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¡Hay Equipo!

   
Lic. en Sociología
Docente en Educación Física
 
 
Emilio Gutiérrez
asturycris@fibertel.com.ar
(Argentina)
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 88 - Setiembre de 2005

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"La gente cree que se gana
con los cinco mejores,
pero yo descubrí que se gana
con los cinco que mejor funcionan juntos"
Red Auerbach

    La escena se reitera en todas las canchas donde haya un picado; en Imperio, GEBA o Crovara; en Porteño, Hacoaj o la UBA, da igual.

    El partido transcurre tranquilo, casi desganadamente lento. A los jugadores poco les importa que el rival penetre, pase o lance como se le ocurra.

    Marcan zonita…

    Sin entrenadores a la vista, todos los muchachos hilvanan la jugada de sus sueños sin que a nadie le importe como la terminen.

    La sensación de libertad es sumamente placentera.

    El poco público suele ser de ocasión: el intendente del club que pasa preocupado (todos los intendentes pasan con cara de preocupados), el mozo del bar o la señora del vestuario.

    Los rezagados van llegando despreocupadamente; es increíble ver como señores que hace 5' transitaban la City impecablemente vestidos, circunspectos profesores de cátedra, abogados artísticamente respetuosos o el quinielero de la vuelta, se transforman en un segundo en lo que realmente quieren ser: jugadores.

    Entran poniéndose la zapatilla saltando en una pierna, en cueros, pero llevando en las manos camisetas que caducaron cuando eran cadetes, y que solo ellos le dan valor porque solo ellos saben lo que padecieron hasta que se la pudieron robar al utilero.

    Vale todo. Una media verde, otra blanca, pantalón de fútbol, sin peinar y sin vendar. Cuando los vemos entrar, uno descubre que la felicidad finalmente existe.

    El partido sigue ahí, inmutable; su ritmo cansino lo asemeja a una vidala.

    Alguna que otra carcajada que remarca la macana del compañero o del rival, todo bien.

    Hasta que por fin, lo inevitable.

    Apenas los dos últimos invitados traspasan la puerta, el vozarrón deja escuchar las palabras mágicas: "¡Hay Equipo!"

    Misteriosamente todo se transforma. Las caras ya no son las mismas, las risas se apagan. La defensa se endurece, es man to man: el flaco con el flaco, el gordo con el gordo… Los pases son seguros, juntan y tocan, se la dan al grande que absorbe defensa y la vuelve a sacar para un lanzamiento a pie firme del lado débil.

    Nadie necesita explicaciones; todos saben que el partido es a 20 y si no llegan, a 10'.

    Nada es igual, se acabó lo que se daba y el ganador se quedará con la cancha y el honor.

    Ahora bien, ¿qué fue lo que cambió?

    ¿Cómo es que un tranquilo picón de verano se transforma en partido final con solo escuchar una consigna, un código deportivo?

    Simple: hay un objetivo que cumplir, eso es todo.

    El ejemplo anterior, es una clase magistralmente práctica de las diferencias existentes entre Juego y Deporte. Durante el primero, los practicantes suspenden momentáneamente la realidad generando una actividad pura y espontánea cuya finalidad no es otra que encontrar placer por el placer mismo de jugar (el juego por mandato, no es juego).

    En el deporte no.

    El juego reglado y la variable competitiva se fusionan para dar paso a otra situación, menos distendida, más tensa y real. Tanto los hábitos tácticos como las pericias técnicas serán indispensables para que ese conjunto de individuos pueda cumplir con la tarea que se propuso usando solo herramientas legalmente aceptadas por un reglamento en este caso, auto- impuesto.

    Cada uno cumplirá un rol determinado, cada quien se habrá ganado un status dentro de él y todos tendrán una estrategia que respetarán lo mejor que puedan

    Así, lograrán diferenciarse de una serie de personas que se juntaron para divertirse jugando, para convertirse en un grupo que deberá cumplir en este caso con un objetivo básico: ganar.

    Como en la vida, la actividad lúdica es la primera, la más importante, la creadora.

    Es por eso que tanto la necesitamos a la hora de educar a nuestros hijos, nos ayudará a formar personas creativas y al mismo tiempo a que sean más libres, más autónomos.

    El deporte no es su antagonista, sino un complemento ideal.

    Los practicantes tendrán que tomar decisiones, tolerar el fracaso y en el caso del básquetbol, en parte ser responsables no solo de su suerte, sino además de la del Equipo.

"El deporte, nos dice Javier Olivera Beltrán, propicia un excelente mecanismo de moderación del temperamento agresivo individual y colectivo, por lo que se convierte en un dispositivo de liberación de tensiones derivadas del autodominio de las emociones y de la exigencia de contención expresiva".

    ¿Cuando el grupo, que tiene por objetivo ganar, logra entonces ser un Equipo?

    Vamos despacio; una de las mejores Clínicas que se vieron en Buenos Aires la dictó el gran Dan Peterson en Ferro para el aniversario de ATEBA.

    En aquella oportunidad él dijo que trabajaba para lograr una buena química de equipo con las siguientes variables:

  1. trataba de darle a sus equipos una gran base física;

  2. buscaba jugadores de una gran riqueza técnica;

  3. que fueran obedientes tácticamente;

  4. fuertes mentalmente;

  5. en un clima armonioso de trabajo.

    Seguramente nos pondremos de acuerdo con Dan en forma rápida, pero además está claro que lo que no dijo por modestia, es tan importante como lo que antecede.

    Es impensado hacer un equipo sin un liderazgo claro fuera y dentro de la cancha.

    Julio Lamas cada vez que puede reitera:

"una cosa es saber que queremos que el Equipo haga y otra muy distinta lograr que los jugadores hagan lo que queremos"

    Tal cual, ni más ni menos.

    Siguiendo, para saber que objetivos debería plantearse cumplir un entrenador, sería importante que se prepare una rutina mental que le ayude a organizar sus pensamientos y su acción.

    Así, antes de iniciar el trabajo anual es indispensable contar con un buen diagnóstico. Los objetivos tendrán directa relación con la edad, el género y el nivel basquetbolístico de los muchachos; con el espacio y los útiles con los cuales cuenta; con el apoyo político y económico de quienes lo contratan.

    Una vez relevado este aspecto no menor, siempre se deberá plantear cuales serán los grandes objetivos, los trascendentes. Por ejemplo ayudar a educar a los chicos, poner un grano de arena para que jóvenes deportistas también sean buenas personas.

    Inculcar valores, hábitos de conducta éticos.

    ¿Por qué dejar pasar la oportunidad?

    Luego, cuando está listo, el entrenador dejará volar su imaginación: tratará de armar un gran equipo, ganar, salir campeón.

    Plantear los objetivos específicos es hermoso, pero seguramente si la ansiedad le gana la partida, si se adelanta, cometerá errores que mas temprano que tarde pagará muy caro.

    Lo que resta es más tedioso: planificar los contenidos a dar y organizar la tarea temporalmente no es fácil pero sí, indispensable.

    Además siempre deberá contar con una estrategia y un método.

    Salir a la pista sin plan de vuelo, sin hoja de ruta, es sencillamente suicida.

    Jack Donahue solía decir

"Quien no se organiza, se organiza para perder" o dicho de una vez: darse cuenta

    tarde, es igual a mal.

    La ecuación didáctica básica que cualquier entrenador deberá resolver, siempre será la misma: que enseñar sabiendo el tiempo, el espacio y el contexto que le toca en suerte.

    Por último, para poder tener alguna chance de formar algo parecido a un Equipo deberá saber que tendrá que evaluar.

    Es probable que no le gusten los resultados que vea, pero eso lo obligará a corregir lo que está mal o a plantearse objetivos más cortos y alcanzables, pero esto es lo más saludable si sus pretensiones son formar equipos y no grupos de jugadores que se presenten a jugar sin saber lo que quieren.

    Ahora, si en el siguiente ciclo se corrigen los errores, y los problemas subsisten, no está mal que también se trate de evaluar una variable imperceptible: el deseo de los jugadores.

    Es muy importante recordar llegado este punto lo que acostumbra decir el Profesor Alberto Finguer en sus clases de Básquetbol en el Instituto de EF "Romero Brest":

"los jugadores tienen que saber que deben hacer y como lo deben hacer; pero además, deben querer hacerlo"

    Un Equipo es básicamente un sistema de relaciones, y los grandes Equipos siempre han superado en su etapa de formación obstáculos que parecían insalvables, peleas internas o externas que lograron fortalecerlos una vez que superaron los problemas.

    Es indispensable saber que no siempre la aparición de conflictos deja en una mala situación al entrenador para conformar un equipo.

    Muy probablemente se verá que si el grupo está buscando su identidad estos se den con cierta frecuencia; pero si el mismo grupo de jugadores es capaz de resolverlos sin ayuda externa, se fortalecerá, será más fuerte aún.

    Fue Mike Krzyzewski ("Mr. K"), entrenador campeón de la NCAA con Duke, quien comparó un equipo con una mano, agregando que si el equipo es sólido internamente será capaz de convertir esa mano abierta en un puño de cuidado deportivo para sus oponentes.

    Por su parte Jorge Araujo, Entrenador Superior de la ACB española señala:

"Los equipos exitosos tienen habitualmente cinco características fundamentales: comunicación, confianza, preocupación colectiva, solidaridad y orgullo" y agregamos: buenos jugadores.

    Cuentan que promediando la década del '80 le preguntaron a Chuck Daily, entrenador de los míticos "Bad Boys", su opinión acerca de los Celtics de Boston. Periodista y entrevistado estaban a un costado de la cancha cuando comienzan a entrar los jugadores:

- Fíjese, arranca Daily, ahí entra Johnson, sin dudas un buen base; buen conductor y un gran defensor. El que viene más atrás es Danny Ainge, buen tiro, buena penetración, los dos hacen una buena media cancha y se complementan bien con Mc Hale y Parish que conforman una buena dupla en la pintura. No hay dudas de que son un buen equipo…
Fíjese ahora, está entrando Larry Bird: ¡SON UN EQUIPAZO!

    Existe una creencia popular que advierte que al Equipo le irá bien si todos los que tienen que ver con él (no solo jugadores y cuerpo técnico, sino también dirigentes y público) tienen claros los objetivos que se fijaron al principio de temporada y todos logran un acuerdo tácito por el cual cada "pata" se compromete a sostener la "mesa" hasta que estos se cumplan.

    Cuando alguien contrata un entrenador es porque cree que será capaz de llevar a buen puerto a unos cuantos jugadores que necesitan conducción.

    Lo primero que se le debe exigir a los que mandan es que se pongan de acuerdo en lo que quieren.

    Si esto no sucede así, será imposible que el entrenador realice una buena tarea.

    Solo sabiendo cuales son los objetivos y teniendo el apoyo de todos para trabajar, podrá crear el clima necesario que permita manejar al equipo como si fuera un barrilete: dándole la cantidad suficiente de piolín como para que pueda remontar, pero tirando de él lo suficientemente fuerte para que no se escape.

    Finalmente, no está mal que se le dé paso a las nuevas camadas de jugadores, pero lo mejor es una buena mezcla de juventud y experiencia.

    Larry Bird, el que según Chuck Daily hacía la diferencia entre un buen equipo y un equipazo, solía decir:

"Los 5' finales, eso es lo que separa a los niños de los hombres"

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revista digital · Año 10 · N° 88 | Buenos Aires, Setiembre 2005  
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