efdeportes.com
Los deportes, un indicador de
las tensiones de la sociedad iraní

   
Profesor de etnología en la Universidad de Provence.
Dirige el Laboratorio de Etnología Mediterránea y Compartativa
(Francia)
 
 
Christian Bromberger
bromberg@newsup.univ-mrs.fr
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 79 - Diciembre de 2004

1 / 1


    Los deportes, esas ficciones lúdicas que hablan de la verdad de una sociedad, son excelentes observatorios para comprender las contradicciones que impactan al Irán de hoy. Allí se cristalizan los debates y las tensiones en la iranidad y la globalización, sobre el lugar de las mujeres en el espacio público, sobre la decencia y el desencadenamiento tolerable de las emociones. Las pesadumbre del equipo nacional de fútbol en el camino a las clasificaciones hacia las Copas del Mundo de 1998 y de 2002, las explosiones públicas de alegría y efervescencia que siguieron a las victorias y derrotas, las polémicas por las presencia de las mujeres en los estadios y donde se desarrollaban competiciones masculinas (y a la inversa), el interés creciente por la práctica y el espectáculo de los deportes modernos, la emergencia de héroes en contradicción con los modelos convencionales, todos estos eventos e incidentes, condensan los hitos importantes de un presente incierto.

    El 8 azar (29 de noviembre de 1997) quedará como una fecha importante en la historia contemporánea de Irán. No fue la fecha de una elección o de un golpe de estado, sino la de la clasificación del equipo nacional de fútbol al Mundial de 1998, un evento deportivo que simbolizaba la reintegración vacilante del país en el concierto de las naciones y un día donde se abolieron las distinciones entre lo privado y lo público. Al instante de conocido el resultado Australia-Irán, un partido nulo que aseguró la clasificación del equipo del fútbol a la fase final de la copa del mundo, las inmensas avenidas de Teherán, y las calles más modestas de los pueblos de provincia, se transformaron en el teatro de una fiesta carnavalesca. Hombres y mujeres (entre estas últimas sobre todo las jóvenes de barrios periféricos) cantaron, bailaron, celebraron su alegría toda la noche. Aquí y allá, se invitaba a bailar a los rowhâni (religiosos) que pasaban, a los policías y a los basiji (voluntarios encargados del mantenimiento del orden) desconcertados. Una cultura de la alegría (farhang-e khoshâli), frustrada y confinada entre las cuatro paredes de las casas, se exteriorizaba en el espacio público. Los desbordes durante esta fiesta nacional improvisada no dejan de producir la reprobación de los más conservadores o de los más radicalizados. El periódico conservador Jomhuri eslâmi (República Islámica), de esta manera, los estigmatiza como un "pecado cultural", mientras que los más maliciosos establecen un paralelo significativo entre jâm-e jahâni (copa del mundo) y jâme'e jahâni (sociedad global).


    Estas son, en efecto las apostillas esenciales que se perfilan a través de la participación en tales competencias, las de una apertura progresiva del país y de su retorno honorable a la escena internacional. A partir de ahora, los atletas iraníes están presentes en los principales eventos deportivos; los futbolistas más talentosos que, hasta los últimos años, lograban, como mucho, ofrecer sus servicios en Singapur o en los emiratos, son reclutados por prestigiosos clubes europeos; nadie duda en convocar entrenadores extranjeros (el brasileño Vieira, los croatas Ivic, Blazevic, Ivankovic) para dirigir el equipo nacional de fútbol; por primera vez luego de la Revolución, en febrero de 1998, el deporte norteamericano invita a Teherán a un torneo de lucha (una disciplina menor, es cierto, en Estados Unidos). Otro indicador de este "retorno al mundo", un fatvâ (decreto religioso) autoriza, bajo ciertas condiciones, desde 1998, las apuestas en las carreras de caballos, una práctica reprimida sin éxito en 1980 por iniciativa del brutal ayatollah Khalkhali. Durante el Mundial de 1998, en el partido Irán-EE.UU., al inicio del cual los dos equipos posaron juntos delante de las cámaras, testimonia también esta apertura progresiva. Pero todos estos intentos de reinserción en el concierto mundial, fueron objeto de polémicas posteriores. Los más conservadores se molestaron con la presencia de entrenadores extranjeros, con la invitación de los norteamericanos, con los torneos internacionales -llevados a cabo en EE.UU.- con equipos iraníes, con la exportación de futbolistas que cambiaban el rumbo de lo que imponía la Revolución. También las declaraciones oficiales al día siguiente de la victoria del equipo de fútbol de Irán sobre el de Estados Unidos en 1998 enfatizaban, la división entre "moderados" y "radicales". El presidente Khatami celebró "la victoria de la unidad nacional más allá de la diversidad de opiniones", mientras que el "guía", Ali Khamene'i, se regocijaba de ver "al opresor conocer una vez más el gusto amargo de la derrota"… Como último incidente de estas tensiones, la Federación de Fútbol, preocupada por contrarrestar "la invasión cultural occidental", prohibió a los jugadores en noviembre de 2004 llevar la barba recortada, una colita de caballo o vincha para sostener los cabellos…

    A través y más allá de estas tensiones políticas se cristaliza una tensión muy profunda entre tradición y modernidad cultural. La expansión cada vez más masiva de los deportes modernos, y en particular del fútbol, el crecimiento exponencial de la prensa deportiva difundiendo las competiciones aquí y allá, expresan una enorme mutación de indicadores simbólicos. El deporte nacional iraní, es la lucha que se vincula con la práctica tradicional del zurkhâne (literalmente: hogar de fuerza) donde se entrena, dentro de un marco de relación sociable, con diversos ejercicios atléticos. La imagen del luchador es doble: es a la vez aquella del "brazo robusto" (del "codo robusto", se dice en persa) de los medios populares tradicionales; es también aquella del pahlavan, el atleta, el héroe caballeresco, libre, sacrificado y desinteresado. El futbolista, por el contrario, es el campeón (ghahreman) moderno y del futuro, que sueña con jugar en el Manchester o en el AC Milán. Las dos imágenes no son forzosamente antagonistas (muchos iraníes de edad madura reivindican este doble fanatismo) pero ellos son necesariamente concurrentes y sin duda que la segunda está eclipsando progresivamente a la primera. El predominio del futbolista sobre el luchador simboliza, sin duda, la evolución reciente de Irán. La imagen de este nuevo héroe rivaliza con esta figura central en el mundo iraní que la del mártir, exaltada por el tributo todavía cercano de los 400.000 muertos de la guerra con Irak.

    En un país donde las autoridades viven con la obsesión por el ocultamiento del cuerpo femenino y la división sexual de los espacios, las prácticas y los espectáculos deportivos son oposiciones esenciales. Las únicas especialidades deportivas a las cuales pueden dedicarse las mujeres bajo la mirada de los hombres son el tiro, la equitación, el canotaje, el alpinismo, el esquí, y los deportes para personas con necesidades especiales, todas prácticas que, a diferencia del atletismo, la natación, y otras, se aceptan mal que mal desde las reglas morales islámicas. Y todavía la mayoría de estas "conquistas" son muy recientes y provocan a cada paso, las protestas de los fundamentalistas. ¿Es lícita la práctica del ciclismo? Tal es el objeto de una punzante y recurrente polémica. Para evitar la mixidad y la proximidad, Irán promovió los Juegos Deportivos de las mujeres musulmanas cuya segunda edición se llevó a cabo en Teherán en diciembre de 1977. Los hombres no pudieron asistir a la mayoría de los eventos que, al mostrar cuerpos parcialmente desnudos, no fueron transmitidos por televisión. El espectáculo de los partidos de fútbol ocasiona una cuestión más ambigua: el acceso de las mujeres está prohibido a los grandes estadios mientras que se difunden profusamente los partidos por el canal dedicado a los deportes, ya que ningún fatva parece haberse enterado de esta prohibición. Mientras tanto, una significativa brecha a sido abierta en el muro de la separación de los sexos durante la vuelta al país del equipo nacional luego de su clasificación al Mundial de 1998; miles de mujeres (jóvenes sobre todo) invadieron el estadio Azadi donde se festejaba con los héroes, mientras que los medios de comunicación convocaban a las "queridas hermanas" a quedarse en casa para asistir al evento por televisión, la cual no retransmitía ninguna imagen de estos tumultos. "¿Nosotras no somos parte de esta nación? Nosotras también queremos festejar. No somos muebles", decían estas indóciles. El problema del acceso de las mujeres a los estadios fue resuelto, de otra forma, en noviembre de 2001, en ocasión del partido Irán-Irlanda, clasificatorio para el Mundial de 2002. Las irlandesas solicitaron asistir al estadio, luego de múltiples idas y vueltas y de decisiones contradictorias de las autoridades, ellas fueron, en definitiva, admitidas en un sector separado del estadio donde permanecen excluidas las mujeres iraníes.

    La prevención en los estadios, y el celo en proteger a las mujeres, se vinculan con otros desvelos: la obsesión por la disciplina, por el orden moral, por la decencia pudorosa así como la amenaza de las reuniones públicas y las manifestaciones por la libertad de expresión. Los estadios, que han sido el teatro de muchas manifestaciones reprimidas durante los diez años anteriores, son estrechamente controlados. Las noches luego de los partidos pueden dar lugar a manifestaciones donde se confunden, entre los jóvenes hinchas, el disgusto o la alegría por el resultado deportivo y la rebelión política. La victoria contra Irak y la derrota contra Bahrein en octubre de 2001 dieron lugar a una enardecida violencia donde se escuchaba el slogan "¡Muerte a los mollahs!"


    Diariamente las autoridades se molestan con la vulgaridad de los espectadores que, como todos en todos lados, consideran al estadio como uno de los pocos espacios donde se puede decir malas palabras y olvidarse de las angustias de la vida diaria. Hay, en efecto, un particular contraste entre los cantos de los hinchas (por ejemplo, Shir-e samavar dar kun-e davar: "La perilla del samovar en el culo del árbitro") y las inscripciones que aparecen en los bordes de las tribunas indicando que el rezo es la llave del paraíso y que se debe inspirar dentro de los estadios el ejemplo de Alí (primer imam de los chiitas) y de sus hermanos. Con este título, y para bien de otros, el estadio es un espacio de perturbación para las autoridades, cuidadosamente unido a su ética puritana.

    En definitiva, la pasión por el fútbol, como la expansión de los deportes internacionales más diversos, participa de un proceso de modernización de la sociedad iraní donde los valores tales como el individualismo, la competición, el ascenso social por el propio mérito, la espectacularidad se filtran gradualmente. La búsqueda del bienestar corporal, una voluntad de emancipación han producido un muy fuerte desarrollo de las actividades físicas (gimnasia, jogging, natación, etc.) y la práctica de los deportes entre las mujeres. La creación de un equipo femenino nacional de fútbol en 2002 testimonia estas aspiraciones y ha sido un gesto militante. En los gimnasios, sobre los campos de juego así como en las tribunas se juega un partido abierto entre los rechazos a los modelos tradiciones y las aspiraciones por los standards mundiales.


Fotos

  1. Jóvenes hinchas de los Rojos en el estadio Azadi de Teherán. En lo alto, la policía vigila (abril de 2002)

  2. Los jugadores de los Azules abrazan el Corán antes de ingresar a la cancha (Teherán, febrero de 1998)

  3. Los jugadores de los Azules pasan "bajo la puerta del Corán" antes de ingresar a la cancha (Teherán, febrero de 1998))

  4. Jóvenes hinchas de los Azules (Teherán, febrero de 1998)

  5. Hinchas del equipo de Irán previo al partido Irán-EE.UU. (Lyon, junio de 1998)

  6. Grupo de modjaheddin, opositores al régimen, exhiben camisetas con la figura de su líder durante el partido Irán-EE.UU. (Lyon, junio de 1998)


Traducción: Lic. Tulio Guterman

Otros artículos de Christian Bromberger
sobre Estudios Sociales

  www.efdeportes.com/
http://www.efdeportes.com/ · FreeFind
   

revista digital · Año 10 · N° 79 | Buenos Aires, Diciembre 2004  
© 1997-2004 Derechos reservados