Clubes de
fútbol: su dimensión social. |
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*Sociólogo, UBA Investigador del Centro de Estudios del Deporte (CED-UNSAM) UN La Plata **Investigador del Centro de Estudios del Deporte (CED-UNSAM) Docente-Investigador UNLa |
Lic. Rodrigo Daskal* Mg. Mariano Gruschetsky** (Argentina) |
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Resumen El texto analiza las Memorias y Balances del Club Atlético River Plate entre 1909 y 1923 para hacer hincapié en la dimensión social del club, su aparición y/o desarrollo, sudiversificación en el tiempo, su relación con los movimientos espaciales de la institución y la complejización de su objetivo original en tanto club de fútbol. Se analizan diferentes variables, para observar la existencia de tres lógicas cruzadas y relacionadas: la futbolística, la económica-financiera y la de índole "social". Palabras clave: Clubes de fútbol. River Plate. Dimensión social.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 176, Enero de 2013. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción: los clubes de fútbol como forma de asociacionismo
Probablemente los clubes de fútbol sean uno de los pocos tipos de institución generados a partir de la sociedad civil que han logrado recorrer un camino de más de cien años y permanecer plenamente vigentes a pesar de sus transformaciones, de las crisis específicas y generales y de las eventualidades deportivas mismas. Decimos generados a partir de la sociedad civil en tanto se trata de iniciativas de jóvenes de los sectores populares de las barriadas, de empleados, de estudiantes, que se organizaron y necesitaron de una cantidad de socios y de sus cuotas monetarias para sostenerse, y que rápidamente se institucionalizaron y crearon reglas, costumbres, hábitos y normas. Necesitaron también del apoyo de políticos “notables” locales y de buenas campañas deportivas para atraer la simpatía de las mayorías, para sobrevivir y para crecer. Pero indudablemente la base crucial de los clubes de fútbol estuvo (y está) en su poder de convocatoria, expresada en un doble sentido: en el capital social que logran conformar, por un lado, y en la pasión que desatan y movilizan en clave futbolística, por el otro. Los clubes creados desde fines del siglo XIX y principios del XX por grupos de jugadores-socios son ejemplos de la importancia que la tradición asociacionista tuvo a la hora de la conformación de los territorios, del Estado, de las identidades grupales y barriales, y de la identidad nacional misma.
Sin embargo, ese modelo ha sufrido cambios y ha sido escenario de disputas y conflictos; ha tenido momentos de flujo y otros de reflujo. Partimos de observar que estos espacios de sociabilidad, que surgen en su mayoría a principios del siglo XX como grupos de muchachos con el principal objetivo de juntarse para jugar al fútbol, son parte de una oleada asociacionista que con el tiempo excede ese objetivo primario, por ellos mismos planteado. Cuándo y cómo estos equipos de fútbol se convierten en clubes deportivos, sociales y culturales es una de las cuestiones principales de este trabajo; y otra es en qué tipo de actividades se expresa la creación de esos ámbitos de sociabilidad. Finalmente, nuestro objetivo fue realizar, en base a los datos existentes, una medición de las mismas. Para ello, se relevó la información disponible, en una línea de investigación que aborda a los clubes como expresión y como generadores de capital social. En este sentido, el objetivo será encontrar en las fuentes los diversos modos de sociabilidad que se conforman a partir de las variadas relaciones sociales que supone la conformación de un club, intentando rastrear los modos en que los asociados, en su accionar, producen y son parte del capital social.
Vale aclarar que nuestra perspectiva, basada en las fuentes trabajadas, no es la de la sociabilidad informal, la de rastrear en los miles de encuentros y relaciones personales entre los individuos, sino la de la sociabilidad institucional, es decir, las relaciones sociales de reciprocidad que se expresan en la historia oficial de las asociaciones. El presente trabajo está basado en las Memorias y Balances del Club Atlético River Plate desde 1909 en adelante.
Será el turno entonces de abocarnos al estudio de las instituciones y su evolución. De manera más específica nos centraremos, a partir de diversos abordajes metodológicos, en explicar parcialmente qué es un club de fútbol, considerando la cantidad de actividades que ofrece a sus asociados, y pensándolas éstas como ámbitos creados por y para la sociabilidad.
La dimensión social
Son diversas las actividades en las que una asociación civil, como es el caso de River Plate, deja entrever a lo largo de toda su historia su fuerte naturaleza asociativa, su importancia en tanto instancia privilegiada de sociabilidad, y sus características peculiares, que exceden el objetivo de participar en el principal campeonato de fútbol de la Argentina. Sin duda, en los clubes el fútbol ese ha sido el motivo inicial y central, que dio origen a su organización, desarrollo y posterior institucionalización. Pero el camino que han recorrido ha sido mucho más vasto, complejo y con características propias y distintas de otras formas asociativas típicas de la época como lo son bibliotecas populares, mutuales, organizaciones artísticas, gremios, etc. ¿En qué consiste lo particular de estas formas de asociación que conforman los clubes? En principio, contrariamente a otras formas de asociación antes mencionadas, los clubes de fútbol en su origen no se crean con una visión social declarada formalmente. Los testimonios existentes, las historias recreadas por los mismos clubes, muestran la existencia de grupos de jóvenes que desean jugar al fútbol, competir con otros jóvenes. En ellos la fundación de un club se presenta como el requisito necesario para cumplir con su principal aspiración que no es otra que poder competir en las ligas oficiales. Recién con el avance de los años, al dejar sentada cada club su declaración de principios, comienza a observarse que a ese deseo original se suman otras expresiones, generalmente ligadas a la práctica de otros deportes y a ámbitos de sociabilidad no deportivos, también justificadas en la necesidad de cultivar el cuerpo, la mente y el espíritu de las personas. Pero originalmente, entre sus objetivos fundacionales no se encuentra defender derechos determinados (laborales, cívicos, etc.), ni ayudar a los miembros de un colectivo determinado en situaciones de desamparo o enfermedad (como grupos de socorro, mutuales y demás).
Analizar el surgimiento y desarrollo de la dimensión social en estas instituciones, observando el caso de River Plate, es nuestro objetivo principal, pensando en esta transformación de los objetivos originales como un camino que va de grupos de jóvenes unidos por el hecho de jugar al fútbol a instituciones mucho más complejas. Los motivos que originaron esta transformación exceden en parte el objetivo de nuestro trabajo, y sin duda plantean relaciones con temáticas más abarcadoras como son las formas de sociabilidad en Buenos Aires, el auge del asociacionismo y los procesos de movilización y participación política. Sin embargo nos permiten plantear otra particularidad de los clubes, como es su perdurabilidad en el tiempo, y justifican la importancia de investigar sobre ellos y sus lógicas de funcionamiento.
Como enfoque principal, podemos afirmar que en el caso de River Plate parecieran confluir tres lógicas de acción cruzadas, aunque no necesariamente contradictorias, a veces más, a veces menos, excluyentes y preponderantes. Primeramente, es claro que la actividad principal es el fútbol, y que el mismo, en tanto juego, espectáculo y teatro de identidades, tiene su lógica propia y que parte de ella se explica por los mecanismos del fútbol mismo. A su vez, el fútbol es acompañado por otras dos visiones: la financiera-contable, donde es importante “cerrar” las cuentas y los beneficios materiales, y la que llamaremos de carácter “social” o “dimensión social”. Esta última visión es el objeto central de nuestro trabajo, pero es desarrollada sin perder de vista las relaciones complejas y permanentes que guarda con las otras dos.
Llamamos “social” a aquellas formas de la actividad en los clubes que están guiadas por una lógica que no se corresponde necesariamente con los objetivos de obtener resultados futbolísticos (del equipo principal de fútbol) o beneficios económicos o monetarios. Es necesario destacar que resultan variadas y distintas las formas en las que ella se expresa, desde actividades de beneficencia en el propio mundo del fútbol o hacia otros sectores de la sociedad, hasta diversos tipos de festejos y agasajos, como pueden ser intercambios de honores con otras instituciones similares. River emprende una serie de actividades en las que se observa que no es el beneficio económico el principal motivo que las impulsa. Aun en el contexto de una entidad que debe “cerrar” sus cuentas para perdurar (lo cual se encuentra claramente expresado en los testimonios de sus dirigentes), no deja de sorprender la fuerte presencia de acciones y situaciones que implican pérdidas desde un punto de vista monetario, pero que muestran claramente la decisión de dirigentes y socios de ocupar un lugar que excede lo futbolístico, lo meramente deportivo y que es clara muestra de una sociabilidad fuerte y original.
Con el análisis detallado de las Memorias y Balances, pretendemos dimensionar este conjunto de variadas acciones que, según convenimos, se guían por una “lógica social”, para seguidamente describirlas en un intento de comprender sus mecanismos internos, y con ello una parte importante de los clubes.
Aspectos metodológicos
Indicadores de análisis
A los fines analíticos y de recolección, hemos clasificado la cuantiosa y variada información que existe en las Memorias y Balances según los cinco indicadores siguientes:
1. Caudal de socios
Creemos que en un primer acercamiento a la temática propuesta resulta imprescindible, como dato básico de contexto, poder componer la serie histórica del caudal de asociados de la institución, para poder entender e intentar explicar la evolución del caudal de la masa societaria como dimensión del crecimiento o decrecimiento de la misma institución. Se trata de un indicador básico del desarrollo histórico-institucional de cualquier asociación.
2. Gasto social
El objetivo de este indicador no es realizar un análisis económico, ni contable o financiero, sino tomar los datos de los balances como información clave sobre las diversas actividades realizadas por la institución, con el objetivo de dimensionar y analizar aquellas que consideramos representan la dimensión social del club. Esta información puede ayudarnos a comprender la demanda de actividades sociales y culturales que en los socios existe, y el lugar que ellas ocupan en la visión de quienes tienen a su cargo la conducción de la institución.
Privilegiamos en este análisis de la sección contable el rubro Salidas del Balance como datos que nos hablan sobre las decisiones de los dirigentes de un club al momento de “reinvertir” el dinero que ingresa. Consideramos que en dicha decisión está implícita la voluntad de los dirigentes que expresa una necesidad, una demanda, una intención. Si parte del dinero existente en la institución es destinada a actividades que no son el fútbol o la obtención de algún tipo de ganancia económica, pretendemos analizar y cuantificar esa decisión.
Si bien nuestra elaboración sobre este indicador se reduce a observar la lógica social del club medida a través de una forma particular del gasto que figura en la sección Salidas de los balances, somos concientes de la necesidad de analizar lo que en los balances se denomina Entrada. En este sentido, un préstamo que el club decide realizar a un socio por un motivo particular relacionado con algún tipo de ayuda social tiene tanto carácter social como un préstamo que un socio decide concederle al club para facilitar su funcionamiento. Por la obvia forma contable de los balances el primero aparece en las Salidas y el segundo en las Entradas, y ambos son muestras de la lógica social que se expresa en estas instituciones. Pero también es cierto que aquellas erogaciones que el club decide realizar en dicha dimensión son, como decíamos antes, indicadores claros que requieren previamente una decisión por parte de los dirigentes de un club que, supuestamente, son a la vez un indicador de lo que los socios piensan y creen. A nuestro entender, motivo suficiente para justificar su análisis. Cabe aclarar que es lícito poner en duda la consonancia que puede haber entre los intereses de los dirigentes y los de los socios en lo que se refiere al manejo y toma de decisiones en un club. Las categorías jugadores, socios y dirigentes expresan en la actualidad diversos actores de los clubes que actúan con lógicas muchas veces diferentes y hasta contrapuestas. Sin embargo esto no ha sido siempre así; en los orígenes de los clubes estas categorías aparecen con límites borrosos, y la figura del “socio-jugador” era preponderante y muy frecuente.
Se abre aquí sin duda toda una línea de trabajo que debería abordar la cuestión de la cultura organizacional de los clubes por un lado, y las formas de representación y participación política de los socios por otro. Muchas de las decisiones de los dirigentes sólo se comprenden si se analizan las dinámicas y lógicas que tienen estas organizaciones en su interior. A su vez, a medida que van tomando carácter masivo, cobra vital importancia para el análisis la dimensión política de las mismas en lo referente a las formas de participación de los asociados en las decisiones de los clubes, como así los diferentes tipos de liderazgos que aparecen en las instituciones.
De todos modos, en el período que abarca esta primera parte de nuestro estudio (1909-1923) la “distancia” entre socios y dirigentes es aún menor y no tan compleja como para suponer cierta correlación entre las acciones y decisiones de éstos y los deseos de los primeros.
De la misma forma, la clasificación como dimensión social de cada uno de los ítems que figuran en la sección Salidas del Balance implica un detallado trabajo de categorización y análisis. Muchos de ellos son claramente identificables con dicha lógica social, mientras que otros lo son por una lógica de tipo más económico. Lo más arduo es la clasificación de toda una zona intermedia de actividades, que requieren de la detallada lectura de las Memorias y Balances, y que en muchos casos han sido categorizadas con una decisión que bien puede definirse como arbitraria, pero que pretendemos dejar debidamente justificada. Finalmente, debemos aclarar que dentro del gasto social se incluyen actividades muy distintas, y de muy variadas dimensiones. En 1919 el club gasta $151,55 en “Beneficencia y Homenajes” y $732,06 en “Juegos atléticos”. Ambas actividades, de muy diverso volumen monetario son, igualmente y a nuestro entender, una decisión de dirigentes y socios de desarrollar la dimensión social de la institución.
3. Desplazamientos territoriales del club e infraestructura
Pretendemos ver si los desplazamientos y las modificaciones en la ubicación de los clubes nos muestran algo respecto de la necesidad de expandirse socialmente, en el marco de la urgencia general de los clubes por tener un lugar apto para que juegue el equipo de fútbol. Es decir, si dichos movimientos nos hablan de la necesidad de expandirse en el plano extrafutbolístico. Los lugares “nuevos” no tenían demanda territorial instalada, como en el caso de River, sino que se fueron constituyendo donde los espacios lo hacían posible, lo que implica un desplazamiento en el plano de los hinchas pero también en el plano de los “usuarios” del club. Al respecto, los datos existentes muestran que hubo clubes que, al desplazarse, sobrevivieron, otros que no, y otros que lo lograron pero cuya capacidad de subsistencia estuvo basada casi exclusivamente en la cancha y la posibilidad de desarrollar el espectáculo futbolístico. Actualmente, hay clubes cuyo derrotero en ese sentido se ha modificado con el paso de las décadas; existen hoy clubes de fútbol con mayor o menor desarrollo de otras actividades, y clubes sociales y deportivos que han ido disminuyendo o suspendiendo definitivamente la actividad futbolística.
A la vez, creemos que parte de la posibilidad de sociabilidad de los clubes se genera y es generada por la infraestructura física donde se desarrollan las actividades. La capacidad y la amplitud de las instalaciones del club, así como su evolución, nos hablan tanto de la dimensión que por un lado adquiere el espacio de encuentro, como del proyecto histórico que se plantea la institución para ampliarla o retraerla. La fuente consultada nos permite acercarnos a esta dimensión desde dos variables de recolección: a) por un lado se puede obtener información sobre lo que podríamos denominar la infraestructura general o macro. Aquí la idea es recolectar datos sobre las sedes administrativas y campo de deportes que tuvo y tiene el club; y b) se puede obtener información sobre lo que podríamos denominar la infraestructura interna, que implica las diversas instalaciones que para los distintos usos cuenta el club en su interior. Será el turno de incorporar información sobre la existencia y cantidad de las diversas canchas o instalaciones para la práctica de otros deportes u otras actividades. Canchas de tenis, pileta de natación, así como buffet o salón de actos, serán parte de nuestro análisis.
4. Deportes que no son fútbol “oficial”
Partimos de la idea de que los diversos deportes que no son fútbol profesional y que en su mayoría no son de carácter masivo y, por ende, no están fuertemente imbuidos por la lógica del espectáculo, pueden darnos una muestra del volumen de actividad y de participación de los asociados en la vida interna del club. Una parte fundamental de la sociabilidad relacionada con los clubes estará conformada cada vez más por la práctica frecuente de diversas disciplinas deportivas, las cuales con el tiempo se convertirán en el motivo principal para que una importante cantidad de socios asista a estas instituciones.
La fuente nos permite relevar cuándo y en qué medida van surgiendo los diversos deportes en el club, y también cuándo y en qué medida se van afiliando a las diversas federaciones existentes. A la vez, con menos continuidad, se puede cuantificar el volumen de asociados que participaban de los mismos a partir de los datos que en las Memorias y Balances surgen sobre los torneos internos de las diversas disciplinas.
5. Actividad social y cultural
En la misma óptica del punto anterior, nos parece relevante obtener información acerca del surgimiento y desarrollo de las actividades culturales y sociales del club, pensándolas como lugares privilegiados de encuentro de los socios. Será necesario rastrear el surgimiento y desarrollo de las actividades de tipo cultural, y de relevar la cantidad y calidad de las mismas. Lo mismo sucede con el caso de las fiestas, bailes, con la revista del club, su biblioteca, etc.
Operacionalización del concepto sociabilidad
Para el análisis de sociabilidad hemos convenido en separar el concepto en dos dimensiones, que hemos denominado dimensión social interna y dimensión social externa. La primera contiene las actividades sociales que se producen principalmente al interior del club y que muestran una sociabilidad propia de la institución. Esta, a su vez, las hemos dividido en actividades de tipo deportivas, que incluyen los cambios en la infraestructura que las posibilitan, el surgimiento y desarrollo de la práctica de las diversas disciplinas deportivas, y las actividades sociales y culturales, tales como las fiestas y bailes, los cursos y conferencias, las acciones solidarias entre los asociados, la gran cantidad de actos solidarios para con otros grupos sociales, etc.
En lo que respecta a la dimensión social externa la intención es analizar y dimensionar aquellas acciones que el club realiza al relacionarse con otras instituciones de los más variados niveles. Préstamos del campo de juego, partidos de fútbol benéficos, actos solidarios de distinto tipo o relaciones con otras entidades sociales son muestras claras en ese sentido.
Las fuentes
Las fuentes las constituyen las Memorias y Balances del Club Atlético River Plate, ya que en tanto asociación civil, los clubes son instituciones sin fines de lucro, en las cuales las ganancias obtenidas o sus ingresos monetarios deber ser reinvertidos en el club, y se encuentran, ante el Estado y los propios socios, en la obligación de presentar anualmente su situación económica y financiera a los fines de que sea verificada y aprobada; observamos en las primeras Memorias y Balances de River la necesidad de adecuarse en ese sentido a los estatutos del club. Sus “dueños” son los socios, quienes eligen democráticamente sus autoridades, deciden el rumbo de la institución y toman decisiones sobre cada una de sus circunstancias; en ese sentido, las Memorias y Balances deben, obligatoriamente, detallar por un lado lo que ha ocurrido en el club durante un período anual en relación a sus actividades, desarrollo, crecimiento, etc. (Memoria), y en segundo término, el detalle de ingresos y egresos monetarios acaecidos en dicho período y su discriminación por ítems (Balance). Este balance económico-financiero debe mostrar un saldo igualitario, sin déficit ni superávit, entre las entradas y las salidas totales.
Resulta de interés observar cómo la instauración del mecanismo de Memorias y Balances en los clubes es anterior a la obtención de la personería jurídica. Su aparición en las instituciones puede dar cuenta de dos instancias: por un lado nos habla del momento en el que las mismas, en principio espontáneas e informales, adquieren cierto grado de formalización; pero también nos muestra la necesidad que tienen estos grupos de crear un mecanismo de control interno anterior al que comienza a ejercer el Estado en los años ’20, mediante el otorgamiento de la personería jurídica.
Si bien River Plate obtuvo la personería jurídica en 1923, su primera Memoria y Balance data del año 1909; la segunda de 1915, y desde allí existe la serie completa.
Por otro lado resulta pertinente expresar que en las Memorias y Balances no son uniformes la manera y el detalle en la presentación de la información. Esto se refleja mayormente en la manera de registrar el movimiento contable, el cual se va modificando sensiblemente a lo largo del tiempo, ya sea en la lógica de presentación de la información como en el nivel de descripción y detalle. Como ejemplo vale mencionar que mientras que la Memoria y Balance de 1909 posee apenas 10 páginas y sólo media con el resumen de caja, con un nivel muy general de los ítems que la componen, la del año 1923 cuenta con 51 páginas y un exhaustivo nivel de detalle que incluye por ejemplo, bajo el título “Útiles varios” alrededor de 65 referencias entre las pueden mencionarse “284 Perchas de bronce ($80)” o “18 Candados ($18)”.
Los primeros años
River Plate fue fundado el 25 de mayo de 1901 por un grupo de jóvenes de La Boca que decidieron fusionar dos equipos del barrio, La Rosales y Santa Rosa. Su caso se inscribe dentro de una vasta ola de fundación de clubes que se produce desde fines del siglo XIX y principios del XX. River Plate es uno de los primeros emergentes del proceso de popularización de la práctica del fútbol, trance que da a este deporte –hasta entonces de elite, practicado por integrantes de la colonia inglesa– carácter masivo y popular, al ser adoptado por criollos e hijos de inmigrantes. Los fundadores de River Plate tienen apellidos de orígenes principalmente italianos y españoles, aunque también hay alguno de origen judío, como su primer jugador-capitán y presidente, Leopoldo Bard.
En 1893 se funda la Argentine Association Football League, dominada por equipos originados mayormente en las escuelas de origen inglés, que imponen un tipo de práctica del fútbol, un estilo ligado a determinados valores que hacen hincapié en la caballerosidad del “gentleman”. Dicho predominio en el plano futbolístico, cuyo mayor exponente fue el club Alumni, comienza a declinar en 1912, cuando el título de campeón fuera obtenido por Racing Club, primer equipo criollo en lograrlo. En 1909, River Plate fue el primero de los luego denominados “grandes” en jugar en la liga oficial, luego de vencer, precisamente, a Racing Club.
Paralelamente a este proceso de “criollización” de la liga oficial se desarrolla otro que implica la creación de un ámbito de sociabilidad conformado por un enorme universo de clubes que aspiran a participar en ella, pero que en el camino van haciendo más complejas sus actividades y características, desbordando al fútbol mismo. Señala Julio Frydenberg: “Los clubes creados a partir de la segunda mitad del siglo pasado por los grupos sociales dominantes, eran instituciones que buscaban el mantenimiento de un status social mediante restrictivas normas de ingreso”. Por el contrario, los clubes como River, objeto de nuestro trabajo, se ubican en el otro extremo que conforma el par exclusión/inclusión. Para ellos, ampliarse y sumar socios no es sólo una postura ante la sociedad sino una de las pocas vías para obtener bienes materiales para su supervivencia.
Desde la primera Memoria y Balance, que tenemos a disposición, se observan las tres lógicas mencionadas, las cuales, con altas y bajas, recorren la historia del club River Plate hasta nuestros días.
En primer lugar la futbolística, que resulta ser el motor principal de una asociación como River Plate. No sólo es la mayoría de la información que se desarrolla en la Memoria y Balance, sino que es el primer tema que se aborda. En segundo término la lógica financiera-contable, que surge como una preocupación desde los inicios del club. Frases como “la situación crítica que atravesó el Club Atlético River Plate durante la temporada fenecida”; “La CD tiene el agrado de manifestar que la mayor parte de nuestros compromisos y gastos han sido cumplidos este mismo año...”; “Con esto no queremos hacer creer a nuestros asociados que el tesoro del club se halle en estado floreciente”, marcan el tono de la Memoria. En tercer lugar, y todavía en un aparente contexto de dificultades económicas, de manera clara se observan actividades signadas por una lógica de tipo social. Bajo el subtítulo “Beneficios”, existen en 1909 actividades que los simpatizantes del club realizan, como lo son un festival en el Teatro Olimpia a beneficio de la institución y dos partidos en el que River participa con fines de beneficencia en favor de otros dos clubes (Boca Juniors y Banco Nación). Más destacado aún resulta el hecho de que, con la intención de “fomentar el deporte” y en una clara muestra de la conciencia del rol que tenían los clubes dentro de la sociedad, River Plate “cedió desinteresadamente el field a la Compañía de Archivistas y varios colegios particulares para que practiquen football”. Es importante tener en cuenta que lo que se cede es la única cancha de juego que posee el club, la cual además “hubo necesidad de nivelarla para colocarla en condiciones aceptables, trabajo que gravó nuestro tesoro en $540,75”.
El cuadro 1 muestra claramente en términos monetarios la importancia relativa que posee el campo de juego para River en los primeros años, e indica por qué es posible hablar de una lógica de tipo social que subyace muy tempranamente. Para el club, la cancha representa en estos primeros años entre el 35 y el 40% de sus egresos anuales.
Como se observa, en términos absolutos, el dinero gastado en la conservación y arreglo del campo de juego aumenta entre 1909 y 1915 de manera muy notoria para descender de manera relativamente constante, hasta no existir datos del mismo en el Balance de 1922. Si cotejamos las cifras en términos relativos en relación al gasto total, nos encontramos con la misma tendencia pero más claramente dimensionada. Aquel 35 al 40% del gasto que se eroga en el mantenimiento de la cancha, baja al 27% en los años 1916-17, baja al 5% en 1918, registra una suba excepcional en el complicado año 1919, para luego descender paulatinamente y finalmente desaparecer en 1922. Notoriamente, en la medida en que el club se desarrolla y se amplía, el mantenimiento del campo de juego, cuyo costo inicialmente concentraba un alto porcentaje del gasto total, va disminuyendo su importancia relativa. En 1909 se gastaron en dicho concepto $3.416 mientras que en 1919 $ 4.391. No obstante, esas cifras representan el 35 y el 13%, respectivamente, de los gastos que afrontó el club en esos años.
Cuadro 1. Cantidad de dinero egresado en concepto de arreglo y manutención de la cancha del Club Atlético River Plate. Años 1909-1922
Más allá de la fuerte muestra de sociabilidad que implica la cesión del campo de juego a otras instituciones de distinta índole, debemos en un sentido relativizar un poco lo “desinteresado” de la cesión que expresa la Memoria y Balance de 1909 y suponer que para River el préstamo de su campo de juego podía funcionar como un mecanismo de legitimación. En un momento en que entre los clubes la posesión de los campos de juego se presentaba bastante escasa, precaria e inestable, producto del aumento de los alquileres y el creciente ritmo de urbanización que amenazaba a los “potreros”, no es arriesgado pensar que en la cesión de los campos de juego a otras instituciones existe una dimensión de legitimación para quien cede, legitimación tanto del lugar geográfico como social que posee en el ámbito local, y también, como algo importante, ante la mirada de los poderes públicos.
Las relaciones sociales al interior del club
La Memoria y Balance de 1915 presenta una situación similar. El fútbol y la economía como dimensiones centrales, pero entrelazados y apuntalados por el “esfuerzo noble y desinteresado de un número de socios cuyos nombres no es necesario mencionar, quienes facilitaron al club los recursos que sirvieron como base para llevar a feliz término la obra iniciada”. Sin dejar de reconocer que el fútbol es la actividad principal o “el deporte que practicamos”, el párrafo da cuenta de dos procesos que se encuentran en sus inicios simultáneamente: el aumento de la masa de asociados y la existencia de una demanda y/o espacio de reunión que supera al del encuentro para jugar y/o observar fútbol. Quiénes y cuántos son los que necesitan practicar bochas, juegos de sapo, trapecio, barras, etc., son interrogantes de suma relevancia, y para ello el análisis del movimiento de socios puede darnos algunos indicios.
En cuanto al comportamiento de la masa societaria de River, se ve una tendencia de crecimiento: de 475 socios en 1914 a 1.645 en 1918. Tendencia que durante este breve período es de un aumento anual de por lo menos el 20%. En 1914 ya existe la división entre socios activos, socias y socios cadetes. En ese año las mujeres representaban más del 10% de la masa de socios, y en número, más que los cadetes. En 1915 los socios de categoría cadetes ya superan el número de socias, y a partir de 1916 pasarán a tener un peso muy importante en términos relativos. Para 1917 eran ya, aproximadamente, un tercio del total de socios. Podemos arriesgar que el pico de asociados en los primeros veinte años de existencia del club, que se da en 1918, tiene su explicación también en la gran cantidad de cadetes, que representan poco menos de un tercio de los socios del club (no hay datos de socias), lo que muestra la gran cantidad de socios jóvenes que ingresaba. Curiosamente, en 1920, la cantidad de socios es menos de la mitad que dos años atrás y casi la misma que en 1916, sumado a que no hay información para el año 1919, lo cual necesariamente implica detenernos en esta coyuntura particular.
Indudablemente 1919 fue un año muy complicado para la institución. Lo deja en claro la Memoria y Balance, que comienza con el siguiente relato: “Deportiva y financieramente puede señalarse la temporada que terminó como la más irregular de todas...”. Páginas adelante se lee: “Comparadas las entradas del año anterior con el actual, se nota una diferencia de pesos 18.337,19 que ingresaron menos por partidos, por mensualidades y avisos de publicidad. En cuanto a los egresos, la tesorería ha procurado hacer buena administración y nuestros deseos en ese sentido no fueron defraudados, pero circunstancias imprevistas que han obrado como un contraste aumentaron considerablemente los gastos en los siguientes rubros”, mencionando las instalaciones de baños y construcciones exigidas por Obras Sanitarias de la Nación, a erogaciones para mantener el field, al aumento de los impuestos municipales y a la concreción de la Caja de Socorros para jugadores.
Como hemos señalado, cuando se trata de analizar la dimensión social de un club de las características de River Plate, no es posible dejar de lado la primacía de la lógica futbolística en tanto principal motor de la institución, y que a su vez determina el ritmo de las otras. Los problemas del año 1919 y 1920 son un claro ejemplo en este sentido. La merma en el número de asociados de 1920 y la inexistencia de datos para 1919 coinciden con una Memoria y Balance muy escueta: la Memoria consta de apenas seis páginas, de las cuales cuatro son dedicadas a referir lo que se titula “Conflicto deportivo” y que da cuenta de la escisión de varios clubes, entre ellos River Plate, de la Asociación Argentina de Football.
Resulta interesante ver cómo es reflejado por la prensa este momento del club, más que nada teniendo en cuenta el despegue que se produciría un año después. Bajo el título “La situación financiera del River Plate. Coletazos de la regeneración”, el diario Última Hora señala: “[...] La situación financiera del River Plate se ha complicado por múltiples motivos y entre ellos por el actual cisma del football. El antiguo club de la dársena Sur tendrá que cambiar de sede. No es posible acceder a las pretensiones del propietario del terreno, quien ha elevado el arrendamiento del campo a la respetable suma de 1.200 pesos mensuales, lo cual viene a recargar tanto el presupuesto del club, que el River Plate no podrá como hasta ahora atender todos sus compromisos, a pesar de la buena fe de sus dirigentes. En la actualidad el club de la dársena tiene un gasto mensual que se aproxima a los $2.500 y creo que nos quedamos cortos. ¿Han respondido los porcentajes amateuristas? [...] Es lógico reconocer que algunos partidos han dado un buen porcentaje, pero, por otra parte, no debe olvidarse, por ejemplo, que durante un mes, cuando le tocó jugar con Tigre, Defensores de Belgrano y Sportivo Buenos Aires, sólo tuvo un ingreso insignificante y lo que entró por un lado se ha ido por otro. [...] ¿Adónde irá entonces? Se dice que al actual field del C. A. Mihanovich, lo que ya significará un dolor más de cabeza, y si por esas cosas se ve obligado a irse aún más lejos, le pasará lo que a otros. Vivirá mientras esté en la dársena o sus alrededores; más lejos, es decretar su muerte [...]”.
Como sabemos, no ocurrió lo augurado por la crónica periodística, sino todo lo contrario. Pero volviendo al año 1919, es evidente que se trata de un año complicado para River, básicamente por dos factores: el aumento de las erogaciones concernientes a las obligaciones con el Estado y la crisis que vivió la actividad futbolística principal producto del cisma. Sin embargo, es un momento excepcional que no frena la tendencia al crecimiento del club, como veremos a continuación.
En 1921 la situación del club parece mejorar y prueba de ello es que se decide incorporar una cuota de ingreso de $4; el número de socios repunta a la cantidad de 1.080, siendo todavía los cadetes parte importante, aunque representen ahora menos de dos tercios. Probablemente influyera en esta recuperación que River en 1920 se coronara, por primera vez, campeón de la Asociación Amateur, y el furor del espectáculo futbolístico tuvo su correlato en el aumento del número de asociados.
El año 1922 muestra un salto verdaderamente fuerte en la cantidad de socios: son ahora 3.493. El aumento del caudal de socios entre estos años es del 223%, y posiblemente mucho pesa en ello la decisión de alquilar un terreno para construir un nuevo estadio en la intersección de las avenidas Alvear y Tagle, el cual, se anuncia, tendrá un campo de deportes para diversas disciplinas. A fin de solventar los gastos, la Comisión Directiva apela al apoyo de los socios y emite 5.000 acciones al valor de 10 pesos cada una, amortizables por sorteos y que pagaban el 4% de interés; al finalizar el año habían suscripto 2.631 acciones, “por lo que con un poco más de buena voluntad de parte de nuestros asociados, fácilmente cubriremos el total de las acciones emitidas”. Es un año clave para el despegue de la masa societaria: incluso pese al aumento de la cuota decidido por el club, durante todo el año se incorporaron 2.661 socios; “en estos meses el ingreso ha sido enorme, lo que demuestra el grado de prestigio adquirido por nuestra institución”. La Comisión Directiva atribuye a sus esfuerzos por el engrandecimiento del club el aumento de la masa societaria, y desde el punto de vista del proyecto que significaba la concreción del nuevo campo de deportes, es probablemente un dato importante a la hora de comprender cómo River Plate da un paso fundamental, al año siguiente, en desarrollarse como un club de fútbol pero con mucho más que fútbol: en un club cuyos socios han demandado y concretado un proyecto de club social y deportivo, con gran cantidad de jóvenes entre sus socios (en 1922, de los 3.493 socios, 778 eran categoría cadetes). Bien podría pensarse como hipótesis que es en ese año que River se convierte en un club social, entendiendo esto como la cristalización de un proceso ya existente pero aún tenue, por el cual la sociabilidad centrada en la lógica del fútbol es desbordada hacia ámbitos más extensos.
Gráfico 1. Cantidad de socios del Club Atlético River Plate. Años 1914-1922
En principio, los datos del movimiento de socios no permiten discernir entre socios “de cancha” y “socios de club”, como para afirmar que el crecimiento de la masa societaria se debe a razones que exceden una justificación meramente futbolística que lo explique. Sin embargo, el cruce con otros datos puede apoyar nuestra hipótesis.
Resulta interesante entonces observar el gráfico 2, en el que se comparan los ingresos devenidos de entradas líquidas en los partidos del primer equipo profesional del club con los ingresos provenientes de las cuotas de socios. Allí resulta evidente que estos últimos se encuentran en constante crecimiento, y que son relativamente independientes de los de fútbol, que, unidos a la lógica del espectáculo deportivo y al éxito del primer equipo, son más inconstantes y sensibles a los vaivenes de cada campeonato.
Decíamos que en la Memoria y Balance de 1915 se justifica la necesidad de tener instalaciones adecuadas para otras prácticas diferentes del fútbol en la cantidad elevada de socios del club. Ese año, el ingreso monetario por cuotas sociales constituye el segundo en importancia, aunque bastante lejos del producido por los partidos de fútbol. Comparado con el año 1909, muestra un dato interesante: en dicho año, la cantidad de dinero ingresado por cuotas sociales era ínfima. Y, junto al dinero generado por el fútbol, la otra fuente principal de ingresos era la toma de “préstamos”, ya sea en el sistema financiero o de particulares (generalmente socios). El ascenso a primera división logrado en 1908 tuvo un alto costo en términos económico-financieros, y el ingreso por cuota social no era una fuente de divisas importante. Indudablemente se trataba todavía de un grupo de jóvenes sin más intenciones que jugar al fútbol, como lo hacían los ingleses, de jugarlo compitiendo con los mejores, y la baja cantidad de socios está relacionada con ello, así como la necesidad de recurrir al préstamo para sostenerse en términos financieros. Con el transcurrir de los años esto cambiaría; la existencia de una masa societaria fuerte fue la base para la supervivencia y desarrollo de todos los clubes de fútbol de la época, así como también la existencia de una masa importante de simpatizantes de su primer equipo que asistían al estadio. El espectáculo deportivo es todavía en 1917 la cuestión central: River construía tribunas populares más amplias, ya que “...ha merecido siempre el favor público, como evidentemente lo demuestra el hecho de haber sido en los años anteriores el que más entradas ha percibido en su cancha...”. La nueva cancha reformada en ese año en el barrio de La Boca fue en su momento la más amplia de la ciudad de Buenos Aires, dato importante que refuerza la tendencia al crecimiento entre los simpatizantes del club.
Significativamente las divisas de cuotas sociales en 1917 pasan al segundo lugar entre los ingresos del club y esto se mantendrá hasta 1923, siempre detrás de la recaudación por entradas vendidas.
Como se ha dicho, el año 1919 es un año particularmente complicado, donde los ingresos por socios disminuyen en relación a 1918, pero el dato principal es la baja de los ingresos por entradas de fútbol debido al cisma de ese año en el fútbol argentino; en términos relativos, el dinero ingresado por la cuota social resultó importante frente a la fuerte caída de las recaudaciones futbolísticas. Para 1920 la situación da un vuelco puesto que las entradas generadas por el fútbol aumentan enormemente, en “un total no igualado por instituciones similares”, producto de que el equipo se consagra campeón, como se ha señalado, por primera vez.
En términos monetarios, los ingresos por cuotas sociales en 1922 se mantienen detrás del ingreso líquido generado por el fútbol, pero van aumentando fuertemente. Como corolario, en 1923, por primera vez en la historia del club, superan el monto de dinero generado por el primer equipo de fútbol: ingresan por cuotas sociales $56.087,50, mientras que el fútbol deja $48.419,11.
Es así que, con la mudanza concretada, el año 1923 trae nuevamente un lapso de enorme expansión en la cantidad de socios del club, que llega a 5.002; sin dudas ello es producto del traslado a Alvear y Tagle. También en este sentido puede agregarse el importante dato de que el club establece un nuevo y significativo aumento de la cuota de ingreso, que pasa para los socios plenos de $4 en 1921 a $50 en 1923. Es evidente que los dirigentes observan ya en el movimiento de socios una fuerza tal que les otorga margen para adoptar esta decisión, y que confían en que, a pesar del aumento, los socios seguirán sumándose.
Gráfico 2. Cantidad de dinero proveniente de entradas líquidas de partidos de fútbol oficiales
y amistosos y dinero proveniente de cuota de socios del Club Atlético River Plate. Años 1909-1923
El gráfico muestra cómo la curva de socios presenta un comportamiento más parejo y con movimientos más tenues, que dan cuenta de procesos de más larga duración. Queda claramente expuesto cómo la tendencia a partir de 1921 es a una suba pronunciada. De manera opuesta, la curva de entrada monetaria por fútbol tiene un comportamiento más brusco, obviamente ligado a los vaivenes deportivos pero que, en una perspectiva de larga duración, expresa también la expansión del espectáculo futbolístico que caracteriza al momento.
Infraestructura y movimientos territoriales
La existencia de una sociabilidad interna también puede verse reflejada en el desarrollo de ciertos espacios físicos que en el Balance se expresa bajo la denominación “Infraestructura”. Hablar de infraestructura para un club de fútbol de la época y en sus inicios es hablar principalmente de su terreno de juego, su field. Pero no solamente por la importancia que este ha tenido para la perdurabilidad de los clubes, sino también porque la gran mayoría de ellos desarrolló sus actividades extrafutbolísticas alrededor, justamente, del campo donde jugaban fútbol. Incluso las primeras construcciones edilicias, en el caso de River Plate y posiblemente en la mayoría de los clubes, se centraban en necesidades vinculadas a la práctica del fútbol: baños, vestuarios, tribunas, boleterías, etc. Eran una necesidad para jugar, pero eran también parte de las reglas y exigencias para hacerlo en los niveles más elevados; la fiscalización por parte de las asociaciones fue siempre una forma de medir, además, si un club ofrecía las garantías necesarias para estar en la máxima división o en una liga determinada. La segunda necesidad que se observa era la existencia de una secretaría y/o sede social. Una secretaría, el espacio administrativo donde funcionar; y a la vez, un local social, es decir, lugar de reunión, discusión y sociabilidad.
La Memoria y Balance de 1909 muestra la existencia de una cancha de juego (en Dársena Sud) y de una casilla y cancha en Sarandí (arrendada anualmente al Sports Club). No tenemos más datos sobre la existencia de otro tipo de infraestructura, pero podemos observar que el ítem “Construcciones e Instalaciones” resulta por lejos el gasto principal del club. Ello es atribuible al ascenso a primera división logrado el año anterior, que trajo aparejada una serie de obligaciones para poder jugar en ella. En forma análoga, el ítem del pasivo “Construcciones e Instalaciones” resulta, por lejos, el más importante en términos monetarios. Podríamos decir que, en gran parte, la primera década de existencia del club es eso: una cancha y sus precarias construcciones anexas.
En 1915 River Plate cuenta ya con dos canchas de bochas y un espacio dedicado al juego del sapo, más la práctica de gimnasia, que se realizaba en la cancha de fútbol, lo que indica una incipiente, pero real, diversificación de la infraestructura. Resulta un dato relevante, en relación con la dimensión social interna, ya que significa la aparición de un ámbito formal y muestra la existencia de una fuerte sociabilidad, y la demanda de un espacio que exceda el del fútbol mismo para la práctica de otras formas de ejercicio deportivo. Bajo el título “Campo de juego”, la Memoria y Balance señala: “En nuestro campo de juego, además de las instalaciones necesarias para el deporte que practicamos, la Comisión Directiva, teniendo en cuenta el número elevado de socios, procuró con la implantación de otros ejercicios complacer a sus numerosos asociados, instalando para ello dos canchas de bochas, juegos de sapo, trapecios, barras, etc.”.
La instalación de la cancha fue la obra principal a la cual se destinaron la mayoría de los ingresos del club de ese año, ingresos no sólo producto del fútbol y las cuotas sociales sino también de las donaciones de los socios. Los gastos de 1915 dan cuenta del alquiler de una secretaría, y nos muestran al ítem “Materiales, tribuna, cerco y alambrado” como el más oneroso, por lejos, de todos los egresos realizados por el club.
En el año 1916 se constituye un primer ámbito formal de encuentro, como lo es un buffet, para “...ofrecer a nuestros asociados un local de reunión en confortables condiciones”. Se trata de un dato que expresa claramente la necesidad de institucionalizar un lugar de encuentro y camaradería, de carácter no deportivo, entre los socios. El mismo se abre, aunque pocas horas al día, “ante la imposibilidad de ampliar las instalaciones del club con un local social”.
Hasta los primeros meses de ese año, el club arrendaba un local para secretaría. Luego, para economizar y a la vez ganar en comodidad, el local dejó de alquilarse y se trasladó la secretaría a la parte baja de la tribuna oficial. La existencia de un field adecuado para jugar al fútbol fue acompañada de una fuerte inversión en la infraestructura del mismo: se construyeron dos graderías para las tribunas populares, una habitación para el referee, una boletería, un nuevo acceso al público, así como obras necesarias para el riego de la cancha y la construcción de caminos alrededor de la misma. Un dato importante es que, al igual que el año anterior, gran parte de los gastos ocasionados por las obras fueron solventados por donaciones de los socios. A fines de 1917, la infraestructura del club era, en términos monetarios, el principal activo del club, y al año siguiente se le incorpora al campo de juego un palco para periodistas, jugadores y miembros de la Asociación Amateur de Fútbol, así como también, para cumplir con normas gubernamentales, se construyen cloacas y obras de riego. Observamos cómo, al igual que años anteriores, es el campo de juego el eje principal y casi único objeto de infraestructura del club: durante 1918 los trabajos en el campo de deportes (arreglo, mantenimiento, nivelación, field, tribunas, cloacas y palomar) demandaron gastos por $2.219,08. Como excepción, ese año se instala un palomar mensajero, típico divertimento de los jóvenes de la época, y que se utilizaba en este caso para difundir el resultado de los partidos.
Dicho nivel de gastos se verá incrementado en 1919, producto de que el terreno de juego se encontraba relleno de todo tipo de residuos y de tierra mal trabajada, por lo cual la Comisión Directiva decide implementar un sistema de panes de pasto extraídos de buenos terrenos. Esta situación, sumada a las ya mencionadas instalaciones requeridas por Obras Sanitarias de la Nación, y dada la baja de los ingresos de 1919, provocó una crisis en términos financieros, de la cual se saldría recién al año siguiente. La necesidad de la cancha propia comienza a percibirse como urgencia debido al fuerte aumento de los costos de alquiler del terreno (ver cuadro 2) y de los impuestos municipales. Durante 1921 el alquiler aumenta al doble, pese a obtenerse una rebaja en la tarifa solicitada inicialmente por el dueño del terreno. Si bien merced a la ayuda del algún funcionario estatal la situación fue resuelta, para los dirigentes del club quedaba claro que era imperioso conseguir un lugar propio. Sin duda, el aumento de los precios de los terrenos de la ciudad y su distribución fueron variables fuertes que signaron la desaparición de muchos clubes de la época. Paradójicamente, las reformas y modificaciones al campo de juego y su infraestructura lindante continuaron, incluso durante 1921, y en 1922 los dirigentes del club obtienen de la administración del Ferrocarril del Pacífico un terreno en alquiler en la intersección de la Avenida Alvear y Tagle, barrio de Palermo, firmándose un contrato por cinco años con opción a cinco más. Para los dirigentes, se trataba de construir un moderno estadio en una zona céntrica y bien comunicada por los tranvías; ese mismo año, el club alquila un salón en el barrio de La Boca a los fines de instalar en él la secretaría, lo que evidencia que existía un fuerte lazo con ese vecindario. El derrotero de ese lazo y la capacidad de la institución de sustituirlo por uno ligado al nuevo vecindario explicarán parte del éxito que implicó la supervivencia del club a estos desplazamientos. El traslado desde la zona del puerto a Alvear y Tagle implicó para River Plate el desafío de arraigarse en un nuevo espacio y establecer nuevos vínculos con un nuevo territorio. Ese logro estuvo seguramente basado en la capacidad de la institución de generar su propia demanda de hinchas y socios, en un contexto de relativa bonanza de los sectores sociales de clase media y la consecuente ampliación del espacio ocupado por el tiempo libre. Parte de nuestra búsqueda en el análisis de este tópico consiste en rastrear en el tiempo cómo se modifica la identidad con La Boca y va forjándose una nueva en el barrio de Palermo.
El año siguiente, 1923, marca una vital inflexión en la historia del club, y la infraestructura que el mismo desarrolla es consecuencia de dicho momento de expansión y crecimiento. La mudanza significará no sólo un cambio cuantitativo en relación al aumento de la masa societaria, sino antes que nada un profundo cambio cualitativo, pues el renovado club que allí se erige expresará la existencia de una institución surgida para competir en la liga oficial de fútbol pero que excede ampliamente ese objetivo primario.
Cuadro 2. Gasto anual en pesos de alquiler correspondiente al terreno de la cancha y la secretaría del Club Atlético River Plate. Años 1909-1923
El desarrollo de las actividades deportivas que no son el fútbol oficial
Desde mediados de la década del ’10, los sectores medios urbanos experimentan un importante ascenso económico y político. En lo económico se acelera en la década siguiente y se expresa de diversas maneras, como la aparición de los loteos populares y la posibilidad de acceder al terreno propio, mientras que en lo político será su concreción más visible en 1916, cuando llega al gobierno Hipólito Yrigoyen.
Ambos procesos impulsarán fuertes cambios en el modo de vida. Paulatinamente, los sectores medios urbanos ocuparán y se apropiarán de espacios públicos de esparcimiento antes exclusivos de la elite, lo que trae aparejados cambios en relación con el ocio y el uso del tiempo libre.
A su vez, dicho proceso se sucede en paralelo con otro que implicó una “valoración de la ‘vida deportiva’, el físico y lo vital: el cuidado y exhibición del cuerpo, la preocupación por la alimentación sana, las proteínas y las vitaminas, la gimnasia, la vida al aire libre, o al menos la adopción de algunos signos exteriores de esa preocupación, como el tostado o la vestimenta informal, son indicadores de una nueva actitud hacia el cuerpo, y también hacia la salud y la ‘vida sana’. Esta preocupación se emparenta con otra, de origen diverso y muy arraigada en la cultura letrada: la higiene, los regímenes, la profilaxis y la prevención, propios del higienismo positivista...”.
Los medios masivos de comunicación comienzan a jugar un papel muy importante en este sentido. Si bien para los trabajos que han abordado el tema no ha sido posible zanjar el problema metodológico que implica poder cuantificar o valorar el impacto que estas ideas generadas desde los medios han tenido en las personas de la época, la mera existencia de dichos discursos nos permite por lo menos suponer un clima de época determinado y la circulación de las mismas en el imaginario social. En este sentido, si bien no planteamos una relación unidireccional que liga la aparición de una amplia gama de actividades físicas en los clubes con la existencia de un discurso de los medios que interpela a realizarlos, sí podemos pensar que ayuda a legitimarlas y ponerlas dentro de un horizonte de posibilidades de la época.
En esa dirección, elaboraciones como la de Martín Bergel y Pablo Palomino sobre el discurso de la revista El Gráfico entre los años 1919 y 1925 dan cuenta de cómo surge un conjunto de ideas que hacen hincapié en la importancia de practicar la cultura física, tanto desde el aspecto de los beneficios que implica para la salud como del valor moral y espiritual para el desarrollo de los ciudadanos. Más importante aún resulta la interpelación que este medio hace al público femenino, lo que nos permite inferir que el público que conforma la demanda de los clubes se amplía notoriamente. Si bien el espectáculo deportivo del fútbol es primordialmente masculino, podemos pensar que en la explosión de la dimensión social de los clubes en ese momento cobra importancia la participación de la mujer. Como se verá reflejado en los años posteriores, las mujeres se harán protagonistas en varias actividades deportivas.
Por ende, pensar en las actividades deportivas que no son fútbol profesional de un club, en estos primeros años, implica tener presente el contexto social antes mencionado. River Plate será una muestra clara de este proceso. En los comienzos, si bien todo lo que no es fútbol aparece un tanto al margen, diferentes actividades tienen presencia y lentamente se van desarrollando. La gimnasia se implanta como actividad tempranamente, y en 1915 se organiza el primer torneo de fútbol interno para socios con una subcomisión creada a tal fin, en el que triunfa el team Veteranos, que gana 8 partidos, empata 1 y pierde 1. En 1918 se organiza también un torneo interno de fútbol de cadetes, que agrupa en 9 equipos a 114 jugadores, y recién en 1921 comienza a desarrollarse el básquet, al que se destina un presupuesto, así como al juego de bochas y a otras actividades atléticas.
El año 1922 es de transición y bastante particular en este sentido. Los problemas con el alquiler, el traslado al nuevo terreno situado en Palermo y el desmantelamiento de las instalaciones de la Dársena Sur impiden el desarrollo y realización de las pocas actividades que existían. Para ese momento, el club contaba con tres actividades deportivas: gimnasia, para la cual existen instalaciones, aunque no tenemos datos sobre el grado de formalidad de su práctica; bochas, que se encuentra en similar posición, y, con no pocos inconvenientes, básquet, que, como dijimos líneas arriba, había comenzado el año anterior. Vale la pena señalar lo que implicará, tanto cuantitativa como cualitativamente, el traslado en 1923 y la nueva etapa en que ingresa el club. De sólo tres deportes que se realizaban entre 1915 y 1922, en apenas un año pasan a ser seis. Y en 1924 serán diez, de los cuales tres estarán ya afiliados a las respectivas federaciones.
Las actividades sociales y culturales
En lo referente a estas actividades de sociedad, aún poco formalizadas, aparecen algunas de relevancia. En 1918, la Memoria y Balance cuenta la realización de un festival en honor a River realizado por los propios socios, a los fines de recaudar dinero y de “estrechar vínculos”. En esta primera etapa, las actividades de tipo cultural son casi inexistentes, y las sociales (festivales, bailes, rifas, encuentros como el “té danzante”) tienen un doble objetivo: por un lado la camaradería y el encuentro entre los socios, la posibilidad de tejer relaciones sociales, y por el otro, también son utilizadas como medio de recaudación de fondos para la institución y para fines específicos de la misma. La Memoria siguiente, de 1919, da cuenta de la creación de una Caja de Socorros para los jugadores de fútbol.
Una actividad recurrente en estas instituciones, y que constituye sin duda un mecanismo simbólico de construcción y mantenimiento de identidades, es el festejo de los aniversarios de las fundaciones de los clubes. Actualmente, muchos de los clubes de fútbol han festejado sus cien años de existencia con variadas y a veces multitudinarias actividades. Partidos de fútbol contra otras instituciones, caravanas populares por los barrios, conciertos, festejos y demás, son las diversas formas en que esta identidad se renueva en los socios e hinchas. Pero ya en la década del ’20 era común que los clubes dieran lugar a esos festejos. Bajo el título “XX Aniversario de la fundación de nuestro club”, la Memoria y Balance de 1921 de River Plate refiere un festejo que implicó la creación de una subcomisión ad hoc y la realización de un “festival deportivo” en el que, al igual que hoy en día, “uno de los principales números del programa, lo constituía un match amistoso de primera división con el de igual categoría del club Rosario Central”.
En el mismo sentido en que hemos abordado los indicadores anteriores aquí también los números del Balance nos sirven para comprender la lógica de estas actividades. El festejo del vigésimo aniversario generó una entrada de $779 y una erogación de $1.684. No sólo significó una pérdida en términos monetarios, sino que ocupó el sexto lugar en cuanto a volumen de gasto entre 48 ítems. Resulta significativo ver la gestación de una tradición que mantiene su vigencia y que sin duda muestra un aspecto en el que se expresa la sociabilidad de los clubes, vinculada a la propia identidad. La principal erogación de dicho festejo fue la concerniente al traslado y la estadía del equipo invitado a disputar el match amistoso.
Las relaciones del club para con los otros
La “dimensión social externa” tiene una fuerte presencia desde 1909, principalmente bajo la forma de la cesión del campo de juego a colegios y clubes. Aparecen ya en ese año las relaciones de amistad con otros clubes de fútbol, como por ejemplo River Plate de Montevideo (allí viaja River a jugar), y también con clubes de la ciudad de Rosario. En 1915 se realizan partidos de beneficencia a favor de la Cruz Roja Italiana, del Comité de Reservistas Italianos, de la Sociedad José Verdi y de los Bomberos Voluntarios de La Boca, y en 1916 esta dimensión se expresa bajo la forma de amistad y camaradería con otros clubes, como Tiro Federal de Rosario o el uruguayo Peñarol.
Lo mismo sucede en 1920, año muy particular en lo futbolístico, por haberse logrado el campeonato de primera división; ello no quita que el primer equipo se presente también, junto con Racing Club, en un partido a beneficio de un cronista deportivo que enfermó, así como se realizan también otro tipo de donaciones. Bajo el título “Relaciones deportivas” se expresa: “La C.D. hizo lo posible por mantener estrechas vinculaciones con los clubes afiliados con algunos de los cuales realizó partidos de entrenamiento, unos, y con fines de beneficencia, otros”.
El tono de las actividades está signado por una institución que recorre distintos puntos del país con el objetivo de estrechar vínculos con sus pares. Una gira por Tucumán enfrenta a River con los clubes San Martín y San Pablo de esa ciudad, y con Mitre de Santiago del Estero. El saldo, según la valoración que hace la institución, es que se “inició con el club San Martín una estrecha vinculación que nuestro club se sentirá orgulloso de continuar”.
Refuerza la idea de que estas actividades que emprende el club se rigen principalmente por la lógica de la sociabilidad antes que la del fútbol mismo el hecho de que no siempre se realizan con el primer equipo del club. Ese mismo año se visitan las ciudades de Zárate y Chascomús, siendo los equipos de segunda A y segunda B los que participan de la actividad. Evidentemente no se trata principalmente de la búsqueda de prestigio deportivo, y menos de beneficio económico, sino que el objetivo preponderante es estrechar vínculos sociales con instituciones similares de todo el país.
Estas acciones se repetirán a lo largo de los años siguientes: en 1921 se realizan dos partidos, uno a beneficio de un jugador de fútbol y otro de un hogar. También en ese mismo año la confraternidad y sociabilidad entre clubes se observa en un homenaje que realizara en Montevideo para el equipo y directivos de River el club Peñarol.
En este contexto, cobra más relevancia el hecho de que River ceda su cancha para jugar fútbol y también para la práctica de otros deportes a otros clubes e instituciones sociales como el Hogar y la Escuela Hospital de Alienados, la Asociación Bancaria y demás. Los vínculos que se establecen van más allá de la relación con otros clubes, y muestran que River es parte de un entramado social propio de la época, al cual se encuentra integrado y con el cual interactúa.
Gasto social
Como mencionamos en el apartado metodológico, otra de las formas que creemos pertinentes en cuanto a lo social es intentar dimensionar y describir lo que denominamos gasto social a partir de trabajar con el rubro Entradas de los balances.
Este indicador, que engloba tanto ítems que comprenden la sociabilidad interna como la externa, bien puede pensarse como un resumen en cifras de todo lo desarrollado hasta aquí. Es, en este sentido, un indicador que nos permite realizar algún tipo de conclusión del presente capítulo.
En términos cuantitativos, el gasto social sigue las tendencias antes mencionadas para las otras variables. Para 1909, según la clasificación por nosotros adoptada, un solo ítem entraría en ella: se destinan $373,65 para “Recibimiento de teams y festejos”. En 1915 los ítems ya son cinco y el dinero destinado asciende a $1.474,19.
Una tendencia constante es que se observa, con el correr del tiempo, el surgimiento de cada vez más ítems que dan cuenta del gasto social; la actividad social del club crece en volumen y se diversifica. Los más significativos del período son “Beneficencia”, por su constante presencia, y “Viajes al interior”, por el volumen monetario que insume.
Cuadro 3. Evolución del gasto del Club Atlético River Plate. En pesos. 1909-1923
Si observamos los montos destinados a las actividades clasificadas como sociales, vemos claramente la existencia de un crecimiento desde 1909 hasta estabilizarse entre los años 1915 y 1916-17, que irá paulatinamente superándose en los años siguientes, aunque con períodos de altas y bajas. Vale recordar que el año 1919 es de crisis económica para la institución, y 1922 y 1923 se distinguen por el desalojo de los terrenos de la Dársena Sur (1922) y que durante 1923 se concreta el gran salto que implica la infraestructura construida en Alvear y Tagle. Seguramente los números sean más descriptivos cuando se pueda observar el gasto social como porcentaje del gasto total. A partir de ello, se pueden distinguir dos grandes momentos: hasta 1917 el gasto social se ubica entre el 2,9 y 4% del total. Luego, comienza a representar más del doble, excepción hecha de 1922, que como ya mencionamos muestra el impulso para la importante cifra de 18,5% en 1923.
Gráfico 3. Evolución del gasto social como porcentaje del gasto total en el Club Atlético River Plate. 1909-1923
Conclusiones
Hemos analizado hasta aquí un período vital del club. No solamente por ser el de su origen, sino también porque en él comienzan a cristalizarse y a organizarse sus cimientos. Los documentos trabajados nos muestran tres horizontes de desarrollo como lo son: a) la práctica del fútbol, deseo inicial y central que hace las veces de “motor” de la institución; b) la necesidad de que la misma tenga un equilibrio contable-financiero que le permita “cerrar la cuentas” de manera más o menos ordenada, y que sea a la vez indicador de la prosperidad ascendente del club; y c) un lugar de encuentro y sociabilidad, entre los socios mismos, entre los socios y otros actores de la comunidad, y también para con socios de otras instituciones similares.
Particularmente nos hemos abocado a esta última dimensión, la social, que surge tempranamente y se va desarrollando con el paso de los años y al compás de los desplazamientos territoriales del club. Por la cantidad y calidad de las actividades que se realizan, en esta primera etapa se presenta como más fuerte la que hemos llamado sociabilidad externa y que implica también, en términos monetarios, una muy fuerte erogación por parte del club. Se observan a la vez, muy sólidos lazos de amistad y camaradería con otros clubes, con otras instituciones sociales y con personas físicas.
En cuanto a la sociabilidad interna, las actividades de tipo social y cultural están todavía poco amalgamadas y sin institucionalización formal dentro del club, con preponderancia de las exclusivamente sociales por sobre las culturales, que casi no aparecen. Finalmente, la actividad deportiva no futbolística tiene una débil pero ya incipiente presencia, como indicio de una tendencia a aumentar que se consolidará posteriormente.
Sin duda, es hacia 1923 cuando River Plate da un paso vital a la hora de complejizar y modificar ese objetivo original de jugar al fútbol, y pasa a convertirse también en un club social y cultural. Este proceso está signado por la idea de que River, encarnado en su masa societaria, fue “creando” su propia demanda, en el sentido de que eran los mismos socios del club quienes exigían y se imponían a sí mismos –es decir, “al club”– avanzar en ese sentido. Pues si bien el traslado a Alvear y Tagle es producto de la necesidad de un nuevo estadio, la concreción a su alrededor de una serie de servicios y actividades más allá del fútbol son muestra de la existencia de esos deseos y necesidades, de los cuales también, como hemos visto, existen indicios muy remotos. ¿Es probable suponer que en dicha zona existía ya un potencial “mercado” de socios y usuarios, más allá de las expresiones de deseo que en ese sentido podían realizar los dirigentes de ese momento? ¿Cuál era la densidad poblacional y el desarrollo social y económico de la misma? ¿Cómo fue la interrelación del club con el territorio en el cual se asentó, con sus vecinos, con los grupos sociales emergentes? ¿Fueron ellos los futuros “usuarios” del club, y sus hijos los futuros socios?
Gutiérrez y Romero en su trabajo sobre las bibliotecas populares, hacen mención al proceso que desde la década del ’20 va conformando una sociedad local barrial y a su vez construyendo una nueva cultura popular. En este proceso resulta central un entramado de asociaciones de diverso orden, que conforman una verdadera red. La etapa que sitúa a River en La Boca seguramente lo incluya en el entramado de instituciones barriales locales por ellos aludida. Cabe preguntarse qué sucede cuando el club comienza su peregrinaje hasta terminar en el barrio de Núñez en 1938. ¿Su mudanza a la zona de Alvear y Tagle, coincidentemente con la expansión de la dimensión social del club, es también la de su transformación en una institución de carácter local a una de carácter metropolitano, cuya área de influencia excede en mucho los límites de un barrio y es ya definidamente la ciudad toda? ¿Cuánto influye aquí el desarrollo de la lógica del espectáculo futbolístico, a través de los medios masivos de comunicación y su expansión territorial? Sin dudas muchas de estas preguntas requieren, para ser abordadas, de la comprensión y el conocimiento de los clubes entendiéndolos como parte importante de la sociabilidad, en una época de gran vitalidad de la sociedad argentina.
Notas
Julio Frydenberg, “Espacio urbano y práctica del fútbol, Buenos Aires 1900-1915”, en EFDeportes.com, revista digital, año 4, Nº 13, Buenos Aires, marzo de 1999. http://www.efdeportes.com/efd13/juliof.htm
El concepto de capital social tiene variadas y hasta divergentes concepciones. Aquí comprendemos el mismo como el componente de capital humano que permite a los actores organizados de una sociedad dada confiar el uno en el otro sabiendo que dicha confianza es recíproca (Putnam) y que conforma una “red interna” de relaciones sociales y múltiples confiabilidades, que a su vez se despliegan en una variedad de actividades, acciones y movimientos dentro de un determinado cuerpo social; relaciones de confianza y compromiso cívico aprendidas en formas de asociacionismo, que influyen y son parte del desempeño económico, social y cultural de las instituciones democráticas. Lo consideramos un concepto situacional y dinámico; en América del Sur existen desde siempre formas diversas de puesta en valor de la idea del capital social, posibles de comprender como una “antropología” del capital social (Durston), que guardan estrecha relación con la participación asociacionista (Tocqueville), y por lo tanto con las características de las instituciones democráticas, la cooperación cívica y el ámbito de lo público. Tiene, por lo tanto, diversas formas históricas en el tiempo y una dimensión expresiva que surge más mientras la sociabilidad tradicional se disuelve, fortificando las relaciones sin fines de lucro (Lechner).
Desde mediados del siglo XIX, las formas de asociacionismo moderno van rápidamente ganando espacio alentadas por las corrientes de pensamiento de la época y posteriormente por el Estado mismo. Se trata de organizaciones conformadas por miembros sumados voluntariamente, no por tradición, adscripción ni costumbre, bajo la forma de socios (Sábato). Las sociedades de socorros mutuos, las asociaciones de oficios, los clubes sociales, son las primeras asociaciones originadas en el comunitarismo, la defensa de intereses comunes y/o las prácticas culturales, sociales o deportivas. Dichas formas de asociación están basadas no en la sangre ni la meritocracia, sino en la igualdad de sus miembros. Desde fines del siglo XIX, mutuales, cooperadoras, sindicatos, sociedades de fomento, bibliotecas, asociaciones parroquiales, asociaciones culturales y deportivas, son las formas típicas que se desarrollarán fuertemente en la sociedad civil. Véase de Roberto Di Stéfano, Hilda Sábato, Luis Alberto Romero y José Luis Moreno, De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la iniciativa asociativa en Argentina 1776-1990, Buenos Aires, Gadis, 2002.
Un ejemplo de ese tipo de búsqueda puede encontrarse en Sandra Gayol, Sociabilidad en Buenos Aires, Hombres, Honor y Cafés. 1862-1910, Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2000.
Julio Frydenberg, “Espacio urbano y práctica del fútbol, Buenos Aires 1900-1915”, op. cit.
Llamamos fútbol oficial al espectáculo futbolístico donde se presentaban los primeros equipos de los clubes. Si bien recién en el año 1931 puede hablarse de una actividad formalmente profesionalizada, está comprobado que desde mucho antes existía el fútbol rentado con dinero “en negro”, así como los pases pagos de jugadores.
Como ejemplo en este sentido puede verse también el caso del Club Atlético Vélez Sarsfield, cuya primera Memoria y Balance es del año 1921, mientras que obtiene su personería jurídica en 1925. La impronta del control interno queda reflejada en la primera Memoria y Balance, donde se abre el relato señalando que: “El precepto reglamentario respectivo nos proporciona la agradable ocasión de venir a dar cuenta a nuestros asociados de la obra realizada en este último ejercicio”. No sólo se hace mención a un reglamento que los obliga a realizarlo sino que además se menciona que es un mecanismo que, de otro modo quizá menos formal, viene realizándose con anterioridad: “Si dentro de nuestro tradicional método de organización interna, siempre le fue particularmente grato a las autoridades directivas dar acabada cuenta de su gestión, ahora que viene a hacerlo en virtud de los propios mandatos que la guían en su desarrollo, trae el convencimiento de un íntimo bienestar y se congratularía más aún si mereciera la aprobación de esta Honorable Asamblea”. Memoria y Balance del C. A. Vélez Sarsfield, ejercicio 1921, p. 5.
Para 1907 existen alrededor de “300 protoinstituciones autodenominadas ´clubes´”. Julio Frydenberg, “Prácticas y valores en el proceso de popularización del fútbol, Buenos Aires 1900-1910”, en revista Entrepasados, año VI, Nº 12, Buenos Aires, 1997.
Julio Frydenberg, “Prácticas y valores en el proceso de popularización del fútbol, Buenos Aires 1900-1910”, op. cit.
Memoria y Balance del C.A. River Plate, ejercicio 1909, p. 4.
Memoria y Balance del C.A. River Plate, ejercicio 1909, pp. 5-6.
Memoria y Balance del C.A. River Plate, ejercicio 1909, p. 5.
“Potrero” es la denominación que identifica a aquellos terrenos donde los jóvenes comenzaban a jugar al fútbol, en momentos en que la ciudad aún no tenía desarrollados más que sus primigenios barrios del sur y del centro, y sectores de Belgrano y Flores.
Memoria y Balance del C.A. River Plate, ejercicio 1915, p. 3.
Lamentablemente no existe información para dimensionar esta afirmación hacia el pasado, ya que el primer dato del detalle del número de socios es de 1914.
Al término del año 1917 la cantidad de 1.045 socios hacía expresar a los dirigentes orgullo por el prestigio de la institución y declarar que se estaba, por número de socios, entre las primeras del país. Memoria y Balance del C. A. River Plate, ejercicio 1917.
Memoria y Balance del C. A. River Plate, ejercicio 1919, pp. 5-6.
La liga principal se dividió, y River Plate formó parte de la Asociación Amateur, liga en la cual participaron casi todos los equipos luego denominados “grandes” y la mayoría de los que, después de la profesionalización de 1931, fueron protagonistas de la primera categoría. La división perduró hasta 1927.
Diario Última Hora, del 6/8/20, p. 7, citado en Julio Frydenberg, El fútbol en el proceso de formación de los barrios porteños, tesis de doctorado (Universidad de Buenos Aires).
En los gastos de ese año, se consignan $70 para la confección de 4.000 credenciales para socios y $90 para 300 credenciales para jugadores.
Ese mismo año San Lorenzo de Almagro contaba con 1.342 socios y Vélez Sarsfield con 471.
Memoria y Balance del C.A. River Plate, ejercicio 1922, p. 9.
Memoria y Balance del C.A. River Plate, ejercicio 1922, p. 10.
Memoria y Balance del C. A. River Plate, ejercicio 1916-17.
Esto se produce en 1915, pero en ese año el préstamo de un socio casi equipara dicho ingreso, con lo cual la lógica de funcionamiento se asemeja más a la señalada para 1909.
Memoria y Balance del C. A. River Plate, ejercicio 1920.
Se hace mención al dinero que entra al club en concepto de entradas vendidas por partido, ya descontado el dinero correspondiente a la Asociación (el 20% del ingreso) y a los clubes rivales (el 40%).
Se expresa en la Memoria y Balance del Club River Plate, años 1916-17: “Le ha cabido en suerte a esta C.D. llevar a feliz término un anhelo general de poseer un campo de deportes como el de hoy; nos queda aún largo camino a recorrer, y hacemos votos porque la jornada no sea larga confiando en que veremos flamear nuestra bandera blanquirroja sobre un campo de juego adquirido con nuestros propios recursos”. También se expresa la necesidad de obtener la personería jurídica “para poder entrar en negociaciones de adquisición del área de terreno donde podría ubicarse el field oficial y de práctica que día a día se hacen más necesarios”.
La Memoria y Balance de 1909 muestra que en el rubro Activo las “Construcciones e Instalaciones” tiene un valor de $3.380, mientras que le siguen “Caja” con $300,97 y “Mensualidades a cobrar” con $229.
Incluso más del quíntuple del gasto de alquiler del terreno para jugar al fútbol.
Memoria y Balance del Club River Plate, años 1916-17.
Memoria y Balance del Club River Plate, años 1916-17.
Debajo de la tribuna oficial y luego de colocar cielorrasos impermeables, se habilitaron piezas para secretaría, para el encargado de cuidar el campo de juego y para dormitorio de los socios que debían efectuar entrenamiento.
Se consigna que “...una de ellas –la que da sobre la calle Gaboto– de 74 m. de largo, por 7 de alto, consta de 18 gradas, la superior de 1 m. 40 cm. de ancho –y la ubicada sobre la calle Pinzón, de 120 m. de largo y de 4 escalones”.
En la esquina de las calles Pinzón y Gaboto, del barrio de La Boca.
“Al comienzo de la temporada fuimos notificados por el propietario del terreno que ocupa nuestro campo de deportes señor N. Mihanovich de que debíamos pagar un alquiler de 2.000$ mensuales”. Memoria y Balance del Club River Plate, año 1921, p. 11.
Ernesto Piaggio, fundador-presidente de El Trébol, club tradicional del barrio de Parque Chas de la ciudad de Buenos Aires, que data de 1943, cuenta que, de joven, él y sus amigos intentaron boicotear el loteo de tierras por parte de la familia Chas, ya que les haría perder el lugar donde jugaban fútbol (El barrio. Periódico de noticias, Nº 72, marzo de 2005, p. 31).
Julio Frydenberg sostiene la tesis que desmiente el lugar común de pensar el feliz encuentro entre ciudad y fútbol en los primeros años del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires, a partir de suponer un territorio que es generoso en espacios para dicha práctica. Para este autor, el ritmo paralelo de la urbanización y el alza de los precios de la tierra fueron factores que pusieron fuertes obstáculos para que los clubes pudieran desarrollar sus actividades, y la posibilidad de conseguir o no un terreno propio fue un filtro fundamental que determinó la supervivencia de muchos clubes. Sin embargo, creemos que el solo hecho de que la ciudad y el Gran Buenos Aires sean actualmente el complejo urbano con mayor cantidad de estadios construidos del mundo entero, hacen suponer que, al menos, este “choque” dejó un saldo favorable a favor de los clubes con relación a los espacios territoriales donde asentar sus estadios.
Como se expresa en la Memoria y Balance de ese año, “...teniendo en cuenta los orígenes del club... y de que el club River Plate siga siendo un exponente y contribuya al desarrollo de la juventud boquense”.
Seguimos la clasificación establecida por Julio Frydenberg en base al análisis de las áreas en las que los jugadores vivían y jugaban. Según él, existían tres tipos diferentes: “primero, constituido por equipos-clubes que tenían canchas propias pero en zonas en las que no coincidían residencia y field, generalmente porque los que jugaban vivían en la zona más poblada del centro; segundo, quienes vivían en el centro y no conseguían cancha; tercero, en los vecindarios más alejados, lugares en los que coincidían cancha y residencia (como se verá en el capítulo que trata los traslados, también les resultó difícil hacerse un espacio propio, lo que motivaría las mudanzas). En líneas generales puede sostenerse que los clubes nacidos de los sectores populares que sobrevivieron a esta etapa fundacional fueron los terceros, o los que en el primer caso una vez afincados lejos de su lugar de origen y luego de varias mudanzas, lograron finalmente fundirse con la comunidad del lugar. Es decir, vivieran lejos o cerca de sus terrenos de juego, los clubes que sobrevivieron y crecieron fueron los que pudieron ganarle esta batalla a una ciudad poco dispuesta a recibirlos”. Julio Frydenberg, “Espacio urbano y práctica del fútbol, Buenos Aires 1900-1915”, op. cit.
Oscar Troncoso, “Las formas del ocio”, en J. L. Romero y L. A. Romero, Buenos Aires, Historia de Cuatro Siglos, Altamira, Buenos Aires, 2000.
L. H. Gutiérrez y L. A. Romero, “Sociedades Barriales, Bibliotecas Populares y Cultura de los Sectores. Buenos Aires, 1920-1945”, en revista Desarrollo Económico, Vol. XXIX Nº 113, 1989.
Martín Bergel y Pablo Palomino, “La revista El Gráfico en sus inicios: una pedagogía deportiva para la ciudad moderna”, en, EFDeportes.com, revista digital, año 4, Nº 17, Buenos Aires, diciembre de 1999. http://www.efdeportes.com/efd17/elgraf.htm
Dada la clasificación por nosotros establecida, el fútbol interno es considerado como una práctica más dentro de las disciplinas deportivas amateurs que practican los socios, muy diferentes al fútbol “profesional”. En este punto seguimos la orientación metodológica planteada por Bourdieu en tanto necesidad analítica de separar las diferentes modalidades de prácticas de una misma disciplina deportiva: “...unas de las dificultades del análisis de las prácticas deportivas reside en el hecho de que la unidad nominal (tenis, esquí, fútbol) que consideran las estadísticas (comprendidas las mejores y más recientes, como las del Ministerio de Asuntos Culturales) enmascara una dispersión, más o menos fuerte según los deportes, de la manera de practicarlos, y que esta dispersión se acrecienta cuando el crecimiento del número de practicantes (que puede ser efecto de la sola intensificación de la práctica de las categorías ya practicantes) se acompaña de una diversificación social de esos practicantes”.
“Este Consejo Directivo creyó oportuno implantar este nuevo juego dentro del club, el cual en la presente temporada no se ha podido organizar debidamente por falta material de tiempo. Esperamos que la comisión entrante le dedicará preferente atención”. Memoria y Balance del C. A. River Plate, año 1921, p. 12.
Memoria y Balance del Club River Plate, año 1919, p. 10.
Memoria y Balance del Club River Plate, año 1920, p. 6.
Memoria y Balance del Club River Plate, año 1920, p. 7.
Para clasificar un viaje como “gasto social”, debe haberse realizado sin que sus objetivos sean la presentación futbolística del primer equipo de fútbol o la obtención de beneficios económicos.
L. H. Gutiérrez y L. A. Romero, op. cit.
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Digital · Año 17 · N° 176 | Buenos Aires,
Enero de 2013 |