Características del juego del voleibol tras los nuevos cambios en el reglamento |
|||
*Facultad de Ciencias del Deporte de Toledo. Universidad de Castilla-La Mancha **Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Universidad de Granada. (España) |
Dra. Cristina González Millán* Dr. Aurelio Ureña Espá** Dr. José Antonio Santos del Campo** Dr. Fernando Llop García* Dr. Fernando Navarro Valdivielso* cgonzale@dep-to.uclm.es |
|
|
|
|||
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 42 - Noviembre de 2001 |
1 / 2
Introducción
Todas las disciplinas deportivas, desde que nacen hasta que se consolidan, van pasando por diferentes etapas, en las que se van sucediendo cambios en la reglamentación original hasta que queda definido su esqueleto, la estructura que le confiere carácter y peculiaridad (Ureña et al. 2000b).
Sin embargo, el voleibol de la última década parece ser un deporte en plena transformación, sujeto a modificaciones continuas y muy llamativas sobre la organización fundamental del juego, efectuadas, en la mayoría de los casos, en un período de tiempo relativamente corto (Ureña et al. 2000b).
Estos cambios no apuntan otra cosa que el esfuerzo de la F.I.V.B (Federación Internacional de Voleibol) para conseguir situarlo entre los deportes más destacados a escala mundial, "ofreciendo un buen espectáculo que esté acorde con las exigencias que el deporte moderno demanda" (Fraile, 1999).
El conocimiento de las reglas y su evolución nos posibilita un mayor entendimiento de este deporte, ya que "los cambios han afectado y afectan a las posibilidades, al arte y al estilo de juego en sí" (Berjaud, 1995; Fröhner, 1995). De este modo, la gran cantidad de modificaciones recientes determinarán, sin duda, la tendencia futura en el desarrollo del juego.
La evolución de las reglasSi hacemos un análisis global de la evolución de las reglas, observamos que ésta ha sido especialmente importante en los últimos 10 años. En estudios que hacen referencia a la evolución de las reglas de juego en este sentido, encontramos que Berjaud (1995) analiza la influencia de las normas de juego en el desarrollo del mismo a través de dos factores: 1) Internos, que constituyen el juego en sí, la forma de jugar y la relación entre ataque y defensa; y 2) Externos, como las características de la superficie de juego, el balón, la supervisión de los equipos y del partido, la forma de puntuar y la administración de los tiempos. En cuanto a los primeros, la tendencia de las normas es limitar las opciones de ataque y favorecer las acciones defensivas, para aumentar la duración de las jugadas y su espectacularidad (Berjaud, 1995 y Santos et al. 1996). Con relación a los segundos, las normas tienden a favorecer el espectáculo de cara a los mass media, disminuyendo la duración total de los encuentros y ofreciendo espacios publicitarios para las televisiones (Berjaud, 1995; Santos et al. 1996; Giménez, 1999 y Fournier, 2000).
En otro estudio más reciente realizado por Ureña et al. (2000b) sobre la evolución de las reglas de juego desde 1947 a 1999, se observó que, de las normas implantadas, un 42% favorecían la defensa y un 9% favorecían al ataque. Estas últimas fueron todas establecidas en los primeros años dentro del período de configuración del esquema básico de juego, no volviendo a darse ningún caso a partir de los años 50. Se encontró también que las normas que incidían en el tiempo de juego representaban el 23%, mientras que, el 26% eran de carácter formal y no afectaban a la forma de jugar.
Sin embargo, a pesar de que en el voleibol se han ido modificando sus reglas desde sus orígenes hasta la actualidad, han sido los cambios producidos en los últimos tres años los que más han afectado a las características del juego, especialmente las reglas más innovadoras implantadas en 1998: la figura del "Líbero" y el "Sistema de puntuación".
En cuanto al Líbero, su función principal es defensiva. El objetivo de su creación es conseguir desequilibrar la supremacía del ataque frente a la defensa. El reglamento le impone una serie de limitaciones, entre ellas que la zona del campo en la que se desenvuelve debe ser exclusivamente la zaguera. En consecuencia, cuando abandona esta zona para pasar a la zona de ataque, debe ser sustituido por otro jugador. Luego, su creación ha implicado a los jugadores que, normalmente, intervienen en sus sustituciones: los centrales. Éstos, por tanto, sólo participan en el juego en la zona en que el líbero no puede hacerlo, la zona de ataque.
Respecto al sistema de puntuación, con el fin de reducir la duración de los partidos, la F.I.V.B. ha decidido suprimir lo que se ha identificado siempre como "cambio de saque", inaugurando la era de la "fase punto total" o "Rally Point System", en la que cada jugada vale un punto (Sistema de punto por jugada). "Cuando el equipo receptor gana una jugada, gana un punto y el derecho a sacar" (F.I.V.B., 2000).
El sistema de puntuación, consecuenciasPara favorecer la comprensión de la estructura y la dinámica del voleibol, y conocer de que manera ésta se ha visto afectada por las reglas anteriormente mencionadas, hay que decir que el desarrollo del juego se divide clásicamente en dos grandes fases. Por un lado el Complejo I o KI, protagonizado por las acciones que persiguen la obtención del punto cuando el saque está en posesión del adversario, también denominada fase de cambio o recuperación del saque. Por otro lado el Complejo II o KII, responsable de preservar el saque, es decir, conseguir el punto cuando el saque está en posesión propia.
En relación al complejo KI, debemos significar que la recepción del saque es el primer elemento de juego que tiene lugar de todos los que se producen en él. Supone el primer contacto que realiza un equipo para construir su ataque. La construcción de un ataque con éxito va a depender en primer lugar de una buena recepción del saque. Los sistemas de recepción son las estructuras que se utilizan para neutralizar el servicio procedente del campo contrario, y enviarlo al colocador en las mejores condiciones, de ahí que su rendimiento sea relevante para un equipo en el resultado final del partido (Ureña et al. 2001b).
En la década de los 80, los sistemas de recepción presentaban en el voleibol masculino un elemento estable, con un esquema unánime de dos receptores. Sin embargo, la introducción progresiva del saque en suspensión en la década de los 90 ha significado variaciones en los sistemas de recepción (Over, 1993), lo que ha llevado a utilizar sistemas con tres y hasta cuatro receptores. La eficacia que el voleibol masculino presentaba en la recepción del saque en la década de los 80 se ha visto perturbada (Gerbrands y Murphy, 1995; Alberda, 1995; Zimmermann, 1995; Fröhner y Zimmermann, 1996; Ureña, 1998a y Ureña et al., 1998b), debido a que el saque ha incrementado su valor como destreza final (Hurtado, 1998).
En el Campeonato del Mundo de 1994 se observó una mayor utilización del saque en salto, lo que significó un aumento del 20% en estos saques (Zimmermann, 1995) con relación a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Según las estadísticas oficiales de la F.I.V.B., 15 de los 20 mejores sacadores utilizaban el saque en suspensión.
Esta circunstancia ha dado lugar a que el juego se simplificara notablemente en el Campeonato del Mundo de 1994 (Zimmermann, 1995), ya que hubo menos situaciones complejas en el ataque y una mayor proporción de colocaciones altas (de un 5 a un 10% más que en 1992), así como una utilización mayor de colocaciones a zagueros en circunstancias no óptimas. Todo ello indica que las combinaciones de ataque tienden a simplificarse (Fröhner y Zimmermann, 1996).
El Campeonato del Mundo de Voleibol de 1998, celebrado en el mes de noviembre en Japón, fue el último evento de ámbito internacional en el que se utilizó el sistema de puntuación tradicional. En el Equipo Nacional Español, que participaba en el mismo, se observó que el saque en suspensión potente suponía el 51,4%, el saque en apoyo flotante un 36,1%, mientras que en un 12,5% de los casos se utilizó el saque en suspensión flotante (Ureña et al. 2000a).
Esa misma temporada (98/99), la F.E.V.B. (Federación Española de Voleibol) aplica en el reglamento el nuevo sistema de puntuación. En un análisis realizado por Ureña et al. (2001b) durante el Campeonato Nacional de liga de esa misma temporada, se observó que el saque en suspensión potente supuso el 25,4% (51,4% con el sistema anterior), el saque en apoyo flotante el 59,2% (36,1% sistema anterior) y el saque en suspensión flotante el 15,4% (12,5% sistema anterior).
Estos datos suponen un punto de inflexión en la trayectoria que el saque ha definido en la última década, ya que aunque el saque en suspensión potente aumenta su eficacia, dificultando su recepción y, por lo tanto, la construcción de ataque, también es cierto que con el aumento de este tipo de saques ha aumentado en un 17% los errores en su ejecución (Zimmermann, 1995). Los riesgos que asume el saque en suspensión potente con el nuevo sistema de puntuación suponen un aumento en las opciones de punto. Fallar el saque significa dar un punto al adversario y además la opción de saque.
El nuevo sistema de puntuación ha cambiado el tipo de saque, lo que afecta a la recepción del mismo y, en consecuencia, al rendimiento en el Complejo I. Así lo demuestra un estudio realizado por Ureña et al. (2001b) en el que se observó que el porcentaje de recepciones perfectas era bastante elevado (66.1%) y que en las acciones del Complejo I se ganaba el punto en un 66.8%. También se comprobó que el saque provocaba menos desplazamientos sobre los receptores, permitiendo una mayor utilización del toque de dedos y que el saque en apoyo tenía un alto grado de dependencia con el rendimiento en la recepción Todo esto parece indicar que el nuevo sistema de puntuación ha dado lugar a un saque más fácil de recibir que, por lo tanto, favorece la construcción de ataque.
En cuanto al complejo KII, éste se ve influenciado por las características del complejo KI. En la década de los 90, debido al mayor uso del saque en salto y a su eficiencia, los esquemas ofensivos (Complejo I) se vieron afectados y dificultados. Esto favoreció a los esquemas defensivos (Complejo II), como así lo corrobora un estudio de Zimmermann (1995), en el que se observó en el Campeonato del Mundo de 1994 respecto a los J.J.O.O. de 1992, un 5% menos de faltas directas en la defensa zaguera y un mayor número de bloqueos positivos. La eficacia del saque dificulta la recepción y sin una buena técnica de recepción no se consiguen ataques rápidos o múltiples, con lo que estamos facilitando el juego de defensa del equipo contrario (Fiedler, 1982; Fröhner, 1988; Toyoda y Herrera, 1989; Wegrich, 1992; Ureña, 1992; Ureña e Iglesias, 1993; Ureña, 1998a).
Sin embargo, el sistema de puntuación ha cambiado esta tendencia. La consecución de puntos mediante el saque ha decrecido enormemente (Zhang et al. 2000). Al realizar un saque más seguro, se facilita el Complejo I y se dificulta el Complejo II, esto permite que persista la excesiva supremacía que en el voleibol masculino de alto nivel se da en el equipo que recibe sobre el que defiende (Fröhner y Zimmermann, 1992; Zimmermann, 1995; Fröhner y Murphy, 1995; Fröhner y Zimmermann, 1996; Fröhner, 1997; Ureña, 1998a).
Otra variable que se ve afectada por el nuevo sistema de puntuación, que es importante tener en cuenta por lo que puede afectar al entrenamiento, es la duración media de los encuentros. De hecho, este era el objetivo con el que se implantó esta norma: limitar la duración de los partidos. En un estudio realizado por Ureña (2000c), en el que se comparaba la duración media de los encuentros con el sistema antiguo de puntuación (temporada 97/98) con la de los partidos con el sistema nuevo (temporada 98/99), se encontraron diferencias significativas: se pasó de una duración media de 96.1 minutos por partido con el sistema antiguo a 66.86 minutos con el sistema nuevo. Estos datos coinciden con un estudio aún más reciente (González, 2001), en los que la duración media de los partidos con el nuevo sistema de puntuación era de 68 minutos. Además, en el estudio realizado por Ureña (2000c) no se encuentra ningún partido que dure más de dos horas, sin embargo, hay más encuentros que duran menos de una hora, éstos suponen un 9.1% con el sistema anterior y un 43% con el sistema actual. También se ha observado que hay un incremento medio de sets por encuentro, lo que coincide con los informes estadísticos de los partidos de la Liga Mundial referidos por Montali (1999) en los que se observó, respecto al sistema de puntuación anterior, una aumento importante de los partidos que terminaban con un resultado de 3:1 y 3:2 y una disminución de los que terminaban con un 3:0. Por último, también se ha observado un mayor número de victorias del equipo visitante (Ureña, 2000c), con el nuevo sistema de puntuación, de modo que las diferencias entre los equipos débiles y fuertes ha disminuido considerablemente (Zhang et al. 2000).
El líbero, algunas características de su juegoRespecto a la incorporación del jugador denominado líbero, hay que recordar que con el se pretende equilibrar la relación ataque-defensa. Sin embargo, los estudios de Murphy (1999) y Zimmermann (1999) y las estadísticas oficiales de la liga italiana, referidas por Peña (2000), concluyen que esta función está teniendo más repercusión sobre la recepción del saque que sobre la defensa, con lo que se favorece el juego de ataque disminuyendo las opciones de puntuar del equipo que defiende (Ureña et al. 2001c). Además, hemos de tener en cuenta, que en los centrales se ha observado un incremento en su participación y, por tanto, el desarrollo de un papel más importante en el juego, que incide, exclusivamente en el ataque (Zhang et al. 2000). Por lo tanto, también esta nueva norma, estaría favoreciendo el Complejo I.
En un trabajo más específico, sobre la recepción del saque, referido al líbero, se observó que la participación de éste en la recepción era de un 32,9% frente al 50,8% de un receptor zaguero y el 16,3% de un delantero. Concluyendo este estudio que la figura del líbero no tiene una participación alta en el juego, ya que, al menos, en la recepción del saque no suponía ninguna variación del rendimiento en esta acción, ni en el resultado de la jugada (Ureña et al. 2000a, 2001a).
Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 7 · Nº 42 | sigue Ü |