ESTUDIOS Y DOCUMENTACION EN LA "SOCIEDAD DE LA INFORMACION"
Miquel de Moragas Spà (España)
Centro de Estudios Olímpicos y del Deporte
Universidad Autónoma de Barcelona

Ponencia presentada en el 10º Congreso Científico de la IASI.
París, junio, 1997.


Introducción: Las nuevas dimensiones de la comunicación en la sociedad de la información
El concepto de sociedad de la información tiene su origen en los años 80 cuando empieza a reconocerse la importancia creciente de la información en la organización y en la economía de nuestra sociedad.

Daniel Bell1 fue uno de los primeros en analizar los cambios que habían de producirse ante la progresiva sustitución de los mecanismos tradicionales de la sociedad industrial -fuerza, energía, materias primas- por las nuevas formas de intercambio basadas en la información.

Estas primeras previsiones interpretadas de forma mas divulgativa por otros autores como Toffler, Servan-Schreiber, o mas recientemente Negroponte2, no dejan de irse confirmando, como consecuencia de la convergencia de dos importantes tecnologías: la informática y las telecomunicaciones, formando lo que se ha denominado acertadamente "telemática".

En los años 90 estos procesos se han ido convirtiendo en el eje de las modernas políticas de desarrollo de las grandes potencias del mundo3, que se ven obligadas a adaptar sus propias formas de vida y de trabajo a las nuevas condiciones impuestas por las tecnologías de la información4.

Estas transformaciones determinan cambios estructurales profundos en la organización de la sociedad, pero también, y por descontado, en las formas de transmisión y de almacenamiento de la información, creando nuevas lógicas y nuevos procedimientos de documentación.

En esta "nueva sociedad" los "mass media" siguen teniendo un gran protagonismo, pero este protagonismo empieza ya a ser compartido con otros múltiples sistemas de intercambio de información, particularmente a través de los Webs en INTERNET.

Los efectos de estas nuevas lógicas sobre la documentación y los estudios olímpicos será el principal objetivo de esta comunicación.


El olimpismo: un laboratorio privilegiado para el estudio de las nuevas sinergías en la sociedad de la información
Estas transformaciones tecnológicas tienen un campo de experimentación privilegiado en los Juegos Olímpicos.

En primer lugar porque se aplican a los múltiples sub-sectores y etapas de la celebración de los Juegos: planificación, organización, realización, transmisión medíatica y documentación.

En segundo lugar por que en ella se concentran los principales actores (industriales, institucionales y comerciales) interesados en esta experimentación, con la finalidad de poner a prueba sus competencias y conseguir el liderazgo de la innovación en sus correspondientes sectores.

Los Juegos Olímpicos modernos ponen a prueba, en su máxima tensión y en un corto periodo de tiempo, las principales sinergías de las nuevas formas de organización y de comunicación propias de la sociedad de la información.

Pero, sin duda, esta posibilidad de experimentación tiene su máximo exponente en el sector de las comunicaciones (telecomunicaciones, mass media, tecnologías de la información), que protagonizan con los Juegos la mayor concentración histórica posible y que se ven sometidos a la máxima prueba de eficacia ante la mirada expectante y crítica de la prensa mundial.


La documentación olímpica: valor añadido de la gestión de información de los Juegos Olímpicos
Existe un hecho muy relevante para el futuro de las técnicas y de las estrategias de documentación: las nuevas formas de procesamiento de la información tiendan a reducir las diferencias existentes entre los procesos de gestión de la información y su posterior almacenamiento documental o histórico.

Las nuevas tecnologías de la información, y la progresiva digitalización de la producción de información, permiten integrar el entramado de información (informatización) de la organización de los Juegos con sus procesos de documentación. Los procesos de producción, procesamiento, difusión y archivo de la información tienden a integrarse entre sí, perdiendo su anterior autonomía y beneficiándose de múltiples sinergías.

Así, la documentación puede dejar de ser un proceso superpuesto a la gestión de la información por parte de los Comités Organizadores de los Juegos Olímpicos (COJO), para convertirse en un producto derivado -"on line"- de toda su gestión organizativa. La documentación olímpica -por lo menos la parte de la documentación que se deriva de la organización de los Juegos- puede y debe transformarse en un gran fuente de información "on line".

Los Webs en Internet de los Comités Organizadores de los Juegos Olímpicos (Atlanta'96, Nagano'98, Sydney'2000), de los Comités Olímpicos Nacionales y del Comité Internacional Olímpico constituyen los primeros ejemplos de esta nueva sinergía entre documentación y información olímpicas.


Atlanta'96: los primeros Juegos de la era Internet
Las aplicaciones de la informática a la gestión de los Juegos se inició en Tokio'64. En aquellos Juegos un ordenador de grandes dimensiones físicas y de capacidad similar a las actuales agendas de bolsillo (64 K) fue utilizado por primera vez para la gestión de resultados de las pruebas deportivas.

La principal diferencia entre aquella experiencia pionera -que luego tendría continuidad hasta Seul'88- y la actual era telemática, radica en la integración en un mismo proceso de la informatización de resultados (cálculo y archivo) y la información - transmisión. En este sentido puede afirmarse que la era telemática propiamente dicha no se inicia hasta los Juegos de Barcelona en 1992 donde un programa especial (BIT'92)5 planificó los recursos de la electrónica, la informática y las telecomunicaciones. Incluso puede afirmarse que en algunos casos, como por ejemplo en la información sobre resultados, el rendimiento de aquellas tecnologías no ha sido superado por ediciones posteriores de los Juegos.

Pero de hecho la era "Internet" no se inicia hasta la preparación y organización de los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996.

Recordemos por ejemplo, que el Web del Comité Internacional Olímpico empezó a ser operativo en 1995 y que fue en Atlanta donde se utilizaron por primera vez y de manera generalizada estas nuevas formas de comunicación.

Esta primera experiencia puso en evidencia todas las potencialidades de la nueva tecnología pero también todas sus contradicciones.

Los Organizadores de Atlanta'96 tuvieron a su disposición un impresionante dispositivo de recursos informáticos provisto por IBM: 7000 IBM Pcs, 250 LANS, 80 AS/400s, 30 RS/ 6000s y 4 System/390. Este sistema, que incluía importantes recursos para los profesionales de los medios de comunicación ("Info'96" y "Comentators Information System") soportó hasta 31 millones de consultas de datos y 4,9 millones de contactos E-Mail6.

Cifras aún mas alias se manejan para contabilizar los usos de Internet durante los Juegos del Centenario. Según fuentes de IBM en Atlanta'96 se generaron cerca de 100.000 E-mail para la familia olímpica y los atletas. El Web oficial de Atlanta (www.atlanta.olympic.org) permitió la venta de 130.000 tickets y tuvo, según estas mismas fuentes, hasta 11 millones de "hits" diarios, totalizando 190 millones de "hits" durante los 16 días de celebración de los Juegos.

Algunos han utilizado la expresión "IBMers" en contraposición a la de "televiewers", para identificar las dimensiones y la importancia de estas nuevas formas de consumo comunicativo de los Juegos Olímpicos.

Pero dejando aparte este optimismo "cuantitativo", los Juegos de Atlanta también pusieron al descubierto todas las contradicciones de la actual fase de implantación de las nuevas tecnologías de la información. Y no únicamente por sus evidentes desequilibrios mundiales, sino también por las deficiencias detectadas en los sectores en los que, por lo menos aparentemente, estas tecnologías deben ser más seguras: en el suministro de información.

En Atlanta distintos operadores actuaron como si la información vía Internet ya fuese una práctica comunicativa plenamente implantada. La experiencia demostró, sin embargo, que nos encontramos en una fase muy inicial del nuevo proceso.

La contradicciones fueron numerosas. Empezando por diversos problemas e insuficiencias del propio sistema, tales como la lentitud en la recepción de la información ("waiting for replay"), los cortes permanentes en la transmisión ("transfer interrupted"), la densidad de los diseños gráficos de la mayoría de las home page, la saturación de las líneas, etc.

Otras importantes contradicciones fueron consecuencia de diversas disfunciones en lo que podríamos denominar el uso social de estas nuevas tecnologías. Una de las mas importantes fue, sin duda, el desconocimiento de estas tecnologías por parte de los principales actores de la organización de los Juegos (directivos, responsables políticos, atletas, incluso periodistas). Otras contradicciones se derivaron de los errores ("humanos") en la codificación manual de la información o en la insuficiente previsión de testar todas las operaciones antes de someterlas a su uso público.

De todo ello se derivaron múltiples retrasos y errores en la distribución "on line" de la información sobre los resultados deportivos. Estos errores tuvieron una amplia repercusión en los medios de comunicación internacionales, siendo reconocidos y reinterpretados ("What really Happened ?" ) de forma pública por la propia IBM7 responsable de los distintos aspectos relacionados con la informática en Atlanta'96.

Estos errores demostraron la fragilidad de las nuevas formas de información en un punto clave de los procesos informativos: el control de calidad de la producción de información.

Los responsables de las nuevas tecnologías acostumbran a exagerar en sus promesas de seguridad, instantaneidad y multiplicación de la información, en parte por razones promocionales, pero también por un exceso de confianza en la capacidad de automatización de los nuevos sistemas, sin tener en cuenta que la información no es solo "repetición", sino sobre todo y especialmente, "producción" de información.


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Lecturas: Educación Física y Deportes.
Año 3, Nº 10. Buenos Aires. Mayo 1998
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