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Consideraciones relativas a las manifestaciones 

de la fuerza en natación

 

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Universidad de León

(España)

César Castro Martínez

cesar.castro.martinez85@gmail.com

 

 

 

Resumen

          El presente trabajo tiene como objetivo la recopilación y revisión bibliográfica de aquellas investigaciones que han corroborado la importancia del entrenamiento y valoración de la fuerza en natación como un elemento más de las estructuras de planificación y contenidos a trabajar en este deporte. De esta manera se pretende aunar en una misma obra las principales consideraciones a tener en cuenta para el desarrollo de esta capacidad como factor de rendimiento en las diversas pruebas que engloban este deporte.

          Palabras clave: Entrenamiento. Fuerza. Natación. Rendimiento.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 125 - Octubre de 2008

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Introducción

    En general, y desde teorías populares y de las investigaciones pioneras en el entrenamiento deportivo se había creído que dentro de los deportes de resistencia o donde el metabolismo aeróbico era determinante; la manifestación de cualquier tipo de fuerza era nulo. De esta manera, el entrenamiento de esta capacidad brillaba por su ausencia dedicándose todos los esfuerzos al desarrollo de la capacidad de resistencia. Este aspecto se ha aplicado durante años a deportes clasificados como de resistencia entre ellos la natación, sin pararnos a pensar y a analizar las demandas físicas en función de los distintos tipos de pruebas, distancias en las mismas y estilos de natación.

    Así dentro de la investigación actual autores como Cuadrado (2007) son de la opinión de que todo en el deporte se basa en la fuerza y el resto de capacidades son aplicaciones de la fuerza. En este caso, este autor define lo siguiente: el músculo es el principal punto donde se produce y se elimina ácido láctico, por el contrario la capacidad de resistencia no sólo depende la eficiencia respiratoria y la capacidad aeróbica sino que también es muy importante la especialización funcional del músculo.

    De esta manera, en este trabajo vamos a abordar el entrenamiento de la fuerza en la natación desde diferentes prismas y aplicaciones dentro del rendimiento deportivo, apoyándose en las investigaciones más específicas al respecto, con el fin de englobar el entrenamiento de esta capacidad física dentro del ciclo de trabajo del nadador como un elemento clave dentro de su preparación de cara a la mejora del rendimiento en competición.

    El objetivo de este trabajo no es otro sino que plantear una visión del entrenamiento de la fuerza en natación desde una perspectiva analítica aplicada a las demandas funcionales del nadador; en resumen, idear la clave para la aplicación de las capacidades de fuerza del nadador a sus necesidades competitivas.

Evolución histórica del entrenamiento de fuerza en natación

    En los últimos 30 años hemos asistido a un giro radical en la mentalidad sobre el entrenamiento de la fuerza en natación.

    En los años cincuenta y sesenta se aconsejaba a los nadadores que no realizaran trabajo de pesas ya que este originaba una musculatura muy voluminosa y además producía una pérdida de flexibilidad. Durante estos años gran número de estudios realizados por entrenadores e investigadores acerca del trabajo de la fuerza y la resistencia fuera del agua concluyeron que prácticamente no existían mejoras en la transferencia al nadar, es decir, no existían diferencias con la preparación tradicional, por lo que el entrenamiento debía basarse únicamente en el entrenamiento en agua (Costill y cols., 1979; Counsilman,1980; Dudley y Fleco, 1987; Harre, 1988; Hickson y cols., 1988; Blimkie, 1989; Verjoshansky, 1991; Reib, 1992; Platonov y Fessenko, 1994). A partir de estos estudios, donde lógicamente falló la investigación, surgieron numerosas investigaciones en un intento de probar la eficacia del entrenamiento de la fuerza de cara a la obtención del éxito deportivo.

    En este sentido, gran número de entrenadores y especialistas norteamericanos estaban convencidos de que sólo el entrenamiento de la fuerza a gran velocidad, con utilización de ejercicios isocinéticos influía de forma significativa sobre el aumento de la fuerza, sin provocar al mismo tiempo un aumento de la masa muscular. Debido a que este tipo de entrenamiento no solo reforzaba los músculos, sino que también hacia que fueran capaces de contraerse rápidamente. Por el contrario, pensaban que si se entrenaban los músculos con ejercicios de fuerza fuera del agua mediante movimientos de carácter lento, estos podrían manifestar una mayor fuerza sólo con la natación a poca velocidad.

    Posteriormente, en los años setenta, se hizo popular la preparación orientada a desarrollar la resistencia de fuerza mediante la utilización de mecanismos de entrenamiento de muelles tipo Mertens-Huttel, y otros dispositivos que permitían imitar los movimientos de la brazada en todos los estilos de natación en condiciones de régimen isotónico y de régimen de resistencias alternas. Esto provoco un gran aumento en los resultados en las distancias medias y largas así como una reducción significativa en las de velocidad. Este fenómeno se observo de forma muy notable en la preparación de los velocistas de la antigua URSS y la ex RDA. La preparación de estos nadadores casi durante todo el año se realizaba mediante la utilización de las citadas máquinas de musculación, prestando especial atención al desarrollo de la resistencia de fuerza.

    Gozaban de una popularidad excepcional los programas de sesiones intensivas, caracterizados por la ejecución repetida de ejercicios de 1-2 minutos con una carga que suponía entre un 45-60% de las posibilidades máximas de fuerza en un ejercicio concreto. En las sesiones se programaban con frecuencia hasta 20-40 series. De este modo se entrenaron numerosos nadadores muy conocidos entonces. En los programas de otros se recurría con frecuencia a las repeticiones prolongadas de hasta 3-5 e incluso 8-10 minutos. Además a menudo no se prestaba atención al desarrollo de otros tipos de fuerza y los ejercicios con pesas fueron prácticamente excluidos del arsenal de la preparación de la mayoría de nadadores.

    Al mismo tiempo en EEUU adquirió una amplia difusión el entrenamiento en régimen isocinético. Las máquinas de musculación isocinéticas tipo Mini-Gym fueron utilizadas en la preparación de nadadores de la Universidad de Indiana, en donde durante muchos años dirigió el trabajo el destacado entrenador Counsilman y donde se prepararon destacados velocistas de los setenta como Spitz, Montgomery, Murphy y otros (Platonov y Fessenko, 1994)

    Subrayando las ventajas del entrenamiento con máquinas de musculación isocinéticas, los entrenadores norteamericanos señalaron sobretodo la posibilidad de efectuar movimientos de un amplio diapasón de velocidades, de realizar esfuerzos máximos o próximos a estos prácticamente en cualquier fase del movimiento, lo que permitía desarrollar la resistencia de fuerza especial de los nadadores especializados en diferentes distancias. Y precisamente en este periodo adquirió una gran popularidad en EEUU la preparación de la velocidad muy intensa con utilización de ejercicios isocinéticos, la cual, en una medida significativa, determinó la superioridad de los velocistas estadounidenses a nivel internacional. Precisamente a esta metodología de preparación de fuerza deben sus éxitos grandes nadadores.

    Enfoques similares son habituales entre nadadores y especialistas de la natación de EEUU, incluso en la actualidad. Así, por ejemplo, en los últimos años se han vuelto muy populares las máquinas de musculación del tipo biocinetic, las cuales permiten tener el control efectivo sobre la potencia y el volumen del trabajo en el proceso de los ejercicios de carácter isocinético. No obstante la gran publicidad que se ha dado a estas máquinas de musculación y a la metodología de aplicación tuvo como resultado una utilización injustificada por una serie de nadadores en detrimento de la preparación de fuerza especial (Platonov y Fessenko, 1994).

    No obstante el progreso de la natación deportiva a dependido en gran parte de la ampliación de los medios no tradicionales, máquinas de entrenamiento y musculación que permiten desarrollar conjuntamente las distintas capacidades físicas y lograr el perfeccionamiento técnico, del material y de las técnicas metodológicas utilizadas que han permitido revelar las reservas funcionales y superar niveles más rápidamente accesibles de las capacidades motoras. En este sentido, en los últimos años, especialistas de distintos países del mundo (Costill y cols, 1992; Platonov y Fessenko, 1994; etc.) han conseguido resultados considerables en la orientación del método de entrenamiento hacia un desarrollo conjunto de las capacidades físicas y hacia el perfeccionamiento de las técnicas, utilizando mejor el potencial funcional para nadar.

    En definitiva, la eficacia del proceso de preparación de la fuerza de los nadadores depende en gran parte del pertrechamiento técnico del proceso de entrenamiento. En los últimos 20 años en la práctica de la preparación de la fuerza de los nadadores, junto con la utilización de sobrecargas y resistencias tradicionales (pesas, superación del peso del propio cuerpo y oposición de un compañero, etc.), se han empezado a utilizar varios mecanismos para el desarrollo de la fuerza, la cual ha estado regida por los siguientes factores:

  • Posibilidad de soportar los requisitos metodológicos básicos para desarrollar una u otra forma de fuerza.

  • Aumento de la eficacia de la dirección y el control del proceso de preparación de la fuerza.

  • Posibilidad de hacer realidad el principio de conjugación del desarrollo de los distintos tipos de fuerza y de la consecución de un grado de maestría técnica.

    Las soluciones técnicas y metodológicas de más éxito están relacionadas con estos tres factores. Precisamente estos mecanismos y los ejercicios de entrenamiento basados en su utilización, se han hecho populares por un periodo breve de tiempo en la preparación de nadadores de diferentes países del mundo.

    Hoy por hoy, se piensa que el entrenamiento de la fuerza es una de las llaves que abre las puertas del éxito deportivo, y que todos los nadadores que quieran tener un óptimo rendimiento deben someterse de modo obligatoria a dicho entrenamiento.

    Ahora bien, la experiencia demuestra que sólo la aplicación compleja de diferentes máquinas de musculación y la combinación racional de diferentes métodos y regímenes de trabajo constituye la base del sistema efectivo de la preparación de la fuerza (Platonov y Fessenko, 1994).

Aspectos generales del entrenamiento de la fuerza

    Antes de profundizar acerca del entrenamiento de la fuerza en natación es preciso señalar algunos aspectos básicos referidos a la misma de forma resumida. En primer lugar para saber aplicar de forma coherente un entrenamiento de fuerza es preciso saber los distintos factores que intervienen en la fuerza así como las manifestaciones de esta.

Factores que intervienen en la fuerza

Son de 4 tipos:

  1. Estructurales: mecanismos de hipertrofia muscular

  2. Nerviosos: mecanismos de reclutamiento de fibras musculares y coordinación intramuscular.

  3. Elásticos: estiramiento y reflejo miotático.

  4. Hormonales: Regulación de la testosterona y otras hormonas anabólicas.

Manifestaciones de la fuerza

  1. Fuerza Máxima: máxima capacidad de fuerza que puede desarrollar el sistema neuromuscular.

  2. Fuerza- Velocidad: es la capacidad que tiene el sistema neuromuscular para superar cargas con la mayor velocidad posible. (Navarro y cols, 1990)

  3. Resistencia a la fuerza: es la capacidad para resistir acciones de fuerza que se prolongan en el tiempo.

    Para el trabajo de todas estas manifestaciones de la fuerza existen diversos métodos de trabajo que en otros apartados de este trabajo expondremos para su aplicación a la natación.

    Otros autores como Ramírez y Cancela (2001) proponen un trabajo de fuerza aplicado a natación atendiendo al régimen de contracciones:

 

1. Manifestación activa de la fuerza

    A. Ejercicios en régimen isométrico (estático).

    B. Ejercicios en régimen anisométrico.

  • Ejercicios en régimen anisométrico concéntrico.
  • Ejercicios en régimen anisométrico excéntrico.

    C. Ejercicios en régimen isocinético.

2. Manifestación reactiva de la fuerza

    A. Pliometría.

Figura 1. Propuesta metodológica de las distintas manifestaciones de fuerza

en función del régimen de contracción muscular (Ramírez y Cancela, 2001)

    Para optimizar el entrenamiento de los nadadores, actualmente existen un verdadero arsenal de medios y métodos para la aplicación en su trabajo diario; pero ante todo lo más necesario para realizar un correcto entrenamiento es en primer lugar saber lo que hay que entrenar y para ello es necesario estudiar las pruebas y la competición.

  • Resistencia de Duración Corta (35”- 2 min) ----- 50 y 100 metros

  • Resistencia de Duración media (2 min – 10 min)--- 200 y 400 metros

  • Resistencia de Duración Larga I (10 min -35 min) --- 800 y 1500 metros

  • Resistencia de Duración Larga II (35 min- 90 min) Travesías

  • Resistencia de Duración Larga III (90 min- 6 h.)

  • Resistencia de Duración Larga IV ( + de 6 h.)

Pruebas de fondo en mar abierto

50 y 100 metros----------------------- Fuerza máxima y explosiva.

200 y 400 metros----------------------- Fuerza máxima y resistencia a la fuerza.

800 y 1500 metros--------------------- Resistencia a la fuerza

Travesías de más de 1500 metros

y pruebas de gran fondo -------------- Resistencia a la fuerza

Figura 2. Clasificación de las demandas de resistencia en las principales pruebas de natación basados en la duración de la carga 

competitiva así como las demandas de fuerza requeridas en cada caso. Basado en Cuadrado 2007 & Navarro y cols, 1990.

    Si analizamos la Figura 2, observamos que si bien la natación en cualquiera de la distancia de sus pruebas tiene un gran componente de resistencia, por otro lado ese factor de resistencia lleva asociado otro de manifestación de fuerza, de ahí la justificación de la inclusión de este tipo de trabajo dentro de la preparación del nadador (Counsilman, 1999; Navarro y cols, 1990 & Wilke y Madsen,1990). De esta manera se puede ver como, salvo en el caso de los velocistas puros de 50 (incluyo a los de 100 también dentro de este grupo aunque el componente de resistencia a la fuerza ya es bastante alto); casi todas las manifestaciones de fuerza que se llevan a cabo en natación son del tipo de resistencia a la fuerza, y por lo tanto es un aspecto a tener en cuenta a la hora de planificar el entrenamiento.

    Y es que las demandas de fuerza en natación son en sí mismas peculiares con respecto a otros deportes solamente ya en el mismo medio donde se desarrolla este deporte hace que la resistencia a vencer sea diferente que en otros deportes desarrollados en el medio terrestre. Dada la mayor densidad del agua con respecto al aire la resistencia al avance en natación por ejemplo es mayor que en atletismo sino el ejemplo más claro es comparar los tiempos de un 100 metros lisos en atletismo y un 100 en natación a estilo libre, las diferencias son abismales; de ahí que el componente fuerza cobre una gran importancia en natación y dentro de el como específico de este deporte la manifestación de la resistencia a la fuerza.

La fuerza como capacidad demandada en natación

    En natación, los tipos de fuerza requeridos por el nadador para desplazarse por el agua están condicionados principalmente por el medio en donde se desarrolla la práctica deportiva. En efecto, el medio provoca que la acción motriz del nadador tenga que adaptarse al mismo debido a que:

    Además de la fuerza resistencia podemos decir que las diferentes manifestaciones activas de la fuerza condicionan el rendimiento del nadador en momentos concretos de la prueba, así por ejemplo, el desarrollo de la fuerza máxima y de la fuerza explosiva determinan en gran medida la magnitud de la fuerza de tracción que el nadador desarrolla al nadar, así como la calidad del salto al iniciar la prueba y la impulsión en la pared después de cada viraje. El entrenamiento de estas dos modalidades de fuerza activa será de gran relevancia en pruebas de 50, 100 y 200 metros

    Conforme aumenta la longitud de la distancia de competición, la influencia de la fuerza máxima y explosiva disminuye de forma constante a la vez que aumenta el papel desempeñado por la fuerza resistencia, teniendo una mayor influencia en las distancias de 800 y 1500 metros

    Suponiendo que la frecuencia de ciclo del nadador permanece constante durante toda la prueba, el nadador podrá duplicar su potencia de brazada aumentando su fuerza de tracción en cada brazada o aumentando la velocidad de nado. Obviamente es mas fácil aumentar la fuerza de tracción que la velocidad de nado, ya que esta última esta condicionada por diferentes parámetros como la técnica, la posición hidrodinámica, resistencia de forma, etc. (Navarro, 1998)

    No obstante, aunque estos dos parámetros (fuerza y velocidad de nado) en nadadores noveles no guardan una alta correlación, en nadadores expertos muestran un paralelismo destacable. Así un estudio realizado por Sharp y cols. (1986) demostró que la potencia desarrollada durante una tracción máxima sobre un banco de natación y la velocidad de nado desarrollada en una distancia de 22,75 metros mostraban una alta correlación. Los resultados sugieren que los valores de fuerza y potencia que un nadador logre en un banco de natación, determinará las posibilidades de dicho nadador para alcanzar unos resultados brillantes en pruebas de velocidad (Sharp y cols., 1986).

    En definitiva, podemos concluir que las capacidades de fuerza requeridas en las diferentes especialidades de natación son distintas. En este sentido, la proporción de trabajo orientado a desarrollar cada una, predeterminará el éxito en una u otra distancia. Por ello, los nadadores especializados en pruebas cortas (50 y 100 metros) deberán prestar gran atención al desarrollo de la fuerza máxima y explosiva, mientras que los nadadores especializados en pruebas de fondo (800 y 1500 metros) lo harán en el desarrollo de la resistencia a la fuerza.

    Por otro lado, la manifestación de la fuerza, también varía de unos estilos a otros.

    En el estilo de mariposa es en el que la manifestación de fuerza se presenta más rápida y con los mayores registros, mediante un solo pico de máxima fuerza, lo que indica elevados niveles de fuerza máxima y de fuerza explosiva.

    En el estilo de braza, la manifestación de la fuerza se presenta de forma menos rápida que en el estilo de mariposa, mediante dos picos de fuerza separados por una ligera disminución, alcanzando en ambos, altos valores de fuerza, lo que pone de manifiesto la importancia de unos buenos niveles de fuerza máxima y no tanto de resistencia a la fuerza.

    Por último, en los estilos de crol y espalda las manifestaciones de fuerza se presentan más tarde que en el resto de los estilos con dos picos de fuerza, siendo el segundo ligeramente mayor que el primero, posteriormente disminuyen de forma progresiva alcanzando niveles medios de fuerza, lo que pone de manifiesto la importancia de buenos niveles de resistencia a la fuerza y no tanto de fuerza máxima ni de fuerza explosiva.

El entrenamiento de la fuerza en natación

    Es momento ahora de desarrollar el grueso de este trabajo, en relación a aspectos derivados de la preparación física para el desarrollo de la capacidad de fuerza en sus diferentes manifestaciones como factor de rendimiento en la natación de competición en todas las especialidades.

Métodos de entrenamiento de la fuerza en natación

    Todos los métodos de entrenamiento de fuerza son diferentes y producen unos efectos significativamente distintos en el rendimiento neuromuscular (Siff y Verkohansky, 2000). Sin embargo siempre han existido discrepancias a la hora de escoger unos u otros métodos de trabajo muscular.

    De forma general podemos destacar la existencia de dos corrientes metodológicas en el entrenamiento de fuerza. Una de ellas defiende la especificidad del entrenamiento, es decir, se deberían estimular gestos deportivos de la forma más parecida posible al modelo de movimiento, velocidad, curva fuerza-tiempo, tipo de contracción, etc…, mientras que en la vertiente opuesta encontramos la otra tendencia, la cual mantiene que es suficiente entrenar los músculos relevantes sin tener en cuenta la especificidad del entrenamiento muscular, es decir, atendiendo a esta última corriente metodológica, una práctica separada de las habilidades técnicas permitiría a posteriori transmitir la ganancia de fuerza en el entrenamiento a los movimientos deportivos específicos.

    Ambos métodos de entrenamiento mejoraran el rendimiento, sin embargo en la actualidad la investigación científica mantiene la superioridad del entrenamiento específico por diversas razones, tales como:

    La especificidad a la que hace referencia esta corriente metodológica significa que se debe ejercitar de una forma muy específica la expresión de todos los factores anteriores expuestos para lograr una mejora en este deporte concreto (Siff y Verkohansky, 2001):

    Las características más relevantes de cada uno de los métodos de entrenamiento que constituyen la manifestación activa de la fuerza son las siguientes:

Método isométrico

    Los entrenamientos isométricos fueron muy populares a mediados de la década de los 50 debido a la búsqueda de métodos económicos y eficaces para desarrollar la fuerza. La contracción estática o isométrica tiene como definición la forma de contracción muscular sin producción de movimiento. Este tipo de entrenamiento puede ser más eficaz que los ejercicios dinámicos en aquellos casos en los que los ejercicios específicos requieren contracciones musculares de gran magnitud durante cierto período de tiempo para un movimiento o durante los estadios iniciales de la rehabilitación de una lesión.

    El conjunto de ejercicios estático-isométricos pueden ejecutarse a diario o en días alternos con una cantidad relativamente pequeña de repeticiones (hasta 15), siendo la duración de cada una de ellas de 6 hasta 12 segundos, con un desarrollo de la fuerza máxima y de 15 hasta 40 segundos, con un desarrollo de resistencia de fuerza.

    El objetivo del entrenamiento isométrico es desarrollar la fuerza absoluta. En este régimen de entrenamiento el aumento de las capacidades de fuerza, se acompaña de una reducción de las posibilidades de rapidez, dicho efecto se manifiesta al cabo de pocas semanas de su entrenamiento. Por lo que si no queremos perder este parámetro físico (rapidez) será necesario combinar dicho método de trabajo con ejercicios que impliquen una mejora en la fuerza veloz/explosiva (Platonov y Verjoshansky, 1985; Fleco y Kraemer, 1999). Weineck (1999) añade que dicho método es altamente eficaz cuando se combina con el entrenamiento auxotónico (excéntrico y concéntrico), ya que se produciría una activación intensa de la musculatura.

    Entre las ventajas más características están la posibilidad de dirigir el entrenamiento para cada grupo muscular, de acuerdo con un ángulo de flexión. El aumento de la fuerza está condicionado por la angulación de la ejecución y es muy utilizado para la rehabilitación.

    Como desventajas más características están las que pueden inducir a la monotonía del entrenamiento, de ahí que no se muy aconsejado con niños y que como consecuencia de provocar rápidamente el desarrollo de la contracción máxima se produzca un rápido aumento del diámetro transversal, pero no de la capilarización de los músculos, resultando poco adecuado para el sistema circulatorio y del respiratorio cuando afecta a grandes grupos musculares.

    Bosco (2000) señala que el entrenamiento isométrico, obedece a la falta de especificidad. Es un fenómeno bien demostrado, en la actualidad, que los entrenamientos específicos determinan y produce adaptaciones específicas tanto en función de la velocidad de movimiento como de la amplitud articular utilizada. Asimismo, Platonov y Fessenko (1994) justifican el empleo de este método de entrenamiento ya que el objetivo de la preparación de los nadadores exige el desarrollo de las diferentes manifestaciones de fuerza aplicada a fases diferentes del movimiento, lo que provoca la necesidad de aplicar una serie de ejercicios afines para cada una de estas fases.

    Conviene destacar que el método isométrico se utiliza de forma relativamente infrecuente en la natación moderna. Sin embargo, algunos destacados deportistas, especialmente los que entrenan en los centros de natación de EEUU (Furniss, Bruner, Spitz, Montgomery, Murphy, Naber, Rocca, Babashoff, etc.), han utilizado con éxito las tensiones estáticas de corta duración (5-10 segundos), para aumentar el nivel de fuerza máxima, y las demás larga duración, para el desarrollo de la resistencia de fuerza.

Método Isotónico

    Este método puede dividirse en función del tipo de contracción que tenga lugar. Así surge: el método isotónico concéntrico, basado en la ejecución de acciones motoras insistiendo en el carácter concéntrico del trabajo y el método isotónico excéntrico, que prevé la ejecución de acciones motoras de carácter excéntrico con resistencia a las cargas.

    La combinación de los regímenes de trabajo de carácter concéntrico y excéntrico de los músculos crea las condiciones para la realización de movimientos con una amplitud bastante grande, lo que constituye un factor positivo para la aparición y desarrollo de las capacidades de fuerza.

    Counsilman (1986) indica que si se aplican grandes sobrecargas, con una cantidad pequeña de repeticiones y a una velocidad de movimiento baja, la masa muscular y las posibilidades de fuerza aumentan a costa de la hipertrofia de las fibras musculares de contracción lenta, no aptas para el trabajo de velocidad. Estos cambios son negativos para el nadador en todos los sentidos: por regla general provocan la reducción de resistencia y a la vez contribuyen e incluso obstaculizan la aparición de capacidades de fuerza durante la ejecución de un trabajo de velocidad, ya que éstas últimas se desarrollan sobretodo gracias a las fibras de contracción rápida.

    Sin embargo Platonov y Fessenko (1994) consideran las afirmaciones realizadas por Counsilman como equivocas, ya que se ha demostrado que la participación de las fibras musculares rápidas en el trabajo muscular está relacionada no con la velocidad de movimientos sino con la intensidad de trabajo. Según estos autores, los movimientos realizados a velocidad máxima pero sin sobrecargas importantes se ejecutan mediante la contracción de las fibras musculares lentas. Las fibras de contracción rápidas se incorporan al trabajo a medida que aumentan las sobrecargas, y no a medida que aumentan la velocidad de los movimientos.

    No obstante debemos recordar que la aplicación de una elevada fuerza, solo será posible cuando desarrollemos una acción motriz a baja velocidad, ya que la resistencia que debe ser movilizada será muy alta. Dentro de esta misma línea de raciocinio, el movimiento rápido solamente será posible cuando la resistencia al movimiento sea mínima (Maglischo, 1995).

    Una de las ventajas de este método es que la variedad de recursos del entrenamiento de fuerza dinámico tradicional influye de forma multilateral sobre el aparato muscular y contribuye a perfeccionar las capacidades de fuerza y los elementos básicos de la maestría técnica.

    Conviene decir que el entrenamiento en este régimen puede ser muy variado si se utilizan las máquinas de musculación que suponen diferentes variantes de ofrecer resistencia (Cargas, palancas, etc.).

    En el desarrollo de la fuerza máxima se lleva a cabo un trabajo con sobrecargas grandes (75-80% del máximo), con una cantidad pequeña de repeticiones (6-8 en una serie) a ritmo lento (en la parte concéntrica del trabajo se invierten 1”- 2”; en la excéntrica de 2”- 4”). El ritmo de los movimientos y la duración de las pausas puede variar: cuando se marca como objetivo aumentar la fuerza mediante el incremento de la masa muscular, se aplica un ritmo lento con pausas prolongadas entre series (20”- 40”). Los intentos de aumentar la fuerza mediante la perfección de la coordinación intermuscular e intramuscular están relacionados con el aumento del ritmo (0.8”- 1.0” en la parte concéntrica del trabajo, 1”- 2” en la excéntrica) y en la duración de las pausas: hasta 2´-3´.

    En el entrenamiento de los nadadores el trabajo en régimen excéntrico se aplica de forma muy limitada por una serie de causas:

    No obstante, conviene decir que el trabajo de carácter excéntrico resulta efectivo si se estiran al máximo los músculos que trabajan en los movimientos de retorno, lo que contribuye al desarrollo conjunto de las capacidades de fuerza y flexibilidad. Por ello, se puede recomendar utilizar el trabajo en el régimen indicado de forma episódica, en un volumen pequeño, en la primera etapa del periodo de preparación.

Método Isocinético

    El método isocinético estuvo muy de moda a finales de la década de los 60 y a comienzos de los años 70, sobre todo en los EEUU. En esencia, este método comprende el empleo de un aparato isocinético el cual controla la velocidad de movimiento de forma que permite al nadador esfuerzos máximos o próximos a estos, prácticamente en cada fase del movimiento. Ello hace posible que los músculos trabajen con una carga óptima en el recorrido de todo el diapasón de movimientos.

    Muchos autores (Grosser, 1986; Wilson y cols., 1991; Platonov y Fessenko, 1994; Bosco, 2000) consideran que los ejercicios isocinéticos deben ser un recurso básico de la preparación de fuerza, sobre todo en el desarrollo de la RFE y de la fuerza explosiva. Este punto de vista se basa en una serie de ventajas que posee el régimen de trabajo isocinético frente a otros regímenes. Entre las mismas se encuentra la posibilidad de una carga óptima que corresponda a las posibilidades de fuerza del nadador en cualquier fase del movimiento dinámico o la posibilidad de variar la velocidad de los movimientos en un amplio diapasón, lo que contribuye al incremento de la cantidad de fibras que participan en el trabajo, así como aproximar la velocidad del movimiento al realizar ejercicios de fuerza a la velocidad característica de la actividad competitiva.

    Otras ventajas son también la considerable reducción del tiempo necesario para ejecutar los ejercicios, la disminución de posibles lesiones músculo-articulares, la no necesidad de un calentamiento intenso, la rápida recuperación tras los ejercicios y la recuperación efectiva durante el proceso del mismo trabajo.

    El entrenamiento isocinético fue elegido como la respuesta a las deficiencias de los métodos de resistencia constante y variable, en los que el deportista podía llegar a una sobrecarga máxima en cada punto, en todas las fases de los movimientos de un ejercicio, en velocidades que “imitaban” a las utilizadas en competición, lo que conllevaba un alto riesgo de lesión (Maglischo, 1995).

    Al examinar las ventajas del entrenamiento isocinético de gran velocidad, conviene destacar que cumple de forma bastante importante con las exigencias específicas de la natación deportiva en comparación con otros métodos. Si el programa de fuerza se realiza con máquinas de musculación especiales, que permitan imitar los movimientos de trabajo característicos de la natación, el entrenamiento de fuerza provocará directamente (sin periodo “de adaptación” de las capacidades de fuerza a la específica de la natación mediante la aplicación de ejercicios en el agua), el aumento de los resultados deportivos. En caso de aplicación de otros regímenes, por regla general, esto no se consigue (Platonov, 1991).

    Los estudios de laboratorio demuestran que con un entrenamiento isocinético es posible obtener un amento más significativo de la fuerza muscular en un periodo mas corto de tiempo, además de acortar las sesiones de entrenamiento (Good, 1973). Sin embargo, no se ha probado que se produzca una transferencia de este efecto a la actividad deportiva funcional multidimensional, como tampoco se ha demostrado su eficacia con deportistas de distinto nivel (Siff y Verjoshansky, 2000).

Métodos de contraste

    Cada vez son mas utilizados este tipo de métodos, caracterizados por la utilización de diferentes regímenes de contracción.

    Entre ellos, destaca el método búlgaro definido por Verjoshansky (1990), como un método concéntrico para el trabajo de fuerza en el que se alternan en una misma sesión carga pesadas y ligeras a gran velocidad, buscando dos objetivos fisiológicos: utilizar una carga pesada o semipesada para obligar al músculo a que reclute muchas fibras y contrarrestarlo con una carga ligera, para que el músculo desarrolle la máxima velocidad. Este contraste provoca que el músculo se desarrolle unos momentos con muchas fibras y otros momentos con pocas fibras pero a muy alta velocidad, lo que genera la adaptación neuromuscular.

    Para aumentar la eficacia de este método, conviene previamente a llevarlo a cabo, seleccionar los músculos que mas vamos a ejercitar en las distintas especialidades de natación (Comettí, 1991).

    Otro método de contraste es, la combinación en un trabajo de contracciones de tipo concéntrico-isométrico-excéntrico. Se ha observado que se consigue una mayor mejora de la fuerza, cuando se mezclan estos tres tipos de contracción, en cuyo caso, la mejora es de un 25% para el primero y segundo respectivamente y de un 50% para el tercero (Huttinger, 1970).

Orientaciones del entrenamiento de la fuerza

    La estructuración del entrenamiento de fuerza en natación, según Navarro (1995), va a estar orientada a desarrollar los diferentes tipos de capacidades de fuerza: fuerza máxima, fuerza explosiva y resistencia a la fuerza.

El entrenamiento en seco

    Dentro del bloque de preparación física en seco del nadador y en base al nivel de fuerza que busquemos desarrollar en los nadadores, deberemos seleccionar uno u otro tipo de método de entrenamiento, en función de los objetivos y de su potencialidad. Esto hace que a la hora de planificar el desarrollo de la fuerza de los nadadores dentro de su plan de entrenamiento, tengamos en cuenta los distintos niveles que tiene esa capacidad, los cuales nos permitirán organizarlo de una manera progresiva, posibilitándonos la obtención de la mayor fuerza posible en relación con la actividad para alcanzar un óptimo rendimiento deportivo. Del mismo modo, tenemos que tener en cuenta que la planificación de la fuerza se debe hacer de manera conjunta con el resto de las capacidades y aspectos técnicos.

    Los aspectos del entrenamiento físico en seco del nadador vienen referenciados a los métodos de desarrollo de la fuerza determinados en apartados anteriores.

Valoración funcional de la fuerza

    Un problema añadido al entrenamiento moderno de la natación de competición, reside en el control y evaluación de los niveles de fuerza de los nadadores. Evaluar dichos niveles de fuerza “en seco” es relativamente sencillo, ya que existen metodologías e instrumentos altamente fiables y de uso habitual. Sin embargo, sigue existiendo el problema de lo inespecífico de dicha evaluación en el agua, incluso cuando se utilizan aparatos que simulan el gesto técnico (Isern, 1998). Consecuentemente, cada vez son más los intentos por medir la fuerza que el nadador aplica durante el nado, puesto que es una variable mucho más relacionada con el rendimiento de estos (Zatsiorski, 1992; Arellano, 1993). No obstante, este tipo de mediciones son mucho más complejas y requieren un mayor esfuerzo económico por parte del grupo investigador.

    Son muchos los autores que han intentado idear una forma de evaluación de la fuerza específica en natación, entre los que destacan nombres muy conocidos en el mundo de la natación de elite, tales como: Smith y Whitley, 1966; Clarys, 1979; Costill y cols., 1980; Tihany, 1989; Platonov, 1988; Arellano, 1993; Aunque todavía no se ha sistematizado una metodología adecuada que nos permita valorar objetivamente esta cualidad específica.

    Según gran número de prestigiosos en el mundo de la natación y de la fuerza (Grosser, 1986; González, 1987; Kuznetsov, 1989; Ming, 1994; Cancela y Ramírez, 2001), la valoración de la fuerza de los nadadores requiere del registro de la Fmáx, Fexp, y de la RFE, parámetros considerados relevantes en el rendimiento de las distintas especialidades de natación. La objetividad de esta valoración dependerá de elección de un régimen de trabajo de los músculos óptimos, así como del carácter de los ejercicios utilizados en las pruebas.

Valoración de la fuerza máxima

    El nivel de fuerza máxima se manifiesta en la magnitud de las resistencias externas que el nadador debe superar con la total movilización de las posibilidades del sistema neuromuscular. La fuerza máxima con frecuencia, se determina al trabajar tanto en régimen dinámico como estático. Desde el punto de vista del diagnostico de las posibilidades de fuerza, el régimen estático es poco aceptado.

    La valoración de la fuerza máxima al ejecutar un movimiento dinámico con una sobrecarga máxima tiene un defecto importante. La resistencia en el régimen de trabajo isotónico es constante, ya que se utiliza una sobrecarga estándar en todo el diapasón del movimiento, aunque la fuerza de los músculos como consecuencia de las particularidades biomecánicas de sus diferentes fases oscila de forma significativa y se manifiesta, por regla general, en forma de curvas ascendentes y descendentes (Siff y Verjoshansky, 2000).

    No obstante, la determinación de la carga correspondiente a una repetición máxima (1RM) es la forma más popular y el método más simple para determinar la fuerza máxima dinámica de cada grupo muscular o movimiento deportivo (García Manso y cols. 1996). Existen diferentes formas a la hora de aplicar dicho test. Cada entrenador seleccionará aquella que más se adapte a las características de sus nadadores, siendo unas de las más extendidas la realización de 6-8 repeticiones al 60 % del máximo obtenido en el test anterior; 3 repeticiones al 85% del máximo obtenido en el test anterior y una repetición máx. De esta última obtendremos el 100%. La primera vez que se realiza el test, la referencia en cuanto a las cargas las marca el entrenador de manera aproximada.

Valoración de la fuerza explosiva

    Al valorar la fuerza explosiva resulta muy útil utilizar un índice de velocidad y fuerza que represente la relación de la magnitud máxima de la fuerza (Fmáx) y el tiempo de su aparición (tmáx). Cuento mayor es el nivel del nadador, tanto mayor es su capacidad para conseguir grandes magnitudes de fuerza en un menor espacio de tiempo. El método indicado puede aplicarse en la ejecución de las fases principales de los movimientos de trabajo tanto con los brazos como con las piernas.

    La fuerza explosiva puede valorarse, indirectamente, por el tiempo de ejecución por parte del nadador de uno u otro movimiento, con una resistencia determinada. Con este objetivo, se utiliza con frecuencia la máquina de musculación Mertens-Huttel. Así mismo, es posible valorar la fuerza explosiva de los brazos imitando el movimiento de brazada.

    Presenta interés también el registro de la fuerza explosiva, en conjunto con diferentes formas de salto y teniendo en cuenta las posibilidades técnicas de la salida y del viraje. En este sentido, existe una amplia variedad de test de salto utilizando plataformas de contacto, limitando o no el ángulo previo de flexión de rodillas, con la ayuda o no de los miembros superiores con o sin sobrecarga. De todas estas posibilidades la que más información nos puede aportar del nadador son el test de Bosco y, en concreto, los siguientes tipos de saltos: el SJ (salto sin contramovimiento), el CMJ (salto en vertical con contramovimiento) y el ABK (salto con brazos libres).

    En todos ellos, se suele estandarizar la prueba 90º de flexión de rodillas. El resultado de estos test se mide en forma de distancia. Es la distancia a la que se eleva el centro de gravedad. Se han visto altas correlaciones entre la altura de vuelo en ambos saltos y el pico de potencia obtenido en un cicloergómetro isocinético (Aguado, 1995).

Valoración de la resistencia de fuerza

    Aunque la relación con la velocidad es elevada, los nadadores nunca ejercen niveles máximos de potencia en ningún momento de la prueba. Incluso las pruebas tan cortas como las de 50 requieren un mínimo de 18-20 trayectorias de cada brazo. Esto es análogo a realizar 18-20 repeticiones de un ejercicio de entrenamiento con pesas. Cualquiera que posea un mínimo conocimiento sobre el entrenamiento con pesas, sabe que no puede ejercerse fuerza máxima cuando el número de repeticiones es tan elevado. De acuerdo con esto, los nadadores intuitivamente escogen aplicar una parte de su fuerza a un ritmo y niveles óptimos hasta la finalización de la prueba. En pruebas cortas, dicha porción de fuerza se acercará mucho al máximo mientras que en pruebas más largas será considerablemente menor.

    Sin tener en cuenta la distancia de la prueba, los nadadores que puedan mantener el porcentaje más alto de fuerza máxima obviamente deberían tener ventaja. Miyashita y Kanehisa (1983) registraron una relación significativa entre los aumentos de la potencia muscular y de la velocidad natatoria en pruebas tan cortas como de 50 metros. ¿Qué ocasionó esta mejora? ¿Fue un alto nivel de potencia, mejora de la capacidad aeróbica o un incremento de la capacidad amortiguadora de los músculos?. Todos estos mecanismos fisiológicos seguramente tuvieron algo que ver. De acuerdo con esto, un entrenamiento que combine elementos aeróbicos y anaeróbicos, y ejercicios de resistencia que mejoren la fuerza y la potencia, deberían incrementar adecuadamente la resistencia muscular. Para aumentar esta capacidad los atletas no deberían necesitar entrenamientos especiales en seco.

    El nivel de resistencia de la fuerza se manifiesta con la capacidad del nadador de superar la fatiga, al ejecutar una gran cantidad de repeticiones de movimientos con una resistencia significativa. Por ello, resulta oportuno valorarla durante la ejecución de movimientos de carácter imitativo, similares por forma y particularidades de funcionamiento del aparato neuromuscular a los ejercicios de competición. Para el nadador esto supone la imitación de los movimientos de trabajo con máquinas de musculación de fuerza. Los aparatos de musculación y diagnostico utilizados en la actualidad permiten regular el ritmo de los movimientos, la magnitud de las sobrecargas y tener en cuenta la calidad y el número de las repeticiones.

    La valoración de la resistencia de fuerza se realiza de formas diferentes:

    En el entrenamiento sobre tierra firme se utiliza de forma muy generalizada la prueba siguiente: el nadador ejecuta movimientos de imitación de brazadas en un aparato de musculación consistente en un carro móvil de superficie inclinada. El ritmo de los movimientos se selecciona individualmente y corresponde al desarrollado por el nadador al nadar la distancia de competición. El esfuerzo se selecciona también de forma individual y constituye entre un 50-70% de la máxima posible (en función de la longitud de la distancia de entrenamiento). La duración y la dirección de los movimientos se determinan con las barras guía y los limitadores. La valoración de la resistencia de fuerza específica se lleva a cabo por el número máximo de repeticiones que el nadador puede ejecutar en una serie. De forma análoga, se valora la resistencia de fuerza específica al ejecutar los movimientos con las piernas, característicos del estilo de braza.

    Se utiliza mucho también la prueba realizada con la máquina de musculación Mertens-Huttel, en la cual el nadador esta estirado sobre un banco especial inclinado y ejecuta un número máximo de movimientos de imitación de la brazada. Además la resistencia y la duración del trabajo dependen de la longitud de la distancia elegida. A partir de los resultados de la prueba, se determina el índice de resistencia de fuerza (unidades convencionales), que es igual a la producción de la magnitud de la resistencia, fijada en la máquina de musculación (Kg), por el número de movimientos (Maglischo, 1993).

    Para valorar la resistencia de fuerza de los nadadores especializados en las distancias de 100 y 200 metros se aplica un test que supone un trabajo en régimen isocinético: estirado sobre el banco inclinado el nadador ejecuta movimientos de imitación al ritmo propuesto (correspondiente al ritmo óptimo para recorrer una distancia competitiva) y con esfuerzos máximos. La duración del trabajo es de uno o dos minutos. El ritmo de los movimientos se marca con un líder luminoso o acústico, la dinámica de los esfuerzos al ejecutar los movimientos se registra en un oscilógrafo. La resistencia de fuerza se valora por el índice de correlación del nivel de fuerza al imitar los últimos movimientos, con el nivel registrado en los primeros movimientos. Para aumentar la valoración es útil registrar los datos medios de los 5 primeros y últimos movimientos. Con esta prueba es posible examinar también la dinámica de la capacidad de trabajo del nadador al realizar su trabajo, lo que aporta una información adicional sobre el desarrollo de la fatiga y sobre los factores que limitan el nivel de la resistencia de fuerza (Platonov y Fessenko, 1994).

    En diferentes centros de natación del mundo, ha adquirido una gran difusión el método de valoración de la resistencia de fuerza específica al realizar un trabajo fuera del agua con el aparato de musculación y diagnostico biocinetic. La duración del trabajo, el ritmo de los movimientos y la potencia representan los resultados de la edición de la resistencia de fuerza específica de los nadadores especializados en las diferentes distancias (Good, 1973).

    Para valorar la resistencia de fuerza, directamente al nadar, pueden recomendarse pruebas diferentes. Una de estas consiste en nadar en el sitio (con traíllas) durante 30-35” a la intensidad máxima de trabajo que pueda conseguir el nadador. La resistencia de fuerza se valora por la relación existente entre la fuerza de tracción registrada durante dicho tiempo de trabajo, y la fuerza máxima de tracción. Cuanto mayor sea este índice, mayor será el nivel de resistencia de fuerza.

    Una segunda prueba se diferencia de la anterior por el hecho de que el nadador no nada en el sitio (de ahí la ventaja de este tipo de test). La velocidad viene establecida por el correspondiente mecanismo dinamográfico, que permite “lanzar” al nadador con la velocidad fijada, independientemente de los esfuerzos que este realice. Si esta prueba se lleva a cabo en una piscina de 25 metros la velocidad óptima es de 0,5 m/s. De este modo, al recorrer un tramo de 25 metros (los 5 primeros, necesarios para ejecutar los movimientos de preparación, no se cuentan) el nadador ejecutara el trabajo durante 40 segundos. La valoración de la resistencia de fuerza se realiza de la misma manera que en el test anterior; se determina el índice de relación entre la fuerza de tracción, desarrollada en los últimos cinco segundos de trabajo, y la fuerza registrada en los primeros 5 segundos.

    El tercer tipo de prueba se lleva a cabo en las mismas condiciones que la primera. La diferencia consiste en que el nadador durante el trabajo no desarrolla una fuerza de tracción máxima sino una fuerza de tracción de un 50-70% de la máxima. La intensidad del trabajo se determina individualmente, a partir de la magnitud característica para el deportista concreto de la fuerza de tracción absoluta y se regula con un mecanismo especial que emite diferentes señales acústicas y luminosas al nadador cuando éste desarrolla una fuerza de tracción un 5% mayor o menor que la programada. La valoración de la resistencia de fuerza se realiza valorando el tiempo durante el cual el nadador es capaz de soportar la fuerza de tracción propuesta (Persyn, 1985).

Conclusiones

    Partiendo del objetivo final del entrenamiento de fuerza y considerando los requisitos intensos y físicamente exigentes a que se someten los nadadores que compiten en las distintas especialidades, se determina que mediante un correcto trabajo de fuerza adaptado a las características de los nadadores, vamos a poder mejorar la eficiencia propulsiva, lo que nos va a posibilitar aumentar de forma notable su rendimiento deportivo.

Bibliografía

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revista digital · Año 13 · N° 125 | Buenos Aires, Octubre de 2008  
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