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El Club Atlético Deportivo Paraguayo, un terreno de construcción de identidad
Gerardo Halpern


Durante el "marzo paraguayo", el Deportivo Paraguayo asumió un papel central a través de su involucramiento con lo que ocurría en Paraguay. Tanto el programa radial (La Voz del Deportivo Paraguayo) como su sede central se convirtieron en tribunas de discusión acerca de la situación. En las movilizaciones a las que hago referencia, coincidieron diferentes sectores de la comunidad: miembros del PLRA, dirigentes del Encuentrismo en Argentina (ambos partidos conforman la oposición al coloradismo) algunos sectores del Partido Comunista paraguayo y miembros del Club Atlético Deportivo Paraguayo. También había un grupo de personas bajo la insignia del "Foro en defensa de la Democracia Argentina-Paraguaya", integrada por sectores minoritarios del PLRA en Buenos Aires y de un grupo que se autodenomina "Jóvenes por la Democracia Paraguaya (en el exterior)".

La presencia del Deportivo Paraguayo en las marchas funcionaba como un modo de trascendencia del campo deportivo y una utilización de dicho campo en clave netamente política.

El domingo 28 de marzo por la tarde, en el diario Crónica, apareció, en la página de fútbol que le corresponde a la división "C" de la AFA, la convocatoria por parte del Deportivo Paraguayo a la segunda marcha que se realizaría el lunes 294 . Este hecho generó una discusión dentro de la Comisión Directiva de la institución, pues algunos consideraban que, dado su carácter social, no debía asumir un papel vinculado a la esfera política. Otros afirmaban que era importante que el Deportivo Paraguayo manifestara su posición para la comunidad y para la sociedad mayoritaria a la vez que 'agradecían' al diario por haber reproducido el llamado.

Esta discusión vuelve a plantear los límites y potencialidades que aparecen en torno a una institución que se define como Club Atlético. De todos modos, la disputa sobre el involucramiento muestra cómo los participantes redefinen el campo (y la institución) según intereses étnicos. Así el fútbol (o el deporte) dejan de ser considerados prácticas "acéticas" para ser terrenos de fuerte disputa sobre el sentido del "nosotros".


Las movilizaciones y Chilavert
Las movilizaciones realizadas funcionaron como un tipo de ritual que, desde ya, implica otros (Baumann, 1992), lo cual permite considerar este tipo de práctica, en el marco de la comunidad paraguaya, como lugar simbólico en el que se establecen alianzas y conflictos, tanto hacia dentro de la comunidad, como en su relación con la sociedad mayoritaria porteña, del mismo modo que con la sociedad paraguaya en general.

En esta ponencia me detengo solamente en la segunda movilización, puesto que fue la única que contó con cobertura mediática. Si bien en la primera estuvo presente el diario Crónica, fue en la segunda en la que los medios asumieron un papel central. Más de un centenar de paraguayos residentes en Buenos Aires se movilizaron hacia la entrada de la Embajada del Paraguay para reclamar contra la represión que sucedía en Asunción. En la tercera, ya el reclamo era contra la presencia de Lino Oviedo en la Argentina.

Durante el sábado anterior a la manifestación del 29 de marzo, es decir, la segunda, el programa La Voz del Deportivo Paraguayo convocó, y a través suyo las diferentes organizaciones sociales y políticas, a manifestarse frente a la Embajada el lunes siguiente.

Entre esa convocatoria y la fecha de realización de la marcha, el mapa político del Paraguay había cambiado radicalmente. Cubas Grau había renunciado, Lino Oviedo partía hacia Argentina y Paraguay, desde la noche del 28 tenía un nuevo presidente: Luis González Macchi. No obstante los cambios, la marcha se realizó.

El lunes por la noche el eje de discusión en la movilización estaba marcado por las informaciones de los participantes y la indignación por la presencia de Oviedo en Argentina. Frente a las cámaras de TV se repudiaba la presencia del militar, pero no se lo vinculaba al Estado argentino. Cada automóvil que pasaba a los bocinazos saludando a la gente era aplaudido por los presentes, quienes se alegraban y cantaban cada vez más alto.

Se hablaba en guaraní, símbolo de la identidad nacional paraguaya. Pero cuando las cámaras de TV se encendían, los manifestantes cantaban en castellano e insultaban a Oviedo. Repentinamente, frente a una cámara, un grupo -logrando la adhesión del resto- comenzó a vivar al arquero paraguayo José Luis Félix Chilavert (ausente en la movilización y quien había manifestado que no volvería a jugar en la selección de Paraguay en tanto Oviedo ocupara algún cargo político en las Direcciones del Deporte de aquel país).

El fútbol era actualizado en clave política, para dar cuenta de modos de posicionamientos que los inmigrantes establecían. Debo aclarar que no era la primera vez que yo asistía a una recuperación de la imagen de Chilavert.

Ya en 1998, durante el Mundial de Fútbol de Francia, cuando la selección de Paraguay enfrentó al equipo local, se colocó un televisor en el salón principal del Deportivo Paraguayo. Además de los inmigrantes que asistieron a dicha jornada para ver el partido entre compatriotas, se presentaron varios canales televisivos para transmitir cómo los paraguayos vivían esa jornada. Cuando las cámaras apuntaban a los asistentes, los mismos comenzaban a vivar a Chilavert. Es de notar que no era el único jugador paraguayo que militaba en cuadros locales. De hecho Ricardo Rojas, Celso Ayala, Gamarra o Acuña (estos dos ya en el fútbol español, pero con una identificación con Independiente muy fuerte) podrían haber sido vivados. Sin embargo, el único recuperado fue, precisamente, Chilavert.

A lo largo del trabajo de campo que llevé a cabo durante 1997 en el local bailable Radio Studio Dance, un local que convoca a los paraguayos a bailar cachaca, cumbia, polca y guarania, pude observar un fenómeno similar. Allí, los conductores (del mismo modo que podemos observar en los programas televisivos de cumbia de los fines de semana) saludan a diferentes provincias argentinas, departamentos paraguayos, clubes de fútbol locales (Ríver, Boca, Vélez, San Lorenzo e Independiente) y paraguayos (Cerro Porteño, Olimpia, etc.). El único personaje mencionado ha sido Chilavert, el cual consigue que todos los presentes se unifiquen en un mismo grito.

Cuando el Deportivo Paraguayo celebró su aniversario en agosto de 1999, ocurrió una situación análoga a la de Radio Studio Dance: un conductor, público vivando lo que él convocara, etc., aunque el orden fue diferente. Primero gritó por Vélez, luego por otros equipos y finalmente por Chilavert.

Lo antedicho permite sostener que la imagen del arquero, dentro de la comunidad, va mucho más allá del fútbol, o bien, desplaza el fútbol hacia otros campos.

Volviendo a las marchas, éstas dirigían su protesta al Estado paraguayo. También significaban modos de posicionamiento de los actores respecto de su realidad y de los criterios de lectura sobre ésta. Cuando Chilavert fue vivado, la figura del arquero estaba jugando un papel para los inmigrantes de reivindicación de "los paraguayos". Así, la imagen de un exitoso permitía a los inmigrantes entrecruzar su explícito rechazo a Lino Oviedo con sus disputas respecto de la discriminación en Argentina. Es decir, aprovechaban las cámaras de T.V. para actualizar diferentes temas y refuncionalizar la imagen de Chilavert en relación con sus intereses colectivos por reconocimiento social. En síntesis, y para todos los casos, del mismo modo que esa imagen es recuperada en los ámbitos señalados, la legitimidad de Chilavert es una legitimidad que se reconstruye en función del colectivo.

El fútbol se convierte en una herramienta, una estrategia en los ámbitos públicos (tanto endogrupales como exteriores al grupo) de reivindicación y actualización del imaginario. A lo largo de la investigación he visto cómo se establece un doble juego respecto de Chilavert: si, por un lado, el arquero es vivado públicamente, por el otro, en los ámbitos privados, es criticado por "exagerar algunas cuestiones", por "demasiado bocón y violento", etc. Chilavert es recuperado en el ámbito público por características que no se destacan en los ámbitos privados de interacción. Ese doble juego es el que permite hablar de una identificación con su imagen a partir de la refuncionalización de la misma en clave de "éxito", "publicidad", "disputa" e, inclusive, "igualdad". Con Chilavert es posible elaborar una imagen de alguien que ha "superado" las barreras locales impuestas a los inmigrantes. Esa identificación es la que permite construir hacia fuera del colectivo una imagen de Chilavert diferente de la que los mismos integrantes del grupo consideran individualmente. No se recupera a Chilavert como persona, sino como representación de una pelea de la vida cotidiana colectiva. Chilavert es redefinido en clave social, étnica y política.


A modo de conclusiones
Las recuperaciones en una marcha en pleno centro de Buenos Aires son posibles porque este tipo de ritual, entre otras cuestiones, permite la disputa en la esfera pública de un grupo que, por lo general, encuentra escasos lugares para actualizar en la sociedad mayoritaria su exigencia de reconocimiento y de igualdad. No obstante, es importante subrayar que el orden de la interacción impone restricciones para la participación igualitaria de los inmigrantes en la arena social. Los paraguayos construyen diferentes modos de aproximación al terreno público legítimo para plantear problemáticas que, a priori, no le corresponden al capital en disputa en el campo donde se inscriben. Allí establecen alianzas estratégicas con la sociedad mayoritaria para poder disputar por el 'reconocimiento' y su capacidad de formar parte de un mismo colectivo, aun con su diversidad.

El fútbol, como terreno desde el cual se ubica (y define) el Club Atlético Deportivo Paraguayo, se convierte así en un campo de manifestación de problemáticas que atraviesan a los inmigrantes paraguayos. La participación en la A.F.A., las dinámicas que se dan en la cancha como en la sede central e, inclusive, en las movilizaciones, permiten comprender cómo los diferentes agentes instituyen distintos sentidos sobre lo que llaman Club Atlético, y, en consecuencia, sobre las significaciones que le otorgan al fútbol.

En esta disputa se plasma el conflicto permanente por la apropiación de determinadas significaciones que se dan tanto hacia dentro de la comunidad como en su relación con el afuera. En este conflicto el Deportivo Paraguayo reconoce su construcción de identidad y se convierte, como el fútbol, un terreno de lucha por la legitimidad de un sentido que desestructura el sentido común de lo que significaría una definición institucional descontextualizada y a-histórica dentro de un campo.

Por otro lado, y continuando con los modos de lucha por el sentido que planteó el "marzo paraguayo", Chilavert es refuncionalizado en clave de identificación y politización legítima. El fútbol -tanto en el Deportivo Paraguayo como a través de Chilavert- termina siendo un artefacto cultural de unificación del colectivo que le permite que ese imaginario que es la comunidad adquiera sentido y referencialidad.

Poco importa lo que Chilavert sea como real. Lo interesante radica, precisamente, en que puede ser utilizado por los agentes de diferentes maneras. Es justamente en los modos de apropiación que un objeto se convierte en significante y, con ello, en terreno de conflicto por su significado. La lucha por el sentido es lo que permite comprender, a partir de lo expuesto, que cuando se habla de fútbol se puede estar hablando de multiplicidad de sentidos y niveles. Entre ellos la construcción del Estado paraguayo y las relaciones sociales de alteridad.

En esa clave es posible comprender por qué el Deportivo Paraguayo puede convocar a una manifestación, por qué se puede vivar a Chilavert y cómo esas acciones no son lo que su superficialidad sugeriría, sino, símbolos rituales referenciales (las banderas, el uso del guaraní, etc.) y de condensación (aquello que subyace al fútbol, a la Embajada, a una movilización), (Turner: 1967).

Es por ello que concluyo (a modo de conjetura) que las relaciones con el Estado paraguayo y con la sociedad receptora son fundamentales en la construcción de la identidad de la comunidad de migrantes paraguayos en Buenos Aires. El Estado paraguayo se ve implicado en el ritual no sólo porque la movilización se haga delante de su sede diplomática. Se lo reconoce como referente al cual exigirle. Pero a la vez, se lo reconoce como capaz de permitir que las diferentes corrientes políticas en Buenos Aires encuentren un punto en común entre todas ellas para también identificarse. Por su parte, la sociedad receptora se ve implicada en un ritual que se hace en el espacio público y en la afiliación a una institución como la A.F.A.

El modo de actualizar la disputa respecto del Estado paraguayo y de las dinámicas de estigmatización hegemonizantes en el sentido común local aparecen, como pretendo haberlo demostrado, en la referencialidad que permite el fútbol -ya sea a través de Chilavert (y aquí entra también la sociedad receptora), como a través del Deportivo Paraguayo-. Desde allí se construyen estrategias de contraestigmatización como de intervención política más allá de la migración.


Notas

  1. No podré extenderme al respecto, pero es fundamental para comprender el objetivo de esta ponencia que considero que el fútbol nos permite hablar de procesos sociales que superan al mismo. El campo que considero cuando hablo de deporte implica la posibilidad de analizar desde la "casuística" (Ford: 1994) dinámicas que, por definición, sólo son abordables de manera trasdisciplinaria. Por ello no me extenderé en la presente sobre el fútbol, sino que focalizaré en las discusiones institucionales que, entre otras cuestiones, incorporan al fútbol como objeto.
  2. Al igual que los paraguayos en Buenos Aires, denomino "marzo paraguayo" a los sucesos ocurridos a partir del 23 de marzo de 1999 en Paraguay como consecuencia del asesinato del Vicepresidente Luis María Argaña, hecho que fuera disparador de las concentraciones públicas y masivas en las principales plazas de Asunción. El nombre "marzo paraguayo" es el modo en que los paraguayos, como así también sus medios de comunicación y los políticos de dicho país, refieren a lo sucedido hasta la renuncia del Presidente Cubas Grau. De todos modos, las marchas registradas en Buenos Aires, a posteriori de esos sucesos son consideradas como parte de la narratividad del "Marzo paraguayo".
  3. "Los emigrados paraguayos ascendían a 200.000 en la Argentina antes de la revolución de 1947 (marzo-agosto). Éxodo que fue verdaderamente extraordinario, de proporciones jamás vistas, tanto por su cantidad como por su duración. En efecto, en esa fecha estalló la guerra civil que duró cuatro meses y que provocó la fuga de miles de paraguayos que temieron a la terrible represión de parte del Gobierno, vencedor en esa gran disputa fraticida. (…) el éxodo de los opositores al régimen triunfante, fue elevado a cerca de 400.000 paraguayos en territorios limítrofes con el Paraguay" "(…) El mayor porcentaje de emigración hacia la Argentina se produjo entre 1947 y 1960…". (Fisher; Palau; Pérez, 1997: 22).
  4. En la página 17, bajo el título "Paraguayo: Marcha de Repudio", el diario publicaba: "Deportivo Paraguayo llevará a cabo mañana una marcha de repudio por el crimen de Luis María Argaña y la situación política imperante en Paraguay. En Las Heras y Austria, frente a la embajada de aquel país. Los dirigentes del Deportivo Paraguayo invitan a sus asociados, connacionales y público en general a la convocatoria, a partir de las 19". Diario Crónica, 28 de marzo de 1999, 6ta edición.


Bibliografía


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revista digital · Año 4 · Nº 17 | Buenos Aires, diciembre 1999