Alternativas para la medición del nivel de actividad física | |||
*Médico Especialista en Medicina Aplicada a la Actividad Física y el Deporte. Docente vinculado a la Facultad de Educación Física, recreación y Deporte del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid-Medellín-Colombia. Coordinador del grupo de Investigación en Actividad Física y Salud (SIAFYS) **Profesional en Deporte. Docente del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid ***Licenciado en Educación Física. Coordinador del observatorio de Deporte, recreación y actividad física del Instituto de deportes y Recreación Medellín-INDER |
Elkin Eduardo Roldán Aguilar* David Esteban Rendón Salazar** Jorge Mario Escobar Barrera*** (Colombia) |
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Resumen El sedentarismo es entendido como el déficit de actividad física en la vida cotidiana de un individuo. Actualmente el sedentarismo es una de las mayores causas de morbi-mortalidad en la población mundial, generando factores de riesgo asociados y condicionando la vida a niveles críticos de calidad de vida y expectativa de vida. Es por esto que el monitoreo de los niveles de actividad física, es una labor fundamental de la vigilancia epidemiológica, y debe entenderse como la medición de energía gastada según los hábitos en una población determinada. Existen diferentes formas de medir el nivel de actividad física, las cuales se pueden agrupar en: mediciones objetivas, y mediciones subjetivas. En este artículo se discutirán cada una de estas formas de medir el nivel de actividad física, presentando una descripción, sus características, sus pro y sus contra. Es de vital importancia para todos los profesionales del área de las ciencias aplicadas a la actividad física, el deporte y la salud, conocer y determinar el mejor instrumento o método para diagnosticar el nivel de actividad física de la población que intervienen, y de esta manera proponer estrategias más adecuadas para que la población tenga hábitos saludables. Palabras clave: Actividad física. Medición del nivel. Instrumentos de medición.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 183, Agosto de 2013. http://www.efdeportes.com |
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Introducción
El sedentarismo es uno de los principales problemas de salud pública, ya que está relacionado con diferentes factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión, la dislipidemia y la Diabetes Mellitus y con problemas osteomusculares como la osteoporosis y lumbalgia mecánica (OMS, 2005). Igualmente, se estima que la inactividad física es la causa principal de aproximadamente un 21-25% de los cánceres de mama y de colon, el 27% de los casos de diabetes y aproximadamente el 30% de la carga de cardiopatía isquémica (Quintero, M. A., Orrego, M. L., y Arias, M., 2001). Estas enfermedades crónicas no transmisibles causan el 60% de las defunciones en todo el mundo y un alto porcentaje en la morbilidad, produciendo una mayor utilización de los servicios de salud e incapacidades laborales que incrementan los costos en salud. Al menos un 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios de salud. Esto se debe al aumento de comportamientos sedentarios durante las actividades laborales, domésticas y por la utilización de transportes pasivos (OMS, s.f). Esto constituye un reto para realizar políticas de salud públicas efectivas contra este flagelo (Rütten, A., Abu-Omar, K., Gelius, P., & Schow, D., 2013). Por lo anterior, una parte importante de la vigilancia epidemiológica para la salud es realizar mediciones del nivel de actividad física de una población. Para Bauman, A., Phongsavan, P., Schoeppe, S. y Owen, N. (s.f), esta medición tiene varios usos importantes: 1) En la investigación epidemiológica, para obtener la relación de la actividad física con la salud. 2) Monitoreo y observación de los niveles de Actividad física en una población. 3) entender los determinantes de la actividad física y explicar por qué algunas personas o grupos son más activos que otros. 4) medir el impacto y la eficacia de los programas e intervenciones para la promoción de la salud diseñados para aumentar la actividad física. 5) proporcionar una base científica y sólida para definir políticas para contrarrestar el sedentarismo.
La medición de la actividad física y el sedentarismo es un desafío, debido a las diversas actividades que realizan las personas diariamente a diferentes intensidades y duraciones, lo que produce en ocasiones, ambigüedad en los resultados con las medidas que se utilizan para valorar estos parámetros; principalmente, con los cuestionarios que aunque fáciles de administrar, tienen el inconveniente que dependen de la memoria y de la interpretación individual de la actividad física, de la persona entrevistada. (Igelström, H., Emtner, M., Lindberg, E., & Åsenlöf, P., 2013).
Cuando se valora el nivel de actividad física, con fines de promoción de la salud no solo se debe valorar los aspectos biológicos intrapersonales, sino también la interacción de las habilidades, el conocimiento y las actitudes individuales, con factores distantes como los ambientes sociales, políticos y culturales como lo dice el enfoque sociológico (Sallis & Owen, 2002).
Existen dos maneras de medir la actividad física: Las medidas subjetivas en las cuales están los cuestionarios, entrevistas y encuestas. La otra forma, son las medidas objetivas en las cuales se miden parámetros fisiológicos (Bauman et al., 2002).
Mediciones objetivas
La observación y la grabación directa de los niveles de actividad física por una persona capacitada, es una de las primeras medidas utilizadas para evaluar la actividad física y proporciona información válida y fiable (Friedewald, 1985). Sin embargo, requiere de la inversión de mucho tiempo y sólo proporciona la medida de la actividad física para el período de tiempo en particular que se observa y se registra, además que no se puede generalizar para toda la población pues puede producir resultados sesgados. Otras, son mucho más precisas pero se tienen que implementar en forma individual y la mayoría necesitan tecnología que puede ser costosa y poco práctica para hacer medidas de grupos poblacionales muy grandes. Entre estas están los podómetros, los acelerómetros, monitores de frecuencia cardiaca y la calorimetría directa e indirecta. Su principal ventaja es que no presentan problemas de traducción a otros idiomas desde el original, además evitan problemas de interpretación y de deseabilidad social y de procesos cognitivos o perceptivos del sujeto. (Janz, 2006).
A continuación se enunciarán los diferentes tipos de mediciones objetivas.
La técnica de agua doblemente marcada, consiste en suministrar agua doblemente marcada (2H218O) usando trazadores isótopos estables. Se determina al cabo de un tiempo la eliminación diferencial de los isótopos deuterio (2H) y 18oxígeno del agua corporal del organismo. La eliminación del primero, se da mediante la evaporación a través de pulmones, piel, y otras vías de excreción y secreción, se diluye además en la medida que se incorpora agua no marcada proveniente de bebidas y alimentos y mediante la producción endógena de agua proveniente de la oxidación de los nutrientes. El 18oxígeno a su vez, se elimina de la misma manera que el deuterio, formando parte del agua pero además, es eliminado a través de la producción de dióxido de carbono, puesto que el CO2 en los fluidos corporales se encuentra en un equilibrio isotópico con el agua corporal. La tasa de eliminación de este isótopo es por lo tanto más rápida que la del deuterio. La diferencia entre estas tasas de eliminación permite calcular la cantidad de dióxido de carbono producido y de esta manera conocer el gasto energético aplicando las ecuaciones estándares de calorimetría indirecta. (Schoeller, D., 1999)
Calorimetría directa. Consiste en la utilización de una cámara herméticamente sellada por cuyas paredes pasa una tubería con agua. Cuando la persona realiza ejercicio en el interior, genera calor que se transfiere al aire y a las paredes de la cámara y por convección incrementa la temperatura del agua. Este cambio de calor es una medida del ritmo metabólico de la persona que se ejercita. Estas dos primeras técnicas se consideran patrón o de referencia debido a que son las más válidas, confiables, objetivas, y sirven como punto de comparación para validar técnicas más prácticas y menos precisas; pero también, las menos prácticas debido a que se tienen que realizar en forma individual y en pocas personas por su alta tecnología y costo. (Wilmore, J. H. Costill, D. L., 2007).
Calorimetría indirecta. Se llama así porque no mide el calor producido directamente, sino en forma indirecta a partir de la medición del intercambio gaseoso entre el oxígeno y el CO2. Evaluaciones directas e indirectas del consumo máximo de oxígeno está directamente relacionado con la capacidad máxima funcional cardio-respiratoria y metabólica; es decir, la capacidad máxima del organismo de captar, transportar y utilizar oxígeno durante el ejercicio físico. El consumo máximo de oxígeno (VO2max) puede ser medido de forma bastante exacta en un laboratorio de fisiología del ejercicio (análisis de intercambio gaseoso), este procedimiento de medida es caro, lleva mucho tiempo y no está disponible para la mayoría de las personas. (Wilmore, J. H., Costill, D. L., 2007).
Los podómetros son dispositivos fáciles de usar, con sensores que registran el movimiento en una sola dirección y que miden el número de pasos del individuo por medio mediante un cálculo indirecto, pues el mecanismo detecta un movimiento y mediante un algoritmo matemático se traduce ese movimiento a un número. Los factores que limitan la fiabilidad de los podómetros para medir el gasto energético son: incapacidad para medir la actividad superior del cuerpo y la intensidad o la carga de dicha actividad. Otra posible limitación es la necesidad para el usuario de llevarlo constantemente para que pueda registrar el número de pasos. Su costo es relativamente barato, por lo general menos de $ 50 y a diferencia de los acelerómetros, no se requiere ningún equipo adicional para grabar o interpretar los resultados. La mayoría de los modelos de podómetros, tienen una alta confiabilidad y precisión en aquellos individuos con velocidades de marcha típicas de alrededor de 3 millas por hora (mph). (Reiser, Loraine. M., & Schlenk, Elizabeth. A., 2009). Pierden precisión en niños o en las personas con andares lentos, como en adultos mayores y con obesidad mórbida. También se pueden implementar como una intervención, debido a que el usuario puede controlar y motivarse para incrementar el número de pasos diarios. (Cardon, G. 2004).
Los acelerómetros son dispositivos que miden el movimiento en hasta tres dimensiones, utilizando un dispositivo piezoeléctrico y microprocesadores que miden la aceleración del cuerpo y lo convierten en una señal digital cuantificable (cuentas/min). Estas permiten medir la intensidad, la duración y la frecuencia del movimiento registrado, basándose en el principio que cuando un individuo se mueve, su cuerpo se acelera en proporción a la fuerza muscular aplicada en dicha aceleración. La acelerometría fundamenta sus resultados en la existencia de una relación lineal entre la integral de la aceleración corporal y el consumo de oxígeno, hecho que permite el cálculo del gasto energético asociado al movimiento. (Garatachea, N.; Torres, G; González, J. 2010). Los acelerómetros son un método más preciso de medición de la actividad física que los podómetros, debido a que son sensibles a las actividades como caminar lento, pero también son mucho más caros, costando hasta varios cientos de dólares. Una desventaja de esta mayor sensibilidad es que pueden producir registros con los artefactos de vibración como el movimiento de un vehículo. Un problema importante en el uso de acelerómetros para la medición de la actividad física es que la unidad de medida no ha sido estandarizada y no existe ninguna traducción directa en el gasto de energía (Reiser, Loraine. M., & Schlenk, Elizabeth. A., 2009). En estudios de evaluación de campo, los acelerómetros subestiman la cantidad de actividad vigorosa y energía gastada en actividades físicas comparados con los registros de auto-reporte de la actividad física (Sirard, Melanson, L., y Freedson, 2000).
Monitores de ritmo cardíaco. La frecuencia cardiaca proporciona información indirecta acerca de la actividad física, el gasto de energía y la carga en el sistema cardiorrespiratorio por las demandas físicas. Existe una relación lineal directa entre la frecuencia cardíaca y la energía gastada, pero hay una gran variación entre los individuos ya que la frecuencia cardíaca en reposo determina el incremento de esta durante la actividad y además, se limita la precisión durante bajos niveles de actividad física, debido a que el pulso es relativamente estable por el poco estímulo cardiaco. La frecuencia cardiaca también puede verse afectada por medicamentos, patología, o los niveles de estrés. Por lo anterior, la frecuencia cardíaca no se utiliza habitualmente para medir la actividad física por sí sola, sin embargo, en los individuos que deben controlarse por otros motivos, el registro puede ser de ayuda en la identificación de los períodos de mayor actividad física. (López Chicharro J., y Fernández Vaquero, A., 2006).
Mediciones subjetivas
Generalmente se realizan por métodos de auto-informe, mediante la realización de cuestionarios, entrevistas o encuestas. Son más prácticos que las evaluaciones objetivas, pero su validez en la medición individual tiene algunas limitaciones. Pueden incluir registros diarios, ya sea en papel o en formato electrónico, o también actividades realizadas que recuerden en cuestionarios. Son menos costosos y mucho más fáciles de administrar que las mediciones de laboratorio de la actividad física, pero tienen el inconveniente que muchas personas no cumplen con las anotaciones diarias, ya que depende de la voluntad de estas, para registrar diariamente y con precisión. Los diarios electrónicos son un poco más caros, pero tienen la ventaja de mayor cumplimiento ya que se pueden utilizar alarmas y recordatorios. Las agendas electrónicas y de papel tienen el potencial de actuar como intervenciones debido a que aumentan el conocimiento de los niveles de actividad física y por lo tanto pueden alentar a niveles más adecuados de actividad física (Reiser, L. M., & Schlenk, E. A., 2009). Cuando se analizan las medidas subjetivas tales como diarios y cuestionarios para su uso en la investigación, a menudo se utiliza el concepto de la unidad metabólica (MET) como metodología para calificar objetivamente el gasto energético y calórico de la actividad física semanal. Un MET o índice metabólico es el gasto de oxígeno (3,5 ml/Kg/min de O2) en reposo sí se está sentado y tranquilo, el cual equivale aproximadamente a 1 kilocaloría por kilogramo de peso por hora. Se puede calificar los niveles de intensidades en diferentes tipos de actividad expresados en equivalentes metabólicas METs, considerando una intensidad Baja: <3 MET (el consumo de oxígeno no triplica al de reposo); intensidad Moderada: 3-6 MET y Vigorosa: >6 MET. Se puede crear una medida estandarizada de actividad física que puede comparar con otros minutos MET de actividad de la siguiente manera: día/min. MET = (frecuencia x tiempo x intensidad) / 7días. (Departamento de Salud y Asistencia Pública de los Estados Unidos, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2006). La puntuación proporciona la cuantificación de las actividades reportadas, lo que permite la comparación y análisis. El uso de cuestionarios de recuerdo presenta una posible amenaza en la precisión en la evaluación de la actividad física, debido que debe recordar la actividad física realizada en las últimas 24 horas, la semana pasada, o tal vez por períodos más largos de hasta 1 año. Los cuestionarios no sólo están limitados por posibles errores de información, sino también no tienen en cuenta las variaciones individuales en el peso, la intensidad de la actividad física, factores metabólicos, que afectan a toda la energía gastada. Estas limitaciones se compensan con el bajo costo y facilidad de administración, especialmente en grupos grandes de personas. Los cuestionarios se utilizan comúnmente en estudios de investigación para examinar los patrones de actividad física en grupos grandes. Pueden ser auto administrados o realizados por entrevistador capacitado para así mejorar la precisión. Estos pueden servir como una oportunidad para el diálogo acerca de los patrones de actividad y a la vez, como estrategia de enseñanza para motivar el incremento del nivel de actividad física. Generalmente, el cuestionario es largo, así que las limitaciones de tiempo deben tenerse en cuenta al adaptarlas e integrarlas en la práctica. Existen numerosos cuestionarios de actividad física en la literatura. Los cuestionarios también pueden dirigirse a grupos específicos como por ejemplo: ancianos o adolescentes, los cuales contiene preguntas que reflejen con más precisión los patrones específicos de actividad de la población. (Reiser, L. M., & S., Elizabeth. A., 2009).
IPAQ (Cuestionario Internacional de Actividad Física). Se desarrolló en Ginebra en 1998 y es uno de los más utilizados para medir el nivel de actividad física de una población. Existen estudios de confiabilidad y validez en 12 países, por lo cual se aprobó en muchos de ellos su utilización para investigaciones de prevalencia de participación en actividad física (Craig C.L., Marshall A.L., Sjöström M., Bauman A.E., Booth M.L., Ainsworth B.E., et al; y el IPAQ Consensus Group and the IPAQ Reliability and Validity Study Group, 2003). Hay 2 versiones del cuestionario. La corta se emplea en sistemas de vigilancia nacional y regional, y la larga proporciona información más detallada requerida para objetivos de evaluación. La versión corta está validada para Colombia. Este cuestionario se divide en 4 dominios (trabajo, transporte, actividades en el hogar y tiempo libre), donde se interroga la frecuencia y duración de la práctica de actividad física durante más de 10 min: en actividades vigorosas, moderadas; y caminata. En la última parte interroga sobre el tiempo de inactividad en un día a la semana y el fin de semana. (Roldán, E., Lopera Zapata, M. H., Londoño Giraldo, F. J., Cardeño Tejada, J. L., Zapata Vidales, S. A., 2008). Sin embargo, en una investigación realizada en Brasil y Colombia sobre las lecciones aprendidas en la utilización del IPAQ después de 10 años de uso del cuestionario, encontraron que cuando se pregunta sobre la intensidad moderada o vigorosa del ejercicio puede haber dificultad para que el entrevistado diferencie entre las dos intensidades, por lo tanto se recomienda dar ejemplos con los cambios fisiológicos que se pueden presentar en cada intensidad principalmente en la frecuencia cardiaca. Además, se encontró que se sobrevaloraba la cantidad y la intensidad de la actividad física en las actividades domésticas y ocupacionales. Por lo tanto no se aconseja la inclusión de las tareas domésticas y la sección ocupacional del cuestionario a menos que las preguntas de investigación requieran específicamente dicha información; incluso en estos casos, los investigadores deben considerar el uso de otros instrumentos. Por otro lado, aconsejan el uso de los dominios del tiempo libre y de transporte del IPAQ para la vigilancia y la investigación en las poblaciones de Colombia, Brasil y probablemente también a la mayoría de otras poblaciones de Latinoamérica, ya que son las más relevantes para la categorización de los niveles de actividad física de la población así como para guiar los programas y políticas de salud pública (Hallal, P. C., Gómez, L. F., Parra, D. C., Lobelo, F., Mosquera, J., Florindo, A., Reis Rodrigo, S., Pratt M., y Sarmiento, O. L. 2010).
GPAQ versión 2.0. (Cuestionario Global de Actividad Física). En la actualidad es el recomendado por la Organización Mundial de la Salud, en el método STEPwise de vigilancia de Enfermedades crónicas y promoción de la salud (OMS, s.f). Es un instrumento confiable y con validación internacional para la medición de la actividad física. Al igual del IPAQ, tiene en cuenta varios elementos: la intensidad, la frecuencia, la duración y el tipo de actividad física en diferentes dominios o escenarios, ya que evalúa la actividad física realizada mínimo durante 10 minutos en el trabajo, la actividad física relacionada con el transporte o los desplazamientos y la actividad física realizada durante el tiempo libre, como también el comportamiento sedentario. Tiene 16 preguntas y el periodo de tiempo que evalúa es de una semana. Se puede adaptar para incorporar diferencias culturales de términos como se hizo en el departamento de Antioquia (Quintero, M. A., et al. 2011). Para este cuestionario, las actividades moderadas equivalen a 4 veces el consumo calórico de una persona en reposo (4 METs), y 4 veces más alto cuando realiza actividades vigorosas (8 METs). (World Health Organization, s.f). En un estudio realizado en Bucaramanga se encontró que la reproducibilidad prueba-reprueba para la actividad física total era de moderada a buena para el IPAQ y buena para el GPAQ, pero el primero subestima la actividad física comparado con el segundo y por lo tanto el GPAQ tiende a tener mejores resultados de reproducibilidad. (Angarita Fonseca, A., 2013).
Evaluación de los correlatos y determinantes de la Actividad física. Los correlatos para los cuales hay evidencia coherente de asociación con la conducta de la actividad física son los ambientes físicos, el apoyo social y la autoeficacia. Estos son basados en constructos teóricos sólidos y evidencia empírica. Se incluyen mediciones de: intención de ser activo y control sobre el ejercicio (teoría del comportamiento planificado, teoría de control conductual); expectativas y autoeficacia (teoría social cognitiva) y; apoyo social para ejercitarse. Estas mediciones podrían usarse para tener argumentos sólidos para realizar modificaciones a los programas de salud enfocados a incrementar la actividad física y cambiar la conducta en una población determinada. Algunos ejemplos de estos cuestionarios son: Escala de Control Conductual Percibido de Kerner & Grossman en el 2001; Exercise Perceived Behavioural Control Questionnaire de Kerner & Grossman en 2001; Escala de Satisfacción de Actividad Física de Kendziersky & DeCarlo en 1991; Cuestionario de Balance Decisional de Marcus et al. en1992; Escala de Intención de Ejercitarse Kerner & Grossman en 2001; Escala de Autoeficacia para el Ejercicio de Resnick & Jenkins en 2000 y Escalas de autoeficacia para la conducta de ejercicios de Sallis et al., 1988. (Bauman, A., Phongsavan, P., Schoeppe, S. y Owen, N., s.f). En un estudio realizado en el 2001, para determinar la asociación entre la escala de factores físico-ambientales del vecindario comparada con el IPAQ y la medición objetiva de la actividad física a través acelerómetros en adultos de Bélgica, se determinó que caminar en vecindarios con buen ambiente físico (buena densidad poblacional, conectividad de calles, espacios exclusivos para caminar, seguridad), y posesión de equipo casero, son los correlatos ambientales más reiterativos de actividad física. Los correlatos psicosociales más fuertes fueron el apoyo de amigos y familia, y la autoeficacia. Los factores psicosociales y el ambiente físico están asociados con actividad física en adultos siendo los factores psicosociales más determinantes en actividad física durante el tiempo libre. Una de las asociaciones más fuertes con altos valores de actividad física medida con acelerómetro fue poseer equipo casero de realización de ejercicios; otra importante fue la de vecindarios con espacios adecuados para caminar. (Van Dyck D, Cardon G, Deforche, Benedicte, Giles-Corti, Billie, Sallis James F., Owen, Neville & De Bourdeaudhuij, Ilse, 2011). Hay una serie de barreras psicológicas a la actividad física, incluidas las cuestiones relacionados con la imagen corporal, falta de confianza y la falta de recompensas inmediatas. Estas barreras se marcan a menudo de los que son obesos y la necesidad de bajar de peso. La investigación adicional para obtener una mayor comprensión de los aspectos psicológicos y ambientales que pueden convertirse en barreras para aumentar la actividad física es probable que ayude a realizar campañas eficaces para promover la actividad física en el futuro. (L. Miles, 2007).
Otros tipos de valoración de la actividad física. En el 2009 se realizó una revisión para determinar los principales cuestionarios y escalas para medir la actividad física en población mayor de 45 años. La fiabilidad más evaluada fue el test-retest. De un total de 36 cuestionarios y escalas evaluadas, sólo tres instrumentos muestran sensibilidad al cambio, además de fiabilidad y validez: YPAS, CHAMPS Y Exercise Stage of Change. Los instrumentos analizados en general no valoran las actividades de intensidad ligera. El cuestionario CHAMPS aunque es uno de los más largos con 41 ítems y no es auto administrado, permite información más detallada y mejor cuantificación de la actividad física y su medición correspondiente del gasto calórico. Tiene alta correlación con medidas de desempeño funcional, con el podómetro, caminata de 6 minutos, SF 36 y consumo máximo de oxígeno (VO2Max). La mayoría de estos cuestionarios son desarrollados en Estados Unidos. El cuestionario 7-Day PAR (Physical Activity Recall) aparecen como uno de los pocos instrumentos que cumple con el análisis de consistencia interna (alfa), y fiabilidad (Pearson), para poder ser recomendado en pacientes individuales. Este test mide la actividad física clasificada en horas de vigilia y sueño. El cuestionario EMPRO permite la valoración estandarizada de cuestionarios de actividad física y puede ser recomendado para una futura revisión y análisis de test y escalas. (Guirao-Goris J.A., Cabrero-García J., Moreno Pina, J.P., Muñoz-Mendoza, C.L. (2009). Por otro lado, es importante evaluar la actitud que tienen las personas con respecto a la actividad física; entendiéndose actitud como una predisposición a responder a un objeto, que es aprendida, persistente pues es difícil que cambie y tiene una cualidad direccional, es decir, posee una característica motivacional de preferencia, rechazo o neutralidad. Krech y colaboradores (1962) y Breckler (1984), sostienen que una actitud posee tres componentes, el cognoscitivo, el afectivo y el conductual. El componente cognoscitivo tiene que ver con los pensamientos, juicios o creencias que se tienen con relación al objeto de la actitud, que en este caso sería la actividad física y el conocimiento que se tiene sobre sus beneficios para la salud. El componente afectivo se refiere a las emociones o sentimientos acerca del objeto de la actitud, que generalmente expresamos a través de adjetivos bipolares como gusto-disgusto, admiración-desprecio, etc., y el componente conductual hace referencia a la acción o conducta llevada a cabo con relación al objeto de la actitud. Las actitudes se tuvieron en cuenta para evaluar el programa “Por su salud, muévase pues” de la Dirección Seccional de Salud de Antioquia e INDEPORTES Antioquia. (Arenas Sosa, Mónica, 2008). Es igualmente importante, tener en cuenta que además de las conductas y la valoración de los niveles de actividad física, se deben tener en cuenta la evaluación de las medidas antropométricas pues pueden estar correlacionadas con los hallazgos de actividad física, como lo encontrado en una investigación realizada en Medellín en el año 2008 en la cual se realizó una encuesta para determinar la percepción de los individuos sobre el conocimiento, la actitud y la práctica de actividad física en las 16 comunas de la ciudad. Se encontró una asociación entre la percepción de los individuos con altos niveles de actividad física y los menores valores de composición corporal. (Martínez E, Saldarriaga JF, Sepúlveda FE., 2008). Este último parámetro es importante tenerlo en cuenta ya que un adecuado peso y porcentaje de grasa pueden indicar un mejor nivel de actividad física, pero siempre teniendo en cuenta una variable de confusión como lo es los hábitos alimenticios.
Factores a tener en cuenta para realizar un cuestionario
Las mediciones deberían ser sensibles, de modo que un cambio en el indicador refleje el verdadero cambio en la actividad física. (Bauman, A., Phongsavan, P., Schoeppe, S. y Owen, N., s.f). Por lo anterior, los cuestionarios deben tener un mínimo de 6 ítems para evaluar cada fenómeno y en la redacción de las preguntas, tener en cuenta: utilizar preguntas breves y fáciles de comprender; evitar preguntas en forma negativa o que obliguen a hacer cálculos o esfuerzos de memoria. Adicionalmente, siempre realizar la prueba piloto con mínimo 30 personas para detectar posibles errores y corregirlos. Además hacer la evaluación de las propiedades métricas da la escala y así asegurar que el instrumento de medida sea fiable y válido. Un instrumento es fiable, cuando es capaz de ofrecer en su empleo repetido resultados veraces y constantes en condiciones similares de medición. La fiabilidad de un instrumento de medida se valora a través de la consistencia (homogeneidad entre los ítems), la estabilidad temporal (concordancia test-retest del mismo individuo) y la concordancia interobservadores (acuerdo obtenido al ser evaluada la misma muestra en las mismas condiciones por dos evaluadores distintos, o en diferente tiempo). Por otro lado, un instrumento es válido cuando mide aquello que realmente pretende medir o sirve para el propósito para el que ha sido construido. De la validez de un instrumento depende que se pueda realizar las inferencias e interpretaciones correctas de las puntuaciones que se obtengan al aplicar un test y establecer la relación con el constructo/variable que se trata de medir. Hay tres tipos de validez: Validez de contenido (expertos juzgan cualitativamente la capacidad del cuestionario para evaluar todas las dimensiones que deseamos medir); validez de constructo (evalúa sí las respuestas del cuestionario pueden ser utilizadas como medición del fenómeno que queremos medir); validez de criterio (relación de la puntuación de cada sujeto con un Gold Standard que tenga garantías de medir lo que deseamos medir).
Conclusión
La medición de la actividad física es un desafío para los investigadores y para evaluar el impacto en los programas de la promoción de la salud. Lo más importante es utilizar y/o desarrollar conjuntos de mediciones adecuadas al contexto, con una recopilación rigurosa de datos, utilización de instrumentos confiables y válidos, que proporcionen bases científicamente sólidas que sirvan para realizar programas y políticas pertinentes para una población que está en evaluación. (Martín Arribas M.C., 2004).
Agradecimientos: Al profesor Nicolás Antonio Sepúlveda del semillero de discapacidad SINDIS y grupo de investigación en actividad Física y salud SIAFYS del Politécnico Colombiano JIC.
Referencias
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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 18 · N° 183 | Buenos Aires,
Agosto de 2013 |