Mateo Flores: racismo y nación en Guatemala |
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Licenciado en Historia. (Costa Rica) |
Chester Urbina Gaitán chesterurbina@yahoo.com |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 101 - Octubre de 2006 |
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Introducción
En Guatemala a finales del siglo XIX se dio un proceso de asimilación cultural al proyecto nacional ladino promovido por el Estado. Este proceso estaba minado por una realidad segregatoria desde el momento en que la producción de la riqueza agrícola del país se basaba en el trabajo forzado de los indígenas. Además, los indígenas debían lidiar con otro elemento que socavaba su proceso de asimilación, el del discurso ideológico que, aparte de "bárbaros", los designaban como producto de una "degeneración" histórico-cultural, que se manifestaba en la humillación, la embriaguez, la criminalidad, la idiotez y la suciedad. Esto justificaba su condición de trabajadores forzados y la imposición de su tutela ciudadana por parte del Estado, dando como resultado una ciudadanía diferenciada.1
El Estado nunca pretendió integrar lo indígena a su proyecto cultural nacional ladino. Además, en una gran medida el fracaso de la asimilación de los indígenas ha radicado en la resistencia de sus comunidades a perder su cultura y bienes. Todo esto dio como resultado que Guatemala se convirtiese en una comunidad imaginada totalmente pensada desde el imaginario ladino, donde el Estado no optó por hacer del mestizaje una ideología nacional.2
Mateo Flores: excepcionalidad y marginaciónDoroteo Guamuch Flores (Mateo Flores) nació el 11 de febrero de 1922. Es el deportista más destacado de Guatemala, pues consiguió numerosos e importantes triunfos para el país, durante los 16 años que dedicó al atletismo (1941-1957). En su carrera como corredor de largas distancias sobresalen sus participaciones en los juegos de Barranquilla de 1946 y posteriormente en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe que se celebraron en Guatemala en 1950, en los que conquistó el Maratón Centroamericano de 21 kms. Su mayor triunfo deportivo fue el haber sido el primer latinoamericano en ganar la Maratón de Boston el 19 de abril de 1952 con un tiempo de 2 horas con 31 minutos y 53 segundos. Posteriormente Mateo Flores se graduó como profesor de Educación Física. En marzo de 1991, recibió como homenaje y reconocimiento personal, el galardón "La Ceiba de Oro", por sus proezas como deportista guatemalteco destacado.
La afición de Mateo Flores por el atletismo lo llevó a adoptar una fuerte disciplina de entrenamiento. Se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana y salía de su casa - ubicada en Mixco a unos quince kilómetros de la ciudad de Guatemala - para correr varios kilómetros, iba a San Lucas y al Mirador corriendo; a las seis de la mañana volvía al hogar para tomar un ligero desayuno y luego se marcaba hacia la fábrica de textiles "Nortropic", donde laboraba. Al concluir la jornada de trabajo, proseguía con su entrenamiento, pues corría aproximadamente dos horas más, de seis a ocho de la noche.3
Según doña María Luisa Cifuentes - compañera de Mateo Flores - el salario de su compañero no era suficiente para el sustento de su familia, compuesta de siete personas. Esto no le permitía al corredor tener una alimentación adecuada para el deporte que practicaba. Asimismo, señalaba que un día el atleta pensó vender todos sus trofeos a la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala para comprarse una bicicleta con la cual pudiera trasladarse a su trabajo diario.4 El caso de Flores ilustra lo que he señalado sobre la existencia de una práctica diferenciada del deporte en Guatemala en función de la pertenencia étnica.5
Con respecto a la llegada a Guatemala de Mateo Flores se sabe que un magno desfile fue preparado para el sábado 3 de mayo de 1952 a la una de la tarde. Lo interesante es que el desfile se organizó en un lugar marginal fuera del complejo capitalino de próceres y héroes nacionales ladinos. El evento tuvo como punto de reunión el Monumento al Indio, final de la séptima avenida sur.6
Mateo Flores
El ganar la Maratón de Boston le granjeó a Flores ser declarado hijo predilecto de Mixco,7 obtener una medalla de oro por parte del Frente Popular Libertador, 8 así como numerosos homenajes por parte de escuelas, diferentes instituciones estatales y sindicatos.
En el "Romance de Mateo Flores" de Daniel Armas se resalta lo relativo a su pertenencia étnica y a la situación económica de su familia:
"…¡Qué viva Mateo Flores,
indio de la buena raza!
En un pecho de paloma
lleva de águila la entraña.…Su mujer, María Luisa,
quedó cuidando la casa,
con la bendita miseria
y un buen rayo de esperanza.Ya lo esperan los patojos
chillando junto a la nana,
con alegría y con hambre,
pero con gloria y medallas".9Por otra parte, el periódico "Impacto" del sábado 3 de mayo de 1952 señalaba que: "Mateo Flores, el campeón, representa en adelante un símbolo para la patria, Guatemala. Se ha ganado un título único en nuestra historia deportiva, es además u trabajador modesto, de ejecutoria ejemplar, por todo lo cual se ha hecho acreedor a los más altos galardones que su pueblo puede ofrecerle".10
Con respecto a lo anterior hay que aclarar que Mateo Flores representa como una figura individual del mundo indígena se insertó en el imaginario nacional ladino de Guatemala. Pese a que la Revolución de Octubre (1944-1954) introdujo cambios en la forma de dominación de este país, principalmente en la sobreposición de los mecanismos de dominación ideológica sobre los de dominación coercitiva, su posición política en torno a la incorporación del indio a la nación no varió con respecto a la del período liberal anterior.
Un análisis de la política en materia étnica de los primeros meses del proceso revolucionario iniciado en 1944 muestra, por una parte, la orientación del gobierno del Dr. Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951) a favor de implementar una política asimilacionista hacia la población indígena guatemalteca con base en la experiencia mexicana, país vecino que era visto como paradigma de modernidad y democracia. Por la otra, el análisis del discurso y la praxis de los políticos y funcionarios del momento en materia de relaciones interétnicas deja ver la continuidad de una ideología racista dominante.11
La discusión del fallido "Estatuto Indígena" desembocó constitucionalmente en la decisión de que el Estado asumiese integralmente sus responsabilidades para poner fin a la herencia segregacionista, sino en la asignación al Presidente de la República de la función de "crear y mantener las instituciones o dependencias convenientes" que concentraran su atención sobre "los problemas indígenas", y que se garantizara de manera efectiva el empleo de los servicios del gobierno a favor de los mismos. Esto planteaba una línea personal de resolución de los problemas surgidos en y con las comunidades, la que en la práctica se tradujo en la garantía de su existencia dentro del Estado-nacional guatemalteco, aunque fuese manteniendo la pervivencia de la lógica de la segregación.12
"Estadio Nacional Mateo Flores"
La conquista de la maratón de Boston impulsó al gobierno del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán (1951-1954) a otorgarle la Orden del Quetzal en el grado de Conmendador.13 Pero el reconocimiento más destacado fue el de bautizar con su nombre al estadio nacional, que desde entonces se llama: "Estadio Nacional Mateo Flores". El hecho de que se escogiera llamarlo Mateo Flores y no Doroteo Guamuch evidencia la posición racista del gobierno de turno, ya que la última denominación sonaba demasiado indígena para el grupo ladino en el poder, por lo que se decidió que sería más "apropiado" bautizar al estadio con el nombre ladino de Mateo Flores.
ConclusiónEl caso de la carrera deportiva de Mateo Flores evidencia la segregación cultural que han tenido los indígenas dentro del imaginario ladino de nación en Guatemala, así como la de su redefinición étnica en la escogencia de su nombre ladino para denominar a la principal instalación deportiva de ese país. Esto permite señalar que su triunfo deportivo fue algo excepcional dentro del mundo indígena guatemalteco, siendo un caso de aceptación individual de lo indígena dentro del proceso de formación de la nación. Todo esto nos debe de hacer reflexionar sobre el impacto de un producto de la modernidad como es el caso del deporte en el continente latinoamericano, donde ha existido una práctica diferenciada del deporte en función de la pertenencia étnica.
Notas
Taracena Arriola, Arturo et. al. "Etnicidad, estado y nación en Guatemala 1808-1944". Guatemala: Nawal Wuj, 2002. p.37.
"Historia nacional y relaciones inter-étnicas". Lección inaugural del ciclo académico 2003. Pronunciada por el Dr. Arturo Taracena Arriola. Universidad Rafael Landívar, ciudad de Guatemala. pp.6-7.
Guerrero, Ulises. "Ellos alcanzaron la gloria". Guatemala: Litografía Centro Gráfico Moderno, 1995. p.5.
"El Imparcial". Lunes 21 de abril de 1952. Año XXX. No.10191. p.2. Mateo Flores es un fiel ejemplo de la pobreza de los primeros atletas pertenecientes a los sectores populares en Centroamérica de principios del siglo XX. Como es el caso de Antonio Rodríguez "El Sanjuaneño" quien corría descalzo. Urbina Gaitán, Chester. Costa Rica y el deporte (1873-1921). Un estudio acerca del origen del fútbol y la construcción de un deporte nacional. Heredia: EUNA, 2001. pp.333-34.
Urbina Gaitán, Chester. "Deporte y nación (1881-1950). El caso del fútbol en Guatemala". Tesis de Maestría en Ciencias Sociales. FLACSO. Sede Guatemala: 2003.
"Nuestro Diario". Viernes 2 de mayo de 1952. Nº 9502. p. 5.
"El Imparcial". Sábado 3 de mayo de 1952. Año XXX. Nº 10197. pp. 1 y 9.
ibid. Lunes 21 de abril de 1952. Año XXX. Nº 10191. p. 1.
"Impacto". Sábado 26 de abril de 1952. Año I. Nº 213. p. 3.
ibid. Sábado 3 de mayo de 1952. Año I. Nº 218. p. 4. Sobre los valores que encierra un héroe deportivo de los sectores populares véase: Villena Fiengo, Sergio. "Con manos de tierra y corazón de león. Imaginario nacionalista y fútbol en la prensa costarricense". En: www.efdeportes.com Año 4. Nº 13. Buenos Aires, Marzo 1999.
Taracena Arriola, Arturo, et. al. "Etnicidad, estado y nación en Guatemala 1944-1985". Guatemala: CIRMA, 2004. p.35.
ibid. pp. 40-41.
"Nuestro Diario". Miércoles 23 de abril de 1952. Nº 9495. pp. 1 y 8.
- El autor agradece los valiosos comentarios del Dr. José Edgardo Cal Montoya.
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digital · Año 11 · N° 101 | Buenos Aires, Octubre 2006 |