Papel del alumno en el ámbito educativo respecto a modelos anteriores del discente |
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*Maestra de Educación Infantil, Habilitación PT, Licenciada en Psicopedagogía **Maestra de Educación Física y Licenciada en Psicopedagogía Facultad de formación del Profesorado, Las Palmas de Gran Canaria Colegio concertado Mª Auxiliadora. Las Palmas de Gran Canaria (España) |
Vanessa Cidoncha Falcón Erika Díaz Rivero |
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Resumen En el panorama educativo, el alumno es, sin ningún lugar a dudas, el elemento fundamental del proceso. Ya en la antigua Grecia se consideraba que enseñar era dar formación a un ciudadano para fomentar su participación en el diálogo entre el maestro y sus discípulos, al que admiraban y discutían al mismo tiempo. A lo largo de la historia de la educación, la figura del alumno ha ido presentando distintos comportamientos en el proceso educativo, pasando de un respeto casi reverencial hacia el profesor en épocas pasadas hasta una falta de consideración que, según se escucha en algunos medios de comunicación, ha convertido a la enseñanza, sobre todo en su etapa secundaria, en una profesión de alto riesgo. Palabras clave: Educación. Alumno. Innovación. Autónomo. Aprendizaje colaborativo.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 167, Abril de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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Rol del alumno
Podemos determinar que el alumno ha sido tratado a lo largo de la historia de maneras bien distintas. En la antigüedad el docente aunaba las funciones de enseñante y educador. Interpretaba el rol de “segundo padre” y el alumno, el de “hijo”. Se trataba de una relación de respeto hacia el profesor que era asumida por el discente sin mayores problemas ni discusiones. El docente maneja la situación educativa desde la manipulación de los antecedentes (clima del aula) y consecuentes (refuerzo) de la situación educativa. El discente en este caso, por tanto, actúa de forma prácticamente automática en base a la enseñanza que le es suministrada por el maestro. Desde esta perspectiva cumplía un papel primordial el orden y armonía del contexto, de forma que el clima sea el más organizado y afectivo.
Estaríamos hablando de una enseñanza más tradicional, donde prima una educación centrada en la transmisión de contenidos por parte del maestro y que el alumno solo se limita a dominar esa información sin llegar a importar sus intereses y capacidades; dando a entender que el alumno no tiene ni voz ni voto (su conducta era pasiva y receptiva).
Pero poco a poco, la historia ha ido cambiando y el papel del alumno va ganando en autonomía y libertad dentro del proceso educativo y, entonces, liberado de presiones y represiones, su labor va haciéndose cada vez más creativa. Asimismo y como consecuencia de este mayor grado de autonomía, el discente se hace más partícipe de su propia formación.
Así, desde el cognitivismo, el docente se convierte en un mero gestor de la información, estimulando y dinamizando el aprendizaje, haciendo de este modo que la balanza de responsabilidad en el proceso se torne algo más hacia el extremo del alumno.
Ausubel, junto con Brunner y Piaget forman un grupo de psicólogos cognitivistas y constructivistas que atribuyen especial importancia a lo que acontece dentro del sujeto. El discente es visto ahora como un ser activo y racional, construyendo su conocimiento y organiza sus propias estructuras mentales. La programación y metodología deben ser, por tanto, mucho menos rígidas que en concepciones anteriores, pasando de la mera exposición, a la interacción y conexión entre los contenidos, así como al aprendizaje por descubrimiento. Lo que se pretende es que los conocimientos apoyen futuros conocimientos, es decir, que ayuden al alumno a aprender por sí mismo.
En la actualidad sin embargo, se tiende a un modelo instruccional donde el profesor será un mediador contextual que desempeñará un papel interactivo. La labor del profesor no consiste ya en transmitir conocimientos, sino en descubrir los conocimientos previos, los estadios evolutivos de los alumnos, el contexto en el que se desenvuelve, etc.; para enfocar los bloques temáticos desde esa realidad. Ha de ser capaz de provocar el conflicto cognitivo que provoque en el alumno la necesidad de modificar sus esquemas mentales, proporcionando al alumno un nuevo material de información que le ayude a “reequilibrar” esos esquemas mentales.
Se entiende al discente desde esta perspectiva como sujeto mentalmente activo que actúa sobre la información construyendo el conocimiento cultural a partir de su contexto más próximo y significativo. Esto hará que la enseñanza adquiera un enorme valor en cuanto al aumento de significatividad de los aprendizajes, ya que, casi nadie duda de que partiendo de situaciones cotidianas, la enseñanza y aprendizaje de los contenidos se hará mucho más eficaz y duradero (el contexto facilita que el proceso educacional tenga lugar en ambientes socioculturales, con la relevancia que pueda adquirir cada uno de ellos).
La aparición en España del modelo constructivo está unida indudablemente al proceso de reforma del Sistema Educativo definido en la LOGSE, y más concretamente, al formato que se ha utilizado para definir los planes de enseñanza en todas las etapas educativas. La idea de construcción aparece así asociada a la idea de actividad. La educación es, ante todo, una actividad social que está continuamente cambiando y evolucionando. ¿Pero hasta que punto? ¿Es actualmente el alumno protagonista de su propio aprendizaje? Esto es lo que debemos plantearnos.
Realmente se puede ser protagonista de muchas formas. Si comparáramos el alumno con un actor, sabemos que el actor principal es el protagonista de la película. Pero ¿realmente es completamente partícipe del desarrollo y evolución del rol que desempeña en la película? ¿O simplemente es un “mandado” que hace el papel principal, sin dar oportunidad de compartir con el director sus inquietudes o posibles innovaciones dentro de su papel? Verdaderamente el alumno ha sido siempre protagonista de su película (del proceso de E-A) puesto que la educación ha sido dirigida al discente, pero da la sensación de que ha estado desempeñando otro papel (papel secundario) puesto que el tipo de enseñanza que antiguamente se utilizaba no daba lugar a la aparición del feedback entre profesor – alumno.
En la época de la enseñanza más tradicional, daba la sensación de que no se le otorgaba relevancia a la “información” que el alumno podía disponer, digamos que la información era algo privilegiado sólo digno de profesores.
Realmente los niños cuando nacen poseen un potencial educativo completo, la dificultad, y el trabajo del docente, está en crear un ambiente educativo apropiado para potenciar el desarrollo y las habilidades del niño de manera óptima. La materia (alumno) siempre ha estado ahí, el problema era que no había un contexto adecuado para “explotar” el potencial de cada uno de ellos. Es por tanto, que el docente antes de “actuar” debe conocer cómo funcionan los factores que forman parte de los procesos cognitivos (atención, memoria y metacognición) y de los procesos motivacionales (motivación) y sobre el proceso de pensamiento de los discentes para saber aplicar las estrategias adecuadas en el proceso de enseñanza. Cada vez más el docente tiene en cuenta la curva atencional, es decir, el grado de atención del alumno de acuerdo a las características del medio: que el contenido sea lo más significativo posible, que haya una buena organización en el aula, que se tenga en cuenta los conocimientos previos y las motivaciones de los alumnos para que de esta forma sean los verdaderos protagonistas, con el objetivo de que el proceso de E-A sea lo más eficaz posible.
Antes, metafóricamente hablando, el discente era considerado como una “esponja”, se dedicaba a absorber todo tipo de información (pasivo) pero no iba más allá, no compartía o realizaba aportaciones personales de forma activa (como ocurre ahora). ¿Cuál era el motivo? Simplemente, el sistema educativo se regía por una metodología más individualista, se basaba en clases expositivas, no existía interacción, etc. Ahora el proceso educativo trata de ser más llamativo, con el objetivo de que el discente sienta curiosidad de ir más allá de un simple concepto partiendo de sus necesidades, incluso aparecen las nuevas tecnologías lo que hace que la información ya no sea únicamente privilegio del docente. Es una forma de que el alumno se acerque al aprendizaje por descubrimiento, puesto que invita a la investigación.
En determinados centros educativos se están creando, cada vez más, una metodología basada en un aprendizaje colaborativo. Los alumnos aprenden a crear su propio conocimiento a través de la investigación, sustituyen los libros con su experiencias personales, las imágenes con la naturaleza y objetos (ya existe contacto con el entorno) y los razonamientos con ejercicios y hechos. Es una enseñanza donde se trabaja la observación, investigación, la recogida de información, la experimentación más que el estudio, se actúa más que aprende.
Francamente, es una buena forma de estimular las habilidades personales y de grupo al permitir que cada miembro participe y potencie sus capacidades siendo responsable de su aprendizaje como del de los restantes del grupo. Por tanto, se potencia elementos básicos como la interacción, la contribución individual (discusión entre los alumnos), la coordinación grupal, etc. Se espera que participen activamente, que vivan el proceso y se apropien de él.
Dicha metodología está muy relacionada con el método de Pestalozzi que se basa en la acción, porque el niño encuentra por si solo los diversos elementos del saber al igual que está muy relacionado con la Pedagogía de Froebel ya que considera al niño como un ser al que hay que despertar mediante estímulos para dar a lugar a una actividad creadora de conocimientos.
Es otra forma de evaluar al alumno, no solamente desde un punto de vista académico sino personal, puesto que se le da mucha importancia a la “actitud”. Precisamente este tipo de metodología permite el desarrollo de habilidades sociales al exigir la aceptación de otra persona como cooperante en la labor común de construir conocimientos. Por tanto, se valora no solo los factores conceptuales y procedimentales sino además los actitudinales.
Verdaderamente a pesar de la gran evolución de los roles del docente y discente, en determinadas ocasiones el docente prioriza como objetivo conseguir dar la materia sin tener en cuenta el ritmo de los alumnos, sus intereses, etc. Es por tanto que tiende a centrarse más en la aplicación del programa, perdiendo el objetivo principal, que es el alumno. De nada sirven los avances en el Sistema Educativo, ni las mejores propuestas educativas si el maestro se convierte en una herramienta incapaz de trascender. En consecuencia, para que el alumno se encuentre integrado y en un ambiente productivo, se debe atender a la máxima de Madame Maintenon:
“Observad el humor y la capacidad de cada niño y, después, comportaos según su natural”
Bibliografía
BACAICOA GANUZA, F. (1998). Conflicto cognitivo y aprendizaje. Universidad del País Vasco, Bilbao.
BARRÓN RUIZ, A. (1997). Aprendizaje por descubrimiento: análisis crítico y reconstrucción teórica. Amarú, Salamanca.
MONEREO FONT, C. (2002). Entramados: métodos de aprendizaje cooperativo y colaborativo. Edebé, Barcelona.
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