¿Quiénes hacen un partido de fútbol? | |||
Antropólogo Universidad de Antioquia (Colombia) |
Juan Fernando Rivera Gómez juferigo@yahoo.com |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 86 - Julio de 2005 |
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Pensar en la real dimensión de un partido de fútbol, implica mirar con cuidado y detenimiento los conceptos y esquemas clásicos que se manejan acerca de esta problemática, en este sentido, deben usarse los conceptos de cancha y tribuna, mas allá de las concepciones comúnmente definidas, y pensar que si bien desde las concepciones "oficiales", estos espacios están cada uno bien diferenciado del otro, por otro lado, desde una posición "integracionista" y simbólica, estos no son independientes, sino que cada uno mantiene una estrecha relación e interdependencia con los otros, para que al final pueda darse y entenderse la real dimensión que este fenómeno abarca.
Es claro, que existen una serie de personajes que hacen parte y conforman esta relación establecida entre cancha - tribuna - otros tiempos y lugares, los cuales, de acuerdo a su dinámica y roles particulares dentro de la realización de un partido de fútbol, conforman ese gran conglomerado de los personajes participantes de esta.
Es precisamente desde los planteamientos de diversas posiciones, roles y modus operandi y de participación, que cada personaje desde situaciones netamente subjetivas desde lo individual y desde la representación grupal que su contexto le demande, va a representar y a configurar, las manifestaciones propias dentro de esa dinámica particular.
Dentro del planteamiento de la relación cancha - tribuna - otros tiempos y lugares, desde el oficialismo del fútbol, cada lugar tiene su modo de representación y sus "hacedores" particulares en cada espacio, dentro del cual, oficialmente y algunas veces extraoficialmente, cada uno de los personajes de la cancha, de la tribuna, y de las otras temporalidades y espacialidades complementarias cumplen ciertas "funciones" y tienen su contexto especifico para dinamizarse antes durante y/o después del partido.
Empecemos por observar aquellos personajes y sus manifestaciones, desde su ubicación "espacial" dentro de un partido de fútbol, en la cancha, en la tribuna y en los tiempos y lugares complementarios dependiendo el caso.
Los de la cancha.En el partido, desde los postulados oficialistas, aparte de tener el espacio propio para el "buen desarrollo del juego", deben presentarse las condiciones básicas y el personal requerido para el desarrollo del mismo, es así, como comienzan a aparecer aquellos personajes que en el contexto especifico del partido de fútbol, tienen su máximo grado de expresión en la cancha; de esta manera, aparecen los personajes de este lugar, aquellos cuya participación se debe a su condición de "trabajadores del fútbol", los cuales tienen su fuente de sustento en esta actividad, estos son: jugadores, técnicos y árbitros.
Jugadores y Técnicos.Al pensar en la caracterización de los personajes que hacen parte de un partido de fútbol, nos encontramos con los jugadores y los técnicos, los cuales son aquellos sujetos "idolatrados", que cada ocho días, se baten en la cancha y en el banco de suplentes para llevar a su equipo a ganar el partido. Estos personajes, antes que cualquier cosa están trabajando y su ejercicio profesional depende en gran medida de sus condiciones, y afortunada o desafortunadamente de su rendimiento dentro de un equipo. El jugador y el técnico, hacen parte fundamental de uno de los terrenos de juego de manera especifica: la cancha; así, desde la perspectiva laboral y productiva, para ellos, el fútbol es su trabajo, su empleo, y así lo viven; eso sí, sin quitarle, la pasión y amor que puedan tener por el juego, o por algún equipo en especial.
Estos, constantemente pueden vivir en el filo de la gloria y del fracaso, un segundo, una jugada, una mala decisión, entre otras circunstancias, bastan para que los ídolos de multitudes, caigan en desgracia, o tengan que privarse de jugar por motivo de una desafortunada lesión en el caso del jugador; estos además, se convierten en ídolos y paradigma de miles de personas, algunos, los ven como modelos a seguir, otros les cargan su dote de envidia, mientras que algunas mujeres, los admiran, por su belleza física, y en algunos casos por el momento de gloria personal y económica que vivan ambos.
Para los hinchas, el jugador, o mejor, los jugadores y el técnico, son los representantes de sus pasiones, o guerreros que en la cancha van a defender no solo una divisa en particular, sino, los sentimientos, amores, odios e intereses de aquellos que desde otro terreno de juego, los observan y los animan; cabe decir también que el jugador y el técnico, son parte fundamental del espectáculo del fútbol, y son quienes en últimas, llevan al campo de juego del fútbol, las emociones del partido.
Los jugadores y los técnicos, aparte de ser considerados muchas veces por los directivos y empresarios, como piezas de una gran maquinaria, son ante todo seres humanos, con sentimientos y temores, con altibajos emocionales y momentos de gloria; son capaces de mover miles de almas en torno a un sentimiento particular, pero también pueden ser el bastión o representación del odio de otros tantos; el jugador y el técnico de fútbol, han sido muchas veces sacrificados por la irresponsabilidad y la malevolencia de algunos directivos, comentaristas e hinchas furibundos, que en algunas ocasiones, no le perdonan una jugada infortunada, una decisión errada, y se les olvida que como todos, son humanos, y tienen derecho a equivocarse.
Así, de acuerdo a la popularidad que muchas veces jugadores y técnicos despiertan entre sus seguidores y en algunos casos entre sus "enemigos", estos, deben entender que como parte activa y fundamental del juego, tienen un alto grado de responsabilidad en lo que ocurra antes, durante y después de los partidos, en el sentido de que son motivo y artífices muchas veces, de los momentos eufóricos, de alegrías y triunfos del equipo y por extensión de sus seguidores; pero en ocasiones, también son protagonistas de actos bochornosos tanto adentro como afuera de la cancha, que los involucran y los comprometen en responsables de situaciones poco avaladas por el fútbol y la sociedad, incitando las barras, dando declaraciones desacertadas, creando y promoviendo ambientes poco agradables para el libre desarrollo del fútbol y de la vida cotidiana desde lo simbólico y lo emocional.
El jugador, sacrificado muchas veces por los rigores de los modelos contemporáneos de rendimiento físico, siendo los técnicos y entrenadores los garantes, veedores y ejecutantes de estos modelos, se privan en muchas ocasiones, de vivir la cotidianidad de sus amigos, vecinos y familiares, obligados a vivir constantemente casi bajo la disciplina militar, en algunos momentos, quisieran desertar de ese mundo de fama y disciplina rigurosa, para volver a ser uno más, unos individuos cualquiera de la comunidad, que puedan pasearse por un centro comercial, que puedan andar por un parque con su familia, sin ser abordados por tanta gente que les pide autógrafos, los besa y los separa de sus amigos y familiares.
En cuanto a la relación interna entre jugadores y técnicos, podría decirse que en cierta medida, estos últimos, pasan a convertirse en una figura paternal para los jugadores, ya que bajo los planteamientos de los modelos contemporáneos del fútbol, donde prima la técnica y la táctica, antes que la improvisación y la libertad del juego y de lo lúdico, los jugadores y los técnicos pasan gran parte de su tiempo juntos en extenuantes concentraciones1, y entrenamientos que buscan de una u otra forma, y representados en la figura del técnico como el responsable del equipo, pulir lo que muchos han llamado la táctica y la técnica, opacando la esencia del fútbol como juego y espectáculo, pensando antes en el rendimiento físico y cuantitativo del equipo.
Además, podría pensarse que los jugadores y técnicos, comienzan a jugar su partido también desde contextos completamente subjetivos, pero a nivel colectivo, estos entran en un estado que según la teoría de los ritos de paso, se compararía con un "estado liminal", lo cual dentro del argot futbolístico se pensaría como las denominadas concentraciones donde esta "separación" de la vida cotidiana, y preparación para el partido, sería el momento inicial de su partido, el cual, incluso, terminaría no con el pitazo final del árbitro, sino con la posterior salida de la concentración.
Este estado de "preparación" del partido, regularmente se realiza en un hotel, de la ciudad donde se jugará el partido, y terminado este, se vuelve allí, y de ahí cada uno para sus casas; en esta medida, puede verse como el partido, incluso para jugadores y técnicos, "el antes y el después" de este, está abarcando otras temporalidades y espacialidades diferentes, que involucran emociones y circunstancias propias de cada individuo y del colectivo en general, que en cierta medida les modifican los hábitos de su vida cotidiana.
Los técnicos y los jugadores, (al igual que en muchas ocasiones el ser humano como tal, en la vida cotidiana, y basados en la maquinaria trituradora de la industrialización y el capitalismo), se han concebido como piezas de una gran maquinaria que produce y produce, pero en cualquier momento, por saciar los caprichos de la sociedad o de unos cuantos, son desechados y "tirados" a la basura del olvido para no volver jamás, considerándolos como obsoletos y desechables como cualquier objeto de esta sociedad de consumo.
Esta tecnocracia, ha hecho que los sentimientos de miles de seguidores de este deporte y de sus ejecutantes principales, o hablando en palabras de ritual, los oficiantes, sean extremadamente efímeros y considerados solo como objetos, y el público o los feligreses, quizá seducidos o alienados solo por lo productivo y material, parafraseando a Eduardo Galeano, "Hoy les grita ¡No te mueras nunca!, y el domingo que viene los invita a morirse" (Galeano; 1998: 13)
El árbitro.Pasemos ahora a otro personaje clave del partido de fútbol, el árbitro, personaje este muchas veces odiado, pero a la vez necesario en el partido.
El árbitro comúnmente, se nos ha presentado como ese ser malvado, arbitrario, e injusto; al cual muchas veces se le recarga la culpabilidad de la derrota de algún equipo; este siempre acierta en las decisiones que nos favorecen, pero en el momento que ejerce la ley en nuestra contra, es abucheado, chiflado, y siempre se le recuerda su "pobre madre".
Este es símbolo de autoridad, de ley, de rectitud; por lo tanto, muchas veces va a actuar, defendiendo unos intereses, pero castigando a otros. El árbitro, se ha tomado como "la figura mala del partido", incluso se ha interpretado el color de su vestimenta, como signo de luto, muchos se preguntarán, ¿luto por quien?, es luto por él mismo, por su condición de ser árbitro.
Sin embargo, muy pocos se han atrevido a reflexionar acerca de la importancia del árbitro en el fútbol. Ese ser que siempre es reprochado incluso antes de que salte a la cancha, es parte fundamental de este deporte.
Este en gran medida, es el que controla y regula el partido en si, es el que condiciona los ánimos de los jugadores, es quien previene y castiga; sin él los partidos serian diferentes, el tiempo del partido encuentra una vía de conexión con el tiempo cotidiano a través de este personaje; el árbitro, con sus implementos básicos, como las tarjetas, y fundamentalmente el pito, es la persona que con un solo silbido, da el empujón definitivo para que el partido de fútbol comience y posteriormente termine; permitiendo la sustracción de la cotidianidad y la reincorporación a esta previo al antes y al después del partido respectivamente.
El odio que se demuestra hacia el árbitro podría corresponder al hecho de su ejercicio y representación, lo cual pertenece netamente al mundo de lo cotidiano y de lo productivo; mundo este que se pretende dejar atrás al entrar al estadio, o quizás, al empezar a vivir el partido, ya sea desde su antes, su durante y/o en el después del mismo.
El estadio como tal, podría entenderse como ese espacio físico, "sacralizado" dentro del cual se pueden dar una gran cantidad de comportamientos, representaciones, simbologías y actos particulares en general, de las personas que a él acuden, donde muchos de estos actos en la vida cotidiana o en cualquier lugar no son permitidos hacer, ni se harían; esto nos remite entonces a pensar el estadio como un espacio donde lo "cotidiano" queda "aplazado" o interrumpido durante cierto intervalo de tiempo; podría entonces decirse, parafraseando al semiólogo Federico Medina Cano, que "La adhesión al fútbol, es una forma de evasión que atenta contra el acatamiento de la realidad y aleja al hincha del interés por las urgencias políticas y económicas que la realidad le reclama" (1996: 28).
De acuerdo con esto, podemos ver que en el afán de escapar de esa realidad política, económica, social, e ideológica, los hinchas acuden al estadio para apoyar a un equipo en particular, sin embargo lo que sucede en ese espacio, aparte del apoyo al equipo, gira alrededor de poder hacer lo que comúnmente no se hace, o como lo dice Roger Caillois (1997) a "actuar como sí", donde ese "actuar como sí" se ve reflejado en el hecho de hacer lo que no se es, de hacer lo "prohibido"; además, estas condiciones hacen que el estadio igualmente se considere como un lugar de ocio, entendiendo este como el momento externo a lo productivo, al trabajo, a las obligaciones políticas o económicas, las cuales quedan relegadas al mundo del trabajo y de la obligatoriedad, donde el individuo busca ese elemento "faltante" para nivelarse emocional y físicamente, el cual en la cotidianidad no encuentra.
Esta búsqueda de esa nivelación, hace que ese "actuar como sí" se remita específicamente al mundo de lo lúdico o a un mundo no cotidiano para el aficionado, el cual podría ser el estadio, y el partido de fútbol como tal, sin embargo de acuerdo a la búsqueda insaciable y necesaria de ese nivel optimo de relax, se pretende que este esté marcado por permitir "el todo" de una manera tal que resulta incluso peligrosa, en la medida de que la búsqueda de la libertad, del esparcimiento y del "permiso" de hacer lo que en la "cotidianidad" no se puede o no se debe hacer, puede causar al mismo tiempo que esa ansiada y aheleada libertad, se convierta en caos y desorden.
Es precisamente en este punto donde tanto el árbitro como otros representantes de la ley, el orden y la justicia, se encuentren en el dilema del odio y la necesidad del mismo, ya que durante esa experiencia de los noventa minutos del partido de fútbol este se puede ver como un momento sublime y propio para que la expresión del mundo de lo lúdico, de lo no productivo y que lo no cotidiano cobren mayor importancia.
El papel o puesta en escena de estos factores de expresarse libremente en un "cien por ciento", libre de juzgamientos y "reproches", no va a ser completo, en el sentido de que el árbitro como representante de la ley, de la norma y de aspectos políticos, económicos y otros antes mentados, propios del mundo del "afuera" y de lo cotidiano, están representados por él y traspasan las puertas del estadio para comenzar a interactuar en el lugar y en el tiempo donde supuestamente lo no cotidiano cobraría toda su fuerza.
Así pues, podemos ver como el árbitro se comporta como ese "cordón umbilical" que no permite una desconexión completa con la cotidianidad; esto llevaría a pensar, el cómo durante un partido de fútbol, las agresiones verbales y en algunos casos físicas que le hacen a los árbitros, lo que están reflejando en si es el odio por no permitir que el ocio, la lúdica y lo no cotidiano se manifiesten completamente, ya que siempre falta ese uno por ciento para completarse, y ese uno por ciento, seria el que establecería la diferencia entre un desligamiento completo de la cotidianidad y un reconocimiento de un espacio como tal donde se puede actuar "como sí", pero con una conexión o un enlace entre ambas realidades.
Igualmente, en el sentido de observar al árbitro como ese representante de la norma y de la ley, pensemos en los árbitros de la vida cotidiana, aquellos representantes de la ley y la norma, como el jefe, el profesor, el padre, entre otros, los cuales, durante la semana, en la dinámica de la cotidianidad, nos confrontan y reprochan, quedando como opción mas sana, el acatar las normas impuestas o concertadas según el caso, pero con el sentimiento de haber sido reprendidos y "obligados" a hacer algo por acatamiento de la ley.
Pero luego, al fin de semana, al llegar al lugar de expresión de lo lúdico y lo no cotidiano, al estadio, podemos encontrar otra persona representante de la norma y la ley como lo es el árbitro, y el insulto al árbitro, y a su representación de justicia, que no se pudo expresar a aquellos representantes de la norma en la cotidianidad, de una u otra forma, directa o indirectamente, esta catalizando también ese sentimiento de represión contenido, por el reproche o la norma impuesta, exteriorizándolo contra un representante de la ley, quedando así "en paz", o subsanada una "deuda" con la justicia, en el sentido de cobrarle el sentimiento reprimido por "su culpa", durante la semana y en el ejercicio de lo laboral, lo académico y lo cotidiano.
El árbitro es arbitrario por definición. Este es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los goles. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: el amarillo que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo, que lo arroja al exilio.
Los Jueces de línea, que ayudan pero no mandan, miran de afuera. Solo el árbitro entra al campo de juego; y con toda razón s persigna antes de entrar, no bien se asoma ante la multitud que ruge.
Su trabajo consiste en hacerse odiar. Única unanimidad del fútbol: todos lo odian. Lo silban siempre, jamás lo aplauden.
Nadie corre mas que él. Él es el único que está obligado a correr todo el tiempo. Todo el tiempo galopa, deslomándose como un caballo, este intruso que jadea sin descanso entre los veintidós jugadores; y en recompensa de tanto sacrificio, la multitud aúlla exigiendo su cabeza. Desde el principio hasta el fin de cada partido, sudando a mares, el árbitro esta obligado a perseguir la blanca pelota que va y viene entre los pies ajenos. Es evidente que le encantaría jugar con ella, pero jamás esa gracia se le ha sido otorgada. Cuando la pelota, por accidente, le golpea el cuerpo todo el público recuerda su madre. Y sin embargo, con tal de estar ahí, en el sagrado espacio verde donde la pelota rueda y vuela, él aguanta insultos, abucheos, pedradas y maldiciones.
A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si el no existiera. Cuanto más lo odian, mas lo necesitan.
Durante mas de un siglo el árbitro se vistió de luto. ¿por quien? Por él. Ahora disimula con colores. (Galeano; 1998: 10)Quedaría abierta la discusión sobre el papel del árbitro en las dinámicas no solo del juego o deporte del fútbol, sino igualmente de los "árbitros" que en el orden de las dinámicas políticas, económicas, ideológicas, y otras propias del mundo social, giran igualmente entre el odio y la necesidad, para poder ir interpretando las culturas en todos sus aspectos, los simbólicos, físicos, productivos, improductivos, culturales, entre otros.
Los de la tribuna.Para empezar, es pertinente acercarnos, a la visión e historia de aquellos muchas veces cuestionados y poco entendidos, aquellos quienes en últimas los que más representan, o mejor, exteriorizan de forma latente, todas aquellas representaciones y manifestaciones que se presentan en un partido de fútbol.
En la tribuna, si bien se pueden ver también policías y vendedores, además de algún eventual directivo y jugador lesionado o expulsado, quienes se ubican allí en un 99% son los aficionados a este espectáculo que cada ocho días se congregan por miles, dependiendo de la categoría del partido que se vaya a ejecutar. Es en este lugar donde los aficionados tienen su más alto grado de participación en el partido, y es allí, donde se puede hacer la diferenciación de estos en espectadores, hinchas y futboleros.
Sin embargo, otros personajes, como los de los medios de comunicación, que se ubican igualmente en el espacio de la tribuna, en cubículos especiales diseñados para la ejecución de su labor periodística, también se articulan a la intervención de este lugar denominado tribuna.
Los aficionados.Estos son aquellos personajes que de una u otra forma sienten y tienen una simpatía por el fútbol, ya sea desde una concepción de este como deporte, juego o espectáculo. Estos, pueden ser de tres tipos: espectadores, hinchas y futboleros, cada uno con una especificidad particular, un estado de adhesión y expresión propios.
Espectadores: Son aquellas personas que comienzan a ir a los estadios a ver fútbol. Como su nombre lo indica, estos tienen una cierta inclinación por el fútbol como deporte, juego y/o espectáculo, no siempre siguen a un equipo en particular, sin embargo pueden tener algún tipo de "gusto" hacia alguno, ya sea por cuestiones familiares, o del grupo social en el cual se mueven; y están allí porque les gusta el espectáculo; sin embargo, son algo subjetivos en sus apreciaciones, comentarios y dinámica dentro del partido.
Este comienza a identificarse con el fútbol como tal desde una primera posición quizá "simplista" iniciando el proceso o el "rito" de vincularse a la dinámica del partido, en ese espacio particular como la tribuna.
Hinchas: Son aquellos que llevan mas tiempo asistiendo al estadio, lo cual les va creando inclinación o un "lazo afectivo" hacia un equipo particular; además de la continuidad en la asistencia al estadio. Los lugares los tienen más marcados, es decir, esto les permite identificar lugares, tiempos y personas comunes, que los van a integrar en un contexto particular, donde se podría decir, que se comienzan a formar "Las Barras"2. Pero también dentro de los hinchas podemos ubicar a las mal denominadas "Barras Bravas"3, quienes se caracterizan por el estilo particular de comportamiento e interacción con los otros asistentes en el partido de fútbol y en el antes y después del mismo. Estas serían, aquellas agrupaciones que cantan y brincan durante todo el desarrollo del partido, se convierten en un estandarte más del equipo y aunque oficialmente no sean reconocidas o estén adscritas a una organización particular, interiormente si manejan una organización política, económica e ideológica propia.
Futboleros: Estos personajes, son aquellos que ven el fútbol desde otra perspectiva, aunque siempre llevan algo de espectadores e hinchas y algunas veces se pueden comportar como fanáticos; son capaces de ver y analizar el fútbol desde un punto de vista mas "objetivo" o mejor, lo menos subjetivo posible. Estos pueden interpretar el fútbol tanto táctica como técnicamente, están abiertos a la polémica, pero tienen la capacidad de reconocer errores aunque vayan en contra de sus preferencias. Además, regularmente pertenecen a una barra, e incluso también pueden estar en una barra brava o de acompañamiento, esta inmersión se da ya que el recorrido temporal y vivencial que tienen en el fútbol y en la tribuna, les da cierto reconocimiento y hasta status.
La anterior clasificación, me invita a proponer una relación con el planteamiento de los ritos de paso o iniciación, con el fin de tratar de analizar de modo comparativo, estos ritos con los tres momentos planteados, identificando cada uno de los estados de esta categorización, bajo los lineamientos del antropólogo belga, Arnold Van Gennep, quien en varios apartes de su texto Los ritos de paso propone:
"...Los cambios básicos en la vida de una persona son el nacimiento, la pubertad, el matrimonio y la muerte. Cada uno de estos cambios está marcado por un periodo tradicional de rituales o ritos. En cada cambio se identifican tres fases críticas: la separación (pérdida por parte de la persona de su status anterior), la marginalidad o fase liminal (periodo de transición con rituales específicos que a menudo implican suspensión del contacto social habitual) y la reincorporación (readmisión en la sociedad con el nuevo status adquirido). Los ritos de paso utilizan formas simbólicas que en el proceso de transición pueden ser traumáticas. Este proceso obliga a veces a algunas personas a adaptarse a la nueva situación como, por ejemplo, en el caso del fallecimiento de la persona amada. Los ritos de paso existen en todas las sociedades y sirven para reafirmar los valores de cada sociedad". (Gennep; 1986.)
De acuerdo con lo anteriormente planteado podría pensarse que durante la transición de cada uno de los momentos propuestos "espectadores, hinchas y futboleros" podría aplicarse el modelo propuesto por Van Gennep para el entendimiento de estos estados de adhesión en relación con los ritos de paso.
Ahora bien, en una primera instancia, podría pensarse esta clasificación desde una mirada lineal, y de hecho así se plantea, ya que para llegar a ser hincha se tuvo que ser primero aficionado y para ser futbolero, se tuvo que ser primero hincha, pero es precisamente en la interacción social que se da y de acuerdo a contextos espaciales, temporales, circunstanciales y emocionales particulares, que de una de las etapas, se pueda pasar a otra desde una relación multilineal.
Así pues, si bien ya he comenzado a coquetear con parte de la teoría ritual, quisiera detenerme un momento en la fase "liminal" o central la cual dentro de la anterior clasificación, es la de "hincha", fase dentro de la cual se comienzan a establecer los lazos afectivos por parte de los aficionados hacia el equipo, y de una u otra forma, se comienza a configurar y/o reconfigurar el modus operandi de este aficionado dentro de la dinámica del partido.
El hecho de estar en masa, en el estadio, bien sea en una barra o en una barra brava, viviendo algo tan lleno de pasiones y simbologías como lo es el fútbol, lleva a que la individualización y lo subjetivo, en determinados momentos, sean absorbidos por los intereses, las representaciones y la identificación de la masa o del grupo dentro del cual se está y por la adhesión al equipo al que este grupo se debe, lo cual incluye y excluye al mismo tiempo en ese contexto específico que es el partido de fútbol.
Como ya lo había expresado, este es uno de los puntos coyunturales para la manifestación de expresiones simbólicas que dan cuenta de la intervención del tiempo y lugar del fútbol, en la tribuna por parte de sus "hacedores" o interventores.
De esta manera, a partir del hincha y el futbolero, al tener ese recorrido temporal y "moral" más avanzado, y al establecer esos lazos afectivos, comienzan a reconocerse tiempos, lugares y personas que lo van llevando a conformar las Barras y las denominadas "Barras Bravas", siendo estos colectivos, los que en gran medida están recogiendo y expresando el sentir y acción de la mayoría de asistentes a un partido de fútbol en los estadios, convirtiéndose, por así decirlo, en la identificación mas fervorosa del sentir de la hinchada de un equipo de fútbol, eso sí desde la perspectiva "positiva y aceptada socialmente" de estas manifestaciones colectivas, ya que los actos violentos cometidos por estas mismas son reprochados, incluso, por aquellos que en ciertas manifestaciones ven representados sus intereses y su sentir en las barras y en las "Barras Bravas" .
Ahora bien, recordemos que las barras son las agrupaciones de personas, que adscritas bajo un nombre y afiliadas o no a una institución que las agrupa, asisten al estadio a apoyar a su equipo de su corazón, ubicándose al interior del mismo en la tribuna o localidad de su preferencia. Estas en su gran mayoría actualmente, están conformadas por personas mayores de los 25 años, y algunos niños espectadores e hinchas que están comenzando a articularse a la estructura del partido, los cuales generalmente son los hijos de aquellos hombres mayores integrantes y fundadores de estas.
Mientras que las denominadas "Barras Bravas", son aquellas agrupaciones "modernas o nuevas" acá en Colombia, las cuales últimamente han tomado gran auge en los estadios colombianos y hace ya bastante tiempo sobre todo en Europa y el sur de Suramérica han establecido un estilo propio y singular de acompañar los equipos.
Indudablemente, las denominadas "Barras Bravas", actualmente, son parte fundamental del partido de fútbol como espectáculo y ejecutan gran parte de las manifestaciones y representaciones, que a nivel simbólico son exteriorizadas, pero ¿realmente se podrán categorizar como ""Barras Bravas en Colombia"?".
El concepto "Barras Bravas", se acuñó principalmente en el sur del continente americano, especialmente en Argentina y Chile, cuando los grupos de jóvenes que representaban los mismos comportamientos de los Hooligans ingleses, los Ultras españoles y los Tifossis italianos, trasladaron dicho modelo europeo, al contexto sur americano, bajo el pretexto o en el marco de un partido de fútbol.
El termino "Barras Bravas", se ha asociado particularmente, a aquellos individuos, que enmarcados en un colectivo, que apoya a un equipo de fútbol, provocan serios problemas de orden público al final de los partidos, o al menos así se ha tratado de mirar desde el contexto nacional y local; sin embargo, y basándonos en la real dimensión que tiene no solo el termino, sino el modus operandi de las "Barras Bravas", diferentes especialistas como el antropólogo chileno Andrés Recasens Salvo y el argentino Gustavo Veiga, nos muestran una mirada mas global y especializada.
Recogiendo los planteamientos hechos por ambos autores, en sus textos, Las "Barras Bravas" (1999) y "Barras Bravas", Poder y Política (1996) respectivamente, puede decirse que las "Barras Bravas", no deben concebirse solo y únicamente como el grupo que apoya y vive el partido de una manera "activa", en el sentido de avivar con cantos y brincos a un equipo en particular durante los noventa minutos, no, estas además de tener ese modus operandi determinado y singular, se articulan a diferentes procesos futbolísticos y extra futbolísticos de su club y de la dinámica social dentro de la cual se mueven.
Una barra brava, se utiliza en ocasiones como plataforma política, e incluso, muchos de sus integrantes y otros tantos quizá no barristas, hacen parte del club, como socios activos con voz y voto; este comportamiento, con y en el club, y en los procesos y contextos sociales particulares de estas agrupaciones, son lo que de una u otra forma, les dan el verdadero rotulo de "Barras Bravas", con lo cual se rebate y confronta la idea de que "Barras Bravas" se les denomine solamente a aquellos que pelean con la policía y hacen daños al termino de un partido, la concepción "Barras Bravas" se extiende mas.
Pero entonces ¿porque se les denominan "Barras Bravas", en el contexto local?. El afán por generalizar, "copiar" y enmarcar un comportamiento "nuevo" a partir de una dinámica particular, nos ha llevado a tomar el referente lingüístico y simbólico utilizado en otros países y contextos totalmente extraños y diferentes al nuestro, donde aquel que no se inserte en las manifestaciones más generales y quizá más "aceptadas" por la sociedad, se rotula, con el afán de identificarlo y en algunos casos excluirlo, por tal motivo se han denominado a estas agrupaciones en el ámbito local como "Barras Bravas", como una forma de reconocerlos por su dinámica particular, diferente de las comúnmente establecidas.
Sin embargo, esta denominación, incluso, podría decirse que tiene su carta a favor, y es que por códigos lingüísticos, es probable que sea mejor denominarlas de esta forma, como algo previamente establecido y asociado a uno de los tantos comportamientos que estas tienen en su real modo y razón de ser, lo que les permite en su interior y para su exterior, poder ser mas reconocidas y establecidas por sus representaciones, ya que es mas digerible y conocido el termino "Barras Bravas", que por ejemplo el de barras de acompañamiento activo, u otras denominaciones mas ajustadas a su real modus operandi, pero menos comunes en el código lingüístico y en el contexto espacial y temporal de la sociedad.
Para los aficionados, el partido, tiene múltiples temporalidades y manifestaciones que de acuerdo a las situaciones, y a sus estados de adhesión van a dar cuenta del cómo se viven los partidos de fútbol con diferentes niveles de intensidad, no quiero decir con esto que todos los aficionados se puedan caracterizar de acuerdo a los comportamientos de las barras, pero si ven depositados sus intereses en los intereses y apoyo que las barras le dan a los equipos, dependiendo lógicamente de los estados de adhesión, de los roles, o de otra gran cantidad de factores personales y subjetivos que se canalizan mediante el colectivo.
Los medios de comunicación.Otros sujetos protagónicos en la relación cancha - tribuna - otros tiempos y lugares, son los locutores, comentaristas y/o comunicadores, quienes dentro de la dinámica del partido, juegan un papel fundamental, no tanto para quienes están en el mismo contexto de ellos en un partido, es decir, algunos aficionados que están en el estadio y escuchan las trasmisiones radiales aun del partido que están viendo; como para aquellos que viven el partido desde la distancia, ya sea por intermedio de un radio o un televisor, siendo los periodistas deportivos, quienes establecen un lazo muy fuerte entre el partido de fútbol y la ciudad, el país y en algunos casos el mundo entero, siendo ellos quienes "rompen" los limites espaciales y temporales del estadio considerados como solo la cancha y la tribuna, y por medio de la comunicación extienden y prolongan el contexto y la dimensión del partido.
Los medios de comunicación son parte activa del partido de fútbol, estos animan y avivan las tribunas, donde incluso y paradójicamente, algunos que ven el partido en directo y lo están analizando con "sus cinco sentidos"; quizá buscan refrendar lo que perciben, escuchando el análisis del comentarista y el locutor deportivo, que incluso a pocos metros cerca de él, esta viendo el mismo partido, sin embargo, transmiten voces de avivamiento y fiesta que se ven reflejadas en la tribuna. El comunicador, es otro de los beneficiados con la posibilidad de poder mover miles de almas al son de su voz y su voluntad, como sucede en la ciudad de Medellín, donde Luis Fernando Múnera Eastman "El Paisita" es uno de los narradores más reconocidos con la capacidad de mover 52000 almas en el Estadio Atanasio Girardot, cada vez que un partido de trascendencia llena al tope su aforo.
Este poder de convocatoria y de popularidad, indica que los periodistas o comunicadores deportivos, son también artífices y responsables de todas las manifestaciones que ocurren en los estadios, tanto antes como durante y después de los partidos de fútbol, incluyendo las más festivas y aceptadas, como las más reprochables y condenadas como la violencia, ya sea directa o indirectamente, activa o pasivamente.
En el contexto colombiano, nuestros comentaristas y locutores deportivos, han implementado un lenguaje pintoresco, imaginativo, en algunas ocasiones muy festivo y lleno de paradojas y metáforas para sus transmisiones radiales, dándole un tinte muy propio y particular en el ámbito nacional e internacional; este modo particular de comentar y narrar los partidos, ha despertado gran interés y curiosidad por parte de aquellos que desde otras latitudes tienen una forma muy diferente y podría decirse "mas calmada" para narrar y comentar el partido de fútbol.
En ese gran universo de expresiones particulares, algunas reseñadas mas abajo, se comienzan a establecer códigos lingüísticos particulares, en el sentido de empezar a manejar cierto tipo de términos, que si bien, por la gran mayoría de los asistentes al estadio están bien claros y diferenciados, por otra parte, muchos otros que van y otros que nunca van, en determinadas ocasiones no contextualizan de manera adecuada esta terminología, ya que algunos términos empleados dentro del argot futbolístico, en ese lugar y en ese tiempo, difieren notablemente de las concepciones semánticas cotidianas que se tengan de una expresión en particular.
En este sentido, el papel del comentarista deportivo, más que transmitir un partido o llevarlo a la distancia a aquellos que nunca van a un estadio o que les es imposible asistir, es el de comunicar y mediatizar no solo los hechos, sino las emociones que de una u otra forma, desde la percepción del periodista, interpreta y suceden en el partido de fútbol; así, el lenguaje, se convierte en un articulador y vehiculador de expresiones que dan referencia de manifestaciones y comportamientos de la más alta variedad.
El locutor deportivo, en muchas ocasiones es odiado por muchos y amado por otros, ya sean jugadores, aficionados, directivos, técnicos e incluso sus mismos colegas. Este personaje, en el marco de su poder de convocatoria, es capaz de prender los ánimos de la tribuna y la hinchada, y de incitarlos contra los rivales o el árbitro; sirve de "cohete propulsor" para elevar a la gloria a un jugador o a un técnico, o toma la posición de "plomada" para enviarlo al fondo del fracaso; sus inclinaciones y exteriorizaciones hacia un equipo en particular y "carga negativa" sobre otro, pueden producir sentimientos de odio y rencor que incluso en ocasiones caen sobre él mismo, como sucede acá en Colombia con algunos comentaristas y narradores que no pueden visitar algunas ciudades por amenazas contra su vida.
El comentarista deportivo, es un personaje movilizador de masas, por medio de su lenguaje manifiesta arraigadas posiciones y sucesos acaecidos antes, durante y/o después del partido de fútbol, siendo en esta medida, artífice y responsable de tres expresiones particulares del fútbol: la fiesta, la guerra simbólica y la guerra materializada.
En cuanto a la fiesta, este, es uno de los protagonistas de las más diversas expresiones lúdicas y festivas en los estadios, el ánimo y "mando de parada", para incitar a las tribunas a sacar y ondear las banderas, iniciar "la ola", entre otras manifestaciones, encuentran en el locutor un personaje fundamental para el espectáculo en las tribunas; en el momento de un gol, su emotividad, su lenguaje, sus sentimientos, aunque sean producto de la improvisación y la "hipocresía" en algunos casos, resuenan en los oídos de aquellos que en la distancia lo escuchan o de los que cerca de él, lo quieren escuchar para revalidar lo visto y sentido por ellos.
Así, articula no solo la fiesta, sino la guerra simbólica o la sublimación de esta durante el partido, ya que al incitar esos actos festivos y exteriorizadores de sentimientos de comunidad e identidad nacional, local o regional, hace parte fundamental de una de las expresiones y actos que en últimas produce el partido de fútbol, el de catalizador de emociones, sentimientos y pasiones.
Ahora bien, en un sentido más estricto de su profesión, y volviendo al tema del lenguaje utilizado por estos, es también preocupante ver como en algunas ocasiones, llevados por momentos e instantes de fanatismo e inclinados mas hacia lo emocional que hacia lo racional, los locutores deportivos han implementado un lenguaje que si bien como lo decía antes, es comprendido por muchos como una paradoja y una metáfora, para muchos otros no lo es así; lo cual se expresa durante la transmisión de un partido de fútbol, donde es común escuchar términos que en cierta medida, evocan o se refieren a expresiones propias de lo bélico y militar.
En nuestro país, algunos comentaristas deportivos y narradores, ávidos por ser reconocidos, no por su calidad periodística, sino más bien por su algarabía, han sido también, grandes incitadores de violencia. Su lenguaje y términos que trasmiten en los partidos penetran en los oídos de millones de colombianos que siguen sus transmisiones radiales y/o televisivas, donde algunos términos futbolísticos que aunque se han adoptado de la guerra básicamente, no se están refiriendo directamente a su función o condición, si resuenan en los oídos de gente que durante toda la semana no escucha más que de guerra, masacres y asesinatos; algunos de estos términos son: rival, ataque demoledor, invasión al territorio, flanco derecho, la invulnerable muralla defensiva, artillero, bombardero, posición de tiro, proyectil, disparo, cañonazo, verdugo, retaguardia, defensa, ataque, guerreros, la pólvora mojada, pena máxima, juez, épica victoria, matar, rematar entre otros que si nos pusiéramos en la tarea de mencionarlas seria casi interminable.
Es más, en ocasiones, informaciones desacertadas y cargadas hacia un lado y en contra del otro, indisponen también el ambiente futbolístico y uno de los ideales de la comunicación y la libertad de prensa, como lo es la equidad e imparcialidad, estas manifestaciones son violentas, y si bien, podría decirse que en cierta medida no se ven muy materializadas en el momento de la violencia y los enfrentamientos en las afueras de los estadios, en el subconsciente de aquellos que ejecutan los disturbios (barras y policía), e incluso de los que no pelean, si trabaja de forma constante, en un país en el cual durante la semana, solo se ve y escucha sobre masacres, asesinatos, secuestros, guerra, entre otra problemáticas que nos aquejan, y el día del partido, el de supuesta catarsis y relax, se siguen escuchando esta clase de términos, que de una u otra forma renuevan y se convierten en un elemento mas de interacción entre cancha - tribuna - tiempos y lugares complementarios - vida cotidiana.
No pretendo decir con esta reflexión que se deba eliminar el lenguaje pintoresco y metafórico del fútbol, ya que este hace parte de ese código lingüístico, establecido y utilizado durante tanto tiempo y ya preconcebido en los individuos que asisten al estadio, pero si pretendo que se cree conciencia desde diferentes puntos de vista, desde los periodistas, los hinchas y en general de todos los personajes de la relación base de este texto, para que sepan, o mejor, sepamos entender y contextualizar los términos que pronunciemos y que escuchemos, de acuerdo a situaciones espaciales, temporales, circunstanciales y emocionales particulares, no solo durante el partido de fútbol, sino en la dinámica de la vida cotidiana, en las temporalidades de antes, durante y después de los partidos y de la cotidianidad.
Los otros personajes.Si bien se ha visto ya una diferenciación clara entre los personajes que actúan en la cancha y los de la tribuna, con roles particulares y específicos, existen también otras tres categorías de personajes que si bien tienen cabida en ambos terrenos, es difícil situarlos solo en unos de ellos.
En este sentido, encontramos a los empresarios, los directivos, a la fuerza pública y a los múltiples vendedores, los cuales de una u otra forma se insertan también de manera activa al partido de fútbol, visto este no solo desde lo estrictamente futbolístico, sino desde su diversidad de roles.
Los empresarios y directivos, son aquellos personajes que se pueden ubicar en cualquiera de los dos terrenos, ya sea en la cancha o en la tribuna. La oficialidad del fútbol, de la cual ellos son parte activa, determina que en la cancha y sobre esta, el directivo tiene gran responsabilidad, ya sea desde la parte logística y organizacional del partido, como de la responsabilidad por los designios e intereses de su equipo, por algo es permitido que el gerente del club pueda ubicarse en el banco de suplentes4, sin embargo, también suelen ubicarse en la tribuna, ya sea por la exigencia de los reglamentos, pero de igual manera sigue siendo responsable logístico y administrativo del espectáculo escenificado en la cancha.
Mientras tanto el empresario, que puede pertenecer o no a algún club, deambula por las tribunas mimetizado o públicamente, observando con su "ojo de águila" aquellos jugadores que representen sus intereses o los de la institución a la cual representa, este en algunas ocasiones, se ve muy cerca de aquellos directivos responsables del club y que por reglamento no pueden ubicarse en la cancha - regularmente los presidentes de los clubes - desarrollando entre si, las dinámicas propias del mercado, de compra y venta de jugadores.
La fuerza pública o la policía, es otro de esos personajes que actúan en cada uno de los tres espacios propuestos, si bien se ven tanto antes como después del partido en espacios que dentro de la oficialidad del fútbol son aparte de este, también se encuentran presentes en el espacio "oficial" del durante del partido, es decir, en la cancha y en la tribuna, sin embargo siempre, ejercen su rol y papel policial y de representación de la normatividad.
Los vendedores por su parte, son igualmente personajes que no se podrían ubicar en un solo espacio como vendedores, si bien se ven al igual que la policía, antes y después del partido, también se ven ejerciendo su papel, al interior del estadio, mas ya no en cualquiera de los dos terrenos o espacios de la "oficialidad" del fútbol, sino que estos se ubicarían en "el durante" del partido, solo en la tribuna, como vendedores, pero agrupado o categorizado desde la "oficialidad" de su ejercicio, es decir, dentro de un programa u organismo de "vendedores oficiales" que la administración municipal controla.
De acuerdo con esto, pretendo dar un acercamiento general, acerca del rol y del papel de estos personajes que al igual que los demás descritos, también hacen parte de la real dimensión de un partido de fútbol, y que bien o mal, su "grado de importancia" no esta ni por encima, ni por debajo de cualquiera de los demás descritos.
Directivos y Empresarios.El deporte, que en últimas es la profesionalización del juego, en cualquiera de sus disciplinas, nos muestra la cara de la lógica del mercado en el que este está inmerso, para nadie es un secreto, que quizá, luego de algunas instituciones religiosas, el fútbol puede ser considerado, aparte de una religión pagana, como una de los negocios más grandes y lucrativos del mundo; siendo, bajo la mirada de esta lógica del mercado, donde entran a jugar de manera protagónica, los directivos, y empresarios de fútbol.
Estos personajes, que rara vez se ven insertados en las dinámicas que atañen lo estrictamente futbolístico, son quienes desde la óptica capitalista y consumista, mueven los hilos conductores desde lo logístico, administrativo y económico, de aquellos que "dependen" de él: jugadores, técnicos y los sentimientos de los hinchas.
Estos, manejan desde lo administrativo y económico el equipo de fútbol, son quienes hacen las contrataciones y se mueven en el ámbito del mercado mundial de futbolistas y técnicos. Los directivos, son quienes manejan los dineros de ingreso a los clubes, ya sea por medio de compra y venta de jugadores o por el dinero que cada hincha aporta en la consecución de su boleta de ingreso a un partido de fútbol, además de las cifras que por patrocinio y publicidad el equipo perciba. Mientras que los empresarios son quienes se encargan de ofertar a los clubes y mas directamente a los directivos de estos los jugadores a quienes ellos representan y sobre los cuales tanto directivos como técnicos requieren para su equipo.
Los empresarios y directivos del fútbol, comúnmente se han visto como eso, como esas personas que incluso no tienen necesariamente que saber mucho sobre fútbol, ni sentir nada por un equipo en particular, solo deben saber administrar y negociar con los bienes del club, bienes que abarcan lo material e inmaterial y lo tangible e intangible, incluyendo, obviamente, a los jugadores como mercancías en la dinámica de circulación de bienes y servicios.
A los directivos, en ocasiones se les culpa por los bajones deportivos del equipo, en la medida en que bajo administraciones corruptas y malintencionadas, algunos piensan primero en beneficios personales e individuales que en los del colectivo o del equipo, lo cual en cierta medida, provoca e incita, en algunas ocasiones, que los desenlaces sean los menos deseables por parte de jugadores, hinchas y para el equipo en general. Y aunque muchas veces no se haya comprobado, existen casos en que algunos directivos y empresarios, utilizan el fútbol como empresas fachadas para el lavado de dinero de dudosa procedencia, lo que además de perjudicar al equipo, entra a moverse dentro de las dinámicas sociales delictivas y reprochadas por la sociedad.
Ahora bien, se ha visto incluso como algunos directivos bajo la excusa de lo lúdico, deportivo y lucrativo de este espectáculo, han aprovechado esta circunstancia para hacer carrera política a nivel local, nacional y mundial, involucrándose cada vez mas en la relación economía - fútbol - política, haciendo de este, no solo uno de los deportes mas lucrativos del mundo, sino una actividad que aparte de lo futbolístico, puede generar valores "extras" de status, prestigio y poder económico y político, que se dinamizan de forma acelerada en la sociedad.
Sin embargo, cabe aclarar, que no todos los directivos del fútbol tienen estas actitudes algunas muy reprochables y otras no tanto, considerando estas "no tanto" como "normales" dentro de una "anormalidad" establecida desde lo pasional, sentimental y ético, desde el punto de vista de algunos actores o sujetos participantes de la relación entre cancha - tribuna - tiempos y lugares complementarios.
Para el jugador, este es un "jefe superior" más lejano que el técnico, siendo así, que la figura paternal vista desde la óptica del jugador, se conserve más hacia su técnico, antes que hacia su directivo, ya que si bien, el técnico impone, y regula, es más visto como "amigo" en determinadas ocasiones, que el directivo, ya que los rigores de las concentraciones y el constante y permanente estar con "él", implica una relación más estrecha y directa entre el jugador y el técnico, que entre jugador y directivo; este, puede decirse que es mirado como "el malo de la película" algunas veces, y se piensa además que cuando va a los entrenamientos, trae consigo un ambiente pesado de descabezamientos y expulsiones del equipo, lo cual "indispone" los ánimos de este; con el directivo es con quien se habla de dinero más que de fútbol, y cada año, se tienen "peleas" durísimas y angustiantes para jugadores e hinchas, por salarios, nominas y contrataciones.
Para el hincha, o mejor, para el aficionado al fútbol, podría hacerse una comparación entre el mito de Edipo y la relación con el equipo y los directivos; esta comparación radica en tratar de establecer, el lazo afectivo entre hincha y equipo, como la relación entre Edipo y su madre Yocasta, donde el "amor" por esta, llevaría a Edipo, a asesinar a su padre Layo, para así poderse quedar con su madre, en su relación afectiva, donde traspasándolo al caso del fútbol, Layo, podría considerarse como el directivo, quien es repudiado, en el sentido que para el hincha, es "él" quien coerciona en el fútbol, y le impide al equipo la libertad y la improvisación en un partido, condicionan jugadores y técnicos, e incluso en algunas ocasiones afectando y "jugando" con los sentimientos de la hinchada.
Este es el papel del directivo, el de la lógica mercantil, el de la lógica del dinero, muchas veces desligados de sentimentalismos y pasiones, dejados para los hinchas; eso sí, teniendo en cuenta, que también existen directivos que tengan sus sentimientos bien arraigados por un equipo particular, incluso en el que trabajan, pero debe siempre tenerse en cuenta, que como casi todos los sujetos participantes de la relación fundamental de esta investigación, estos, están laborando, su ejercicio dentro del fútbol, no es más que su profesión, su sustento de vida, lo cual, les "condiciona" y "determina" muchas de sus concepciones y representaciones acerca de este fenómeno, visto por muchos con los ojos del corazón y por otros con los ojos de la razón.
La fuerza pública.5Otro personaje de esta reflexión y caracterización, es la fuerza pública, aquellos que "supuestamente" están allí para controlar, llegado el caso de un disturbio de orden público, y como lo he dicho, están para controlar, mas no para provocar.
Comúnmente, la fuerza pública, ha sido vista con gran recelo por una gran parte de la sociedad, esta se ha convertido de una u otra forma en un agente coercitivo y represivo, y al ser vista como el organismo de fuerza del estado con el que más se interactúa en el ámbito urbano, se ha reforzado mucho mas ese imaginario, sentimiento y actitud frente a ella.
La policía es otro de esos personajes, que en el estadio están trabajando, y su sustento depende de su labor como policía, por lo cual podría decirse que estos son quienes, de alguna manera, menos relación en el sentido de lazos afectivos, pueden tener con el fútbol o con un equipo en particular; eso si, sin pretender decir que un policía, no tenga gusto por el fútbol o por algún equipo, pero desde su posición de trabajo dentro de un partido de fútbol aparentemente son neutrales, igualmente, por y quizá con "hipocresía", deben ser lo mas aparte posible a este.
Tradicionalmente, se ven dándole la espalda a la cancha al interior del estadio, y en las afueras, se encargan de las "nunca agradables requisas" a quienes llegan al partido, igualmente, tienen la función de controlar las filas de acceso a los estadios y de "velar por la seguridad" de quienes están allí.
Sin embargo, quizá por falta de aplicabilidad de la instrucción militar dada y por una pedagogía propia para el abordaje general del hecho futbolístico, llevados - como casi todo en el fútbol - más por lo emocional que por lo racional, es muy común ver como muchas veces, los policías se exceden y abusan de su autoridad, irrespetando a la gente.
No en vano, y al retomar el comentario dado por un barrista, durante la experiencia de campo, (que además recoge en gran medida la visión y "experiencia" de otras personas incluso "no barristas"), nuevamente me sigue resultando paradójico, como los que deben "imponer" el orden, como la fuerza pública, son uno de los "promotores" de violencia más notable, no es gratuito escuchar la posición de este barrista que por razones de seguridad pidió no divulgar su nombre, y decía:
"...desde el ingreso a los primeros cordones de seguridad de los estadios, la policía ya está tratando mal y violentando a quien se les antoje, ellos no diferencian entre los barristas o las personas del común, nosotros sabemos que algunas veces nos pasamos y nos tienen que controlar, porque es tanta la euforia que tenemos que actuamos como animales, pero es triste ver como los tombos hijueputas, requisan vulgarmente a señores que han venido a fútbol desde hace muchos mas años que nosotros y nunca se han metido en problemas, son tan güevones y malos polochos que casi siempre en los tropeles a los que cogen es a gente que no ha hecho nada, yo reconozco, también nos han cogido gente, pero como a veces no cogen a ninguno de nosotros, se ensañan con el que primero vean, tanto es que en el estadio a veces llegan repartiendo bolillo a diestra y siniestra sin importar quien pueda estar a su lado, es que esos manes muchas veces son los que nos calientan..."
Este testimonio no es extraño que lo den muchas de las personas que van a fútbol, porque lastimosamente aunque es sabido que este problema es muy difícil de manejar, la fuerza pública debe estar ahí no para provocar sino para controlar.
El hecho no es que la policía desaparezca del estadio, pero si debe comenzarse a pensar que en la actualidad, la fuerza pública, y en el marco de la violencia que está apoderándose cada vez más de los estadios de fútbol, la policía, metafóricamente, podría decirse que se ha convertido en una barra más, en peleadores callejeros, ya que al dejarse llevar por las emociones del conflicto, de la lucha, de la beligerancia, muchas veces no utiliza los mecanismos de instrucción militar propios para el control de motines, y al mismo "ton y son" o ritmo de los barristas, se agreden entre si de la misma forma, tirándose piedras, insultándose, y en el peor de los casos agrediéndose a diestra y siniestra, involucrando quizá gente que no tiene nada que ver con el problema.
Es tanto así, y al decir de manera metafórica que la policía se ha convertido en una barra más, que en el proceso de la construcción de información en Medellín y Bogotá, y en el ejercicio de espectador, hincha, barrista y futbolero, he registrado y vivido momentos donde en los llamados "clásicos regionales" Nacional vs. Medellín y Santa Fe vs. Millonarios, "las dos barras que en un principio se atacaban entre si, cesan su mutua hostilidad, para ser uno solo, en contra de la policía, eso si, como dicen los mismos barristas, sin mezclarse con "los del otro equipo", pero si con un objetivo común, la policía".
A raíz de esto, me surgen varias inquietudes: ¿Es un problema con la policía como institución, o por su ejercicio coercitivo?, o tal vez ¿Es una lucha contra la autoridad y el desconocimiento de esta dialógica de parte y parte, de la juventud a la autoridad y de la autoridad a la juventud?, o quizá ¿Es una respuesta mutua hacia una provocación igualmente mutua?, ¿Quién provoca y quien controla?, ¿Se han cambiado los papeles?, Es más, por experiencia propia y de algunos personajes a los cuales se les entrevisto, surgen mas inquietudes: ¿Qué pasa con los barristas que detienen?, ¿Qué proceso se les sigue?, ¿Qué trato se les da?, ¿Quién responde?, Son muchos los interrogantes, algunos comprometedores y preocupantes, pero lo más triste, algunos sin respuesta; respuesta y culpabilidad que ninguno de los personajes descritos, tiene solo para si, en la medida que esta es una problemática y una relación de todos y donde todos son artífices y responsables, de lo festivo y lúdico, pero también en este caso de lo reprochable y vetado.
El policía igualmente, y como lo expresaba antes, se ubica en cualquiera de los tres espacios propuestos, ya sea desde la oficialidad del fútbol en el estadio y desde lo simbólico pero igualmente parte de un partido en los espacios complementarios. Para el policía, el partido de fútbol y su designación para este, es parte de su trabajo e incluso de su cotidianidad, este personaje, en ciertas ocasiones y desde su visión y rol, ve el partido como otro espectáculo más en el cual debe brindar sus servicios, si bien tiene cabida en cualquiera de los espacios mencionados y además ejerce una función de control en ellos, debe volcar su trabajo a "manejar" las emociones, alegrías, tristezas, desmanes y demás manifestaciones de quienes van a un partido de fútbol desde su función particular ya sea productivo y laboral o solamente afectivo, como en el caso de los aficionados, eso si sin demandarse en su autoridad, lo cual desataría una reacción en cadena de agresiones y coerción.
En este sentido, el policía, hace parte los personajes que en cierta medida el partido de fútbol solo les representa trabajo y cumplimiento de su deber ejecutando su rol. Sin embargo, no se puede descartar que también pueda tener su afición particular y lazo afectivo con el fútbol o con algún equipo en particular, pero al igual que aquellos para quienes el fútbol es su sustento, deben ser y estar "aparte" a expresarse a favor de uno u otro, aunque ese otro sea su rival.
Para el policía, el partido, quizá comienza, desde el momento en que es designado para este, ya sea desde la "compañía de fuerza disponible (FD)"6, o desde las demás divisiones o subdivisiones que al interior del este se manejan. Su designación, abarca una temporalidad especifica, que inclusive desborda los limites de la "oficialidad" del fútbol, es decir, este comienza a jugar partido, luego de su designación, horas antes y en algunas ocasiones días antes, de que el partido se desarrolle, y su salida o fin esta marcada por el desenlace del partido en muchas ocasiones.
Para el policía, el partido algunas veces acaba, cuando el ultimo borrachito desaloja los alrededores del estadio, o incluso, hasta el momento en que se controlan totalmente los disturbios, horas después del fin del partido, es decir, horas después del cumplimiento de los 90 minutos y en lugares diferentes al estadio.
Los vendedores.Finalmente, pasemos a revisar otro personaje de la relación, los vendedores, aquellos que pregón tras pregón, van ofreciendo sus productos variados que de una u otra forma, suplen algunas "necesidades" que tienen que ver con lo futbolístico como las camisetas, la boleta, las cintas, los botones, los afiches, los llaveros, etc.; y otras que no hacen parte de la parafernalia del fútbol, pero que si son parte integral de esa mirada sistémica del partido como el licor, la comida, los dulces, los cigarrillos, entre otras de aquellos personajes ya reseñados.
El vendedor ambulante o no, es otro de aquellos personajes que antes que cualquier cosa esta laborando adentro o afuera del estadio, y por ende, esto le implica en determinadas ocasiones estar lo más alejado de exteriorizar sus lazos afectivos, si los tiene, hacia un equipo o por el fútbol en general durante su jornada laboral; estos, se ubican tanto en la tribuna, como en los otros lugares, como lo son la calle y/o los alrededores del estadio.
Para ejemplificar de manera más clara el hecho de tener muchas veces que separarse de los lazos afectivos, o quizá para mostrar como en determinados momentos, los lazos afectivos se sobreponen o prevalecen de acuerdo a la intención, este relato obtenido durante la tarea de construcción de la información en la ciudad de Bogotá, donde tras la conversación con el señor Luis Eduardo Quintero, vendedor oficial de camisetas y souvenirs al interior del Estadio Nemesio Camacho "El Campín", se puede rescatar este testimonio, que nos demuestra la inserción del vendedor en la dinámica establecida y el cómo las funciones y los papeles se cambian de acuerdo a la intencionalidad, como lo había planteado, así:
Nosotros representamos la venta de los artículos deportivos, para los equipos, para los aficionados que entran y pues como la Federación nos da los implementos deportivos, como gorros y camisetas... Nosotros estamos metidos aquí en el estadio, ósea, pues y nosotros los vendedores de aquí venimos mas en función de trabajo que de venir a ver el espectáculo... Yo soy hincha del América pero yo cuando juega el América aquí en Bogotá yo no vengo como trabajador sino que vengo como aficionado, entro al estadio y miro... Está jugando mi equipo, entro, lo miro y salgo.
Este testimonio, nos muestra pues, el cómo, los vendedores se insertan en la dinámica de un partido de fútbol, y se articulan a este como aficionados del mismo o como vendedores, según el contexto y el rol desempeñado o, a desempeñar, en esta medida, vemos como el vendedor, se articula, con lo económico y para suplir las necesidades o caprichos de sus clientes potenciales, y al mismo tiempo como aficionado a un deporte, con sus lazos afectivos propios y particulares, este personaje, se convierte pues, como todos, en parte fundamental del fútbol desde todas sus concepciones, las que atañen a lo "oficial" y lo complementario.
Pero ¿Qué es eso de vendedores oficiales y no oficiales?, Este cuestionamiento, radica en la ubicación y en la intervención del espacio en el cual estos personajes ejercen su actividad comercial; los vendedores oficiales, son aquellos que tienen un centro de acopio y distribución de su mercancía en el interior del estadio, están debidamente organizados y distribuidos en las tribunas y en los bajos de estos, donde tienen su centro de acopio de mercancías, están debidamente uniformados, con un chaleco o carné que los identifica como tales; mientras que los no oficiales, son aquellos que incluso al interior del estadio, venden sus productos, ya sea de dulces, cigarrillos y bebidas (gaseosas y cervezas), mas no pertenecen al gremio de los organizados oficialmente, son estos quienes incluso ofrecen y distribuyen el licor, y al no ser reconocidos por la fuerza pública como oficiales, son perseguidos y controlados por estos.
Sin embargo, al exterior del estadio, también se encuentra otro tipo de vendedores, quienes, en sus casetas o "caspetes" venden licor, gaseosas e incluso una gran cantidad de alimentos como frituras, mazorcas y chuzos; estos igualmente, se organizan en oficiales y no oficiales, y a su interior manejan una amplia red de intercambio de productos en el momento en que alguno escasea en su puesto, estos, además conservan siempre su mismo lugar de ubicación y por parte de la administración se les da el beneficio de tener bodegas en los bajos del estadio o en los alrededores del mismo para guardar su infraestructura móvil, al terminar su jornada o durante los días en que no haya fútbol, estos beneficios en cuanto a los oficiales; mientras que los no oficiales, ubican su negocio, aun más móvil, que regularmente son venta de souvenires de fútbol (calcomanías, banderas, balacas, botones, afiches) y comidas rápidas (chuzos, arepas, mazorcas), en cualquier lugar, o mejor, donde la fuerza pública les permita hacerlo.
En este sentido, es común ver también, no solo el vendedor de gaseosa, chiclets, cerveza, agua y cigarrillos, sino aquel que quizá oficialmente reconocido o no, es decir adscrito a los organismos de control oficiales o no, vociferan y venden aguardiente dentro de las tribunas, tanto en las de preferencia, como en las populares, ¿Cómo entró el licor?, ¿No se le realizó requisa?, son cuestionamientos que invitan a la reflexión en torno a pensar como pudo esa botella de aguardiente entrar al estadio, y las respuestas en este caso, no son tan inconcebibles e inexplicables como en otros; quizá pueden haber tres alternativas o respuestas a esos cuestionamientos: la primera, que hace mérito a la astucia y viveza del vendedor para burlar los mecanismos de control; la segunda, que hace notar la incapacidad de los organismos de control para revisar y requisar, además de la debilidad de la legislación regente para controlar estos actos; y la tercera, una posible complicidad de aquellos encargados de controlar el acceso a los estadios.
De acuerdo con esto, y hablando solo del licor, para no mezclar el caso de las drogas, preocupan y en cierta medida hacen responsable directo e indirecto al vendedor que oferta y comercia con estos artículos en los estadios.
Ahora bien, no pretendo generalizar y expresar que son todos los vendedores quienes hacen esto, algunos, solo son oportunistas que se mimetizan entre la multitud para vender su producto, pero con esto, empañan la imagen del colectivo de vendedores y por ende los estigmatizan ante los entes de control y demás personajes asistentes a los partidos.
En esta medida, no solo pongo a la vista los puntos favorables, aceptados y simbólicos, representativos de los vendedores y de los demás sujetos participantes de la relación, sino también, quiero hacer ver y mostrar como las diferentes manifestaciones ocurridas durante un partido, abarcan más de lo comúnmente definido, y si bien hay unos grupos representativos e identificados que están materializando una de las expresiones mas vetadas como es la violencia, existen otro tipo de personajes que en igual medida, porque acá el caso no es descargarle la responsabilidad a unos y quitársela a otros, son responsables de estas manifestaciones positivas y negativas, ya sea que se involucren, directa o indirectamente, y/o, material o simbólicamente.
Así, concluyo la caracterización de los personajes que asisten a los estadios, que de una u otra forma se ven involucrados en las diferentes dinámicas y expresiones que se dan en este universo subjetivo y particular como lo es el fútbol y específicamente el de los partidos. Hago también la salvedad, que estos personajes pueden clasificarse, dentro de la categorización propuesta como espectadores, hinchas y futboleros, donde si bien se tienen roles específicos dentro de un partido, quizá algunos no se pueden alejar de un sentimiento o lazo afectivo hacia algún equipo o hacia el fútbol en general, e incluso puede haber otros que quizá realmente, en el caso de aquellos para quienes el fútbol y el partido de fútbol es su trabajo, no les llama mucho la atención, y solo están allí, por motivos estrictamente laborales.
Esta es pues una muestra del cómo en el fútbol, no solo aquellos personajes, tiempos y lugares que comúnmente se han pensado como los únicos necesarios para la realización de un partido, hacen parte de este, sino que además, son otros tantos, los que cada día, en cada estadio alrededor del mundo, cuando se programa una fecha futbolera, entran a jugar parte de este amplio universo, ya sea desde su posición como jugador, técnico, aficionado, policía, vendedor, comunicador, entre otros, que saben y entran en juego, en aquello que durante muchos años desde el siglo XIX esta moviendo alrededor del mundo una gran cantidad de sentimientos, pasiones, intereses y emociones de la mas diversa índole y que esta siendo parte integral de la vida de todas aquellas sociedades que se dejan seducir por este juego, deporte, espectáculo y hecho social por excelencia de las sociedades contemporáneas.
Notas
Estas, son los momentos previos y posteriores al partido, donde el grupo de jugadores y técnicos, se reúnen en un sitio especial, regularmente en un hotel, donde se les separa de su familia y de su hogar para prepararse física y emocionalmente como grupo para el partido venidero, y posteriormente, terminado es, vuelven allí, para posteriormente tras pasar la noche o unas horas juntos luego del partido ser reinsertados a su cotidianidad del hogar y de sus familias.
Las barras se considerarían como las agrupaciones de personas que siempre que asisten a fútbol se ubican en un espacio determinado y que están organizadas, ya sea oficialmente o no.
Las "Barras Bravas" podría considerarse como un superlativo de las barras, sin embargo su desarrollo y dinámica dentro del fútbol y la tribuna como tal difiere enormemente en ambas categorías, en otros contextos geográficos, las "Barras Bravas" están altamente ligadas a procesos económicos y políticos de los países y de sus equipos, sin embargo en el caso colombiano se les rotuló como "Barras Bravas" principalmente por los medios de comunicación por su estilo particular de apoyar su equipo, algunos, con el fin de no llamarlas así, las denominan "barras de acompañamiento".
Este lugar esta predeterminado para que los jugadores emergentes o suplentes esperen allí su turno de entrar a la cancha a jugar, así mismo es donde se ubica el cuerpo técnico del club.
Idealmente se pretendía, en el trabajo de recolección de información en Bogotá y Medellín, tener la visión del policía desde sus propias voces, sin embargo, fue imposible, conseguir los permisos para permitir que un agente o un policía bachiller, diera algún tipo de declaración acerca de su papel en el fútbol, ya que para ellos esta totalmente prohibido dar declaraciones sin autorización de las altas esferas.
La Fuerza Disponible (FD), es la compañía que se encarga de controlar los espectáculos masivos, si bien estos son apoyados por otras compañías o pelotones de policías bachilleres y agentes, es esta quien esta encargada del control y manejo de los disturbios, llegado el caso de haberlos.
Bibliografía
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digital · Año 10 · N° 86 | Buenos Aires, Julio 2005 |