Establecimiento de líneas base de actuación del portero de fútbol de alto rendimiento en la fase ofensiva |
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*Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Doctorando del Programa "Rendimiento y Gestión en Ciencias del Deporte" **Profesor de Baloncesto. FCAFD ***Profesora de Fútbol. FCAFD, Universidad Católica San Antonio de Murcia |
Daniel Rodríguez Muñoz* Dr. Enrique Ortega Toro** Dra Pilar Sainz de Baranda Andujar*** mpsainz@pdi.ucam.edu (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 98 - Julio de 2006 |
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1. Introducción
En la actualidad la cantidad y calidad de los entrenamientos llevados a cabo para la preparación técnica, táctica, psicológica, biológica, física y teórica del jugador de fútbol, no parecen ser aún las más apropiadas, así como el seguimiento de su participación en la competición (Sainz de Baranda, Ortega y Garganta, 2005). Por ello, como indica Castellano (2000), las aportaciones de rigor y objetividad deberían incrementarse, ya que una descripción detallada y pertinente de la acción del juego debe formar la base y el sustento de los entrenamientos y, por tanto, de un mayor rendimiento deportivo.
Así pues, el análisis de la competición va a ser un medio para mejorar el conocimiento del juego (Mobaerts, 1991) desde una perspectiva física y técnico táctica del jugador (Garganta, 2000). Además, va a suponer una fuente de información para la organización y el diseño de las tareas específicas para el entrenamiento, que deben asegurar un trabajo en el que se realicen situaciones semejantes a la propia competición (Hughes, 1996; Cruz, 1997; Garganta, 1997; Pino, 1999; Castelo, 1999; Castellano, 2000).
Dentro de los diferentes puestos específicos en el fútbol, la elección del portero va a ser clave a la hora de confeccionar un equipo, y más aun si se observa el fútbol de alto rendimiento (Sainz de Baranda, 2002). La seguridad y confianza que tenga el equipo en él será de gran importancia, ya que su actuación puede influir de manera significativa en el juego del equipo, no sólo en facetas defensivas, sino también en aspectos ofensivos.
Dentro del juego del portero se pueden diferenciar dos fases (ataque-defensa), que vendrán determinadas por la posesión o no del balón, y que determinarán actitudes y comportamientos de naturaleza técnico-táctica a modo de principios ofensivos o defensivos (Hughes, 1990; Garganta y Pinto, 1997).
La gran mayoría de propuestas práctica de entrenamiento, así como de trabajos de investigación analizan la fase defensiva del portero, apreciándose escasos trabajos en los que se analizan la intervención del portero en la fase ofensiva del juego (Sainz de Baranda, Llopis y Ortega, 2005).
En este sentido, la participación del portero en la fase de ataque ha ido aumentando con el paso de los años. En concreto, Yagüe y Martín (1995) tras estudiar 7 partidos del Mundial de EE.UU. de 1994, obtuvieron una media de 25.3 acciones por portero en cada partido, mientras que Sainz de Baranda y Serrato (2000c) y Sainz de Baranda (2002), registraron una media de 28.48 y 25.96 en el Mundial de Francia de 1998 y en la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000 respectivamente. En esta misma línea ascendente, se encuentran los datos observados por Sainz de Baranda, Ortega y Garganta (2005), en cuyo estudio se registró una participación del portero en la fase ofensiva de 30.3 acciones por partido. Por lo tanto, el portero va a colaborar con sus acciones en la construcción de la acción ofensiva y en algunas ocasiones en la creación de situaciones de finalización.
Para cumplir este objetivo el portero dispone de un conjunto de acciones técnicas que van a estar condicionadas, en un primer momento por cómo el portero obtiene la posesión del móvil. Para analizar la aportación del portero en el juego ofensivo del equipo, se debe valorar, la acción técnica elegida, la longitud, la orientación y su precisión (Sainz de Baranda y Ortega, 2002; Sainz de Baranda, Llopis y Ortega, 2005).
En cualquier caso, el estudio notacional hace necesario establecer una "línea base", que permita decidir el número de partidos que es necesario analizar para asegurar que todas las variables analizadas y comparadas se han estabilizado (Hughes y Wells, 2001).
Los objetivos del presente trabajo de investigación son:
Obtener valores de referencia que permitan diseñar tareas en el entrenamiento adaptadas a las situaciones reales de competición.
Determinar el tamaño de muestra a partir del cual se estabiliza cada una de las variables objeto de estudio.
2. MétodoSe valoró la acción y participación en la fase ofensiva de un portero titular perteneciente a un equipo de la Liga Profesional de Fútbol, durante dieciséis partidos de la temporada 2003-2004.
Se diseñó un instrumento ad hoc para registrar las variables objeto de estudio. El instrumento de observación que se ha utilizado fue una combinación de sistema de categorías y formato de campo (Anguera, 2004). Para la construcción del instrumento de observación, se han utilizado dos estudios pilotos (Sainz de Baranda y Serrato, 2000; Sainz de Baranda, 2002), en los cuales se establecieron una lista inicial de rasgos (Anguera, 2003), determinados por una serie de criterios, a partir de la cual se fue limitando y acotando el inicio y fin, duración, periodicidad, focalización y simultaneidad de las conductas. A partir del diseño de dicho instrumento, se registraron los siguientes aspectos del juego:
1. Modalidad de obtención del balón: modo en el que el portero obtiene el control del balón para iniciar la fase de ataque. El portero puede obtener el balón tras: a) tiro a puerta; b) centro; c) error del equipo contrario; d) pase de compañero; e) otros.
2. Acción del portero: gesto técnico de ataque que realiza el portero tras obtener el móvil: a) saque de meta; b) pase con el pie; c) pase con la mano; d) saque de falta; e) despeje con el pie; f) otros.
3. Desplazamiento: acción física que realiza el portero previa al gesto técnico.
4. Longitud: distancia alcanzada por el saque o pase del portero (figura 1). Para su valoración se utiliza un campograma divido en cuatro zonas: 1) Corta (campo trasero); 2) Corta media (campo trasero medio); 3) Media larga (campo delantero medio); 4) Larga (campo delantero).
5. Orientación: microespacio del terreno de juego hacia el cual el portero dirige el balón mediante un pase o saque. Para su valoración se utiliza un campograma (figura 2) dividió en tres zonas: carril derecho (3), carril central (2) y carril izquierdo (1).
6. Precisión: valoración de la precisión del ataque del portero. La precisión se dividió en: a) Precisión directa: cuando el balón procedente de la acción del portero es dominado por un jugador de su equipo, ya sea por el aire o por el suelo, manteniendo la posesión del móvil; b)· Precisión tras rechace: cuando el balón procedente de un saque, o pase del portero, es dominado por un jugador de su equipo tras un balón dividido, ya sea por el aire o por el suelo, manteniendo la posesión del móvil; c) Sin precisión: cuando el equipo del portero no se favorece de su acción de ataque, perdiendo la posesión del balón.
7. Tipo de ataque que se inicia con la acción del portero. Se ha dividido en: a) pérdida de posesión del móvil; b) ataque posicional c) contraataque o pase de contraataque; d) fuera de banda; e) falta recibida; f) portero contrario; y g) otros.
Previo a la recogida de los datos se realizó el entrenamiento de los observadores, para lo cual se utilizó la metodología expuesta por Behar (1993). Se utilizaron 5 observadores estableciendo un índice de confiabilidad (Coeficiente de Correlación Intraclase o índice de Kappa) del 0.95.
Se realizó un análisis estadístico de carácter descriptivo, dentro del cual se calculó la media, y los porcentajes de las conductas realizadas por el portero analizado en los partidos observados. Se utilizó el programa estadístico SPSS.13.0.
Con el objetivo de apreciar la evolución de las variables a lo largo de los diferentes partidos, se elaboraron las "Líneas Base", a partir de la propuesta de Hughes y Wells (2001).
3. Resultados y discusiónEn la tabla 1 se observa la media, el porcentaje y el número de acciones de las distintas variables objeto de estudio, en los diferentes partidos analizados.
Los datos procedentes de la tabla 1 señalan una participación del portero en ataque de 29.25 acciones por partido, valores muy semejantes a los registrados por Sainz de Baranda, Ortega y Garganta (2005), con una muestra formada por partidos del Mundial de Corea y Japón 2002. En ambos casos se aprecian valores superiores a los 25.3 registrados por Yagüe y Martín (1995) tras estudiar 7 partidos del Mundial de EE.UU., a los 28.48 y 25.96 observados por Sainz de Baranda y Serrato (2000c) y Sainz de Baranda (2002), en el Mundial de Francia de 1998 y en la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000 respectivamente. Estos datos señalan el valor de 30 acciones como valor de referencia a la hora de diseñar tareas en el entrenamiento que se acerquen a las características de la competición.
Con relación a la variable obtención del móvil, en la tabla 1 se aprecia que la forma más habitual en que los porteros obtienen el móvil es por un error del equipo contrario con una media de 12.5 acciones, seguida de los tiros a puerta, 7.87 acciones, y del pase compañero 5.25. Por el contrario, los modos menos habituales de obtención del móvil son otros, 3.56 y centros 2.68 acciones por partido.
En la figura 1, se observa la evolución de la variable "obtención del móvil" a lo largo de los dieciséis partidos disputados por el portero objeto de estudio. En concreto se observa que la categoría "error del equipo contrario" se estabiliza en torno al quinto-sexto partido, la categoría "tiro a puerta" en torno al undécimo y las categorías "pase compañero", "otros" y "centro" en torno al quinto-sexto partido.
Estos datos señalan que si se pretende analizar la variable "obtención del móvil", es recomendable observar como mínimo once partidos, si bien será necesario calcular la evolución de los datos, una vez se hayan registrado.
En la tabla 1 se distingue dentro de la variable acción de ataque que el saque es la más realizada con una media de 10 por partido. En esta tabla 1, se observa que los porteros tienden a iniciar la fase ofensiva de manera similar con el pase con la mano y con el pase con el pie (6.5 y 5.4 acciones respectivamente). En menor número de ocasiones aparece la variable "falta" con 3.6 acciones y la variable "despeje con el pie" con 2.3 repeticiones.
Como se observa en la figura 2 las categorías "saque" y "pase pie " se estabilizan a partir del partido 10, mientras que las categorías "pase mano", "falta" y despeje con el pie" lo hacen entre el partido 4-5.
Tras el análisis de estos datos, se obtiene que para analizar la variable "acción de ataque" es necesario observar, al menos, diez partidos, siendo necesario calcular la evolución de los datos, una vez que se hayan registrado.
En este estudio, se observa que es el pie la superficie más utilizada para comenzar el ataque, con un 78.26%. En consonancia con lo que ocurre en el estudio de Yagüe y Martín (1995) en el que las acciones con el pie fueron el 72.6 % del total. Estos datos indican que el aumento en el número de intervenciones en el ataque del portero es debido a su mayor participación en su organización, sin que el balón haya salido del terreno de juego. Por lo tanto, es necesario que el portero domine el balón con los pies, para participar de forma activa en tareas globales en los que el uso del pie sea protagonista (Sainz de Baranda y Serrato, 2000c; Sainz de Baranda, 2002).
Con el objetivo de poder diseñar tareas próximas a la competición, los entrenadores deben tener en cuenta que se deben diferenciar dos tipos de pases cuando el balón no ha salido del terreno de juego; a) aquellos en los que el balón procede de un compañero, por lo que en la mayoría de las ocasiones el portero no puede jugar el balón con la mano, b) aquellas ocasiones en las que el portero se hace con la posesión del balón procedente del contrario (tiro a puerta, centro o error del contrario), por lo que sí puede usar las manos.
Estos datos contrastan con los obtenidos por García (1992), que observa que el 70% de las acciones realizadas por el portero se resuelven con un pase con la mano hacia el compañero y el 30% restantes con pases con el pie. Esto se debe a que durante la temporada 1990-1991 el portero podía blocar el balón tras recibir un pase de un compañero.
Este cambio de regla significó el aumento del juego con el pie en detrimento del pase con la mano. Por lo tanto, en la programación de las sesiones se debe tener en cuenta la forma de obtención del móvil por parte del portero, ya que, normalmente, se olvida entrenar aquellas situaciones en las que el balón proviene de un pase con el pie de un compañero. El uso, el control y diseño de tareas en las que el portero recibe el balón de un compañero con el pie, deberán formar parte de la planificación del entrenamiento del portero, así como el entrenamiento de los diferentes tipos de cesiones del jugador de campo hacia el portero (Sainz de Baranda, Ortega y Garganta, 2005).
En relación con la variable "desplazamiento", en la tabla 1 se aprecia que los porteros tienden a realizar una media de 23.93 acciones con desplazamientos y 0.68 sin desplazamientos por partido.
En la figura 3, se aprecia la evolución de la variable "desplazamiento" a lo largo de los dieciséis partidos disputados por el portero objeto de estudio. En concreto se observa que la categoría "no desplazamiento" se estabiliza en torno al segundo-tercer partido, mientras que la categoría "desplazamiento" lo hace en torno al décimo.
Estos datos señalan que si se pretende analizar la variable "desplazamiento" en el portero, es recomendable observar como mínimo diez partidos, si bien será necesario calcular la evolución de los datos, una vez se hayan registrado.
El número de acciones en las que el portero realiza desplazamiento previo es de 23.93 por partido, resultado similar a los datos obtenidos por Sainz de Baranda, Ortega y Garganta (2005) en el Mundial del 2002 con una media de 25.4 acciones y a los obtenidos en la Eurocopa del 2000 en la que se registró una media 21.38 (Sainz de Baranda, 2002). Sin embargo estos valores son muy superiores a los 15.07 obtenidos en el Mundial de 1998 (Sainz de Baranda y Serrato).
La modificación reglamentaria ha producido que los porteros realicen un desplazamiento previo a la acción ofensiva en la mayoría de las ocasiones. De tal forma, se ha observado un incremento paulatino de los desplazamientos desde que se produjo el cambio en el reglamento hasta que se ha estabilizado alrededor de las 23-24 acciones con desplazamiento por partido.
Los datos procedentes de la tabla 1 reflejan que la longitud que predomina en las acciones de los porteros es la larga, 13.6 acciones, a continuación la longitud corta con 9,81 repeticiones por partido. Como se observa en la tabla 1 la categoría "corto medio" y "largo corto", se repiten en un menor número de ocasiones, 1.75 y 2.93, respectivamente.
Las categorías "corto medio" y "largo corto" se estabilizan a partir del cuarto partido, mientras que las categorías "corto" y "largo" lo hacen a partir del décimo partido aproximadamente.
Tras el análisis de estos datos se obtiene, que para realizar un estudio de la variable longitud, es necesario observar como mínimo diez partidos, si bien será necesario calcular la evolución de los datos, tras registrarlos.
En la figura 5, se presenta la evolución que ha seguido la variable orientación durante los partidos analizados al portero objeto del estudio
Como se observa en la figura 5, las categorías "izquierda" y "derecha" del portero presentan valores similares. Estabilizándose en torno al partido 10 en 4 acciones. Los valores obtenidos en la categoría "centro" son mayores, estabilizándose alrededor de 20 acciones entre el partido 7-8.
Estos datos indican que para analizar la variable orientación, es recomendable una muestra de, al menos, diez partidos.
En cuanto a la variable precisión, se puede observar en la tabla 1 que la precisión es directa en 13.12 ocasiones, tras rechace en 3.81 y que no existe precisión en 10.68 acciones.
En la figura 4, se observa como la precisión tras rechace y la precisión directa se estabilizan entre el partido 4 y 5. En cambio, no es tan evidente el momento en el que se estabiliza la media cuando se hace referencia a la categoría de "no precisión", si bien, a partir del partido 7, oscila en valores cercanos a las trece acciones.
Tras el análisis de estos datos se obtiene, que para realizar un estudio de la variable precisión, es necesario observar como mínimo siete partidos, si bien será necesario calcular la evolución de los datos, una vez se hayan registrado.
En el presente estudio se observa que el 47.51% de las acciones iniciadas por el portero finalizan con precisión directa, el 13.8% con precisión tras rechace y el 38.69% no tienen precisión. Estos resultados son prácticamente idénticos a los obtenidos en el Mundial de 2002 en el que en un 48.3% de las acciones se obtiene precisión directa, en un 13.9% precisión tras rechace y en un 37.7 el portero no tiene precisión (Sainz de Baranda, Ortega y Garganta, 2005).
En el estudio realizado por Sainz de Baranda, Ortega y Garganta, (2005) en el Mundial del 2002, se relacionan la precisión y la longitud de las acciones del portero. Dando como resultado que en las acciones de longitud corta existe un 98% de precisión mientras que en las acciones de longitud larga un 48%. De estos datos se desprende que es necesario trabajar en los entrenamientos la acción de pase, sobre todo, el pase largo. Debido a que la acción del pase no depende sólo del pasador, sino también del receptor del pase, es necesario reproducir situaciones reales de competición, en las que también haya defensores.
En referencia a la variable tipo de ataque que se inicia con la acción del portero se puede comprobar en la tabla 1 que prevalece sobre las demás la categoría "ataque estático" con 14.75 acciones por partido, seguido de las jugadas que finalizan con perdida de la posesión del balón (8.18 ocasiones por partido). En tercer lugar, pero a mucha distancia, se encuentran los contraataques con 0.56 acciones por partido.
En la figura 7, se observa que las diferentes categorías de la variable tipo de ataque que se inicia con la acción del portero, se estabilizan en torno al partido cinco. Esto indica que para realizar un estudio de esta variable es necesario analizar como mínimo cinco partidos.
Tras analizar el tipo de ataque que se inicia con la acción del portero, es el ataque estático (55.53%) el que aparece en más ocasiones, existiendo una representación muy escasa del contraataque (2.12%). Apareciendo un número importante de pérdida de la posesión tras el saque del portero (30.82%). En este sentido Yagüe y Martín (1995), tras analizar la finalización de la jugada que inicia el portero, observaron que de las 268 (75.5) acciones que el equipo del portero pierde la posesión del balón, en un 18.3% el balón sale fuera, en un 78.5% el balón es para el equipo contrario y en un 3% se produce una falta en contra. Mientras que de las 87 (24.5) acciones que acaban en posesión del equipo del portero, un 9.2% con un tiro fuera, un 29.9 en falta a favor del equipo del portero y un 42.5% en centros peligrosos (el 35.2% desde medio campo, el 29.6% próximos al área y el 35.2% desde la línea de fondo).
Estos datos indican que el ataque del portero es poco aprovechado, ya que, en la mayoría de las ocasiones, su continuación no finaliza en acciones de peligro, por lo que quizás se debería aumentar el trabajo del portero en la fase ofensiva con situaciones globales y objetivos específicos (Sainz de Baranda, Ortega y Garganta, 2005).
4. Conclusiones
La acción más habitual a partir de la cual el portero obtiene la posesión del móvil, es a través de un error del equipo contrario con un 39.22% (12.5 por partido), seguido de tiros a puerta con un 24.71% (7.87 por partido) y pase del compañero con un 16.47% (5.25). Estas variables se estabilizaron a partir del decimoprimer partido.
El saque es la acción más utilizada por los porteros para iniciar la fase de ataque con un 34.51% (9.75 por partido), seguido del pase pie con un 23.01 (6.5), el pase con la mano con un 19.25% (5.43) y el saque de falta con un 13.05% (3.68 por partido). Estas variables se estabilizaron a partir del décimo partido.
El portero objeto de estudio realiza desplazamiento en el 97.21% (23.9 por partido) de las ocasiones en las que participa en la fase de ataque. Esta variable se estabilizó a partir del décimo partido.
Atendiendo a la longitud, el microespacio más utilizado para el inicio de los ataques es el campo delantero con un 46.97% (13.06 por partido), seguido del trasero con un 35.28% (9.81 por partido). Estas variables se estabilizaron a partir del décimo partido.
Con respecto a la orientación es el carril central el más utilizado con un 69.66% (19.37 por partido). Estas variables se estabilizaron a partir del décimo partido.
En un 47.51% (13.12 por partido) de las acciones se obtiene precisión directa, en un 13.8% (3.6) la precisión es tras rechace y en un 38.69% (10.68) el portero no tiene precisión. Estas variables se estabilizaron a partir del séptimo partido.
El ataque que inicia el portero finaliza con ataque estático de su propio equipo en un 55.53% de los casos (14.75 por partido), o en un 30.82% (8.1) en pérdida de posesión El resto de categorías apenas llega a un 5%. Estas variables se estabilizaron a partir del quinto partido.
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digital · Año 11 · N° 98 | Buenos Aires, Julio 2006 |