La dinámica del fútbol en México. La construcción de identidades colectivas en torno al Club de Fútbol Pachuca en nuestros días. Tercera parte. El origen del fútbol, signo distintivo de los pachuqueños |
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Colegio de Michoacán, A. C. Centro de Estudios Antropológicos |
Gabriel H. Angelotti Pasteur gabrielotti@yahoo.com (México) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 84 - Mayo de 2005 |
Fuente: Perfil sociodemográfico 20021 / 1
Como se adelantó en los artículos anteriores, no existen documentos ni fuentes primarias que certifiquen el verdadero origen del fútbol en México. También como se dijo, a pesar de esta ausencia documental se designa a Pachuca como el sitio donde se encuentra "la cuna del fútbol en México". Este acontecimiento, que no posee fecha ni lugar específico de nacimiento, es evocado por los pachuqueños con cierto aire de orgullo y grandeza (al sentirse dueños del origen y del misterio de aquel deporte preferido por todos los mexicanos) y transmitido de manera oral y escrita en historias que circulan por la entidad. Estos relatos en torno a cómo se produjo este fenómeno no son únicos ni coincidentes. Como es de suponerse existen versiones distintas del acontecimiento que, en algunos de los casos, varían según el interlocutor, sus conocimientos y los intereses (personales o colectivos) pretendidos en el desarrollo de la historia. En general, encontramos una versión matriz que, a semejanza de una obra musical, se puede interpretar con instrumentos diversos. En nuestro caso los instrumentos son los recursos materiales y literarios que se emplean para transmitirla. En términos generales se reconocen dos versiones de la misma, una reducida y otra ampliada. La primera es la más difundida, hasta podríamos decir la más popular, si entendemos con este término a aquello que pertenece a la mayoría de la gente. La segunda es exclusiva, es la que asume el carácter de oficial y esta cargada de fechas y nombres; esta versión es propuesta (y financiada) por las autoridades del actual club. Ambas narraciones tienen algo en común: son selectivas, pues del abanico de acontecimientos disponibles en el tiempo sólo se eligieron algunos, otros se descartaron u olvidaron. Pero mientras la primera versión es vaga, dejando espacio para la creatividad de los futuros narradores, la segunda intenta ser precisa, académica, y comete el error de omitir fechas y nombres de personajes conocidos por los lugareños, situación que le resta credibilidad. Además, que ésta última versión pretende legitimar un repertorio de acontecimientos del pasado sin pruebas objetivas que lo refrenden.
La versión popularLa primera versión es popular, no requiere de muchas explicaciones ni argumentaciones históricas. Aunque posee dos referentes toponímicos distintos: uno la ciudad de Pachuca y otro el pueblo de Real del Monte. En su estructura general las historias son parecidas, lo que varía es el punto de origen. Si quien la cuenta es un pachuqueño, dirá que "el fútbol en México nació en Pachuca". Por el contrario, si es un realmontés, advertirá que "fue en Real del Monte donde se jugó por primera vez este deporte, y que luego migró a Pachuca". Ambas historias discurren por un mismo carril, incluso, haciendo uso de los mismos escenario y personajes.
La historia popular sostiene que los mineros "ingleses" trajeron el fútbol a la región, que en sus horas de descanso lo practicaban al aire libre y que tras fundar el primer club este deporte se difundió a todo el territorio mexicano. No se establecen fechas precisas, pero se supone que ello ocurrió como a principios del siglo XIX, cuando procedentes de Inglaterra llegaron a la región las primeras oleadas de trabajadores migratorios. Posteriormente se formarían en el resto de México otros equipos (todos de "ingleses") y se disputarían los primeros torneos. Y así fue como nació el fútbol en México.
La versión oficializadaLa segunda versión, con mayores componentes literarios, suficiencia de espacio y recursos económicos, sigue un guión idéntico al anterior. Su difusión no se realiza por los canales tradicionales, como el oral, sino por medio de libros. De manera que la misma dispone de una difusión que desborda los lindes locales. Estas publicaciones son financiadas por el club y presentadas en formatos de lujo, en papel de alta calidad, con abundancia de fotos y cuyo precio en el mercado suele ser elevado.1 Las siguientes obras siguen estos lineamientos, Pachuca, la cuna del fútbol en México (2001) y Pachuca, la gloria de un Centenario (2003), ambos de la autoría de Carlos Calderón Cardoso2 y 102 años de Estadísticas del club Pachuca (2003) de Gómez Guzmán.
Los trabajos de Calderón Cardoso, que poseen una línea editorial semejante a las obras deportivas publicadas por Editorial Clío, fueron inaugurales y de ellos se desprenden numerosos artículos publicados en la revista de la institución y en su página de Internet. Mientras que el trabajo de Gómez Guzmán, resulta de gran trascendencia por la importante compilación de datos y estadísticas relativas a la institución, ideal para aquellos fanáticos que disfrutan rememorando momentos específicos de cada partido (qué jugador hizo aquel gol, a cuál equipo se goleó aquella tarde y otras hazañas infaltable en la plática entre los aficionados).
En Pachuca, la cuna del fútbol en México (2001) Cardoso expone con suficiencia de detalles la historia del club. En esta obra se busca tejer toda la trayectoria de la institución partiendo desde aquel pasado mítico (de cuando los "ingleses" llegaron a estos territorios) hasta la actualidad. La importancia de la investigación queda reflejada en las innumerables fuentes consultadas, locales y nacionales, archivos, museos, hemerotecas y fototecas. El único agravante de la obra es que todas las afirmaciones vertidas no están acompañadas de la cita de fuente correspondiente, dejando entre los lectores, especialmente los más exigentes, un cierto aire de incertidumbre.
Respecto al origen del fútbol en México, el autor presenta datos reveladores, aunque algunos de ellos - inexplicablemente - contradictorios para los fines institucionales y sus pretensiones de "cuna". Lo cual queda evidenciado en el ejemplo de cómo un minero británico se enteró de que el fútbol había "llegado" a México:
"William "el manco" Blamey, minero de la Compañía de Real del Monte y Pachuca, durante una visita a la ciudad de México, se sorprendió que en ciertos colegios ingleses de Mixcoac y Tacubaya pretendieran jugar algunos partidos de fútbol. Ávido por presenciar un encuentro del deporte que tanto le gustaba y extrañaba desde su salida de las islas Británicas, acudió a un partido que reunió a ocho niños divididos en dos equipos de cuatro jugadores que pateaban sin ton ni son un balón ante su profesor, desesperado y con la sotana arremangada, que agritos trataba de explicarles hacia dónde debían patear el esférico y la manera correcta de hacerlo. Las porterías eran inexistentes, sólo unas piedras delimitaban el campo y los arcos de ambos extremos del patio del colegio determinaban la zona de gol (Calderón, 2001: 20.)
Es decir, siguiendo el relato del autor, nos enteramos que el fútbol inicialmente se habría practicado en ciertas escuelas de la ciudad de México para luego ser ejercitado, de manera institucionalizada, en la ciudad de Pachuca.
El relato del minero no termina allí, una vez que "el manco" Blamey terminó de ver los partidos de fútbol se dirigió a la casa Spaulding (posiblemente uno de los primeros comercios de venta de productos deportivos en México), a comprar unos balones de fútbol. Pero se encontró con la sorpresa de que estaban agotados, pues habían sido vendidos a distintos colegios de la ciudad; motivo por el cual tuvo que hacer un pedido y esperar que los elementos llegaran desde Europa. (Ibid) Pero Blamey no cedió en su empeño. "El minero regresó a Pachuca y entusiasmado informó a sus compañeros que el fútbol había llegado a México, y se propuso formar un equipo entres los 'hijos de la oscuridad' que pasaban casi todo el día bajo tierra. La idea gustó sobremanera, por lo que mineros y técnicos se apuntaron en la lista de Blamey... La lista de hombres que quedaron para la posteridad fue la siguiente: James Bennetts, John Benetts, William Blamey, W. Bray, George Camphuis, Charles Dawe, John Dawe, W. Gould, Thomas Patton, Richard Sobey y C. William Thomas. Ante el aplauso de los asistentes, el conjunto quedó formalmente constituido con el nombre de Pachuca Athletic Club, un sábado por la tarde del mes de noviembre de 1900, en al ciudad de los vientos" (Ibid.: 22).
Posteriormente se formarían otros equipos británicos, hasta que en 1902 iniciaría el primer torneo en México en el cual intervinieron los siguientes conjuntos: el Reforma Athletic Club, el British Club, México Criquet Club, el Pachuca Athletic Club y al Orizaba A.C.( de la ciudad de Veracruz) al parecer, integrado por trabajadores de la industria textil y de procedencia escocesa. Al mismo tiempo se organizaría la primera liga de Football Association Amateur. Los certámenes se repitieron hasta el año de 1912, cuando las condiciones del país habían cambiado drásticamente, lo que motivó el alejamiento de las familias británicas.
Durante la misma época muchos ingleses atemorizados por la situación del país deciden emigrar a nuevos horizontes, ya sea hacia Estados Unidos, Centroamérica o de regreso a las islas Británicas. Grandes jugadores de la talla de Camphuis, Tomas y Bennets desaparecerán de la escena futbolística. Algunos regresarán y otros no volverán a México. La guerra se convierte en el parteaguas del fútbol nacional: grandes jugadores extranjeros dejan la acción, pero se da un boom de elementos nacidos en nuestro país que ocupan las plazas de los que se fueron. Jesús Piña, Alfonso Ortíz y Carlos Orozco se hacen cada vez más familiares entre la afición pachuqueña. Igualmente en las filas del British y del Reforma los nombres latinos van en aumento. El fútbol comienza a tomar otros derroteros. Es el momento para que los extranjeros que deciden radicar en el país y los mexicanos, cosechen el fruto del deporte sembrado por los ingleses, el fútbol que nació en Pachuca una tarde de 1900" (Ibid: 51).
El texto de Calderón Cardoso prosigue narrando lo acontecido en el club a mediados del siglo XX, las crisis del equipo, los cambios administrativos, el traspaso del club al gobierno, luego a la universidad, posteriormente a un particular y nuevamente al gobierno, dando cuenta de todas las decepciones deportivas de las primeras décadas. Hasta que en el año de 1994 el club Pachuca cambia radicalmente:
"La reestructuración del equipo fue paulatina. Jesús Murillo Karma -por entonces gobernador del Estado de Hidalgo por el PRI- sabía que el gobierno a su cargo no podía mantener vitaliciamente el plantel, por lo que optó buscar detenidamente a un grupo de empresarios locales que por amor al equipo pudieran sortear los gastos económicos que se avecinaban y, no sólo eso, sino crear una estructura en todo el estado que impulsara el deporte en todos los niveles, desde el amateur hasta el profesional. Tras una ardua búsqueda -no podía ser de otra manera- en julio de 1995 el gobierno del Estado eligió acertadamente a la nueva administración del club Pachuca. La directiva, encabezada por Jesús Martínez Patiño como Presidente, se encargaría desde entonces de los asuntos de la institución" (Ibid.: 112 ).
Los capítulos finales del libro están dedicados a recordar aquellos momentos felices del tan ansiado ascenso a primera división: cuando en el año 2000 el Pachuca logra una agónica victoria ante su eterno rival (también de origen hidalguense, de Jasso, donde se encuentran las fábricas de cemento), el Cruz Azul. En un capítulo posterior se le rinde un breve homenaje a la afición local y el libro culmina con un apéndice donde se presenta la obra más importante de la empresa dueña del club Pachuca, la Universidad del Fútbol.
En este amplio recorrido, en donde todos los sucesos del pasado parecen estar conspirando para un mismo fin, 3 la nueva directiva emerge como un grupo de empresarios privilegiados que logran mediante una fórmula mágica rescatar a la institución del caos y sumirla en el orden y el éxito administrativo y deportivo. 4 El trayecto propuesto en la narrativa sigue una línea evolutiva en el tiempo histórico, con una trama por momentos predecible: un inicio enigmático, un desenlace y, en este caso, un final feliz.
Sin embargo este argumento no es tan convincente como se supone. Entre el originario Pachuca Athletic Club (que fue un "equipo" integrado por un grupo de mineros, posiblemente amigos o familiares) y el actual "club de Fútbol Pachuca" (perteneciente a la empresa "Promotora de Fútbol Pachuca" y que representa a una institución deportiva en la cual laboran más de 150 personas, incluyendo a los jugadores del primer equipo) hay diferencias tan notables, que podríamos exponerlos como dos instituciones totalmente diferentes. El elemento que vincula a ambas instituciones es el ejercicio físico en el cual veintidós jugadores se disputan un balón en un terreno de juego. El resto, lo institucional, lo organizativo, el escenario, el público o espectadores, la situación social, la realidad de los jugadores (capital económico, social y cultural), sus intereses, la finalidad de la competencia, la vestimenta, entre muchos otros factores son notablemente distintos. Pese a estos aspectos, a la distancia que las separa en el tiempo y, mucho más, a la lejanía en significado y función, se presentan unidas, engarzadas en una idéntica cadena de acontecimientos; cuando en realidad, y coincidiendo con Bourdieu (1990) deberíamos advertir que estamos ante la presencia de campos que deberían ser analizados de manera autónoma. Pues mientras los "ingleses" jugaban al fútbol (lo que denota la preponderancia lúdica de la actividad), posiblemente en sus tiempos libres y para entretenerse del agobio laboral, para intensificar las relaciones sociales entre sus compatriotas, para recordar a la madre patria o simplemente para jugarlo, nada de ello acontece en la actualidad. Donde el fútbol es ejercido por profesionales que protagonizan un espectáculo deportivo para un conjunto de aficionados que, directa o indirectamente, disfrutan del mismo. Esos estudios, afirmaría Bourdieu, que encuentran semejanzas entre los juegos de las sociedades precapitalistas, los que son asumidos como prácticas pre-deportivas, y los deportes propiamente dichos, cuya aparición es contemporánea de la constitución de un campo de producción de productos deportivos, deben ser puestos en tela de juicio: debido a que impiden conocer los momentos de ruptura cuando se realizó la transición a nuevos campos competitivos que poseen sus propias puestas en juego, sus propias reglas (Bourdieu, 1990: 194).
Reacciones en torno a la confección de una estatuaLas disputas en torno al origen del fútbol en México no se agotan en el campo literario. En Real del Monte, localidad ubicada a unos 12 kilómetros al norte de la ciudad de Pachuca, un grupo de vecinos, apoyados por las autoridades municipales formó un Patronato con la finalidad de realizar una estatua al fútbol para reivindicar acontecimientos de la historia local.
El monumento, que se proyecta colosal, tendrá una altura aproximada de 4 metros, sin contar el basamento que se supone será de piedra de la zona. Según el boceto realizado por un artista local las figuras representaran a dos jugadores, uno "inglés" y otro mexicano, en el momento de la disputa del balón. Se presume que el trabajo se realizará en bronce y que tendrá un costo aproximado de 1,5 millones de pesos mexicanos.
Con esta obra el Patronato pretende cumplir simultáneamente tres objetivos importantes:
Brindar una prueba objetiva ante la opinión pública (local y nacional) que fue en Real del Monte donde verdaderamente nació el fútbol en México.
"Hacer justicia al clamor de las generaciones anteriores" - tal como declararían los organizadores- y aplacar el sentimiento de indignación de aquellos realmonteses que se sienten despojados de una parte sustancial de la historia de su pueblo; especialmente entre la gente antigua, quienes son portadores de los relatos que sus padres, que hace tiempo les habían contado sobre cómo los "ingleses" jugaban a este deporte en el lugar.
Se intenta dotar al municipio de un nuevo atractivo estético que estimule la afluencia de turistas a la localidad.
Respecto al primero de los puntos señalados, los integrantes del Patronato consideran que las versiones vertidas por las autoridades del club Pachuca son erróneas e injustificadas, dado que no cuentan con un documento que certifique la fecha exacta de la fundación del club. Ello, pese a que se toma el año de 1901 como la fecha de inicio, y que representa el slogan de toda la mercadotecnia institucional. 5 Y si bien en el libro La cuna del fútbol en México se afirma que fue en los campos del Liloche donde se practicaba el fútbol, todo el mundo en Real del Monte sabe que en realidad se jugaba en el campo conocido como "Agua Bendita", en el actual estacionamiento de la Hacienda Dolores, lugar donde se piensa colocar la monumental estatua.
Pese a esta observación, habría que señalar que en el Patronato tampoco se cuenta con documentos que certifiquen sus opiniones, situación que los coloca en igualdad de condiciones con la gente del club; aunque fundamentan su petición en los innumerables testimonios orales que las personas antiguas del pueblo poseen sobre el particular. Además, poseen el asesoramiento académico del cronista del pueblo, el Prof. Enciso Vargas, quien dice poseer documentación hemerográfica que data del año de 1889, donde se aclara que el fútbol se practicó en Real del Monte desde mediados del siglo XIX, cuando los mineros ingleses formaron allí las primeras escuadras deportivas.
Maqueta del futuro monumento al fútbol, altura 60 centímetrosRespecto al tercero de los puntos señalados, el deseo de crear un "nuevo atractivo estético", habría que señalar que desde hace años las autoridades municipales han solicitado ante las Naciones Unidas que se declare a Real del Monte con el título de "Monumento de la Humanidad", razón por la cual realizaron importantes arreglos en el lugar. El Municipio de Real Monte, que otrora fuera uno de los productores de plata más importantes de México, en la actualidad emerge como uno de los centros turísticos más atractivos del centro del país. La arquitectura del lugar, con cierto estilo "inglés", sus casas de mampostería con techos de lámina color rojo, el paisaje montañoso, el clima frío, con calles empedradas, banquetas limpias, seguridad policial y la ausencia -extraño en un pueblo de México- de vendedores ambulantes, conforman una atractiva postal para los visitantes y constituyen los motivos que impulsan a las autoridades locales a estimular el turismo.
Casas de estilo "inglés" ubicadas en el primer cuadro en Real del Monte.Pero con la erección de este monumento los organizadores no pretenden, al menos de manera directa, enfrentarse a los pachuqueños y su pretensión de adueñarse del punto de origen del fútbol en México. Tampoco pretenden desacreditar al club. Los integrantes del Patronato son conscientes de las visibles desigualdades que los diferencia; saben que el "Pachuca" cuenta con importantes apoyos, tanto a nivel local (de parte del gobierno), como a nivel nacional (de los medios de comunicación masiva, especialmente de T.V. Azteca y toda su parafernalia periodística). Y, además, que el club posee el monopolio de los medios radiales y televisivos del fútbol en la entidad. Entonces cabría pregunta: ¿Cómo justificar su emprendimiento sin generar un enfrentamiento con esta empresa tan poderosa e influyente?
La situación fue resuelta con una gran cuota de ingenio y pensamiento lateral. Pues, si bien los realmonteses dicen que no cesarán en su empeño de construir la estatua, tampoco buscarán con ello perjudicarse. La solución propuesta tiene cierto sentido alegórico y una buena cuota de ironía. A la historia del origen del fútbol (en cualquiera de sus versiones) pretenden agregarle un dato adicional, una aclaración inicial que de cuenta del suceso acontecido: "el fútbol "nació" en Real del Monte, pero se "acunó" en Pachuca.
El Reloj Monumental, icono urbano de PachucaDifícilmente encontremos en la ciudad de Pachuca signos distintivos que delaten el grado de simpatía que la gente siente por "su club" de fútbol. El empleo de playeras, gorras y otras vestimentas de uso diario con los colores del equipo constituye una moda reciente y novedosa. Sin embargo, en los últimos años, esta práctica se ha visto estimulada por la apertura de tiendas especializadas (la Tuzo Plaza, por ejemplo) en las cuales se comercializan numerosos implementos deportivos, souvenires, material gráfico, videos, ropa, relojes y hasta perfumes con el sello del club. Por lo que, poco a poco, el apetito consumista de los pachuqueños está siendo satisfecho por la maquinaria mercadotecnia de la empresa deportiva.
Reloj Monumental de ka ciudad de Pachuca.Pero esta ausencia de signos externos es aparente, y tal vez debamos juzgarla como una forma particular de los pachuqueños de interiorizar sus preferencias. Pues desde que el club adoptó como escudo institucional la imagen del Reloj Monumental, esto a mediados de 1960, la conexión entre el club y la gente se ha fortalecido en grado superlativo.
El Reloj monumental representa el sello distintivo de la ciudad de Pachuca, es el emblema que junto "con los Atlantes de Tula, representa uno de los símbolos más caracterizados del solar hidalguense" (Corrales, s/f: 2). Este reloj fue inaugurado el 15 de septiembre de 1910, en el Aniversario de la Independencia de México. Con él se pretendía dar cuenta de los nuevos tiempos porfirianos, donde la puntualidad animaría la maquinaria industrial (Herrera, 1992: 30). El edificio de cuarenta metros de altura, está realizado con piedra de cantera blanca procedente de Tezoantla (Municipio de Mineral del Monte. Hidalgo) (Ibid). Estas piedras fueron labradas, machihembradas y luego pegadas con azufre. La torre está compuesta por cuatro niveles, encontrándonos en el tercero cuatro exquisitas esculturas femeninas, realizadas en mármol de Carrara que simbolizan la Independencia (con fecha de 1810), la Libertad (1821), la Constitución (1857) y la Reforma (1859). El estilo que persigue la obra es neorrenacentista y es una auténtica joya arquitectónica que embellece la ciudad y sobre la cual se han escrito innumerables libros y poemas; constituyéndose en el edificio más retratado de la entidad (Corrales, s/f: 27-32).
Expresiones colectivas en los encuentros de fútbol
Los simpatizantesLas disputas señaladas en torno al origen del fútbol no deben inducirnos a suponer que los simpatizantes del Pachuca acepten las disposiciones oficiales. Algunos cambios realizados por la actual administración serían elogiados; otros, por su parte, son duramente criticados. Un ejemplo de éste último tipo se relaciona con el intento de modificar el nombre del Estadio Hidalgo por el de "Huracán".6 Los aficionados, en particular los más "viejos", están inconformes con esta medida, argumentan que no existen razones para dicha sustitución y mucho menos cuando el inmueble (en teoría, propiedad de todos los pachuqueños) lleva el nombre de un héroe de la nación mexicana. Al parecer las autoridades desconocen estas opiniones. Lo cual, posiblemente, acontece por no existir un espacio formal de encuentro entre las partes para resolver sus diferencias -recordemos que ésta no es una institución asociacionista, sino una empresa comercial-, de manera que las críticas, generalmente, quedan dispersas y sumidas en el olvido: pasando a formar parte del folklore urbano.
Pese a esta imposibilidad expresiva, los aficionados tampoco parecen interesarse por las transformaciones de la institución, es frecuente escuchar a los simpatizantes decir que sus sentimientos son hacia el equipo y lo que éste realice en el terreno de juego ("Pachuca te quiero cada día más"). Dando a entender con ello que el formato organizacional, la situación legal del club, las relaciones establecidas con el gobierno, el empleo de bienes públicos por parte de la Promotora y diversos aspectos institucionales, constituyen preocupaciones lejanas a sus intereses estrictamente futbolísticos. Esta apatía, desde otra perspectiva, podría interpretarse como un no-compromiso hacia aquello que los une y moviliza, hacia su "querido" club Pachuca.
Tipos de aficiónEn los últimos años encontramos un cambio que llamó la atención de los aficionados, fue aquel propiciado por los directivos en afán de generar un nuevo arquetipo de simpatizante. Desde que en el año de 1996 apareció en las tribunas del estadio Hidalgo la barra "Ultra Tuza", los antiguos simpatizantes del Pachuca, aquellos apegados al pasado formato institucional (de tipo familiar) y cuyo modelo de aliento estuvo por décadas marcado por el ingenio y la creatividad del famoso porrista local conocido como "El Frutas", cayeron en la cuenta del grado de las transformaciones propuestas.
Los propios pachuqueños consideran que hay dos tipos muy generales de simpatizantes al fútbol en la entidad: los denominados "villamelones" y los aficionados propiamente dichos. Al primero de estos pertenecen todas aquellas personas (hombres o mujeres) cuya afinidad hacia el club local es ambigua, cambiante o indefinida. Y que sólo asisten al estadio cuando algún equipo "grande" ( América, Pumas, Cruz Azul, entre otros) llega para jugar contra el Pachuca. Si bien se desconoce la etimología de este término, con él se intenta establecer una diferencia fundamentada en la asistencia y el seguimiento que las personas hacen de la actividad futbolística del club. El término es empleado de manera despectiva y de rechazo, por el oportunismo que demuestran tales simpatizantes al asistir sólo a "los mejores partidos"; además, de no exponer de manera clara y definida su preferencia deportiva. Por lo general, los villamelones festejan tanto las conquistas de los visitantes como las del equipo local. Esta ambigüedad, desconcierta y, al mismo tiempo, enfurece a los simpatizantes propiamente dichos.
Pero la conducta asumida por los villamelones encuentra sus razones en la propia historia de la institución, y que se entiende común entre los simpatizantes del fútbol que viven en aquellos estados de la República que en el pasado no tuvieron clubes representativos en el máximo circuito de competencia. Pues, al permanecer el club Pachuca tantos años en la 2° División, los aficionados al fútbol generalmente manifestaban simpatía por dos equipos, el Pachuca y otro de la 1° División. De manera que en la actualidad, cuando alguno de estos "otros equipos" llega para jugar contra los tuzos, muchos simpatizantes se acercan al estadio portando las "dos playeras" de sus equipos preferidos-como suelen decir los lugareños.
La asistencia intermitente de los villamelones a los encuentros deportivos pone al descubierto el estilo de vida campechano que aún se respira en esta ciudad del "interior" de México: donde es difícil conservar el anonimato, incluso, entre la multitud futbolera. Una muestra de ello se evidencia en el clima que se respira en el Estadio Hidalgo, de neto corte familiar, siendo frecuente observar que la gente se saluda como si se conociese de otros ámbitos: del trabajo, del barrio o de la escuela. Situación que facilita otro fenómeno particular (común en numerosos estadios mexicanos) que los simpatizantes de ambos equipos se "mezclen" en una misma tribuna, sin que ello devenga en actos agresivos, insultos o molestias a la hora de los festejos.7 Aunque, eso sí, siempre la "porra" o "barra" contraria, integrada por "fuereños", es colocada en un sector especial, en alguna cabecera, fuertemente custodiado por policías antimotines.
Los simpatizantes propiamente dichos, por ende, son aquellos sujetos que siempre asisten al estadio para alentar a los tuzos. Existen casos de simpatizantes que dicen haber presenciado todos los partidos que el equipo disputó en los últimos 20 años, ello sin importar el lugar donde club haya jugado, ni las distancias recorridas o su escasez monetaria.
Según estimaciones no oficiales los simpatizantes regulares alcanzarían un número aproximado de 15 mil personas.8 Cifra sumamente significativa si consideramos que en la ciudad de Pachuca y según el último censo realizado, viven un total de 245 mil personas (INEGI, 2002: 58). Es decir, que los simpatizantes regulares representarían cerca del 6 % de la población de la ciudad, porcentaje que se incrementaría si consideramos a los villamelones y a los simpatizantes del equipo contrario. Este colectivo, a su vez, está integrado por dos tipos generales de simpatizantes que según la forma en que están conformados, podríamos denominarlos como "organizados" y "no organizados". Estos últimos simpatizantes generalmente asisten solos, en familia o en pequeños grupos de amigos para presenciar los encuentros. Su presencia si bien es constante, no genera referencias externas que los identifique entre la multitud. Por el contrario, los organizados son aquellos simpatizantes que conforman grupos denominados porra o barra. Y aunque la mayor parte de las veces dichos términos suelen emplearse como sinónimos, en la práctica, tales agrupaciones operan de maneras diferentes. Ambos grupos generalmente poseen un nombre de identificación, cuentan con un presidente o representante (preferentemente el miembro fundador), se identifican por determinados signos externos (banderas, mantas), ejecutan ciertos instrumentos de percusión (bombos, tamborines, matracas o silbatos) y ocupan un lugar específico en las tribunas. Pero entre los elementos distintivos encontramos que las porras son grupos independientes, integrado por personas que se juntan para ver el partido entre amigos, compartiendo ansiedades, alegrías y frustraciones; mientras que la barra (al menos la Ultra Tuza), se instituye como un grupo oficial, financiado por el club, con importantes recursos materiales, beneficios institucionales y cuya misión sería la de alentar (incondicionalmente) al equipo local. La barra debe entenderse como una agrupación dinámica, que por medio de cánticos (algunos propios, otros prestados) busca estimular a los jugadores locales, al mismo tiempo que pretende generar "presión" entre los contrarios. Esta última actitud, que iría contra las reglas del fair play, es aceptada y tenida como normal en todos los estadios de México (y del mundo).
La "Ultra Tuza"La barra "Ultra Tuza" se caracteriza por la variedad de sus cánticos, el colorido de sus integrantes, con los rostros pintados o disfrazados para la ocasión, el despliegue escénico de sus banderas, las mantas y el dinamismo de sus integrantes (quienes saltan y brincan durante todo el encuentro). Esta barra fue creada en el año de 1996, luego que los dirigentes del club Pachuca presenciaran un encuentro de fútbol del club Saprisa, en la ciudad de San José de Costa Rica y se sorprendieran del despliegue escénico de la agrupación denominada "Ultra Morada".9 Con el objetivo de imitar esa modalidad festiva, fue que decidieron contratar al director de esta agrupación costarricense y llevarlo a Pachuca para que iniciara a los jóvenes locales en este arte de la animación. El siguiente testimonio, revela algunos detalles de la invitación:
Entonces estos dirigentes me invitan a venir a Pachuca, sólo por un mes para ver si podía hacer lo mismo que en el Saprisa. Por entonces tenía 19 años. Cuando llegó aquí la situación fue terrible. Habíamos realizado una convocatoria en todas las escuelas preparatorias y sólo llegaron unas 500 personas. Luego de presentarme empiezo a proponerles una rutina, entonces me pongo a cantar y todos me miran extrañados, ¡creían que era un estúpido! ¡fue terrible!
Pero poco a poco se fueron contagiando. Así fue que a los pocos meses debutamos en un partido oficial, contra el América. Recuerdo que llegamos al estadio Hidalgo y armamos nuestro espectáculo, con papeles, bombas de humos y gritábamos. El resto del público nos miraba como sorprendidos. El asunto es que los pachuqueños son muy apáticos y les daba lo mismo si el equipo de local ganaba o perdía. Su forma de expresarse era absolutamente nula. Solo gritaban gol y nada más. Sus porras eran sencillas, por ejemplo, si algo le pasaba al portero gritaban ¡lerolero, lerolero! Si el portero hacia una tapada, entonces gritaban ¡portero, portero, portero!
No sé, para mí eran muy sencillos, como reprimidos ... hasta allí llegaba su límite expresivo. A lo mejor por dentro querían decir muchas otras cosas, pero no se animaban. Y lo único que les salía era el ¡lerolero,lerolero!".10
Inmediatamente la prensa nacional se percataría de esta nueva modalidad de festejo y la Ultra Tuza, dirigida por "el Chino", pasaría a ocupar un lugar destacado en las planas deportivas. Algunos periodistas se preguntaban "quiénes son esos locos que cantan los 90 minutos y no se cansan. Antes, la gente estaba tranquilita y ahora todos se la pasan gritando". En tan solo un año la barra ya estaba formada, y la Ultra Tuza se había transformado en una alternativa para los jóvenes del lugar.
"La gente que integra la barra es joven, adolescentes, y asisten muchas mujeres, tanto en la barra como entre los espectadores generales. Las porras del pasado estaban integradas por puros hombres y gente adulta. Ahora la situación a cambiado y la barra tiene que ver en ese proceso de cambio. Claro, ello sumado a los resultados futbolísticos, pues el equipo ha sido campeón en dos oportunidades y sub campeón en otra temporada. También debemos considerar que la Ciudad de Pachuca colabora mucho con esta situación, puesto que los días domingos no hay mucho que hacer, y por este motivo los jóvenes optan por asistir al estadio. Debemos ser objetivos, la ciudad de Pachuca es conocida a nivel nacional (e internacional) por su equipo de fútbol. Aquí no se lo conoce ni por el turismo, la industria o el comercio: lo más importante es el club de fútbol".11
Integrantes de la Barra Ultra TuzaPara ingresar a esta agrupación, los postulantes deben cumplir con una serie de requisitos: llenar un formato con sus datos personales, presentar una par de fotografías y abonar su inscripción por 50 $. Una vez realizados y aprobados estos trámites, el club le otorga al simpatizante una credencial que lo acredita como integrante de la Barra Ultra Tuza. Con esta identificación los "barristas" sólo obtienen un beneficio de carácter económico: un descuento en el valor de los boletos de ingreso a los partidos del club (sólo los de local). Pero inmediatamente ellos están obligados a cumplir una serie de requisitos de gran importancia, siendo el más significativo, el de respetar el reglamento de la Barra Ultra Tuza.
Este instrumento normativo está integrado por catorce enunciados y representa un documento novedoso para el ámbito futbolístico. El mismo, deja al descubierto las pretensiones institucionales del club Pachuca: de evitar lo impredecible y controlar lo incontrolable. Las "porras", "barras" o las "hinchadas",12 que en todo el mundo se han caracterizado por constituirse en verdaderos medios de manifestaciones colectivas, espacios catárticos y de libre expresión, encuentran aquí un importante instrumento de control. A continuación, y con objeto de conocer a fondo los dictámenes establecidos se reproducirá parte del contenido del reglamento de la Barra Ultra Tuza.
Obligaciones de los barristasLa barra Ultra Tuza de Pachuca tiene como principal objetivo ser el mejor grupo de animación del fútbol mexicano así como de transmitir la esencia del fútbol mexicano, con una gran pasión pero sin violencia, fomentando el fútbol en un ambiente familiar.
Para ello la Ultra Tuza contempla diferentes medidas de control hacia los barristas para evitar la violencia.
Queda prohibido el ingreso de banderas con astas de cualquier tipo de material a las instalaciones del Estadio Hidalgo.
Es obligación de todo barrista portar su credencial de barrista durante los encuentros de los tuzos en el estadio Hidalgo.
Queda prohibido el ingreso de cualquier material explosivo a las instalaciones del Estadio Hidalgo.
Se prohíbe instalar mantas con mensajes ofensivos o que atenten contra la integridad moral de nuestra sociedad o de la institución.
El barrista tiene la obligación de cantar y apoyar a los tuzos del Pachuca durante la totalidad del encuentro ya sea en el Estadio Hidalgo o la plaza que visite el equipo.
El barrista tiene la obligación de permanecer en la zona designada para la barra Ultra Tuza en el Estadio Hidalgo.
El barrista será dado de baja automáticamente al acumular tres faltas injustificadas en los partidos como local en el Estadio Hidalgo.
El miembro de la Ultra Tuza que incurra en las siguientes disposiciones de la barra Ultra Tuza de Pachuca, será sancionado de acuerdo a las normas estipuladas de acuerdo a la gravedad de su situación.
El barrista que arroje al terreno de juego, cualquier tipo de objeto que cause o pueda causar daño a la integridad física de cualquier persona.
El barrista que sea sorprendido en actos vandálicos, o que ofendan a la afición o a la institución.
El barrista que sea partícipe en grescas con aficionados locales o visitantes.
Sanciones* Se castigará al barrista que incumpla con las normas de nuestra ley de estadio con expulsión total y definitiva de la barra, el beto (sic) de asistir al estadio Hidalgo de perpetuidad, el viaje con las porras organizadas de Pachuca a las diferentes sedes del fútbol nacional, y la posible sanción de acuerdo a las leyes vigentes".
Para controlar la asistencia de los barristas, en el entretiempo de los partidos de fútbol un colaborador se encarga de recoger las credenciales para luego entregárselas al director de la barra. En el transcurso de la semana, en la oficina de la Ultra Tuza ubicada en la Universidad del Fútbol, el director de la barra realiza una lista de los inasistentes y asienta dicha información en el expediente de cada uno de los barristas.13 En caso de que alguno acumule una cantidad de faltas indebidas, inmediatamente se le sanciona según se especifica en el reglamento. Las faltas o actitudes violentas, por su parte, son detectadas visualmente, ya que -como afirma el actual responsable de la Ultra Tuza, Enrique Muñoz: "La misma gente identifica a los revoltosos y los señala. La gente de Pachuca tiene mucha educación en decir quien hace las cosas. La gente es tranquila y, además, tiene la educación" de indicar quien agredió".14
La Ultra Tuza, como se desprende de algunos de los artículos transcritos, opera en coordinación con las autoridades de la institución de quienes recibe apoyo material. Al parecer, el club se encarga de financiar los "signos externos": mantas, banderas, papeles de colores, y otros elementos, lo cual se realiza en compensación por la importante labor que la Ultra Tuza cumple en beneficio del club.
"Los dirigentes son muy conscientes de la importancia que tiene la barra, porque le da colorido, le da mercadeo. Cuando empieza el partido lo primero que enfoca la televisión es el humo, los papeles y la algarabía de la barra. Sin la barra el Pachuca no es nada, el ambiente sería aburridísimo. No habría el ruidito y el sonido de fondo del tambor. Esto es sumamente importante. La barra beneficia al club local, le da respaldo, estimula a los jugadores. A muchos jugadores les interesa que la gente los aplauda, juegan para la tribuna.
Nosotros identificamos qué es lo que le gusta a cada jugador, y así respondemos. El jugador está esperando hacer el gol para dedicárselo a la gente, besan la camiseta, saludan al público, demuestran su amor; aunque en la temporada siguiente si le pagan un peso más abandone el club".15
Directores de la Barra Ultra Tuza solicitando el apoyo de los simpatizantes.En la actualidad la Ultra Tuza está integrada por un total de 1,500 barristas de los cuales en gran porcentaje son jóvenes (hombres y mujeres); y la esperanza de los organizadores es que en un futuro próximo "exista una sola barra, sin divisiones, con los mismos emblemas, cánticos ... y con el mismo manejo administrativo.16
Las PorrasLas porras en Pachuca son tan antiguas como el propio club de fútbol. Estas agrupaciones poseen una incipiente organización, formada por un representante (el miembro fundador) y un conjunto de integrantes que no sobrepasa los cincuenta miembros. Estas agrupaciones son independientes, no están financiados por la directiva del club y tampoco mantienen contacto formal con la institución. Las mismas no poseen un código de normas escrito, aunque, al parecer, no lo necesitan. Pues la conducta de los aficionados suele ser muy tranquila, displicente e, incluso, apática con el espectáculo deportivo.
Porristas enmascarados del Club de Fútbol PachucaEn actualidad encontramos en Pachuca numerosas porras y entre las más renombradas destacamos las siguientes: "La Porra de El Frutas" (históricamente dirigida por Enrique Ángeles Díaz), "Los verduleros" (por Ezequiel Fausto González), "Los Pérez" (por el Ing. Ariel Pérez), "Los Mineros" (por Edgar Larragoiti Vélez), la "Uni-tuza", "Porra Familiar los Tuzos", "Pocos pero contentos", "Barra Radical 99" y "Porra los Escoceses".
En el desarrollo de los juegos de fútbol, estas agrupaciones son fácilmente detectables, dado que cada una de ellas se identifica con un manta que lleva su nombre. Y en algunos casos, como la "Porra de los mineros", los integrantes portan cascos mineros con los colores del equipo. Cada porra se ubica en un sector definido del estadio, el cual es respetado por las otras agrupaciones. Aunque para asegurar la permanencia y continuidad en el mismo sitio, horas antes de que inicie el partido algún integrante debe encargarse de ocupar el espacio del grupo. Estos sitios, generalmente fueron elegidos de manera aleatoria: algunos porristas sostienen que desde "su lugar" el encuentro se ve mejor, otros prefieren los sectores de sombra y algunos las partes más altas. Los Verduleros, por ejemplo, se ubican en la cabecera norte, detrás de una portería, a un lado de las porras del equipo contrario. La Porra familiar, por su parte, se coloca en un lateral, en el sector de la sombra. Mientras que en la cabecera sur, sector por el cual ingresan los jugadores, se asienta la multitudinaria barra Ultra Tuza, rodeada por la Porra Escocesa y La Porra Minera.
Los porristas, a diferencia de los barristas, generalmente permanecen calmados, pasivos y sumidos en el desarrollo del juego. Estos no poseen cánticos unificadores, aunque la multitud se levanta exaltada cuando algún simpatizante local, motivado por el desarrollo del juego, desafía a los contrarios y lanza el famoso himno del fútbol mexicano, el siquitibum.17 Recién allí toda concurrencia se une en un mismo coro, que dice: "Siquitibum a la bim bom bam. Siquitibum a la bim bom bam. Pachuca, Pachuca, ra,ra,ra"; seguido de un estruendoso aplauso.18
Además de estos detalle, entre las porras y la barra Ultra Tuza encontramos una diferencia sustancial: mientras la barra es dependiente y financiada por los directivos de la institución (de allí, posiblemente que alienten de manera incondicional al equipo, "respetando la integridad moral de nuestra sociedad y de la institución", según reza en su código de normas), los porristas, por su parte, presentan una conducta crítica hacia el equipo, el juego y/o la institución. Así, por ejemplo, cuando en un partido de fútbol el equipo local se encuentra jugando mal (sin coordinación, con desgano, entregado al adversario) la barra oficial seguramente seguirá en su línea escénica habitual: alentando, gritando y saltando, como lejana de la realidad del encuentro o esperando que por medio de dicho estímulo los jugadores reviertan la situación. Mientras que desde los sectores de los porristas (enojados por el infortunio del equipo), surgirán numerosos y variados reclamos hacia los jugadores, el técnico y los directivos, llegando al grado extremo, en caso de que los jugadores no cambien su estilo de juego, de comenzar a alentar al equipo contrario. Esta última situación, que para algunos jugadores (especialmente los que provienen del extranjero) resulta inexplicable, es una muestra del sentido lúdico que aún se conserva al interior de estas agrupaciones.
Salida del Estadio HidalgoA continuación, y con la finalidad de profundizar en esta temática, se presentarán dos casos de porras pachuqueñas. En primer lugar, conoceremos algunos detalles de la vida de un mítico personaje de la ciudad, considerado como el "primer porristas del Pachuca": "El Frutas".19 Posteriormente, una agrupación recientemente formada, pero que conserva el formato de las tradicionales porras pachuqueñas.
"El frutas"Don Enrique Ángeles Días, más conocido como "el Frutas", es reconocidos por todos los pachuqueños como el primer porrista del club Pachuca. Nació en esta ciudad en el año de 1930 y comenzó a animar al club desde la década de 1950, cuando todavía los partidos de fútbol de 2° división se jugaban en el campo de juego "Margarito Ramírez", donde actualmente se encuentran el barrio militar. Pero esta virtud se había desarrollado muchos años antes, cuando siendo pequeño en la escuela primaria (en el Colegio Justo Sierra), y desde la tribuna, animaba los partidos de voleibol de sus compañeros. Luego realizaría esa práctica en un marco más amplio, en las disputas deportivas realizaban en la entidad, en el ciclismo, béisbol y la tauromaquia. Donde, aprovechando su reconocimiento entre los lugareños, realizaba colectas para recaudar dinero que luego repartía entre los deportistas. Pero desde que el fútbol resurgió en los años 50 en la ciudad de Pachuca, "el Frutas" pasaría a ocupar un lugar central en todos los encuentros de fútbol, tanto los realizados en la ciudad como aquellos jugados en campos contrarios. La forma de estimular al equipo fue absolutamente novedosa, creativa e innovadora para su época. La pasión externada por el fútbol y el "Pachuca" lo llevaría a realizar auténticas extravagancias, actos públicos que permanentemente sorprendían a la "fría" afición local. En el año de 1968, por ejemplo, cuando el Pachuca se coronó Campeón de la Segunda División y en homenaje al equipo, "el Frutas", mandó a quemar fuegos artificiales de todos los cerros que rodean a la ciudad, generando un espectáculo de luces nunca antes visto en la ciudad. Al mismo tiempo, y tras convencer a varios sacerdotes, mandó a que repicaran las campanas de todas las iglesias de la ciudad. Además, por esos tiempos ya era tradicional su aparición en el primer partido de cada temporada con su clásica herradura gigante realizada en flores, una amuleto que colocaba a la boca del túnel para que a través del mismo ingresaran los jugadores al campo de juego. Hoy, éstas y otras historias de vida se han transformado en una riquísima colección de anécdotas personales. Algunas de las cuales lo estimulan a reflexionar sobre el pasado y el presente del club.
"La porra de antes era el clásico siquitibum, ¡ese es nuestro himno! Eso es lo que deberíamos seguir imitando. Lo que es nuestro. ¿Para qué en la actualidad traer otra cosa del extranjero? ¡Pagar gente para que lo venga hacer! ¿Por qué pagar para que te venga a animar? Hay que gritar como yo lo hago, por querer al equipo, por querer a los jugadores y respetarlos.
Hoy el club es una gran empresa, y hay que felicitarlos por ello. Pero como le digo, hay que respetar lo que hubo ayer. Porque ellos encontraron una mesita puesta, sencilla la mesa, humilde la mesa ...pero había cimientos. Entonces antes no había patrocinios. ¡Antes el club era una familia! Antes los jugadores andaban por la calle, eran más sencillos ... eran gente completamente del pueblo"20
El frutas" con la primera banderola del Club Pachuca (posiblemente una de las primeras del fútbol en México).Desde su perspectiva, y en alusión a la Barra Ultra Tuza, considera que las nuevas formas de animación están maniatadas y sujetas al arbitrio de quienes las financian. Reconoce que su mayor mérito personal es seguir siendo reconocidos por los pachuqueños, entendiendo que esa fama sólo se ha logrado por el respeto y la pasión que siente hacia el equipo y la gente. Su pasión es prístina, y nunca ha permitido que sea canjeada por dinero; incluso en los peores momentos económicos de su vida: "aún, cuando no teníamos ni un centavo, nosotros íbamos a alentar a nuestro querido pachuquita".
"Si a mí me regalan un boleto de fútbol,- sostiene "el Frutas"- no voy. Pues para ir a gritar, para ir a animar ¡hay que sentirlo! Ni modo que te paguen. ¡No por tener un boleto no vas a gritar! Porque así también como vas a gritar, también vas a exigir, ¡por qué hay que exigir! Aunque luego se enojen, no importa, ¡hay que exigir! Pues cuando las porras son pagas ya no exigen, no se animan ... no son críticos".
En la actualidad "el Frutas" tiene 74 años de edad y como único trabajo atiende su pequeño restaurante de comida mexicana ubicado en el centro de la ciudad. Allí trabaja junto a su esposa (quien se encarga de la cocina) y sus hijos. Este negocio, uno de los clásicos de la ciudad, se ha convertido en un pequeño museo de su historia personal como porrista del club Pachuca. En las paredes guarda testimonio de todos los viajes realizados con el equipo, al interior y al exterior. Y si bien ya no frecuenta el estadio Hidalgo con la costumbre del pasado, cada domingo sus hijos lo continúan con esta particular pasión festiva.
Los PérezEsta porra está dirigida por su fundador, Ariel Pérez, un joven ingeniero industrial originario de Pachuca, quien se desempeña como Director de una escuela privada. La agrupación está formada por un total de 30 integrantes, quienes ocupan un sector de la cabecera norte, cercano al banderín del corner y a un lado de la porra de los Verduleros.
Su afición por el fútbol, según recordara Ariel Pérez, como en la mayoría de las gentes, surgió desde su niñez, por estímulo de su padre.
"A nosotros desde pequeño mi papá nos inculcó el fútbol. Mi amor es el fútbol. Siempre le he ido al Pachuca. Nosotros al fútbol lo hemos tomado como una familia. Pero mi papá nunca jugó, sólo gustaba verlo y siempre iba al estadio. Y aun recuerdo cuando, con mi papá, hacíamos largas colas para sacar nuestros boletos en el antiguo Estadio Revolución. Desde los 6 o 7 años él me inculcó el gusto por el fútbol. Él es de la sierra hidalguense, de Molango. Llegó aquí a Pachuca por motivos de trabajo, y desde que llegó le gusto el fútbol. Él vivió toda la etapa de los años 50 y 60, vivió el ascenso del club.21 En la actualidad yo estoy casado y tengo 3 hijos, y a ellos también les gusta el fútbol, todos somos tuzos. Incluso uno de mis hijos juega en el club".22
Antes de formar la porra, Ariel Pérez perseguía al equipo por todos los rincones del país, tanto cuando el Pachuca jugaba en la 2 división "A", como en la 2 División "B". Y aunque por entonces no se identificaba como "Los Pérez", siempre estaba en su mente formar una agrupación para alentar al equipo. La situación se cristalizó en el año de 1995, cuando se inauguró el Estadio Hidalgo, entonces fue allí cuando con un grupo de familiares y amigos formalizaron ante la concurrencia del estadio Hidalgo la agrupación.
"En el año de 1995 se me ocurrió, dado que yo me apellido Pérez, mi papá Pérez y unos compañeros son Pérez, hacer una manta que diga: "Los Pérez". Hace de esto más o menos 8 años. Nosotros buscamos diferentes opciones dónde sentarnos. Surgió esa opción en el sector norte: buena observación, al lado del corner, allí hay muy poca gente, dado que la mayoría se va al centro o detrás de las porterías y ahí nos quedamos.
Y siempre nos hemos sentado en el mismo sector. Para conservar el lugar lo que hacemos es llegar temprano. Primero llega mi hermano, o depende, porque a veces lo hago yo luego de llevar a mi hijo a la escuela de fútbol del Pachuca. Así apartamos el lugar, luego comenzamos a llegar el resto, todos por separado y así completamos la porra. Y siempre hemos estado allí, nunca nadie nos ha quitado el lugar".
La porra Los Pérez no permanece aislada, dada la cercanía ellos se acoplan al ritmo que imprime la porra de "Don Fausto" (uno de "Los Verduleros"), la cual posee un número importante de integrantes. Todo ello sin perder su identidad y tampoco su forma de festejo.
"Somos muy tranquilos, no somos muy bullangueros, pasivos. Sí gritamos, echamos porras, pero somos pasivos. Si nos falta un poco de alegría. Eso es la porra "Los Pérez".
Hasta aquí hemos realizado un breve recorrido por aquellos aspectos que se entienden contribuyen a la construcción de identidades colectivas en torno a la práctica del fútbol en Pachuca. La idea, y según lo planteado desde la introducción de este estudio, fue la de presentar un escenario en el cual se desarrolla el citado fenómeno. En el próximo apartado, y luego de realizar una breve reseña del camino trazado, se analizaran los puntos que se entienden definen el problema en cuestión.
Consideraciones FinalesEn el transcurso del presente estudio se expusieron aquellos aspectos que consideramos contribuyen a la formación de una identidad colectiva en torno a la práctica del fútbol en la ciudad de Pachuca, Hidalgo. El material bibliográfico analizado y la información obtenida en el campo, contribuyeron de manera sustancial a cumplimentar los objetivos propuestos.
La incursión por la historia permitió observar cómo el fútbol se expandió a fines del siglo XIX por intermedio de los comerciantes, ingenieros, obreros y funcionarios británicos que protagonizaron las incursiones económicas de su país por el resto del mundo. El fútbol en pocos años logró echar raíces y sortear todas las barreras ideológicas, culturales, lingüisticas, económicas, sociales y políticas que aparecieron en su camino. A principios del siglo XX este deporte ya estaba extendido por Europa y gran parte del mundo, donde la mayoría de los países habían formado su asociación respectiva. Los británicos además de enseñar a jugarlo se preocuparon por difundir las reglas del mismo, situación que terminaría por homologarlo, para transformarlo en una de las primeras prácticas deportivas mundializada. Por entonces, se realizaban otros ejercicios y entretenimientos colectivos, como el criquet, rugby, hockey y carreras de trote; sin embargo, sólo el fútbol lograría arraigarse y conseguir la aprobación unánime, tanto de aquellos sujetos que lo practicaban jugándolo, como de quienes sólo se limitaban a disfrutarlo observándolo.
Tal como se señaló, fue en Real del Monte y Pachuca donde suponemos se formó el primer equipo de fútbol en México, esto entre 1898 y 1901, suceso protagonizado por los mineros británicos que laboraban en la compañía local. Aunque, como se anticipó, muy posiblemente este deporte habría sido jugado inicialmente en las escuelas privadas del Distrito Federal. Lo destacable es que por esos tiempos el fútbol era una actividad lúdica, practicada en los momentos de ocio, exclusivo de un grupo social, ejercido en lugares privados (los clubes deportivos) y donde la concurrencia, generalmente, asistía a los encuentros para establecer lazos sociales. De manera que no era una actividad importante, hasta podríamos aventurar que debió haber sido concebido por los mexicanos como una excentricidad de los extranjeros. 23
Hacia fines del siglo XIX la actividad minera movilizaba toda la economía del distrito de Real del Monte y Pachuca, pasando a ocupar la localidad un lugar destacado en el mapa económico nacional, incluso mundial. 24 Con la intención de buscar el precioso metal, se produjeron hondas transformaciones en el paisaje natural y urbano: se talaron bosques, desviaron flujos de agua y se horadaron cientos de kilómetros de cavernas en los cerros aledaños. Pero toda esta actividad transformadora y la consecuente riqueza producida, no se tradujo en mejoras materiales observables. Muy posiblemente la cercanía de la ciudad de México haya jugado un papel importante en este sentido, debido a que todos los implementos mineros eran adquiridos allí, impidiendo la formación de una pequeña industria subsidiaria local. La arquitectura local tampoco se vería beneficiada y excepto por la construcción de unos pocos edificios importantes (algunos de los cuales perduran hasta hoy día, como la casa Rule, el Hotel Branding, el Reloj Monumental y la Iglesia Metodista) en la ciudad de Pachuca no encontramos casas y barrios que se corresponda con la riqueza extraída. Aquí también la cercanía con la ciudad de México jugaría un papel relevante, pues mientras los adinerados directivos de la empresa (en todas sus etapas) vivieron en dicha metrópolis, los mineros residieron en Pachuca en condiciones paupérrimas. La bonanza minera del pasado tampoco provocaría mejoras de la calidad de vida de los habitantes. Las imágenes fotográficas que aún perduran de la época dan testimonio de la gran pobreza que asolaba el lugar.
La importancia que la minería adquirió no estaba limitada al plano estrictamente económico. Encontramos que esta actividad llegaría a transformarse en una verdadera "fuente de novedades", en un "puente" a través del cual arribaron inmigrantes de países lejanos, costumbres, hábitos laborales, tecnología y prácticas culturales diferentes. Pero con el transcurso de los años, la minería y las novedades se extinguieron. Hoy día, principios del siglo XXI, en la ciudad de Pachuca tal industria opera al mínimo histórico y prácticamente no tiene incidencia entre la población económicamente activa de la entidad. Una muestra de esta decadencia productiva puede vislumbrarse en el empleo de los antiguos socavones con fines estrictamente turísticos. 25 Incluso, en el empleo de la maquinaria antigua para la confección de monumentos que integran parte del acervo estético de la ciudad. En la actualidad, encontramos en Pachuca una gran diversidad de fuentes laborales, correspondiendo las más importantes al sector terciario: comercio, transporte gobierno y servicios. Situación favorecida por el asentamiento de toda la burocracia estatal, la mayor parte de las escuelas de nivel medio y superior, y la construcción de numerosos centros comerciales.
Fue en dicho marco socio económico donde el club de fútbol de Pachuca se erigió y cuyo desarrollo institucional estuvo marcado por la discontinuidad. En diversas ocasiones, principalmente por motivos económicos, el club debió alejarse de las competencias oficiales. Estos retiros permitieron que la institución tuviese diversos dueños (el gobierno estatal, la universidad, empresarios locales), incluso que cambiara su razón social, los colores de la vestimenta, el escenario de juego y su organización. Sin embargo, y pese a estas alteraciones (fundaciones y refundaciones), lo que perdura en la memoria colectiva es una narrativa lineal, continua: una crónica "aplanada" donde los huecos históricos son "rellenados" con anécdotas. En este trayecto institucional, la directiva actual emerge como depositaria de este legado histórico, logrando revertir la discontinuidad en un presente cargado de éxito y prosperidad deportiva. 26
Para los pachuqueños el club de fútbol y la actividad futbolística del primer equipo asumen hoy día un grado de importancia superlativa. La respuesta a este fenómeno según algunos protagonistas, se relaciona con el carácter "provinciano" de la entidad, donde la falta de oferta artística, "cultural" y deportiva, ha facilitado que el fútbol se transformase en aquella actividad principal que ocupa el tiempo libre y la pasión de los pachuqueños. Sin embargo, a lo largo del presente estudio se han presentado otros motivos que consideramos perfilan este fenómeno. Los cuales, pasaremos a desarrollar:
1. El club de fútbol: nueva fuente de novedadesEn el primero de los artículos se consideró que la minería ocupó un lugar destacado en la historia de la entidad. No sólo por haber impulsado un sector importante de la economía local, sino por haberse transformado en un "puente" a través del cual llegaron diversas novedades a la región. Ciertos rasgos culturales introducidos echaron raíces, mientras que otros no. Algunos de los primeros pasaron a formar parte en lo que Bonfil Batalla denominaría "cultura apropiada" (Batalla, 2002: 80). Dentro de esta categoría encontramos en Pachuca dos elementos culturales27 sobresalientes: en lo organizativo el fútbol, mientras que en lo material el famoso "paste". 28 Este último elemento, indispensable en la gastronomía de los mineros cornish del siglo XIX, es considerado como parte del legado de los ingleses. 29 Aunque el mismo podría concebirse como producto del ingenio y de la creatividad de los propios pachuqueños que, con el transcurso del tiempo y las constantes transformaciones, lo han convertido en un alimento original, que identifica el arte culinario local.
El fútbol, por su parte, aunque con un grado mayor de complejidad, también forma parte de la cultura apropiada, dado que este deporte llegaría a practicarse y organizarse según modalidades propias. Tal como señalamos, en sus inicios el originario Pachuca Athletic Club fungía como una institución exclusiva, selectiva, en la cual sólo podían participar sujetos de la comunidad británica. Es decir que el fútbol, al igual que ciertas labores jerárquicas y técnicas desarrolladas en la empresa minera, era de la absoluta exclusividad de los extranjeros. Los pachuqueños y mexicanos en general, estaban excluidos tanto de unas como de otras actividades. Un aporte historiográfico que apoya esta postura, lo encontramos en la lista de jugadores que integraban los equipos de esa época, en la cual sólo figuran apellidos de origen británico. Fue recién en el año de 1908 cuando un "mexicano" participó en un encuentro de fútbol oficial. Este honor le correspondió a David Islas Escárcega, un joven que se desempeñaba como ayudante minero en la compañía local (Calderón, 2001: 47).
Luego de la desaparición del Pachuca Athletic Club, el fútbol sería practicado por los mineros, ello en el club social que patrocinaba la empresa. Hasta que finalmente en el año de 1950, aceptándose la invitación de la federación nacional, el club pasaría a competir en los torneos oficiales. Este nuevo equipo fue financiado por el Estado de Hidalgo, quien además se encargaría de construir las instalaciones necesarias para su práctica. Pero el desarrollo de la institución estuvo marcado por la inestabilidad (deportiva y económica) debiendo retirarse de las competencias oficiales. Fue recién en el año de 1995, al asumir la actual directiva, cuando se generaron en el club una serie de cambios significativos, pasando la institución a ocupar un protagonismo inusitado en la entidad. A los éxitos deportivos, que estimularon el seguimiento de la afición local, le acompañaron una serie de transformaciones administrativas que impulsaron y proyectaron a la institución al plano nacional e internacional. El antiguo club de corte familiar, característico del periodo intermedio que va desde 1950 a 1990, fue transformado en una moderna institución, una empresa privada, en un negocio. De esta forma, es cómo el club llegaría a suplir aquella labor que en el pasado asumía la minería, para llegar a convertirse en la "nueva fuente de novedades".
La condición antedicha, no debe a inducirnos a suponer que la ciudad de Pachuca sea una localidad aislada y que el club de fútbol constituya el único conector con la realidad externa. Lo que se plantea es que tras la debacle de la minería, el club de fútbol se transformó en el nuevo puente a través del cual llegaron a la entidad diversas novedades del -denominado- mundo globalizado: algunas de orden material, como toda la tecnología de vanguardia utilizada en la remodelación del estadio; otras de índole organizacional, como la cultura empresarial aplicada por las autoridades en la transformación de la institución. Pero a diferencia del pasado, las actuales novedades no podrían ser puestas en práctica en la vida cotidiana de los lugareños para convertirlas en parte de su cultura apropiada, sino que, dada su proyección mediática, las actuales novedades son confeccionadas solo para su consumo. Ejemplo de estos adelantos los encontramos en la "Tuzo Plaza", un centro comercial donde se expende productos con la marca del club ("tuzotacos", "tuzomanía", etc.); la Universidad del Fútbol, institución única en su género en toda Latinoamérica, a la cual preferentemente asisten alumnos de otros estados; el estadio de fútbol, rebautizado como "El Huracán", único en todo México con butacas, pantalla gigante, publicidad electrónica, museo interactivo, centro comercial, salón de la fama, capilla (católica) y sistema de vigilancia de circuito cerrado; el hotel de cinco estrellas Radisson-Pachuca y el Congreso Internacional de Fútbol. Este conjunto de "novedades" colocaría a Pachuca como un punto de referencia privilegiado en el mapa temático del mundo globalizado. De allí, posiblemente, las expresiones de deseo de las actuales autoridades en transformar a la entidad en la "ciudad del fútbol mexicano".
Lo importante de destacar es que para la mayoría de los pachuqueños estas novedades son concebidas con un sentimiento de orgullo por saberse poseedores de uno de los clubes deportivos más modernos y de las directivas más emprendedoras del país. De manera que no es equivocada la opinión de aquel simpatizante quien sostiene que la función más trascendente del club es que "viste a la entidad" y, por extensión, a todos los pachuqueños por igual. Sin embargo y pese a todas las maravillas descritas, el club se eleva sobre la triste realidad hidalguense marcando un camino de prosperidad que en la práctica muy pocos pachuqueños podrían seguir.
2. El origen del fútbol, rasgo distintivo de los pachuqueñosSegún lo planteado en la introducción del presente estudio y fundamentado en el análisis expuesto por Villoro (1996), consideramos que el término identidad posee un carácter multívoco, variando su significado según el objeto al cual se aplique. En sentido general, podemos afirmar que identificar algo consiste en señalar aquellas notas que lo distinguen de los demás objetos y le permiten perdurar como tal en el tiempo. Aplicado a las entidades sociales colectivas, consideramos que identificar a un pueblo sería señalar aquellas "notas" duraderas que permiten su reconocimiento frente a otros, pudiendo éstas ser de naturaleza variable, como el territorio ocupado, composición demográfica, lengua, instituciones sociales y otros rasgos culturales. Gilberto Giménez, coincide con las anteriores apreciaciones, señala que la identidad también consiste en una unidad distinguible, cualquiera que esta sea y, basado en el filósofo Heinrich, afirma que la identidad "es un predicado que tiene una función particular; por medio de la cual un objeto se distingue como tal de las demás cosas de su especie" (Giménez, 2000: 47-48).
Estas apreciaciones vienen a colación por que durante el transcurso del trabajo de campo etnográfico, uno de los anhelos fue tratar de reconocer aquellos rasgos constitutivos de la identidad de los pachuqueños. La búsqueda inició por lo tangible: aspectos morfológicos, rasgos fisonómicos, giros lingüísticos en el habla, formas de vestir y otras peculiaridades posibles de observar. Los resultados (en el transcurso de la primera etapa) fueron desalentadores, en general, no se logró distinguir aquellas "notas distintivas" que diferencia a éstos del resto de los mexicanos. Dicha ausencia - podemos anticipar-, no se debió a la falta de tales elementos, sino en el camino emprendido en la investigación. Giménez, aclara este respecto señalando que la identidad constituye aquella dimensión subjetiva de los actores sociales y que "no todos los rasgos culturales inventariados por un observador externo son igualmente pertinentes para la definición de su identidad, sino alguno de ellos socialmente seleccionados, jerarquizados y codificados para marcar simbólicamente sus fronteras en el proceso de interacción con otros actores sociales" (Giménez, 1996: 13-14).
De manera que para subsanara el inconveniente inicial, en la etapa de trabajo siguiente fue que decidí abocarme a conocer esa dimensión subjetiva de los actores sociales. 30 Lo cual fue posible mediante dos vías: una mayor interacción con los agentes en diversos ámbitos de la vida cotidiana y la realización de entrevistas a profundidad a muchos de estos actores sociales. Mediante tales procedimientos, busqué comprender aquellos rasgos de naturaleza inobservable y así ampliar mis conocimientos respecto los pachuqueños. En este derrotero, además de descubrir un abanico de personalidades distintivas, me encontré con una auto-apreciación recurrente, la cual da cuenta del carácter "tranquilo" de los pachuqueños. Sin embargo, concluí que esta cualidad de la conducta colectiva (posiblemente de muchos, mas no de todos), además de contener una cierta cuota de etnocentrismo no me brindaba información sustancial sobre el tema de investigación. Luego de realizar ciertos rodeos e invertir el sentido de la búsqueda, comprendí que estos rasgos o "notas distintivas", posiblemente se encuentren en algo que los "otros" 31 no poseen y que sólo es privativo de los pachuqueños. Allí comprendí que, probablemente, aquello que los caracteriza y diferencia se encuentra inmerso en ese fenómeno tácito difundido por medio de historias orales y escritas, y que se instituye como el orgullo de todos los pachuqueños, es decir, en el origen del fútbol.
Esa historia, que según detallamos reconoce varias versiones, incrementa su valor local con relación a la importancia que este deporte adquiere en el plano nacional e internacional. La sensación manifiesta entre los pachuqueños cuando se aborda este tema adquiere un toque de vanidad: se conciben como poseedores del santuario sagrado donde nació el deporte de "todos los mexicanos". Esto, a pesar de que la propia historia elaborada no reconoce un punto geográfico exacto de gestación ni una fecha precisa de fundación. Sin embargo, estas carencias y el carácter difuso de las mismas, parecerían representar su mayor fortaleza, dado que permitirían a los narradores confeccionar versiones libres según el capital cultural disponible; situación que, además, disolvería las contradicciones surgidas, como aquella existente entre la "historia oficializada" y la versión basada en la memoria colectiva en Real del Monte. En general, y con la reserva que corresponde al respecto, podríamos afirmar que para los pachuqueños el hecho de ser poseedores de un bien públicamente preciado, los eleva hacia un plano privilegiado de la realidad social y los distingue en el marco nacional.
En el plano local, por su parte, la historia del origen del fútbol posee un grado de eficacia superlativa y contribuye a esta formación colectiva entre los pachuqueños, dado que la misma cuenta con aquellos elementos que Loredana Sciolla distingue como indispensables para la formación de una identidad de estas características, es decir, una dimensión locativa, una selectiva y una integradora. La primera de estas, la dimensión locativa, subyace en el relato situando a los sujetos en el interior de un campo o de un mundo simbólico (que también puede tener un sustrato territorial) con límites o fronteras definidas. En el caso particular de la historia señalada, encontramos que la misma se desarrolla en escenario y tiempo particular, el distrito minero de Real del Monte y Pachuca a fines del siglo XIX, donde se propone que el fútbol habría nacido para luego expandirse al resto del territorio mexicano. Esta sentencia, que, como se dijo, "de tan repetida llega a convencer al crítico más escéptico", deja de lado algunos detalles que se entienden fundamentales para explicar el fenómeno respectivo:
Se establece un punto de origen que marca el rumbo de un largo proceso que perduraría hasta nuestros días: donde el fútbol habría nacido en Pachuca y con el transcurso del tiempo llegaría a extenderse hacia todos los rincones de la República Mexicana. Este tipo de afirmación resulta semejante a los argumentos empleados por los antropólogos difusionistas del siglo XIX, cuando intentaban explicar el origen de la cultura en el mundo. 32 Además, esta postura desconoce otro punto trascendente, sobre el cual, en el transcurso del presente estudio, se han expuesto algunos aspectos importantes: que el fútbol (y muchas otras prácticas deportivas, culturales, económicas, políticas y sociales), emergieron como producto de un complejo proceso de relaciones e interrelaciones que facilitó el contacto e intercambio en el marco del proceso modernizador que por entonces comprometía a todo el planeta. Decir que el fútbol nació en Pachuca, es desconocer el proceso mundial en el cual México estaba envuelto.
Este sesgo nos transporta a un segundo elemento presente en la historia: su carácter selectivo. Esta dimensión selectiva de la historia del origen del fútbol queda manifiesta en la actitud de los narradores al elegir aquellos elementos culturales preferidos, para perpetuarlos y conectarlos con el presente. Dicha postura, apenas visible en la historia popular, se manifiesta con mayor esplendor en la versión oficializada y divulgada por el club de fútbol, la cual -según se señaló-, se caracteriza por omitir a numerosos actores del pasado y exaltar ciertos aspectos que podemos interpretar como funcionales con los actuales propósitos institucionales. Esta forma de proceder acarrea cierto grado de duda y ambigüedad ya que podría ser interpretada de dos modos distintos: una, como producto del olvido o el descuido (es decir, se omite el nombre de un personaje o algún suceso porque no se tiene suficiente información o porque las fuentes no son confiables, etc.); dos, como producto de una conducta intencionada. Raymond Williams (1980) analiza esta última perspectiva cuando presenta su definición de las "tradiciones selectivas". El autor, entiende que las tradiciones son elaboradas por grupos hegemónicos mediante el empleo de ciertas áreas del pasado y el presente, seleccionadas y presentadas públicamente con éxito como "la tradición", como el "pasado significativo". Constituyendo un aspecto de la organización social y cultural contemporánea del interés de la dominación de una clase específica. Así, dicha versión del pasado, en nuestro caso la historia del origen del club de fútbol, se pretende conectar con el presente y ratificar. En la práctica, lo que ofrece la tradición es un sentido de predispuesta continuidad (Williams, 1980: 138).
El tercer aspecto, el integrativo, queda manifiesto en lo que se entiende como el carácter educativo o pedagógico de la historia del origen. Según planteamos, la falta de información documental, permite extender el origen de ésta actividad deportiva hasta mediados del siglo XIX, aunque las posturas más exageradas afirman que en 1825 ya se jugaba el fútbol en la comarca. 33 Si bien esta fecha parece extremadamente arriesgada, lo cierto es que la antigüedad que se le adosa al fútbol parece superar los lindes históricos de la propia entidad federativa. Es decir, que el fútbol en Pachuca nació antes que el propio estado de Hidalgo. De manera que al narrar la historia del club, no es casual que se produzca un desplazamiento hacia la historia de la entidad. Sucesos importantes como la explotación de la minería, las acciones revolucionarias y post-revolucionarias, el advenimiento del PRI como partido hegemónico y otros fenómenos, están presentes en ambas narrativas: dejando la posibilidad, con un poco de creatividad y osadía, de realizar un viaje al pasado de la entidad a través de la historia del club del fútbol.34 Este fenómeno es posible porque, y según se entiende en el presente estudio, el fútbol no constituye una isla, un coto aislado de la realidad social, sino, un medio cultural que cambia en relación con el campo social donde la institución está inserta. De allí entonces, los vínculos manifiestos entre ambas historias. 35
3. La importancia de llamarse PachucaEl tercer aspecto que interviene y colabora en la formación de una identidad colectiva se vincula con la referencia toponímica presente en el nombre de todos los equipos formados en la historia de la institución. Según se detalló en la tabla 3, y pese a los cambios suscitados en el transcurso de la trayectoria del club, los nombres adoptados por los equipos siempre mantuvieron una referencia al lugar de origen, es decir, a la ciudad de Pachuca. Circunstancia que se entiende ha exaltado entre los lugareños su sentido de pertenencia, al tiempo que ha facilitado la adhesión a las actividades del club. Si enumeramos todas las denominaciones empleadas para identificar al club de fútbol encontramos un total de siete designaciones distintas, que son las siguientes: Pachuca Athletic Club, Pachuca Atlético Club, Club Deportivo Atlético Pachuca, Atlético Pachuca, Garzas Blancas del Pachuca de la U.A.H., Pachuca Fútbol Club, y, la actual, Club de Fútbol Pachuca. En todas ellas, como se observa, el factor común es el término "Pachuca". Preferencia que puede interpretarse como producto de la casualidad, pero también como una acción deliberada de los cuerpos directivos por vincular las actividades deportivas de la institución con los designios de la entidad. De manera que lo realizado por el club de fútbol no sólo sería de la incumbencia de los simpatizantes (porristas o barristas) sino de todos los nacidos y de quienes viven en la ciudad. De allí que los festejos en los triunfos obtenidos por el equipo (en particular los campeonatos nacionales) sean asumidos como un triunfo de "todos los pachuqueños", sin distingo de las preferencias políticas, religiosas o condición económica. El club de fútbol, así entendido, se instituiría en el nuevo emblema colectivo, en el "equipo de todos los pachuqueños".
Julio Frydenberg (1996), quien se ha preocupado en aclarar esta particularidad, afirma que los nombres elegidos para fundar los clubes de fútbol (en su caso de Argentina) manifiestan una relación "abrumadora" con el espacio de residencia de los miembros fundadores, sea una ciudad o un establecimiento educativo. 36 Esta situación se transforma en un motivo de convocatoria, que no sólo implica a los simpatizantes de fútbol, sino que, por extensión, incluye a todos los nacidos en la citada entidad.
Tal como se ha detallado en el presente estudio, existen otros vínculos entre el club de fútbol y la ciudad. El más significativo lo encontramos en el empleo como escudo del club del icono urbano más trascendente de Pachuca, el Reloj Monumental. Otra referencia simbólica se percibe en el sobrenombre con que se conoce a la institución, "los tuzos" y que encuentra correspondencia con la mascota37 elegida para representarlos "el Pachus", que es una tuza vestida con el uniforme del equipo. Estos últimos elementos se vinculan con la actividad minera de antaño, e incluso podríamos concebirlos como una evocación del pasado.
Por último, y con la reserva que merece una afirmación de este alcance en el trayecto de un "estudio en proceso", según lo expuesto se desprende que el Club de fútbol de Pachuca al adoptar estos iconos como escudo e insignia, al estamparlos en su uniforme oficial y al difundirlos como propios en el marco de una narrativa finamente elaborada, ha logrado fusionar y, al mismo tiempo, apropiarse de toda la carga simbólica que estos elementos culturales poseen; incrementando de este modo, el apego que la gente siente hacia la institución. Desde esta perspectiva, entonces, no es extraño suponer que los partidos disputados en el Estadio Hidalgo se transformen en una verdadera guerra simbólica, una arena pública donde el equipo local, en su afán de lograr la victoria, impida al equipo contrario mancillar (con goles) aquellos emblemas que identifica y une a todos los pachuqueños.
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Documento 3
Ramo: Sindicato, Sección: Centro deportivos, Año: 1934, Caja: 1, en: Archivo de Minería de Real del Monte y Pachuca
AnexosTabla 1
Datos estadísticos sobre el Estado de Hidalgo y el Municipio de Pachuca
Población total
Fuente: Anuario, 2002.
Población por lugar de nacimiento, porcentaje
Fuente: Anuario, 2002.Viviendas
Fuente: Anuario, 2002Servicios de salud
De los 2 millones 235 mil 591 residentes del estado, 29.1 % tienen derecho a servicios de salud, cifra que está por debajo de la nacional que llega a 40.1 % de los habitantes.
La situación es crítica en las poblaciones menores a 500 habitantes, donde residen 456 mil 444 habitantes. De éstos, 13.3 % posee servicio de salud; mientras que el 85.4 % no posee servicio. Fuente: (Perfil Sociodemográfico, 2002)
Educación
El rezago educativoEn el año 200, Hidalgo tiene una población de 15 años y más de 1.4 millones, de esta 841 mil se encuentran en rezago educativo, es decir, no cuentan con los tres grados aprobados de secundaria, considerados como los estudios básicos obligatorios (según el acuerdo nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1993), que debería tener la población una vez cumplidos los 15 años de edad. El Estado de Hidalgo presenta una situación de rezago alto, del orden del 59%. La tendencia fue creciente de 1990 a 1995, y a pesar de que de 1995 al 2000 el número de población en dicha condición disminuyó, la cifra final (841 mil) supera a la de 1990 con 76 mil personas.
A nivel Municipal la situación es más extrema. Encontramos Municipios, como por ejemplo La Misión, cuyo porcentaje asciende al 89.4 % de la población de 15 años y más con rezago educativo; Tlahuitepa, 85.7; Huehuetla 82.5; San Felipe Orizatlán 79.2, Acatlán 76.7, entre otros. De los 84 municipios que conforman el Estado de Hidalgo en el año 2000, la gran mayoría se encuentran clasificados en los grados alto (37) y medio (30) de rezago educativo. Sólo nueve corresponden al grado bajo y ocho al extremo (que superan el 84%).
Mientras que el porcentaje de población en rezago educativo en México es de 53.1, en el Distrito federal alcanza el 33 %, Morelos 47.6, Nuevo León 38.3. Por el contrario, Chiapas 72.4%, Michoacán 65.4, Guerrero 64.0, Puebla 60.6, Oaxaca 70.1, entre otros. (p:9)
Municipios según porcentaje de población alfabeto
Fuente: Perfil Sociodemográfico, 2002
Laboral
Población ocupada por ocupación principal
Fuente: Perfil sociodemográfico 2002
Distribución de la riquezaLa distribución porcentual del ingreso por trabajo de los hogares y su población, según deciles de hogares, muestra un notorio desequilibrio.
Nos encontramos con que en el 11.2 % de la población concentra 51.5% de todo el ingreso por trabajo. Situación semejante a la registrada en la década de 1990, cuando dicho valor fue el siguiente: el 12.1 % de la población acumulaba 49.7% de los ingresos por trabajo.
Población según salarios de ingreso38
Fuente: Perfil sociodemográfico 2002
Población ocupada por sector
Tabla 2
Periodos del fútbol en México39
Tabla 3
Aspectos institucionales del club Pachuca
Lo que nos informa del carácter exclusivo de sus lectores. Los libros de Carlos Calderón Cardoso Pachuca la cuna del fútbol mexicano (2001) y La Gloria de un Centenario (2003) son difíciles de encontrar en las librerías, pero su precio superaba los mil pesos mexicanos. En cambio, sí se puede conseguir el trabajo de Gómez Guzmán 102 años de estadísticas del Club Pachuca, cuyo costo es de $975.00.
Autor de numerosos libros de divulgación sobre la historia del fútbol en México, todos ellos editados por la editorial mexicana Clío (ver cita 5).
Aspecto que dota al relato de un sentido teleológico.
Este entusiasmo, probablemente, halla estimulado al actual presidente del club (Sr. Jesús Martínez Patiño) a sostener que su verdadero deseo es "hacer de Pachuca la ciudad del Fútbol". O quizás, para que el actual gobernador (Lic. Manuel Núñez Soto) descubra en el club la mejor metáfora de su posible política social, cuando afirmara que "encontramos en el club (Pachuca), sin duda, el camino de una sociedad que quiere arribar al éxito todos los días, que quiere verse reflejada en el esfuerzo, en los resultados, en los triunfos, que aprende a jugar con reglas...que aprende a jugar en equipo". Palabras vertidas en su intervención en la ceremonia de inauguración dl Gimnasio Azteca-Salinas Pliego.
Todas las playeras y souvenir ofertados en las tiendas del club poseen este dato grabado, considerando con ello que ese fue el año del nacimiento de la institución. Aunque, tal como se presentó en uno de los párrafos transcritos del libro de Calderón Cardoso el autor afirma que este se creo un sábado de 1898 (2001: 22).
No se conoce la versión oficial por la cual las autoridades proponen este cambio. Aunque debemos suponer que no se relaciona con el fenómeno climático, pues, si bien en Pachuca el viento es permanente (de allí lo de "Bella airosa) su fuerza nunca llega a la magnitud de un huracán. Algunos simpatizantes suponen que este responde a una especie de nombre de guerra, donde la "afición como un huracán arroyaría a sus rivales". Otros, presumen que se debe al capricho de algún dirigente, simpatizante del Club Huracán (de Argentina) y que trata de imponer este apodo, por sobre el gusto de todos los pachuqueños.
Falta de agresividad que sorprende si consideramos que dentro de los estadios de fútbol mexicano es común la venta de bebidas alcohólicas, específicamente de cerveza.
No existen cifras oficiales sobre la cantidad de público asistente al estadio Hidalgo. Lo único que se sabe que el cupo máximo es de 30 mil espectadores. En el cuaderno de INEGI, "Estadísticas culturales", (2002) en Estado de Hidalgo no registra datos este tipo de actividades deportivas.
Calderón (2001) sostiene que junto a "el Chino" llegaron al Club Pachuca otras tres personas, "jefes" de las barras del Saprisa y (Costa Rica) y de La católica (Chile) (Calderón, 2001: 141).
El siguiente material es producto de una entrevista realizada el 31 de julio de 2003, al entonces responsable de la Ultra Tuza, Jorge Díaz Paredes, más conocido como "el Chino".
Entrevista en la Universidad del Fútbol a Jorge Díaz Paredes.
"Hincha" es un término empleado en Uruguay, Paraguay y Argentina para designar al simpatizante de fútbol que en el transcurso del partido de fútbol se la pasa alentando a su equipo. El término es empleado en España y en diversos países de Sudamérica. En Brasil, por su parte, se conoce como "torcida".
Cuando se realizó esta entrevista a Jorge Díaz Paredes, este poseía una oficina en la Universidad del Fútbol y allí resguardaba toda la información sobre los miembros de la agrupación.
Entrevista realizada el 18 de junio de 2004.
Entrevista a Jorge Paredes.
Opiniones vertidas por Enrique Muñoz, actual director de la Barra Ultra Tuza.
Este cántico, empleado por todas las porras de México, especialmente para alentar a la Selección Nacional, fue creado en el año de 1922 por el doctor Carlos García Garcés. Quien, por ese entonces, integraba el equipo América (de México) el cual se encontraba haciendo una gira por Guatemala, cuyo viaje se había efectuado en ferrocarril (Mejía, 1993 :19-20).
Carlos Trucco, ex portero del Pachuca y de la selección de Bolivia que participó en el Mundial de USA, y actualmente técnico de fútbol, se preguntaba extrañado al respecto: "¿Cómo puede ser que en México, en donde de bajo de cada piedra "sacás" un poeta, no tenga un cantito más creativo que el siquitibum?
"El Frutas" es tan conocido que siempre reta a sus amigos que el envíen una carta por correo ordinario de cualquier punto del país o del mundo sólo con su sobrenombre, "el Frutas", Pachuca, sin dirección ni código postal. Asegura que la misiva, indefectiblemente, llegará a sus manos.
Entrevista realizada a "el Frutas" en la ciudad de Pachuca.
Esta breve descripción del gusto por el fútbol se asemeja a la crónica de color reproducida en la segunda parte.
Entrevista realizada al Ing. Pérez en la ciudad de Pachuca.
Mr. Blackmore, considerado uno de los apóstoles del fútbol mexicano, relata que para el año de 1902 "el gentío se escandalizaba de ver aquellos jugadores que jugaban con calzones, una camiseta blanca y que le daban patadas a un cuero inflado" (Revista Récord, domingo 13 de septiembre 1942, N° 89, p, s/n). Algo parecido ocurrió muchos años antes, en 1872, en la ciudad portuaria de Le Havre (Francia), donde los jugadores de fútbol eran llamados por la comunidad local como "payasos de circo", por el tipo de trajes utilizados y la forma de correr detrás de el balón (Mascarenhas, 1998). Mientras que en Buenos Aires, a principios del siglo XX, por razones parecidas, el fútbol era considerado como el "juego de los locos".
Cálculos recientes dan cuenta que de este Distrito minero se extrajeron cerca del 6% de la plata que circula por el mundo.
Hoy día los turistas pueden experimentar un viaje al interior de algunas de las antiguas minas de plata. Esta situación también es común en otros centros mineros del país, tal como sucede en Guanajuato.
Argumentándose que ello fue posible gracias "a la creatividad de los dirigentes" al saber conducir una empresa privada y competir en el mercado deportivo nacional e internacional. Descartándose la importante ayuda prestada por el gobierno estatal, al financiar muchas de las actividades de la institución. El club Pachuca no debe entenderse, al menos formalmente, como una empresa "para-estatal"; tampoco, en su sentido más puro, como una empresa privada propiamente dicha.
Bonfil Batalla define a los elementos culturales como a "todos los recursos de una cultura que resulta necesario poner en juego para formular y realizar un propósito social". El autor distingue las siguientes clases: materiales, de organización, de conocimiento, simbólicos y emotivos (Batalla, 2002: 79-80).
Alimento de los mineros británicos, especie de empanada de harina de trigo, rellena de carne, papa, cebolla, perejil y nabo. Aunque en la actualidad en Pachuca se utilizan diversos y mexicanísimos rellenos, como: tinga, mole rojo, piña (ananá), arroz con leche, jamón, carne, y otros ingredientes, incluido el chile.
Por cierto, en la presentación del libro de Rosario Villalobos, Inmigrantes Británicos, en su alocución el cónsul de Gran Bretaña se sintió sumamente sorprendido respecto esta "herencia" británica. Ello, en el sentido de que este país no se distingue a nivel mundial (ni local) por la "excelencia" de su gastronomía.
Situación que se facilitó en la segunda temporada de trabajo etnográfico.
Entendiendo por "otros" al resto de los mexicanos que no viven o nacieron en la entidad.
Cuando afirmaban que la "cultura" había nacido en Egipto y de allí había "irradiado" hacia el resto del mundo, pues -según reza su argumento- "el hombre es poco inventivo; por consiguiente, la cultura surge sólo bajo circunstancias excepcionalmente favorables y casi nunca dos veces de modo independiente" (Lowi, 1985:198).
Esta última afirmación debe ponerse en tela de juicio, dado que no coincide con los verdaderos acontecimientos históricos registrados y ampliamente difundidos, en los cuales se afirma que el "fútbol" nació en el 26 de octubre de 1863 luego de la famosa reunión efectuada entre un grupo de estudiantes ingleses para establecer las reglas de este deporte y así diferenciarlo del rugby. Antes de esta fecha lo que existía en Inglaterra era una mezcla de ambos deportes, en el cual se permitía el empleo de las manos, los golpes entre los jugadores, el peligroso hacking (una modalidad de zancadilla), y otras acciones violentas, que, generalmente, estimulaban la violencia entre los contrincantes (Dunning, 1996).
Recurso pedagógico de importancia para aquellos historiadores o maestros de grados que se preocupen en contar la "historia" desde una postura más creativa, menos acartonada.
El cual se espera abordar en el trabajo de grado de Doctorado.
En los casos analizados el 90 % de los nombres elegidos tenían una relación toponímica.
En México a los muñecos o mascotas que representan al club se les denomina "botarga", término que en el diccionario de la lengua española significa "vestido ridículo" (García-Pelayo, 1974: 104).
El Estado de Hidalgo corresponde a la denominada zona "C" donde el salario mínimo es de $42.11 (aproximadamente 4 dólares) por día de trabajo (información obtenida en http://www.amedirh.com.mx
La presente tabla sólo considera aspectos inherentes del ámbito futbolístico, en ella no se establecen relaciones con otros campos sociales, políticos o culturales. Además, la misma debe entenderse como una propuesta o intento de condensar un conjunto de información que, indudablemente, merece mayor precisión y espacio.
Notas
La dinámica del fútbol en México. La construcción de identidades colectivas en torno al Club de Fútbol Pachuca en nuestros días. Primera parte
La dinámica del fútbol en México. La construcción de identidades colectivas en torno al Club de Fútbol Pachuca en nuestros días. Segunda parte: Formación del primer club de fútbol en México
revista
digital · Año 10 · N° 84 | Buenos Aires, Mayo 2005 |