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Las voces del fútbol. Análisis del discurso y cantos de cancha
Lelia Gándara


g) análisis semántico de los verbos:
Encontramos una profusión del verbo ser en construcciones de identidad/pertenencia ("ser de..."). Hay construcciones verbales de solicitación como "tenés que ganar", "tenés que dejar la vida", "tenemos que dar la vuelta", verbos de movimiento (saltar, correr). En lo que hace a los tiempos verbales predomina el presente genérico y las perífrasis de futuro, aunque en los casos de cantos "épicos" aparecen las formas del pasado.

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El estudio de las redes semánticas permite verificar a nivel discursivo la emergencia de ciertas visiones del mundo y orientaciones valorativas. Es evidente la recurrencia de algunos tópicos, como por ejemplo lo que tiene que ver con la sexualidad, la exaltación de la masculinidad y la amenaza de agresión sexual al oponente. Algunos autores que se han ocupado del fenómeno del fútbol, como Suarez-Orozco, han analizado el aspecto psicoanalítico de esta temática, señalando la búsqueda de la afirmación de la masculinidad por mecanismos de inversión proyectiva, la emergencia de fantasías sádicas e incluso de la duda sobre la propia masculinidad (Suarez-Orozco, 1982). Para Battilana, burlarse de los demás ante la observación masiva "resulta una de las posibilidades no escritas del juego cuyo efecto es cierta fugaz vanagloria, la necesidad de exhibir la autoestima, la reafirmación de una escala".

Desde un ángulo más sociológico, E. Archetti señala la construcción de un campo metafórico y ritual donde la verbalización afirma una identidad de género, por un lado, con la alusión concreta a lo sexual, y por el otro con una alusión al poder, la fuerza, la omnipotencia, la violencia (Archetti, 1985a y 1985b).

Esta reafirmación de la propia identidad se estructura además socavando la identidad del otro a través de la descalificación y la humillación. La descalificación del contrario consiste en negarle su sexualidad, su adultez o su autonomía ("Ejemplos", Nº 24), su valor y hasta su propia existencia. (Oposiciones padre/hijo - macho / homosexual - "no existís").

También podemos desprender del análisis semántico la construcción de fronteras simbólicas basadas en estereotipos que recortan por un lado la "normalidad", atribuida al propio equipo y en el terreno opuesto la "marginalidad" atribuida al equipo contrario: carácter supuestamente "anómalo" del extranjero proveniente de un país pobre, del homosexual, de los trabajos o roles socialmente devaluados o denostados, del discriminado por su raza, del sometido a una supuesta condición de inferioridad (feminización o infantilización, etc.). En las representaciones sociales, estos rasgos percibidos como devaluados o denigrantes son generadores de anomia y crisis de identidad.

En otras palabras, esta es una forma de ejercer el poder a nivel simbólico. Delinear fronteras de pertenencia e identidad, expulsando a los que se apartan de la "norma", lo cual no hace más que reproducir un patrón ideológico dominante en nuestra sociedad. Aquello que el análisis del discurso puede ayudar a revelar es la constitución discursiva de esas fronteras, mostrando los estereotipos en los que se funda la afirmación identitaria. En este sentido, algunos autores han señalado desde el campo de la psicología social que el estereotipo funciona como marcador de la alteridad frente a la cual se erige la cohesión de un grupo social.

En una ponencia de 1992, analicé el papel de la significación como trabajo de transformación simbólica de la realidad. Creo que este es un ejemplo de cómo el trabajo sígnico opera generando o reproduciendo determinadas percepciones de lo real.

Más allá de que los intentos de producir la crisis identitaria en el otro tengan éxito o no, en esta práctica discursiva de masas se demarcan concepciones que sin lugar a dudas trascienden el espacio de las tribunas y el evento deportivo.


3. Condiciones de producción del discurso y polifonía enunciativa
Los emergentes de la voz colectiva de las tribunas se vinculan con contenidos ideológicos que están presentes en nuestra sociedad como el racismo, el machismo, la xenofobia, la insolidaridad, el sadismo, el culto al poder. Estas posturas que en otros ámbitos no podrían expresarse sin enfrentar la crítica y el repudio, encuentran en los cantos de cancha alguna forma de legitimación que les permite salir a superficie.

¿Qué es lo que autoriza o desbloquea la emergencia de contenidos que el emisor no avala conscientemente y que jamás expresaría en otro contexto? En ciertos contextos de producción discursiva, el enunciador deja de hacerse cargo de sus palabras. Así como existe una convención social relativa al humor, por la cual aquello que se manifiesta con la intención de "hacer reír" no debe ser asumido al pie de la letra (aunque a esta altura el psicoanálisis se encargó de demostrar que el humor es cosa seria), en las producciones discursivas colectivas de la hinchada se asume que es "nada más que un canto".

Hay básicamente dos cuestiones que pueden explicar esta distancia entre el sujeto y su enunciado: una tiene que ver con la dilución del enunciador individual en una enunciación colectiva de la que la primera persona no se hace cargo estrictamente, determinando una situación en la que los mecanismos de control son más laxos. La pluralidad aparece como "desinhibitoria" y "autoriza" a decir cualquier cosa. Es frecuente oír decir "yo no soy racista", "yo no soy xenófobo" a alguien que sin embargo no tiene empacho en corear un canto que se refiere a la hinchada del equipo contrario con palabras tales como "son todos negros putos de Bolivia y Paraguay".

La segunda es la carga situacional, es decir el contexto de producción discursiva: una situación que se define como una guerra pasional entre dos bandos, donde "todo vale", porque estaría justificado por lo pasional, y donde a nivel verbal pero a veces también en enfrentamientos concretos con heridos y a veces muertos, se descargan pulsiones de destrucción y violencia.

Como ya señalamos anteriormente, el hecho de que aquí no se trata de un enunciador individual, ni de un yo pragmático con referencialidad nítida, es uno de los fenómenos más interesantes a nivel de la enunciación. Este es uno de los niveles más opacos de la acción del sujeto. El yo que canta por encima de la voz individual es difícil de situar: ¿podemos decir que es el que elaboró el canto? Hay que tener en cuenta que en general los cantos son producto de una elaboración grupal: se juntan varias personas y van armando una idea sobre determinada música. El producto de esa elaboración puede llegar a ser cantado por miles de personas en el estadio, y ahí se va a ver este clivaje tan particular, por el cual el sujeto es a la vez ajeno y responsable del sentido del enunciado.

El análisis polifónico de los enunciados que plantea Oswald Ducrot, permite situar algunas de las voces que aparecen en este tipo discursivo.

Ducrot (1984) propone distinguir un locutor, que sería el que aparece señalado como responsable del decir en el discurso mismo, y que en nuestro caso es el miembro de la hinchada o la hinchada misma como entidad colectiva de enunciación. En algunos cantos este rol lo cumple una primera persona "investida" (es decir recubierta formalmente por la tercera: "tu gente", "la 12", "esta barra loca", etc con el valor de un "nosotros").

Luego está el sujeto hablante, emisor efectivo del discurso, que es el que efectivamente lo canta, para el caso casi todos los que están en la tribuna.

Y finalmente habría un enunciador, que según Ducrot es el responsable del punto de vista. El enunciador así definido surge cuando el sujeto hablante pone en escena posiciones distintas de las propias. A mi entender lo que debe ubicarse aquí, teniendo en cuenta la coherencia global de las formas y contenidos, no es el productor casual de cada canto, sino las voces sociales, que responden a lo que anteriormente señalábamos como la formación discursiva, aquella que determina lo que "puede o debe" ser dicho en una situación específica, en un marco social e históricamente dado.

Obviamente este es un análisis global, que en cada canto particular tendría sin lugar a dudas variables múltiples1 .


4. La interacción comunicativa y los sonidos del silencio
Los cantos de cancha a veces son himnos que se relacionan con el evento global del partido, otras veces son un reflejo de diversas situaciones contextuales (el momento en que los jugadores entran a la cancha, cuando se gana el partido, cuando se pierde, etc.) o de lo que sucede en determinado momento de un partido determinado; y en otros casos tienen que ver con verdaderas situaciones dialógicas entre las hinchadas de equipos contrarios que se provocan, se contestan, compiten en ingeniosidad o en agresividad, etc.

Incluso el silencio de la hinchada tiene un significado concreto: es visto como señal de derrota o de desmoralización y por lo tanto desencadena la burla. Así, un cantito que se burla de la inmovilidad y el silencio de la hinchada contraria dice:

Ay, ay ... ay
con esa hinchada se parece a una postal.
(ver también ejemplo Nº 9)


5. La Intertextualidad
Una de las marcas de la intertextualidad se encuentra en la música. Las melodías son tomadas de marchas políticas (típicamente la marcha del partido peronista y la del partido radical), jingles publicitarios, canciones de moda pegadizas, jingles políticos y de campañas diversas, programas de televisión, etc. Pero hay también algunas melodías que se identifican como "originales de la cancha", es decir que aparentemente surgieron en ese contexto.

La música puede ser tomada de los más diversos géneros: desde el tango hasta el rock. En particular el rock ha ido adquiriendo una presencia creciente en las tribunas no sólo desde lo musical sino también desde la reivindicación de cierta cosmovisión en común (la reivindicación de la rebeldía, el sentimiento de marginalidad, el odio a la policía, la reivindicación de la droga, etc.).

En las letras aparecen elementos que tienen que ver con contextos sociales más amplios, es decir no sólo con lo que sucede en el estadio, sino con sucesos de actualidad que pueden estar relacionados al fútbol o no.

Por otra parte, es interesante señalar que los cantos que se corean en marchas y manifestaciones políticas presentan una gran similitud o paralelismo con los cantos de cancha. Todo parecería indicar que muchos cantos de cancha pasan, modificando su contenido, a las consignas de los grupos políticos.

Otro nivel de análisis del evento futbolístico, de tipo más semiológico, debería considerar la iconografía, el uso de banderas, carteles con consignas, además de los aspectos proxémicos de este tipo de concentraciones masivas.


Conclusiones
El análisis del discurso es una herramienta que permite abordar cualquier ámbito en el que exista una práctica discursiva involucrada.

Sin caer en conclusiones mecanicistas en cuanto a la vinculación entre los discursos que circulan en una sociedad y el análisis de esa sociedad, las formaciones discursivas propias de un entorno social y un momento determinado aportan una serie de datos no despreciables que permiten sondear las visiones del mundo y las valoraciones que atraviesan el imaginario colectivo. Estas se manifiestan en forma particularmente descarnada en el semianonimato que se asocia a las manifestaciones masivas. Este tipo de análisis puede ayudar a ratificar o rectificar las conclusiones que surgen de la observación sociológica, antropológica o psicológica a partir de otros métodos de análisis.

Desde este punto de vista, el análisis de los cantos de las tribunas nos está mostrando algunas de las configuraciones ideológicas que circulan en la sociedad argentina. Pensándolo en estos términos, es bastante alarmante constatar que en el contenido de estos cantos priman la violencia, la intolerancia, el machismo, la omnipotencia.

En su libro "Le Langage meurtrier" J. P. Faye (1996) se pregunta cómo el lenguaje de los discursos de nazis y fascistas llegó a volverse "aceptable" para la nación alemana. Según Faye la política construye su propio espacio a través de las narraciones que hace de los acontecimientos. Sin pretender comparar situaciones que no son equiparables, cabe sin embargo señalar esta "aceptabilidad" que adquieren en la cancha ciertos discursos como los que analizamos en este trabajo.

Está lejos de mi intención sostener que exista una adhesión mayoritaria de la sociedad argentina a las ideologías que emergen en estas guerras verbales entre "barras" de fútbol. Muchos de los que cantan estos cantos dicen adherir al significado pragmático global y no al específico literal. Pero no hay que olvidar que el trabajo simbólico que sustenta a estos cantos es a la vez producto y generador de una modelización determinada de la realidad. Y estas no son voces aisladas sino de decenas de miles de personas cada domingo. Tal vez por eso sea importante oírlas y tenerlas en cuenta como emergentes de una realidad social.

Por lo demás, es evidente que aún hay mucho camino por recorrer en la conceptualización de los fenómenos comunicacionales de masas desde el análisis del discurso y la producción de significados. Pero también es evidente que día a día las herramientas de la pragmática y la lingüística muestran la necesidad de su aplicación para enriquecer mediante un enfoque interdisciplinario la investigación en las ciencias sociales.


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revista digital · Año 4 · Nº 17 | Buenos Aires, diciembre 1999