Una mirada al juego de pelota maya como mito mágico religioso |
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*Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Caracas **Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Maracay (Venezuela) |
Elvis Ramírez Torrealba* Rosa López de D'Amico** damicolopez@cantv.net |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 85 - Junio de 2005 |
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Introducción
El Popol Vuh, o EL Libro del Común, es uno de los manuscritos que apenas interesaron al ser identificados a finales del siglo XVII en un curato perdido en las montañas occidentales de Guatemala por el fraile dominico Francisco Ximénez que, 150 años después de la conquista de estos pueblos, da con el manuscrito que sirvió de base a la restauración del texto original que el mismo fraile realizó en cuidada lectura Quiché y en esmerada versión al castellano, incluidas ambas, en primera intención, en lo que llama simbólicamente tesoros de las lenguas. Estas escrituras han despertado gran curiosidad en el último siglo y medio, a partir de que el abate charles Etienne Brasseur de Bourbourg las diera a conocer en su Collection de documents dans les langues indigènes pour servir a l'étude de l'histoire et de la philologie de l'Amérique Ancienne, dándole el nombre que lleva actualmente: Le livre sacré. (Sáenz, 2002).
Dentro de las múltiples creencias sobre las actividades religiosas desarrolladas por los Mayas se encuentra el juego de pelota. Al parecer del autor, esta actividad sobrepasa lo mitológico para convertirse fundamentalmente en un movimiento sociocultural que implicaba múltiples situaciones y llegó a ser la principal forma de ocupación del tiempo de ocio y recreación (Álvarez, 2000)
El desarrollo de este estudio podría dar respuesta a las interrogantes existentes sobre la importancia del juego de pelota y su influencia en la vida social de los Mayas, basándose en las obras escritas, como el Popol Vuh, y las dejadas por los cronistas españoles. La intención es que se pueda abrir una puerta hacia el estudio de las actividades lúdicas desarrolladas por los pueblos mesoamericanos y profundizar sobre las diferentes manifestaciones en que estuviera presente la actividad física y su influencia en el desarrollo de la población Maya.
El trabajo se desarrolla en dos partes: en el desarrollo se expone el planteamiento del problema, y se consideran los aspectos referentes a las actividades religiosas, lúdicas, el juego de pelota como deporte, además de una revisión a los antecedentes de la investigación. La última parte presenta consideraciones acerca del estudio y las posibles limitaciones para profundizar en un estudio de investigación más profundo del tema.
DesarrolloEl estudio de los juegos en las culturas mesoamericanas es bastante limitado. Sólo comenzaron a conocerse después de las conquistas europeas a través de relatos de los cronistas y más recientemente por los hallazgos arqueológicos que han permitido realizar ciertas aproximaciones en el conocimiento de las actividades lúdicas de los mayas.
En el libro sagrado de los Mayas, Popol Vuh o Libro del Común, podemos indagar y encontrar una serie de situaciones que hacen referencia al juego de pelota, llamado "pok-ta- pok". La referencia sobre una actividad dentro de un libro considerado sagrado para una civilización, indica la gran importancia que ésta tenía para esa sociedad. Así, para algunos autores el juego de pelota es una actividad religiosa orientada fundamentalmente a la adoración de los Dioses Mayas; es el caso de Tudela, J. (1966).
El ejemplo más elocuente del carácter religioso del juego de pelota en estos pueblos prehispánicos es el gran juego de pelota de la ciudad maya de Chichén Itzá, al norte de Yucatán. Cuatro templos rodean su estructura arquitectónica: el templo del norte o del hombre barbado, el templo del lado sur, el templo de los tigres y otros templos pequeños al pie y detrás de este último. Todos estos templos tienen relieves o pinturas alusivas al juego. (p. 399.)
Lo planteado por este autor está fundamentado sólo en los vestigios rupestres y arquitectónicos, apreciación que se repite en otras investigaciones en las que resalta nuevamente el hecho religioso. Como sugiere García (2002), "la cercanía de los campos de juego a los templos y el lugar central que ocupaban algunos de los primeros en torno a los segundos hace notar su significado ritual y religioso." (p. 27). El hecho religioso no desmerece nuestra atención sino por el contrario es de suma importancia para señalar el hecho social de las actividades lúdicas de los mayas.
En el desarrollo de la obra, el juego se ubica como parte del hombre, por lo que se supone que la actividad se consideraba como parte de su recreación; así se indica en el siguiente fragmento del Popol Vuh: "…y el Hunhunahpu y Ucub Hunahpu se entretenían en jugar a los choreques y a la pelota, y éste era su entretenimiento y, cuando se juntaban todos en la plazuela que tenían, jugaban de dos en dos". (p. 71 )
El juego es parte de la civilización Maya. A través de él surgen como en toda civilización héroes, villanos y hasta explicaciones sobrenaturales del don de un jugador, al igual que en diferentes obras mitológicas como las de Homero y otras. En la actualidad se suscitan acontecimientos con características semejantes, pero la explicación de lo que es capaz de lograr un jugador se le atribuye a su talento y dedicación, todo ello fundamentado en el conocimiento científico del hombre actual, lo que no poseían antiguas civilizaciones.
Como se ve, la actividad del juego era un hecho cotidiano y fundamental como parte de su distracción. El hecho del juego era tan importante que, como leemos en el Popol Vuh, hasta el mensajero y correo del Dios Huracán, el pájaro llamado Voc, se iba a verles jugar, e informaba de lo que acontecía al mismo. En la mitología Maya, el origen de su pueblo esta íntimamente ligado al juego de pelota ya que, a través de él, los señores del infierno son molestados y se inicia prácticamente la epopeya Quiché.
En la narración de la obra se puede observar la concepción de la actividad lúdica en el pueblo Maya. En los pasajes donde se describe la lucha del bien y el mal, se la asemeja a un juego de pelota, pero no porque suponga que esta actividad sea puramente religiosa, de origen celestial, pues de hecho se la reconoce como una actividad anterior al origen del hombre Maya, lo que permite especular que la obra se fundamenta en las actividades más importantes desarrolladas por la población. El Popol Vuh nos indica que él mismo es una forma de explicación de los diferentes fenómenos naturales con una actividad ya existente y que además tenía implicaciones de tipo moral como lo indica Hernández (1959): "El sentido moral del juego de pelota queda, a mi ver, perfectamente claro en los relieves que han podido reconstruirse del gran juego de pelota de Chichén-Itzá," Pág 122. El juego de pelota es una forma sencilla de ver el mundo pero a la vez profunda, donde la vida es un juego ( para los dioses) que ponen a prueba de alguna forma la capacidad del hombre Maya para superar las adversidades; es decir, los vaivenes de la vida como los del pueblo Quiché. Para el mismo autor, el desarrollo del juego de pelota es un reconocimiento y un temor a las fuerzas de la naturaleza y un intento de dominarlas, constituye la base del sistema religioso mesoamericano. La ética y la perfección quedaban bajo el dominio de las costumbres sociales.
En un pasaje donde se pone a prueba a los jóvenes Hunahpu y Xbalanque se muestra que, como en el juego, hay que informarse de lo que persigue, piensa y hará el adversario antes de una contienda. El hecho de preparar estrategias se observa en el siguiente fragmento en el que, habiendo pasado Hunahpu y Xbalanque por todos los castigos que les hicieron, en ninguno de ellos murieron; como tampoco sucumbieron habiendo estado entre tantos animales feroces y bravos, ni pudieron ser vencidos por los señores del infierno. "Y, viendo esto, los señores del infierno enviaron dos adivinos como exploradores para ver y considerar de qué modo lo pudiesen vencer y matar" (Popol Vuh, 2002, p. 94 ). Es relevante poner en evidencia las habilidades de estos jóvenes y su viveza para superar las diferentes pruebas, lo que hace que estos señores insistan una y otra vez en preguntarles de dónde vienen y quiénes son, y más cuando hay que enfrentarse en el juego de pelota en el que tanto cuenta el conocimiento de las características de los jugadores antes de la contienda.
Para poder medir las habilidades entre un pueblo y otro, siempre está presente el juego de pelota.
Los cronistas describen naturalmente los juegos de los hombres hechos y derechos; naturalmente, también, eran de los niños, que en todas partes imitan lo que ven; y no saldrían diestros pelotaris los mayores si de muchachos no lo ejercitaran. Pónganse pelotas más chicas, y veremos la chiquillada tirarse a ellas, y descalabrarse y deslomarse con los tumbos al suelo, e ir renqueando a sus madres, que de cierto no los mimarían mucho para callarlos, entre otras razones, por que llorar por el dolor lo miran de cobardes (Landa, citado por Bayle, 1966, p. 368).
No era una actividad exclusiva de los adultos, también los niños hacían de la práctica de este juego algo esencial; es decir, el juego es un hecho social y por ende cultural y ello permite sugerir que el mismo surgió desde los mismos inicios de esta civilización como lo sugiere García (2002): "El descubrimiento de figurillas arcaicas en Tlatilco, identificables como jugadores de pelota, demuestra que el juego era conocido en el Valle de la actual ciudad de México ya en el año 1500 a. de C. (época Olmeca), dándole una antigüedad de algo más de 3000 años." (p. 25)
Por todo lo anterior se puede decir, según los vestigios arqueológicos, que fundamentalmente se buscaba ganar gloria, demostrar la superioridad individual y la de un pueblo sobre otro, lo que nos permite lucubrar que la competencia siempre estuvo ahí, más que el hecho de adorar a un Dios determinado. La misma indumentaria especial no indicaba precisamente que fuera para un acto religioso sino como protección específica para el juego de pelota. Así lo manifiesta Hooker (1999): "El cuerpo de los jugadores está protegido por un cinturón fuerte, ancho, hecho de tela, madera y relleno de algodón" (p. 1). Igual sucede con las grandes construcciones; no sólo obedecían al hecho de ofrendar a unos dioses, sino que, como en la antigua Grecia, el imperio Romano y como en la actualidad, servirían como recinto para la nobleza Maya y su pueblo. Esto denota que el juego era un deporte, ya que para su realización se requería de toda una organización, un espacio exclusivo, vestimenta (protectores de rodillas y otros); era público, según se deduce de los dos núcleos macizos limitadores del espacio de la pista, terminados en una superficie plana desde donde presenciaría el pueblo las incidencias del juego. Incluso se cruzaban apuestas sobre el resultado. El juego de pelota de Chichén Itzá nos proporciona el ejemplo del llamado templo Sur que quizá cumplía de tribuna cubierta para las personas de la jerarquía; desde allí se podía presenciar el juego perfectamente, pues estaba levantado sobre el nivel del suelo a cubierto de las inclemencias del tiempo (Salvador T. citado por Hernández, 1959). Todo ello nos indica que no era un hecho sólo religioso sino que era parte del modus vivendi de esa sociedad que superaba lo religioso. Era un hecho social, con las mismas características de un deporte en la actualidad. "Los partidos de pelota con toda su incertidumbre eran confrontaciones de carácter lúdico, tremendamente competitivo que servían para celebrar las grandes solemnidades religiosas y políticas en los núcleos poblacionales de la cultura Maya" (Oliveros, 1999, p. 13).
El juego está antes que el Sol y la Luna, antes de la creación del hombre según el Popol Vuh, el juego de pelota es tan antiguo que existe antes que estos cuerpos celestes. Es decir, el hombre primigenio jugó antes de que la vida existiera sobre la faz de la tierra, según la mitología Maya, cuando los dioses usaban esta actividad como medio de recreación, como actividad liberadora, después de cumplidos sus oficios. "Es indudable que desde tiempos muy remotos el hombre ha manifestado una tendencia instintiva por jugar, se sostiene que después de la alimentación, tal vez ésta sea la forma más antigua de actividad entre los hombres" (Guillet, citado por García, 2002). La actividad lúdica es asumida por esta civilización como un hecho de liberación, de alegría, de encuentro y por supuesto de competencia, siempre después de cubrir sus necesidades básicas.
AntecedentesEn las diferentes revisiones hechas sobre el tema del juego de pelota en la región mesoamericana al igual que los posibles análisis hechos al libro sagrado de los Mayas desde el punto de vista de esta actividad, se encontraron los siguientes trabajos:
En primer lugar, los manuscritos traducidos por el fraile Francisco Ximénez en el año 1722 aproximadamente, que luego de siglo y medio después, el abate Charles Etienne Braseur de Bourbourg dio a conocer en su Collectión de documents dans les langues indigènes, pour servir a l'étude de l'histoire et de la philologie de l'Amérique Ancienne, dándole el nombre de Popol Vuh, Le livre sacré.
El Padre Charles-Étienne Brasseur de Bourbourg (1814-1874), en principio un escritor político de tendencia liberal y novelista, se había hecho cura a los 34 años y enseguida fue enviado a Québec y después a Guatemala, donde llegó a ser administrador religioso de los indios de Rabinal, antes de participar en la expedición francesa a Méjico en los años 1860-1864. En tanto que americanista, Brasseur de Bourbourg había propuesto al concurso de 1862 una Colección de documentos en lenguas indígenas como apoyo al estudio de la historia y la filología de la antigua América, a saber: un estudio sobre el Popol Vuh, el Libro Sagrado y los mitos de la antigüedad americana, publicado en París en la editorial Durand, a partir de 1861, y una gramática de la lengua Quiché, seguida de un vocabulario y del drama de Babinal-ahi, publicado en la misma editorial el año siguiente. En 1870 vuelve sobre un manuscrito Troano, estudio sobre el sistema gráfico y la lengua de los Mayas, cuyos dos volúmenes se publican en 1869-70 en la Imprenta Nacional.
En 1822 aparece en Londres, en un apéndice del Teatro Crítico Americano, una referencia al manuscrito. Y es en Viena, en 1857, cuando se hace la primera edición del texto bilingüe, preparado para la imprenta por Carl Scherzer. Pero, en definitiva, es el abate Francés Ch. E. Braseur de Bourbourg, quien, además de presentarlas, las bautizó con el nombre actual "Popol Vuh".
En cuanto al estudio del juego de pelota como manifestación de la cultura Maya, se encuentran pocos trabajos relacionados con el hecho lúdico del juego de pelota; por lo general se resalta el aspecto religioso como único fin de esta actividad. Los trabajos más sobresalientes fueron hechos fundamentalmente por los cronistas españoles como Fray Bernardino de Sahagún, a quien se le debe la perpetuación científica de la cultura Azteca. Fray Juan de Torquemada (1723) en su obra "Monarchia Indiana" describe la técnica y reglas de juego de pelota, sirviéndose de la comparación del juego castellano de pelota de viento. Fr. Diego Durán (1880) describe la pelota y su conformación de olin o Batel, como lo llamaban los españoles. Eduardo Seler (1904), basado en los cánticos de unos manuscritos, deduce que en el juego de pelota existe un fundamento ritual y, en suma, constituye una ceremonia del conjunto esotérico religioso de las culturas mesoamericanas. Francisco A. De Fuentes Guzmán (1932) hace referencia a los juegos realizados por los indios de la provincia de Chiapas como el del palo. Albert De Luze (1933) define las diferentes jugadas, las faltas y cómo se logran los puntos. Ignacio Marquina realizó un detenido análisis de cada uno de los grandes centros urbanos mesoamericanos, deteniéndose sistemática y admirablemente en cada uno de los edificios integrados en los correspondientes núcleos ciudadanos.
Salvador Toscano (1952) supone que el juego de pelota se debe a la existencia del ulli (caucho), en la zona Mesoamericana. Alfonso Caso (1953)hace referencia a la existencia del Dios del juego que era Macuilxochitl que traducido, quiere decir 5 Flor. José Tudela (1957) viene a deducir (por los dibujos, los agujeros de los aros y su semejanza con la pelota de viento) el tamaño de la pelota.
Por lo general los trabajos antes señalados son principalmente recopilaciones de datos o traducciones hechas de los jeroglíficos Mayas, por lo que se convierten en los antecedentes y las bases teóricas de cualquier estudio que se quiera emprender sobre este tema.
ConsideracionesEl estudio sobre el pueblo maya es muy escaso; las pocas investigaciones existentes están fundamentadas en hallazgos arqueológicos o basadas en narraciones de los cronistas españoles, que en muchos casos eran frailes dominicos que, en su afán de convertir a aquellas poblaciones al credo cristiano, destruyeron todo aquello que consideraban herejía, desde el sometimiento humano hasta la destrucción de ídolos y de las escrituras encontradas. Así lo manifiestan Castro y Rodríguez (1997): "Cuando Fray Bernardino de Sahagún llegó a México, el afán de destruir los lugares idolátricos, o los textos que hacían referencia a los ritos y cultos, era muy grande, ya que pensaba, que si se hacían desaparecer los lugares donde los mexicanos daban culto, probablemente desapareciese el deseo de ritualizar los acontecimientos." (p. 84-85). Esto hace suponer que los pocos hallazgos encontrados no siempre responden a una situación determinada, lo que permite el surgimiento de lucubraciones sobre esa cultura y sus creencias.
Al revisar los diferentes trabajos sobre el pueblo Maya quedan muchos cabos sueltos, tantos que sólo podemos sugerir algunas ideas o indagar sobre el significado en particular del juego de pelota en esta civilización.
En cuanto a sus escrituras encontramos el Popol Vuh traducido, como ya señalé, por el fraile dominico Francisco Ximénez en 1722, es decir, más de siglo y medio después de la llegada de los primeros españoles a esas tierras, lo que supone un gran distanciamiento entre la realidad y la fecha de la traducción. En la obra se puede percibir el sentimiento cristiano dado por este fraile a los manuscritos sagrados del pueblo Quiché. Záenz (2002) escribe: "Para su descubridor, el Popol era una especie de breviario de la religiosidad quiché, de ahí que sus comentarios busquen trazas de la revelación primitiva en cada una de sus páginas y tras cada uno de sus mitos" (p. 10). Se puede ver con claridad la comparación que trata de hacer con la Biblia cristiana, lo que explica la relevancia del hecho religioso en toda la obra.
Las limitaciones para continuar un trabajo de investigación en el tema son variadas. Los pocos estudios existentes sobre el tema del juego de pelota en los Mayas es uno de los mayores obstáculos, ya que la mayoría de los trabajos están orientados hacia la comprensión de esta civilización en su cultura centrada en el arte, lo que trae como consecuencia que pocos autores se hayan dedicado a revisar a profundidad el hecho de la actividad lúdica como manifestación social y por ende cultural.
Los manuscritos del pueblo Maya están dispersos en múltiples países, al igual que los vestigios arqueológicos, lo que requiere de grandes recursos materiales, económicos y humanos para reunirlos y estudiarlos en conjunto.
El trabajo realizado por los cronistas españoles se encuentra disperso por toda la geografía española, lo que requiere la colaboración de muchas instituciones relacionadas con el tema.
La existencia de manuscritos Mayas que aún no se han traducido precisaría, por otra parte, mucho tiempo para su ejecución.
El juego de pelota se convierte en una actividad necesaria y fundamental ya que de ello en un momento determinado dependía su supervivencia como pueblo. Por lo tanto es importante asumir el juego de pelota Maya desde otro punto de vista, partiendo del estudio de los diferentes escritos y vestigios dejados por este pueblo, lo que nos permitiría analizar su cultura desde una perspectiva distinta que resalte la importancia de las actividades lúdicas y su influencia en el desarrollo de esta civilización, como sugiere Hernández (1959). Así se considerarían nuevamente los vestigios arqueológicos al igual que los manuscritos existentes, para dilucidar lo que verdaderamente significaba el juego de pelota para los Mayas, facilitando la apertura de nuevos trabajos sobre esta civilización y considerando las actividades lúdicas como parte importante de la misma. Se afianza más la opinión de Huizinga, (citado por García, 1998, p. 12) "La cultura humana brota del juego". Así se corroboran las bases de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
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digital · Año 10 · N° 85 | Buenos Aires, Junio 2005 |