¿Existen un conjunto de características comunes y propias de las jugadoras de fútbol? |
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Profesora de Fútbol Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Universidad Europea de Madrid |
Maite Gómez López m_teresa.gomez@uem.es (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 92 - Enero de 2006 |
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1. Introducción
Desde que se celebrara en 1991 el primer mundial femenino, el fútbol femenino ha ido experimentando un creciente auge y desarrollo, reflejado en las 22 millones de practicantes que existen repartidas por todo el mundo y que representan un 10% respecto al total de jugadores (FIFA, 2002).
Fruto del interés que suscita el auge de esta práctica es también la realización de estudios e investigaciones que pretenden acercarnos a la realidad, hasta ahora poco conocida, de la mujer futbolista y de las demandas que representa la práctica del fútbol.
El objetivo de este trabajo era realizar una revisión documental sobre las investigaciones y estudios realizados con mujeres futbolistas de manera que pudiéramos examinar y determinar, si fuera posible, si existen un conjunto de características comunes y propias de las jugadoras de fútbol que nos permitieran establecer un perfil de la mujer futbolista.
2. Características antropométricasComo podemos observar en la Tabla 1, la media del porcentaje de grasa de las jugadoras españolas que participaron en el estudio de Gómez, Barriopedro y Pagola (en prensa) se aproxima a la encontrada por Tamer et al. (1997) en jugadoras de élite turcas, es algo menor que el descrito por Ekblom (1994) en jugadoras suecas de élite, por Tumilty & Darby (1992) en jugadoras del equipo nacional australiano así como Can et al. (2004) en jugadoras turcas, y sustancialmente más baja que la encontrada por Jensen & Larsson (1993) en las jugadoras del equipo nacional danés y por Scott (2002) en jugadoras de la 1º división inglesa. No obstante, es mayor que la hallada por Siegler et al. (2003) en jugadoras escolares de Montana.
Sin embargo, debemos ser prudentes a la hora de comparar estos datos, ya que la heterogeneidad de los grupos objeto de investigación (número, edad, peso, talla y experiencia deportiva), las diferencias tanto en el número (entre 4 y 7) como en el tipo de pliegues utilizados (triceps, suprailiaco, subescapular, abdominal, cuadricipital y bicipital), así como en las fórmulas y métodos aplicados para la estimación del porcentaje de grasa corporal hacen que estos valores sean difícilmente comparables.
Por otro lado, consideramos que el Índice de Masa Corporal o IMC (cociente entre el peso en kilogramos y la talla, al cuadrado, en metros) habría resultado una variable más interesante a la hora de comparar las características morfológicas de los grupos analizados.
Tabla 1. Características antropométricas de jugadoras de fútbol (Media ± SD)
3. Características fisiológicasFrecuencia cardiaca
Pese al escaso número de estudios que hemos encontrado en los que se analice la frecuencia cardiaca de las jugadoras de fútbol durante un partido, en la Tabla 2 podemos comprobar que los datos hallados por Gómez y Barriopedro (2005) sobre la frecuencia cardiaca media en las jugadoras españolas son muy parecidos a los encontrados por Ekblom & Aginger (Brewer & Davis, 1999) en jugadoras suecas de élite en tres partidos diferentes; o a los hallados por Bangsbo (1994) en una jugadora de la selección danesa y los obtenidos Miles et al. (1993) en jugadoras que participaron en un juego 4x4. Sin embargo, son superiores a los registrados por Reiter et al. (1996) con siete jugadoras de la 1º división de la Liga Inglesa.
Tabla 2. Frecuencias cardíacas medias y máximas en jugadoras de fútbol (lpm) (Media ± SD).
Con relación a la frecuencia cardiaca máxima, en la Tabla 3 podemos observar como los valores encontrados en las jugadoras españolas (Gómez y Barriopedro, 2005) son superiores a los descritos por Reiter et al. (1996) y comparables a los hallados por Ekblom & Aginger (Brewer & Davis, 1999).
Tabla 3. Frecuencias cardiacas medias y máximas (lpm) de jugadoras de fútbol durante el primer y el segundo tiempo (Media ± SD)
Para las jugadoras españolas (Gómez y Barriopedro, 2005) la frecuencia cardiaca media fue un 2,29% más alta en el primer tiempo que en el segundo. Además, en el 1º tiempo trabajaron a un 88,68% del promedio del ritmo cardiaco máximo del equipo, que fue de 196,86 ± 6,31 lpm, mientras que en el 2º tiempo lo hicieron a un 87,34% (195,29 ± 7,06 lpm), lo que indica que la frecuencia cardiaca máxima fue un 0,79% más alta en el primer tiempo que en el segundo. Estos datos indican que durante el partido las jugadoras trabajaron a una intensidad relativa media del 85-90% de la frecuencia cardiaca máxima del equipo y a una intensidad relativa media del 80% del VO2 máx.
Estos valores son ligeramente superiores al 84% del promedio del ritmo cardiaco máximo encontrado por Bangsbo (1994) en una jugadora de élite danesa, que se corresponde con una intensidad relativa media del 79% del VO2 máx.; a los indicados por Miles et al. (1993) en los que las jugadoras que participaron en un juego reducido de fútbol 4x4 registraron valores del 85,7% de su frecuencia cardiaca máxima, y muy similares a los obtenidos por Ekblom & Aginger (Brewer & Davis, 1999) en los que 7 jugadoras del Equipo Nacional sueco presentaron valores entre el 89% y 91% del promedio del ritmo cardiaco máximo del equipo y a una intensidad relativa media del 70% del VO2 máx.
Consideramos que son pocos los estudios realizados y que valores medios de la frecuencia cardiaca así como los de frecuencia cardiaca máxima no son representativos de la dinámica de los esfuerzos durante los 95 minutos que dura el partido, por lo que resultaría muy interesante conocer durante cuánto tiempo cada jugadora registró valores que se corresponden con intensidades de esfuerzo bajas, medias, submáximas y máximas.
De la misma forma, pensamos que sería necesario conocer si existen diferencias individuales entre las jugadoras de un mismo equipo en función de sus características y el tipo de funciones que desarrollen dentro del sistema de juego del equipo, lo que permitiría individualizar el perfil de los esfuerzos así como las cargas de entrenamiento.
Concentración de lactato sanguíneoPese a que existen muy pocos trabajos que hayan estudiado la concentración de lactato sanguíneo y su evolución durante un partido de fútbol femenino, en la Tabla 4 podemos observar que, mientras que las concentraciones de lactato sanguíneo obtenidas en el estudio de Gómez y Barriopedro (2005) con jugadoras españolas de la liga preferente (5,8 ± 2,65 mmol/l en el primer tiempo y 4,63 ± 1 mmol/l, en el segundo) son similares a los 5,1 ± 2,1 mmol/l encontrados en jugadoras suecas de élite por Ekblom & Aginger (Brewer & Davis, 1999) al finalizar la primera parte y los 4,6 ± 2,1 mmol/l de la segunda parte. Sin embargo, las concentraciones obtenidas en el segundo estudio de Gómez y Barriopedro (en prensa) (7,06 ± 2,97 mmol/l en el primer tiempo y 7,34 ± 4,49 mmol/l, en el segundo) son más altas que las citadas por éstas autoras y que los 4,0 ± 1,2 mmol/l presentados por Miles et al. (1993) durante la realización de un juego reducido de fútbol 4x4.
Tabla 4. Concentración de lactato sanguíneo (mmoloL¹) de jugadoras de fútbol al finalizar el primer y el segundo tiempo (Media ± SD)
Estas diferencias sobresalientes también han sido descritas en estudios sobre el fútbol masculino (Bangsbo et al., 1991, Bangsbo, 1999; Ekblom, 1986; Gorostiaga, 2002). La heterogeneidad de estos datos sugiere que debemos ser cautos en su interpretación ya que muestras aisladas de lactato sanguíneo no pueden ser consideradas como representativas de la producción de lactato durante la totalidad de un partido sino, más bien, la producción de lactato en un corto periodo anterior a la toma de la muestra y que puede estar condicionado por múltiples factores como las diferencias individuales que existen entre las jugadoras, las características de los esfuerzos que preceden a la toma de las muestras, el estilo de juego, la táctica y la estrategia empleada por el equipo así como el ritmo de juego (Bangsbo et al., 1991; Bangsbo, 1999; Gerish et al., 1988).
Consumo de Oxígeno y VO2máx.Como podemos observar en la tabla 5, los valores de VO2 y VO2 máx obtenidos por las jugadoras de fútbol son muy similares en los estudios de Miles, et al. (1993), Reiter, et al. (1996), Tamer, et al. (1997), Hoare & Warr (2000), Todd, Scott, & Chisnall (2002) y Polman et al. (2004), con valores discretos que van desde los 39.4 ± 3.72 mlokg1omin1 de las jugadoras de la 1º División Inglesa a los 44.8 ± 5.8 mlokg¹omin¹ de las jugadoras de la selección nacional inglesa. En otra franja de resultados se encuentran las jugadoras objeto de estudio de Arecheta, Gómez y Lucía, A. (en prensa), Colquhoun & Chad (1986), Rhodes & Mosher (1992), Evangelista et al. (1992), Jensen & Larsson (1993), Davis & Brewer (1992), Tumilty & Darby (1992) y Tumilty (2000), con valores que van desde los 45.1 ± 6.3 mlokg¹omin¹ de las jugadoras españolas a los 51.5 - 63.9 mlokg¹omin¹ de las jugadoras del equipo nacional danés, para finalizar con los 61 mlokg¹omin¹ obtenidos por Bangsbo (1994) en una jugadora internacional danesa.
Tabla 5. VO2 máx. de jugadoras de fútbol (mlokg1omin1) (Media ± SD).
4. ConclusionesLa escasez de investigaciones sobre la mujer futbolista así como la diversidad en los grupos objeto de estudio hacen que sea difícil comparar los datos mostrados en esta revisión. En aquellos casos en los que sí resultan comparables, la heterogeneidad encontrada en la bibliografía sobre las características de las mujeres futbolistas sugiere que, tal y como concluye Gorostiaga (2002), quizás no existan unas características específicas de la mujer futbolista, de la misma manera que ocurre en los hombres futbolistas (Casajús, 2004). Incluso, estas características podrían ser diferentes según la demarcación que ocupase cada jugadora y las funciones que desarrollase dentro del sistema de juego de su equipo.
Consideramos necesario el desarrollo de la investigación en esta área para poder profundizar en el conocimiento de los procesos fisiológicos y energéticos, de las conductas propias del juego (desplazamientos, distancias recorridas, velocidades a las que se recorren estas distancias, intensidades de los esfuerzos; número, frecuencia, características y complejidad de los golpeos, cargas, saltos, etc.), de las acciones del juego (acciones técnico-tácticas) y de la competición (sistema de juego, estrategia, etc.), que nos aporten un conocimiento específico de la mujer futbolista.
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revista
digital · Año 10 · N° 92 | Buenos Aires, Enero 2006 |