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El partido de fútbol como ritual

   
Antropólogo, Universidad de Antioquia
Medellín
 
 
Juan Fernando Rivera Gómez
juferigo@yahoo.com
(Colombia)
 

 

 

 

 
Resumen
    El fútbol como ritual nos muestra como las dinámicas que se dan en un partido de fútbol por parte de los personajes participantes de este, se pueden considerar como actos rituales que aparte de configurar esa real dimensión del partido de fútbol, dan cuenta de hechos y procesos sociales que se muestran a través de esta manifestación social y deportiva.
    Palabras clave: Antropología y sociedad. Fútbol aspectos sociales. Etnografía. Ritual.

Este texto forma parte del inicio del tercer capítulo de la monografía de pregrado en antropología denominada "Gol Eterno:
El partido de fútbol mas que noventa minutos, toda una vida de pasión y etnografía". Universidad de Antioquia Medellín - Colombia 2003.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 85 - Junio de 2005

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    En el fútbol, ritual sublimado de la guerra, once hombres de pantalón corto, son la espada del barrio, la ciudad o la nación. Estos guerreros sin armas ni corazas exorcizan los demonios de la multitud, y le confirman la fe, en cada enfrentamiento entre dos equipos entran en combate viejos odios y amores heredados de padres a hijos. El estadio tiene torres y estandartes, como un castillo, y un foso hondo y ancho alrededor del campo. Al medio, una raya blanca señala los territorios en disputa, en cada extremo aguardan los arcos que serán bombardeados a pelotazos, y ante los arcos, el área se llama zona de peligro. En el círculo central, los capitanes intercambian banderines y se saludan como el rito manda... (Galeano; 1998: 9)

    El ser humano, en su afán de manifestarse, identificarse como tal y diferenciarse de los "otros" ha empleado a lo largo de la historia diferentes expresiones, como los mitos y los ritos, que van desde lo físico hasta lo imaginario. El hombre ha buscado marcar un territorio y buscar una identidad propia con respecto a sus semejantes "diferentes de él".

    El fútbol, no se escapa ni se aleja de este comportamiento, los estadios se consideran como esa gran mole de cemento "sacralizada" que cada ocho días cobra vida; esta mole se llena de una gran cantidad de sentimientos, pasiones, alegrías y tristezas, y podría decirse que hasta cobra vida. En el estadio del Club Atlético Boca Juniors de Argentina hay una frase fabulística y mítica muy diciente y llena de sentimiento la cual reza así: "La Bombonera no tiembla... Late", así pues, pueden vislumbrarse desde este punto de vista las primeras luces de la simbología que dentro de los estadios se observa.

    Pero esta simbología no acontece solo con respecto al estadio como "territorio sagrado", como la casa o como el "templo de oración", no, este es el espacio propicio para el desarrollo de ritos como el de sacralizar y tratar de dar vida a una construcción, y aunque al mismo tiempo el estadio es un símbolo, es para quienes "le dan vida" al estadio, los que presenta esa gran diversidad de comportamientos y representaciones que nos remiten a analizar el fútbol desde su simbología y entre "tribus" o "bandas" bien diferenciadas, entendiendo como símbolo, aquellas representaciones materiales o inmateriales que identifican a un grupo específico, y que igualmente remiten a un significado común para todos los individuos de dicho grupo.

Entiendo por ritual una conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica, y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas. El símbolo es la más pequeña unidad del ritual que todavía conserva las propiedades específicas de la conducta ritual; es la unidad última de estructura especifica en un contexto ritual. Dado que este ensayo es básicamente una descripción y una análisis de la estructura y las propiedades de los símbolos, por el momento bastara que digamos, con el Concise Oxford Dictionary, que un "símbolo" es una cosa de la que, por general consenso, se piensa que tipifica naturalmente, o representa, o recuerda algo, ya sea por la posición de cualidades análogas, ya por asociación de hecho o de pensamiento. Los símbolos que yo observé sobre el terreno eran empíricamente objetos, actividades, relaciones, acontecimientos, gestos y unidades espaciales en un contexto ritual. (Turner; 1980: 21)

    Las diferentes dinámicas que se pueden observar entre las personas que asisten a fútbol, me refieren un análisis detallado de las representaciones simbólicas que se presentan y el concepto que estas pueden manejar.

    Los hinchas y futboleros que asisten a fútbol, tienen siempre una afición a un equipo en particular, esta afición o seguimiento hace que estas personas se traten de diferenciar de las demás, que aunque pueden estar en el mismo lugar, no tienen las mismas corrientes o no siguen al mismo equipo sino al otro en juego.

    Esta diferenciación actúa no solo en el pensamiento o seguimiento de un equipo particular que en algunos casos se da por herencia, sino que esta se debe volver tangible, en otras palabras ejercerse o ritualizarse, y nos damos cuenta como no solo en el fútbol esta diferenciación se presenta notablemente, sino que también en los diferentes aspectos de la vida cotidiana como la economía, la política, la religión, la guerra, entre otros, se establecen ciertos iconos, representaciones o estandartes que comienzan a establecer dichas identidades, territorialidades y diferenciaciones.

    En el fútbol, se puede ver como los diferentes equipos al igual que los países y los grupos sociales, tienen ciertos estandartes que los representan como un himno, una bandera, un escudo, un relato épico, un título alcanzado, entre otras representaciones. Estas para el hincha y el futbolero se convierten en sus bienes mas preciados, "bienes que hasta con la misma sangre se defienden".

    Los colores de los equipos, que generalmente son los de su bandera, no solo se portan en esa tela que ondea las tardes y las noches de fútbol, estos hacen parte del corazón y la piel del hincha, aquí puede verse como la pintura corporal entra igualmente a jugar parte fundamental de ese mundo de la diferenciación y establecimiento del territorio, la pintura en la cara identifica e incluye y excluye al mismo tiempo, acepta en un bando y rechaza al otro, la pintura, que generalmente evoca figuras guerreras, códigos y símbolos de connotación bélica, rememoran historias épicas de "sus guerreros" y los títulos obtenidos se configuran como iconos representativos con cierto carácter "totémico".

    Pero acompañando la pintura también están los uniformes que igualmente establecen una marcada diferenciación entre ejércitos, el uniforme en este caso difiere notablemente de los que en las guerras tribales, medievales y actuales se veía, el cual era de pies a cabeza, sin embargo su esencia sigue siendo la misma, en el fútbol, la camiseta es la representación de ese uniforme, y para algunos radicales es preferible perder la vida en un enfrentamiento con el rival que perder la camiseta.

    La camiseta no identifica al individuo como individuo, sino que lo compromete, lo vincula a un grupo, a una comunidad, a una corriente, lo muestra como una persona que aceptó una "ideología" representada en su equipo, y ponerse la camiseta es revalidar su elección implícita de manera explícita, para mostrarse, identificarse y ser identificado.

    Igualmente, la música en el fútbol, esta básicamente canalizada o regulada por instrumentos de percusión y trompetas, y aunque estas últimas tuvieron mucho auge, se han visto relegadas por los famosos bombos; este, es un símbolo importante para el ambiente futbolístico y para las barras, y en algunas ocasiones mucho más que las banderas, este es el que marca el paso de los barristas para saber lo que tienen que hacer, para saber que "rito" se debe ejecutar, sin este no habría ninguna coordinación, pues con él se ordenan diferentes acciones en la tribuna, las cuales a su vez están mediadas a iniciarse cuando en el centro de la cancha, el "hombre de negro" es decir, el árbitro, con su música monofónica da el pitazo inicial para que el partido en su durante comience y así mismo para determinar el final de esta temporalidad.

    El bombo, es igualmente un símbolo de pertenencia y "adoración" en las barras, no cualquier persona puede tocar el bombo, y quien lo hace es porque dentro del grupo ya maneja cierto status y reconocimiento especial dentro de este; además porque dentro de estas agrupaciones, algunos toques especiales hacen referencia a acciones determinadas y no todo el mundo sabe manejar ese "código lingüístico sonoro" particular.

Cuando el bombo entra al estadio la gente que lo escucha desde las afueras de este, ya se da cuenta que la fiesta en el estadio o mejor en la tribuna va a comenzar, y que los hinchas del otro equipo deben prepararse porque el bombo como digno representante de los siempre particulares "toques de guerra" va a comenzar a mover la gente.

    El bombo pues, entra a ser parte de esa gran parafernalia que nos remonta a analizar y comparar las funciones que estos objetos igualmente "cumplían en épocas y acontecimientos bélicos anteriores".

    Esta simbología particular dentro del fútbol, se nos muestra pues como la forma en la que las personas que asisten y viven este deporte adquieren cierto tipo de comportamientos que tratan de liberar tensiones y sublimarlas, es enfrentarse al otro y crear "conflicto" pero no de una forma física. Los insultos, las miradas feas y en sí, los diferentes lenguajes proferidos y ejecutados allí por los participantes de la relación cancha - tribuna - otros tiempos y lugares, y todas aquellas otras manifestaciones que se observan, desde que no transgredan la esencia misma de la catarsis de una especie de "conflicto", del espectáculo propiamente dicho, son una sublimación y simbolización de la cotidianidad, de lo mítico, de lo espiritual, de lo bélico y de otra gran cantidad de condiciones humanas de carácter natural y cultural.

    Así, cuando el partido se acabe, lo ideal es que la gente salga totalmente relajada, para que al día siguiente pueda volver a comenzar a llenarse de tensiones en la vida cotidiana o mundo "real" y así al domingo siguiente vuelva a canalizar su tensión y preocupaciones representadas en una marca facial, una camiseta, un insulto, un toque de tambor, un brinco de euforia, un gesto, entre otras, dentro de un colectivo organizador de unos códigos particulares, que le permitan al individuo volver a ejecutar esa experiencia de un partido de fútbol, el cual al comportarse como el estado liminal de aquellos que vivimos este espectáculo desde esta perspectiva, permite continuamente revalidar y ejecutar estas manifestaciones que mucho se han criticado y poco entendido, y que quizá, para acceder a su real dimensión como fenómeno y hecho social, sea pertinente analizarlo desde la perspectiva ritual que este posee.

    Así pues, al encontrar o tratar de establecer esa identidad buscada en el colectivo y al demarcar el territorio por medio de simbolismos, se vive y se disfruta de una fiesta que si no despertara la pasión que representa, con seguridad los estadios no serian considerados como los templos de oración de una "religión pagana" donde lo único que interesa es llevar siempre adentro y consigo, mucho amor, pasión, respeto y respaldo por una camiseta.


Algunos elementos teóricos

    Con el fin de seguir profundizando hacia pensar cuál es la real dimensión de un partido de fútbol, y más aún, siendo esta una investigación que si bien es de corte antropológico, no deja aparte otras disciplinas principalmente de las ciencias sociales, en el animo de trascender de la multidisciplinariedad a la interdisciplinariedad, creo que la temática del ritual y como relacionar a este con las manifestaciones deportivas y específicamente con el fútbol, me permiten pasar a un tercer grado de análisis e interpretación del fenómeno del fútbol y mas concretamente de un partido, donde la interacción social y simbólica que este representa, permite tanto articular aspectos propios de la vida cotidiana como lo político, lo económico y lo social, como mostrar manifestaciones particulares que podrían de una u otra forma considerarse como rituales particulares (del individuo) y generales (del colectivo), en aras a articular también aspectos propios de lo simbólico e ideológico a esta dinámica.

    Pensar en una definición exacta del concepto de "ritual" con todas sus connotaciones, es algo que incluso muchos de los "grandes autores" de la antropología que trabajan dicha temática, no han podido definir a ciencia cierta, o al menos una definición concertada y universal, el ritual y todas sus dimensiones, se comporta pues como un tema muy resbaladizo y de una gran cantidad de aristas y percepciones del mismo, que cada vez "dificultan" más la aprehensión de una postura lo mas general posible, creyendo y respetando siempre de modo personal, la posición de que nunca en las cuestiones sociales se dice la última palabra acerca de un concepto, una teoría o una "definición" total y certera, ya que las diferentes posiciones desde que sean bien argumentadas tienen validez y aplicabilidad, lo cual permite, que se conserve un cierto grado de "subjetividad sana" que permite además que los postulados sociales tiendan a no convertirse en dogmas.

    Ahora bien, dentro de esta investigación tomaré principalmente los postulados hechos por Víctor Turner (1980), dentro de los cuales ciertos actos pueden considerarse como rituales, y en esta medida, tratar de relacionar las diferentes manifestaciones que se presentan en un partido de fútbol con esta categorización de Turner, la cual plantea los siguientes pasos como propios de un ritual:

  1. Una ruptura de la cotidianidad.

  2. Un marco espacio - temporal definido.

  3. Un escenario programado que se repite periódicamente en un tiempo cíclico.

  4. Palabras proferidas y gestos complementados.

  5. Una configuración simbólica.

    Podría pensarse pues en esta categorización propuesta por Turner, como el primer paso para abordar las manifestaciones observadas y vividas durante esta investigación y durante mi recorrido de vida dentro del mundo futbolístico, como actos rituales, donde la expresión y elaboración de ciertas manifestaciones agrupadas bajo una representación institucional y "adorada" como el equipo de fútbol, nos daría bases claras para relacionar cierto tipo de comportamientos como actos cargados de un simbolismo particular que desatan en actos rituales o ritualizados desde esta perspectiva.

    El antropólogo mexicano Rodrigo Díaz Cruz, en su texto La trama del silencio y la experiencia ritual (2000) nos muestra el cómo la antropología ha abordado los rituales, desde dos perspectivas:

Acaso con una insistencia desmesurada, la antropología ha querido dotar los rituales de dos vocaciones: la de cumplir con una función social -bien sea la de promover la integración, solidaridad y cohesión de una comunidad, la de reducir las ansiedades psicológicas de un grupo que padece pobreza en sus conocimientos científicos y técnicos, o bien la de generar catarsis emocionales que sirvan como válvulas de escape efímeras- y la de ser una fuente de significantes y significados valiosos, constitutivos de una cultura que los celebra -que expresan ya la tradición y la memoria de los pueblos y sus singulares cosmovisiones, ya los códigos culturales subyacentes o la estructura inconsciente común a todos los hombres... (Díaz; 2000: 59)

    Ahora bien, al indagar acerca de la función que las representaciones ejecutadas por los sujetos participantes del ritual del partido de fútbol, es decir aquellas de la relación cancha - tribuna - espacios y tiempos complementarios, debe abarcar estas dos vocaciones que ha tratado de abordar la antropología a la temática ritual, de esta manera, al establecer la analogía entre el ritual y los partidos de fútbol como eventos rituales, se podrá acceder a identificar y analizar aquellos significados y significantes que se pueden observar en la dinámica de los lugares donde se desarrolla el partido de fútbol y sus contextos espaciales y temporales particulares.

    Desde la posición de varios autores antropológicos, se ha establecido una estrecha relación entre el mito y el rito, lo cual ha generado diversidad de apreciaciones, las cuales giran entre las meramente taxonómicas de clasificaciones jerárquicas entre mito y rito, tratando de establecer que fue primero, lo cual a mi modo de ver se convierte en posiciones estériles y bizantinas que en el fondo no arrojan ningún resultado.

    Durante el transcurso de mi formación como antropólogo, estudiando las teorías antropológicas y más exactamente el estructuralismo, con el también antropólogo Andrés García Becerra, nos preguntamos acerca de las implicaciones de pensar en el mito y el rito como entidades y conceptos complementarios uno del otro, y fundamentados en las lecturas propias del "padre" del estructuralismo Claude Levi-Strauss, y de otros autores como Edmund Leach y Víctor Turner; esto nos dio claves fundamentales para pensar que esta relación tiene su esencia en su mutua interdependencia, además del como tanto mito como rito son manifestaciones cargadas de un gran valor simbólico, material e inmaterial en el momento de tratar de interpretar y acceder a las expresiones mas profundas de una sociedad, tanto como modelo de representación con sus significados y significantes, como un hecho que permite la congregación y agrupación social.

    Podría decirse entonces que el mito posee un origen individual, pero se articula con la experiencia colectiva de percepción; para que un mito se constituya como tal, debe trascender este grado personal y entrar a ser parte de una colectividad, intentando ofrecer una explicación e interpretación "del mundo" que particularmente rodea e interacciona con determinado grupo, dentro de un contexto espacio - temporal especifico.

    De esta manera el mito constituiría la manera como el ser humano expresa la concepción que tiene de su entorno; es una serie de ideas, aparentemente desordenadas y sin conexión, pero se organizan en un plano psíquico y representan una manera para entender aspectos de su entorno. Luego, el mito conceptualizado en el plano psíquico, sufre su primera materialización y se demuestra a través del lenguaje, el cual hace que el mito adquiera continuidad en el sentido de ser expresado y transmitido al colectivo para su aprehensión y aprendizaje.

    El pensamiento mítico se vale de imágenes variadas para construir una representación de la "realidad". Sin embargo, los mitos al momento de ser narrados pueden sufrir ciertos cambios y transformaciones de acuerdo a la versión que se esté emitiendo, pero en el fondo su estructura e intencionalidad se conserva y giran siempre en torno a su motivo central.

    El sentido que poseen los mitos depende de la manera como se combinan los elementos que en él intervienen, evidenciando un lenguaje con propiedades especificas que se deben "leer" de manera diferente a como se interpretan las manifestaciones lingüísticas cotidianas.

    En este sentido, podría decirse que en el caso que nos convoca, es decir el de los partidos de fútbol, que esta manifestación mítica, podría pensarse de manera ligera, en el momento en el cual los aficionados a este deporte, se inclinan hacia una versión particular, que en este caso seria el equipo de fútbol, el del corazón, así, puede verse como muchas veces estas inclinaciones se dan generalmente por diferentes tipos de filiaciones que van desde las familiares, hasta las políticas, ya que en ocasiones la elección del el equipo del corazón trae consigo la decisión de acuerdo a campañas "épicas" del club, del año del campeonato recordado por todos, de la filiación de sus familiares, o quizá, de la cual sea el grupo social en el cual se está adscrito, también, en ocasiones, los sentidos de regionalismo se hacen presentes para "determinar" la filiación a una institución particular.

    Así, la elección del club, pasa por una experiencia de dramatización de la sociedad, se elige por descarte, es decir, la gama dentro de la cual en el caso Colombiano se tiene para escoger el equipo, tiene una variable de 18 posibilidades, dentro de las cuales, un solo equipo será el que se lleve a "sus toldas" un hincha más; este proceso comienza desde la infancia, donde las mal llamadas "cosas de hombres" que en últimas pasan a ser "cosas de fútbol" incitan e invitan a los padres a insertar sus hijos en esa inmensa horda de emociones e identidades, es así como el ritual, demanda que los hijos vayan acompañados por sus padres a los estadios, a ver el equipo, a comenzar a articularse en la dinámica de ser un espectador de fútbol, pero no del fútbol en general, sino de aquellos partidos que el equipo del corazón del padre juegue, incluso esa gran prueba que podría denominarse como "destete" de la relación materno - infantil, se da en la medida de insertar al hijo a su grupo de hinchas y seguidores de un equipo1.

    Acompañando a esta "función" paterna, los relatos de hazañas y épocas doradas inciden también notablemente a la escogencia de los clubes, y es allí, donde se puede ver la diversidad de versiones y relatos que se puedan hacer con el fin de quizá impresionar a aquellos posibles nuevos integrantes, pero en últimas y como expresaba en el análisis, el fin es el mismo, el de cautivar y recrear las experiencias que cuentan los momentos principales de una historia de una sociedad y su visión del mundo, que en este caso, se refiere a un equipo de fútbol y el dilema de escoger, lo cual podría decirse marcará la "visión" del fútbol y en algunos casos mas extremos del mundo, de aquellos que comienzan a acercarse a este universo futbolístico.

    Ahora bien, esto también cumpliría con aquellos parámetros de continuidad y trascendencia, de la afición en este caso, y por consiguiente pasan de generación en generación, ya sea desde relaciones afectivas y/o políticas del individuo en su poder de escogencia pero que naturalmente se deben articular a una comunidad o a un colectivo para ser expresadas por medio de actos y manifestaciones ya no tan sentimentales y emocionales, sino de manera más material, lo cual podría decirse daría paso a la ejecución de los ritos como una forma de revalidación de su pensamiento e inclinación.

    Sin embargo, como lo que me concierne en este caso no es tanto lo mítico2 sino lo ritual, es necesario decir también que el rito se establece dentro de un colectivo, en él se pronuncian palabras, se realizan actos y se hacen gestos, apoyados por una gran cantidad de parafernalia cargada de simbolismo. En el ritual se pueden establecer tres aspectos fundamentales, la separación de lo cotidiano, el estado liminal del rito y la reintegración a lo habitual, las cuales en el caso del fútbol, se podrían pensar como el antes, el durante y el después; al igual que en el mito, estos aspectos se experimentan dentro de un contexto espacial y temporal particular para cada sociedad.

    Los actos ejecutados en el ritual, son acciones que no se realizan regularmente en la vida cotidiana, sino que tienen un momento especifico de desarrollo. En el rito, se manejan ideas que lo constituyen y se expresan de manera gestual, mas no hablada únicamente, y todas las herramientas que el rito emplea tienden a este fin "escénico". Tales objetos, son tomados del medio en el cual se desenvuelve la colectividad y se intervienen simbólica y materialmente para que conformen una entidad organizada capaz de ser interpretada por las personas; dicha intervención se da de tal forma que se puede llegar a la creación de Hierofantas3.

    Numerosos autores como Leach (1978), Turner (1980) (1988) y Levi-Strauss (1976) (1997), atribuyen al rito un fuerte carácter comunicacional, viendo este como una forma de expresar cuestiones relacionadas con la cultura, al transmitir significados y significantes a sus participantes y al colectivo, lo cual también ratifica su carácter congregador y articulador.

    Al indagar en el ritual, se debe tener en cuenta que este tiene unos códigos particulares propios que se desprenden de los procesos mentales de quienes lo efectúan.

    Para hablar de la relación entre mito y rito, es pertinente no tomarla como algo unilineal, sino más bien como aspectos complementarios, de este modo se podría establecer una interdependencia entre ambos, que quizá, harían ver esta relación en ambas direcciones como una posibilidad de interpretación particular de aquellos que expresan su "visión" de acuerdo a sus posiciones subjetivas colectivizadas en un grupo, en este sentido, el mito conceptualizado como una forma de explicar la "concepción del mundo" de un colectivo particular, se materializa al expresarse por medio de la palabra, y así lograr su continuidad y perennidad; sin embargo, esta primera materialización no es suficiente, y se debe volver a materializar, es ahí, donde aparece el rito como una manifestación "material" de esas ideas y relatos concebidos que rodean al individuo y al colectivo.

    En este orden de ideas, y profundizando en el caso del fútbol, podríamos ver como el rito esta materializando al mito por segunda vez, mas ya no desde una forma hablada sino mas bien escenificada, desde este punto de vista, el rito valida al mito, en el sentido que lo lleva a la "realidad", lo aplica, es decir lo materializa de forma que se convierte nuevamente en un acto comunicativo, donde al validar el mito, al hacerlo aprehensible, no solo al grupo propio sino a los "otros diferentes"; el mito ritualizado, da a conocer la "cosmogonía" o visión del individuo y del grupo ritualizador.

    Ahora bien, esta relación, pasa por un estado de transformación que ocuparía tres espacios en el hombre -y que notablemente tienen que ver con el concepto de interacción simbólica planteado en esta investigación como parte del marco teórico- así, el mito, se concibe y se organiza dentro del plano de las ideas o psíquico, luego el plano fisiológico, permite que él o los participantes, lo ritualicen en el momento de expresarlo, hablarlo o ejecutarlo escenificándolo, es decir presenta ciertas capacidades fisiológicas para poder emitir los conceptos antes organizados y estructurados por las ideas; y por ultimo, la materialización como tal del mito, se ubicaría en el plano de lo físico, que son las ideas tratadas de presentar en su materialización pura4.

    Así pues, si establecemos y analizamos la relación entre mito y rito desde una perspectiva lingüística, nos daremos cuenta que las relaciones que se entablan entre estos dos factores netamente culturales están entrelazadas entre sí, y así, categorías como signo y símbolo, mutabilidad, transformación, entre otras, nos muestran cómo la lingüística se encarga de estudiar las diferentes relaciones en el lenguaje, entre el mundo de las ideas y la palabra como tal; el mito y el rito igualmente hacen una representación de ese mismo objetivo de estudio y análisis en el hecho de buscar dónde, cómo y porqué es que se presentan esas vinculaciones entre el mundo de las ideas y el de lo material; representando este ultimo, desde las palabras y la gestualidad, que en últimas se referiría a la ejecución y representación.

    Después de tratar de hacer un análisis de cada uno de estos conceptos y de la naturaleza de su vinculación, se nos presentan diferentes cuestionamientos acerca de la problemática que nos convoca en cuanto a lo teórico, cuestionamientos que se convertirían en el punto de reflexión y análisis a nivel conceptual de este capitulo y que basado en las lecturas de los tres autores antes planteados, proporcionan aspectos claves de peso teórico e interpretación de esta problemática.

    De acuerdo con lo anterior, algunas de estas preguntas son: ¿Dónde se encuentra realmente la naturaleza del vinculo entre mito y rito?, ¿Será que al ritualizar los mitos, el ser humano lo que busca es transmitirlos no solamente de una forma hablada para buscar la perennidad del mito, o es que lo que busca es una forma más de interpretar el mundo o "su mundo" y darlo a conocer?, ¿Será el vinculo entre mito y rito el eslabón de la cadena que pueda interrelacionar las diferentes culturas y sus manifestaciones?.

    El antropólogo Claude Levi-Strauss, en su texto Antropología Estructural I diferencia dos tipos de mitología. Una explícita, que es aquella en la cual existe un hilo conductor bien determinado, conformando un corpus de significado particular; y otra implícita, que consiste en una serie de ideas sueltas expresadas en un ritual, sin una linealidad que la constituya como una unidad coherente en si misma. En numerosas ocasiones se confunde esta última con el ritual, sin diferenciar los campos propios de los que cada uno participa. Los actos rituales presentan conductas que se realizan articuladas a determinada concepción del mundo. El ritual no constituye simplemente una expresión del estado de ansiedad experimentado por sus participantes, aunque en ocasiones puede ser dicho estado el que motive su realización. (Levi-Strauss; 1976)

    En este punto, se despiertan controversias con otros estudiosos sociales que han desarrollado otros puntos de vista de acuerdo con la naturaleza que cada uno piensa, posee el ritual. Leach, afirma que "ante todo el ritual es un medio para comunicar ideas dentro de una colectividad" (Leach; 1978). Turner, habla de que "el ritual consiste principalmente en una serie de medios por los cuales las personas acceden a despertar, canalizar y domesticar emociones fuertes como el miedo, el odio, la ternura y la pena" (Turner; 1980).

    Para Levi-Strauss, se presenta un fuerte paralelo entre la mitología explícita, la implícita y el ritual, con el canto vocal, el canto mezclado con instrumentos y la música instrumental respectivamente.

    De acuerdo con esto, y basado en las lecturas y análisis de los diferentes textos de este autor, principalmente, El Hombre Desnudo (1976), Pensamiento Salvaje (1997) y Antropología Estructural I (1976), entre otros, la analogía o paralelo, se fundamenta en que la mitología explícita y el canto vocal se valen de la lengua principalmente para transmitir los mensajes; la mitología implícita y el canto mezclado con instrumentos, utilizan fragmentos de discurso y conductas no lingüísticas; por ultimo, el ritual y la música instrumental, no se relacionan con la lengua y emplean otro tipo de códigos para expresar una serie de ideas relacionadas con procesos cognitivos, engendrando sentimientos específicos que surgen de lo pactado a priori por dichos procesos mentales, lo que en últimas también podría considerarse como códigos lingüísticos.

    El ritual, según Levi-Strauss, se vale de la fragmentación y repetición para desempañarse; realiza una profunda división en determinadas actitudes cotidianas, además redunda, valiéndose constantemente por medio de la repetición para su continuidad y para la obtención de los fines que lo han motivado, recogiendo aquellos segmentos de la vida que se escapan al mito, dándole así un tinte de subjetividad personal y colectiva a su representación, de acuerdo al ecosistema5 que rodee al individuo o al grupo.

    De esta manera, el rito invierte el recorrido del mito, pues responde a una construcción continua, a partir de lo discontinuo.

    Siguiendo con Levi-Strauss, este nos plantea, que la sensibilidad de organizar el mundo, se aprehende en forma de construcción elaborada por un colectivo y producida en dos relaciones: el discurso ritual, sintagmático o metonímico, referido a las partes en las que se divide la realidad, tomando esas partes como un elemento a su vez divisible; y el discurso paradigmático o metafórico, que por su parte, está encaminado a conformar una idea simbólica de un aspecto mas general que particular o particularizante.

    El rito es el fruto de una serie de procesos cognitivos, desempeñados por el ser humano, en la continua búsqueda de dotar de sentido su entorno particular desde su individualidad y su connotación social y colectiva, entorno este que se presta para ser simbolizado "clasificado"; esta actividad, se remite, principalmente, a conformar una estructura del tiempo y de la vida, tanto humana, como de los ciclos en los que se inserta el exterior, de donde no solo se toma lo requerido para suplir necesidades naturales, sino también para desarrollar actividades de pensamiento y simbolización, propias de un orden cultural.

    Finalmente, terminando con la reflexión de los autores, principalmente de Claude Levi-Strauss, el mito y el rito son entidades que, cada una a su manera, ayudan a configurar las labores mentales de una mente humana ávida de conocimientos acerca de la realidad en la cual se desarrolla dentro de una colectividad en la que cada ser desempeña una labor de configuración y procesamiento de esas labores cognitivas, con las cuales continuamente convive.

Son varios los rasgos que diferencian al ritual de otros tipos de comportamiento (Rappaport, 1974). Los rituales son formales, estilizados, repetitivos y estereotipados. Las personas los realizan en lugares especiales (sagrados) y en momentos señalados. Los rituales incluyen ordenes litúrgicas, secuencias de palabras y acciones inventadas antes de la representación actual del ritual en el que se dan. Estos rasgos, vinculan los rituales con las actuaciones teatrales, pero existen diferencias importantes. Estas últimas tienen audiencias en lugar de participantes. Los actores se limitan a representar algo, mientras que los participantes en el ritual - que constituyen congregaciones - van en serio. Los rituales, transmiten información sobre los participantes y sus tradiciones. Repetidos año tras año, generación tras generación, los rituales traducen mensajes duraderos, valores y sentimientos en acción. Los rituales son actos sociales. De modo inevitable, algunos participantes están más entregados que otros a las creencias que subyacen a los ritos. Sin embargo, por el mero hecho de tomar parte en un acto público conjunto, los participantes señalan que aceptan un orden social y moral común, uno que trasciende su status como individuos. (Kottak; 1996: 352)

Notas

  1. No pretendo decir con esto que el estadio y el fútbol sean solamente una manifestación reservada para los hombres y de promocionar el machismo y/o solo de relación padre - hijo, solo que es una de las formas más representativas que en la sociedad colombiana se da para fortalecer los vínculos de la relación paterna (o al menos así se ha creído), ya que aunque hay lazos sanguíneos, hay también un ingrediente "político" en la relación con el padre, cosa que con la madre es mucho más sanguíneo. Sin embargo, cabe aclarar que el fútbol es un espacio que no se ha cerrado totalmente para las mujeres y cada vez, asistimos a una mayor participación de la mujer en esta manifestación, ya sea desde la posición deportiva y practicante del fútbol, como desde la posición de asistir a los estadios y ser una integrante mas de las relaciones que allí se establecen. Debe recordarse también que la sociedad colombiana mal que bien e históricamente, ha tenido una connotación machista que se expresa en diferentes esferas de lo público y de lo privado, y el fútbol no se puede apartar de esto.

  2. Aunque no descarte que esta temática pueda posteriormente desatar futuras investigaciones, la preocupación fundamental en este momento de mi vida personal y profesional gira en torno a la relación partido de fútbol - ritual, mas que partido de fútbol - mito, para lo cual creo pertinente hablar también de lo mítico en aras a entablar la relación con el rito. Por lo tanto, esto no exime que pueda seguirse dando algunas anotaciones con respecto a lo mítico.

  3. Según el filósofo Rumano, Mircea Eliade, en su texto, El Mito del Eterno Retorno (1985), las Hierofanías son objetos que como tal no tienen valor alguno, pero que cobran un valor simbólico, en cuanto tuvieron alguna importancia histórica atribuida, por el uso que realizó de él alguna deidad o un héroe, así, este objeto remite a algo sagrado o representativo para el grupo.

  4. Este concepto de los tres planos, el psíquico, el fisiológico y el físico, fue tomado y trabajado por el lingüista Ferdinand de Saussure, en su texto Curso de Lingüística General (1998), sin embargo, es pertinente también aplicarlo a esta relación entre mito y rito y a su poder comunicacional, ya que esta estructura que si bien cumple estos tres pasos también articula a ella códigos lingüísticos propios del grupo, lo cual particulariza su intencionalidad de expresión y comunicación.

  5. Recuérdese el concepto de ecosistema, de acuerdo al planteamiento del Antropólogo Jaime Arocha, para quien, dentro de la metodología del diario de campo intensivo, se refiere al ecosistema como objetos y seres vivos que se articulan a la cotidianidad, a lo estético, a lo social y político, a lo espiritual, a lo económico, etc., del individuo y del grupo, lo cual además incide a la diversidad y fragmentación de la versión mítica "inicial", permitiendo obtener diferentes versiones que igualmente se insertan en la ritualización, sin embargo su fin sigue siendo el mismo.


Biblgiografía

  • AGUIRRE BAZTAN, Ángel. Etnografía. Alfaomega. México, 1995.

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revista digital · Año 10 · N° 85 | Buenos Aires, Junio 2005  
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