Análisis de constructos personales del deportista lesionado |
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Doctorando en Biomecánica y Recuperación Deportiva. Profesor colaborador del Master de Alto Rendimiento en Deportes de Equipos. Licenciado en Psicología. Master en Neurociencias. |
Josema Sánchez chema632@hotmail. com (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 83 - Abril de 2005 |
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Introducción
Somos capaces de interpretar nuestras conductas y acontecimientos en función de nuestros procesos cognoscitivos. De tal manera, que organizamos e interpretamos en un sistema o patrones de sucesos las relaciones sociales de nuestras vidas. Sobre la base de estos patrones, hacemos predicciones acerca de nosotros y respecto de otras personas y acontecimientos, y utilizamos esos pronósticos para formular respuestas personales y guiar nuestras acciones.
Por tanto, para entender la conducta del deportista ante una lesión, primero debemos comprender sus patrones, y las formas en que organiza o construye su mundo propio. Por lo general, la interpretación que realiza sobre su lesión, es más importante que la lesión en sí misma. De esta forma, es fácil entender como diferentes deportistas ante una misma lesión actúan de forma distinta.
Reconstrucción mental de los acontecimientosLas personas funcionamos de la misma manera en que lo hacen los científicos. Los científicos construyen teorías e hipótesis y las contrastan con la realidad llevando a cabo experimentos en el laboratorio. Si los resultados de sus ensayos apoyan la teoría, ésta se retiene. Si los datos no la apoyan, debe rechazarse o modificarse y volver a comprobarse. Todos construimos teorías con el fin de predecir y controlar los acontecimientos de nuestras vidas. Esta construcción de teorías, Kelly las denominó Constructos Personales, por medio de los cuales intentamos predecir y controlar los sucesos de nuestra existencia. Por lo tanto, para poder comprender la personalidad de nuestros deportistas es necesario examinar sus constructos personales. En otras palabras, observamos los sucesos de nuestra vida - los hechos o datos de nuestra experiencia personal - y los interpretamos a nuestra manera.
Esta explicación, interpretación o construcción personal de la experiencia, representa nuestra visión única de los acontecimientos. Dos deportistas con una misma lesión, pueden interpretar este suceso de formas diferentes. Haciendo una analogía de estos patrones de interpretación con unas gafas de sol, podemos decir que el deportista (A) dispone de unas gafas con cristales verdosos y el deportista (B) con cristales negros. De esta forma, ambos pueden observar el mismo suceso y percibirlo de forma diferente, dependiendo del tinte de los cristales de las gafas, que enmarcan su punto de vista.
Así sucede con las hipótesis o patrones que construyen los deportistas para dar sentido a su mundo. Esta visión especial, el patrón único creado por cada uno de ellos, lo denominamos Sistemas de Constructos. Por lo tanto, un constructo es la forma única en que una persona ve la vida, una hipótesis intelectual que construimos y empleamos para interpretar o explicar los acontecimientos de la vida. Nos comportamos de acuerdo con la expectativa de que nuestros constructos predecirán y explicarán la realidad del mundo propio.
Los constructos son bipolares o dicotómicos como gordo frente a flaco o malo frente a bueno. Si nuestros constructos fueran inflexibles y no pudieran ser revisados no podríamos afrontar las situaciones nuevas. A este proceso de adaptación le denominamos Alternativismo Constructivo, para expresar la visión de que no estamos controlados por nuestros constructos sino que tenemos libertad de revisarlos o reemplazarlos con otras alternativas. Es por este motivo que los procesos psicológicos están dirigidos por las formas en que anticipamos los acontecimientos. Empleamos los constructos para anticipar el futuro, de modo que tenemos alguna idea de las consecuencias de nuestras acciones, de lo que es probable que ocurra ante un suceso determinado.
La lesión de la rodilla, como experiencia desagradable, no se reproduce de forma exacta en que nos hubiera podido ocurrir anteriormente. Podemos tener una lumbalgia y repetirse en un momento cronológico distinto, pero no experimentamos el dolor lumbar de la misma forma. Nuestro estado de ánimo, la interpretación que hacemos ahora, no será el mismo, y durante el tiempo transcurrido del primer episodio de lumbalgia hasta el actual, hay hechos que afectan nuestras actitudes y emociones frente al dolor lumbar. Aunque estos sucesos repetidos no se experimentan de forma idéntica, si que emergen rasgos o temas recurrentes. Algunos aspectos de una situación serán similares a los que experimentamos antes. Es con base a estas semejanzas que predecimos o establecemos anticipaciones acerca de cómo manejaremos ese tipo de suceso en el futuro.
Nuestras predicciones descansan en la idea de que los acontecimientos futuros, aunque no sean duplicados de los sucesos pasados, serán no obstante similares. Por ejemplo, es probable que actuemos con los mismos patrones de conducta ahora que cuando tuvimos nuestro primer dolor lumbar. Es decir, adaptamos nuestra conducta, en este caso - evitando coger pesos - como anticipación a nuestra conducta respecto a la primera lumbalgia que tuvimos. Los procesos cognoscitivos del pasado, ante nuestro primer dolor lumbar, reaparecen en el futuro y formulamos nuestros constructos sobre la base de esos temas recurrentes. Aun así, las personas diferimos en la manera que percibimos o interpretamos nuestro dolor y/o sufrimiento. Ya que construimos los hechos de forma diferente, bajo constructos distintos -mi dolor no es igual a tú dolor -. Pero mi constructo de dolor versus no-dolor, no tiene porque reflejar la realidad objetiva de mi dolor lumbar, sino que constituye la interpretación única, singular e idiosincrásica que cada uno de nosotros hacemos sobre el dolor lumbar. Otro aspecto importante respecto a la interpretación de los sucesos, es que establecemos relaciones entre nuestros constructos, es decir, organizamos nuestros constructos en una jerarquía, con algunos constructos subordinados a otros. Por ejemplo el constructo dolor lumbar, puede incluir entre sus subordinados los constructos insoportable e infierno. De esta forma, si se presenta otro paciente con la misma patología, que coincide con la idea anterior, podemos anticipar que concederá los mismos atributos a su dolor lumbar. Las relaciones de los constructos son más duraderas que los constructos específicos, pero también están abiertos al cambio. Por ejemplo, un deportista con dolor lumbar que percibe que otro compañero suyo con la misma dolencia no atribuye su "dolor lumbar" como "insoportable", puede hacer que este deportista cambie su constructo "insoportable" de un lugar que está subordinado al "dolor lumbar", a un lugar que se halle bajo el constructo "soportable". En definitiva, si la organización de nuestros constructos ya no nos brinda una forma útil de anticipar los sucesos, los modificaremos (tabla1).
Tabla 1. Escalamiento ascendente de modificación de constructos en un deportista lesionado.Todos los constructos son bipolares o dicotómicos. Es decir, de igual manera que advertimos semejanzas en los sucesos o acontecimientos, también debemos notar las diferencias. No basta con tener un constructo que describa la característica del "dolor lumbar" como "insoportable", también debemos considerar el opuesto, " soportable", para explicar en que difiere un dolor "insoportable" de un dolor "soportable". Si no hacemos esta distinción - si consideramos que todo dolor lumbar es insoportable -, entonces la formación de un constructo acerca de que todo dolor lumbar es "insoportable", no nos ayudaría a anticipar o predecir nada de los deportistas cuyo dolor lumbar es "soportable". En función de esto, puede esperarse que un deportista tenga dolor lumbar insoportable siempre y cuando exista un contraste con alguien que se espera que su dolor lumbar sea soportable.
Los constructos personales deben estar siempre enmarcados en términos de pares de alternativas mutuamente excluyentes, puesto que los deportistas lesionados difieren entre sí en las formas en que perciben e interpretan un mismo tipo de lesión. Cada constructo tiene dos polos y es por este motivo que un deportista lesionado deba elegir la alternativa que le funcione mejor, la que le permita anticipar o predecir el resultado de los acontecimientos futuros.
Todos tenemos cierta libertad para decidir entre alternativas. Supongamos un deportista profesional con una tendinopatía de Aquiles de instauración reciente, que deba elegir entre dos tipos de tratamiento. Uno es convencional, consiste en la aplicación de ultrasonidos y AINES, porque no es diferente del que ya probó cuando tuvo otra lesión con anterioridad. Prácticamente no hay riesgo involucrado en la elección de este tratamiento, pero tampoco hay mucha recompensa. Sin embargo para nuestro deportista es la elección segura porque puede hacer una predicción muy precisa de las consecuencias de este tratamiento.
El otro tratamiento es más novedoso, la infiltración de plasma rico en factores de crecimiento (P. R. G. F). El tipo de tratamiento es muy actualizado y a parte no sabe mucho acerca de los efectos que le puede causar. Lo expondría a un conocimiento terapéutico por el que siente cierto grado de curiosidad. En este caso, no puede hacer una predicción exacta acerca del resultado de su elección. Esta alternativa más audaz significa mayor riesgo, pero la recompensa y la satisfacción potenciales son mayores. En este momento, el deportista se encuentra ante una disociación cognitiva, ha de elegir entre la opción segura de riesgos y recompensas mínimos (ultrasonido y AINES) y la alternativa audaz de riesgo y recompensa elevados de la infiltración de PRGF. Para la mayoría de los deportistas lesionados, la eficacia predictiva de la primera opción es elevada, mientras que la segunda opción es baja. De hecho, nos enfrentamos ante este tipo de elecciones a lo largo de nuestra vida, opciones entre delimitar o extender nuestro sistema personal de constructos. La elección segura de riesgo y recompensa mínimos, delimita el sistema de constructos del deportista lesionado, ya que repite experiencias y acontecimientos pasados. En cambio, la elección más audaz extiende su sistema de constructos personales, al incluir nuevas experiencias y sucesos.
Este tipo de elección lo hemos observado igualmente en deportistas que ante una determinada lesión, persisten en comportarse de una manera no recompensante. "A. R. es un deportista profesional que padecía de una lesión del tendón rotuliano con un tiempo de evolución de un año. Desde el primer día de tratamiento, A. R. mostró una actitud agresiva y/o hostil hacia el terapeuta, incluso cuando el propio terapeuta lo evitaba".
Ante este caso podríamos pensar que el deportista hace una elección de bajo riesgo y recompensa mínimos, porque ha llegado a saber qué esperar de los otros en respuesta a su comportamiento agresivo. Este deportista no puede saber como reaccionará el terapeuta a la conducta amistosa porque rara vez la ha intentado con otras personas. Sin duda, las recompensas potenciales pueden ser mayores para el comportamiento amigable, pero es incierto para este deportista.
Recordemos que las elecciones las hacemos en función del grado en que nos permitan anticipar o predecir acontecimientos, y no necesariamente en términos de qué es mejor para nosotros. En el caso descrito anteriormente, es probable que el deportista desee predecir el futuro con el mayor grado de certidumbre posible.
Complejidad cognitiva del deportista lesionadoEl grado de complejidad cognitiva del deportista ante una lesión le permitirá disponer de más estrategias de afrontación y de coparticipación activa en su proceso de recuperación. La complejidad cognitiva es un rasgo indicador de la estructura cognitiva de la personalidad y de la capacidad psíquica para construir la conducta social de un modo multidimensional. Contra más complejidad cognitiva disponga el deportista tendrá un sistema de dimensiones más diferenciado para percibir las consecuencias y alternativas de recuperación de su lesión.
La complejidad cognitiva la podemos considerar como un rasgo de la personalidad (personas cognitivamente simples y personas cognitivamente complejas), lo podemos considerar como la proyección del campo psíquico de la persona. La complejidad cognitiva hace referencia a dos dimensiones - la diferenciación y la integración -. La diferenciación sería la capacidad cognitiva de determinar diferencias entre dos o más elementos, mientras que la integración sería la capacidad de relacionar similitudes entre dos o más elementos. Un sistema cognitivo complejo es un sistema muy diferenciado y muy integrado, con la existencia de numerosos constructos jerarquizados (Bieri, J, 1966). La complejidad cognitiva no es un concepto único, sino que conlleva tanto la diferenciación como la integración. Por diferenciación podemos entender el número de dimensiones funcionalmente independientes y disponibles para el sujeto en su proceso de construcción de los acontecimientos (Crockett WH, 1965). Sin embargo, no es el número de dimensiones independientes del sistema lo único que determina su complejidad. Debe existir también una cierta integración entre estas dimensiones independientes. Esta integración es de carácter jerárquico, y viene dado por los constructos supraordenados que proporcionan unidad y coherencia al sistema como un todo, articulando las funciones de los distintos subsistemas a un nivel más alto de abstracción (Sypher 1989).
Los perfiles de complejidad cognitiva que nos podemos encontrar en los deportistas lesionados pueden ser (tabla 2):
Tabla 2. Propuesta de Perfiles de complejidad cognitiva en el deportista lesionado.-Una integración alta y diferenciación baja. Es una persona con una estructura cognitiva monolítica, con un aumento de prejuicios (sabe pocas cosas pero las tiene claras). Un deportista con estas características es muy sensible a crisis, ya que una invalidación de su sistema cognitivo, puede provocar una invalidación pasiva. Son deportistas que no se detienen a reflexionar y utilizan constantemente mecanismos de defensa hostiles. Su capacidad predictiva se ve limitada a las pocas dimensiones que posee, y sus juicios suelen ser monolíticos del tipo "todo o nada". Se asocia a trastornos de tipo neurótico, especialmente los obsesivos-compulsivos (Winter DA, 1985), aunque también puede denotar una persona simple pero sana.
-Una integración alta y una diferenciación alta. Nos da un perfil de complejidad, en el que el deportista dispone de varias dimensiones de significado diferenciadas, pero a la vez articuladas por una estructura supraordenada. Nos encontraríamos ante un deportista con una buena capacidad predictiva, y probablemente una personalidad sana y saludable.
-Una integración baja y diferenciación alta. Se trata de un perfil caótico en el que el sujeto dispone de varias dimensiones pero que no están organizadas suficientemente como para proporcionar una unidad. Pueden generar confusión y dificultad para dar sentido y predecir los acontecimientos, así como dificultad para que los otros puedan predecirlo (y por tanto, pueden confundir a los demás). Se puede relacionar con el trastorno del pensamiento esquizofrénico (Bannister D, 1966).
-Una integración baja y diferenciación baja. La no integración de las pocas dimensiones que posee el deportista para discriminar nos sugiere un perfil de fragmentación en el que el sujeto va alternando entre pocos puntos de vista sin demasiado orden ni concierto. Se puede sugerir que lo podemos encontrar en trastornos de la personalidad relacionados con casos de escisión de la personalidad (trastornos disociativos, trastornos límite de la personalidad, personalidad doble o múltiple).
En la tabla 3 podemos observar un perfil cognitivo de simplicidad, en el que el deportista actúa con pocas dimensiones a la hora de comprender y anticipar los acontecimientos. La capacidad predictiva se ve limitada a las pocas dimensiones que posee, y sus juicios suelen ser monolíticos del tipo "todo o nada"En este caso es necesario ampliar sus dimensiones de complejidad cognitiva si deseamos que durante el proceso de recuperación opte por una actitud de co-participación e integración en el tratamiento. La gráfica de los elementos supone una especie de espaciograma en el que sitúa las figuras más significativas de su mundo social. La interpretación de las proximidades y contrastes entre ellos es susceptible de ser compartidos con el deportista dada su simplicidad del gráfico. El sí mismo del yo actual se correlaciona con el yo antes, determinando que la sintomatología actual no tiene un papel determinante en sus funciones o actividad funcional.
Tabla 3. Perfil cognitivo de un deportista de baja diferenciación y alta integración.
ConclusiónSi no sabemos lo que sucede en la mente de una persona, pregúntale; ¡Puede decírtelo!.
Bibliografía
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revista
digital · Año 10 · N° 83 | Buenos Aires, Abril 2005 |