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El gusto, la destreza y la utilidad de
la práctica del fútbol recreativo

 

*Profesor del Programa de Post-Graduación en Educación Física

Universidad Federal de Viçosa – UFV – Viçosa – MG

**Profesora del Programa de Post-Graduación en Educación Física

Universidad Gama Filho – UGF. Río de Janeiro – RJ

Dr. José Geraldo do Carmo Salles

Dra. Vera Lúcia de Menezes Costa

gege_handebol@yahoo.com.br

 

 

 

Resumen

          La selección del fútbol como fuente de placer y/o actividad física parece tener relación con la manera del individuo de relacionarse con él mismo y con los otros, la manera como él se ve, cuáles son sus objetivos y sus valores. El objetivo de este trabajo es realizar una nueva lectura a partir de la disertación de maestría -O contrato idealizado na práctica do fútbol placer: estudo da representación social-, defendida en la UGF, Río de Janeiro- RJ. Analizamos las entrevistas, y desarrollamos una relectura a partir de las teorías del sociólogo Hugo Lovisolo, quien había sido ya en aquel momento, un referencial teórico para algunos de los análisis. A través de entrevistas exploratorias, con preguntas semi-estructuradas buscamos articular las condiciones del vínculo del individuo con la práctica deportiva. Para dar soporte a las interpretaciones fueron utilizados fragmentos de las conversaciones de los autores, transformados en productos a través de recortes. En el ambiente deportivo recreativo parece haber una relación entre el placer y la destreza, así como entre el placer y la utilidad. A algunos individuos les gusta practicar el deporte que creen capaces de desarrollar en armonía y satisfactoriamente, delante de su grupo de referencia, otros se pueden comprometer con la esta cuestión, respetando apenas su voluntad y satisfacción, donde el “mirar” de los otros no es considerado como referencia para su encuadramiento en la actividad. Otros, de igual modo, se integran por la utilidad que el juego puede desempeñar en su vida. El ambiente deportivo idealizado se ha transformado en un terreno simbólico de convivencia social, donde cada individuo adapta su representación de acuerdo con su interés. Ese interés por ser individual, permite al individuo la concepción de “ser independiente” en su tiempo de ocio.

          Palabras clave: Placer. Fútbol. Gusto. Utilidad. Destreza.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - Nº 123 - Agosto de 2008

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"La naturaleza mezcló el placer con cosas necesarias,
no con el fin de que deberíamos buscar placer, sino que con el agregado,
el placer pudiese transformar los medios indispensables de la existencia atrayentes a nuestros ojos."
Séneca


    La integración de diferentes clases sociales a través del fútbol constituye una realidad que puede ser percibida en diferentes contextos en la sociedad brasileña. Podemos por ejemplo, observar en las “peladas” de final de semana, en las cuales personas que prácticamente no se conocen se encuentran para jugar y establecen una interacción marcada de intencionalidad, donde cada individuo busca alcanzar la realización deportiva y social, dando sentido a sus necesidades (o utilidad) y deseos (gusto).

    Por detrás de la práctica del fútbol parecen existir valores individuales de afecto, intencionalidad entre otros, que son impulsores de las motivaciones para con esta práctica. Aunque los encuentros ocurren periódicamente, las personas no tienen la obligación de ir de forma sistemática hasta aquel lugar – lo hacen cuando quieren, y muchas veces donde quieren.

    Escoger el fútbol como fuente de placer y/o actividad física parece tener relación con el modo con que cada individuo se relaciona consigo mismo y con los otros, el modo como cada uno se ve, cuáles son sus objetivos y sus valores.

    Este articulo es una relectura de parte de la disertación de maestría –El contrato idealizado en la práctica del fútbol recreativo: estudio de la presentación social (O contrato idealizado na práctica do futebol placer: estudo da representação social)-, defendida en la Universidad Gama Filho, de Río de Janeiro - RJ. En este momento, retomamos las entrevistas, y promovemos un realineamiento con las teorías del sociólogo Hugo Lovisolo, que fue ya en aquel momento, un referencial teórico para algunos de los análisis.

    Según Elias & Danning (1972) el juego del fútbol constituye una forma de dinámica de grupo con una determinada producción de tensión, especialmente en el momento de placer, que por un breve tiempo permite un sentimiento agradable que no es común en la rutina diaria de las personas. Consideran también que, en una sociedad de trabajo, en la recreación es el único espacio público donde las personas pueden realizarse individualmente, considerando prioritariamente su satisfacción personal.

    En el juego de fútbol recreativo se establecen contratos entre los jugadores. Estos contratos aseguran la organización de los encuentros, sirviendo de referencia para garantizar los derechos y deberes de todos los participantes. Sin este contrato el juego podría perder su lógica interna, pues cada individuo podría manifestar un determinado tipo de comportamiento, promoviendo un caos que perjudicaría la realización de los partidos. Basados en las normativas del juego, tales contratos son establecidos casi siempre de modo invisible, pues en la mayoría de las veces no ocurren reuniones previas para instituirlos. Son contratos tácitos. Para Parlebas (1988), estos contratos pueden ser considerados como un contrato social perfecto, ya que los propios integrantes del grupo son responsables por su cumplimiento. Las fuerzas externas son minimizadas.

    A través de entrevistas exploratorias, con preguntas semiestructuradas buscamos caracterizar las condiciones del vínculo del individuo con la práctica deportiva. Para dar soporte a las interpretaciones fueron utilizados fragmentos de las conversaciones, transformándolas en productos a través de recortes. Eses productos, en la visión de Verón (1980), facilitan la comprensión de los sentidos que circulan en las representaciones entre los practicantes.

    La muestra de tipo intencional fue constituida por grupos de practicantes de fútbol recreativo en los parques y plazas del Aterro de Flamengo, en la ciudad de Río de Janeiro. Observamos tres diferentes estructuras organizacionales -denominadas por nosotros como grupos-, en el desarrollo de la práctica, y entrevistamos a cinco integrantes de cada uno de estos grupos. Percibimos que los grupos presentaban características propias, independientes, en cuanto a la relación que se establece entre los practicantes, no relacionado al desarrollo de la práctica del fútbol y también a su forma de organización.

    Fueron varias las categorías de análisis que apuntaban las entrevistas. Sin embargo, en este articulo, trabajaremos con los datos relacionados a tres impulsos de vinculación del individuo con la práctica, que son el gusto, la destreza y la utilidad.

    La destreza en un determinado acto motor y el gusto, parecen ser las principales premisas que orientan al individuo a una determinada práctica deportiva. El individuo demuestra interés en realizar aquello que es capaz de desempeñar bien, o aquello que otras personas le atribuyen aptitud y dominio.

    En el ambiente deportivo de placer parece haber fusión entre el gusto y la destreza. A algunas personas les gusta practicar el deporte que creen capaces de desarrollar armoniosa y satisfactoriamente, delante de su grupo de referencia, otros pueden envolverse respetando apenas su voluntad y satisfacción, donde el “observar” de los otros no es considerado como referencia para su encuadramiento en la actividad. Entretanto, esta concepción de destreza, es (muchas veces) individual. Es el propio individuo que se clasifica en estos valores de destreza, aunque algunas afirmativas externas pueden reforzar tal percepción. Por ejemplo, si un jugador realiza un drible sobre el adversario y es elogiado por los otros jugadores, tal hecho podría acarrear una auto-valoración. Otros, por su vez, mantienen su hazaña archivada en la memoria como un trofeo que será exhibido en las ruedas sociales (cantinas, bares y churrascos), que en general ocurren después de los encuentros deportivos. Tal hazaña será su moneda de auto-afirmación, aún cuando que sus compañeros le den poca importancia a este hecho.

    Mismo pudiendo buscar una actividad con objetivos diferenciados, generalmente el individuo lo hace si es de su interés. El individuo no juega solamente porque el juego desenvuelve los aspectos sociales, fisiológicos y utilitarios. El generalmente juega porque le gusta jugar. El juega porque el juego le causa placer.

    Lovisolo (1996) afirmo que básicamente podemos explicar nuestros actos a partir de tres motivos principales: las normas, la utilidad y el gusto. Según él, el lenguaje de la norma y de la utilidad, implican en sanciones y restricciones a nuestra libertad, en cuanto que el lenguaje del gusto nos favorece con posibilidad y libertad, de auto-creación y de creatividad.

    Relacionado con la norma, el autor dice que el “individuo se manifiesta según normas que expresan representaciones y valores de su grupo social o sociedad (...). Las acciones serían producto de su pertenencia de un colectivo superior y anterior a la acción individual” (p. 214).

    En relación a la utilidad, afirma que “el individuo reacciona buscando alguna ventaja en sus acciones. Sus acciones están precedidas por la selección de medios limitados, por condiciones restrictas (naturales o sociales), para realizar finalidades o deseos” (p. 215).

    Y cuanto al gusto, afirma el autor que el individuo es orientado “por la obtención de placer, de satisfacción de pulsaciones y deseos” (p. 215).

    Lovisolo (1995) relaciona la utilidad y el gusto como vectores de la motivación, “valores dominantes en nuestra sociedad” (p. 224). Utilidad y gusto pueden aparecer tanto unidos como separados en la función de dar motivación. Por problemas utilitarios, el individuo puede estar envuelto en una tarea; aunque, después de alcanzado el objetivo pre-establecido, no tendrá un valor que lo lleve a continuar la labor. Por ejemplo, un individuo que debido al exceso de peso tiene recomendación médica para practicar una actividad física regular, puede desenvolverla, mas esta actividad solo tendrá, generalmente, una función utilitaria. Esto no siempre implicará en una acción que genera placer. De esta forma, una vez que el tenga alcanzado el objetivo propuesto, no tendríamos seguridad de que continuará practicando la actividad física, a menos que ella tenga que ser permanente para mantener la condición física ideal. Por otro lado, se él adquirió gusto por la actividad, encuentro bienestar en la acción práctica, la posibilidad de continuidad será mayor. La utilidad en este caso tiene una dimensión personal. El individuo debe percibir a todo momento los efectos utilitarios, de lo contrario la acción pierde el sentido.

    Lovisolo (1996) manifiesta que la utilidad es relativa, se consideramos que el sujeto es autónomo para establecer el valor de utilidad de la cosa evaluada.

    El autor coloca todavía el gusto como origen de la conducta individual. Para que los individuos se envuelvan en una actividad, ellos deben gustar o derivar algún placer de aquello que hacen. De esta forma, parece que el gusto tornase preponderante en la busca de la práctica deportiva por el sujeto en su momento de placer. En general a él le gusta lo que hace con suceso.

    Aunque pueden ocurrir sugestiones externas incentivándolo a una determinada práctica, en general el individuo se define por una actividad exclusivamente por opción personal, principalmente cuando existe la posibilidad de escoger. A pesar de que los padres y profesores incentivan una determinada práctica, los niños y adolescentes algunas veces se orientan hacia otras actividades.

    Según Lovisolo (1996), “el gusto, siendo individual, es un fundamento para las afinidades para los encuentros, para la sociabilidad y fundamento para el colectivo”.

    El gusto de esta forma comprendido establece un sentido favorable a los encuentros idealizados. Se tratando de jóvenes y adultos, en la mayoría de las veces ningún está allí, por recomendaciones; hacen porque quieren. Es, por querer y por gustar, son sometidos al control del grupo, por entender que la realización práctica necesita de esta aceptación, de esta adhesión a las acciones colectivas.

    La libertad de acción, definida por el gusto individual, trae para los encuentros idealizados una característica contradictoria, pues el individuo debe sé privar en algunos instantes de su libertad individual, apoyándose en el colectivo, entendiendo que su gusto es regido por esta colectividad. Pues solamente a través de la colectividad el individuo puede poner en práctica su gusto personal, conforme apunta Parlebas (1988).

    De igual modo, el gusto no descarta la posibilidad de la utilidad en el ambiente de placer, al que se refiere Lovisolo. El individuo en función de una necesidad circunstancial puede buscar realizar lo que le gusta hacer en su momento de placer, incorporando el utilitarismo de la actividad.

    La estructuración del momento idealizado está relacionada inicialmente a las pretensiones e intereses individuales. Cada individuo escoge la actividad y la forma de actuación que le es conveniente. En esta perspectiva, el gusto es determinante de su intencionalidad práctica.

    Durante su período de placer el individuo no está dispuesto a renunciar al sentimiento de placer demandado por el acto práctico. Alias, se eso ocurriese, no podríamos referirnos al placer. Es en el placer, donde la imposición no hace sentido, es el gusto que irá determinar el envolvimiento del individuo.

    Alerta Lovisolo (1996), que el lenguaje del gusto afirma dos cosas: a) que hacemos alguna cosa porque gustamos; y b) somos lo que somos, sobre todo por el gusto que tenemos.

    Afirma todavía, que el gusto por el deporte “paso a permitir encuentros, establecer relaciones, crear sociabilidad, construir identidades individuales y colectivas” (p. 228). Parece que en la práctica del placer deportivo (estoy me refiriendo específicamente al fútbol placer) estas ideas ancoran naturalmente, de forma clara y objetiva, una vez que a través de esta práctica deportiva hay una reelaboración de valores sociales, de convivencia, de armonía, criando vínculos que no hacen parte del referencial general de la sociedad.

    El gusto por la actividad, apareció de una forma intensa en todas las entrevistas. Indiferente del grupo a que pertenecían los informantes, quedo demostrado de una forma casi que general, que el gusto por el fútbol es el eje principal de la práctica del fútbol placer.

    Los temas que dieron origen a esta categoría se relacionan al interés y a la percepción de la persona, y al factor cultural del fútbol en la sociedad brasilera. Según Neves (1979), a pesar de la "libertad" de escoger cuanto a la inserción en el medio futbolístico, en general la vinculación está condicionada por la interferencia de la familia o de los integrantes del grupo de cada uno.

    Cuando fueron solicitados a expresar a que los llevaba aquella práctica, los entrevistados apuntaron a una relación filial, donde el gusto vino de la herencia familiar. Los padres formaban el hábito pasándolo para los hijos, como se fuera un "código genético". Tanto en el grupo cerrado cuanto en el semi-cerrado y en el semi-abierto los informantes demostraron estar inseridos en esta práctica por tradición cultural y/o influencia familiar, donde los padres, por practicar fútbol, por torcer por algún equipo, o porque le gusta el fútbol, conducían desde temprano sus hijos a los campos. Esto es ejemplificado en los recortes a seguir:

    "Mi papá es quien hizo que nosotros tuviésemos esa voluntad de jugar.” (Inf. A)

    "Mi papá, ese sí, es quien estaba incentivando. El no jugaba, más gustaba mucho.” (Inf. C)

    "Creo que mi interés por el fútbol comenzó justo antes de nacer. Mi viejo jugaba mucho (...). Cuando yo era pequeño todavía, yo me recuerdo de él llevándonos para verlo jugar.” (Inf. N)

    La tradición familiar cuanto al fútbol es un factor determinante en la cultura brasilera. Costa & Tubino (1995), al tratar de la práctica de fútbol como placer en la playa, afirman que esta tradición "ultrapasa el sentido de sociabilidad, temperado con el gusto, los espíritus de aventura y de jovialidad. Ese modo de vivir la vida parece constituir un valor de la actualidad, un refuerzo cultural" (p.7),

    En algunas conversaciones, los informantes caracterizan esta influencia cultural entre el fútbol y la sociedad brasilera.

    "El brasilero ya nace gustando [del fútbol] ¿A quién no le gusta? Es difícil encontrar alguien al que no le guste, ¿no es verdad?" (Inf. K)

    "Eso fue cuando yo era pequeño todavía. Aquí en Río todo el mundo simpatiza por un equipo. Yo soy botafoguense, yo y mi familia toda. Alguna vez nosotros íbamos todos al estadio Maracaná." (Inf. B)

    Hay una tendenciosa concepción social de que el brasilero ya nace gustando del fútbol. De esta forma, desde niño el sujeto es motivado a pensar en esta concepción. En general, como ya dijimos, el individuo es conducido por familiares y/o grupo social (amigos, colegas) a filiarse a (torcer por) un determinado club, todavía, pudiendo rebelarse y escoger otro club. Está es una situación no muy común, mas es el propio individuo que determina su libertad de expresión en el campo del placer deportivo, aunque sea frecuente la tentativa de interferencia del grupo de origen, principalmente en el envolvimiento práctico. Todo eso por un acto de voluntad y sin penalización. El mito de la libertad se asocia al del sujeto en la representación de la movilidad absoluta y da libertad individual.

    El gusto fue todavía bastante evidenciado como objetivo determinante en el encuadramiento del sujeto en la práctica. En los tres grupos, indiferente de la condición del juego ser más formal o más informal, es el gusto que caracteriza inicialmente la adhesión de las personas:

    "A me gusta mucho jugar fútbol, y aquí yo puedo hacer eso." (Inf. B)

    "Me gusta jugar, ver y discutir fútbol." (Inf. F)

    "Mi mujer habla que es mucho tiempo perdido. Solo a quien no le gusta jugar o nunca jugo es que habla que es tiempo perdido. Siempre me dio placer jugar fútbol." (Inf. G)

    Conforme podemos recordar, Lovisolo (1996) apunta el gusto como una de las razones para nuestras acciones. Gustando, el sujeto se ve motivado a adherir. El sujeto tiende a hacer aquello que gusta, específicamente en sus momentos de placer, donde tiene, y cuando tiene, la libertad de opción, de auto creación y creatividad.

    Observemos que un de los informantes relaciona el gusto al placer que siente por la práctica. Para Campbel (2001) “el placer parece ser una melodía hecha con las notas de los estímulos individuales”. (p. 95). “El placer es, con efecto, ‘el gran principio elemental’ a través del cual el hombre ‘conoce, y siente, y vive, y se mueve’.”(p.267)

    Cuando fueron solicitados a decir lo que gustarían de ver, caso solamente estuviesen allí para asistir los juegos, en ningún de los tres grupos los informantes demostraron inicialmente interés por eso. En sus primeras conversaciones, manifestaran solo dar valor a la actuación práctica:

    "Lo que me gusta mismo es jugar.” (Inf. M)

    "A mi no me gusta estar solo viendo.” (Inf. D)

    "Yo no vengo aquí para ver eses jugadores maltratar la bola. " (Inf. G)

    Hay una dimensión personal en esa opción. El sentido impreso a la acción de jugar (y no de asistir al juego) es que constituye el fundamento para el encuentro colectivo.

    La interpretación global de sus discursos, todavía, evidencia que las respuestas iníciales, negando la presencia en la condición de espectador, son equivocadas, comprometidas por la secuencia de sus conversas, donde demostraron interés por la asistencia a los juegos. Por otro lado, parece que en este caso el gusto está relacionado directamente al desempeño del juego. Campbel (2001) relacionó el gusto con la estética. “El gusto como un concepto ético y estético es indispensable al comportamiento...” (p.222)

    A nosotros nos parece que el desempeño en el campo deportivo asume esta opción estética de que habla Campbel, cuando el informante determina la plástica de los lances como fundamental no momento de apreciación, cuando está apenas viendo los juegos. Como asistente el individuo observa el juego por la óptica del deporte de rendimiento, super-valorizando la técnica y los efectos por ella provocados:

    "Es muy bueno ver a las personas dando dribles de aquellos que el otro queda caído en el césped. Hay goles que las personas hacen que son muy bonitos, parecen hasta profesionales, de aquellos que la gente solo ve en los grandes clásicos.” (Inf. A)

    "Me gusta ver el fútbol bien jugado. El fútbol limpio, de toque de bola. Un fútbol bien disputado. Mismo no teniendo césped, tiene muchos jugadores aquí que tienen mucha habilidad; es bonito ver jugar." (Inf. E)

    "Me gusta ver goles. Goles bonitos, goles de jugadas bien hechas." (Inf. J)

    "Ver las jugadas bonitas, ver los goles bonitos... creo que a todo nos gusta ver eso... nadie quiere ver una pelada mala." (Inf. D).

    Un otro informante demostró que las jugadas feas también son interesantes, una vez que ellas causan un relajamiento a través de las risas y gargajeadas, haciendo el ambiente quedar todavía más alegre, demostrando que la expectativa está relacionada a la función del divertimiento. Observemos que la estética centrada en la concepción de aquello que es bello surge como una referencia para el juzgamiento de los padrones de desempeño. Muchas veces, el gol y la victoria, que son los objetivos mayores de los encuentros pierden espacio para la magia de la estética. Eso parece real al analizar inclusive el fútbol de auto-rendimiento. Mismo venciendo la Copa de 1994, el brasilero no habla da aquel título con orgullo, como demuestra tener por otras selecciones. La selección brasilera de 1982, que a pesar de no haber vencido la competición demostró un padrón estético comprometido con lo que el brasilero le gusta ver y clasificar como siendo “la forma que el brasilero juega fútbol” (Sales y Soares, 2004).

    "Aquellas patadas, aquellos tiros errados, también hacen que el público se divierta. Cuando alguien hace un drible, un olé bien hecho, todo el público se ríe del jugador. Eso es bueno de ver. Hasta el público del mismo equipo se burla del jugador." (Inf. B)

    La preocupación por el desempeño fue evidenciado todavía en las observaciones directas, donde los participantes del juego y los asistentes (hinchada) demuestran en todo instante que quieren que los compañeros jueguen bien. Expresiones tales como "humille", "acaba con él", "matalo" se relacionaban a la intención de ver un juego técnico, un juego aguerrido.

    Para Elias & Danning (1992), es fácil percibir como las instrucciones y acciones de placer se estructuran para promover excitaciones agradables en combinación con la opción individual. Según ellos,

    Muchas ocupaciones de placer dan un cuadro imaginario que se destina a autorizar la emoción, al representar de alguna forma lo que tiene origen en muchas situaciones de la vida real, aunque sin sus peligros y riesgos. (p. 237)

    Los autores consideran además que la emoción es la clave de todas las satisfacciones propias de la diversión, pues muchos deseos e impulsos reprimidos diariamente tienen espacio de surgimiento en las actividades infantiles. De igual modo, la excitación en el ambiente de placer debe ser parcialmente controlada, o sea, debe haber un autocontrol, para que no se torne una amenaza ni para el propio individuo, ni para los otros, compañeros y adversarios.

    En los juegos observados el gusto también estaba aliado a cuestiones utilitarias y funcionales. Conforme dice Lovisolo (1996), la utilidad también es una de las motivaciones de nuestras acciones. Por cuestiones utilitarias podemos estar envueltos en determinadas acciones y tener en aquella unión una fusión de interés. En todos los grupos fueron percibidos otros intereses, aliados a la intencionalidad personal. Los informantes, al responder a las preguntas sobre que el fútbol representaba para ellos, apuntaban características utilitarias vinculadas al gusto por la práctica del fútbol. Las respuestas vinculaban la práctica del juego como placer, como bien estar, como higiene mental, como satisfacción, como habito, como actividad física.

    "eso aquí me hace mucho bien. Yo me siento muy bien de estar aquí jugando fútbol.” (Inf. B)

    "No sé si todo mundo piensa como yo, mas eso aquí es una optima terapia. Yo llego aquí y me olvido de todo. Yo solo vengo aquí para me divertir.” (Inf. C)

    "El fútbol es para mí una fuente de grande satisfacción. Es el mayor vicio que tengo, mi mayor vicio. Sin fútbol yo creo que me quedo enfermo.” (Inf. G)

    "Yo enfrento el trabajo sabiendo que de aquí a poco voy a estar aquí jugando con los muchachos. Es eso que hace el trabajo no ser tan estresante... saber que en poco tiempo usted está libre para hacer lo que te da placer.” (Inf. H)

    "eso aquí es mi diversión. Es la diversión de mis días. Aquí, jugando, en la hora que estoy jugando, yo me olvido de las preocupaciones.” (Inf. K)

    Para algunos, el juego es sinónimo de ganar, de ventaja, de enfrentamiento, de victoria sobre el otro; para otros, es sinónimo de placer o todavía de otras posibilidades utilitaristas.

    Aunque podemos identificar utilidades diferenciadas en las conversaciones de los informantes, dio para ver que una vinculación más directa con el placer. La palabra divertir, satisfacción y placer son principales en los discursos.

    Aunque sean comunes algunos contratiempos (discusiones, aptitudes hostiles, contacto físico exacerbado etc.), extraer placer de estos encuentros deportivos parece ser un sentido perseguido por todos los participantes. De igual modo, alerta Campbel (2001) que “Es necesario estar consciente de las sensaciones con el objetivo de extraer de ellas placer, pues el placer es, efectivamente, un juzgamiento hecho por quien lo experimenta” (p.92)

    Así, tales percepciones parecen secundarias en relación a la práctica del juego, en los tres grupos, donde los participantes colocan que el motivo de todo aquello que acontece allí, es el juego en sí - el gusto por la práctica y por la modalidad.

    Aunque las mismas percepciones también son predominantes en el grupo semi-cerrado, algunos participantes de este grupo apuntan otros factores como conductores de su ligación con el juego. Mismo destacando la importancia del gusto, admiten y afirman que la actividad física complementar es preponderante en eje con la práctica.

    También en las conversaciones abajo podemos percibir la utilidad vinculada del juego. Los informantes (el primero del grupo semi-abierto y el otro, integrante del grupo cerrado) asocian el gusto por la práctica del fútbol al gusto por la práctica de la gimnástica. En cuanto esperan para jugar, aprovechan el tiempo para ejercitarse.

    "En cuanto juego estoy haciendo una actividad física diferente de la academia que yo hago durante la semana. A mí me gusta mucho hacer ejercicios. Aquí la gente corre y mejora el condicionamiento físico." (Inf. L)

    “Me gusta también hacer gimnástica, y aquí, en cuanto espero para jugar, yo me quedo haciendo un montón de ejercicios. Hago de todo un poco, porque me gusta estar en forma, no quiero quedarme flojo como un montón de hombres por ahí." (Inf. E)

    Existe una predisposición general a la manutención de la jovialidad corporal. De esta forma, mientras no está jugando el sujeto busca ejercitarse, atendiendo al apelo social de manutención y mejoramiento de la constitución física, una utilidad determinada por padrones estéticos sociales, el cuerpo como imagen de buen gusto. Heinemann (1989), considera el hecho de que cada vez más la aspiración por la salud, el bienestar y la integridad física ganan importancia en la sociedad.

    Entiende Lovisolo (1995), que el individuo por “motivos utilitarios o por placer” puede no respetar las reglas, o todavía “hacer de cuenta” que las respeta, como también, caso sea conveniente, manipularlas a su favor.

    En el caso del fútbol practicado como placer ese no cumplimiento de la regla, solo ocurre si fuera consensual, pues en el caso que los demás integrantes se sientan afectados, no permitirán tal aptitud; o hace de cuenta que el respeto puede generar un conflicto, rompiendo con la armonía; y la manipulación se presenta como una posibilidad de acuerdo mutuo, o sea, en algunos hechos se pueden ignorar las reglas oficiales, desde que sea para un beneficio común, como ocurre por ejemplo en el caso de la no aplicación de los cartones en aptitudes anti-deportivas, cuando voluntariamente un jugador interrumpe el juego colocando la mano en la bola.

    El gusto por la actividad, desempeña un papel preponderante en la selección del grupo donde el sujeto desenvuelve sus acciones prácticas. El gusto, que es individual y se basa principalmente en el interés personal, predispone el sujeto a vincularse a aquello que le hace bien, que le da placer, o todavía a aquello que él cree desempeñar satisfactoriamente (dentro de su percepción, que muchas veces puede no corresponder a la visión de otros).

    El ambiente deportivo idealizado tornase un local simbólico de convivencias sociales, donde cada individuo altera su representación de acuerdo con su interés. Ese interés es individual, dando al sujeto a la concepción de “ser independiente”. Todavía, esta independencia se torna falsa, pues el sujeto se apoya en la colectividad para responder a sus ansias y necesidades, una vez que el juego de fútbol necesita de otros (colegas y adversarios) para ser desarrollado en la práctica, en la perspectiva apuntada por Simmel (1977): “El individuo no es nunca un simple ser colectivo, del mismo modo que no es nunca un simple ser individual” (p. 751).

    El Parque amplia la frontera de convivencia del sujeto, favoreciendo las interacciones colectivas fuera del seno familiar, centrada en el gusto y la utilidad que la práctica del fútbol en su momento de placer proporciona. Allí el individuo realiza sus prácticas físicas y/o de placer creando nuevos códigos de convivencia, más, todavía teniendo como la práctica del fútbol conduce a la liberación de nuevos valores individuales de afectividad e intencionalidad, que surgen como propulsores para su ida y permanencia en el Parque.

    La dimensión social del fútbol placer en juegos en el Aterro proporcionan la atención al gusto de cada uno por el deporte, a la necesidad de sentirse libre, a su capacidad relacional: aproximando las personas a la socialización, a la oportunidad de convivencia. Sin embargo, lo que promueve este encuentro, lo que funda el contrato idealizado, es la trasgresión de la vida común. Es el derecho de ser -aun por un pequeño espacio de tiempo- responsable por sus aptitudes, creyendo no tener que justificar sus actos a nadie, aunque esté voluntariamente apresado por el contrato del juego.

Notas

  1. Nombre que recibe la práctica del fútbol informal, el juego en la condición de placer. En algunas regiones del país son utilizadas otras denominaciones como racha, baba etc. En Argentina, “picado”.

  2. SALLES, J. G. do C. (1998). O contrato lúdico na prática de futebol lazer: estudo da representação social. (Tesis de Maestria) Rio de Janeiro. UGF. Trabajo orientado por la Profª Drª Vera Lúcia de Menezes Costa.

  3.  Observe que la práctica de la “pelada” ocurre en diferentes estructuras de organización. Todavía, selecciones las tres estructuras que se encajan en la condición de placer voluntario. Utilices la tipología de clasificación desarrollada por el sociólogo Georges Gurvitch, citado en el Diccionario del pensamiento social del siglo XX (1996), que establece algunos criterios para entender el envolvimiento del individuo con un determinado grupo. Opte por el criterio de acceso, donde fue posible encuadrar a los tres grupos: semi-abierto, semi-cerrado y cerrado.

    Grupo semi-abierto: es aquel que se forma espontáneamente y/o del exceso de personas de otros grupos, y que juega libremente por todo el parque, sea en la área con césped o no. Su franja etaria es bastante amplia: 16 a 55 años.

    Grupo semi-cerrado: está formado por personas que presentan una afinidad basada en algunas características comunes, tales como: proximidad del lugar donde viven, pertenencia al mismo grupo del colegio y/o facultad, amigos de infancia etc. Presentan una franja etaria que va de los 16 a los 30 años.

    Grupo cerrado: es aquel en que la práctica del fútbol sigue prácticamente la dinámica del deporte institucionalizado. No hay la participación de personas extrañas al grupo. La franja etaria está comprendida entre 16 y 53 años.

Referencias bibliográficas

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