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La planificación a largo plazo del deportista dentro
del proceso de detección y selección de talentos
Dr. Alberto Lorenzo Calvo

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 38 - Julio de 2001

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    En base a esta idea, la tradicional expresión de detección de talentos, está siendo sustituida por la de desarrollo de la pericia en el deporte (Salmela y Durand-Bush, 1994). Dada la dificultad de predecir unos resultados futuros a partir de unos resultados iniciales, esta conceptualización destaca más el largo plazo, el seguimiento de los efectos del entrenamiento, establecer las condiciones óptimas que favorezcan el despliegue del niño, de ahí que se hable más de Desarrollo o Vigilancia del talento, e incluye como condiciones necesarias para este desarrollo del talento la práctica deliberada y un deseo de excelencia por parte del deportista.


3. La planificación a largo plazo del deportista

    Dentro de este marco conceptual, y teniendo en cuenta las ideas expresadas anteriormente, es decir, que la detección de talentos se entiende más como un proceso de formación que como un proceso de selección o un proceso de valoración aptitudinal (los expertos coinciden en conceder a la detección de talentos una implantación y objetivos que van más allá de una mera selección de candidatos).

    Y que, por tanto, esto implica tener una concepción del entrenamiento conforme al desarrollo del deportista, desde una perspectiva pedagógica y biológica, donde el entrenador y el entrenamiento adquieren un papel fundamental.

    Debemos ahora, encajar las piezas del puzzle y unir estas ideas con los conceptos del proceso de planificación a largo plazo y los modelos de entrenamiento establecidos para llegar a alcanzar el alto rendimiento.

    Es evidente que no podemos analizar todos los modelos de formación del deportista establecidos, porque, sin duda alguna, excedería los límites del presente artículo. Por dicha razón, realizaremos un análisis más reducido, no por ello falto de rigurosidad y reflexión, comentando aquellas características más importantes.

    Los actuales estudios sobre aprendizaje motor, teoría del entrenamiento deportivo, psicología deportiva y otras ciencias aplicadas al deporte, consideran que la formación del deportista es un proceso que se extiende durante un largo período de su vida y que pasa por diversas etapas que vienen determinadas por su evolución, el tipo de actividad o deporte que se practica y los planteamientos metodológicos que se emplean

    Todos los modelos se caracterizan, por tanto, en considerar que el proceso de entrenamiento debe ser desarrollado en una serie de fases parcialmente superpuestas que se condicionan entre sí. De esta manera, se establece una primera fase muy sólida y amplia, que, a medida que avanza en la evolución del sujeto, va disminuyendo en amplitud. Desde un punto de vista gráfico, esta sucesión de fases se representan formando una pirámide (figura 3).

    El comienzo o final de una etapa viene marcada entre otros factores por la edad, por los signos de maduración y por el sexo. Así mismo, el tipo de deporte también modifica sustancialmente las edades con las que se pasa de una etapa a otra. Como bien indica Hernández Moreno y cols. (2001), "la gran mayoría de la bibliografía, cuando establece etapas para la realización del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo hace proponiendo fases y etapas en función de la edad de los individuos. Pensamos que para un adecuado proceso de iniciación deportiva es necesario tomar también como referencia la estructura de los deportes y el grado de complejidad de la misma"

    Como se aprecia la primera fase ha de ser la más amplia, con el fin de que se establezca una base sólida, capaz de soportar todo el proceso de formación. Esta fase tiene un carácter genérico en el trabajo y se convierte en el pilar preparatorio de las demás. Se suele llevar a cabo en la etapa infantil.

    Las siguientes fases se van estrechando paulatinamente, en el sentido de que el trabajo se va convirtiendo en más especializado, al mismo tiempo que el número de practicantes que acceden a las mismas van disminuyendo. Estas se llevan a cabo durante la pubertad y adolescencia. La cúspide de la pirámide representa el más alto rendimiento que puede conseguir el individuo, al cual sólo llegarán los más capacitados, generalmente, en la edad adulta (Delgado, 2000).

    El desarrollo del entrenamiento debe estar, entonces, en correlación con la maduración biológica del deportista así como con el nivel y capacidad de aprendizaje. De este modo, el aumento progresivo del rendimiento permitirá hacer coincidir su punto culminante con el máximo alcanzado en el deporte correspondiente. (Weineck, 1988)

    La creación de una base amplia y sólida se presenta como un hecho importante dado que permitirá conseguir los siguientes elementos (Delgado, 2000; Delgado, Gutiérrez y Castillo, 1999):

  1. Formación integral de la persona, dado que el entrenamiento se convierte en un medio más de educación.

  2. Consecución de los objetivos de rendimiento a largo plazo. De esta manera, es posible respetar la doble dimensión de formación y rendimiento en esta fase del modelo.

  3. No reducir las posibilidades futuras de rendimiento. Un entrenamiento demasiado especializado en los primeros momentos en que un niño comienza a entrenar, ocasiona un aumento rápido de rendimiento, mas provoca la aparición de un repertorio motor demasiado reducido.

  4. Menor sobrecarga psicológica. El mayor número de abandonos deportivos en la infancia y adolescencia se deben a una pérdida de interés y motivación por la práctica de actividad física y deportiva, ocasionada por la sobrecarga psicológica que suele suponer un entrenamiento mal enfocado, objetivos poco realistas, acento excesivo en el entrenamiento o introducción temprana en la competición (Durand, 1988; en Delgado, 2000).

        Es muy probable que el inicio precoz de un entrenamiento orientado a la competición, lleve el problema asociado del drop-out. Es decir, deportistas con 15-16 años, que desarrollan su actividad deportiva dentro de una única disciplina desde hace 8-10 años, no son capaces de continuar con fuerza y soportar cargas de entrenamiento cada vez más elevadas. En estos casos, el deportista no tiene la constancia necesaria para esforzarse por muchos años hasta la edad de máxima prestación.

        Varias publicaciones han tratado este problema poniendo el acento sobre la "pérdida de motivación" y sobre la "especialización precoz", ofreciendo multitud de cifras representativas.

        Tschiene (1979), en una reflexión crítica sobre el sistema de detección de talentos, profundizando en los deportes de natación y atletismo, confirma que los mejores nadadores del mundo hasta los 15 años tienen resultados mediocres comparados con los nadadores de su misma edad. Por el contrario, aquellos que tenían buenos rendimientos a los 15 años, dejan de alcanzar altos niveles y son posteriormente superados. En Baur (1993), aparece reflejado un estudio realizado por Kröger (1986), en el que se puede leer que la tasa de "muertes deportivas" va del 30 al 90%, en función de la disciplina deportiva y la edad.

        Una cosa está clara y parece que casi todos los expertos están de acuerdo. La duración total de la práctica para alcanzar el alto rendimiento dura bastantes años, parece que los expertos la sitúan alrededor de 8-10 años. Bastará con establecer la edad media con la que la mayoría de los deportistas de una especialidad deportiva alcanzan su nivel máximo, para que a partir de esa edad de referencia, se establezca la edad del inicio de la especialización. Todo el trabajo anterior, deberá respetar los principios de sobra conocidos por todos, como son el principio de la multilateralidad y el respecto a la edad biológica del deportista.

  5. Creación de una buena disposición al rendimiento, partiendo de la creación de un repertorio motriz amplio.

        Delgado (2000), realiza un análisis comparativo entre los diferentes modelos de formación del deportista, de tal forma que señala como diferencias entre los modelos las siguientes: el número de fases establecidas por cada modelo, así como las edades de cada fase, debido fundamentalmente a los deportes a los que hacen referencia.

        En cuanto a las similitudes, señala en primer lugar, la necesidad de crear una base amplia y sólida que permita consolidar un adecuado modelo de entrenamiento. En segundo lugar, los diferentes modelos aconsejan que la iniciación deportiva se realice en varios deportes simultáneamente, siendo la selección y detección de talentos deportivos las que deben guiar las siguientes fases del modelo. En tercer lugar, señala que los diferentes modelos analizados plantean que la fase donde se lleva a cabo la especialización en un solo deporte está tremendamente mediatizada por la predisposición del niño o adolescente a dicho deporte, y las posibilidades materiales para poder entrenar en dicha actividad. Por último, en la fase en la que el deportista es sometido a entrenamientos y competiciones para el máximo rendimiento, se aconseja que la persona haya llegado a la edad adulta o al menos, se encuentre finalizando la adolescencia.

        De esta forma, se observa como encajan ambos aspectos tratados hasta ahora. Ya que, como bien indica Delgado (2000), es el proceso de detección y selección de talentos, aunque desde nuestra perspectiva deberíamos hablar del proceso de desarrollo del talento, el encargado de posibilitar al deportista el especializarse en un deporte concreto.

    Atendiendo a las premisas anteriormente citadas, y por tratar de concretar algo más, presentamos a modo de ejemplo el modelo establecido por Delgado (1995, en Delgado, 2000). Las características más importantes de cada una de las fases son:

    Fase de fundamentos: Se trata de desarrollar una formación psicomotriz amplia del niño, utilizando todos los medios que la educación física nos ofrece, sin olvidar la utilización del deporte. El objetivo prioritario es el aprendizaje motor, con el fin de mejorar las cualidades coordinativas.

    Fase de iniciación deportiva: El autor plantea un inicio en varias disciplinas deportivas a la vez, que, por supuesto, no han de tener características similares. Es más, en muchos casos se aconseja que dichos deportes sean muy heterogéneos, no debiendo faltar la combinación de deportes individuales y deportes colectivos (Blázquez, 1986; en Delgado, 2000)

    Fase de especialización: Es en la tercera fase donde se comienza con un entrenamiento sistemático para un solo deporte o grupo de deportes con características estructurales muy similares (ej. Especialidades de saltos o lanzamientos en atletismo). Por otra parte, la competición se convierte en el criterio de planificación y programación del entrenamiento

    Fase de máximo rendimiento: Como culminación de todo el proceso, su objetivo es la optimización de la forma deportiva para obtener el más alto rendimiento en competición.

    De esta forma, podemos observar que existe un claro paralelismo entre las fases detectadas por el modelo de Bloom y los modelos piramidales, o si queremos establecer una relación más directa, entre el modelo de Bloom y el modelo de Delgado (figura 4). Así, observamos que la primera fase del modelo de Bloom coincide con las dos primeras fases del modelo de Delgado. Es decir, durante la infancia, además de plantearse la necesidad de establecer una formación psicomotriz amplia y multilateral, a través de medios diversos y variados, debemos incluir como necesario para favorecer ese desarrollo del deportista, el apoyo de la familia y de los entrenadores, y el plantear al niño aprendizajes significativos y divertidos.

Figura 4. El proceso de desarrollo del talento como responsable
del desarrollo del deportista

    La segunda fase de desarrollo del talento coincide con el modelo expuesto con la fase de especialización, durante la adolescencia, siendo precisamente, el proceso de desarrollo del deportista el que le lleve a especializarse en una disciplina deportiva. Entre los factores que llevan al joven deportista a especializarse por un deporte en concreto aparecen, entre otros, la predisposición del niño hacia el deporte, la facilidad de acceso a instalaciones adecuadas y a la oferta deportiva en concreto, la posibilidad de contar con entrenadores competentes, además de los señalados por Bloom, en su estudio sobre desarrollo de la pericia, es decir, el apoyo incondicional por parte de la familia hasta llegar a coordinar sus actividades en función de la actividad deportiva del niño y una mayor dedicación al entrenamiento (actividad estructurada y realizada con el deseo de mejorar). Por supuesto, también debemos incluir ya en esta etapa, y no antes, considerando este aspecto desde nuestro punto de vista como fundamental, el factor competición y la aparición del éxito en dicha competición como medio de control del desarrollo del futuro deportista, como elemento determinante de la planificación, así como medio de motivación de cara a continuar con esa formación.

    Bloom (1985), confirma que durante la segunda fase de desarrollo del talento se produce una disminución de la población deportiva, sobre la idea de que los resultados obtenidos no se corresponden con las expectativas creadas. Para Csikszentmihalyi y Robinson (1986, en Salmela y Durand-Bush, 1994), el desarrollo de la pericia está asociado, entre otros factores, a:

  1. el reconocimiento social de su don

  2. la posesión de ciertos rasgos de personalidad que contribuyen al compromiso

  3. la adquisición de habilidades

  4. la toma de conciencia entre el desarrollo del trabajo y las relaciones sociales

  5. la inserción en familias que ayuden al deportista

  6. los entrenadores que propician y motivan el desarrollo del talento

  7. la consecución de recompensas y, por último

  8. las experiencias positivas experimentadas por los jóvenes deportistas. Siendo un factor considerado importante, la obtención de éxito en la actividad deportiva desarrollada.

    Por último, aparece la tercera fase del desarrollo del talento coincidente con la fase de alto rendimiento, en la que el deportista alcanza cierta independencia, la actividad pasa a ser su profesión y forma de desarrollarse en la vida y empieza a adquirir un conocimiento exhaustivo de su deporte.

    De esta forma queda claro que el proceso de formación del deportista, es un proceso organizado, sistematizado, planificado que viene condicionado por el desarrollo del talento, que debe tener como objetivo el proporcionar las condiciones necesarias al deportista para que este alcance la fase de alto rendimiento.


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