnasios, la cirugía, los "spa", etc. Pero nuevamente, es posible caer en la trampa de lo inevitable, como si se tratara de una verdad revelada que nos envuelve más allá de nuestra propia decisión.

    Pero si se encuadra a las prácticas deportivas y competitivas en el marco injusto e interesado de las políticas neoliberales (ya expuesto en el informe de avance presentado), diciendo que: "La actividad deportiva por la promoción del deporte espectáculo deviene en un continuum de los tiempos de trabajo y consumo, en vez de un lugar para el ocio y la recreación", se trata de una visión crítica de la lógica deportiva, y su contexto es la aplicación de las políticas neocoloniales, que ofrece matices específicos en los procesos que vive actualmente Latinoamérica.

    "El efecto debilitante de la expansión del capital transnacional sobre la capacidad de autodeterminación nacional, es más notable en los países del Tercer Mundo que constituyen el eslabón más endeble en la cadena de explotación planetaria y en la jerarquía del poder internacional. De hecho, la erosión de su potestad alcanza ya tal dimensión que puede afirmarse positivamente que su gobernabilidad ha sido expropiada substancialmente y depositada en los centros de poder internacionales." (Chomsky, N. - Dieterich, H. 1996)3.

    Es lógico pensar entonces que en este contexto, las diferentes prácticas sociales de un país latinoamericano estén atravesadas por esta realidad descripta por los autores de la cita. La práctica deportiva no puede escapar a estos parámetros, y como práctica social en si, "estructura las representaciones, las normas y los valores en derredor de prácticas sociales dominantes y determinadas." (Bracht V. 1997).

    Acerca del concepto de hegemonía el Marco teórico de esta presentación explicita una postura que ubica a las prácticas deportivas en el contexto Neoliberal entre la satisfacción de los deseos del grupo dominante y las resistencias generadas en el seno de la cultura popular. Y esta, finalmente es la óptica desde donde se propone analizar las lógicas deportivas que se entrelazan en su práctica.

    Bracht, plantea asimismo la existencia de tres momentos, incluidos en el proceso de dominación cultural:

  • El primero es cuando la cultura popular, mediante sus acciones, es vista como delito o desorden, y en contra de ella son accionados los aparatos represivos, como por ejemplo la policía.

  • El segundo momento lo da la domesticación o incorporación científica de las clases dominantes y es utilizado para separar los componentes de la cultura popular considerados peligrosos de aquellos considerados apenas figurativos o exóticos, esta es la fase de dominación simbólica que se caracteriza por los registros, conceptualizaciones, tipologías, interpretaciones, teorías y modelos.

  • El tercer momento es el de la recuperación y acción simultánea de las incorporaciones ideológicas y de la industria cultural que transforma las expresiones culturales de las clases dominadas en temas de museos y exposiciones, con forma de mercadería exótica para el consumo turístico.

    Bracht propone un ejemplo ilustrativo de la historia brasileña, pero que adquiere valor para este análisis ya que el proceso de dominación en Latinoamérica comparte varias características de similares estrategias de opresión en los diferentes regímenes, que con el respaldo de sus clases dirigentes, detentaron y detentan poder.

    "Un ejemplo de este análisis lo brinda la historia del capoeira o del fútbol. Uno primero reprimido, luego tolerado y domesticado, y hoy en vías de deportivización. El otro como actividad de elite en un primer momento, apropiado y resignificado por las camadas populares, para pasar a un segundo momento de re - apropiación por parte de las clases dominantes y un tercero que lo transforma en un símbolo nacional (Copa del mundo 1970, dictadura de Medice)". (Bracht V. 1997).

    En relación con el fútbol, la República Argentina pasó por procesos similares que aportan también un "tercer momento", al decir de Bracht, en el contexto de la última dictadura militar y el Mundial 1978.

    Estas referencias son necesarias ya que permiten reflexionar estos fenómenos en el marco de las ambigüedades de las clases dominadas, es decir: Entre las resistencias y el conformismo, difíciles de identificar con miradas simplistas, pero que precisan ser investigadas en nuestro medio.


El campo de batalla

Los juegos de antes

    La relación de los fundamentos de algunos deportes con las estrategias militares se apoya en la historia de su aparición y difusión a partir de antiguos juegos ingleses de los siglos XVIII y XIX, que adquieren la categoría de instituciones y mediante sus reglamentaciones regulan el estilo caballeresco de verdaderas luchas simuladas en un tiempo y espacio bien definidos.

    Si bien, tanto Norbert Elias como Eric Dunning reconocen los orígenes de estos juegos en antiguas prácticas de La Edad Media, donde participaban integrantes de diferentes ciudades o regiones en juegos patrocinados por los hacendados y protagonizados por grupos de campesinos, en donde era posible encontrar la muerte en escaramuzas donde aparecen como válidas formas de juego que hoy serían inaceptables para nosotros, es notable visualizar grandes diferencias entre esas prácticas y las que surgen en el siguiente período.

    Primeramente, estos juegos no contaban con estructuras institucionalizadas, es decir que no contaban con federaciones que regulasen sus juegos con penalizaciones explícitamente dictadas.

    Se trataba más bien de actividades modeladas por las costumbres de cada zona, en donde las disparidades en las modalidades de juego eran elocuentes, con una especial presencia familiar entre los participantes.

    Estas peleas, simuladas, entre grupos locales eran preparadas en relación con determinadas épocas del año, sobre todo para los días de los santos y fiestas de guardar, lo que muestra un alto grado de ritualización en estas prácticas.

    Estas modalidades revelan el estado de una sociedad básicamente diferente a la nuestra, más dependiente de los valores sagrados alrededor de su vida cotidiana y, aunque burlado sistemáticamente con la anuencia de la "gentry" inglesa y el campesinado, una vida controlada por las leyes de la nobleza, quienes veían con gran preocupación las mutilaciones que a veces recibían los participantes de estos rituales, quienes luego perdían capacidades para responder en las guerras promovidas por sus señores feudales.

    Eric Dunning llega a referir que lo único que es posible rescatar de estas prácticas y los actuales deportes es la existencia de un balón, o con palos de diferentes tamaños, ya que las características elementales de estos juegos eran el desenfreno tumultuoso y el gusto espontáneo por la batalla, y a romper las reglas acostumbradas, ya que, estos jugadores se movían más que nada por las pasiones.

    Se trataba entonces de "un entretenimiento local para una población de campesinos más o menos libres, patrocinado por los terratenientes del lugar, quienes a menudo, no eran personas de la nobleza". (Dunning E. 1986).

    Y si alguien recibía alguna herida fatal o algún hueso roto, es decir que infligía las leyes del Rey, muy difícilmente podía ser castigado; los campesinos y los miembros de la "gentry", disfrutaban del juego y se burlaban de estas leyes sin "ningún reparo".

    Una práctica característica de estos tiempos era un juego llamado "Hurling" que consistía en una lucha fingida entre contrincantes con una pelota, pero con luchas cuerpo a cuerpo entre los rivales, que acompañaba de alguna manera la tradición de la época entre los luchadores comunes que realizaban una especie de actuación frente a los habitantes de las aldeas o pueblos, presentándose como los mejores del mundo. Es decir que los contenidos violentos de estos juegos, dice Dunning, es necesario observarlos a la luz de las sociedades y las épocas que transitaban los actores. Su falta de institucionalización era tal que luego de finalizados los combates se enfrascaban los participantes en grandes discusiones para averiguar quien ganó y quien perdió, discusiones que a veces terminaban en nuevas luchas cuerpo a cuerpo.


La formación de los dirigentes de la guerra

    En los comienzos de la Edad Moderna, estos juegos, de la mano de la "gentry" se fueron introduciendo, con grandes modificaciones relacionadas con los modos de las clases acomodadas de Inglaterra, y cambian, entre otras cosas, los fundamentos de su práctica: Dejan de ser actividades por el todo o nada, para convertirse en verdaderos entrenamiento para la guerra, "en parte para educar a quienes serían los líderes militares y administrativos del Imperio británico en expansión y, en parte, como medios para inculcar y expresar la hombría". (Dunning E. 1986).

    Estos avances hacia la modernización están situados exactamente en el transcurso del siglo XIX. En solo treinta años, deportes que se caracterizaban por luchas que iban más allá de la simple posesión de la pelota, que llegaban a causar la muerte de algunos de sus protagonistas, se reglamentaron en un sentido más civilizador, y equilibrado, principalmente presentando alternativas para facilitar la presencia de los espectadores.

    Si bien es cierto que el impulso civilizador de la época, con las causas ya descriptas, es un ingrediente fundamental para comprender estas modificaciones, es llamativo que de aquellos viejos juegos se rescaten especialmente los modos figurados de las estrategias de combate, como refiere Elias en su relato acerca del juego "La cacería del zorro": la preocupación por ofrecer al animal una muerte adecuada a las reglas, la prolongada lucha y persecución del animal, que otorgaba ingredientes de emoción particulares, revela que lo importante era participar más que ganar. Pero también, que el espíritu templado del protagonista determinaba un triunfo dentro de las reglas de juego donde era muy importante poder "mirar" la acción de los mastines en la caza del zorro. Esta modalidad, no identificable en las clases obreras, tiene su justificación en la incorporación, con pocos riesgos físicos para los protagonistas, los contenidos de la guerra Moderna.

    En cambio, la figura de los espectadores de los encuentros deportivos, y especialmente en el fútbol, contiene rasgos de violencia que al igual del ejército y la policía, encuentran en estos actos, razones socialmente permitidas para poder encauzar aspectos de los comportamientos agresivos que la sociedad Moderna censura.

Algunos comentarios sobre la relación entre la Educación Física en la Argentina y la formación militar

    Desde el nacimiento de la escolaridad argentina, extendida a todos sus habitantes, fundamentada como un derecho, existió una puja muy intensa entre dos corrientes bien diferenciadas en los preceptos ideológicos que orientaban a esta nueva asignatura escolar:

  • Los esgrimistas, extranjeros en su mayoría, maestros militares y algunos civiles que identificaban a la gimnasia con ejercicios militares.

  • Los partidarios de la gimnasia racional, que pugnaban por la separación de los ejercicios militares y la incorporación de los juegos al aire libre.

    Las causas por las cuales pudo haber existido una fuerte tendencia militarista pueden deberse a:

  • La herencia de las luchas guerreras contra el poder hispánico.

  • El espectáculo que brindaban las formaciones militares.

  • El espíritu autoritario que ha dominado nuestro sistema educativo.

  • La rudimentaria formación pedagógica y científica de algunos de los primeros impulsores de la Educación Física en la Argentina.

    Asimismo, los seguidores de la otra corriente estaban influidos por:

  • Los grandes principios pedagógicos y filosóficos de Pestalozzi y Rouseau.

  • Las teorías higienistas de la época (Lagrange, Marey, Mosso).

  • Las corrientes técnicas venidas de la gimnasia Sueca, Natural y de los juegos y Deportes Ingleses.4

    Un decreto del año 1898 zanja o intenta zanjar esta discusión y se posiciona atendiendo a las corrientes higienistas, que además promueven el juego al aire libre.

    Existen unas características de este decreto que son dignas de incluir en este trabajo:

  • Permitir un juego placentero y con iniciativa de los alumnos.

  • Tratar de estimular la participación de todos los alumnos. Se supone como más importante conseguir la mayor cantidad de participantes en detrimento de la excelencia de los más hábiles.

  • Los juegos y ejercicios incluyen al Tenis, el Fútbol, las Carreras, el Salto, la Natación, el Remo, etc.

  • Propone la creación del "Club Atlético" de la escuela con la participación de alumnos, ex alumnos y profesores del establecimiento, organizados por el profesor de la asignatura.

    Esta interesante modalidad, de finales del siglo XIX, es enturbiada, según Saraví Riviere, por la falta de personal idóneo para llevar a cabo estas propuestas. Si bien no existen referencias en el artículo consultado acerca del final de esta "historia" es entendible pensar que la otra postura prevaleció en esos tiempos.

    Igualmente, los comienzos de la Educación Física en la Argentina tienen su primer esbozo de organización en el año 1883, un año antes de la promulgación de la ley 1420,5 que claramente indica la ejercitación de marchas y evoluciones militares y el manejo de armas con fusiles de madera.

    La práctica de los deportes estaba reducida a los ámbitos preferentes de las escuelas inglesas y algunos colegios privados de las ciudades del interior del país. Saraví Riviere sostiene que esta puja comienza aproximadamente en la segunda mitad del siglo XIX (Con la expansión de los ingleses en las líneas de ferrocarriles al interior del país) y finaliza con la imposición indiscutida de la importancia de la práctica deportiva en las escuelas, hacia finales de la década de 1930.

    Pero si agregamos a este análisis los realizados por la Lic. Angela Aisenstein en relación con la no-revisión de los programas de formación docente de los primeros tiempos de la Educación Física es posible asegurar que el espíritu de la formación militar acompañó también al ingreso de las prácticas deportivas en las escuelas argentinas, y que además lo realiza aún hoy con los ingredientes propios de la estrategia militar en el campo.


Deporte. ¿Para unir a todos?

    Una de las premisas más firmes y más difundidas en nuestra sociedad es la creencia en la vocación integradora que tiene la práctica deportiva. Sirve para unir personas, barrios, ciudades, pueblos, naciones, culturas. Ningún discurso oficial contradice estos principios, y los grupos humildes reclaman, con estos argumentos, la importancia de la promoción del deporte en sus desamparados lugares.

    Campeonatos juveniles, encuentros interescolares, campeonatos de Ligas, amistosos, internacionales, del ámbito amateur y profesional. Espacios que sin duda se montan sobre la filosofía del "juego limpio", de la solidaridad, de la "sana" competencia, etc. Aún los integrantes más involucrados en la vida profesional del deporte se refieren con fuerza y pasión a los valores del juego en equipo, el sostén de la alegría, las virtudes saludables, físicas y mentales de esta profesión.

    Estos principios, entonces, aparecen como aspectos constitutivos de estas prácticas, como si hubiesen nacido con ellas. Pero si se realiza una mirada atenta de los procesos que dieron nacimiento a la filosofía que es actualmente dominante en la práctica deportiva, es posible encontrar grandes diferencias con los tiempos cronológicos que son concebidos como los tiempos iniciales de estas prácticas. La estructura de su lógica parece, se fue gestando de la mano de los intereses de las clases que progresivamente se apropiaban de estos juegos.

    En su exposición acerca de la "Dinámica del Deporte Moderno", Eric Dunning es explícito al revelar que la filosofía que hoy detenta la práctica deportiva y que defiende la igualitaria distribución de las posibilidades y sustenta valores de esparcimiento, nace como contrapartida ante la situación de amenaza que evidenciaron algunos integrantes de los grupos de "elite" de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX, procurados por los avances significativos de las clases populares en los espacios del deporte profesional. Conquistas que generaban un cambio sustancial, tanto de los espectadores como de los protagonistas y que, fundamentalmente, desplazaba a los sectores dominantes de la hegemonía absoluta en las Federaciones, Clubes, círculos sociales y especialmente de los campos de juego y de los beneficios económicos.

    "De hecho quisiera proponer la hipótesis de que la ética de afición fue anunciada como una ideología opuesta a la tendencia hacia la creciente seriedad en el deporte y que recibió su formulación más explícita y detallada cuando, como parte de esa tendencia, empezaron a surgir las actuales formas del deporte profesional." (Dunning E. 1986).

    Además, es notable encontrar que la ética del deporte amateur, se convierta en una ideología explícita. Esa ideología se procuraba sostener en los valores lúdicos de las prácticas deportivas, defender el placer por la competencia (Lo importante es competir), la caballerosidad y el apego a las reglas, incluso las implícitas (que solo aquellos pertenecientes a la elite dominante podían conocer). Pero su defensa se relacionaba más con la defensa de sus propios intereses de clase que con el sostén de una determinada filosofía de juego.

    " (...) lo que intentaban era mantener formas de participación deportiva a la que ellos creían tener derecho por ser miembros de la clase dominante (formas que de hecho habían sido posibles para los grupos gobernantes e incluso para los grupos subordinados en la era pre industrial), pero que ahora resultaban cada vez más imposibles para ellos." (Dunning E. 1986).

    La posibilidad que un grupo de extracción obrera pueda vencer a otro de origen burgués, era insostenible para la clase dominante, y esto no era moneda corriente en la era pre industrial. La estabilidad de los estratos, se reflejaba también en los modelos de participación en los juegos, incluso, la incipiente profesionalización de algunas prácticas como la lucha o el boxeo, no aportaban contradicciones a las pertenencias de clase. Era muy clara la función y los réditos económicos del jugador y el patrocinador.6

    El paralelo entre esta realidad narrada por Dunning y situada en la Inglaterra posterior a 1850, y la vivida en nuestro país a principios del siglo XX es de tanta envergadura, que extraer la convicción de que la filosofía deportiva, tal como hoy la conocemos y la promueven desde los programas municipales deportivos hasta los productores de televisación de encuentros, tiene su origen en las luchas por la preservación de los privilegios de clase y por la presión de los grupos populares para conseguir un espacio, y no pequeño, entre los protagonistas y los espectadores del deporte.

    Es decir que los gustos, emociones y pasiones que genera la práctica del deporte en los sectores populares reactualiza esta puja y reabre espacios de resistencia claramente dirigidos a la apropiación de los valores lúdicos de su práctica desechando, en un proceso "ambiguo y contradictorio" (Bracht V.), los "beneficios" que promueve la cultura burguesa en la promoción de la práctica deportiva.

    Por su parte, los grupos dominantes son conscientes de las posibilidades de contención y control social que la práctica y el espectáculo de los deportes brinda en un aparente, perfecto circuito que también ofrece beneficios económicos.

    Aparecen así formas de violencia social permitida, que junto con las escuelas militares, policiales y los actos de represión en las manifestaciones sociales, se conforman como verdaderos espacios organizados para el combate y la disputa. Pero su contrapartida no es el juego limpio. Sus prácticas en la resistencia, en los potreros, serían tema de otra investigación, pero no son los valores burgueses lo que la gente común recata y ansia de la práctica deportiva. Son más bien espacios de interrelaciones sociales los que marcan el deseo de encontrarse y jugar, de desafiar pero también de ceder, en una red de miradas, de ayudas y condenas, donde las capacidades físicas que se precisan en el juego, son las mismas que se necesitan para ejercer un oficio (Relación que la salvaje desocupación en nuestro país debilita en el núcleo más fuerte de las identidades sociales). Donde el conocimiento de la táctica se organiza y se re organiza en cada nueva "figuración" de equipo. Donde los tiempos se dilatan o acortan en relación con los protagonistas (confundidos entre los que miran y los que juegan, los que debaten y toman partido, los que luego juegan porque quieren participar de esta disputa), y no en función del control de emociones, que en grandes grupos, funciona como una actividad rentable en varios sentidos, además del económico.


Otra práctica es posible

    Dos relatos de Osvaldo Soriano, en relación con sus vivencias en el fútbol, sintetizan esta ambigüedad de comportamiento popular frente al deporte.

    "En tiempos del primer peronismo, cuando el deporte estaba promocionado como "mente sana, cuerpo sano" con toda esa cosa medio fascista del primer peronismo, (los planes quinquenales, la iconografía, desfiles de maestras, de enfermeros, todo lo mussoliniano) para un chico que no tiene información ni back ground el fútbol era deslumbrante. Entonces el deporte, los campeonatos Evita, el fútbol en sí mismo era como el juguete mayor, el poder acceder. Vivíamos de eso, vivía pendiente; hice muy mal la escuela pendiente de esto. Yo tengo muy marcadas las voces, la de Fioravanti, la de Arióstegui, muy marcado eso en la infancia, en la Onda Corta. No conocíamos a los jugadores. Y eso creaba una suerte de ficción. Un Tal Peloso, de Huracán que desde cuarenta metros metía tiros libres espectaculares; un centrofoward, Cejas, de Lanús, que se gambeteaba ocho tipos antes de entrar en un arco. Una suerte de gran ficción ya, de algo no comprobable a la distancia." (Esto que pasa, Radio del Plata, entrevista de Pepe Eliaschev, Noviembre de 1993).

    Un relato que articula bien con el espíritu lúdico, más que con la lógica de la competencia y la disputa. Las referencias de Soriano a la ficción que generaba la distancia de sus días de infancia (Cipolletti) y la radio, son la revelación de espacios de inefabilidad, que hablan de la construcción de una realidad en un código que precisa ser todavía descubierto por los protagonistas: Las gambetas del centrofoward, antes de meter el gol. "Las fuentes del arte en la experiencia humana serán conocidas por aquel que ve como la tensión graciosa del jugador de pelota afecta a la multitud que lo mira; (...)." (Dewey J. 1938).

    Una actividad que despierta imágenes y construye nuevas opciones permanentes, no puede apelar al equilibrio de las emociones, salvo que pueda orientar el desenfreno de miles de personas, o que exista un fuerte código de control en los principios más fundamentales de la práctica. La idea burguesa de la actividad deportiva, no es diferente a la calificación de desenfreno en los burdeles de principio de siglo o en las actuales fiestas juveniles y las carreras callejeras, aparentemente espontáneas, de autos.

    Otro relato de Osvaldo Soriano, rescatado de sus vivencias en el fútbol, nunca profesional, pone de manifiesto otra faceta del deporte inserto en la vida cotidiana.

    "Hay veces que los jugadores saben que no van a convertir los tiros libres y no tienen vergüenza suficiente para no patearlo. Son muy pocos los jugadores que están a punto de patear un penal o un tiro libre y al darse cuenta de que no van a hacer el gol o un penal, no lo patean. Recuerdo que en un equipo había un defensor que pateaba los tiros libres y los penales. Un tipo enorme con un cuerpo que metía miedo, para el cual era un simple trámite hacer un gol de penal. La acomodaba, tomaba poca carrera y sacaba un pelotazo implacable, bajo y fuerte que se convertía en gol indefectiblemente. Cuando le hacían una falta a uno de los nuestros cerca o dentro del área, todos dejábamos el lugar para que viniera este grandote y ya dábamos por descontado el gol. Un día empatábamos 2 a 2 y faltaba poco para que terminara el partido. Lo bajaron al nueve que había entrado en el área y el árbitro cobró penal.

    Todos pensaron en el grandote y en el triunfo asegurado. Mientras él acomodaba la pelota con el aire burocrático de siempre, me acerqué y le dije: -Dejámelo a mí. No sé como pudo haber salido eso de mi boca. Me arrepentí en el mismo instante en que acababa de decirlo. Sin mosquearse, el defensor dejó la pelota donde la había acomodado, dio media vuelta y volvió a su lugar. Inmediatamente supe que no sería gol. Levanté la cabeza y vi que el arquero tapaba todo el arco, y que iba a ser imposible meterla. Tomé carrera, cerré los ojos y le pegué. Cuando volví a mirar vi como una mancha amarilla (porque en aquella época todos los arqueros tenían buzo amarillo) y la pelota que se trasladaba hacia un mismo punto. Tal como lo preveía no fue gol y empatamos. Yo me quedé con la sensación de que algún día voy a pedir otra vez patear un penal para reivindicarme". (La Razón, Fernando Ferreira, 1995).

    A la lejanía del actual espectador de los espacios de práctica popular, es posible oponer relatos que expresan el reencuentro de la gente con sus prácticas cotidianas. Al deportista que, aparentemente, nunca más podrá surgir de las familias obreras (porque ya casi no quedan, y porque las capas medias tienen esa prioridad actualmente), es posible oponer las historias simples tocables, que hablan no solo de fútbol. Y finalmente, a los niños que practican deporte en los espacios institucionalizados sin poder vivenciar el espíritu lúdico, es posible oponer espacios de juego complejos donde las reglas no sean planas como un playón. Este pareciera ser el mensaje que Soriano deja en su amor por el fútbol.


Notas

  1. Información extraída del Diario Página 12. Domingo 21 de Enero de 2001.

  2. El profesor Víctor Pavía es profesor adjunto de la cátedra de Expresión no verbal y Didáctica de las actividades estético expresivas en la Facultad de Ciencias de la Educación dependiente de la U.N.Co. Es autor de varios libros referidos a la actividad lúdica, entre ellos, sus últimas publicaciones son: "Relatos de juegos infantiles 1 y 2", en colaboración con otros autores.

  3. Chomsky N. y Dieterich H., autores de: La sociedad global. Oficina de publicaciones U.B.A. Bs. As. 1996

  4. Fuente: SARAVI RIVIERE, 1982 Historia de la Educación Física argentina, siglo XIX. Instituto Nacional de Educación Física Enrique Romero Brest.

  5. que regirá en nuestro país hasta el decreto dictado por la Junta Militar que arrebató el poder en 1976, que municipaliza y provincializa los criterios para la selección de contenidos escolares

  6. La Argentina vivió estas modalidades hasta un tiempo muy reciente en una actividad como el boxeo.

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