La actividad física y el adolescente | |||
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de Granada (España) |
Eulogio García Cornejo |
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Resumen La propuesta de este artículo tiene como finalidad establecer la relación que existente entre los beneficios que ofrece la práctica de la actividad física con los cambios que se producen tanto a nivel estructural, fisiológico como psicológico en el período de la adolescencia, así como las causas del abandono de la práctica de la actividad física en este período evolutivo. Palabras clave: Actividad Física. Adolescencia. Autoestima-autoconcepto. Salud. |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 131 - Abril de 2009 |
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1. Introducción.
Características del período de la adolescencia
Dentro de la etapa de la adolescencia podemos establecer distintas subetapas, ya que es un período que se sabe cuando empieza pero no cuando culmina, de ahí que vayamos a encuadrar una serie de características en distintas subetapas de la adolescencia.
Subetapa comprendida entre los 11-12 años:
Podemos decir que en esta etapa el sujeto a nivel psicoemocional manifiesta los siguientes comportamientos:
Inquieto y hablador;
Rechaza la soledad;
Desarrolla múltiples relaciones interpersonales.
Se descontrola con facilidad, sufre frecuentes ataques de risa y cambios de humor;
Si se le contraría, su voz se exalta con facilidad y cuando falta una autoridad moral realmente firme, resulta difícil controlarlo;
Se ahí su rebeldía contra los padres, las peleas y constantes riñas con los hermanos, la oposición a ayudar en las tareas de casa, la resistencia a adoptar buenos modales, la constante protesta, etc., fenómenos que en gran medida son simples manifestaciones de afirmación personal y de autoabsorción de la primera fase de la adolescencia;
Resistencia a las normas familiares, agresión casi sin darse cuenta, a los propios padres, a pesar de que indiscutiblemente los quiere;
Dialoga con los adultos para constatar las reacciones que su comportamiento produce en los interlocutores;
Gusto por la acción en grupo, en forma de competición con sus semejantes;
Energía en el trabajo, espontaneidad en la conducta e inmediatez en la acción.
En estas edades comienzan a producirse algunos cambios hormonales, de carácter sexual: voz, acné, órganos sexuales, etc.; sobre todo son más precoces en la mujer.
Tras estos primeros cambios psicoemocionales y sexuales, se producen despiertan en el individuo reacciones como:
Se proyecten apasionadamente en los problemas humanos o en los acontecimientos de la actualidad, aplicándose en ellos o criticándolos radicalmente, llevando hasta las últimas consecuencias sus razonamientos manifestados por medio de la acción, la crítica, el rechazo o la repulsión.
Monten teorías -emanadas de razonamientos y sentimientos muy complejos- sobre el universo, la sociedad, la solidaridad social, la paz o el amor, que al ser resultado de conflictos internos, se convierten en tema de interminables y apasionantes debates que, dirigidos por su portentosa imaginación y perspicaz fantasía, los llevan: al mundo de la ilusión, de la meditación y de la pura especulación intelectual; o al temor de enfrentarse con lo real y a la desconfianza de lo social. Por eso desarrollan una extensa gama de sentimientos, desencadenan innumerables pasiones y transforman las relaciones con el sexo opuesto y auténticos romances efectivos.
Experimenten sentimientos de culpa y de angustia; complejos y conductas insaciables; vivan constreñidos y manifiesten actitudes agresivas, coléricas o violentas, o por el contrario se comporten con delicadeza extremada y sumisión exagerada, tengan miedo de perder la amistad y el afecto de sus padres y planeen perspectivas de futuro (vida aventurera, heroicidades, viajes fantásticos, etc.), modos de comportarse que les permiten liberar una intensa y dinámica carga afectiva.
Subetapa comprendida entre los 13-16 años:
Podemos decir que en esta etapa el sujeto a nivel psicoemocional sufre lo denominado "conciencia interiorizante", es decir, interacciona lo interior con lo exterior mediante un juego intelectual y una dialéctica de conflictos; proceso de interiorización que lo conducirá al descubrimiento de su propio proceso de construcción individual y a su maduración personal. . Esto conlleva en el sujeto la autorreflexión sobre sí mismo y sobre el mundo exterior, lo que conlleva estados de desconfianza, momentos de tristeza, cambios de humor, actitudes contradictorias y de expresiones insolentes.
Debido a estas características, se producen reacciones en el sujeto como:
Aspiran a ser elegantes y a tener cualidades estéticas, robustez y fuerza física, habilidades deportivas y buena presencia;
Dominio de sí mismos y sentido del deber;
A ser inteligentes y leales, idealistas y activos, tolerantes y deseosos de que tengan buena opinión de ellos; realistas y originales.
En cuanto al plano de los sentimientos, al revés de lo que sucedía durante la niñez, el adolescente canaliza sus sentimientos y afectos hacia fuera de casa, hacia los compañeros o adultos, o sea, hacia cuantas personas se interesen por él, sean sensibles para con sus problemas y comprensivos con su conducta. Estos sentimientos, además de proporcionarle seguridad personal y confianza en sí mismo. Esta situación afectiva lleva al adolescente a la búsqueda del sentido social, al encuentro con los demás y a una especie de sensación de que necesita completarse. Es en ese momento cuando se da la tendencia a los primeros flirteos. Por eso el chico -más agresivo e impulsivo visceralmente- siente la necesidad de ternura, amparo y cariño.
La chica a su vez, siente la necesidad de alguien que la estimule, la comprenda y le dé fuerza y apoyo. Es el momento de la apertura al mundo afectivo y del descubrimiento del otro y de sí mismo, época de romances y amores efímeros, que acaban tan pronto como empiezan -porque han empezado únicamente como un mecanismo de fuga y evasión-. En ese momento el adolescente necesita, más que nunca, ser ayudado, tener unos padres a la altura de su misión educadora, profesores que comprendan esta compleja problemática de la adolescencia.
Con mucha dificultad consiguen en la pubertad desarrollarse plenamente las dos componentes de una vida sexual normal, la genital y la sentimental. En la chica la componente sentimental va por delante de la genital y en el chico, por el contrario, en la primera fase de la pubertad, es lo sexual lo que se impone a lo sentimental. Sólo en la fase final de la pubertad y de la adolescencia, al conseguir la maduración completa y entrar en la vida adulta, se alcanza el equilibrio en el desarrollo de estas dos componentes.
La primera fase de la adolescencia, caracterizada por una profunda y recíproca atracción, se presenta como la etapa del desarrollo humano en que el aspecto biopsicológico del crecimiento psicosexual se manifiesta por medio de simpatías, afectos, caricias, abrazos, admiración, respeto, orgullo, sumisión, dedicación, lealtad, amistad, agresividad, deseo de protección, poder o dominio.
A cada elemento de este conjunto de emociones corresponden determinadas funciones y papeles en el desarrollo de la personalidad del adolescente. Existen todas como entidades distintas y con diferentes finalidades; pero son interactuantes, por lo cual se hace imprescindible comprender la finalidad y la interacción de la afectividad, de la sexualidad, del amor, etc. que son características esenciales para que el desarrollo de toda la personalidad humana resulte íntegro y armonioso.
Estas constelaciones de sentimientos y emociones, síntomas de su desarrollo psicoafectivo y sexual, hacen de la personalidad del adolescente un terreno abonado para los conflictos.
En este momento (la adolescencia media, entre los 13 y 16 años), el joven empieza a desligarse de su familia, hasta entonces centro de su vida, e inicia el camino del proceso de su identidad.
Para que este proceso se realice con seguridad y equilibrio, es necesario que las fases anteriores del desarrollo se hayan realizado con normalidad y tolerancia, de modo especial la etapa edípica, ya que, como hemos visto, este estadio supone la superación del apego erotizado a uno de los progenitores. Esta ruptura progresiva con los padres conduce al adolescente a renunciar a su dominio y superprotección, a producirle inseguridad e inquietud y a poner de manifiesto su capacidad y sus limitaciones. Se trata del inicio del conflicto generacional y el preludio de la etapa de afirmación de la individualidad del adolescente en la cual, descorrido el velo de la expresión de la sexualidad, son necesarios cambios de actitud en las manifestaciones de autoridad familiar y modificaciones en la dinámica de su Superyo.
En este momento, al final de la adolescencia media, es probable que el joven inicie su primer amor, que, a pesar del descubrimiento del otro sexo, entraña muchos componentes narcisistas. Por ejemplo, el joven, al enamorarse de una chica, ve en ella, inconscientemente, a la persona a quien le gustaría parecerse si hubiera nacido mujer. Y en la joven sucede algo parecido. Estos enamoramientos pueden ser mientras tanto muy importantes para dar mayor seguridad y significación a su propia identidad sexual.
Este proceso de desarrollo psicoafectivo, que ocurre en las chicas entre los 13 y los 17 años y en los chicos entre los 14 y los 17, constituye por regla general el período más tumultuoso y ardiente de la adolescencia. El surgir de nuevas fuerzas interiores despierta en ellos:
Ardor y optimismo;
Necesidad de independencia y de afirmación de su propio Yo;
Florecimiento de cualidades y actitudes especiales
Profundización en su personalidad;
Apasionamiento por sus ideales;
Revalorización de su propia imagen;
Deseo de éxito profesional.
A nivel psicosexual, el adolescente, al interiorizar las funciones de sus órganos genitales, aparta sus tendencias libidinosas de la familia y las dirige hacia lo exterior; hecho que exige un refuerzo de su propia identidad, mediante un proceso sociopsicológico de identificación con los compañeros del mismo sexo, que es el modo de superar el complejo de Edipo, pero también origen inconsciente de gran parte de los conflictos generacionales, dada la gran necesidad que el proceso de identidad del adolescente le crea de ser distinto de las generaciones mayores.
Este cambio de naturaleza afectiva y sexual lleva al adolescente:
A concienciarse de que sus órganos sexuales, además de su función placentera, tienen una función reproductora;
A nivel socioafectivo, a la liberación de la autoridad familiar;
A nivel cultural, a enfrentarse con el legado sociocultural del medio;
A nivel social, a cuestionarse el orden y la dinámica de la misma sociedad circundante;
A nivel afectivo, a integrarse sólidamente en la institución escolar.
Este proceso de liberación sucesiva de la autoridad conduce al adolescente:
Al reencuentro de su propia forma de expresión, a descubrir su propio comportamiento;
Al aprendizaje del modo idóneo de comunicarse consigo mismo y con los demás;
En resumen, al desarrollo de su propia personalidad.
A pesar de que, con frecuencia, le invade una angustia originada unas veces por la necesidad de aceptar su propia situación social, y otras porque se da cuenta que es preciso aceptar los límites de su propia naturaleza humana.
Esta es en el fondo la dinámica de la escisión adolescente/adultos, realizada hacia los 16 años, y que es el principio de la tercera fase del desarrollo evolutivo del adolescente, antecámara de su entrada en la edad adulta.
Esta fase de su evolución, caracterizada por la necesidad que siente de aumentar la confianza en sí mismo para asumir las responsabilidades que está contrayendo, hace al adolescente sentir la necesidad de tener tiempo libre, aunque le encanta verse rodeado de otros jóvenes del mismo sexo, a discutir y someter a prueba su independencia y autodeterminación individual, con lo que demuestra que posee una mente mucho más organizada que antes, una estabilidad espiritual más equilibrada, mayor poder de autocontrol, menos actitudes de mal humor y mayor imparcialidad en su análisis de las relaciones, de los hechos y de los acontecimientos, tanto en relación con sus padres, como con sus compañeros, con sus profesores o con la sociedad en general. Así se inicia el proceso de integración y de búsqueda de su puesto en el mundo de los adultos.
Tal estado de búsqueda de equilibrio psicoemocional, de armonía interior y de adaptación a las exigencias de la vida adulta, tanto en el ámbito de la conducta como en lo económico y social, es un período de cambios mucho más lentos y tranquilos que los anteriores y termina cuando el joven se siente plenamente integrado, completamente independiente, sin necesidad del apoyo emocional de otras personas, sin rechazar su propio pasado, con una nueva valoración de su futuro y una maduración de su forma de pensar.
2. Cómo afecta el autoconcepto y la autoestima en el desarrollo de la práctica de la actividad física en la adolescencia
La mayor parte de los conflictos emocionales que se producen en el desarrollo de la personalidad son, principalmente, por la falta de concordancia entre la imagen que tiene el niño de sí mismo y la que transmite la sociedad o el grupo concreto al que pertenece el sujeto.
Efectivamente, para conseguir jóvenes activos es necesario incidir en su autoestima, definida como el grado en que una persona valora la autopercepción de su propia imagen (Junta de Andalucía, 1986: Glosario de promoción de la salud). Tal como indica Torre (1998), la propia percepción de la habilidad motriz va a incidir en la elección, práctica y hábito de determinadas actividades físico-deportivas.
Para incidir en la autoestima, primero hay que favorecer que el alumno se autoconozca y se acepte, tanto en sus posibilidades como en sus limitaciones. Así, Epstein (1981) define el concepto de sí mismo como el conjunto de representaciones mentales y conceptos (juicio descriptivo) que el individuo tiene acerca de sí mismo, y que engloban sus distintos aspectos corporales, psicológicos, sociales y morales.
La aptitud percibida se refiere a cómo un individuo compara la suya con la de sus pares de su misma edad y sexo (Lintunen, 1987, citado por Piéron, 1998). Esta estimación gira alrededor de las habilidades y calidades de logro en las pruebas motoras, que evidentemente no será elevada si no se ha practicado lo suficiente.
Así mismo, de acuerdo con Sonstroem (1978), citado por Torre (1998): “el sujeto que percibe un buen nivel de habilidad motriz será el que presente actitudes más positivas hacia el ejercicio físico, lo cual repercutirá en el grado de involucración en sus comportamientos”. La autoestima física, consecuencia de la percepción de la habilidad motriz y de la apariencia física, proporciona mayor independencia al escolar, ya que se puede elegir y decidir de forma más libre. Así, las actividades diseñadas para reforzarla, se pueden considerar como promotoras de salud. En definitiva, para conseguir mejorar esta autopercepción durante las clases de Educación Física, diferentes autores (Fox y Biddle, 1988; Biddle y Goudas, 1994; Peiró, 1995; Sánchez Bañuelos, 1996) indican que se puede conseguir teniendo en cuenta algunos aspectos, como los siguientes:
Favoreciendo más la participación que el rendimiento, en entornos favorables, donde el objetivo será el esfuerzo y la mejora personal, y no el ser mejor que los demás. Así, reduciremos las desigualdades por género o habilidad, ya que tradicionalmente las expectativas hacia la actividad física son más positivas en los chicos que en las chicas.
Proporcionando experiencias agradables que, además del placer, estimulan la motivación intrínseca (a través de ella, el niño quiere mejorar y aprender nuevas habilidades). Ello depende de la convergencia entre la motivación hacia la actividad física y la manera que este deseo se consigue durante la participación (Piéron, 1998). Así, el orgullo de lo bien hecho o el desánimo que acompaña al fracaso, inciden en dicha motivación y autoestima.
Informando sobre la importancia de la actividad física para la salud y favoreciendo experiencias reflexivas en los alumnos, en conexión directa con lo práctico (componente cognitivo).
Proporcionando positivos feedback por el profesor, padres, grupo de iguales, etc.
Adoptando medidas compensatorias sobre ciertos alumnos con anomalías funcionales leves. Poniendo a prueba las capacidades personales de los alumnos, a modo de reto o logro, con objetivos atractivos y progresivamente alcanzables, tal como indica la teoría motivacional de la perspectiva de metas de logro (Peiró, 1995). Así, las clases no pueden ser meros recreos, con la simple búsqueda de diversión, sin contemplar el valor educativo de las mismas.
Favoreciendo que el alumno perciba cierta habilidad y condición física, producidas por la actividad física (percepción de competencia), lo cual desembocará en una mayor atracción hacia dicha actividad. Además, la consecución de una buena eficiencia técnica repercutirá en un menor consumo energético durante la actividad, fundamentalmente en deportes con cierta complejidad técnica, por lo que la actividad se puede prolongar más tiempo.
De ahí que determinados estudios consideran al autoconcepto y la autoestima como indicadores del bienestar psicológico y mediadores de la conducta. De ahí que se perciban como unas características deseables en la adolescencia que favorecen la consecución de objetivos tales como el rendimiento académico, los logros sociales, las conductas saludables, la satisfacción con la vida y logros a nivel deportivo. La etapa adolescente es una etapa clave de la vida en lo que se refiere a la formación del autoconcepto. En este periodo, se suceden importantes cambios cognitivos que repercuten en el desarrollo del autoconcepto. El adolescente va incorporándose en áreas o dominios distintos en los que tiene que mostrar su competencia y por ello se hace necesario evaluar el nivel de competencia y/o adecuación que los adolescentes perciben en los mismos (Harter, 1999).
Estudios realizados con adolescentes informan de una relación positiva entre práctica deportiva y autoestima global (Mutrie & Parfitt, 1998). En los últimos años se presta también atención al estudio de la relación que el deporte mantiene con las dimensiones del autoconcepto, es decir, con las percepciones en áreas específicas del autoconcepto (Leith, 1994). Particularmente, los estudiosos han analizado las relaciones que se establecen entre el deporte y el autoconcepto físico (Marsh, 2001; Sonstroem, 1997).
3. Beneficios de la actividad física en la adolescencia. Criterios metodológicos con el objetivo de crear hábitos saludables, por medio de la actividad física, en adolescentes
3.1. Beneficios de la actividad física en la adolescencia
Los beneficios que nos produce la actividad física a nivel general pueden clasificarse en 3 bloques: a nivel fisiológico, psicológico y social.
A nivel fisiológico, la actividad física produce una serie de adaptaciones en nuestro cuerpo:
Reduce el riesgo de padecer enfermedades: HTA, DM, enfermedades cardiovasculares cáncer de colon y mama etc.
Ayuda a controlar el sobrepeso y la obesidad.
Aumenta el índice de mineralización ósea, con lo cual se produce un fortalecimiento a nivel del tejido óseo.
Acondicionamiento/desarrollo muscular.
Mejora del aparato cardiovascular, respiratorio y muscular, tras la consecución de un buen estado de forma tras el desarrollo de las cualidades “saludables”: Fuerza General, resistencia aeróbica y amplitud de movimiento.
A nivel psicológico, se producen las siguientes mejoras:
Mejora el estado de ánimo y la autoestima.
Reduce el riesgo de depresión, ansiedad y estrés (esto a nivel normal, sin meternos en el alto rendimiento deportivo, donde se dan bastantes situaciones de estrés, ansiedad, etc., todo provocado por la competición).
Como mejorar a nivel social podemos nombrar las siguientes:
Aumenta la autonomía y la integración social.
Fomenta la sociabilidad.
Los beneficios adicionales la actividad física en el adolescente son las siguientes:
Disminuye el riesgo cardiovascular
Relación entre el nivel de forma física durante la infancia-adolescencia y el riesgo cardiovascular en la edad adulta.
El papel de una baja forma física como factor de riesgo cardiovascular supera incluso al de otros factores bien establecidos, como la dislipidemia, la hipertensión o la obesidad.
Casi 1 de cada 5 adolescentes presenta riesgo cardiovascular futuro sobre la base de su capacidad aeróbica.
El riesgo cardiovascular futuro está más condicionado por la forma física que se alcanza (especialmente fuerza y capacidad aeróbica) que por el nivel de actividad física que se realiza.
Mayor mineralización de los huesos y disminución del riesgo de padecer OP en la vida adulta.
Durante la adolescencia se alcanza la máxima acumulación de masa ósea.
El ejercicio físico practicado de forma regular es uno de los pocos factores capaces de estimular los osteoblastos y con ello aumentar la tasa de hematocrito.
Una mayor mineralización ósea durante la juventud previene la aparición de osteoporosis en la edad adulta, en especial en las mujeres.
El aumento del tejido muscular, va asociado al incremento en mineralización.
Previene el consumo de drogas.
Los niños que practican un deporte presentan índices de consumo de las tres drogas más consumidas en nuestra sociedad (tabaco, alcohol y cannabis) significativamente inferiores a los de los niños sedentarios.
La práctica de ejercicio regular contribuye a instaurar estilos de vida más saludables y a reducir o eliminar factores de riesgo asociados al sedentarismo. (Dishman, y cols., 1985).
En la etapa de la adolescencia, con el hábito deportivo se pueden producir estos beneficios/prevenciones específicas:
Contribuye al desarrollo integral de la persona. Positivo contra miedos, depresiones y favorece la autoestima y el desarrollo de algunas capacidades.
Control del sobrepeso y la obesidad. Uno de cada tres niños entre 11-13 años posee niveles de colesterol elevados para su edad (FIT AMERICA, 1998). Uno de cada cuatro niños navarros tiene algún factor de riesgo Cardiovascular.
Mejor maduración del sistema nervioso motor y aumento de las destrezas motrices.
Mejora la condición física de niños con enfermedades comunes. Anorexia nerviosa, asma, parálisis cerebral, insuficiencia renal, fibrosis quística, DM, HTA, hemofilia, retraso mental, distrofia muscular, obesidad, AR...
Como sabemos existe una gran diferencia a nivel físico, psicológico, social, entre sexos, es decir, en la niña se producen los cambios físicos de la adolescencia de una manera más prematura; a nivel emocional, existen grandes diferencias entre chicos y chicos en la adolescencia, sobre todo en cuanto al autoconcepto físico, aunque esto pienso que es un problema derivado de la educación, ya que si yo educo de la misma forma (en cuanto al deporte) a mis dos hijos, pienso que no debe de haber tantos problemas, aunque el problema del autoconcepto-físico, es uno de las grandes problemas que hacen que el numero de abandonos en el deporte de chicas a esta edad se triplique, con respecto a los chicos.
Existen una serie de condicionantes en la chica adolescente que provoca esa diferencia en cuanto a la práctica deportiva:
Menor incitación a la actividad
Juegos populares masculinos
Indumentaria
Mayor valoración de la estética
Regalos refuerzan juegos inactivos
Apoyo en tareas domésticas
Discriminación sexual en el deporte profesional
No existen diferencias significativas a nivel fisiológico hasta la pubertad.
Existen diferencias educacionales que marcan una diferencia en el desarrollo físico de los niños.
Lo comentado anteriormente los corroboramos con diversos estudios:
“La AF disminuye rápidamente durante la adolescencia especialmente entre las mujeres” (Informe de sanidad de EE.UU. en 1996).
“Los chicos tendían a estar en mejor forma que las chicas; los niños mayores gozaban de mejor forma física que los niños más pequeños; las niñas más jóvenes estaban en mejor forma que las niñas mayores”. (Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine).
Según un estudio de la Universidad de Zaragoza en el 2005: el 44,74% de las chicas entre 12 y 16 años se declara muy inactiva, frente al 28,95% de los chicos.
3.2. Criterios metodológicos con el objetivo de crear hábitos saludables, por medio de la actividad física, en adolescentes
El objetivo final de las nuevas tendencias metodológicas con respecto a la salud será el conseguir jóvenes activos en su tiempo libre. Así, con el propósito de una mayor participación físico-deportiva de los jóvenes, García Ferrando (1993) determina 3 predictores, que son los principales determinantes causales del hábito deportivo:
Hábitos deportivos de los padres, especialmente de la madre.
Importancia de la Educación Física (E.F.) en el colegio y la influencia del profesor de E.F. por interesarle por el deporte.
La propia concepción del joven para su práctica, con la búsqueda de un ambiente agradable de diversión con sus amigos.
Delgado y Torres (1998) indican que para la actividad física sea atrayente para el alumno debe tener una serie de características e implicaciones didácticas, entre las que destacan:
Debe ser lúdica, saludable y significativa;
Debe permitir su autonomía y conseguir funcionalidad futura;
Debe aprovechar y recuperar espacios no utilizados y evitar la infrautilización de los existentes;
Debe permitir horarios flexibles; y
Debe acoger la interdisciplinariedad con otros profesionales.
Torre (1998), en su tesis doctoral, hace dos citas que podrían resumir estos aspectos:
“Cuando lo que predominan son motivaciones extrínsecas como las de ganar partidos o premios, o agradar a los padres o entrenadores, entonces existen mayores posibilidades de que estos hábitos no perduren, conduciendo, incluso, al abandono deportivo” (Wankel y Kriesel, 1985).
“Cuando se perciben altos niveles de habilidad y maestría, con poca presión por parte de los familiares, y gran satisfacción expresada por los entrenadores y padres, se dan las condiciones idóneas para que el adolescente disfrute con la actividad físico-deportiva” (Brustad, 1998).
4. ¿Por qué causas se produce el abandono de la práctica de la actividad física en los adolescentes?
Como ya hemos comentado anteriormente se producen un alto número de abandono de la práctica deportiva en la época de la adolescencia; basándonos en las características o cambios producidos a todos los niveles en el período de la adolescencia, vamos a intentar explicar de la manera más lógica, mediante una serie de factores (los cuales no son los únicos, ya que debido a la complejidad de la adolescencia, seguramente habrá más) el por qué ese descenso tan brusco de la práctica deportiva en la adolescencia.
Los factores que vamos a proponer son los siguientes:
a. La competición
El joven a través del reto, mide sus capacidades personales y se compara.
El competir en exceso, sin considerar el reto óptimo, puede tener efectos negativos en lo psicológico y lo formativo.
El rol del entrenador y los padres es determinante, pueden hacer que la experiencia competitiva en el joven tenga un significado negativo o positivo.
b. Monotonía de la práctica deportiva (entrenamientos repetitivos)
El adolescente debido a las características comentadas en el punto 1, necesita tener situaciones de cambio, innovación, etc. De ahí que las situaciones monótonas destaquen por: No haber objetivos claros; a corto, mediano y largo plazo; Entrenamientos sin variantes; poco específicos; sin participación del adolescente, y además no está en el nivel que demanda ese chico/a.
El alumno en estas edades debe de realizar una practica multidisciplinar, y sobre todo cuanto mayor variabilidad, innovación y creatividad tenga la practica, ayudará a aumentar su motivación intrínseca.
c. Crisis de la adolescencia
Los cambios físicos, emocionales (desconfianza, inseguridad, cambios de humor, etc.) pueden provocar el abandono del chico/a si lo que oferta la práctica deportiva no despierta interés.
d. Los procedimientos metodológicos
En este punto influyen de manera decisiva los factores externos, es decir, profesores, monitores, etc., ya que son los que deben de despertar esa motivación extrínseca en el individuo; con una buena motivación extrínseca se pueden contrarrestar todas inseguridades en el chico/a. Estos elementos externos deben de tener en cuenta:
Formulación de objetivos claros.
Presentación de la tarea.
Practica de la tarea.
La transferencia.
Feedback externos, con el objetivo retroalimentar aquellos comportamientos positivos intentando de obviar de alguna manera aquellos que puedan influir con carácter negativo en el hábito de la práctica deportiva.
e. Relación con el entrenador/profesor y con el grupo
Como hemos comentado anteriormente debemos de despertar en el alumno/a motivación por la tarea; además debemos hacer que el alumno se sienta comprendido; los padres deben de intentar que su hijo desarrolle la práctica deportiva en un lugar seguro, donde poder expresarse y sentirse bien.
La practica dar seguridad al chico/a con el objetivo de no tener miedo al ridículo, y debe de ser participe el chico/a de ella, es decir, sentirse importante dentro de la practica de esa modalidad deportiva.
f. Falta de entrenadoras mujeres
Es una característica exclusiva del sexo femenino, ya que para comprender los problemas de una chica si hemos pasado por ello, en muchos casos los abordaremos mejor; además en esta época tan conflictiva el hecho de que el profesor, monitor etc., sea masculino, hace que las chicas tengan menos confianza a la hora de tratar cualquier problema “femenino” (tanto fisiológico como emocional).
g. Falta de objetivos
Es una característica que enlaza con algunas anteriores; los objetivos deben de ser realistas, alcanzables, etc.
h. Dificultad en los estudios
Muchos padres achacan cualquier fracaso escolar con el deporte debido a que las malas notas hacen desencadenar el abandono del deporte forzado por los padres, cuando creo que esta postura es ilógica.
i. Lesiones
Es un factor que se da en un porcentaje menor pero existe.
j. Las relaciones grupales (amigos, pandilla, etc.)
En este período la elección de prioridades hacia determinadas aficiones, se realizan ven afectadas por lo que se decanta el grupo, personas mayores al chico/a, etc.
5. Qué consideraciones debería tomar el entorno del adolescente para evitar ese abandono de la práctica de la actividad física
En esta época los padres, profesores, monitores, hermanos mayores, etc., debemos de ser como un modelo a seguir por parte del chico/a, es decir, debemos de adoptar aptitudes positivas hacia la práctica deportiva con el objetivo de que se refleje en el comportamiento del chico/a; estas aptitudes pueden ser:
Modifica algunos de tus hábitos de vida, tal como realizar actividad física tú mismo.
Realiza actividades físicas o recreativas en familia. Te imitarán con mayor probabilidad.
Realiza actividad física en las tareas cotidianas con tus hijos e hijas para que se acostumbren. Nos vendrá bien a toda la familia.
Si eres un padre o madre de los que piensan que en tiempo de ocio jugar de forma activa es importante, estarás transmitiendo este valor con tu actitud. Además, si les animas a que jueguen de forma activa, les das la confianza para que continúen y les demuestras que te gusta lo que hacen, estarás reforzando su conducta. Interésate por su educación física escolar ya que:
Es la única actividad física obligatoria que tienen que realizar durante su etapa escolar.
Es el área que enseña aprendizajes y destrezas físicas que nos sirven para ser activos en un futuro.
Enseña por qué es importante moverse y por qué es peligroso ser inactivos.
Escúchales cuando hablen de actividad física, muéstrales interés y valora su participación. Conoce lo que les gusta y céntrate en ello, aunque no sea tu actividad favorita. Probablemente acabará gustándote también a ti.
Oriéntales hacia una actividad física que les interese y que les ayude en su desarrollo físico y psicológico.
Enséñales a compararse consigo mismo. Debemos valorar la participación y la diversión, enseñándoles que ganar es importante pero no es lo único, y que no siempre puede conseguirse.
Ayúdales a progresar en diferentes actividades. No permitas el abandono de la actividad física por no saber lanzar un balón.
Trata de evitar que se sientan ridículos cuando tengan dificultades con la actividad que practican.
Respeta su capacidad y sus gustos. No les fuerces a ser una estrella del mundo del deporte.
Transmíteles el mensaje de que la actividad física y la dieta sana son estilos de vida muy valiosos que pueden ayudarnos a vivir una vida plena.
Las oportunidades y medios para que realicen actividad física dependen de nuestro interés. Los padres y las madres tenemos muchos más recursos para usar el entorno y podemos guiar y facilitar actividades. Para facilitarles oportunidades y medios: regálales unos patines, una comba o un balón, etc., así estamos fomentando el juego activo; ayúdales a distribuir su tiempo con un horario que incluya tiempo para todo lo que consideras importante: las comidas, los deberes del colegio, ver la televisión, leer y también realizar actividad física, llévales al parque u otros sitios seguros para que jueguen de forma activa; solicita que exista facilidad de uso de las instalaciones escolares fuera de las horas de actividades organizadas; vísteles con ropa cómoda, que les permita jugar libremente sin miedo a mancharse; infórmate de las posibilidades que existen en tu barrio de practicar actividades física recreativas y deportivas, y facilítales su inscripción y asistencia regular.
6. Conclusión
Finalizaremos reincidiendo en la importancia de la Actividad Física en una etapa tan problemática y tan decisiva, en la vida de cualquier adolescente. Señalar el entorno del adolescente, como un pilar primordial, el cual debe de formarse de los cambios que a nivel emocional y psicológico se producen en el chico/a, con el objetivo de comprender mejor sus comportamientos, y lo más importante, saber ayudarle en cualquier situación de confusión que puede marcar tanto positiva o negativamente en etapas venideras.
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revista
digital · Año 14 · N° 131 | Buenos Aires,
Abril de 2009 |