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Diferencias entre la Educación Física escolar
y las actividades extraescolares

 

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Universidad Europea Miguel de Cervantes

Diplomado en Maestro, especialidad en Educación Física, Escuela Universitaria de Educación de Palencia (Universidad de Valladolid)

Colaborador en tareas de investigación en el Departamento de Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Valladolid

Alumno interno de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (Valladolid).

Gustavo González Calvo

gustavogonzalezcalvo@gmail.com

(España)

 

 

 

Resumen

          En este artículo se cuestiona cuál es la situación actual de las actividades físicas extraescolares, así como las principales diferencias de este tipo de actividades con la Educación Física escolar.

          Se trata de dar respuesta a cuestiones tales como: ¿cuál es el papel de las actividades físicas extraescolares en el actual contexto educativo escolar?, ¿cómo se relacionan dichas actividades con el programa de Educación Física?, ¿cuál es la situación laboral y profesional de los técnicos que imparten este tipo de actividades?, ¿tienen formación pedagógica?, ¿hay algún tipo de coordinación entre el profesor de Educación Física y el monitor de las actividades extraescolares?

          Palabras clave: Educación Física escolar. Actividades extraescolares. Currículum escolar. Unidades Didácticas. Diseño Curricular Base. Programación Curricular de Aula.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - Nº 123 - Agosto de 2008

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Desarrollo

    Sería conveniente comenzar el presente artículo definiendo qué se entiende por Educación Física escolar, así como por actividad extraescolar.

    El Ministerio de Educación y Ciencia (1992) entiende que la enseñanza de la Educación Física ha de promover y facilitar que cada alumno/a llegue a comprender su propio cuerpo y sus posibilidades, y a conocer y dominar un número variado de actividades corporales y deportivas, de modo que, en el futuro, pueda escoger las más convenientes para su desarrollo personal, ayudándole a adquirir los conocimientos, destrezas, actitudes y hábitos que le permitan mejorar las condiciones de vida y de salud, así como disfrutar y valorar las posibilidades de movimiento como medio de enriquecimiento y disfrute personal y de relación con los demás.

    Atendiendo a la acepción del prefijo “extra”, se considera que las actividades extraescolares serían las que se sitúan fuera de lo escolar, es decir, que van más allá de lo escolar. No obstante, esta consideración ha sido abordada tradicionalmente al menos desde cuatro criterios (Sicilia Camacho, 1998):

  1. De una parte, las actividades extraescolares podrían entenderse como aquellas que se sitúan fuera de los elementos curricularmente definidos, y por lo tanto, aquellas que no están pensadas para el desarrollo curricular de la materia. Así, se podría pensar que, durante las actividades extraescolares, el profesor no tiene intención y deseo explícito de dirigir o guiar los aprendizajes de sus alumnos. Las actividades extraescolares requerirían, por tanto, una planificación logística (presupuesto económico, espacios, permisos, transporte, etc.), nunca curricular (objetivos, recursos didácticos, metodología, etc.).

  2. Como segundo criterio, lo extraescolar ha ido referido al ámbito de organización de las actividades. Así, extraescolar sería toda aquella actividad que se sitúa fuera de la organización y dirección del centro educativo.

  3. También, lo escolar podría entenderse como el espacio físico donde se lleva a cabo la enseñanza institucionalizada. De tal forma, para este caso, las actividades extraescolares serían aquellas que se sitúan o tienen lugar fuera del recinto de la escuela.

  4. Por último, la acepción que parece hoy día imponerse, es la que considera lo extraescolar como los hechos (en este caso las actividades) situadas fuera del tiempo en que la escuela desempeña su función educativa y socializadora, al menos bajo una organización de clases. Bajo este criterio, se establece un segundo tiempo pedagógico destinado a continuar la formación del alumno fuera del horario lectivo.

    La primera diferencia entre la Educación Física que tiene lugar en la escuela y las actividades físicas que se realizan fuera de ella la encuentro en que, mientras que la primera está respaldada por un marco curricular (es decir, tiene en cuenta aspectos como el qué y para qué enseñar, el cuándo enseñar, el cómo enseñar y el qué, cómo y cuándo evaluar), las segundas carecen de este marco curricular.

    Como consecuencia, las actividades físicas escolares están sujetas a unos niveles de concreción curricular para el desarrollo de la materia. El primer nivel de concreción, también llamado Diseño Curricular Base, se refiere a los objetivos, contenidos, orientaciones metodológicas y de evaluación en esta área planificadas por el Ministerio; el segundo nivel es lo que se da en llamar el Proyecto Curricular de Centro, elaborado por el equipo de profesores de cada centro escolar; por último, el tercer nivel de concreción o Programación Curricular de Aula hace referencia a la planificación de la materia por el profesor correspondiente. Por tanto, la diferencia principal (y fundamental me atrevería a decir) entre la Educación Física escolar y las actividades extraescolares, es que las primeras están avaladas por lo que se ha dado en llamar Unidades Didácticas, que constituyen el tercer nivel de concreción del currículum. Se llama Unidad porque representa un proceso completo de enseñanza-aprendizaje (en consecuencia, tendrá unos objetivos, unos contenidos, unas actividades detalladas y una evaluación), y Didáctica porque ha de tener un valor pedagógico, deben enseñar algo (Vaca Escribano, 2002). Con todo esto, creo dejar claro que la Educación Física escolar va estrechamente unida al concepto de enseñanza y de aprendizaje.

    Las actividades físicas extraescolares, al carecer completamente de un marco curricular, (y, por tanto, de Unidades Didácticas), tienen poco de educativas. Son actividades que sí tienen unos objetivos y unos contenidos determinados, pero que en muchas ocasiones chocan con los promovidos en la escuela. Además, ¿qué decir de los responsables de estas actividades extraescolares? Suelen poseer un escaso nivel de formación pedagógica y didáctica. No se les exige ningún tipo de titulación para llevarlas a cabo, sino que basta con que muestren algo de voluntarismo (en muchas ocasiones ni se les paga por ello) y entusiasmo. Se apoyan en métodos de enseñanza autoritarios (ellos mandan y los niños obedecen), y de lo que se trata es de mecanizar y repetir movimientos con disciplina, dando prioridad al cumplimiento de los objetivos fijados en lugar de al aprendizaje (lo mismo que sus entrenadores hicieron con ellos).

    Estas tareas extraescolares podrían ser tremendamente educativas, puesto que la convivencia social entre los que las practican es más intensa, la motivación que suponen podría estimular el aprendizaje, y además se evita el “obstáculo” de la evaluación, que en muchas ocasiones entorpece al proceso de enseñanza. Pero el problema radica en la manera en que son llevadas a cabo, pues desaprovechan todo lo que de educativo pudieran tener.

    Las razones que mueven a las actividades extraescolares son fundamentalmente tres: el deporte, la salud y el ocio. Voy a desarrollar estas razones para tratar de encontrar diferencias con la Educación Física escolar.

    Con respecto al deporte, debo decir que la mayoría de los ejercicios físicos extraescolares están enfocados hacia el deporte competitivo. Si bien el deporte constituye uno de los medios de la Educación Física escolar para poder proporcionar al alumno una educación integral, éste debe cumplir una serie de requisitos totalmente opuestos a los que se exigen en las actividades extraescolares. Para que el deporte sea de carácter educativo y no competitivo, ha de tener un carácter abierto, sin que la participación se supedite a características de sexo, niveles de habilidad u otros criterios de discriminación; y debe, asimismo, realizarse con fines educativos, centrados en la mejora de las capacidades motrices y de otra naturaleza, que son objetivo de la educación, y no con la finalidad de obtener un resultado en la actividad competitiva (M.E.C., 1992). Blázquez (1995), por ejemplo, define el deporte educativo como aquél cuya pretensión fundamental es colaborar al desarrollo armónico y potenciar los valores del individuo. Para Le Boulch (1991), deporte educativo es el que permite el desarrollo de las aptitudes motrices y psicomotrices, en relación con los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de la persona.

    ¿Pero esto se cumple en el deporte extraescolar? En mi opinión, rotundamente no. El deporte extraescolar está enfocado simplemente hacia la competición, es decir, es practicado con la intención de vencer a un adversario, avivando comportamientos selectivos, discriminatorios y respondientes a intereses consumistas (el deporte competitivo está muy influenciado por la publicidad). Esto choca totalmente con los intereses que busca la Educación Física escolar. El deporte puede tener una función educativa, claro que sí, simplemente prestando mayor importancia a los procesos y a las personas que a los resultados, y puede tener conexión con el programa escolar (por ejemplo, el judo ayuda al niño a saber realizar volteretas, el lanzamiento de peso ayuda al niño a realizar lanzamientos correctamente, y así otros mil ejemplos), pero en la sociedad en que vivimos parece primar más el ganar y competir que el aprender, desaprovechando todo lo que de instructivo tiene el deporte.

    La salud es otra de las razones por las que son demandadas las actividades extraescolares. El tema de la salubridad también está presente en el currículum escolar, pero de nuevo con características diferentes. En la escuela, este término hace referencia “a la conservación y a la mejora de la propia salud y del estado físico, así como a la prevención de determinadas enfermedades y disfunciones” (MEC, 1992). La falta de un profesional adecuado al cargo de las actividades extraescolares hace que este tipo de ocupaciones que se realizan fuera del marco escolar tengan poco de beneficiosas, ya que son frecuentes las lesiones, el exceso de competitividad, la dificultad de las tareas que se proponen, etc. Por lo tanto, otra vez se desaprovecha la oportunidad de enseñar e instruir a los niños que las practican y, lo que podría ser considerado como más grave, se vuelve a interferir con lo planteado desde la Educación Física escolar.

    El otro motivo por el que las actividades extraescolares son demandadas es porque fomentan el ocio. El ocio es, de acuerdo con Dumazedier (1964, en Santos Pastor y Sicilia Camacho, 1998), lo que se hace en el tiempo libre. La Educación Física en la escuela mira el tiempo de ocio de una manera enriquecedora, estableciendo puentes entre lo que el alumno aprende en las aulas y lo que hace en su tiempo libre (un ejemplo claro lo encuentro en la asignatura de Actividad Física Organizada, donde el profesor se ocupa de que los niños aprendan juegos de los que disfrutar en vacaciones, en períodos no lectivos,…; otro ejemplo claro y válido es el de la asignatura Actividades Físicas en el Medio Natural), y, además, todo ello desde un enfoque educativo.

    Las actividades extraescolares enfocadas hacia el ocio son una manera de tener al niño entretenido y ocupado; es más, son en muchos     casos los propios padres los que las consideran un lugar para “aparcar” a sus hijos (programa madrugador, actividades en el comedor de la escuela, entre otros). Vuelven a recaer en el problema fundamental que vengo desarrollando a lo largo de todo el ensayo: son tareas sin contenido educativo, sólo son tareas recreativas (lo cuál tampoco quiero decir que sea malo, sino simplemente diferente a lo propuesto desde el modelo educativo).

    De todo lo dicho hasta el momento se deriva otra diferencia entre la Educación Física escolar y las actividades extraescolares, y es que mientras que la primera tiene un carácter obligatorio y, por tanto, afecta a todos los escolares, disminuyendo la discriminación de oportunidades (Vázquez, 1989), las segundas son de carácter voluntario, no llegan a todos los niños en edad escolar, precisamente por su no obligatoriedad, porque en ocasiones no son gratuitas o por cualquier otro motivo que se nos ocurra.

Conclusiones

    Con todo lo dicho hasta ahora, creo haber dejado claro que las actividades físicas extraescolares pueden tener mucho en común con la Educación Física escolar, ya que ambas tienen unos manifiestos puntos en común.

    Lo que ocurre es que, si bien las actividades físicas extraescolares requieren de propuestas diferentes a las que se hacen desde la escuela, éstas no deberían seguir los planteamientos que habitualmente se vienen haciendo. Generalizando, diré que desaprovechan el potencial educativo que se puede sacar realizándolas, y se apoyan en contenidos que chocan con los fomentados desde la escuela.

    La razón principal por la que las actividades extraescolares son tan diferentes desde el punto de vista educativo de las escolares es que carecen de un marco curricular que las avale, con unos objetivos y contenidos claros, con unas actividades detalladas y unos criterios de evaluación determinados. Al mismo tiempo, las personas responsables de llevar a la práctica estas actividades carecen, casi en el cien por cien de los casos, de una formación pedagógica adecuada para aprovechar el potencial educativo que se podría obtener practicándolas; estos responsables se limitan a reproducir el modelo que a ellos les enseñaron sus entrenadores, también carentes de formación pedagógica. No existe una coordinación entre estos monitores y el profesor encargado del área de Educación Física.

    Son actividades ofertadas en muchos casos desde el punto de vista del rendimiento deportivo, y en otro tanto por ciento de las situaciones, como un modo de tener ocupados a los niños mientras los padres hacen lo que tengan que hacer.

    Esto es, únicamente si la Educación Física se enmarca dentro de la educación formal, será posible alcanzar ciertos objetivos que requieren de una atención prolongada y coordinada con otros agentes educadores y con las familias. Sin embargo, y de acuerdo con Tinning (2002), es necesario partir de una “pedagogía de la modestia” frente a la tendencia de la Educación Física a declarar que podemos solucionar todos los problemas de la escuela y la sociedad. En todo caso, el ayudarse de actividades extraescolares debería fundamentarse en profesionales con la debida formación pedagógica que sepan aprovechar todo el potencial educativo de las mismas.

Referencias bibliográficas

  • BARBERO GONZÁLEZ, José Ignacio (1998): Aproximación a la actividad física extraescolar desde una perspectiva crítica. En SANTOS PASTOR, Marisa y SICILIA CAMACHO, Antonio (1998), Actividades físicas extraescolares: una propuesta alternativa. Barcelona: Inde Publicaciones (73-86).

  • FRAILE ARANDA, Antonio; ARRIBAS CUBERO, Higinio; GUTIÉRREZ CARDEÑOSA, Santiago y HERNÁNDEZ MARTÍN, Azucena (1998): La salud y las actividades físicas extraescolares. En SANTOS PASTOR, Marisa y SICILIA CAMACHO, Antonio (1998), Actividades físicas extraescolares: una propuesta alternativa. Barcelona: Inde Publicaciones (73-86).

  • GUTIÉRREZ CARDEÑOSA, Santiago (1998): El deporte como realidad educativa. En SANTOS PASTOR, Marisa y SICILIA CAMACHO, Antonio (1998), Actividades físicas extraescolares: una propuesta alternativa. Barcelona: Inde Publicaciones (pág. 45-52).

  • LE BOULCH, JEAN (1991): El deporte educativo. Barcelona: Paidós.

  • MEC (1992): Funciones del movimiento, en Área de Educación Física. Madrid: MEC.

  • SANTOS PASTOR, Marisa (1998): La educación del ocio por medio de las actividades físicas extraescolares. En SANTOS PASTOR, Marisa y SICILIA CAMACHO, Antonio (1998), Actividades físicas extraescolares: una propuesta alternativa. Barcelona: Inde. pp. 63-72.

  • SICILIA CAMACHO, Álvaro (1998): Actividad extraescolar, educación física y currículum. En SANTOS PASTOR, Marisa y SICILIA CAMACHO, Álvaro, Actividades físicas extraescolares, una propuesta alternativa. Barcelona: Inde Publicaciones (pág. 32-44).

  • TINNING, RICHARD (2002): Toward a “modest pedagogy”. Reflections on the problematics of Critical Pedagogy. Quest, 54(3), pp. 224-240.

  • VACA ESCRIBANO, Marcelino (1996): La Educación Física en la Práctica en la Educación Primaria. Palencia: Asociación “Cuerpo, Educación y Motricidad” (pág. 18).

  • VÁZQUEZ, Benilde (1989): La necesidad de la Educación Física escolar. En La Educación Física en la educación básica (pág. 151-170). Madrid: Gymnos.

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